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José Martí, compilación de artículos sobre deportes (II) (página 2)




Enviado por Ramón Guerra Díaz



Partes: 1, 2

Dicen en los Estados Unidos
que este juego es
nuevo, y nunca lo ha habido antes; pero no es muy nuevo, sino
otro modo de jugar a la gallina ciega. Es muy curioso; los
niños
de ahora juegan lo mismo que los niños de antes: la gente
de los pueblos que no se han visto nunca, juegan a las mismas
cosas. Se habla mucho de los griegos y de los romanos, que
vivieron hace dos mil años; pero los niños romanos
jugaban a las bolas, lo mismo que nosotros, y las niñas
griegas tenían muñecas con pelo de verdad, como las
niñas de ahora. En la lámina están unas
niñas griegas, poniendo sus muñecas delante de la
estatua de Diana, que era como una santa de entonces; porque los
griegos creían también que en el cielo había
santos, y a esta Diana le rezaban las niñas, para que las
dejase vivir y las tuviese siempre lindas. No eran las
muñecas sólo lo que le llevaban los niños,
porque ese caballero de la lámina que mira a la diosa con
cara de emperador, le trae su cochecito de madera, para
que Diana se monte en el coche cuando salga a cazar, como dicen
que salía todas las mañanas. Nunca hubo Diana
ninguna, por supuesto. Ni hubo ninguno de los otros dioses a que
les rezaban los griegos, en versos muy hermosos, y con
procesiones y cantos. Los griegos fueron como todos los pueblos
nuevos: que creen que ellos son los amos del mundo, lo mismo que
creen los niños; y como ven que del cielo vienen el sol y la
lluvia, y que la tierra da
el trigo y el maíz, y
que en los montes hay pájaros y animales buenos
para comer, les rezan a la tierra y a la
lluvia, y al monte y al sol, y les ponen nombres de hombres y
mujeres, y los pintan con figura humana, porque creen que piensan
y quieren lo mismo que ellos, y que deben tener su misma figura.
Diana era la diosa del monte. En el museo del Louvre de Paris hay
una estatua de Diana muy hermosa, donde va Diana cazando con su
perro, y está tan bien que parece que anda. Las piernas no
más son como de hombre, para
que se vea que es diosa que camina mucho. Y las niñas
griegas querían a su muñeca tanto, que cuando se
morían las enterraban con las muñecas.

Todos los juegos no son
tan viejos como las bolas, ni como las muñecas, ni como el
cricket, ni como la pelota, ni como el columpio ni como los
saltos. La gallina ciega no es tan vieja, aunque hace como mil
años que se juega en Francia. Y 1os
niños no saben, cuando les vendan los ojos, que este juego
se juega por un caballero muy valiente que hubo en Francia, que
se quedó ciego un día de pelea y no soltó la
espada ni quiso que lo curasen, sino siguió peleando hasta
morir: ése fue el caballero Colin-Maillard. Luego el rey
mandó que en las peleas de juego, que se llamaban torneos,
saliera siempre a pelear un caballero con los ojos vendados, para
que la gente de Francia no se olvidara de aquel gran valor. Y de
ahí vino el juego.

Lo que no parece por cierto cosa de hombres es esa
diversión en que están entretenidos los amigos de
Enrique III que también fue rey de Francia, pero no un rey
bravo y generoso como Enrique IV de Navarra, que vino
después, sino un hombrecito ridículo, como esos que
no piensan más que en peinarse y empolvarse como las
mujeres, y en recortarse en pico la barba. En eso pasaban la vida
los amigos del rey; en jugar y en pelearse por celos con los
bufones de palacio, que les tenían odio por holgazanes, y
se lo decían cara a cara. La pobre Francia estaba en la
miseria, y el pueblo trabajador pagaba una gran
contribución para que el rey y sus amigos tuvieran espadas
de puño de oro y vestidos
de seda. Entonces no había periódicos que dijeran
la verdad. Los bufones eran entonces algo como los
periódicos, y los reyes no los tenían solo en sus
palacios para que los hicieran reír, sino para que
averiguasen lo que sucedía, y le dijesen a los caballeros
las verdades, que los bufones decían como en chiste, a los
caballeros y a los mismos reyes. Los bufones eran casi siempre
hombres muy feos, o flacos, o gordos, o jorobados. Uno de los
cuadros más tristes del mundo es el cuadro de los bufones
que pintó el español
Zamacois. Todos aquellos hombres infelices están esperando
a que el rey los llame para hacerle reír, con sus vestidos
de picos y de campanillas, de color de mono o
de cotorra.

Desnudos como están son más felices que ellos
esos negros que bailan en la otra lámina la danza del
palo. Los pueblos, lo mismo que los niños necesitan de
tiempo en
tiempo algo así como correr mucho, reírse mucho y
dar gritos y saltos. Es que en la vida no se puede hacer todo lo
que se quiere, y lo que se va quedando sin hacer sale así
de tiempo en tiempo, como una locura. Los moros tienen una fiesta
de caballos que llaman "fantasía". Otro pintor
español ha pintado muy bien la fiesta: el pobre Fortuna.
Se ve en el cuadro los moros que entran a escape en la ciudad,
con los caballos tan locos como ellos, y ellos disparando al
aire espingardas,
tendidos sobre el cuello de sus animales, besándolos,
mordiéndolos, echándose al suelo sin parar
la carrera y volviéndose a montar. Gritan como si se les
abriese el pecho. El aire se ve oscuro de la pólvora. Los
hombres de todos los países blancos, o negros, japoneses o
indios, necesitan hacer algo hermoso y atrevido, algo de peligro
y movimiento,
como esa danza del palo de los negros de Nueva Zelandia(sic). En
Nueva Zelandia hay mucho calor, y los
negros de allí son hombres de cuerpo arrogante, como los
que andan mucho a pie, y gente brava, que pelea por su tierra
también como danza en el palo. Ellos suben y bajan por las
cuerdas y se van enroscando hasta que la cuerda está a la
mitad, y luego se dejan caer. Echan la cuerda a volar, lo mismo
que un columpio, y se sujetan de una mano, de los dientes, de un
pie, de las rodillas. Rebotan contra el palo, como si fueran
pelotas. Se gritan unos a otros y se abrazan.

Los indios de México
tenían cuando vinieron los españoles esa misa danza
del palo. Tenían juegos muy lindos los indios de
México. Eran hombres muy finos y trabajadores, y no
conocían la pólvora y las balas como los soldados
de español Cortés pero su ciudad era como de plata,
y la plata misma la labraban como un encaje, con tanta delicadeza
como en la mejor joyería. En sus juegos eran tan ligeros y
originales como en sus trabajos. Esa danza del palo fue entre los
indios una diversión de mucha agilidad y atrevimiento;
porque se echaban desde lo alto del palo que tenía unas
veinte varas y venían por el aire dando volteos y haciendo
pruebas de
gimnasio sin sujetarse más que con la soga, que ellos
tejían muy fina y fuerte, y llamaban metate. Dicen que
estremecía ver aquel atrevimiento; y un libro viejo
cuenta que era "horrible y espantoso, que llena de congojas y
asusta el mirarlo."

Los ingleses creen que el juego del palo es cosa suya, y que
ellos no más saben lucir su habilidad en las ferias con el
garrote que empuñan por una punta y por el medio; o con la
porra, que juegan muy bien. Los isleños de las Canarias,
que son gente de mucha fuerza, creen
que el palo no es invención del inglés,
sino de las islas; y sí que es cosa de verse a un
isleño jugando el palo, y haciendo el molinete. Lo mismo
que el luchar, que en las Canarias les enseñan a los
niños en las escuelas. Y la danza del palo encintado; que
es un baile muy difícil en que cada hombre tiene una cinta
de un color, y la va trenzando alrededor del palo, haciendo lazos
y figuras graciosas, sin equivocarse nunca. Pero los indios de
México jugaban al palo tan bien como el inglés
más rubio, o el canario de más espalda: y no era
solo el defenderse con él lo que sabían, sino jugar
con el palo a equilibrio,
como los que hacen ahora los japoneses y los moros kabilas. Y ya
van cinco pueblos que han hecho lo mismo que los indios: los de
Nueva Zelandia, los ingleses, los canarios, los japoneses y los
moros. Sin contar la pelota que todos los pueblos la juegan, y
entre los indios era una pasión, como que creyeron que el
buen jugador era hombre venido del cielo, y que lo dioses
mexicanos, que eran diferentes de los dioses griegos, bajaban a
decirle cómo debía tira la pelota y recogerla. Lo
de la pelota, que es muy curioso, será para otro
día.

Ahora contamos lo del palo, y lo de los equilibrios que los
indios hacían con él, que eran de grandísima
dificultad. Los indios se acostaban en la tierra, como los
japoneses de los circos cuando van a jugar las bolas o el barril;
y en el palo, atravesado sobre la planta de los pies,
sostenían hasta cuatro hombres, que es más que lo
de los moros porque a los moros los sostiene el más fuerte
de ellos sobre los hombros, pero no sobre la planta de los pies.
Tsaá le decían a este juego: dos indios se
subían primero en las puntas del palo, dos más se
encaramaban sobre estos dos, y los cuatro hacían sin
caerse muchas suertes y vueltas. Y los indios tenían su
ajedrez, y sus
jugadores de manos, que se comían la lana encendida y la
echaban por la nariz: pero eso, como la pelota, será para
otro día. Porque con los cuentos se ha
de hacer lo que decía Chichá, la niña bonota
de Guatemala:

-¿Chichá, por qué te comes esa aceituna
tan despacio?

-Porque me gusta mucho. (337-343)

Revista "La Edad de Oro Nº 1, Pág. 25-28,
julio de 1889.

Obras Completas de José Martí.
Tomo 18, 1875

La última
página

"(.)Antes todo se hacía con los puños: ahora la
fuerza está en el saber, más que en los
puñetazos; aunque es bueno aprender a defenderse, porque
siempre hay gente bestial en el mundo, y porque la fuerza da
salud, y porque
se ha de estar pronto a pelear, para cuando un pueblo
ladrón quiera venir a robarnos nuestro pueblo. Para eso es
bueno ser fuerte de cuerpo; pero para lo demás de la vida,
la fuerza está en saber mucho (.)" (349)

Revista La Edad de Oro Nº 1, pág.
32.

Obras Completas de José Martí,
Tomo 18, 1975

El gimnasio en la
casa

En estos tiempos de ansiedad de espíritu, urge
fortalecer el cuerpo que ha de mantenerlo. En las ciudades, sobre
todo, donde el aire es pesado y miasmático; el trabajo,
excesivo; el placer, violento; y las causas de fatiga grandes,-se
necesita asegurar a los órganos del cuerpo, que todas esas
causas empobrecen y lastiman, habitación holgada en un
sistema
muscular bien desenvuelto, nivelar el ejercicio de todas las
facultades para que no ponga en riesgo la vida el
ejercicio excesivo de una sola, y templar con un sistema saludable
de circulación de la sangre, y con la
distribución de la fuerza en el empleo de
todos los órganos del cuerpo, el peligro de que toda ella
se acumule, con el mucho pensar, en el cerebro, y con el
mucho sentir en el corazón,-y
den la muerte. A
los niños, sobre todo, es preciso robustecer el cuerpo a
medida que se lea robustece el espíritu. Hoy las pasiones
se despiertan temprano, los deseos nacen desde que se echan los
ojos sobre la tierra, y saben todos tanto que es fuerza aprender
pronto mucho, por arte de
maravilla, para no quedar oscurecido en la pasmosa concurrencia,
y revuelto en el polvo en el magnifico certamen. Estas
consecuencias de la vida moderna hacen urgente ese esparcimiento
de la fuerza, aglomerada en llama en el cerebro desde los
primeros años de la vida, y la preparación oportuna
y previa del edificio que ha de sustentar tal pesadumbre -del
cuerpo que ha de ser teatro de tales
batallas del espíritu.

En esta misma plana publicamos hoy grabados diversos de un
gimnasio doméstico, que ha de ser mirado, más que
como artículo de comercio, como
una buena obra. Y en la Habana, en casa de los agentes de "La
Agencia Americana", señores Amat y Laguardia, puede
verse.

No tiene término la enumeración de sus bondades.
Es útil, y es artístico, que es otra manera de ser
útil. Hay en el ser humano deseos vehementes de gracia y
armonía, p así como se lastima y queda herido de no
verlas realizadas, así se alegra y queda fuerte, cada vez
que las halla. El color del aparato es blanco y agradable a los
ojos. El aparato es esbelto, y a la par que sirve, adorna. Con
ser un gimnasio completo, cabe en un cuarto pequeño, entre
los demás juguetes de
los niños; o en una vara de pared, o en un recodo del
jardín, o en un rincón del patio. Lo tiene todo:
hasta trapecio para hacer locuras. El trapecio, aunque no sea el
más útil de los ejercicios, es una sabiduría
del gimnasio: porque el hombre no
se interesa en lo que no le parece brillante, y le ofrece
peligro. Pero aquí el trapecio no ofrece riesgo mayor,
porque está a una vara de tierra. Lo tiene todo: barras
paralelas que se quitan y se ponen, y sirven para anchar bien el
pecho, y desenvolver los músculos de los brazos y los hombros:
barras paralelas y perpendiculares, que fortalecen brazos, pecho
y muslos; barra horizontal que ayuda a la elasticidad de la
cintura y poder del
brazo; todos los múltiples ejercicios de las poleas, que son
tan varios y tan beneficiosos, porque desde los pies al cuello,
no hay parte del cuerpo que no saque provecho de ellos, y que en
este aparato benefician mejor que en otro alguno, porque las
pesas de las poleas, que pueden usarse además como pesas
separadas, no caen súbitamente, sacudiendo el brazo
fatigado que se esfuerza por retenerlas, y arrastrando el cuerpo
detrás de ellas, con lo cual el ejercicio cansa pronto,
sino que descienden suavemente por un plano inclinado, dejando
así en reposo el brazo en la segunda parte de cada
movimiento y permitiendo por lo tanto que éste se renueve
con más descanso, utilidad y
placer, mayor numero de veces. Las correas de las poleas pueden,
sin complicación alguna, alargarse o acortarse, y
están dispuestas de manera, que con ayuda de ellas sentado
en el piso del aparato en una cómoda banqueta que corre
sobre ruedas bien seguras, y los pies puestos en pedales fijos,
se hacen todos los hermosos y sanos ejercicios que pueden hacerse
con los remos, los cuales, a más de dar gracia notable al
cuerpo, y de invitar a ir por mares y ríos a gozar aire
puro, tienen la ventaja de no dejar músculo alguno en
inacción, y de desarrollarlos todos a la vez. Con las
mismas poleas, sujeto por las manos de la barra horizontal, que
remata por arriba el aparato, y sentado en otra barra paralela a
ésta, sostenida entre las dos perpendiculares, pueden
hacerse todos los movimientos que requiere el velocípedo.
Si se padece de curvatura de la espina, el gimnasio
doméstico tiene una tabla flexible que se ajusta
encorvándola hacia afuera, entre el tope y el piso del
aparato, y sobre ella se acuesta regaladamente el enfermo, que
hace allí sin ningún esfuerzo su saludable
ejercicio de poleas. Para poner la sangre en buena
circulación, el piso del gimnasio está hecho de
tablillas movibles saltando ligeramente sobre las cuales, se
siente a poco el provecho del ejercicio. Para desenvolver los
hombros, dar poder de impulsión al brazo, y ponerse en
actitud de
defenderse de algún ataque brusco de puños ajenos,
el aparato tiene un saco pequeño que se cuelga de la barra
horizontal, y donde el puño cobra fuerzas dando golpe tras
golpe. Como las muñecas necesitan desenvolverse, el
aparato tiene un rodillo enlazado con las pesas, dedicado
exclusivamente al desarrollo de
las muñecas. En suma, no hay ejercicio corporal, ya de los
suaves que llaman calisténicos, ya de los más
recios que se enseñan como gala en los gimnasios, que
merced a este excelente y airoso aparato de Gifford, no pueda
hacerse sin incomodidad alguna en la propia casa. Para nuestras
mujeres pudorosas, a quienes simpáticas razones vedan la
asistencia a los gimnasios públicos, y que necesitan, sin
embargo, tan grandemente de estos ejercicios, el Gimnasio
Doméstico es de inapreciable ventaja: sin exponerse a ojos
extraños, y en su propia habitación, pueden
ejercitarse diariamente en todos los movimientos saludables que
aumentarán la fortaleza de sus músculos y la
armonía y gracia de sus formas.

La tisis siega en flor nuestros
jardines:-¡cuántas menos flores nos
arrebataría la tisis, que viene muchas veces de que el
pulmón que busca desarrollo no cabe en el pecho apretado y
endeble, si se hicieran un habito en nuestras niñas y
entre nuestros jóvenes, los ejercicios
gimnásticos!-Esta necesidad es especial en nuestras
tierras, donde la preocupación por una parte, y la
santidad de las mujeres por la otra, las retrae de las calles y
paseos-que al cabo ayudan a fortalecer el cuerpo: y las confinan
a la casa, donde el cuerpo más robusto se torna a poco
pesado y enfermizo.

Para los niños, el aparato de Gifford es un deleite,
porque no sólo pueden remar y andar como en
velocípedo, sino jugar a lo que en Cuba llaman
cachumbambé, y en otras partes "sube y baja", merced a una
tabla en cuyos extremos se sientan los dos niños, la cual
descansa sobre una barra baja sujeta por las perpendiculares. Y
no es éste el único juego del aparato:
también tiene el Gimnasio Doméstico un columpio,
que se cuelga de la barra alta, y lleva a los ángeles
juguetones hasta donde ellos quieren ir siempre que juegan,
aunque hagan temblar y llorar a los que los ven: ¡hasta el
cielo!

¿Qué más? Hasta para caballete de cuadros
sirve el aparato: se quitan de él poleas y rodillos, y
queda como atril sencillo y garboso en que no descasaría
mal un cuadro de Melero en la Habana, de discípulo de don
Felipe Gutiérrez, en Colombia; de
Ocaranza, Rebull, Parra o Pina, en México.

Y todo eso que va dicho cabe en una cáscara de nuez. En
un espacio de dos varas de largo y tres cuartos de vara de ancho,
puede alzarse esa pequeña fábrica mágica,
que es en verdad fábrica de vida, y reúne todos los
aparatos y permite todos los ejercicios para cuya práctica
han sido hasta ahora necesarios vastos patios o grandes salones.
Este gimnasio ni es caro, porque su baratura pasma; ni
engañoso, porque sus maderas son tan recias como finas; ni
necesita maestros, porque enseña solo; ni es peligroso,
porque está todo en él a flor de tierra.

No hay escuela que no
desee tener un gimnasio; pero aun los colegios ricos vacilan ante
los gastos que
acarrea su establecimiento, y la dificultad de hallar maestro
oportuno, y los costos de
mantenerlo. Ahora, con quince pesos que cuesta el aparato
sencillo para fijar a la pared; 0 con treinta y cinco pesos que
cuesta el aparato completo, que cabe bien en medio de una
habitación pequeña, no hay escuela que no pueda
hacerse de un gimnasio. En los colegios mayores, de diez a veinte
aparatos bastarían, con más bello aspecto de la
sala, mucha mayor ventaja y riesgos y
precios mucho
menores, a reemplazar al más complicado y costoso de los
gimnasios.

Por eso dijimos que el Gimnasio Doméstico es una buena
acción.
Es preciso dar casa de buenos cimientos y recias paredes al
alma
atormentada, o en peligro constante de tormenta. Bien se sabe lo
que dijo el latino: "Ha de tenerse alma robusta en cuerpo
robusto". ("Mens sana in corpore sano").

He aquí lo que acaba de escribir en The North
American Reviuw
el profesor Hall,
que es pensador norteamericano prominente:

"Tengo a la higiene por
necesidad capital en
la
educación de los niños. Y lo que primero les
enseñaría acaso, y con más ardor,
sería el desarrollo de sus músculos. Pocos conocen
la relación estrechísima que existe entre la
debilidad física
y la maldad moral,
cuán imposible es la saludable energía de la
voluntad sin que la sostengan los fuertes músculos que son
sus naturales órganos, y cuánto dependen de un buen
desarrollo muscular cualidades tan preciosas como la
abnegación, el dominio de
sí propio, y la serenidad en las desgracias" (389)

La América, Nueva York, marzo de
1883

Obras Completas de José Martí. Tomo 8,
1975

Ejercicios
físicos

-Todo género de
atención y aplauso merece el proyecto de
ley que el
diputado Becerra acaba de presentar al Congreso español.
Mueren en flor en las tierras latinas, o se agostan
prematuramente, por falta de fuerzas físicas que reparen
los desarreglos y mermas que cause, aun en hombres robustos, una
excesiva actividad mental. Un cuerpo vigoroso es como un
depósito de fuerzas, en que renueva su energía la
mente exhausta. Es urgentísimo para españoles e
hispanoamericanos cultivar a la vez las dotes de la mente y las
fuerzas del cuerpo. Propone el diputado que se declare oficial la
enseñanza de la gimnástica
higiénico, Y que se dé clase de ella
en los Institutos de Enseñanza Superior, y en las escuelas
normales de maestros y de maestras; que sea obligatoria la
asistencia a estas clases y que no se pueda obtener grado de
Bachiller sin acreditar que se ha recibido un año de
educación
gimnástica, que se convertirá luego en tres
años, cuando parezca menos revolucionaria la costumbre, y
hayan comenzado a estimarse sus incalculables beneficios. Ha de
tenerse en cuenta que el espíritu es voraz, y es necesario
darle qué roer. El espíritu se alimenta de aquel a
quien anima. (172)

La Opinión Nacional, 25 de enero de
1882.

Obras Completas de José Martí. Tomo 23,
1975

Esgrima

Es alto, de ojos seguros, flexible
y ágil como el florete que maneja. Pálido y
cortés, asida la empuñadura y victoriosa la cabeza,
Lorenzo García es un caballero de la libertad. La
libertad se hace a tajos, como las estatuas. Lorenzo
García, el cubano que quiere "ver a sus compatriotas
fuertes y viriles", ha abierto su sala de armas en la
Cuarta Avenida, número 410.

La esgrima aumenta y ordena las facultades del hombre.
(417)

Sección "En Casa", Periódico
Patria.

Obras Completas de José Martí. Tomo 5,
1975

"…No hay miedo en echar a combatir a un juicioso de aldea,
acorazado de la verdad, y hecho a obrar a la luz, contra un
escarceador de Parlamento, hecho a esgrima italiana, que es
saltarina y juguetona, y salta como cebra, y revoletea como
tábano y hiere de costado. Pero es temible la batalla
entre dos esgrimidores, porque, como se conocen las artes, se las
esquivan, y el más astuto da al fin con las hendijas de la
armadura del contrario…" (460)

La Opinión Nacional. Caracas.
1882.

Obras Completas de José
Martí. Tomo 14, 1975

Carreras de
caballo

Dos caballos norteamericanos han ganado el premio en las
carreras de este año, en Inglaterra. El
cable ha trasmitido diariamente noticias muy
minuciosas de la apariencia, hábitos, movimientos y
estado de la
salud de estos caballos. Foxhall e Zroqzmis son los nombres de
estos corceles afortunados. No hace muchos días se
leía en un periódico de Nueva York, al pie de un
telegrama que hablaba de la entrevista
de los emperadores, y sobre otro telegrama de alta política, este
cablegrama: "Foxhall ha arañado a Iroquois." (72)

La Opinión Nacional, 10 de noviembre de
1881.

Obras Completas de José Martí. Tomo 23,
1975

-En el Estado de
Iowa-de la América del Norte-tuvo efecto hace poco tiempo,
en presencia de diez mil espectadores, una corrida de caballos
que llamó en alto grado la atención por ser los
jockeys dos conocidas amazonas, míss Piuneo y miss Burke,
ambas de un peso aproximado-120 y 117 libras respectivamente.
Deberían recorrer la distancia de diez millas, y cambiar
de caballo cada dos millas. Los cinco caballos de miss Burke eran
ya conocidos, por haber corrido diferentes veces en Nebraska, a
diferencia de los de misa Piuneo, que los acababa de adquirir
semisalvajes en el Colorado. Poco antes de darse la señal
de partida, miss Burke tuvo un fuerte altercado con el padre de
misa Piuneo, de manera que ésta principió la
corrida en condiciones desfavorables; a pesar de lo cual las
amazonas llegaron a un tiempo a la primera parada, produciendo
con ello la indignación de la multitud. Miss Burke
empleó ocho segundos en el cambio del
caballo y diez su contrincante. En la siguiente corrida miss
Burke adelantó un cuarto de milla a miss Piuneo, y
considerándose ya victoriosa, al pasar cerca del padre de
ésta le dio un bofetón, no olvidándose
después de apostrofarle en cada corrida, cuando le hallaba
al paso. Después de la novena parada miss Piuneo estaba
casi sin fuerzas y pidió a su padre que no le hiciese
correr las últimas dos millas. "No, contestó el
padre, debes correrlas aunque te cause la muerte." Miss
Piuneo obedeció, pero miss Burke ganó la corrida
por una milla de ventaja. Miss Piuneo empleó 23 minutos 40
segundos y mis Burke 21 minutos 49 segundos.(109)

La Opinión Nacional, 6 de diciembre
de 1881.

Obras Completas de José
Martí. Tomo 23, 1975

Patines

(…)-y ésta es invención de uno de nuestra
raza, así como unos patines flexibles que obedecen a todos
los movimientos del pie, lo que hace el patinar más
cómodo y gracioso. (338)

La Nación.
Buenos Aires,
15 de diciembre de 1885.

Obras Completas de José Martí. Tomo 10,
1975

Velocípedos

Stevens, el velocipedista, acaba de llegar de los
países donde la naturaleza es
fragante y perezosa, y lleva en los brazos lianas y serpientes.
Un periódico de Nueva York, el Outing", algo como "Al Aire
Libre" le pagó el viaje en velocípedo alrededor de
la tierra. En abril del ochenta y cinco salió de Nueva
York en un vapor de Europa, y en
enero del ochenta y siete Ilegó a San Francisco en un
vapor de Asia. Europa, ya
está vista, y no tiene romance, o su romance está
aladrado, pasado de sazón, echado a podre, como la comida
de moda en los
hoteles. El romance está en
los países de túnicas de seda, mujeres embozadas,
de cabellos vivaces, de paramentos joyantes y vistosos, de vinos
perfumados, de apólogos que saben a nuez fresca. Donde
Haydée mira, donde embriaga el hashish, donde cantan el
Ruboiyat, el poema bordado de rosas,
está el romance. Como por ruinas pasó Stevens por
los pueblos europeos, llagados todos, como una enorme Capua.
Recorrió en velocípedo los caminos de
Turquía, de esa rosa comida de gusanos. Cruzó a
Persia; penetró en Afganistán. En China quiso
entrar, pero a las cien leguas lo detuvieron a pedradas en
Kingan-Toy, y ya llevaba magullado el casco hindú de que
se armó para el viaje, cuando pudo asilarse en el yamen,
que ampara, como antaño nuestros templos, a los que se
acogen a su guarda.

Por todas partes halló Stevens clubs de velocipedistas.
De los países de ojos negros ha traído recuerdos
dominantes. Celebra la sencillez y bondad turcas. Lugar hubo
donde el gobernador le tributó honores de Estado, y
congregó a la población para verle partir volando sobre
su rueda y pedir a Alá que fuese siempre con él la
maravilla". Halló a los chinos desconfiados y silenciosos,
como quienes han padecido de la gente extraña. Ellos, como
nuestros indios, jamás dicen llanamente al extranjero lo
que le falta de camino, ni cuál es su vía, ni
qué tiempo le auguran. El blanco los estrujó en
agraz: agraz es para ellos el blanco. Un miedo rencoroso inspiran
sus respuestas.-"¿Falta mucho para llegar?"-"Una subidita
y una bajadita." Y faltan leguas.-"¿lloverá hoy
?"-"¡El cielo sabrá eso!" Da pena ver las razas
espantadas. (165)

El Partido Liberal. México, 5 de
mayo de 1887.

Obras Completas de José
Martí. Tomo 11, 1975

(…) Si pasa un niño en un velocípedo, con su
vestido de terciopelo y su cachucha, y tan de prisa que todo el
mundo se para a verlo, el padre no piensa en comprarse un
velocípedo él, sino en que su hijito estará
lindo de veras cuando vaya como el niño del terciopelo y
la cachucha, en sus dos ruedas que dan como una luz cuando andan,
y van casi tan de prisa como la luz, que es lo que anda
más pronto en el mundo (…) (502)

La Edad de Oro. Octubre de 1889.

Obras Completas de José Martí. Tomo 18,
1975

Reflexión
sobre los deportes

"Los juego son como los pueblos en que priman: este es golpe,
ausencia de arte: se enriquecen y embriagan con ese juego burdo
que cría admiración funesta por los fuertes, tanto
(que) en los colegios se mira aquí como a pobres personas
el que se nutre, como de estrellas que muerden, de ideas y
sueños grandes: acá los prohombres de los colegios,
los que llevan las damas y mantienen corte, son el que mejor
rema, el que mejor recibe la pelota, el que más sabe de
hinchar ojos y desgoznar narices, el que más bebe o
fuma(.) (40)

El Liberal de México, 13 de junio de
1886.

"Otras Crónicas de Nueva York", José
Martí.

Compilador Ernesto Mejías, 1983.

Recreación

Y éste es el mes. En la naturaleza, en los colegios, en
los pueblos de baños, en los campamentos de jóvenes
ricos, dados a veces-con verdadera mengua-a vestirse de
bailarines y payasos, en los campos de las carreras, donde a
suntuosas damas que las ven desde elegantes coches se juntan
montón ávido de burdos apostadores, que al caballo
juegan, como a la ruleta o al dado; en los amplios circos, donde,
acumulando ganancias y vítores, juegan con brazos desnudos
y ágiles, los favoritos de la ciudad a la pelota; en los
carros urbanos que rebosan gente; en las terrazas cálidas,
que esparcen aromas, todo es flor y pompa. (438)

La Nación.
Buenos Aires, 14 de agosto de 1883.

Obras Completas de José Martí Tomo 9,
1975

Mes de junio, mes de ceremonias de colegios; de carreras de
caballos; de regatas de botes y buquecillos de paseo; de lances
de pelotas y boliches; de probar, en improvisados campamentos, el
peso de las armas de la guerra, y el
sabor de los manjares de batalla. (444)

La Nación. Buenos Aires, 15 de
agosto de 1883.

Obras Completas de José
Martí: Tomo 9, 1975

La fiesta era ayer en todas partes: carreras de caballos
corredores, carreras de todo paso, apuestas, entre caminadores,
juegos escoceses, excursiones por los ríos, regatas, de
remadores, partidas de pelota. Pululaban los alrededores y las
playas. La ciudad se iba vaciando desde por la mañana
sobre las arboledas y campos vecinos (.) Cada vapor lleva un
ejército a las playas serenas de Coney Island (…)
(49)

El Partido Liberal, México, 25 de julio de
1886.

"Otras crónicas de Nueva York" José
Martí.

Compilador Ernesto Mejías, 1983

¡Y ahora también cazan zorras en Newport, que es
gran ciudad de baños; pero como en circo, y por ganar fama
de buenos montadores, y por que los vean las gentes, que enfilan
a los bordes del puesto de la caza, y aplauden como en
títeres o pantomima rabelesca, a los corredores de bolsa,
sacerdotes desocupados, hongos de sala,
abogados en huelga, y
burdos neorricos que, como quien sienta plaza de nobleza,
profanan los días hermosos del verano de América
con menguadas parodias de los divertimientos de los bosques y
terratenientes de Austria selvosa y feudal Inglaterra! -Damas y
caballeros, de azul o verde aquéllas, y éstos de
casaquín rosado, que pareciera coraza teñida en
burlas al bravo San Humberto, galopan y escapan por sobre el
césped, tráganse arroyos, trasponen vallas, vuelan
sobre cercas, azuzan a los mastines,–que poco antes vinieron en
carro cubierto, porque no se cansasen, al lugar de la junta,
-acorralan en un recodo de ramas secas a la azorada bestia,
rebátanla en presencia de las damas, y a quien
saltó mejor le dan el rabo, y a quien corrió en
línea derecha tras la zorra, la cabeza, y este cuarto y
aquel del animal a quien ha ennoblecido la casaca rosa con mayor
prohombría.

Mas es de ver este caballero que se para, todo galán en
sus arreos de cinegeta más cerca aún de la ciudad
suntuosa que del bosque por donde baten a la zorra, a recibir una
cubierta cerrada de manos del mozalbete mensajero, de uniforme
azul con botones dorados, que viene como montado en soplos, a
traer al caballero el telegrama que para él llega.
¡Es la bolsa que sube! ¡Es el ferrocarril en que
tiene su fortuna que baja! ¡Es la especulación, la
zorra nueva! (456)

La Nación, Buenos Aires, 21 de octubre de
1883.

Obras Completas de José Martí. Tomo 9,
1975

En domingo se escribe esta carta; un
sofocante domingo de verano. Los pueblos de campo y las playas
vecinas tienen hoy más fieles que las iglesias: rebosan
los trenes pasajeros acalorados que van a ver las regatas de los
remadores desde las barandas del Puente Alto; y los vapores
pasean por los ríos, luciendo banderas de todas las
naciones, a multitudes aseadas y gozosas. Se abren los nidos en
el campo y el amor en las
almas.

Todo es parejas en los rincones de los botes, en las escaleras
de las estaciones del ferrocarril elevado, por las aceras anchas
de las calles. Ellos lucen corbata blanca de piqué, y
chaleco blanco: ellas, vestidas de telas ligeras como de alas,
pasean, como un buque en gala sus pabellones, sus trajea,
prendidos con cintas rosadas y azules. De diez a doce, aún
se veían, en las cercanías de los templos
despoblados, barbudos caballeros y compuestas damas con su Biblia
y su libro de cantos: pero la ciudad no está ahora de
devoción, sino de tálamo. Flota en el aire un
inmenso Júpiter, que besa en la boca a la desvanecida.
Nació el amor de Junio
y de la Tierra. El invierno es un féretro; y las almas,
con las primeras luces del verano, se visten de amores, como los
parques de ramos de lilas. En los barrios míseros que
echan sus gentes sofocadas a las grandes avenidas, trepan por las
rodillas de sus -madres, como insectos por troncos de árboles, los niñuelos enfermos, esos
pobres niñuelos descamados y exangües que en estas
grandes ciudades sin fe y sin sosiego, tienen, como flores de
lodo, de mujeres brutales los trabajadores descontentos e
iracundos: esos niños, apenas se acerca el sol a la
tierra, se empiezan a secar, encoger y desvanecer, como los
pantanos en los meses ardientes. Se busca a las fieras en los
bosques: buscarlas, y convertirlas, se debe, en las
entrañas turbias de estas ciudades opulentas. (58)

La Nación, Buenos Aires, 16 de julio de
1884.

Obras Completas de José
Martí. Tomo 10, 1975

Cierra el Congreso aceleradamente sus sesiones; llevan los
sacerdotes por los campos floridos a sus rebaños en
excursiones de fiesta; reparten escuelas y colegios en sus
ceremonias de fin de curso los premios del año: se
vacían las ciudades en loa pueblos de campo, en los
hipódromos donde se corren los caballos favoritos, en los
monumentales hoteles de concierto a la orilla del mar, en los
alegres ríos henchidos de vapores y veleros embanderados,
donde regatean remo a remo, con ansias de mercenarios, los
estudiantes de las universidades(.)

(…) todo es fiesta. Las cuadrillas de jugadores de pelota
vienen de los colegios del interior a disputarse en concurso
público el premio: unos juegan acá a la pelota de
pies: otros allá a la de manos, o a los bolos, o a los
juegos de prado y jardín que privan entre los ingleses.
(…) (128)

La Nación. Buenos Aires, 11 de enero de
1885.

Obras Completas de José Martí. Tomo10,
1975

Hay mucha carrera de caballos, con caballeretes de casa rica
que montan bien y saltan mucho. Hay mucho juego de pelota.
(Pág. 251)

La Nación. Buenos Aires, 15 de julio de
1885.

Obras Completas de José Martí. Tomo10,
1975

De todas esas cosas se habla ahora, porque son las que han
ocurrido en los últimos días o están para
ocurrir; de todo eso se habla, ya en los colgadizos de los
hoteles de verano, sentados los contertulios frente al mar o a la
falda de la arboleda pintoresca, en anchas mecedoras
rústicas de madera roja y asiento de paja; ya mano a mano
en las canoas, cuando se va a recobrar en una partida de remo las
fuerzas exhaustas por la labor excesiva, mientras se ve a lo
lejos girar sobre su sostén central un puente de acero por donde
acaba de pasar arrebatado un ferrocarril, para que a su vez lo
cruce el vapor embanderado que lleva a los paseantes por el
río; ya en los juegos de pelota, ya en las carreras de
caballos, ya en la playa limpia de los pueblecillos veraniegos,
viendo como compiten, a modo de regata de alas blancas, los
veleros yates, ya en las fiestas con que en este mes de Junio
celebran los colegios-Yale y Harvard viejos, Vassar rico, Cornell
útil,-las fiestas de fin de curso que abren las puertas a
las golondrinas cautivas, y los echan armados, a la batalla de la
vida, o a que en los regocijos de las vacantes remocen las
fuerzas para seguir con el nuevo invierno, preparándose a
ella. (255)

La Nación. Buenos Aires, 24 de
julio de 1885.

Obras Completas de José
Martí. Tomo10, 1975

Está la mesa llena de los diarios del mes. Es mes
ocupado; pero no en cosas mayores: en regatas, en partidos de
pelota, en carreras de caballos, en exámenes de colegios,
en simulacros y ejercicios militares, en congresos de sacerdotes
y de músicos, en preparar el viaje a Europa (.) (266)

La Nación Buenos Aires, 20 de agosto de
l885.

Obras Completas de José Martí. Tomo 10,
1975

Todo es juego, movimiento y gasto. En cada solar hay un
desafío de pelota. Las sociedades
benéficas, loa diarios poderosos, los regidores que
anhelan fama, sacan en flotillas por el río a las gentes
de los barrios pobre, que meriendan y danzan en las islas
vecinas-Y se nota que el advenimiento de la luz predispone a la
generosidad.

La Nación Buenos Aires, agosto de
1886.

Obras Completas de José Martí. Tomo 11:
15, 1975

Giros entretienen los calores de junio jugando a la pelota,
corriendo en apuestas, imitando en ejercicios corporales a los
soldados ingleses. (18)

La Nación, Buenos Aires, agosto,
1886

Obras Completas de José Martí. Tomo 11,
1975

Septiembre es siempre mes animadísimo en la vida
norteamericana.

A los baños de mar suceden las partidas de caza; a las
partidas de pesca, las
grandes regatas entre los veleros ingleses y bostonianos, en que
los de Boston ganan.

A los abandonos y coqueterías sobre la arena, que son
aquí cosa mayor y pecadora, reemplazan los trajes
elegantes de los paseos por el mar y las carreras de caballos:
las que en Narragansett Pier y en Bay Harbor paseaban sin miedo
de mañana a tarde los trajes más atrevidos y
vistosos, ahora con más honesto arreo vuelven a sus
hogares de la ciudad, a perder en las cenas de champaña,
en las meriendas a la moda, en los bailes y rivalidades del
invierno, las rosas que devolvieron a sus mejillas los aires
vivos del océano y el campo. (79)

La Nación. Buenos Aires, 14 de noviembre de
1886.

Obras Completas de José Martí. Tomo 11,
1975

Ya que inundan las playas y los caseríos, en sus trajes
de blanco dril con adornos azules, en que ahora marinean, o en
aquellos otros, audaces y ceñidos, con que juegan en
parques y jardines a la pelota y al lawn tennis. (219)

La Nación, Buenos Aires, 10 de agosto de
l887

Obras Completas de José Martí. Tomo 11,
1975

Se tira a la pelota, como todos los junios: se calman los
negocios: se
llenan de amores nuevos, de maridos benignos y casadas solas los
hoteles de las playas y de las montañas: salen
embanderados, con su carga de bailadoras, los vapores que llevan,
por las costas vecinas, pobladas de árboles, a los novios
juguetones, los comerciantes fatigados, (…) (337)

La Nación. Buenos Aires, 25 de agosto de
1888.

Obras Completas de José Martí. Tomo 13,
1975

La ciudad apenas cuenta curiosidades individuales: el
aeronauta que se deja caer de mil pies de altura con un
paracaídas y llega en salvo: el neoyorquino que vuelve del
Niágara triunfante, después de haber cruzado el
torrente, con levita y sombrero de copa, en un velocípedo
de agua, que
flota sobre dos cilindros de zinc, y adelanta por las aspas que
lleva en la rueda. (265)

La Nación. Buenos Aires, 29 da
septiembre de 1887.

Obras Completas de José
Martí. Tomo 11, 1975

Con septiembre vienen las hojas amarillas, los juegos de
pelota, las regatas de yacht, las carreras de caballos (…)
(51)

La Nación. Buenos Aires, 2 de noviembre de
1888.

Obras Completas de José Martí. Tomo 12,
1975

(…)ni la vuelta de los estudiantes, a ver quién gana
a pujo de brazo en la lucha entre los "frescos" y los "sofomoros"
el derecho de llevar bastón durante el año; ni el
paseo de los velocipedistas que recorren de calzón corto y
cachucha de terciopelo los caminos históricos de
Massachussets; (…)ni cacerías, ni torneos de pelota,
(…) (54)

La Nación. Buenos Aires, 2 de noviembre de
1888.

Obras Completas de José Martí. Tomo 12,
1975

El día está hermoso, y la iglesia es el
mundo. El cazador sale de mañanita con su perro, a
ejercitarse en matar que es sin duda oficio de hombres. Con el
blanco al frente, que es amarillo y rojo, van a los suburbios,
donde no dañen las balas perdidas, los clubs de tiradores,
unos de blusa y casquete, y calzones a la rodilla, otros de
máscara, vestidos de irlandés, en chaleco y
sombrero de pelo, con la pipa caída por la barbaza roja, o
de chinos y mexicanos, con trajes de seda y alamares de oro, o de
sacerdote negro, de espejuelos y levitón, montado en un
burro, y otro burro a la cola, con el barril de cerveza.(.) Y
niñas y damiselas pasean la ciudad, con los colores del bando
de pelota que van a favorecer en el juego famoso de la tarde,
colores que lucen en cinta alegre al brazo de la damisela y en un
moño galán al cuello del perro que lleva de la
mano. (.) (512)

La Nación, Buenos Aires 11 de enero
de 1891.

Obras Completas de José
Martí. Tomo 13: 512, 1975

 

 

 

 

Autor:

Ramón Guerra Díaz

Museólogo Especialista

Museo Casa Natal de José Martí

http://blogs.monografias.com/marti-otra-vision/

Partes: 1, 2
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