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Historia del perfume (página 2)




Enviado por Jhoel



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Con la llegada de los árabes a España la
perfumería se extendió al resto de Europa. Los
países mediterráneos contaban con el clima adecuado
para el cultivo de flores y plantas
aromáticas, principalmente el jazmín, la lavanda y
el limón, por lo que las costas de España, Francia e
Italia se vieron
de repente rodeadas de plantaciones cuyos frutos eran
aprovechados por los árabes, haciendo del perfume la
principal herramienta de su comercio. Por oriente, el perfume es
introducido en Japón a
través de China, que ya
contaba en el s. VI con grandes artesanos de la jardinería
natural que destinaban parte de sus cosechas al prensado de
pétalos para la fabricación de perfumes. En este
país se le concede al perfume un gran poder, y el
sentido del olfato, siempre desplazado frente a los otros cuatro,
es colocado en la posición que le corresponde. Una de las
artes obligatorias que recoge el Kamasutra es, precisamente,
perfumarse, para así formar una sólida alianza
entre olor y amor,
favorecedora del encuentro erótico entre
sexos.  Aunque en la Edad Media la
utilización del perfume quedara relegada gracias a la
iglesia, si se
siguió usando entre las clases
sociales más favorecidas. Como la higiene personal dejaba
mucho que desear, las mujeres se perfumaban con fuertes y
persistentes aromas, como el ámbar, que alejaban,
aparentemente, el mal olor. En los castillos se aromatizaban
algunas estancias,
naciendogasíeelkprimerlambientadorsdeslashistoria.

La
aparición de la
industria del
perfume
 

Es
aproximadamente en el año 1200 cuando tiene lugar el
acontecimiento más significativo relacionado con el

desarrollo de
la industria
perfumista tal y como hoy la conocemos. El Rey Felipe II Augusto
sorprendió a los perfumistas, que hasta ahora
habían trabajado por su cuenta, con una concesión
mediante la cual fijaba los lugares de venta de perfumes
y reconocía la profesión como tal, así como
la utilidad social
de estas sustancias. Fue entonces cuando se empezaron crear las
primeras escuelas donde se formaron los primeros aprendices y
oficiales de esta profesión, que tras cuatro años
de estudios pasaban a ser maestros perfumistas que supervisaban
los trabajos de prensado de pétalos, maceración de
flores, mezclado de ingredientes, y, en resumen, expertos
encargados de conseguir la fórmula del perfume deseado.
Esta concesión a los artesanos fue apoyada posteriormente,
en 1357, por Juan II, en 1582 por Enrique III, y, en 1658, fue
ampliada por Luis XIV. Se convierte así Francia en la cuna
del perfume.

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En el Renacimiento,
etapa de progreso en todos los campos, los avances en la química permiten
perfeccionar las técnicas
hasta ahora usadas en la extracción del perfume mediante
la destilación. Anteriormente el prensado de
pétalos y la maceración de las flores eran las
únicas técnicas empleadas, pero ahora, este
método
permitía la separación de las partes
volátiles y menos volátiles de las plantas,
consiguiéndose diferentes calidades de productos,
todos ellos pertenecientes a una misma materia prima.
Ahora es posible perfumar todo, desde la ropa y los complementos
(guantes, abanicos, pelucas…) hasta a los
animalesddeccompañia.El s. XIX aporta la posibilidad de
obtener productos aromáticos mediante la síntesis,
o sea, la reproducción de los olores naturales y los
no naturales. Así por ejemplo, en 1893 se obtiene la
ionona, sustancia de olor casi exacto a la flor de la violeta.
Con esta técnica queda cubierto uno de los grandes
problemas de
la industria perfumista: la estabilidad. Las sustancias obtenidas
mediante este procedimiento,
aunque no sean naturales, son más estables, menos
volátiles, haciendo que el perfume permanezca duradero por
más tiempo. Y no
solamente esto, también se abaratan los costes de producción. Como ya se ha mencionado antes,
Francia, y concretamente París, fue la cuna del perfume en
el mundo. Hemos visto como los monarcas favorecieron su
desarrollo y los perfumistas aprendieron rápidamente las
técnicas de extracción de perfume adecuadas. Pero
el protagonismo de Francia en el mundo del perfume se
debió a razones puramente sociológicas. Mientras
que en otros países europeos la austeridad era una
característica destacada del modo de vida de sus sociedades, en
Francia el lujo era símbolo de desarrollo de una
sociedaddmássavanzada.  Al igual que ahora existen
determinados países que ofrecen la posibilidad de "ganarse
la vida" de una forma más rápida y con más
medios,
París ofrecía residencia a aquellos que
pretendían conseguir un buen lugar en el desarrollo de su
profesión, principalmente en las artes. Fue es en este
país donde se crearon y evolucionaron las nuevas
corrientes que pasaron al resto de Europa y también es
allí donde las creaciones están más sujetas
a las modas, tan
volátilesfenfsífmismasfcomolellpropiolperfume. Junto
a la industria perfumera apareció la industria de la alta
costura, símbolos ambos del refinamiento y la
vanguardia.

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Técnicas de extracción del
perfume

Los
procesos de
fabricación de perfumes han variado considerablemente a lo
largo de la historia, aunque hoy en
día se siguen empleando técnicas antiguas que
siempre han dado muy buen resultado, como por ejemplo la
maceración de flores. Esta técnica, empleada
durante todo el s. XVIII consiste en cocer grasas
animales
purificadas y añadir las flores una vez que esta ha sido
calentada. Las grasas arrebatan el aroma a las flores, que
posteriormente son retiradas. El producto
resultante, que se solidifica casi inmediatamente, se conserva
tal cual. También puede posteriormente eliminarse esa
grasa, quedando aislado el aceite que
contienelellaroma.

 Los aceites esenciales se extraen desde las
materias primas naturales mediante destilación. Con esta
técnica se tratan flores, hojas, raíces,
maderas… Las sustancias que llevan el olor son arrastradas
en el vapor de agua. Al tener
la esencia y el agua
distinta densidad, se
separan fácilmente másltarde.Otros aceites
más delicados, y con los que esta técnica no
funciona, se extraen a través de disolventes
volátiles. La planta de la que se va a extraer el aceite
se pone en maceración, utilizando el disolvente apropiado
(petróleo o benzol). La esencia queda
disuelta y el disolvente se elimina por evaporación. El
resultado se denomina concreto. Este
aún contiene ceras que, al carecer de valor
odorífero, han de ser eliminadas. Esto se realiza mediante
un lavado con alcohol (de
mayor graduación que el de uso doméstico) que una
vez evaporado, da lugar al absoluto, un aceite altamente
concentrado que es la
materialprimalmáslapreciadalenlperfumería. Para
extraer el aceite esencial a los cítricos, se utiliza la
técnica de compresión. Al comprimir la
cáscara, se liberan las cápsulas de esencia que
éstos contienen.La técnica de exudación es
empleada con los árboles
que poseen resinas olorosas practicando un corte en su corteza,
el cual es recogido lentamente en bolsas. Estas resinas son
tratadas posteriormente con alcoholes.

 A partir de estas materias primas
secundarias se crean productos muy dispares que van desde el
perfume envasado que utilizamos diariamente hasta ambientadores
para el hogar, pasando por infinidad de productos como
bálsamos, desodorantes, aceites y leches corporales,
polvos de talco, geles de baño, maquillajes, barras de
labios, etc.., así como productos de capricho como hojas
de papel y lacres perfumados, velas perfumadas, rosarios de
pétalos de rosa, tintas olorosas para enamorados… y
un sinfín de productos
inimaginables,todoslelloslperfumados.Pero dentro de los perfumes
"normales", también existen diferentes calidades en cuanto
a la cantidad de esencia empleada en la fórmula.
Así podemos hablar de Extracto cuando la
concentración de esencia alcanza el 40% en relación
el la cantidad de alcohol. Esta es la más cara de todas, y
se suele presentar en forma de crema. El Eau de Parfum puede
contener un 20% de esencia, el Eau de Toilette contiene un 10% y
el Eau de Cologne no supera el 5%.

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La
elaboración del perfume

La
realización de un perfume es actualmente muy diferente a
como era en la antigüedad. Los adelantos científicos
y técnicos nos han permitido realizar fórmulas cada
vez más complejas que antes se llevaban a cabo
únicamente mediante la experimentación. La
elección de materias primas de
calidad, las
técnicas de destilado y el trabajo de
los profesionales son las claves del éxito.
Materiaslprimas

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 De ellas depende principalmente la calidad
del perfume. Mantener la fórmula original cuesta si los
métodos de
producción de éstas se ven alteradas y hay que
recurrir a productos de calidad secundaria. Existen infinidad de
materias primas utilizadas en la fabricación de un
perfume, pero se pueden dividir básicamente en productos
naturales (vegetales, animales o minerales) y
productoslsintéticos.

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ProductoslnaturalesDentro de los vegetales
se puede escoger entre flores (rosa, jazmín, clavel,
jacinto, flor de azahar, narciso, nardo, violeta…),
plantas aromáticas (lavanda, melisa, salvia, romero,
cantueso, espliego, tomillo, mejorana…), agrios (naranja
-dulce o amarga-, limón, mandarina, pomelo,
bergamota…) algas y líquenes (musgos y algas
marinas), especias (vainilla, cardamomo, cilantro, clavo…)
granos y semillas (anís, eneldo, alcaravea…),
cortezas y raíces (canela, jengibre, vetiver,
angélica, cálamo…), balsamos y resinas
(estoraque, incienso, mirra, galbano…), maderas (abedul,
cedro, ciprés, pino, sándalo, laurel,
pachulí…) y otros aromas (tabaco,
manzanilla, verbena, artemisa…).

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Los productos animales sirven como fijadores de
los vegetales, confiriéndoles persistencia y se les
atribuye capacidad de atracción sexual (almizcle,
cachalote, castoreo…, y también resinas, como el
ámbar). (Es necesario mantener un nivel de
evaporación igual para todos los elementos que componen el
perfume). Los productos minerales son principalmente petróleo y
sulfuro de hidrógeno.Productoslartificialeslolsintéticos Producidos
mediante reacciones
químicas, se fabrican con la intención de
reproducir aromas naturales. Un ejemplo de ellos son las
anteriormente mencionadas ionomas. Con estos olores "de laboratorio"
se consiguen sorprendentes resultados. Un experto, hoy en
día, tiene dificultades a la hora de distinguir un aroma
artificial de uno natural, y obviamente, su empleo resulta
mucho más beneficioso, por lo económico, para los
fabricantes de perfumes. Es por esta razón por la que los
laboratorios no escatiman a la hora de invertir insultantes
cantidades de dinero en
tecnología

TABLA DE MATERIAS PRIMAS

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LalfórmulaSin una cuidada fórmula
para la elaboración de un perfume, éste no existe.
La fórmulaleslellalfalylomegaldeltodolperfume.La idea no
es mezclar aromas afines al azar en una probeta para conseguir
algo que huela bien, sino combinarlos en las proporciones
adecuadas teniendo en cuenta que ciertas esencias no son
compatibles con otras, y que se pueden alterar las propiedades de
ambas en la mezcla.Como explica el creador de perfumes de fama
universal Edmund Roudnitska, "Componer no es equilibrar
productos, sino conjugarlos, es decir, sacar partido de todos los
atributos para obtener una forma nueva e interesante, que
será el resultado de todas las formas que lo componen,
algo que va más allá de la simple adición y
neutralización…".

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Aunque la primera fórmula que conocemos de un perfume
parte de un escrito del s. XIII a. C., estas han evolucionado
mucho debido tanto a la experimentación como a los
avances
tecnológicos. Hoy en día, mediante
técnicas de cromatografía de gases, podemos
averiguar, con una aproximación bastante sorprendente, los
componentes de un perfume cualquiera por complicada que sea su
fórmula, así como sus proporciones exactas.
Aquí entra en juego la
imitación. En estas últimas dos décadas, y
gracias a esta técnica, las imitaciones de perfumes han
alcanzado tal auge, que un gran perfumista lo tendría
difícil a la hora de diferenciar una gran creación
de una vulgar imitación. MATERIAS PRIMAS

Un envase digno
de un gran perfume

La aparición del primer envase
coincidió con la aparición del primer perfume,
sólido (ungüentos y ceras) o líquido. Al ser
una sustancia volátil se debía evitar de
algún modo su natural y rápida evaporación.
Pero mucho antes de la aparición del cristal, hacia el s.
I a. C., los egipcios ya fabricaban recipientes de diorita y de
alabastro que, además de aislar el producto, conservaban
frío su contenido para que no perdiera ni una de sus
propiedades odoríferas.  Los griegos y romanos
utilizaban cerámicas decoradas con esmaltes hasta que
Egipto
comenzó a exportar sus envases. Posteriormente, con la
llegada del vidrio, todos
aceptaron rápidamente este material por su ligereza y
transparencia. Casi inmediatamente llegaron los frascos
esmerilados.

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 Entre los s. XVI al XIX los nobles
adquirían separadamente perfume y envase, teniendo
así el consumidor su
fragancia favorita dentro del envase que más le agradaba.
Cuando la burguesía comenzó a ser consumidora, la
demanda de
envases de vidrio se disparó, apareciendo de este modo los
primeros envases fabricados exclusivamente para perfumes. Los
cristales eran cortados por los artesanos con sumo cuidado, para
posteriormente ser tallados almano.Por tanto, poseer un perfume
era símbolo de poder económico y refinamiento,
así los frascos con perfume eran colocados en los salones
de las casas,allalvistaldeltodos.  Es en esta época
cuando se fabrican verdaderas obras de arte que ahora
sería imposible elaborar debido a que el coste del envase
superaría con creces al coste del perfume; todavía
se conservan en museos (o en domicilios particulares, por
herencia)
auténticas joyas realizadas a mano y adornadas con
oro, plata y
piedras preciosas.

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Ingredientes de
perfumería

El perfume es una mezcla que contiene sustancias
aromáticas, pudiendo ser éstas aceites esenciales
naturales o esencias sintéticas; un disolvente que puede
ser sólido o líquido (alcohol en la mayoría
de los casos) y un fijador, utilizado para proporcionar un
agradable y duradero aroma a diferentes objetos pero,
principalmente al cuerpo
humano.

Los aceites esenciales son sustancias orgánicas,
líquidas aunque algunas veces sólidas, de olor y
sabor acres, irritantes e incluso cáusticas. Pueden
destilarse sin descomposición, no son miscibles en el agua
pero son solubles en alcohol y éter. No tienen el tacto
graso y untuoso de los aceites fijos y no dan jabón.
Disuelven los cuerpos grasos, la cera y las resinas.

Su composición química es variadísima; a
menudo encierran hidrocarburos
de fórmula C10H16 o un múltiplo o
submúltiplo y un compuesto oxigenado o alcanfor. Algunos
contienen éteres, alcoholes, fenoles; otros, contienen
azufre. Existen en todos los órganos de las plantas pero
especialmente en las hojas y en las flores.

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La mayor parte de las esencias ya existen completamente
formadas en la planta o vegetal; sin embargo, otras no preexisten
sino que se forman por la acción
del agua sobre determinadas partes del vegetal por cuya
acción se combinan ciertos elementos que se encuentran en
las células y
determinan la formación de la esencia.2

Los fijadores que aglutinan las diversas fragancias incluyen
bálsamos, ámbar gris y secreciones glandulares de
ginetas y ciervos almizcleros (estas secreciones sin diluir
tienen un desagradable olor, pero en solución
alcohólica actúan como conservantes). En la
actualidad, estos animales están protegidos en muchos
países, por lo que los fabricantes de perfumes utilizan
almizcle sintético.

La cantidad de alcohol depende del tipo de preparación
al que vaya dirigido. Normalmente, la mezcla se deja envejecer un
año.

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Extracción
de fragancias

Los aceites esenciales se extraen de los vegetales que los
contienen formados o que contienen los elementos para su
formación. Su extracción industrial tiene gran
importancia; existen distintos procedimientos:

Alambique para la destilación de perfume

  • Destilación. Este método es el más
    empleado especialmente para flores, plantas y hierbas, tales
    como la lavanda, rosas, alhucema, tomillo, sándalo,
    mimosa, etc. Para ello, se emplea un alambique de cavidad
    bastante grande. La parte del vegetal que contiene la esencia
    (raíz, hojas, flores, corteza, etc.) se machaca y se
    introduce en el alambique. Es conveniente no poner la materia
    en contacto directo con la caldera; por este motivo se coloca
    en sacos o en un vaso en forma de criba que se dispone en el
    centro de la cucúrbita. Se añade el agua
    suficiente para que la materia esté completamente
    bañada y al cabo de algunas horas de maceración
    se procede a la destilación. El aceite esencial es
    arrastrado por el vapor de agua, aunque su punto de
    ebullición en general es muy superior a 100º. Los
    productos de la destilación son recogidos en un vaso
    en el que se separan fácilmente el agua y la esencia.
    Para las esencias más ligeras se dispone del llamado
    recipiente florentino. La esencia va a la parte superior y se
    acumula en el recipiente mientras que el agua se escapa por
    un tubo encorvado que nace de la base del recipiente. Para
    las esencias más pesadas se usa otro tipo de probeta
    en la que se deposita el líquido en la base y el agua
    escapa en altura. En todos los casos, el agua que sale
    arrastra un poco de esencia en disolución o en
    suspensión. Esta agua retorna al alambique para
    aprovecharla en operaciones sucesivas.

  • Expresión. Otro procedimiento extractivo es
    la expresión; muy conveniente en el limón, la
    naranja y la mandarina. Consiste en exprimir la corteza del
    fruto, obteniendo así el aceite que ésta
    contiene.

  • Enfleurage. El procedimiento extractivo de
    disolución sirve para ciertas flores
    delicadas; utilizando para esto ciertas sustancias grasas que
    tienen la propiedad de absorber los perfumes por contacto. Si
    se procede a la temperatura ordinaria, la operación se
    llama enfleurage como ocurre con la vara de
    Jesé y el jazmín. Consiste en impregnar las
    sustancias aromáticas en grasa y después
    extraer el aceite oloroso con alcohol. También se
    utilizan compuestos químicos aromáticos.

  • Maceración. Cuando se procede por maceración
    es necesario colocar las flores en unas grandes calderas
    manteniéndolas sumergidas a fin de que suelten el
    perfume.2

Tipos de
perfumes

Etiqueta de Agua de colonia (1868)

Existen diferentes tipos de perfumes,
según su intensidad aromática:

  • Perfume: la forma más
    concentrada, entre el 15-40% de esencia aromática.

  • Eau de Perfume (EdP):
    concentración del ~15%.

  • Agua de baño, más
    conocida como Eau de Toilette EdT:
    concentración del 7-15% (~10%).

  • Agua de colonia = Eau de
    Cologne
    EdC: la misma concentración que el
    anterior pero con aromas cítricos predominantemente:
    sólo un 3-6% (~5%) de concentrados.

  • Splash perfumes EdS: ~1% de concentrados.

Al aplicarse el perfume sobre la piel, el
calor del
cuerpo evapora el disolvente, permaneciendo las sustancias
aromáticas, que se disipan gradualmente durante varias
horas.

Historia del
perfume

El arte de la elaboración de perfumes nació en
Egipto, fue desarrollado por árabes y romanos y desde
España se reintrodujo en Europa durante el Renacimiento. Fue
en Francia, hacia el siglo XIV, donde se cultivaron flores para
elaborar los perfumes, permaneciendo ésta desde entonces
como el centro europeo de diseño
y comercio en perfumería. Mientras que en la Europa del
siglo XVIII el perfume era utilizado por la nobleza, en Oriente,
especialmente en Japón, el perfume constituía un
arte, llamado kodo o arte del incienso, practicado además
por la burguesía.

Los primeros olores

Sin lugar a dudas, los aromas de la naturaleza han
acompañado al ser humano desde el principio de los
tiempos: las flores, el mar, los árboles… No obstante,
la palabra «perfume» evoca una fragancia agradable
que podemos llevar con nosotros.

Ramón Planas i Buera, del Museo del Perfume de
Barcelona, imagina que todo comenzó en la Prehistoria, el
día que uno de aquellos hombres primitivos encendió
una hoguera para calentarse o para alejar las fieras que pudieran
acecharle y, por pura casualidad, encendió algunas ramas o
resinas de un árbol y éstas comenzaron a desprender
un olor agradable, un olor inédito que nunca antes
había sentido nadie. Alejandro Pose acota: "Seguramente un
niño debe haberse visto inevitablemente atraído por
las llamas: acercó una rama a la hoguera y después
de recibir el grito y reto de sus padres se alejó
corriendo con el palo humeando, invadiendo el ambiente con
una nueva fragancia". "Quizás el hecho de encontrarla tan
agradable y de que el humo se elevase directamente hacia el
cielo, les hizo pensar en utilizarlo como ofrenda a las
divinidades o a las fuerzas sobrenaturales que lo habitaban y que
desde allí arriba regían sus frágiles
destinos en la Tierra"
cierra Don Ramón. ¿Por qué no?. Aún
en la actualidad son innumerables las ceremonias y religiones que
utilizan fuertes aromas como parte de las alabanzas a santos,
dioses o demonio

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Perfumes divinos

En el año 3500 a.C., Sumeria era la
civilización más avanzada y compleja del mundo; los
sumerios crearon el primer sistema de
escritura del
mundo, los primeros en usar instrumentos de bronce, los primeros
en fabricar ruedas y contrariamente a lo que muchos suponen,
fueron ellos y no los egipcios los que desarrollaron por primera
vez ungüentos y perfumes.

Cuando los arqueólogos encontraron el
sepulcro de la reina Schubab de Sumeria, se sorprendieron
bastante al hallar a un costado del cuerpo una cucharita y un
pequeño pote trabajados con filigrana de oro: la coqueta
reina había guardado allí su pintura para
los labio. En la Epopeya de Gilgamesh (un poema asirio del
año 2300 a.C. probablemente copiado de textos acadios
mucho más antiguos) se encuentran muchas citas que hacen
referencia a la perfumería y a la
cosmética[cita requerida].

Egipto no tardó en tomar de los sumerios
la idea de la escritura y todo lo referente a la
cosmética. Los sacerdotes literalmente fumigaban sus
oraciones con perfumes –que ellos mismos elaboraban-,
empleando olores fortísimos que favorecían la
elevación del alma: mirra,
resina de terebinto, gálbano, olíbano,
láudano… Los aceites perfumados, los ungüentos y
las pinturas también formaban parte del rito: muy temprano
por la mañana, cada sacerdote procedía al aseo de
las estatuas divinas untándolas con ungüentos y
maquillando sus rostros (los de las estatuas y los propios).
Así obtenían la protección de los dioses y
se aseguraban un tranquilo y seguro paso al
más allá. Justamente esta creencia es la que
explica la práctica del embalsamamiento: conservar intacto
el cuerpo en sustancias imputrescibles y perfumadas para entrar
así en el cielo de los egipcios.

A mediados del 400 a.C., Heródoto
escribió sobre este tema:

Se empieza quitando el cerebro por los
orificios de la nariz con un gancho de hierro
inyectando en ellos drogas
disolventes. A continuación, se realiza una
incisión en los costados con una piedra de Etiopía
cortante y se retiran los intestinos que se limpian con vino de
palma y se purifican con aromas molidos. Se llena el abdomen de
mirra, de canela y de otros aromas y se vuelve a coser.
Después se sumerge el cadáver en natrón
donde se deja durante setenta días… Luego, se lava el
cuerpo y se envuelve en finas bandas de lino recubiertas por una
especie de goma…

Esta cita sirve para reflejar la importancia del
perfume como sinónimo de pureza y exaltación divina
(cuando se abrió la tumba del faraón Tutankamon se
hallaron más de tres mil potes con fragancias que
aún conservaban su olor a pesar de haber permanecido
enterradas por más de 30 siglos).

Las mujeres de la alta sociedad
acostumbraban a ponerse debajo de las pelucas que habitualmente
llevaban, unos conos fabricados con grasa de buey impregnada de
diversos perfumes.

Grecia

En la Grecia
clásica todo cuanto representaba belleza, estética, armonía,
proporción, equilibrio,
tenía un origen divino y se personificaba en divinidades y
héroes mitológicos. No es extraño, por
tanto, que supusiesen a los ungüentos y perfumes que
contribuían a enaltecer la belleza, un origen divino.

Según la tradición homérica
fueron los dioses del Olimpo quienes enseñaron a los
hombres y a las mujeres el uso de los perfumes. En la mitología, encontramos muchos relatos en
los que diosas, ninfas y otros personajes pasan por ser los
creadores de los aromas. Y así vemos que la rosa, que
antes era blanca y sin olor, tiene su color rojo y su
aroma penetrante, desde el día en que Venus se
clavó una espina de un rosal y con su sangre la
tiñó de rojo. La rosa se volvió tan bella
que Cupido, al verla, la besó y desde aquel momento
tomó el aroma que ahora tiene.

Otro día que Venus se bañaba a la
orilla de un lago, fue sorprendida por unos sátiros.
Venus, huyendo, se escondió entre unas matas de mirto que
la cubrieron y los sátiros no la encontraron. Agradecida
dio a los mirtos la fragancia intensa que ahora desprenden.
Cuando Esmirna cometió su gran pecado, como
castigo fue convertida en un árbol, pero lloró tan
amargamente que las diosas aminoraron el castigo y la
convirtieron en el árbol de la mirra que llora resinas
aromáticas.

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Dejando aparte la mitología, el origen y
desarrollo de la perfumería en Grecia lo encontramos en
sus vecinos de Creta y en sus colonias, así como en Siria
y otros pueblos mediterráneos. Los perfumistas de estos
países instalaron sus negocios en
las ciudades griegas, y, en pequeñas tiendas o en paradas
desmontables en las ágoras o en los mercados
públicos, vendían los productos que elaboraban.

Los griegos no tardaron en aprender y muy pronto
importaron esencias orientales y se convirtieron en grandes
maestros en la elaboración de ungüentos y perfumes.
Hombres y mujeres los usaban en tanta abundancia que
Solón, un de los siete sabios de Grecia, prohibió
por ley el uso de
esencias para limitar los gastos que
ocasionaban sus importaciones.

Estas leyes
restrictivas duraron poco tiempo. No se podía ir en contra
de la voluntad de la mayoría y muy pronto volvió la
costumbre de perfumarse y ofrecer a los dioses, después de
los sacrificios habituales de animales, los aromas del incienso y
de la mirra en los actos litúrgicos.

Estas resinas olorosas las importaban de Arabia y
resultaban muy costosas, hasta el punto, que cuenta Herodoto, que
en cierta ocasión vio como Alejandro
Magno ofrecía en su oración gran cantidad de
incienso delante un altar, su maestro Leónidas le
reprendió diciéndole: "si quieres quemar tanto
incienso espera conquistar la tierra que lo
produce". Alejandro no respondió, pero mas tarde, cuando
conquistó la Arabia, envió a Leónidas un
cargamento de 500 talentos de incienso y 100 de mirra.

Pero no todo el mundo en Grecia tenía
afición por los olores. A Sócrates
no le gustaban y afirmaba que los hombres no debieran usar
perfumes, puesto que una vez perfumados, hacía el mismo
olor un hombre libre
que un esclavo. En cambio
Diógenes que era hombre descuidado, mas bien sucio, que
vivía dentro de un túnel, se perfumaba los pies y
lo justificaba diciendo: "si me perfumo mis pies, el olor llega a
mi nariz, si me lo pongo en la cabeza solo los pájaros
pueden olerlo".

Etruria

La antigua Etruria, que se corresponde geográficamente
con la actual Toscana italiana, desarrolló una cultura
autóctona, diferenciada de sus vecinos, y misteriosa por
sus orígenes. Aun hoy en día, los historiadores no
se han puesto de acuerdo, acerca de su aparición en la
historia de los pueblos. Unos, la hacen derivar de la cultura
protohistórica vilanovense que se desarrolló en la
ribera del Adriático, entre los valles del Arno y del
Tiber, y que surge en la historia de las culturas hacia el 750
a.C.; en tanto que otros, Herodoto el primero, los hacen
originarios de Lidia de donde hubieran llegado, huyendo de una
ola de hambre en su país.

A este hecho enigmático de su origen, se ha de
añadir el de su lengua;
todavía no descifrada; la singularidad de sus creencias
basadas en los oráculos y adivinanzas; su arte original e
inconfundible, de influencias orientales, marcado, mas tarde, por
la impronta del mundo helenístico; su ordenamiento social
y el protagonismo de la mujer etrusca
dentro de una sociedad liberal y epicúrea.

Todos estos enigmas trasladados a nuestro objetivo de
relatar la evolución de la historia de la
perfumería, se traducen en la incógnita de saber si
fueron los lidios los que trajeron consigo el uso de los
cosméticos y los aromas, o bien, se desarrollaron dentro
de una propia cultura anterior.

La falta de fuentes
literarias nos impide el
conocimiento exacto de cuales fueron las materias utilizadas
en la elaboración de los aromas. Nos obliga a recurrir a
la ayuda de la arqueología, para ilustrarnos sobre las
primeras materias usadas y sobre los envases que hicieron servir
como contenedores de perfumes. En este último aspecto,
destacan las formas clásicas de los alabastrones egipcios,
la de los "lekytos" griegos", así como los "askos", las
"píxides"o pequeñas cajas de cerámica para guardar ungüentos o
cosméticos y los "arybalos" esféricos, o en forma
de bombilla y también los llamados de rosquilla por su
forma característica.De los numerosos materiales con
los que estaban elaborados, no nos podemos olvidar ni de los
metales
preciosos ni de las piedras duras, pero una exclusiva de la
artesanía etrusca aplicada a los vasos para ungüentos
perfumados, fue la cerámica de "buchero", de color negro y
de textura muy fina, con la que lograban vasos de paredes
extremadamente delgadas y brillantes que los hacían
especialmente delicados y bellos.

El pueblo fenicio y Cartago

Los fenicios,
cananeos de raza y semitas de lengua, se establecieron hace 7000
años, en una débil franja de tierra entre el mar y
los montes del Líbano. Era gente hábil, inteligente
y laboriosa, que se enriquecieron con el comercio de dos
productos que tenían a pié de obra: la
púrpura para teñir la tela, que extraían del
murex, un caracol de mar, y la madera de los
cedros de las montañas del Líbano.. Fueron grandes
navegantes y mejores comerciantes. Vivieron en ciudades-estado,
prósperas e independientes y fueron grandes amantes de los
perfumes. Con estos antecedentes y con una gran flota de naves
ligeras, de proa estilizada, eran temibles en el mar y estaban
preparados para abrir factorías en todo el
mediterráneo que. con el tiempo, se convertirían en
ciudades. Compraban metales de toda clase, nobles
y útiles, y vendían madera de cedros a los egipcios
y artículos manufacturados a los habitantes de las islas
griegas hasta las costas del sur de Italia y España. No
tenemos demasiadas noticias de
los productos aromáticos que usaron, pero si que tenemos,
y muchas, de la enorme cantidad de frascos para perfumes que
manufacturaron. En todos los periplos que hicieron en todas las
factorías donde se establecieron y sobre todo en todas las
ciudades que fundaron, en particular Cartago, pero
también, Chipre, Creta, Málaga, Cádiz y e
Ibiza y tantas otras, encontramos los restos de su paso o de su
estancia. En relación con la perfumería,
podríamos decir que, aparte de los frascos de vidrio o de
pasta vítrea, que cambiaron o vendieron, y que encontramos
en todos los museos arqueológicos del mediterráneo,
fueron los suministradores de esencias para los habitantes de sus
colonias. Sin pecar de exagerados, nos atrevemos a decir que los
fenicios se convirtieron en los primeros distribuidores de
perfumes de la cuenca meditarrénea.

Cuando Tiro, la última ciudad de los
fenicios, cayó en manos de Alejandro, después de
mas de 6000 años de estancia, todos los vencidos que
pudieron, huyeron a Cartago que era ya una gran metrópolis
de raíces fenicias. Los cartagineses continuaron las
costumbres de su origen y, entre ellas, el uso de los perfumes,
pero sin que se distinguieran en abusar de ellos. Los
cartagineses se convertirían en un pueblo de
conquistadores, y después de 118 años de guerras con
los romanos, Cartago acabaría en una ciudad tan romanizada
como la misma Roma.

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El desarrollo de
la cosmética

A través del Mediterráneo, los griegos
introdujeron sus costumbres hasta España, incluso su amor
por los perfumes. Así, los primeros perfumistas y barberos
salieron de una colonia griega al sur de Italia y se instalaron
en Roma en los tiempos de la
República. Aunque en sus inicios Roma era un pueblo
pobre y austero que se dedicaba principalmente a cuidar sus
huertos y rebaños y secundariamente a defenderse de sus
vecinos, las sucesivas victorias militares y una constante
expansión unida al debilitamiento del poder etrusco, la
convirtieron en una ciudad brillante y próspera, que
pasó de la frugalidad a la opulencia.

La cosmética floreció en Roma como nunca antes
había ocurrido en ningún lugar y así como
ahora los productos de belleza pretenden venir de París,
era elegante decir que las fragancias llegaban desde Grecia
(aunque no lo fueran…). Las damas romanas tenían una
forma bastante particular de perfumarse: hacían llenar la
boca de sus esclavas con perfumes para luego ser espurreadas en
rostro y cuerpo. Una especie de vaporizador humano.

Pero en Roma no sólo las personas se perfumaban…
Antes de una batalla o en los regresos victoriosos, se
humedecían los estandartes de las legiones con fuertes
fragancias y también era común perfumar salones,
vestidos, teatros, armas y hasta los
animales, sin mencionar cualquier ceremonia religiosa, casamiento
o entierro. Se cuenta que el emperador Nerón -durante sus
banquetes más selectos- hacía caer desde el techo
miles de pétalos de las más variadas y
exóticas flores a la vez que soltaba pájaros con
sus alas embebidas en perfumes, para que la fragancia se
esparciera durante el vuelo (recordemos que su mujer, Popea,
amaba bañarse en leche de
burra, obligando a trasladar durante sus viajes a casi
trescientos de estos animales para ser ordeñados cada
mañana).

El cristianismo
trae consigo una regresión en la utilización de los
perfumes y los cosméticos y la condena a las
«artimañas del diablo» utilizadas por las
mujeres para seducir a los hombres. San Clemente de
Alejandría autorizaba los baños, pero condenaba los
establecimientos que de día y de noche se ocupaban de
masajear, untar y depila]. San Jerónimo, San Cipriano y
Tertuliano echaron espuma por la boca maldiciendo contra los
ungüentos y perfumes pero, como siempre, las mujeres se
salieron con la suya y no tardó en ponerse de moda morder
delicadamente una ramita de mirto con el fin de mostrar
así una bella dentadura.

La Biblia quien vuelve a mostrarnos el uso extendido de la
perfumería: en el Nuevo Testamento vemos a la hermana de
Lázaro ungiendo los pies de Jesús con perfume o a
los tres Reyes Magos dejando incienso y mirra en Belén.
Tanto el nacimiento de Jesús como su muerte
están realcionados con los perfumes:

Fue también Nicodemo, aquel que anteriormente
había ido a verle de noche, con una mezcla de unas cien
libras de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús
y lo envolvieron en vendas, con los aromas.

Oriente y el Renacimiento

En Oriente, el imperio
Bizantino, heredero de Roma, tomó su relevo en el arte
de la perfumería y desarrolló una industria muy
importante, quizás más que la de la propia Roma,
por el hecho de tener mas cerca las primeras materias y contar
con una mano de obra de población oriunda de sus vecinos orientales
de tradición perfumista; en tanto que Roma era un
país eminentemente importador. Pero no tardaría
demasiado en surgir una nueva potencia
perfumera, la de los árabes.

La Arabia del sur hoy desértica, en los tiempos
más antiguos era una tierra paradisíaca donde la
abundancia de bosques frondosos y la belleza de sus jardines con
sus árboles aromáticos la convertían en
misteriosa y exótica. De la Arabia lejana conocida por los
clásicos como "la tierra de los perfumes", llegaban hasta
las costas mediterráneas las caravanas de camellos que,
atravesando el desierto, transportaban el incienso y las esencias
para los mercados de Occidente. A principios del
sigloVII se inicia en Arabia una nueva civilización, una
nueva cultura basada en un hecho religioso. Mahoma predica su
doctrina y funda el Islam que en poco
tiempo se extendería desde el Oriente medio hasta
España. Mahoma, como buen árabe, fue un enamorado
del perfume y en el Corán se promete a los creyentes un
paraíso perfumado, con grandes ríos, árboles
y jardines y bellas hurís de ojos negros, hechas del
almizcle más puro.

En perfumería los árabes fueron los grandes
expertos que supieron asimilar y perfeccionar los conocimientos
de las culturas anteriores, aprovechando su saber y sus nuevas
técnicas. Pusieron al día el alambique para
destilar el alcohol, que utilizaron como soporte de las esencias,
para elaborar los perfumes y extendieron el uso del Agua de
Rosas, del
almizcle y la algalia que fueron las reinas de las aromas en toda
la Edad Media. Poco tiempo después, los que volvían
de las cruzadas y los mercaderes que retornaban de Oriente se
encargaron también de introducir los perfumes en todo el
Occidente.

Los intercambios entre Oriente y Occidente se vieron
favorecidos por las Cruzadas (1096-1291) y los mercaderes
comenzaron a inundar el mundo conocido con nuevas fragancias y
especias, además de poner otra vez de moda la costumbre de
acompañar el aseo con aplicaciones perfumadas.

Durante el Renacimiento se produjo un redescubrimiento de la
cultura greco-romana y, con la invención de la imprenta,
numerosos tratados antiguos
de perfumería fueron traducidos y publicados en
francés e italiano, haciendo llegar a la población
mil y una maneras de usar los perfumes. Por desgracia, en este
período es cuando se deja de lado la higiene personal y se
recurre a los perfumes para "no oler como carneros". Es tan
común entre las damas no bañarse como ponerse en
las axilas y entre los muslos esponjas perfumadas.
Lógicamente, la sarna estaba a la orden del día
tanto para la plebe como entre los ricos y famosos (uno de los
asistentes de Juana I de Castilla, también conocida como
la Loca, escribió[cita requerida] en una de
sus cartas: "las
hijas de la reina mejoran poco a poco de su sarna").

Enrique IV de Francia no solamente no se lavaba nunca sino que
ni siquiera tenía por costumbre perfumarse. En su noche de
bodas, su esposa estuvo a punto de desmayarse y cartas de sus
amantes dejaron testimonios de las naúseas y
vahídos que sufrieron al compartir su lecho. Pero parece
que por lo menos se bañó una vez. Fue en el Sena,
en donde antes de hacerlo, y a la vista de todos, orinó
abundantemente. Y viendo que su hijo, el futuro Luis XIII, dudaba
en meterse al agua, le dijo: [cita requerida]Con confianza,
báñate y no tengas miedo que más arriba del
río otros habrán meado antes que yo.

Florencia y Venecia fueron las capitales del perfume. Al morir
la alquimia en pos del nacimiento de la química, el arte
de la perfumería evolucionó notablemente ya que
mejoraron los procesos de destilación y la calidad de las
esencias. Empleando técnicas orientales, Venecia produjo
los primeros frascos de vidrio soplado; algunos vidrieros de esa
región emigraron a Alemania y
Bohemia, donde encontraron un cuarzo bastante duro que les
permitió tallar, grabar, pulir y decorar a gusto sus
envases; dejaron el soplado del vidrio y llevaron el arte de la
perfumería hacia nuevos horizontes.

La moda renacentista imponía el uso de guantes y estos
indefectiblemente debían estar perfumados. Grasse, un
pequeño pueblo al sur de Francia, los fabricaba en grandes
cantidades y sus guanteros decidieron entonces perfumarlos ya en
la fábrica. Para eso comenzaron con el cultivo de lavanda,
jazmín, mimosa, naranjos, rosas… En la actualidad,
Grasse cuenta con más de dos mil quinientos
técnicos dedicados exclusivamente a la industria del
perfume[cita requerida].

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El perfume en la
actualidad

La Revolución
Francesa estancó el mercado de los
perfumes, por estar asociado íntimamente a la nobleza, con
una excepción: una fragancia llamada "Guillotine"
–de origen desconocido- que se puso de moda entre las
ciudadanas[cita requerida]. Esta etapa duró tan
sólo doce años.

La llegada de Napoleón (amante de los buenos aromas)
marcó el final de la república francesa y el
retorno de una nobleza distinta, pero nobleza al fin. A partir de
este punto, los perfumes, antes en manos de artesanos y
pequeños industriales, cobraron el fuerte impulso que
convertiría a la perfumería en una de las industrias
más dinámicas y lucrativas del mundo. No se trata
sólo de la fragancia, también cuenta su frasco, el
envoltorio y la publicidad.

Pensemos en los millones y millones de
dólares que recaudó el perfumista François
Coty al unirse con el maestro vidriero René
Lalique[cita requerida], quien también se
llenó de oro al perfeccionar sus técnicas con el
cristal y producir también frascos para Lubin, Orsay,
Guerlain, Piver, Roger, Molinard, Gallet y Volnay. O las
vidrierías Brosse que se ganaron la admiración del
mundo a partir de los años 20 con el hermoso, sobrio y
depurado frasco del Chanel nº 5 y la famosa bola negra del
Arpége, de Jeanne Lanvin.

Material para lo divino… Objeto de
seducción… La perfumería del siglo XXI no puede
escapar a ciertas imposiciones. Si antes los catadores de
fragancias (llamados "narices") determinaban el rumbo de una
moda, ahora deben escuchar al departamento de marketing y
bajar sus cabezas (o narices) a fin de seducir a un
público cada día más mediatizado. ¿O
cómo se explica en nuestro mercado la aparición de
perfumes como el de Antonio Banderas, Sofía Loren,
Gabriela Sabatini ó Susana Giménez? Si el perfume
del siglo XX se vio favorecido con el refinamiento de las
técnicas químicas de los olores, este milenio debe
resistir cualquier facilismo y moda e incorporar nuevas
tecnologías que se acoplen a los principios
artísticos que heredamos de los viejos sumerios.

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