Introducción
Es difícil definir con precisión el
término personalidad
ya que tiene muchísimas connotaciones en el lenguaje
cotidiano. Se dice que un actor joven que viste bien "tiene mucha
personalidad" que los cosméticos "proporcionan
personalidad" que usar camioneta o carro del año para
llevar los niños
al colegio significa "tener personalidad", que usar ropa de
marca o la
última moda da
"personalidad", que las jóvenes que desean ser más
atractivas toman cursos de "personalidad". En el otro extremo,
perforarse la nariz, ombligo, cejas y oídos, hacerse
tatuajes, peinarse con los pelos parados, proporciona
también, "personalidad. Estas expresiones reflejan la
filosofía de la sociedad donde
vivimos, una sociedad cuyos valores son
exteriores al ser humano.
El término personalidad, como se puede observar, se usa
para denotar aceptación en nuestro círculo social o
apariencia física. Sin embargo,
la
personalidad no sólo se refiere a los elementos del
ser humano, que se perciben a primera vista, sino que, por el
contrario, describe la forma en que se organizan e integran las
pautas de conducta, es
decir, la totalidad de elementos que constituyen la persona humana,
elementos tales como la inteligencia,
el carácter y el temperamento. Que determinan
la forma de pensar, sentir, expresarse, actuar y todo lo
demás, que así mismo, hacen que cada individuo sea
diferente a los demás. Esta individualidad es precisamente
la función
de la personalidad.
En sociedades
dónde sé práctica una discriminación velada como es la mexicana y
otras sociedades, los factores hereditarios son, en primera
instancia, los que determinan las primeras diferencias
individuales: La raza, el color de los
ojos, el tono de la piel, la
estatura, el sexo y
demás rasgos genéticos que pueden influir
positivamente o negativamente en la personalidad de una persona.
Es importante resaltar la influencia que puede tener la
susceptibilidad a ciertas enfermedades
(síndromes) o los defectos físicos visibles, que,
necesariamente influyen negativamente en la personalidad de un
individuo.
Podemos asegurar sin temor a equivocarnos que los factores del
entorno donde se desarrolla un individuo, es decir, su medio
ambiente, la familia, la
religión,
el barrio, la escuela, la
sociedad y en la época actual el acceso a los medios de
comunicación masiva, influyen de manera determinante,
muy por encima de los hereditarios, en la personalidad de un
individuo. Forzados a dar un porcentaje, pensamos que la
proporción es 90% factores ambientales y 10% factores
hereditarios.
Una verdad que se olvida muchas veces es que la mayoría
de los conocimientos que adquiere un ser humano durante su vida,
tiene origen en la imitación de conductas de otros seres
humanos, principalmente, de aquellas personas que la sociedad y
sobre todo la publicidad
colocan en la cúspide de la popularidad, sin importar si
son ejemplos positivos o negativos.
Si bien todos los seres humanos pertenecen a una misma
especie, los factores que determinan su personalidad provienen de
una combinación de elementos genéticos y
ambientales cuyo resultado define la personalidad individual. La
personalidad no es algo inmóvil, continuamente sé
esta desarrollando. El ser humano continuamente esta buscando su
autorrealización y por consiguiente se encuentra en
constante cambio.
Aún más, la personalidad de un individuo se
refleja en los cuatro planos de su ser interior (el Yo interno):
el físico, el emocional, el mental y el espiritual.
Se afirma que los seres humanos transmitimos al grupo social
donde nos desarrollamos la visión que nosotros tenemos de
sí mismos, es decir, nuestra personalidad refleja hacia
los demás los sentimientos y actitudes que
tenemos hacia nuestro Yo interno. Sin embargo, la personalidad
tiene innumerables facetas, una persona tiene un comportamiento
social diferente, cuando interactúa en distintos ambientes
sociales: en su ambiente
familiar puede ser alegre, extrovertido, armonizador, activador,
mientras que, en otro ambiente, puede ser pasivo, conformista,
oyente, casi invisible para los presentes. Lo cual depende de la
percepción interna de seguridad que
siente respecto a su entorno.
Lo cierto es que una persona desarrolla mejor su personalidad
en un ambiente de aprobación y cariño que en un
ambiente represivo. Sin embargo, en la vida no todo es miel sobre
hojuelas y la personalidad debe adaptarse a los diferentes
entornos.
De acuerdo con su personalidad, los seres humanos viven
determinadas experiencias y se relacionan con otros seres
humanos, mientras otras experiencias no les ocurren y no se
relacionan con otros seres humanos, este fenómeno es muy
evidente y lo podemos observar sobre todo en los condominios de
las grandes urbes: Hay vecinos de los que nunca sabemos su nombre
y, viviendo en el mismo domicilio, llega ocurrir que no los vemos
en años, ni sabemos nada acerca de ellos y nunca llegamos
a convivir, son y somos casi invisibles, ellos para nosotros y
nosotros para ellos.
La Ley de la
Sintonía
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