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Democracia: Debate entre A. Tocqueville y C. Schmitt (página 2)




Enviado por Betsabe Zamer



Partes: 1, 2

Pero Tocqueville no anuncia el retorno al despotismo
tradicional, en cambio,
señala el alumbramiento de un nuevo despotismo por parte
de la sociedad
democrática, el Despotismo Blando. Cuando todos son
iguales, librados a sus propias y limitadas fuerzas, sólo
el Estado
está capacitado para contener y supervisar la
resignación de la libertad.
Tocqueville advertirá el riesgo para la
libertad que conlleva la irrefrenable tendencia hacia la centralización de los Estados y la
formación de enormes poderes tutelares sobre los
individuos.

Tocqueville comprendió observando a la sociedad
norteamericana, descubre que la opinión
pública fundada en el orden de los hechos aproxima a
los individuos a un estado
común, creando entre ellos una suerte de "igualdad
imaginaria", a pesar de las desigualdades sociales
existentes.

Schmitt intenta esclarecer la confusión
contemporánea entre liberalismo y
democracia. La
democracia debe ser definida en tanto eliminación de la
heterogeneidad. "El poder
político de la democracia estriba en saber eliminar o
alejar lo extraño y desigual, lo que amenaza la
homogeneidad". De esta manera, la democracia se basa en la
identidad de
gobernantes y gobernados. Es la igualdad la que impera en ella,
rasgo que remite a la concepción toquevilleana del estado
social democrático. Ahora bien, una
universalización de la igualdad humana no sólo
anularía el concepto de
igualdad política al devenir
indiferente, sino que anularía la política misma.
Esto "…no es propio de la democracia sino de un determinado
tipo de liberalismo; no es una forma de Estado sino una moral y una
concepción del mundo individualista-humanitaria."

Según su teoría,
la democracia solo se puede llevar adelante en una sociedad
homogénea, que tiene un solo interés y
no con una sociedad heterogénea que apunta a intereses
privados.

". Una sociedad así es incompatible con la democracia
liberal puesto que el enfrentamiento de intereses
conduciría siempre al dominio
político de una clase sobre
otra." (Manuel Aragón, Estudio Preliminar en Sobre el
parlamentarismo, Pág. XVIII).

La situación del parlamentarismo para Schmitt es hoy
tan crítica
porque la evolución de la moderna democracia de masas
ha convertido la discusión pública que argumenta en
una formalidad vacía. Algunas normas de derecho
parlamentario actual, especialmente las relativas a la independencia
de los diputados y de los debates, dan, a consecuencia de ello,
la impresión de ser un decorado superfluo, inútil
e, incluso, vergonzoso. Los partidos ya no se enfrentan entre
ellos como opiniones que discuten, sino como poderosos grupos de poder
social o económico, calculando los mutuos intereses y sus
posibilidades de alcanzar el poder y llevando a cabo desde esta
base fáctica compromisos y coaliciones. Se gana a las
masas mediante un aparato propagandístico cuyo mayor
efecto está basado en una apelación a las pasiones
y a los intereses cercanos. El argumento, en el real sentido de
la palabra, que es característico de una discusión
auténtica, desaparece, y en las negociaciones entre los
partidos se pone en su lugar, como objetivo
consciente, el cálculo de
intereses y las oportunidades de poder; en lo tocante a las
masas, en el lugar de la discusión aparece la
sugestión persuasiva. Todo el mundo sabe que ya no se
trata de convencer al adversario de lo correcto y verdadero, sino
de conseguir la mayoría para gobernar con ella.

En consecuencia se puede decir que el parlamento no representa
los intereses de todos sino los de la mayoría que se
imponga, lo que lleva a concluir que la democracia no es
conciliable con el pluralismo sino con la homogeneidad.

¿Qué sucede cuando se impone esta
mayoría? Se sobreviene la dictadura de
la mayoría. Será el despotismo de una
mayoría triunfante frente a una minoría
vencida.

La igualdad universal es la única igualdad que Schmitt
concibe como útil, pero sabe que esta no es posible. Cree
que el derecho de igualdad política y jurídica que
otorga al ciudadano el voto es una igualdad sustancial que solo
se reconoce dentro de un circulo de iguales y esto solo tiene
sentido si esta sociedad es totalmente homogénea. Pero lo
que en realidad esta igualdad es restringida a los seres humanos,
adultos, responsables.

"..la tierra esta
dividida en Estados, en su mayoría estados nacionales
homogéneos que intentan llevar a cabo, con el fundamento
de una homogeneidad nacional, una democracia, pero sin tratar en
ningún caso a toda persona como un
ciudadano emancipado. También el estado más
democrático se halla lejos de dejar participar a
extraños en su poder o en su riqueza."(Sobre el
parlamentarismo, Pág. 14).

Schmitt dice que esta igualdad universal no puede llevarse a
cabo por dos motivos:

* Cada área posee específicas igualdades y
desigualdades, lo que quiere decir que reconociendo la igualdad
en un ámbito puede privar de valor a
otros.

* No se debe desatender la dignidad de
cada individuo como
ser único y particular.

La historia de la
modernidad ha
sido representada por Schmitt como una tragedia; la considera una
época de decadencia y de ruina, como el momento en que lo
político se desdibuja frustrando la promesa del orden.
Así, la valentía de su miedo, hizo que descubriera
la fragilidad de las estructuras
liberales, dotándonos con ello de elementos en contra de
la despolitización. En su obra es posible distinguir una
aguda preocupación por la desaparición de lo
político y, en su afán de persecución, por
recuperarlo, nos hereda un modelo que
permite imaginar nuevas formas de identificación y
sobrevivencia de lo político.

El planteamiento teórico de Carl Schmitt
inevitablemente obliga a volver la mirada hacia la historia y
reflexionar sobre la función
que ha tenido el Estado en relación con lo
político.

*Estado Absolutista: S. XVII y XVIII, tenia el monopolio de
la fuerza.

*Estado Liberal: S. XIX, el Estado no se inmiscuye en la
economía, en lo personal, etc. Es
un Estado Mínimo. Evita el conflicto. No
tiene concepción de lo político.

*Estado Total: S. XX. Centralizador. La sociedad no se separa
de lo político. Todo es político. Absorbe a la
sociedad
civil, no da lugar a la esfera privada.

El Estado neutral es impensable para Carl Schmitt, por cuanto
el concepto de Estado presupone el de lo político. Si la
distinción entre amigo y enemigo desaparece, lo hace
también la vida política. Para Schmitt, el
liberalismo no es una teoría política ya que
"…tan sólo ha procurado vincular lo político a
una ética y
someterlo a lo económico; ha creado una doctrina de la
división y equilibrio de
los poderes, esto es, un sistema de trabas
y controles del Estado que no es posible de calificar de
teoría del Estado o de principio de construcción política". El pensamiento
liberal se mueve entre dos esferas heterogéneas: la de la
ética y la de la economía. De esta manera, la
lucha, el antagonismo amigo-enemigo deviene desde el punto de
vista económico en competencia y
desde el punto de vista "espiritual" en discusión.

Schmitt también critica al liberalismo por afirmar sus
bases teóricas sobre la primera tradición que, como
antes mencionábamos, se inicia con Locke y ve al Estado
como un garante del derecho y por esto declara: "La ley da autoridad".
Schmitt, en cambio, ve el mandato personal como la única
forma capaz de resolver el problema de la competencia. La
pregunta ¿quién decide? no puede ser respondida por
la propia Constitución. La soberanía es un concepto que no puede ni
debe ser eliminado.

Otro problema del liberalismo tiene que ver con su
visión respecto a que para este el pueblo solo puede
expresar su voluntad en secreto, de esta manera los votos son
contabilizados de manera aritmética y sale triunfante la
mayoría. Esto ocasiona una dura critica por parte de
Schimitt:

".Pueblo es un concepto perteneciente al Derecho Publico. El
pueblo existe solo en la esfera de lo público. La
opinión unánime cien millones de particulares no es
ni la voluntad del pueblo ni la opinión publica. Cabe
expresar la voluntad del pueblo mediante aclamación.Frente
a una democracia no solo técnica, sino también, en
un sentido vital, directa, el parlamento, generado a partir de un
encadenamiento de ideas liberales, parece como una maquinaria
artificial, mientras que los métodos
dictatoriales y cesaristas no solo pueden ser mantenidos por la
acclamatio del pueblo, sino que, asimismo, pueden ser la
expresión directa de la sustancia y la fuerza
democrática." (Sobre el parlamentarismo, Pág.
22)

Schmitt ha entendido que sólo hay dos sujetos que
pueden ser soberanos: el monarca o el pueblo. Ningún
régimen político puede fundamentarse ya en un
principio trascendente, lo que impide que la legitimidad
monárquica funcione como sustento de un orden
político; pensar lo político en las sociedades
contemporáneas obliga reflexionar sobre la legitimidad
democrática. Si para Schmitt la democracia es igualdad,
aquella sólo puede desenvolverse en un medio
homogéneo. Es por esta razón que dictadura y
democracia no son términos antitéticos. Para
Schmitt la dictadura es el reverso del parlamentarismo. Si la
primera es sinónimo de concentración de poder, el
segundo se construye sobre la base de la división de
poderes. Por su parte la democracia no requiere, en
términos schmittianos, de división de poderes; la
legitimidad democrática no es más que la
soberanía del pueblo y la soberanía es por
definición indivisible. "Schmitt se manifiesta a favor de
la identidad democrática sustancial, capaz de decretar el
extrañamiento del desigual, del que amenaza la
homogeneidad, con ello quedaría abierta a una voluntad
dictatorial, en cuanto distinga entre amigos y enemigos, el
contenido de la igualdad democrática. La teoría
schmittiana de la identidad-homogeneidad permite legitimar como
democrática la dictadura sin trabas."

El nuevo
desencuentro entre la democracia y el
liberalismo

La crisis del
Estado de Bienestar y el ascenso del neoliberalismo

Desde la segunda posguerra se abrió un prolongado
proceso de
crecimiento
económico que permitió la mayor
conciliación histórica entre liberalismo y
democracia: la democracia pluralista de equilibrio y el desarrollo del
Estado de bienestar convergieron asegurando, al menos en los
países centrales, libertades políticas
y niveles de vida superiores para sus sociedades.

Los procesos de
redistribución económica y social encarnados en el
Estado de Bienestar, brindaron las bases para una relación
más equilibrada entre las distintas fuerzas
sociopolíticas, lo que en términos teóricos
satisfacía el presupuesto,
inherente al pluralismo, de que una distribución más amplia de poder
económico contribuiría a lograr un mismo efecto al
nivel del poder político.

Cabe preguntarse si la concentración de la riqueza y la
desigualdad
social que, como veremos, resultan de las políticas
neoliberales, no terminarán afectando necesariamente las
bases del pluralismo político. Planteada la
cuestión en estos términos, nuestra época
podría estar asistiendo al comienzo de un desencuentro de
largo plazo entre democracia y liberalismo.

Un poco de
historia

El "Estado de bienestar", que es la época comprendida
desde el final de la Segunda Guerra
Mundial hasta la década de 1970, implicó para
el trabajador, alcanzar una serie de beneficios cuyo origen
tenían distintas fuentes, las
que de manera sumaria pueden consignarse: La nueva
conformación del mapa político mundial desde el
final de la segunda guerra
mundial; la asistencia brindada por los gobiernos de
distintos países a los ex combatientes y sus familias en
la forma de pensiones, subsidios, atención sanitaria y otros; agregado a
esto, los antecedentes emanados de la consigna principal de la
Revolución
Francesa: Libertad, Igualdad, fraternidad, que fue
revalorizada; los beneficios introducidos por Bismarck en
Alemania,
-como paliativo para la situación de desborde social-
consistente en garantizar la atención sanitaria a los
problemas de
salud derivados
de la actividad laboral, a
la mujer
embarazada; y un sistema previsional que garantizaba una
retribución a los ancianos; la Declaración
Universal de los Derechos Humanos,
que establecieron entre otras cosas, el derecho al trabajo, un
salario digno, el
derecho al descanso, condiciones laborales dignas, etc.

Todos estos antecedentes con intereses subjetivos, dieron
lugar al fortalecimiento de las organizaciones
gremiales que actuaron con fuerza en la defensa de tales derechos.

". a la luz de la
doctrina keynesiana de la planificación económica, el Estado
de Bienestar llegó a concebirse no tanto como una carga
impuesta a la economía, sino como un estabilizador interno
de tipo económico político, que ayudaba a regenerar
las fuerzas del crecimiento económico y evitaba que la
economía cayese en espirales descendentes hacia profundas
recesiones." (Contradicciones en el Estado de Bienestar, Claus
Offe, Pág. 137).

Cabe aclara antes de comenzar con la etapa de la crisis que
Ernesto Isuani hace la distinción entre Estado de
Bienestar y Estado Keynesiano.

El primero surge como respuesta a problemas
político-sociales antes de la gran depresión
y esta caracterizado por su rigidez, ya que crea derechos
garantizados jurídicamente e incorporados a la conciencia de la
población. El segundo surgió como
respuesta a la crisis como ruptura con el pensamiento liberal,
respondió a problemas de índole económica y
además sus instrumento son flexibles para poder ser
utilizados anticiclicamente.

Pero lo que mas hay que destacar de su teoría es que el
opina que lo que entro en crisis en la década del
´70 fue el Estado Keynesiano y no tanto el Estado
benefactor.

Acerca de la
crisis

Desde mediados de los setenta comienzan a decaer el
crecimiento capitalista que había caracterizado a los
años de pos- guerra. Desde
entonces comenzaron a observarse caídas en materia de
producción y productividad,
incremento en los niveles de desempleo e
inflación creciente. El shock petrolero de los setenta
señaló el hecho desencadenante de la crisis: su
fuerte impacto sobre los costos
potenció tensiones inflacionarias que ya se venían
acumulando; además, significaba el fin del acceso
fácil a la materia prima
clave que había sustentado el modelo de desarrollo.

El aumento del gasto social benefició a los
trabajadores. Sin embargo, lo que no resulta tan evidente es
quién financiaba esta expansión constante del gasto
social. Claus Offe ha sostenido que, al haber sido el gasto
social financiado en gran medida por los propios trabajadores, el
Estado de bienestar habría operado una
redistribución al interior de los propios asalariados
antes que entre el capital y
el trabajo.
Los programas
sociales del Estado de bienestar se convirtieron en el principal
mecanismo que buscaba contrarrestar, mediante un incremento
permanente del "salario social", la presión
laboral sobre el salario directo que afectaba en forma inmediata
la ganancia empresaria. Sin embargo, si bien esta estrategia
permitía transferir al conjunto social el financiamiento
del bienestar, en el mediano plazo tendría un fuerte
impacto en términos de déficit fiscal, cuyo
creciente peso perturbaría la marcha de la
economía.

En el trasfondo de la crisis se halla, entonces, el
desproporcionado incremento de demandas igualitaristas alentadas
por el Estado de bienestar, la excesiva participación
democrática y una exagerada politización de los
temas y conflictos de
la sociedad civil. La lógica
de la democracia alimenta la inflación de expectativas,
"espiraliza" ofertas y demandas sociopolíticas que vuelven
ingobernable la sociedad. La crítica neoliberal a la
ingobernabilidad de las democracias distribuye responsabilidades
compartidas entre gobernados y gobernantes: a los primeros, por
la sobrecarga de demandas, a los segundos, porque motivados por
la maximización del poder no hacen más que
reconocer exigencias que no podrán satisfacer.

Y son, en definitiva, las ideas del neo liberalismo, que
propone retomar aquella concepción original de que el
Estado no debe participar con su autoridad arbitraria en
economía, sino solamente asumir el rol de proteger la
seguridad
nacional y de propiciar leyes que
garanticen libertad para producir, competir, crear y
desarrollarse a todos los individuos por igual. Las corporaciones
gremiales -progresivamente- fueron perdiendo su influencia y su
poder.

Las ideas de
Tocqueville y Schmitt en este periodo

Parecen haber acordado su irreconciabilidad. Mientras que en
Tocqueville el Estado de Bienestar se puede identificar con su
"Despotismo blando", en Schmitt puede hacérselo con su
"Estado Total". A esta altura ya tenemos claro que las
connotaciones que le dan cada uno a estos términos son
claramente antagónicas. El primero negativo, el segundo
positivo.

Veamos cual es la definición de Despotismo Blando en
Tocqueville:

".Sobre estos (los hombres) se eleva un poder inmenso y
tutelar que se encarga solo de asegurar sus goces y vigilar su
suerte. Absoluto, minucioso, regular, advertido y benigno, se
asemejaría al poder paterno, si como el tuviese por objeto
prepara a los hombres para la edad viril, pero, al contrario, no
trata sino de fijarlos irrevocablemente en la infancia y
quiere que los ciudadanos gocen, con tal de que no piensen sino
en gozar. Trabaja en su felicidad, mas pretende ser el
único agente y el único arbitro de ella, prevee a
su seguridad y a sus necesidades, facilita sus placeres, conduce
sus principales negocios,
dirige su industria,
arregla sus sucesiones,
divide sus herencias y se lamenta de no poder evitarles el
trabajo de pensar el la pena de vivir." (La Democracia en
América, IV Parte, VI Capitulo, Pág.
633).

¿Cuál seria entonces el defecto del estado de
Bienestar para Tocqueville?

Eso sucede, advirtió Tocqueville, cuando el avance de
la democracia es acompañada por exigencias de que sean
niveladas las condiciones sociales. El peligro es la
obsesión de alcanzar la igualdad a través del
aumento y centralización del poder estatal. Nivelar las
condiciones sociales, observaba Tocqueville, implica utilizar al
estado para destruir aquellas asociaciones intermedias que
reflejan las diferencias sociales y que, al mismo tiempo,
limitan el poder del gobierno.

Ese despotismo blando corrompe a los ciudadanos y al estado
democrático. Los ciudadanos votan por los políticos
que prometen usar al estado para suministrarles cualquier cosa
que ellos quieren. La clase política cumple siempre y
cuando los ciudadanos hacen lo que sea necesario para complacer a
todos.

Y como ya dije mas arriba Tocqueville percibía el
componente igualitario inherente a la democracia propenso a
expandirse hacia el campo social y económico y, por ende,
como principal amenaza a la libertad.

Veamos ahora la definición de Estado Total de
Schmitt:

".La equiparación estatal y político es
incorrecta y errónea en la misma medida en la que Estado y
sociedad se compenetran recíprocamente; y todos los
asuntos hasta entonces solo sociales se convierten estatales ,
como ocurre necesariamente en una comunidad
organizada de modo democrático."( El concepto de lo
político, pag. 19)

La democracia de masas del siglo veinte ha provocado
así un completo cambio de escenario y el surgimiento de un
Estado total en el que todo, absolutamente todo, es al menos
potencialmente político.

¿Por qué es algo deseable este Estado de
Bienestar para Schmitt?

Para Schmitt lo político es la distinción entre
amigo y enemigo. Se puede llegar a una definición
conceptual de lo político sólo mediante el
descubrimiento y la fijación de las categorías
específicamente políticas. Lo político debe
por esto contener y alguna distinción de fondo a la cual
pueda ser remitido todo el actuar político en sentido
específico. Para Schmitt lo político es la
distinción entre amigo y enemigo.

El liberalismo es la sistematización de una doctrina
que trata de "vencer" al poder estatal aportando diversos
recursos para
la protección de la libertad individual y la propiedad
privada. La idea de derechos inalienables niega la de derecho de
guerra y por lo tanto anula el de la soberanía. Esta
doctrina ha despolitizado a la sociedad, a la economía, lo
que pretende es un estado neutro.

El liberalismo propone la lucha o la competencia en lugar de
la posibilidad de enfrentamiento y eliminación física. La guerra
sí tiene, sin embargo, el doble carácter de presupuesto último y de
caso excepcional que desvela, más allá de las
ilusiones legitimistas y normativistas de los liberales, la
esencia de lo político. O como concluye Schmitt: "es por
referencia a esta posibilidad extrema como la vida del hombre
adquiere su tensión específicamente
política".

Hasta tal punto esto es así, que si el pacifismo quiere
adquirir una dimensión política tiene que reconocer
paradójicamente la eventualidad del enfrentamiento
bélico, de una guerra contra la guerra. De hecho
–admite Schmitt- "ésta se ha convertido en una de
las más prometedoras maneras de justificar la guerra. Cada
guerra adopta así la forma de "la guerra última de
la humanidad". Y esta clase de guerras son
necesariamente de intensidad e inhumanidad insólitas, ya
que van más allá de lo político y degradan
al enemigo al mismo tiempo por medio de categorías morales
y de otros tipos, convirtiéndolo así en el horror
inhumano que no sólo hay que rechazar sino que hay que
aniquilar definitivamente; el enemigo ya no es aquel que debe ser
rechazado al interior de sus propias fronteras".

Creo que con esto queda claro porque la preferencia de Schmitt
por este tipo de Estado y el rechazo a la doctrina liberal.

Estado de
bienestar y crisis en Argentina

El Estado de Bienestar en Argentina hace su aparición
durante las dos presidencias de Juan Domingo Perón.

El índice de desempleo era bajo, la
redistribución del ingreso era bastante equitativa, la
clase trabajadora recibió variados beneficios sociales
desde salud, educación hasta
seguridad laboral.

Impuso una serie de medidas laborales:

Limito la jornada laboral a 8 horas diarias o 42 horas
semanales; derecho a día franco semanal; pago de horas
extras; bonificaciones especiales por buen desempeño o perfecto presentismo;
días de permiso por fallecimiento de familiares;
bonificación por turismo social, o sea, un
importe de dinero para
que el trabajador -si lo deseaba- saliese de vacaciones;
bonificaciones en dinero por nacimiento de un hijo y/o matrimonio,
etc.

Por su parte, las asociaciones sindicales, con el aporte
económico de cada trabajador, tenían su propia
organización interna a través de la
cual prestaban una serie de beneficios para sus afiliados:

Una obra social con coberturas sanitarias de todo tipo;
turismo, poniendo a disposición de los afiliados hoteles en distintos lugares del país,
equivalentes a la categoría de tres y cuatro estrellas a
los que se accedía pagando en cuotas, las bajas tarifas
establecidas; préstamos personales sin interés;
becas para los hijos de trabajadores que cursaban estudios
universitarios; la provisión de útiles escolares
cada año, para hijos de trabajadores que cursaran estudios
primarios o secundarios, etc.

El avance del neo liberalismo en otros lugares del mundo,
llega a la Argentina, estableciendo con su estrategia la
desarticulación del estado de bienestar lo cual
afectó a la clase trabajadora de distintas maneras, pero
una muy usual fue la siguiente:

En primer lugar, el estado favoreció la privatización de las empresas que
había creado varias décadas antes. Las empresas
privatizadas rápidamente se reestructuraron en varios
sentidos: Incorporando nuevas
tecnologías y por lo tanto requiriendo personal
especializado, pero también apuntando a mejorar el
rendimiento tanto de los empleados como de los tiempos de
ejecución de tareas, entre otras cosas, con lo cual los
lugares de trabajo se presentaron superpoblados de
trabajadores.

Ante esta situación, las empresas empezaron a ofrecer
"retiros voluntarios" a los trabajadores, lo cual significaba
aceptar una indemnización y renunciar a la empresa.

El paso siguiente consistió en ofrecer a los ex
empleados un puesto de trabajo, firmando contratos por dos
años en condiciones sumamente diferentes a las anteriores,
o en otros casos, a través de la conformación de
sociedades de responsabilidad limitada o cooperativas
que implicaron una forma de encubrir la precarización.

Otra desventaja que experimentaron los trabajadores
consistió en la desvinculación del gremio al cual
pertenecían anteriormente y por ende, quedaron indefensos
también en ese aspecto.

Como consecuencia, el desempleo fue alcanzando niveles
históricos. El empobrecimiento conllevó al descuido
y el deterioro en la salud tanto del desocupado como de su
familia. En
este mismo sentido las repercusiones en el seno familiar tuvieron
distintas manifestaciones porque mientras algunas familias
fortalecieron su unión, otras desembocaron en la
disolución. La autoestima de
los ex empleados descendió porque se sintieron
inútiles, engañados, estafados, etc. Por supuesto,
sin ingresos como los
anteriores, hubo pérdida del poder adquisitivo,
pérdida de la posibilidad de hacer estudiar a sus hijos y
un sinnúmero de otras consecuencias, pero todas
desfavorables para millones de personas.

Puede advertirse sin lugar a dudas, que las épocas
anteriores a la que se identifica como Estado de bienestar,
estuvieron caracterizadas por la opresión del trabajador,
la dominación de las minorías y la existencia de
una gran cantidad de enfermos, pobres, indigentes, analfabetos y
otras condiciones tan desfavorables como estas, para la gran
mayoría de la gente. Con el advenimiento del Estado de
bienestar, una gran mayoría de seres humanos miembros de
la clase media de nuestro país vivió en condiciones
mucho mejores. Y posteriormente, cuando se recurrió a la
implementación de políticas alternativas, pero
relacionadas con aquellas dominantes y opresoras de otras
épocas pasadas, las condiciones de esos mismos tiempos han
vuelto también a instalarse, aunque con sus variantes.

Conclusión

Las nuevas condiciones históricas redefinen el rol de
la democracia, restringiéndolo casi exclusivamente a su
capacidad de gobernar el sistema
político y la sociedad civil, quedando relegado su
aspecto de instrumento idóneo para la construcción
de la "buena sociedad". La democracia es cada vez más
identificada como un método
para elegir autoridades, con una trama de instituciones
y procedimientos,
desapareciendo del horizonte colectivo la idea de democracia
social y de participación.

Luego de más de dos décadas de experiencias
neoliberales en varios países desarrollados, cabe
preguntarse si esas democracias se asientan ahora en estructuras
sociales más compatibles con un régimen
democrático: desde la tradición de la teoría
democrática la respuesta difícilmente puede ser
afirmativa. Sociedades más desiguales, más
integradas en lo precario y con fuertes concentraciones de poder
económico y social, no parecen ser la mejor
garantía para la estabilidad política en el largo
plazo. Los tributos
neoliberales a la gobernabilidad constituyen gravosas hipotecas
para el futuro.

Creo que la democracia no puede solucionar todos los problemas
de la sociedad y para esto no debe prometer cosas que no puede
hacer.

Creo el dilema de la democracia radica en que no todos tienen
una misma concepción de ella, por lo tanto se ve colmada
de demandas que suelen ser hasta contradictorias. El
máximo ejemplo con el que nos encontramos es el de la
distinción entre democracia formal y democracia
sustancial. El problema es elegir entre una u otra, pues
todavía no ha sido creada una idea mejor.

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Estrella de nueve puntas.

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«El Más Grande Nombre»,
en referencia a Bahá'u'lláh.

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Una invocación en árabe
«Ya Bahá'uI-Abhá» («Oh
Gloria del Más Glorioso»).

 

 

 

 

Autor:

Betsabe Zamer

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