Estado y
deporte
El tema específico del ESTADO ante el
deporte de
nuestro tiempo sigue,
sin embargo, ayuno de estudios serios. Se ha hablado de política y deporte,
de derecho y deporte; y más ampliamente, de estructuras
sociales y deporte. Pero aún no se ha hablado directamente
–con muy contadas excepciones en países muy
determinados- el asunto del ESTADO ante el DEPORTE. Y es mucho
asunto para ser ignorado por más tiempo.
El deporte es conducta personal, es
actividad social espontánea, es parte de la vida del
pueblo. Pero el deporte, que en la historia de los pueblos tuvo
mayor o menor significación, en la sociedad que
nos ha tocado vivir ha crecido tanto y cobrado implicación
con tantos otros aspectos de la vida social, que constituye no
solo organizaciones a
niveles regionales, nacionales e internacionales, sino
estructuras semipúblicas, e incluso sistemas sociales
semiautónomas, aunque inciden en el resto del sistema social
general. Por eso, el ESTADO
contemporáneo ante el deporte debe tomar postura
¿de respeto, de
apoyo, de intervención, de absorción?; en realidad
los actuales ESTADOS ya se han definido, pero, sin embargo, falta
doctrina, falta conciencia e
identificación de tales posturas. Faltan estudios
necesarios para que estas actividades sean maduras y
consecuentes.
Dos jóvenes que salen al campo a caminar deportivamente
o a trotar, simplemente para sudar, conservar la forma física o sentirse
desahogados, no parecen que necesiten, en principio, ninguna
acción
estatal específica. Dos grupos de
muchachos que se organizan espontáneamente para jugar un
partido de fútbol
en un solar urbano, tampoco. Grupos de muchachos que formen un
club deportivo con estatutos reconocidos por federación y
que decidan participar en una competición regular,
tampoco, por ahora. Un grupo de
deportistas destacados que de tales competiciones sean escogidos
para dedicarse a más intensa preparación en la
selección nacional, pueden ser considerados
todavía incumbencia exclusiva del organismo
específico deportivo, la federación
correspondiente. Pero esta federación recabará
recursos
públicos para hacer frente a la creciente y onerosa
exigencia campeonil (técnicos, científicos,
infraestructuras, organización aquilatada, etc.) lo cual en
el ámbito de la representatividad internacional no se
puede escatimar. Y he ahí ya la intervención
pública necesaria para garantizar cierto nivel de decoro
deportivo internacional, para inspeccionar el uso de fondos
públicos, etc. Determinar hasta cuándo deba el
Estado inhibirse o respetar totalmente la acción deportiva
privada y desde cuándo deba intervenir, con qué
tipo de acción, con qué asunción de responsabilidad, son temas de enorme complejidad,
necesitados de concienzudo estudio.
Si a la línea, evidentemente simplista, que va desde la
progresiva selección deportiva hasta el grado de
representatividad nacional se añaden las complejas
implicaciones de otros órdenes sociales,
económicos, laborales, que provienen del
deporte-espectáculo, o las altas responsabilidades
públicas que se infieren de un deporte entendido como
salud
pública o como básico sistema
educativo o como cauce de ocio popular, pronto se advierte
que nos encontramos ante un hecho social de seria trascendencia,
ante el cual el ESTADO debe adoptar maduradas posturas.
El rechazo del deporte como campo de examen científico
desde distintos puntos de vista, implica tanto como desconocer su
marcada importancia social, política y económica en
los tiempos que corren que han sido llamados "LA ERA DEL
DEPORTE". Igual gravedad reviste el rechazo desde el universo del
deporte de las aportaciones científicas que se vienen
desde afuera. Que equivocados están quienes así
piensan.
El deporte es un fenómeno que se produce dentro de
una sociedad; que como tal está forzosamente incorporado a
unas normas sociales
de tipo general, económicas y jurídicas, sin
perjuicio de su propia peculiaridad. Por ello, un estudio
desde afuera, desde sus coordenadas sociales, económicas y
jurídicas, no solo es deseable y sirve para explicar con
propiedad lo
que es el deporte, sino que es imprescindible. El predominio de
estas dos posturas produce consecuencias indeseables. Cuando
se aborda el tema del deporte se hace, por lo corriente, sin
conocer sus enormes implicaciones actuales Se le aplican
esquemas, categorías, ideas que corresponden a otra
época y desde luego no a la presente, en la que la
práctica deportiva alcanza un lugar tan relevante. Esto no
debe extrañar, ni debe pensarse que tal situación
nace espontáneamente. En mucho es búsqueda. No cabe
ninguna duda que surge del encuentro de las ideas expresadas
antes, pero también es propiciada desde determinadas
instancias, que ven con ojos muy favorables que el grado de
conocimiento
de las distintas facetas del deporte sea lo más reducido
posible, con el fin de poder
someterlo a manipulaciones interesadas. La aplicación
continua de tópicos archiconocidos, la utilización
constante de lugares comunes es un magnífico instrumento
para tal cometido.
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