El célebre dramaturgo y poeta inglés
William Shakespeare es
uno de los escritores más conocidos a nivel universal.
Para muchos es el
Príncipe del Teatro Isabelino,
sus obras son conocidas mundialmente y se han traducido a todos
los idiomas modernos.
El hecho de que se trate de un escritor que ha abordado hasta
lo más hondo, los sentimientos que le son inherentes al
hombre de
todas las latitudes, determina que sea leído, debatido,
admirado, censurado. en fin, que sea motivo de las más
diversas reacciones.
El 23 de abril de 1564, como fecha de su nacimiento, de
algún modo lo relaciona con Miguel de Cervantes
Saavedra, el creador del inmortal Quijote, quien muere ese
día de 1616. Ello implica la unión de dos de las
lenguas
modernas más habladas: el inglés y el español en
dos creadores de renombre y de gran influencia en la
posteridad.
Es conocido, sin embargo, que están, precisamente en
España,
la mayor cantidad de detractores de la obra shakesperiana, lo que
no le ha restado trascendencia a la misma.
No se puede negar que en las grandes tragedias de Shakespeare
el ingrediente poético tiene una fuerza
extraordinaria. Leer intensamente sus obras nos convence de estar
en presencia de un poeta, aunque se trate de una obra
dramática. El Soliloquio de Hamlet, con su
famosa disyuntiva "ser o no ser", constituye un buen ejemplo de
la afirmación anterior, pero trozos de poesía
es posible encontrar también en Macbeth, Otelo y Romeo y
Julieta.
Nadie como Guillermo Shakespeare ha tratado con tanta
intensidad el sentimiento de la duda, pero también el de
los celos alcanza en él inusitada fuerza.
Sus obras, y específicamente sus personajes han creado
verdaderos arquetipos humanos que han desafiado el tiempo y que
hoy constituyen "voz populi", es decir, son utilizados por gentes
del pueblo, por personas de mediana cultura, con
asombrosa frecuencia.
En el caso concreto de
Cuba es
indudable que, desde los tiempos fundacionales de la literatura
cubana, aparecieron escritores que valoraron el estilo
simbólico de Shakespeare y que tuvieron en cuenta sus
elevados ideales humanistas. Se encuentran entre ellos
José María Heredia, José Jacinto
Milanés y Juan Clemente Zenea.
José Martí
conoció la obra del gran escritor inglés y no hay
dudas de que sintió admiración por ella.
Shakespeare no fue un enciclopedista, ni siquiera puede
afirmarse que fuera un hombre de vasta cultura, pero no hay dudas
de que fue un prodigio, capaz de reflejar una época de
poderosos cambios y de incidir, desde el pensamiento
con la ruptura de las concepciones medievales.
Capaz de interpretar afanes y anhelos, es un prodigio creador.
Así lo siguen viendo recias personalidades de las letras
cubanas que se detienen en el análisis de sus obras.
En la Universidad de La
Habana, un grupo de
prestigiosas personalidades, ensayistas de renombre entre los que
se encuentran Vicentina Antuña, Dolores Nieve y Enrique
Sosa, se detienen en el análisis de las obras de
Shakespeare.
A mí modo de ver lo más interesante está
precisamente en los personajes arquetípicos creados por
esta figura cumbre del teatro isabelino. A su genio se debe
haber creado los símbolos del amor de la
pareja en Romeo y Julieta, y aunque podría hacerse con
otras obras, es precisamente en la tragedia que dejó
signada la vida de los amantes de Verona, en la que me detengo
justamente para demostrar la presencia de shakespeare en la
psicología
popular cubana. Muchas personas, que ni siquiera lo han
leído, son capaces de identificar en cualquier pareja que
se sacrifica en aras del amor a Romeo y Julieta. Es que nadie
como él aborda ese sentimiento universal que preside los
actos de la inmensa mayoría de los mortales, el amor de la
pareja.
En el caso de Romeo y Julieta o Los amantes de Verona el amor
alcanza altísimo nivel simbólico. Nada puede
separar a los amantes. Por encima de todo triunfa el amor. Ni
siquiera las contradicciones seculares entre familias opuestas,
en este caso Capuletos y Montescos, pueden evitar el amor. Todo
lo contrario, parecen alimentarlo en un afán de superar
dificultades. Es cierto que lo prohibido es incitante. Es cierto
que las dificultades hacen crecer las ansias de
realización.
Julieta ama a Romeo por encima de todas las cosas y Romeo
está dispuesto a todo por su Julieta. La época, sin
embargo los separa; hay prejuicios, y toda una filosofía se opone a las relaciones entre
los dos jóvenes.
Página siguiente |