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Fundamentos ideológicos de la emancipación latinoamericana



Partes: 1, 2, 3, 4

    1. Incidencia de la
      Ilustración y sus secuelas en el contexto colonial y
      postcolonial

    2. Eclosión de la ideología emancipadora en
      diferentes países de América
      latina

    3. Bibliografía

    Incidencia de la
    Ilustración y sus secuelas en el contexto colonial y
    postcolonial

    Como se afirma en el Atlas Histórico
    "Larousse"[1]a lo largo de la segunda mitad del
    siglo XVIII proliferaron a nivel mundial los levantamientos,
    revueltas y movimien-tos revolucionarios de todo tipo,
    acompañados de intentos reformistas por parte de algu-nos
    gobernantes, y aunque no se debe generalizar acerca del resultado
    o la significación histórica de tales
    fenómenos, "… no es menos cierto que Europa occidental
    y América
    del Norte estuvieron en el centro del proceso
    mundial. Asimismo, está fuera de toda du-da que la
    Revolución
    Francesa estuvo en el centro del proceso occidental
    ".
    Más adelan-te se dice (citamos íntegramente, ya que
    el contenido se acerca bastante a nuestro punto de
    vista):

    "Aunque Luis XVI, Jorge II de Inglaterra y
    José II de Austria fueron víctimas de conmociones
    de la época, aunque la década de 1780 fuera
    netamente fa-vorable a los déspotas ilustrados y asistiera
    a la aparición de curiosas "reacciones
    aristocráticas", y aunque nacieran entonces las primeras
    "repúblicas" extensas de la historia, las revoluciones
    de reyes y príncipes y las revoluciones populares, se
    asemejaban tanto que se contradecían.

    ¿Cuál fue el sentido de su obra
    común? La racionalización de las sociedades y
    las culturas, la secularización, el modelado de lo real
    por el espíritu nuevo. Pe-ro también la
    democratización, la atenuación o la
    destrucción de los privilegios, la igualación de
    los estatus, el paso de la sociedad de
    órdenes a la sociedad de clases, el aburguesamiento, por
    tanto de las élites antiguas y modernas. Igual-mente, la
    liberación de las energías mercantiles y
    productivas, aunque, especial-mente desde la década de
    1780, surgieras sentimientos antimercantiles, testimo-nio de los
    cuales fueron la revolución
    y la contrarrevolución francesa, con sus aspectos
    campesinos muy netos, así como los casos de Noruega,
    Ucrania, Ruma-nía, China,
    Japón,
    Hispanoamérica, etc. En muchos otros casos, por
    último, se manifestó la restauración o el
    reforzamiento de las "patrias" a expensas del cos-mopolitismo o
    del colonialismo, tendencia a la integración de los judíos
    en los países occidentales, primeras actividades
    abolicionistas concertadas de los ne-gros de América del
    Norte, sublevaciones indias o criollas en Latinoamérica, conspiraciones y
    sublevaciones antimanchúes en China, afirmación
    nacional en Vietnam, comienzo de la resistencia
    armada de las grandes etnias africanas con-tra la
    expansión de los boers, insurrecciones griegas contra los
    turcos, modestos comienzos del Resorgimento italiano, desarrollo de
    cierto nacionalismo
    alemán, "patriotas" de Francia y de
    otros países …".

    Como sabemos, a finales del siglo XVII España y
    Portugal dominaban toda la América del Sur exceptuando la
    Guayana, que había sido anexionada y dividida entre Gran
    Bretaña, Francia y los Países Bajos. Desastrosas
    guerras a lo
    largo de todo el siglo habían debilitado seriamente, sin
    embargo, el poderío naval de las potencias
    ibéricas, y sus asentamientos costeros del Nuevo Mundo,
    así como su marina mercante, eran objeto de frecuentes
    ataques por parte de corsarios ingleses, franceses y holandeses.
    Como re-sultado de la consiguiente merma en el tesoro Real tanto
    español
    como portugués se im-puso sobre las colonias una
    fiscalidad opresiva. Las respectivas Monarquías, que
    habían monopolizado el comercio
    colonial desde un principio, impusieron igualmente cada vez
    mayores restricciones a la economía de las colonias, y esto
    contribuyó a agraviar las di-ficultades y el descontento
    de los colonos. A lo largo del siglo XVIII, el desasosiego
    po-pular en las colonias españolas desembocó en
    revueltas en numerosas ocasiones, como fue el caso del Paraguay
    (1721-23), Perú (1780-82) y Nueva Granada
    (1781)[2].

    La flagrante desigualdad
    social constituyó otra de las causas del descontento
    en-tre los colonos tanto españoles como portugueses. Los
    así llamados peninsulares habían nacido en
    la metrópoli y habían sido enviados a las colonias
    para ocupar altos cargos. Solían ser de origen noble,
    desdeñosos hacia otros grupos de la
    sociedad, y por lo gene-ral sólo ansiaban enriquecerse en
    las colonias y volver a Europa cuanto antes. El grupo social
    que seguía a los "peninsulares" en el escalafón se
    componía de los criollos, per-sonas de origen
    europeo, pero nacidas en las colonias.

    Aunque los "criollos" disfrutaban según la
    ley de las
    mismas prerrogativas políticas
    que los "peninsulares", en la práctica se les tenía
    apartados de tales derechos, y en su inmensa
    mayoría estaban excluidos de los altos puestos civiles y
    eclesiásticos. A causa de su odio hacia los
    "peninsulares", los "criollos" se alineaban generalmente con los
    mestizos y mulatos. Después de casi tres
    si-glos de explotación económica e injusticia
    política,
    las colonias sudamericanas se su-mergieron en un poderoso
    movimiento
    revolucionario, liderado por los "criollos" y de carácter básicamente liberal, que
    fue indudablemente estimulado por la exitosa revuelta de las
    colonias británicas en Norteamérica y por la
    Revolución Francesa. A grandes ras-gos se puede dividir la
    lucha por la libertar política en la América
    meridional Española y Portuguesa en dos fases: A lo largo
    de la primera fase, que se extendió de 1810 a 1816, se
    consiguió únicamente la independencia
    de parte del Virreinato de La Plata (lo que ahora es Argentina,
    Paraguay y Uruguay) ; en
    la segunda fase, entre 1816 y 1823, las antiguas colonias
    españolas lograron la emancipación en su casi
    totalidad[3]Según nuestra opinión (y
    es lo que trataremos de defender en este trabajo), el
    movimiento emancipador latinoamericano es perfectamente
    encuadrable en el resto de los fenóme-nos de este tipo que
    se verificaron contemporáneamente en todo el planeta, y
    especial-mente en su versión occidental, que se basaba
    desde el punto de vista ideológico, como es sabido, en el
    concepto de
    "Ilustración".

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