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Defensa civil frente a los huracanes (página 2)



Partes: 1, 2

Observaciones indirectas: se
realizan por medio de satélites
meteorológicos y radares que detectan el comportamiento
del sistema,
así como sus características
físicas.

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(Imagen del
Programa
COMET)

Varios son los instrumentos
meteorológicos y oceánicos utilizados para obtener
datos de un
huracán: aviones de reconocimiento, barcos, radiosondeos,
radares, satélites, estaciones meteorológicas en
tierra, boyas
marinas… Todos estos instrumentos toman los datos necesarios
para alimentar los modelos
numéricos que preverán, con la incertidumbre del
caso, la trayectoria más probable que hará el
huracán.

Nombre de los
huracanes

Los meteorólogos empezaron a nombrar
los huracanes y tormentas tropicales para permitir facilidad de
comunicación entre ellos y el
público en general en áreas relacionadas con las
previsiones, avisos y peligros. Al darle nombre a los huracanes,
hay una reducción en la confusión sobre qué
tormenta es la que se está describiendo.

Los nombres permiten una mejor
identificación entre los servicios
meteorológicos y los usuarios que reciben la información (informes de
alerta, información en general), ya que particularizan el
fenómeno y de esa manera se conoce a cuál
fenómeno se refieren los boletines de alerta.

¿Cómo se desarrolló
la idea de nombrar los huracanes?

Por siglos, muchos huracanes en las
Antillas eran nombrados por el santo del día en que
afectaba el huracán. Por ejemplo, el "Huracán de
Santa Ana", que azotó Puerto Rico con
excepcional violencia el
26 de Julio de 1825, y "San Felipe" (el primero) y "San Felipe"
(el segundo) que afectaron Puerto Rico ambos en Septiembre 13, el
primero en 1876 y el segundo en 1928. Igualmente, el
"Huracán de San Zenón", que destruyó la
ciudad de Santo Domingo (República
Dominicana), el día 3 de Septiembre de
1930.

El primer meteorólogo que
utilizó un nombre propio (de mujer) para
referirse a un huracán fue el australiano Clement Wragge a
finales del siglo 19 y principios del
20.

Un ejemplo temprano del uso de nombre de
mujer para una tormenta fue el de la novela
"Tormenta" de George R . Stewart, que luego Walt Disney
llevó al cine. Durante
la segunda guerra
mundial (1939-1945), esta práctica se hizo
común, especialmente por los meteorólogos de la
Fuerza
Aérea y de la Armada de los Estados Unidos de
América, quienes tenían que seguir
los movimientos por el gran espacio del Océano
Pacífico.

En 1953, los Estados Unidos abandonaron,
por confuso, el plan de nombrar
las tormentas usando un alfabeto fonético (Able, Baker,
Charlie) cuando se introdujo un nuevo alfabeto fonético
internacional. En ese año (1953), la Oficina el
Tiempo de
Estados Unidos de América los llamó
únicamente con nombres de mujeres.

La práctica de usar
únicamente nombres de mujeres terminó en 1978
cuando se incluyó nombres de mujeres y de hombres en las
listas de tormentas para el Pacífico Norte Oriental. En
1979 la
Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el
Servicio
Meteorológico de Estados Unidos (National Weather Service)
incorporaron nombres alternos de hombres y mujeres.

La experiencia ha demostrado que el uso de
nombres de hombres y mujeres en la
comunicación escrita y hablada es más corto,
más rápido y causa menos errores que cualquier otra
identificación de huracanes usada hasta la
fecha.

Cada año, se prepara una lista
potencial de nombres para la venidera temporada de huracanes. La
lista contiene un nombre por cada letra del alfabeto (las letras
Q, U, X, Y, Z no se incluyen debido a que pocos nombres empiezan
con esas letras). Estas listas son recicladas cada seis
años y se reemplazan los nombres cuando el nombre de un
huracán ha sido retirado.

Los nombres de huracanes muy destructivos
se retiran, quedando en los registros
históricos, y son sustituidos por otros que inician con la
misma letra.

Los nombres para los años 2008 –
2013 en la Cuenca del Atlántico (Golfo de México+Mar
Caribe+Océano Atlántico) son:

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Nombres de huracanes que se han
retirado

Los nombres de huracán se retiran
(es decir, no se usan otra vez para una nueva tormenta) si se
considera que fue muy notable debido al daño
y/o muertes que causó. Al retirar el nombre de tormentas
memorables evita confundir una tormenta bien conocida
históricamente con una actual.

Siempre que un huracán haya tenido
un impacto importante, cualquier país afectado por la
tormenta puede solicitar que se "retire" el nombre del
huracán por acuerdo de la Organización Meteorológica Mundial
(OMM). Retirar el nombre realmente significa que no puede ser
reusado durante por lo menos 10 años, para facilitar las
referencias históricas, acciones
legales, actividades de reclamaciones de seguros, etc., y
evitar las confusiones del público con otra tormenta del
mismo nombre. Si el nombre es retirado, se selecciona un nombre
del mismo género en
inglés,
español o
francés, para las tormentas en la Cuenca del
Atlántico.

Un buen ejemplo es Huracán Hugo en
1989. Hugo se movió a través del Caribe
nororiental, devastando a muchas pequeñas islas al este de
Puerto Rico. Luego azotó Puerto Rico antes de ir a
'golpear' Carolina del Sur. El Huracán Hugo causó
daños por más de US$8 mil millones y
ocasionó la muerte de
82 personas. Cuando se hizo la solicitud de retiro del nombre
"Hugo" de la lista de nombres, la tormenta "H" fue reemplazada
por el nombre "Humberto", un nombre español. Humberto se
usó por primera vez en 1995 y luego de nuevo en el
2001.

Sin embargo, hay una excepción a la
regla de retiro. Antes de 1979, cuando empezó la primera
lista permanente de seis años, algunos nombres simplemente
no se usaron más. Por ejemplo, en 1966 "Fern" fue
sustituida por "Frieda" sin que se diera una
razón.

A continuación se presenta una lista
de los nombres retirados para la Cuenca del Atlántico y
los años en que ocurrieron. Sin embargo, hay gran cantidad
de tormentas destructivas no incluidas en esta lista debido a que
ocurrieron antes de establecer el uso de nombrar los huracanes en
1950.

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NOTAS:

"Carol" fue usado de nuevo para nombrar un
huracán en el Océano Atlántico Medio en
1965. Sin embargo, debido a que su nombre no vuelve aparecer
luego de esa vez, se asume que el nombre fue retirado
retrospectivamente por los daños causados por la tormenta
del mismo nombre en 1954.

¿Cómo se forma un ciclón
tropical?

Los ciclones tropicales se forman sobre las
cálidas aguas del trópico, a partir de disturbios
atmosféricos preexistentes tales como sistemas de baja
presión
y ondas tropicales.
Las ondas tropicales se forman cada tres o cuatro días
sobre las aguas del océano atlántico, cerca de la
línea ecuatorial. Los ciclones tropicales también
pueden formarse de frentes fríos y, ocasionalmente, de un
centro de baja presión en los niveles altos de la atmósfera.

El proceso por
medio del cual una tormenta tropical se forma y,
subsecuentemente, se intensifica al grado de huracán
depende de, al menos, tres de las condiciones
siguientes:

  • Un disturbio atmosférico
    preexistente
    (onda tropical) con tormentas embebidas en
    el mismo.

  • Temperaturas oceánicas
    cálidas, al menos 26 °C,
    desde la superficie
    del mar hasta 15 metros por debajo de ésta.

  • Vientos débiles en los
    niveles altos
    de la atmósfera que no cambien mucho
    en dirección y velocidad.

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(Imagen del Programa COMET)

La energía que el ciclón
tropical transforma en energía cinética de
rotación y en procesos
termodinámicos proviene del contacto entre el
ciclón tropical y las aguas cálidas del mar y, por
ende, del intercambio de energía entre las aguas del mar y
el sistema ciclónico. Los vientos en los niveles bajos de
la atmósfera, muy cerca de la superficie marina, circulan
hacia el área de baja presión, es decir, confluyen
hacia un lugar determinado. Las aguas cálidas le
suministran al entorno del disturbio atmosférico la
humedad y el calor
necesarios para que se desencadenen los procesos de
formación de nubes y, generalmente, de lluvia y actividad
eléctrica. Se forman las bandas de lluvia y los topes de
las nubes que se han formado se elevan muy alto en la
atmósfera. Si los vientos en los niveles altos de la
atmósfera se mantienen débiles, el ciclón
tropical puede continuar intensificándose, alcanzando las
subsecuentes categorías hasta llegar a
huracán.

Estructura de un
huracán

Contrario a lo que pueda aparentar en los
mapas
climáticos, un huracán es más que un punto
en un mapa, y su curso es más que una línea. Es
un sistema grande que puede afectar una amplia zona, requiriendo
que se tomen precauciones aún lejos de donde se predice
que afectará.

Las partes principales de un huracán
son las bandas nubosas en forma de espiral alrededor de su
centro. El ojo es un sector de bastante calma, poca
nubosidad y, aproximadamente de 30 a 65 Km de diámetro. La
pared del ojo está compuesta de nubes densas; en
esta región se localizan los vientos más intensos
del huracán.

Las bandas en forma de espiral con fuerte
actividad lluviosa convergen hacia el centro del huracán
de manera antihoraria. En los niveles altos de la
atmósfera, el viento circula en forma horaria
(anticiclónico), contrario a como lo hace en los niveles
bajos. El aire desciende en
el centro del huracán dando lugar al ojo del
mismo.

En la densa pared de nubes que rodea el ojo
se localizan los vientos más fuertes del
huracán.

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(Imagen del Programa COMET)

En los niveles bajos se da la confluencia
de viento que rota antihorariamente (ciclónico) y, por el
contrario, en los niveles altos, en donde se da la salida del
sistema, los vientos circulan horariamente
(anticiclónico). En el gráfico superior, se
observan las bandas de lluvia y una corriente de aire descendente
en el centro del sistema, lugar en donde se forma el ojo del
huracán.

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Imagen de NOAA

Arriba, imagen del huracán Mitch
cuando alcanzó la categoría 5. Se observa
claramente el ojo y la pared del mismo. Nótense las bandas
de lluvia que confluyen alrededor del centro del sistema. El ojo
es oscuro ya que es una zona que no tiene nubes, lo que se
observa entonces es la superficie del mar. El huracán
Mitch es un reflejo de la alta organización que pueden
llegar a alcanzar este tipo de ciclones tropicales, surgido de un
sistema de baja presión, encontrando a su paso el ambiente
favorable para su intensificación y organización
tanto física
como dinámicamente.

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Fotos tomadas por el Dr. Black (NOAA)
cuando volaba dentro del ojo de un huracán. Se nota el
cielo despejado en la parte superior de la imagen y la espesa
nubosidad de la pared del ojo. Esta región central del
huracán es una zona estable, sin nubosidad y sin lluvia.
Por el contrario, en la pared del ojo se localizan los vientos
más fuertes del huracán.

Cambios en la estructura del
ojo y de la pared del ojo pueden causar cambios en la velocidad del
viento del huracán. El ojo puede cambiar de tamaño
a medida que el huracán recorre las aguas
oceánicas.

Las bandas de lluvia exteriores al
huracán a menudo tienen vientos con fuerza de
huracán o tormenta, pueden extenderse algunos cientos de
kilómetros del centro y tienen un ancho de algunos
kilómetros hasta 145 kilómetros y varían
entre 80 y 480 kilómetros de largo.

El tamaño típico
(diámetro) de un huracán es de 480
kilómetros de ancho, aunque este valor puede
variar considerablemente. El tamaño NO es un indicador,
necesariamente, de la intensidad del huracán.

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(Imágenes
de la NOAA)

El tamaño de un huracán
varía considerablemente. La imagen izquierda muestra el
huracán Danny (1997) y a la derecha, el huracán
Fran (1996). El huracán Danny es comparativamente mucho
más pequeño que el huracán Fran, aunque no
necesariamente implica que el huracán Fran fue más
destructivo.

La fuerza de los vientos huracanados puede
extenderse hacia afuera de su centro alrededor de 40
kilómetros, si es un huracán pequeño, y
más de 240 kilómetros si es grande, alcanzando, en
ciertas ocasiones, hasta 500 kilómetros.

El huracán puede cambiar
rápidamente de forma, tamaño, intensidad, velocidad
de traslación y dirección de desplazamiento. La velocidad y
la trayectoria de un huracán dependen de complejas
interacciones entre éste la atmósfera y el mar:
típicamente un huracán se desplaza a una velocidad
de 24 a 32 kilómetros por hora.

Como regla general el lado derecho del
huracán (relativo a la dirección de su
desplazamiento) es la parte más peligrosa del mismo debido
a que a su velocidad se le suma la velocidad de la corriente de
viento en el cual éste está embebido. El incremento
de la velocidad del viento en el lado derecho del sistema aumenta
la marejada generada. Además, los tornados son más
frecuentes en esta parte del sistema. (Ver
animación)

¿Dónde se forman los
huracanes?

Los huracanes se forman en muchas regiones
oceánicas del mundo. Así como existe la Cuenca del
Atlántico existen otras 6 cuencas o áreas en las
que se forman ciclones tropicales.Sin embargo el nombre que
reciben estos fenómenos atmosféricos depende de la
región del mundo en que se formen.

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Las áreas en rojo indican las
zonas marinas en las quepueden formarse los huracanes alrededor
del mundo

Zonas geográficas donde
se forman los huracanes

  • Cuenca del
    Atlántico

  • Noroeste de la Cuenca del
    Pacífico (de México a la línea de
    cambio de fecha)

  • Noroeste de la Cuenca del
    Pacífico (de la línea de cambio de
    fecha)

  • Norte del Océano
    Índico (incluyendo la bahía de Bengala y
    el mar de Arabia)

  • Suroeste del Océano
    Índico (de África a 100°
    este)

  • Suroeste de la cuenca
    indo/australiana (100 °E-142°E)

  • Cuenca australiana/suroeste del
    Pacífico (142°E-120°O)

Al Huracán se le llama
Ciclón si se forma en la Bahía de Bengala y
en el océano Índico norte; Tifón, si
se forma en el oeste del océano Índico (Japón,
Corea, China…);
Willy-Willy en Australia; Baguío en
Filipinas.Todos son nombres equivalentes referidos al mismo tipo
de sistema atmosférico.

Cuenca del
Atlántico

La Cuenca del Atlántico está
compuesta por el océano Atlántico, el golfo de
México y el mar Caribe. En este artículo nos
referiremos únicamente a la Cuenca del Atlántico,
lugar donde surgen los huracanes que afectan ocasionalmente a
Costa Rica. La
zona de la Cuenca del Atlántico en donde se forman estos
fenómenos es una función
del mes del año, es decir, las zonas de formación
de depresiones tropicales cambian con respecto al mes del
año.

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Los huracanes que inicialmente nacen como
un sistema de baja presión en los alrededores de las islas
de Cabo Verde (frente a las costas norteñas de África),
llevan a cabo trayectorias enmarcadas dentro de la flecha
indicada en la figura. A medida que transcurre el año, los
lugares de nacimiento de los huracanes se trasladan hacia el
oeste de su posición inicial, frente a las costas
africanas, trasladándose al Mar Caribe especialmente en
los meses de setiembre y octubre.

Los mapas que se muestran a
continuación ilustran cómo las áreas de
formación de ciclones tropicales en la cuenca del
Atlántico son función del mes del año. Las
flechas indican las trayectorias predominantes. Las
probabilidades (baja, media, alta) de formación de un
ciclón tropical (depresión
tropical, tormenta tropical, huracán) en el área
del color
correspondiente se muestran en la esquina superior derecha. Los
huracanes pueden formarse en cualquier parte de la trayectoria
predominante o dentro de las áreas coloreadas.
(Imágenes adaptadas de NOAA)

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Efectos asociados
con el huracán

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Los riesgos
asociados con los ciclones tropicales, especialmente con los
huracanes son: marejada, vientos fuertes, intensas
precipitaciones, deslizamientos e inundaciones. La intensidad de
un huracán es un indicador que generalmente refleja el
potencial destructor del mismo.

Marejada

La marejada es un domo de agua de 80 a
160 kilómetros de ancho, que choca con la costa debido a
que es impulsada por la fuerza de los vientos generados por la
tormenta. La marejada combinada con la marea crea lo que se llama
la marea de tormenta. Ésta puede incrementar el
nivel normal del agua en 4.5 metros o más.

El aumento del nivel del agua puede causar
inundaciones severas en las áreas costeras,
particularmente cuando coincide con la marea. El nivel de la
marejada en un área en particular está relacionada,
en principio, con la intensidad del huracán y la pendiente
de la placa continental.

Los efectos de la marejada en las costas
dependen de la forma de la placa continental. Si la costa es muy
plana y extendida los efectos suelen ser devastadores (ver
animación – 363.7KB); por el contrario, si la placa
continental es alta la marejada encuentra la resistencia
suficiente como para no afectar severamente la parte costera,
tierra adentro (ver animación – 357.8KB).

En las zonas costeras la marejada es la
principal amenaza asociada con un huracán, la cual,
históricamente, ha causado la muerte de 9 de
cada 10 personas; este efecto es particularmente importante en
países en donde los huracanes provocan efectos directos,
es decir lugares que son sobrepasados por el huracán,
tales como Estados Unidos, Filipinas, India,
Bangladesh, Nicaragua, Honduras, Cuba.

La marejada afecta severamente las
embarcaciones y además, deposita grandes cantidades de sal
en las áreas tierra adentro, alterando la salinidad normal
de las zonas.

Vientos Fuertes

Los vientos asociados con un huracán
suelen causar efectos devastadores en grandes zonas,
especialmente en aquellas en las que el fenómeno afecta
directamente. Un huracán categoría 1 tiene vientos
de 119 km/h y, el huracán categoría cinco iguala o
sobrepasa los 250 km/h.

En la cuenca del Atlántico el
huracán Gilbert en 1988 registró la presión
atmosférica central más baja jamás
registrada: 888 hPa.

Por los destrozos causados, al
huracán Camille (1969) se le asocian vientos de 165 kt,
valor máximo registrado en la historia de la
meteorología.

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Estas imágenes muestran la fuerza
destructiva de los vientos de un huracán. Ejemplifican, no
solamente la capacidad de destrucción, sino que
también la fuerza con las que un objeto puede ser
impulsado.

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Fuertes Lluvias

Un huracán genera, en promedio,
entre 150 y 300 mm de lluvia o más, la cual causa severas
inundaciones, deslizamientos y derrumbes. Las lluvias más
fuertes se relacionan, generalmente, con las tormentas tropicales
o huracanes que se desplazan más lentamente (menos de 16
kilómetros por hora).

Grandes cantidades de lluvia pueden ocurrir
hasta 160 kilómetros sobre tierra adentro donde las
inundaciones repentinas y los deslizamientos son
típicamente las mayores amenazas.

Registros máximos: en 12 horas el
ciclón tropical Denise (1966) acumuló 1144 mm; en
24 horas la misma tormenta acumuló 1825 mm; en 48 horas un
ciclón tropical (1958) acumuló 2467 mm; en 72 horas
se acumularon 5678 mm con el ciclón tropical Hyacinthe
(1980).

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Las lluvias intensas y continuas generadas
por un huracán pueden provocar inundaciones severas, tal y
como sucedió con el huracán Mitch (1998). Las
imágenes muestran las inundaciones causadas por este
huracán en la costa norte de Honduras. En el centro, se
observa el aeropuerto de San Pedro Sula, en la costa norte del
mismo país.

Tornados

Los tornados ocurren generalmente en el
cuadrante frontal derecho del huracán. Sin embargo, pueden
ocurrir en cualquier parte las bandas de lluvia asociadas al
mismo.

Típicamente, mientras más
intenso es un huracán más intenso es el tornado que
se genera; la mayoría de los tornados ocurren dentro de un
radio de 240
kilómetros a partir de la costa.

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Los tornados causan destrozos materiales de
gran magnitud. Arriba a la derecha, destrucción causada
por los tornados generados por el huracán Andrew. Abajo,
un tornado típico, unido a su nube madre. (Imágenes
de la NOAA)

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Vida Silvestre y
Huracanes

¿Qué sucede cuando amenaza un
huracán? Los residentes y visitantes localizados en la
trayectoria de la tormenta pueden proteger sus hogares y viajar a
lugares seguros, pero parte de la vida silvestre no es tan
afortunada.

Los científicos del Servicio
Nacional Biológico de Estados Unidos (NBS) han encontrado
en sus investigaciones
que, aunque pueda haber algunos cambios estructurales en el
hábitat
y las poblaciones pueden sufrir pérdidas notables, la
mayoría de las poblaciones de plantas y
animales que
viven en zonas de tormentas son capaces de sobrevivir y
recuperarse con el tiempo de estos fenómenos.

Las especies inmóviles como los
mejillones y ostras pueden ser completamente eliminadas en la
zona de impacto. Algunas de estas especies pueden ser
transportadas con los restos del huracán a localidades
distantes a lo largo de la costa y tierra dentro, con frecuencia
a hábitats donde es difícil, sino imposible, que
sobrevivan.

Hábitats terrestres pueden inundarse
totalmente, eliminando por arrastre o ahogamiento a su fauna residente,
especialmente pequeños mamíferos como ratones y conejos. Los
lugares de anidamiento, con huevos y/o polluelos, de aves
acuáticas coloniales (garzas, gaviotas, pelícanos)
puede quedar completamente destruidos.

Científicos del NBS y sus
colaboradores encontraron que la industria
pesquera y de acuacultura de Louisiana sufrió enormes
pérdidas a resultas del Huracán Andrew en
1992.

Se estimó que, solo en la Cuenca
Atchafalaya al sur de Louisiana, murieron 184 peces. Los
vientos de Andrew provocaron una amplia defoliación de
árboles
y arbustos, lo que resultó en un aporte grande de material
orgánico en los humedales en un período breve. Este
material, al descomponerse, causó niveles excesivamente
bajos de oxígeno
en el agua,
sofocando los peces.

Al mismo tiempo, el 25 por ciento de los
lugares públicos de crianza de ostras en Louisiana fueron
virtualmente eliminados por el Huracán Andrew. Estos y
otros organismos que viven en el fondo — que sirven como fuente
importante de alimentos para
las aves acuáticas en las Islas Barrera de Louisiana —
sufrieron mortalidades masivas durante el paso del Huracán
Andrew.

El Huracán Hugo ocasionó una
devastación similar en la población de cotorras de Puerto
Rico.

Se perdió, aproximadamente, la mitad
de esta población en peligro crítico de
extinción de menos de 50 aves. En algunos casos, las aves
murieron como resultado de la tormenta, mientras que en otros los
cambios en el hábitat provocados por la tormenta hicieron
que las aves quedaran más vulnerables a los depredadores.
Los científicos creen que las cotorras de Puerto Rico que
sobrevivieron posiblemente estaban refugiadas en las cavidades de
grandes y fuertes árboles, resistentes a los
huracanes.

Un científico del NBS observó
pájaros en el suelo y bajo
cubierta durante el Huracán Hugo, tranquilas hasta que
pasara la tormenta. Otras pueden haber sido 'sopladas' hacia el
mar y murieron. Las aves oceánicas aparecen en lugares
extraños luego de tormentas, habiendo sido transportadas
por los vientos kilómetros tierra adentro. Lo mismo sucede
con las aves de tierra adentro, que son transportadas al
mar.

Los manatíes, grandes
mamíferos marinos, están bien adaptados al ambiente
acuático. Debido a que habitan en aguas interiores y cerca
de la costa, usualmente pueden encontrar áreas protegidas
durante tiempo tormentoso.

Los organismos que viven en corrientes
usualmente están bien adaptados a las inundaciones,
excepto a las más severas. Los mejillones de agua dulce
permanecen enterrados en el sedimento del fondo y usualmente se
encuentran en arroyos grandes, de gradiente inferior, donde las
rocas y otros
sedimentos no son removidos durante las inundaciones
periódicas. En estos momentos, se sabe que los peces
buscan inmediatamente refugio en aguas calmas detrás de
grandes rocas u otros obstáculos en el arroyo.

Aún cuando sean arrastradas
generaciones completas de insectos acuáticos en una
inundación, usualmente hay sobrevivientes que permanecen
para recolonizar y repoblar el arroyo en la próxima
generación.

Ocasionalmente, una inundación
severa "una de cada 1000 años" puede alterar
drásticamente el hábitat de un arroyo y eliminar
completamente sus organismos vivos. Sin embargo, las
pérdidas directas en la vida silvestre usualmente son
mínimas en un huracán. El Huracán Andrew
apenas afectó a algunas especies de vida silvestre, e
incluso benefició a otras.

Los estudios luego del Huracán
Andrew demostraron que aunque las funciones de los
sistemas costeros parecen recuperarse, la estructura y
tamaño de las playas y pantanos con frecuencia cambian.
Por consiguiente, las áreas a lo largo de la costa han
sido moldeadas por las tormentas formando diferentes
hábitats con nuevas funciones, nueva distribución de plantas y animales y una
nueva composición de especies.

 

 

 

 

 

 

Autor:

David Abelardo Ayala Aquice

Partes: 1, 2
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