Verona, la bellísima ciudad misteriosa, es ajena a la
pasión ardorosa de los dos jóvenes desafortunados,
sin embargo, conoce el desafío entre Capuletos y
Montescos, no puede ignorarlos porque forma parte de la vida
citadina, de la historia, de las costumbres,
es algo que está en las propias raíces.
Pero el amor no
conoce obstáculos. El amor crece, se
alimenta de la adversidad.
Romeo seguirá a su Julieta a toda costa. Julieta
continuará alimentando su amor por Romeo. Para ambos,
fuera de ellos, el mundo ha perdido significación. Solo
les resulta tangible el amor que siente uno por el otro. De modo
que hacen tangible, lo intangible. Para Romeo, Julieta es la
dueña de la ubicuidad y para Julieta, Romeo domina todos
los ámbitos. Habitan espacios que nunca antes
habían existido. Conocen sitios creados por el hombre y
sitios creados por Dios. Sencillamente están dominados por
el amor.
Para Julieta resulta incomprensible la actitud de los
Montescos. Romeo no puede comprender a los Capuletos; pero el
asunto realmente no le interesa a los amantes. A ellos les
interesa, sencillamente, que se aman.
Hay una fuerza
dominadora, Delante de los jóvenes está la vida
llena de prohibiciones y prejuicios. Para ellos solo es
importante entregarse porque se aman.
Ningún peligro puede detener a Romeo. Él es
joven y fuerte; pero además está enamorado y el
amor es portador de todo el poder del
mundo. No puede temerle a cuerda que lo lleve a su Julieta. No
puede temerle al vacío, como no le teme a las espadas.
Julieta es femeninamente hermosa, femeninamente débil,
femeninamente fuerte para amar. Ella nunca pensó en ser
valiente, sin embargo por su Romeo se sentía capaz de
todo.
Los sexos se unen, se entrelazan, se mezclan. Hay un
afán de confusión entre las almas. La carne es
ardorosa, febril; pero es más fuerte la espiritualidad que
dimana el amor.
Romeo no ha muerto y para Julieta a muerto. Ella decide morir.
Él no había muerto. Nada está al
revés. Realmente mueren los dos. Nunca llegaron a la plena
consumación del amor.
¡Qué bueno que han cambiado los tiempos!
¡Qué bueno ser Julieta!
¡Qué bueno ser Romeo!
¡Qué excelente oportunidad pasear Verona de la
mano de Romeo!
¡Qué maravilla recorrer Verona de la mano de
Julieta!
¡Qué hermoso verlos en los parques al
atardecer!
Ellos, realmente, no morirán nunca, sencillamente
porque simbolizan lo único que inmortal: ¡el
amor!
Autora:
Galia Luz Tamayo
Rodríguez
CENTRO UNIVERSITARIO "VLADIMIR ILICH LENIN" LAS TUNAS
Facultad de Ciencias
Sociales y Humanísticas
Carrera: Comunicación Social
Enero de 2009
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