- Entendiendo lo
apolíneo - Planteando un
cuestionamiento - Una muestra
paradigmática de lo apolíneo en el arte
actual - Conclusiones
El presente ensayo
reflexiona básicamente a cerca de lo apolíneo; no
obstante, al ser necesario comprender lo dionisiaco para
comprender bien lo apolíneo y al estar lo apolíneo
relacionado con otros conceptos como lo del Uno Primordial, me he
desviado en muchos de mis análisis y exposiciones de lo
apolíneo como tal. Resultaría pues monótono,
simple e incompleto hablar únicamente de lo
apolíneo; es por eso que, en el propósito de no
contradecir el título en el desarrollo, he
dicho "en torno" como
queriendo indicar que me referiré no solo a lo
apolíneo sino a todos los conceptos que están
alrededor o en torno de aquel, aunque partiendo, claro
está, del concepto de lo
apolíneo. Empieza este ensayo, para no tener que andar
citando en todo momento, haciendo una exposición
teórica con el fin de introducir al lector en los
principales temas de que se tratará en las demás
partes del desarrollo. Veamos.
Entendiendo lo
apolíneo
Lo apolíneo, junto con lo dionisíaco,
forma el eje conceptual de El origen de la tragedia; es pues, en
compañía de lo dionisiaco, la columna vertebral de
aquel ensayo que, yendo más allá de la
Filología, terminó en el terreno de la Filosofía. Ahora bien, lo apolíneo
sencillamente no puede comprenderse a cabalidad sin lo
dionisiaco, en principio pues porque son conceptos
complementarios. Veamos entonces que son.
Tres (si acaso no hay más) pues son los niveles
en los que se puede entender estos conceptos: el
metafísico, el psicológico y el
estético.
Metafísicamente hablando, podríamos
definir a lo dionisiaco y a lo apolíneo como el ser y la
apariencia. Me explico. Lo dionisiaco sería, en este plano
(en el estético no, por ejemplo), la totalidad unificada
de lo existente, una especie de absoluto en el que no existen
límites, una totalidad minada por
contradicciones internas, lo que es en sí, un perpetuo
fluir. Lo apolíneo en cambio
representa el mundo de las apariencias,
la multiplicidad de las particularidades, la realidad aparente en
la que todo, en virtud de la fragmentariedad y el principio de
individuación, está sujeto a los limites y por ende
a la finitud; lo apolíneo, cabe decirlo, viene a ser el
producto o la
consecuencia de las contradicciones internas de lo dionisiaco, de
aquello que es el corazón
del mundo. En otras palabras, diríamos que lo
apolíneo es la representación o la
manifestación de lo dionisiaco en el mundo de las formas;
manifestación que, como sabemos, brota a consecuencia de
un afán de aquel absoluto por redimirse a sí mismo
de sus contradicciones internas, de su sufrimiento si cabe
decirlo (figurativamente hablando).
Ahora bien, estéticamente hablando
diríamos que estos conceptos expresan cualesquiera
tendencias estéticas?o artísticas si se quiere?que
se deriven de las actitudes
psicológicas pertenecientes a lo apolíneo o a lo
dionisíaco. Basta entonces definir estos conceptos en el
plano de lo psicológico, o por último en el nivel
más general de la experiencia humana, para poder
así obviar las manifestaciones estéticas.
Diríamos pues que lo apolíneo simboliza el instinto
(Nietzche usa este término de manera más profusa y
general que nosotros…) figurativo, la tendencia a buscar
lo bello, simétrico o ideal, la mesura, el
autoconocimiento, la luz (no solo
literal sino simbólicamente entendida) y el orden. Lo
dionisíaco en cambio simbolizaría el instinto de lo
musical, lo caótico, lo desmesurado, lo informe, "el
oleaje hirviente de la vida". Resulta entonces fácil
imaginar cómo, básicamente, se traducirían
en el arte[1]
Así tendríamos que en el plano
metafísico lo apolíneo no es paralelo a lo
dionisiaco sino que se deriva de aquel, y, por su parte, en los
planos psicológico y estético no se
derivaría de aquel sino que sería una fuerza
paralela y opuesta.
Ahora bien, creo que a pesar de lo dicho resulta
sumamente importante aclarar que Nietzche, al abordar lo
estético, aborda también lo metafísico (pues
la división que hice anteriormente es una interpretación aclaratoria de las
conceptualizaciones nietzcheanas) De este modo los sentidos
estético y metafísico se entrecruzan y producen
particularidades conceptuales producidas por el paso de un
ángulo puramente metafísico de los conceptos a uno
que, si bien es estético, se presenta empañado por
la perspectiva metafísica. Concretamente hablando, tenemos
que lo principal es que lo dionisiaco se deslinda de aquello que
Nietzche llamó "El Uno Primordial" (aquel absoluto plagado
de contradicciones al que anteriormente me referí).
Así pues, podíamos en el plano puramente
metafísico analogar lo dionisíaco a El Uno
Primordial; no obstante resulta que, analizando la dinámica del arte o la
experiencia estética, es imprescindible deslindar los
conceptos aludidos. Entrando en materia, vemos
que en la dinámica de la experiencia estética lo
dionisíaco, básicamente aunque no
únicamente, viene a ser aquella dimensión de la
práctica artística que conecta con la realidad
absoluta de Lo Uno Primordial. Es pues un destruirse de la
autoconciencia, un aniquilamiento del principio de
individuación, un escapar de uno mismo y de las
apariencias del mundo fenoménico, un mudarse a la unidad y
plenitud de la vida en que todo es fluido indiferenciado ("Panta
rei"). En palabras de Nietzche: [2]
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