Oftalmología
Introducción
La uveítis es la inflamación del tracto uveal, el
término se utiliza en la actualidad para describir muchas
formas de inflamación intraocular que pueden afectar no
sólo la úvea sino también las estructuras
adyacentes. La etiología puede incluir infecciones y/o
alteraciones en el sistema inmune y
puede ser primariamente ocular o asociada con enfermedad
sistémica.
La identificación de una etiología es
más importante n la uveítis con una
etiología infecciosa. En estos casos, la terapia es
dirigida al agente causal y podría también incluir
una terapia con drogas
anti-inflamatorias no específicas. Un diagnóstico preciso en uveítis no
infecciosa nos puede suministrar importante información respecto al pronóstico
de los pacientes. La úvea es una túnica
vascular, muy pigmentada que está situada entre la
lámina corneoescleral por fuera y la retina por dentro.
Anatómicamente se divide en tres partes: el iris, el
cuerpo ciliar y la coroides. El iris es un diafragma
musculovascular de 12 mm de diámetro, posee una apertura
central denominada pupila y divide al segmento anterior del ojo
en dos compartimentos, la cámara anterior y la
cámara posterior, que contienen el humor acuoso.
El cuerpo ciliar es una estructura
triangular de 6mm de longitud (formada fundamentalmente por los
músculos ciliares), se extiende desde la
raíz del iris hasta la coroides y ora serrata y
se divide en dos partes, los 2 mm anteriores o pars
plicata (donde se ubican los procesos
ciliares, encargados de la producción de humor acuoso) y los 4 mm
posteriores o pars plana. La coroides es una
lámina vascular (formada principalmente por vasos
sanguíneos), pigmentada, muy fina (0.2 mm) que se localiza
entre la esclera y la retina, extendiéndose desde la ora
serrata hasta el nervio óptico.
El grado de pigmentación de la coroides determina
el color del fondo
de ojo, pues la retina es una estructura transparente. El riego
sanguíneo del iris proviene del círculo arterial
mayor, formado por la unión de las arterias ciliares
posteriores largas y las arterias ciliares anteriores. El aporte
vascular del cuerpo ciliar proviene de las arterias ciliares
posteriores largas mientras que el de la coroides proviene de las
arterias ciliares anteriores y posteriores. Los músculos
del iris están inervados por el sistema nervioso
autónomo (el músculo esfínter del iris por
el sistema nervioso parasimpático y el dilatador del iris
por el simpático) y la inervación sensitiva del
cuerpo ciliar procede de los nervios ciliares.
La úvea, junto al cerebro, placenta
y testes carece de drenaje linfático. Debido a esta
disposición anatómica e histológica al globo
ocular y a la úvea, en particular, se le ha atribuido una
disposición privilegiada tanto para la localización
de las lesiones inflamatorias como para la respuesta inmune.
Aunque la función
primaria de la úvea es el aporte nutritivo del globo
ocular, también contribuye a la refracción ocular
(control de la
pupila y acomodación del cristalino por los
músculos del iris y del cuerpo ciliar) y al drenaje del
humor acuoso (contracción de la porción
longitudinal del músculo ciliar).
La incidencia de uveítis, en los países
desarrollados, es de 15-17 casos por 100.000 habitantes y
año, siendo la causa del 10-15% de los nuevos casos de
ceguera. La frecuencia de ciertos tipos de uveítis
varía según las diferentes regiones del mundo
debido a factores geográficos (oncocercosis e histoplasmosis), alimentarios (toxoplasmosis
ocular e ingesta de carne porcina) y genéticos
(asociación de moléculas del CMH con algunos tipos
de uveítis). Aunque algunas entidades como la artritis
crónica juvenil predominan en niños,
la uveítis es poco común en los diez primeros
años de vida y su frecuencia declina a partir de la sexta
década, presentando la mayoría de los pacientes los
primeros síntomas entre los 20 y los 50 años. En la
distribución por sexos destaca el
predominio de la uveítis crónica asociada a
artritis crónica juvenil en mujeres y la uveítis
anterior aguda asociada a espondilitis anquilosante en hombres.
Sin embargo, en general, la incidencia es igual en hombres que en
mujeres.
Justificación
El ojo rojo es uno de los motivos de consulta más
comunes en atención ocular primaria, y el
médico no oftalmólogo tiene la vital función
de discernir cuando se trata de una patología que pueda
amenazar la visión.
En general se puede afirmar que los pacientes con
infecciones corneales, uveítis, escleritis y glaucoma agudo
de ángulo estrecho requieren remisión prioritaria
al oftalmólogo. Se debe así mismo tener mucho
cuidado con los pacientes usuarios de lentes de contacto (por el
mayor riesgo de
infección corneal), quienes tengan antecedente de trauma
ocular, compromiso de la visión, dolor severo,
secreción purulenta severa o hallazgo de anormalidades
importantes al examen con el oftalmoscopio. La mayoría de
uveítis en pacientes con artritis idiopática
juvenil (AIJ), son asintomáticas, bilaterales y
recurrentes. Aparece generalmente en los cuatro primeros
años del diagnóstico de AIJ, pero puede presentarse
años después o incluso antes de la aparición
de la artritis.
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