La Globalización es un proceso
de corrosión de las fronteras
económicas, políticas,
culturales y religiosas, que impone un nuevo orden mundial. Un
orden cada vez más dinámico, gracias a las
múltiples redes comunicacionales.
Destacándose aquí, no sólo el teléfono con sus diferentes versiones
inalámbricas, sino la Web, como la
nueva forma ciberespacial de intercambio de información, productos y
servicios.
Pero este nuevo orden mundial, no llegó repentinamente.
Como proceso, es producto de
las profusas y graduales "Permutaciones Geohistóricas" de
nuestro complejo planeta.
A finales de la Edad Oscura, el vetusto sistema feudal
fue lentamente desplazado por el auge mercantilista de los nuevos
estados absolutistas, poseedores de cuantiosos recursos de
ultramar. La explotación indiscriminada del Nuevo Mundo,
trajo consigo, metales y
minerales
preciosos; cuyo valor de
cambio
servía para el mantenimiento,
enriquecimiento y pago de deudas contraídas, de aquellos
países de Europa occidental
que habían descuidado su producción interna. Dedicados a sus
guerras de
sucesión, importando lo que antes
producían.
El emporio comercial, al principio, fue distribuido por
la Iglesia, entre
los dos grandes paladines de la península Ibérica:
España
y Portugal. Sin embargo, el poder
bélico de los acreedores, rompió con la
distribución territorial del Tratado de
Tordesillas: Inglaterra,
Francia y
Holanda, poseen entonces, partes continentales e insulares de
América.
Alfredo Toro Hardy dice del Mercantilismo:
"Este promovía la
regulación gubernamental de la economía con el propósito de
aumentar el poder de los Estados a expensas de los demás
Estados rivales".
Era el deber ser de sus intereses. España y
Portugal competirían entre sí, y contra los otros
de lengua
anglosajona. Tendrían el control de otros
pueblos de menor calibre bélico militar. Sin embargo,
Inglaterra, Francia y Holanda, no descuidaron su
producción interna de subsistencia. Esta economía
doméstica, basada en sus sólidas manufacturas,
permitió su avance frente a las tenedoras del oro y plata
americanos, cuya riqueza se gastaba en guerras e importaciones. La
integración
económica del mundo en los siglos de los
"Descubrimientos" (XV-XVI), se aproximaba a un desenlace ulterior
de fuerzas. Esto lo indica muy bien Indalecio Liévano
Aguirre en su prestigiosa biografía de Bolívar
página 88:
"España, nación
de guerreros, con ideales religiosos y de clérigos capaces
de audaces empresas
militares, recibió el oro del Nuevo Mundo como el
instrumento necesario para conseguir esplendor y bienestar, pero
sus empresas, militares en el continente y su permanente
animadversión por las cosas económicas no le
permitieron crearse una industria
nacional, ni fomentar las virtudes sociales y familiares que la
hacen posible. Así, las nacientes manufacturas de Francia,
los Países Bajos, Italia e
Inglaterra, fueron creciendo por el estímulo del oro
español, y
el mundo europeo pudo llegar –después de la
caída del Imperio Romano
–a su primera integración económica de conjunto
realizada desde España, donde un pueblo refinado y amigo
de gastar con esplendidez, inundaba a Europa con los metales
preciosos de América."
Luego el economista Henri See, corrobora:
"Las cuatro quintas partes del oro y
de la plata en la Europa de entonces, procedían de la
América española."
Pero el declive del Imperio Español no fue
repentino. Cuando creció suficientemente la población americana como para incrementar
la demanda de
productos no cosechados en el Nuevo Mundo, generalmente
manufacturas, el Imperio, oportunamente, cambió su
política
permitiendo la importación para las aristocracias de Lima,
México,
Cartagena, Buenos Aires,
Quito entre
otros. El monopolio
comercial impuesto con
Francia y Holanda, era con la condición de usar sus
propias embarcaciones, y a través de la Casa de
Contratación de Sevilla. Claro que esta política
era injusta para los dos países y otros que se anexaron
después como: Flandes, Italia y Alemania.
Todos pagaban altos impuestos;
igualmente afectaba los precios tan
bajos de los productos de intercambio. El monopolio imperial de
España, era aceptado con resignación, era
dueña de la Marina que había ganado además,
la gran batalla de Lepanto. Tenía el prestigio y la
capacidad de enfrentarse a los bucaneros y piratas. Nadie
podía oponerse a tan vasta organización de comercio
americano. La cúspide del poder y esplendor del Imperio
Español fue durante el reinado del estadista Felipe II.
Sin embargo, todo imperio inmisericorde, subyugador de pueblos,
saqueador por naturaleza y
violador de los derechos humanos
más elementales, tiene un fin. El de España, fue la
consolidación industrial británica.
Inglaterra, ya sólida económicamente, con
una fuerte estructura
industrial, habida de los metales americanos, con buques
más veloces. Logra boicotear gradualmente la actividad
comercial hispana a través de los corsarios y piratas.
Luego, usa el contrabando
con las aristocracias coloniales para debilitar internamente el
Imperio. Una gran cantidad de productos americanos: caña
de azúcar,
cacao, café,
tabaco,
añil, se fugan por una gran coladera
insular.
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