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El SIDA (página 2)



Partes: 1, 2

 Vías de
contagio

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Distribución según
sexo
y edad

Varones:

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Mujeres:

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Esta tercera epidemia es la que amenaza
tener los efectos más devastadores; para ello cuenta con
un instrumento riesgoso y efectivo: la discriminación.

Estas tres epidemias -la del virus del
SIDA, la del
propio SIDA y las de las reacciones y respuestas sociales-
constituyen en conjunto lo que la Asamblea Mundial de la Salud ha calificado
recientemente de "situación de urgencia
mundial".

Los estudios que analizan las condiciones
sociales en que se desarrollaron otras epidemias registran
algunas coincidencias en lo que a mecanismos sociales se refiere
que se reiteran aún en formaciones socioeconómicas
muy diferentes. Entre estos rasgos comunes, se pueden enumerar
los siguientes comportamientos y actitudes, los
cuales también se observan con la aparición del
SIDA:

Un primer aspecto lo constituye la
dificultad para reconocer el avance de la enfermedad cuando
ésta recién aparece. Esta actitud
renuente provoca obstáculos a la definición de
políticas públicas que incluyan
difusión de información.

Ésta se articula con un segundo
aspecto: la necesidad de buscar culpables de su aparición
y diseminación. En los primeros años se la
asoció con las prácticas homosexuales.
Empezó a ser masivamente conocida como la "peste rosa".
Este nombre, aunque daba cuenta del carácter epidémico, lo
circunscribía a ese núcleo de los homosexuales. En
la Europa medieval
judíos,
musulmanes,
leprosos y brujas cargaban con diferentes estigmas que los
hacías sospechosos de diseminar la "peste negra", la
terrible peste bubónica. Los modernos "herejes"
señalados para portar la marca de la
transgresión fueron los africanos, haitinos, drogradictos,
homosexuales y prostitutas. La justificación de esta
verdadera partida de caza de los culpables es el fundamento en el
que aún hoy se esconden esas viejas normas de
control
social. Señalar la diferencia, castigar la
transgresión, son fórmulas indispensables para dar
lugar al acto de discriminar.

Así como durante la epidemia de
gripe de principios de
siglo los franceses la llamaban la Peste de la Dama
Española y los ingleses le pusieron el apodo de la
Enfermedad Francesa, en nuestros tiempos se sigue discutiendo
acerca del origen del SIDA pensando en rasgos étnicos,
continentales o raciales. Los elegidos en esta oportunidad fueron
los africanos y los haitinos.

Una de las consignas que cundió en
los primeros años y se popularizó
rápidamente incluso plasmándose en la
legislación de algunos países fue: "¡Cuidado
con el extranjero!" A modo de ejemplo, en la década del
´80 en Corea del Sur se comenzó a exigir el examen
de detección del VIH a los que
provenían de otros países.

Así como durante la epidemia
bubónica en el siglo XIV se difundía la idea de que
había enfermos que se esforzaban por contagiar su mal
contaminando paredes y puertas, con el SIDA se
rumorea el "peligro" del ataque de los enfermos munidos de
jeringas con su sangre. Este
temor fue expresado por la policía de San Francisco
(Estados Unidos) en ocasión de la IV Conferencia
Internacional sobre SIDA en la que se organizaron manifestaciones
de protesta por la política inmigratoria
de ese país que prohíbe ingresar a quienes
están infectados con el VIH.

Los grupos de
riesgo

La discriminación entonces no abreva en el
prejuicio,
sino también en el terror al contagio y en la construcción social de mitos y
leyendas que
logren afirmar la peligrosidad de quien padece el estigma, para
justificar la segregación, el aislamiento. La sociedad, poco
a poco, va formando y catalogando "grupos de
riesgo", como
lo son los homosexuales o los drogadictos. Los integrantes de
estos grupos están condenados a ser prejuzgados por la
sociedad, sin importar cuánto afán pongan en
demostrar que toman las precauciones necesarias para no contraer
ni transmitir la enfermedad (si es drogadicto, no compartir
jeringas; si es homosexual, usar preservativo).

El siguiente caso real ejemplifica
perfectamente la terrible situación de las personas
pertenecientes a los "grupos de riesgo".

"El día de Acción
de Gracias del 1991, Víctor Umpierre murió de SIDA.
Pero su familia y
compañero de largo tiempo lo
sobrevivieron. De acuerdo a la ley
puertorriqueña 50% de sus propiedades le
pertenecían a su familia. Robert tenía derecho al
uso de dichas propiedades por el resto de su vida. Dos meses
después de la muerte de
Víctor, su hermana y su padre (Vicky y Víctor Sr.)
obtuvieron una orden de la corte para tomar posesión de
todas las propiedades de Robert y Víctor. Reclamando que
Robert era responsable por dinero que
Víctor le había tomado prestado a su padre para
iniciar una empresa y por
esa razón el padre de Víctor tenía derecho a
50% de todo. Robert fue expulsado de su propio hogar y oficina y tomaron
todas sus pertenencias incluyendo artículos personales.
Luego Vicky y Víctor Sr. Se adueñaron de todas las
cuentas de
banco,
acciones y
bienes
raíces y confiscaron las obras de arte y
antigüedades. Inclusive Vicky le arranco de las maños
el álbum de retratos, que era el único recuerdo que
le quedaba de su relación de 10 años con
Víctor. Lo único que le dejaron fue dos perros y un gato.
Robert fue obligado a dejar la isla por el hostigamiento
constante y la violencia
física que
los Umpierre impusieron sobre él.

Así, se vio obligado a vivir a
Canadá por cinco años, subsistiendo de la
asistencia social del gobierno. En
1995, un juez dictó que un administrador
estatal tomaría posesión de todas las propiedades
sin que la familia
Umpierre tuviese acceso a nada hasta que todo fuese propiamente
dividido y que si Robert regresaba a vivir a Puerto Rico su mitad
le sería entregada.

Los Umpierre decidieron ignorar estas
decisiones y la corte parece permitírselo. Han pasado 5
años y todavía los Umpierre tienen todo y Robert
nada."

Como se puede apreciar, la
discriminación furiosa y ciega de la familia del difunto
Víctor hacia Robert, su pareja homosexual, no da lugar al
correcto procedimiento
legal, y esto es por la presunción de los Umpierre de que
Robert fue quien contagió a Víctor de SIDA. Pero,
¿estaban cien por ciento seguros de esto,
mediante exámenes científicos? Y aún si lo
estuvieran, eso no permite que la voluntad del difunto, expresada
claramente en un testamento, pueda ser violada. Por otra parte,
el accionar de la justicia fue
deficiente y denigrante. ¿Hubiese actuado de la misma
manera si hubiese sido una pareja heterosexual?
¿Habría dejado a la esposa y a los hijos en la
calle?

Este caso es una clara muestra de la
ineficacia que tiene la sociedad para acual imparcialmente,
incluso aquellas personas que estudiaron toda su vida para
serlo.

Neoliberalismo y
SIDA

Si bien el acto de discriminar se reitera a
lo largo de los años, las formas concretas en que el mismo
se expresa van variando. Hoy no se postula para los enfermos de
SIDA el aislamiento externo que condenaba a los leprosos fuera de
las ciudades medievales. La segregación opera con
mecanismos más sutiles pero igualmente
inhabilitantes.

Bajo una supuesta intención
humanitaria se postulan exámenes masivos de la población con fines "preventivos".
Exámenes pre-ocupacionales que cierran las puertas del
exiguo mercado laboral a los
infectados de VIH; obligatoriedad del estudio para los migrantes,
que restringe el derecho a circular libremente por los
territorios.

Se calcula que aproximadamente el 90% de
los 10 a 30 millones de personas infectadas por el VIH en el
mundo está en el grupo de edad
económicamente productiva. Esta cifra demuestra claramente
la incidencia que tiene el SIDA en el área del trabajo. Es
necesaria, pues, la imposición inmediata de
definición de políticas tanto en las empresas como en
el plano de los gobiernos.

La discusión gira en torno a la
pertinencia de promover exámenes masivos a los
trabajadores. Si bien empresas transnacionales como IBM o
Ciba-Geigy se han pronunciado contrarias a su realización
por el carácter discriminatorio y estigmatizante, no hay
acuerdo general en este punto y se han verificado diversos casos
de expulsión del trabajo o impedimentos para ingresar a
una determinada empresa en
quienes se prueba la condición de portador del
VIH.

En el plano de la definición de
políticas públicas se pone en evidencia la
discusión acerca de quién asumirá los
costos de la
atención de los afectados por el SIDA. En
momentos en que el Estado se
desentiende cada vez más de funciones que
hasta no hace mucho se re reconocían como indelegables y
privatiza amplios aspectos de la vida social, los gastos que
demanda la
atención del SIDA se inscriben en una suerte de "tierra de
nadie". Cabal ejemplo lo constituyen los sistemas de
medicina
prepaga que no cubren tales servicios y el
desborde de la cada vez más comprimida estructura
sanitaria pública.

La declaración de Luc Montaigner
"Creo que tendremos una solución para el SIDA antes del
año 2000, pero sólo beneficiará a los
países desarrollados" a su paso por la Argentina durante
la presentación del "Programa Nacional
de Lucha Contra los Retrovirus Humanos-SIDA" del Ministerio de
Salud y Acción Social muestran las dispares condiciones
que, también en el caso del SIDA, enfrentan los
países del capitalismo
tardío frente a las posibilidades del capitalismo
avanzado. Muy difícilmente se diseñan
políticas públicas tendientes a morigerar los
efectos de la discriminación en países como el
nuestro.

Los casos de discriminación laboral
por SIDA son incontables, y crecen cada día de manera
exponencial. El siguiente, ocurrido en México,
nos sirve de ejemplo.

"Alfonso llevaba cinco años como
trabajador eventual en una empresa paraestatal mexicana, cuando
se presentó la oportunidad de que se le diera una plaza
permanente.

En un país donde la tasa de desempleo se
calcula oficialmente en un 30 por ciento, Alfonso tenía
buenas razones para estar emocionado. Uno de los requisitos para
modificar su situación laboral consistía en una
serie de exámenes médicos. Alfonso se
sometió a ellos sin ningún problema. "Mi salud era
inmejorable, por lo que no tuve ninguna preocupación",
explica Alfonso.

Sin embargo, cuál sería su
sorpresa cuando sus compañeros de trabajo modificaron de
repente su comportamiento
hacia él. Algunos incluso le preguntaron sobre su
orientación sexual y su estado de
salud. La secretaria de la empresa le
llamó y le dijo que habían surgido algunos problemas, que
el médico le quería realizar otros estudios, pero
nunca le dio detalles. Le repitieron algunas radiografías
de tórax, "porque según ellos tenía alguna
malformación de columna".

"Me llevaron a la capital del
país, allá directamente se me realizaron pruebas de
sangre, se me interrogó sobre mi vida sexual, indagaron si
había sufrido alguna transfusión, e incluso me
dieron una incapacidad médica, pero nadie hablaba
claramente", recuerda Alfonso. Finalmente, su hermana, quien
también presta sus servicios en una de las sucursales de
la empresa, le llamó y le preguntó abiertamente:
"¿es verdad que tienes SIDA?".

Las pruebas iniciales de Alfonso
habían incluido, sin su conocimiento,
la de detección del VIH/SIDA. Y antes de que él
mismo se enterara, el resultado positivo de su examen se
convirtió en un secreto a gritos entre sus colegas.
Finalmente la empresa le informó que tenía el virus
que genera el SIDA y que no podía seguir trabajando en esa
empresa, ni menos aún recibir la plaza
definitiva."

La doctora Patricia Campos, secretaria
técnica del Consejo Estatal para la Prevención y el
Control del VIH/SIDA (COESIDA) de Jalisco, señala que
existe una Norma Oficial Mexicana (NOM) a la cual deben adherirse
todas las empresas, centros de salud y población en
general en la que se señala de manera clara que el ser
portador del VIH/SIDA no es razón para que a alguien se le
niegue el acceso al trabajo, o se le despida. Sin embargo las
violaciones en ese sentido se dan en el país y en el mundo
de manera cotidiana.

La posición de la
Iglesia frente al SIDA y la discriminación

A continuación, se encuentra la
posición de la iglesia,
resumida brevemente del Informe publicado
por el Comité Ejecutivo de la Federación Luterana
Mundial en junio de 1988.

"La Iglesia debería abrir sus
puertas a todos, en forma incondicional, tal como Cristo
abrió la puerta a todos, sin tener en cuenta quienes eran
o lo que habían hecho. La salvación es dada a todos
por gracia, a través de la fe, y no por causa de hechos o
comportamientos. Al aceptar a todos, Cristo dio acceso a su
perdón y a la nueva vida. Hoy, en su Iglesia, recibimos
est vida nueva por medio de la Palabra y los sacramentos. Al
excluir a alguien de esta fuente de vida, la Iglesia se hace
culpable de la más grave forma de discriminación
que existe.

La difusión del SIDA depende de
realidades culturales, sociales y económicas. La Iglesia
debería cuestionar seriamente su propio
papel en
el
desarrollo que facilito la difusión de la
enfermedad, y desafiar a sus propios miembros y a la sociedad
para tomar medidas que eliminen
actitudes de
discriminación y
acciones prevalentes en la
sociedad.

Discriminación.

La discriminación tiene muchas
facetas:

  • inadecuado cuidado profesional para las
    personas que son VIH positivos;

  • estigmatización y aislamiento de
    la familia, del contexto social, de la comunidad y de la
    Iglesia;

  • perdida del empleo;

  • violencia física y/o
    psicológica contra personas de orientación
    homosexual, prostituidos y drogadictos;

  • restricciones de viajes;

  • presiones familiares y sociales sobre
    lo que brindan ayuda para que no cuiden a las personas
    infectadas con el VIH;

  • negativa a brindar cuidados sanitarios
    básicos y seguros de vida o salud;

  • registros obligatorios;

  • rechazo a brindar
    alojamiento;

  • actitud negativa para brindar acceso a
    la educación, especialmente a los
    niños;

  • análisis obligatorios sin
    consentimiento; "chivos expiatorios";

  • exclusión de personas, tales
    como refugiados y estudiantes procedentes de áreas
    altamente endémicas.

En algunos países, el SIDA
afectó principalmente a grupos que ya estaban marginados,
y como consecuencia aumentó la discriminación
(homosexuales, drogadictos intravenosos y prostituidos). El
turismo sexual,
donde varones económicamente poderosos explotan a mujeres
y varones jóvenes, pone en peligro e incrementa el riesgo
de la transmisión del VIH. Esto alienta la
discriminación, ya que ciertos grupos no son considerados
dignos de ser protegidos contra el VIH, sino que son
expuestos al virus por motivos de lucro
económico.

Las estructuras
socioeconómicas en el mundo promueven la pobreza de
ciertas comunidades y grupos, haciendo más vulnerables a
la difusión del SIDA a aquellos que no tienen privilegios.
La lucha contra el SIDA es por lo tanto una lucha contra la

pobreza, el analfabetismo, la
prostitución, la drogadicción y todas
las formas de desigualdad
social. La falta de información tendenciosa
también contribuye a la
discriminación.

Efectos de la
discriminación.

En el nivel individual:

La discriminación afecta
profundamente a las personas. Ella conduce a la perdida de
autoestima, a
sentimientos de culpa y vergüenza. A menudo las personas con
SIDA se apartan por sí mismas de la asistencia que
necesitan debido al temor a reacciones negativas de los otros. El
aislamiento aumenta el sentimiento de "ser el único con
SIDA". Ansiedad, depresión
y suicidio
pueden ser los resultados.

Las personas afectadas por el SIDA
necesitan ser aceptadas por la Iglesia y conducidas, junto con
todas sus emociones, al
descubrimiento de su dignidad como
creadas a la imagen de
Dios.

La Iglesia debería sostener y cuidar
a aquellas que se están ocupando de las personas con SIDA,
para brindarles fuerzas y coraje para continuar su
ministerio.

En el nivel comunitario:

La discriminación de ciertos grupos
lo obliga a esconderse. La
comunicación, el contacto y la existencia llegan a ser
difíciles y la transmisión del VIH se facilita. La
discriminación de las personas infectadas por el VIH es un
obstáculo serio en la lucha para combatir la
transmisión de la enfermedad. La Iglesia tiene la especial
responsabilidad de reconocer estos grupos
discriminados y sus necesidades.

La Iglesia debe poner de manifiesto las
acciones discriminatorias y desafiar a sus miembros, a la

comunidad y al gobierno de información y que
están altamente expuestos a la pandemia."

En resumen, se ve claramente cómo la
Iglesia reconoce el problema actual de la "tercera epidemia", lo
analiza e inicia planes de acción para erradicar la
discriminación, ayudando a quienes padecen la enfermedad,
y condenando a aquellos que están involucrados en el acto
discriminatorio.

Aspectos
legales

"Declaración de los Derechos
Fundamentales de la persona que vive
con el virus del SIDA"

Considerando:

  • Que el SIDA, desde el punto de vista de
    la medicina, es una enfermedad como las otras;

  • Que el SIDA es una epidemia mundial y
    que es preciso un esfuerzo colectivo mundial para
    detenerla;

  • Que no existe peligro de contagio del
    SIDA excepto a través de relaciones sexuales sin
    precauciones adecuadas, de la transfusión de sangre
    infectada y de la transmisión de la madre infectada al
    feto o al bebé;

  • Que desde el punto de vista planetario
    es la Humanidad la que se encuentra seropositiva, no
    existiendo una "minoría" de enfermos;

  • Que contra el pánico, los
    preconceptos y la discriminación, la práctica
    de la solidaridad es esencial;

Conclusiones

  • Todas las personas tienen derecho a la
    información clara, exacta y científicamente
    fundada acerca del SIDA, son ningún tipo de
    restricción. Las personas que viven con el virus del
    SIDA tienen derecho a informaciones específicas sobre
    su condición como tales.

  • Toda persona que vive con el virus del
    SIDA tiene derecho a la asistencia y al tratamiento,
    suministrados ambos sin ninguna restricción y
    garantizando su mejor calidad de vida.

  • Ninguna persona que viva con el virus
    VIH/SIDA será sometida a aislamiento, cuarentena o
    cualquier tipo de discriminación.

  • Nadie tiene derecho a restringir la
    libertad o los derechos de las personas por el único
    motivo de que estas personas convivan con el virus VIH/SIDA,
    cualquiera sea su raza, nacionalidad, religión,
    ideología, sexo u orientación
    sexual.

  • Toda persona que viva con el virus
    VIH/SIDA tiene derecho a la participación en todos los
    aspectos de la vida social. Toda acción que tienda a
    recusar a las personas que conviven con el VIH/SIDA para un
    empleo, un alojamiento, una asistencia o a privarlos de ello,
    o que tienda a restringirles la participación en las
    actividades colectivas, escolares y/o militares, debe ser
    considerada discriminatoria y punida por la ley.

  • Todas las personas tienen derecho a
    recibir sangre y hemoderivados, órganos o tejidos que
    hayan sido rigurosamente analizados y comprobada en ellos la
    ausencia del virus del SIDA.

  • Nadie podrá hacer referencia a
    la enfermedad de alguien, pasada o futura, o al resultado de
    sus análisis para el SIDA sin el consentimiento de la
    persona involucrada. La privacidad de la persona que vive con
    el virus VIH/SIDA deberá ser asegurada por todos los
    servicios médicos y asistenciales.

  • Nadie será sometido
    compulsivamente, en ningún caso, alos análisis
    para el SIDA. Estos deberán ser usados exclusivamente
    para fines diagnósticos, para el control de personas o
    poblaciones. En todos los casos de análisis, los
    onvolucrados deberán ser informados previamente y los
    resultados deberán ser comunicados por un profesional
    competente.

  • Toda persona que vive con el virus
    VIH/SIDA tiene derecho a comunicar sólo a las personas
    que él desee hacerlo su estado de salus o el resultado
    de sus análisis.

  • Toda persona que viva con el virus
    tiene derecho a la continuación de su vida civil,
    profesional, sexual y afectiva. Ninguna acción
    podrá restringir sus plenos derechos a la
    ciudadanía.

Conferencia de Montral, 1988.
Adoptada por la FUNDACIÓN RED.

Declaración
consensual sobre el SIDA en las escuelas

A. Personas que solicitan un
empleo de
maestros o algún otro puesto de la
administración escolar, o alumnos que desean ingresar
en la escuela.

La detección del VIH-SIDA en el
marco de las pruebas de evaluación
previa de la aptitud para desempeñar un empleo o para
asistir a la escuela es innecesaria y no debe exigirse. Este tipo
de detección se basa en métodos
directos (determinación de anticuerpos contra el VIH) o
indirectos (evaluación de los comportamientos peligrosos)
o en preguntas sobre pruebas precedentes de investigación del VIH. La detección
del VIH-SIDA previo al empleo o a la admisión en un
establecimiento escolar, así como con otros fines, plantea
graves problemas de discriminación y debe ser objeto de un
examen complementario detallado.

B. Personas que trabajan en el medio
escolar o asisten a la escuela.

  • Detección del VIH-SIDA: es
    innecesaria y no debe exigirse la detección del
    VIH-SIDA sea por métodos directos
    (investigación del VIH) o indirectos
    (evaluación de comportamientos peligrosos) o mediante
    preguntas sobre investigaciones precedentes.

  • Confidencialidad: debe preservarse la
    confidencialidad relativa a toda información de
    carácter médico, inclusive sobre el estado de
    salud con respecto al VIH-SIDA.

  • Información a la
    administración o al servicio médico escolar: ni
    el maestro ni ningún otro miembro del personal escolar
    ni el alumno tienen obligación alguna de informar a la
    administración o al servicio médico escolar
    acerca de su propia situación respecto al
    VIH-SIDA.

  • Protección del personal de la
    escuela y los alumnos: hay que proteger al personal y a los
    alumnos del establecimiento escolar que estén
    infectados o a los que se consideren infectados de VIH de
    toda estigmatización o discriminación por parte
    de sus colegas, asociaciones sindicales, empleadores,
    alumnos, padres y la comunidad en general. La
    información y la educación son condiciones
    esenciales para preservar el clima de mutua
    comprensión indispensable para dicha
    protección.

  • Acceso del personal de la escuela de
    los alumnos a los servicios: los maestros y demás
    personal, así como los alumnos y sus familiares deben
    tener acceso a los programas de información y
    educación sobre el VIH-SIDA, así como los
    servicios apropiados de consejo y envío de casos a
    instancias especializadas.

  • Prestaciones: los maestros y
    demás miembros del personal escolar infectados por el
    VIH no deben ser objeto de discriminación alguna,
    deben tener acceso a las prestaciones usuales de la seguridad
    social y a otros privilegios relacionados con su actividad
    profesional.

  • Modificaciones razonables en las
    condiciones de trabajo o escolaridad. La infección por
    VIH no entraña de por sí ninguna
    limitación de la aptitud para trabajar o para asistir
    a la escuela. Si esta aptitud está restringida por
    alguna enfermedad relacionada con el VIH, habrá que
    modificar razonablemente las condiciones de trabajo o de
    escolaridad en beneficio del interesado. Cualquier
    decisión al respecto deberá basarse en
    criterios médicos.

  • Mantenimiento del empleo o de la
    asistencia a la escuela: la infección por el VIH no es
    motivo de cese en el empleo o de suspensión de la
    asistencia en la escuela. Como ocurre con otras muchas
    enfermedades las personas con afecciones relacionadas con el
    VIH siguen siendo capaces de trabajar o de asistir a la
    escuela mientras se mantengan médicamente aptas para
    desempeñar actividades o trabajos
    apropiados.

Los NO de la infección:
comportamientos que no contagian el SIDA

El virus NO se encuentra en los cabellos.
Por ello no hay riesgo de infección:

  • al usar el mismo peine, el mismo
    shampú

  • al usar el mismo gorro de
    baño

  • al acariciar la cabeza de un
    infectado.

El virus NO se encuentra exteriormente en
la piel. Por lo
tanto, no hay riesgo de infección:

Al dar la mano

  • al abrazar

  • al besar

  • por usar la misma ropa

  • por sentarse en el mismo inodoro, la
    misma silla

  • por usar la misma ducha, jabón,
    toalla

  • al palpar, percutir, auscultar,
    bañar o cambiar de ropa a un paciente.

El virus NO se transmite por saliva, si lo
hiciese, el estornudo contagiaría y ya estaríamos
casi todos infectados. Entonces, no hay riesgo de
infección:

  • al toser

  • al estornudar

  • al beber del mismo vaso

  • al tomar mate de la misma
    bombilla

  • al compartir un cáliz en una
    comunión de pan y vino

  • por el beso de boca a boca.

El virus NO es transmitido por insectos.
Por eso no hay infección:

  • por picadura de mosquitos, vinchucas,
    etc.

El virus NO afecta animales. Por eso
no hay riesgo de infección:

  • por jugar o poseer animales
    domésticos

  • por comer carne mal cocida.

En resumen, la convivencia con una persona
con SIDA es totalmente posible, por lo cual no existe
razón alguna para el abandono o el aislamiento, o la
apartación de la persona infectada.

Terminología correcta para referirse
a enfermos del SIDA.

Sí, personas con SIDA

No, sidásicos o
sidosos

Pues la enfermedad no destruye la
condición de persona y el virus no destruye la identidad.

Sí, sufrimiento humano

No, castigo de Dios

Pues se trata del padecimiento del ser
humano y no de una pena que se impone por delitos o
faltas a
leyes divinas
o humanas.

Sí, enfermedad incurable

No, enfermedad mortal

En cuanto es una enfermedad que por hoy no
se puede curar, pero en algunos no es necesariamente
mortal.

Sí, diagnostico medico

No, diagnostico moral

Pues el reconocimiento se realiza
según indicadores
objetivos y no
según opiniones de conciencia.

Sí, epidemia

No, flagelo

En cuanto esta enfermedad puede afectar a
la población en general, y no es azote o instrumento de
castigo a grupos particulares.

Sí, enfermo

No, víctima

Las personas con SIDA son enfermos porque
padecen perdida de la salud como una realidad de las
consecuencias de su propia vida, y no por transgresiones que
deben ser penalizadas.

Cuando un amigo tiene SIDA

El VIH, como se ha descrito anteriormente,
no se transmite por contactos que normalmente ocurren en la
convivencia cotidiana. Es un virus muy frágil. Si no se
practican estos comportamientos, no hay por qué temer de
contraer el VIH

Cuando personas que uno conoce se enferman,
especialmente con una enfermedad seria como el SIDA, uno puede
llegar a sentirse impotente e inadecuado. Puede ocurrir que
después de decirle a un amigo enfermo "llamá si
necesitás algo", por miedo o por inseguridad
luego se arrepienta de haberlo hecho. He aquí algunas
sugerencias que podrían ayudarnos a asistir a amigos
enfermos.

  • Aprenda tanto como pueda acerca del VIH
    y el SIDA.

  • No rehuya. Esté ahí para
    él o ella — eso le proveerá una
    esperanza.

  • Haga contacto físico. Un simple
    apretón de manos o un abrazo puede hacerle saber que
    usted todavía le quiere.

  • Llame y pregunte si le parece bien que
    le visite antes de hacerlo. Su amigo/a podría no tener
    deseos de recibir una visita ese día. No tenga miedo
    de volver a llamar y visitarle en otra ocasión. Sus
    amigo/a le necesita. Ahora es el momento en que su amistad
    puede ayudar al enfermo a mantenerse lejos de la soledad y el
    miedo.

  • Responda a las emociones de sus amigos.
    Llore con ellos cuando lloren. Ría con ellos cuando
    rían. No tenga miedo de compartir estas experiencias
    — hacerlo es saludable.

  • Llame y ofrezca llevarle su comida
    favorita. Pregunte cuándo es el mejor momento para ir.
    Traiga la comida en envases desechables de manera que no haya
    que preocuparse de lavar platos sucios. Compartan una
    cena.

  • Vayan a dar un paseo o caminata, pero
    pregunte antes y tenga presente cuáles son sus
    limitaciones.

  • Ofrézcase ayudarle a contestar
    cualquier correspondencia con la que puedan tener
    dificultades.

  • Celebre los días de fiesta y la
    vida ofreciéndose a decorar su casa o su cuarto en el
    hospital. Incluya a sus amigos en las festividades
    especiales. Un día de fiesta no tiene que estar
    marcado en el calendario, cualquier día se puede hacer
    un día de fiesta.

  • Recuerde a los familiares y
    compañeros/as de su amigo/a. Aunque su amigo/a es
    el/la que está enfermo/a, ellos también pueden
    estar sufriendo. Las personas que cuidan a los enfermos
    también pueden necesitar un descanso de vez en cuando.
    Ofrézcales quedarse con la persona enferma para darles
    un descanso o invítelos a salir. Ofrézcase a
    acompañarlos. Estos también pueden necesitar a
    alguien con quien hablar.

  • Ayude a cuidar los hijos de su
    amigo/a.

  • Sea creativo: traiga libros, cintas de
    video, revistas, música, un afiche para la pared, o
    algún postre hecho en casa. Envíele tarjetas
    que digan que usted se interesa por el/ella. Todo esto puede
    ser muy importante y traer alegría.

  • Traiga a algún otro amigo/a que
    quizás todavía no haya venido a
    visitar.

Recortes
periodísticos

LA EPIDEMIA DEL SIGLO: ENTREVISTA A
JULIO GONZALEZ MONTANER

"Casi no hay mortalidad por sida en
Canadá"
El especialista asegura que en ese
país, donde dirige la Red de Ensayos
Clínicos, con 3.500 pacientes, la mortalidad ya
bajó casi a cero gracias al uso de cócteles de tres
drogas
· Y a que el Estado cubre el ciento por ciento de los
tratamientos Por PAULA ANDALO. De la Redacción de Clarín

Bibliografía

  • "Actualización informativa sobre
    VIH-SIDA" Elaborado y sintetizado por LUSIDA y el Componente
    de
    Comunicación Social

  • ONUSIDA y OMS. VIH-SIDA: La epidemia
    mundial. Diciembre de 1997.

  • Revista "Margen" nº1. Octubre
    1992. "Sida, discriminación y control", por Lic.
    Graciela Touzé y Lic. Diana Rossi.

  • "México, discriminación
    laboral por HIV" por Alicia Yolanda Reyes

  • Diario "El Popular"

  • Publicación semanal
    "Mailing"

  • Diario "Clarín" y "Clarín
    Digital"

  • Diario "Página 12"

  • Diario "La
    Nación Online"

  • "Declaración Consensual sobre el
    SIDA en las Escuelas"

  • "Cuando un amigo tiene SIDA",
    anónimo publicado en Internet.

  • "Declaración de los derechos
    fundamentales de la persona que vive con el virus del
    SIDA"

 

 

 

 

 

 

Autor:

William Eduardo Ferreyra
Cordova

Partes: 1, 2
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