A 11 años de haber triunfado la Revolución, el pueblo está contento;
se vive y disfruta un proceso nuevo
que ha venido para quedarse. El hombre, en
sentido general, es atendido y cuidado como se merece. Lo que
narro en este testimonio ocurre en l970, año de los 10
millones.
Un periodista informa a través de la prensa la
siguiente noticia: "SURGE UN NUEVO PUNTO EN EL MAPA DE
CUBA".
Así inicia el titular de su mensaje, y continúa:
"Inaugurarán el 31 de mayo la primera comunidad
construida por la Revolución, en la cual vivirán
los hombres y mujeres que serán la fuerza del
trabajo que
atenderán todo el proceso del cultivo de arroz, esa
comunidad se construye en un lugar conocido por el Doce y Medio
de las 1009 a unos 35kms de Las Tunas y a
42km de Bayamo, contará con hermosos edificios, 416
apartamentos equipados muy confortables".
Al leer esta noticia no pude imaginar que sería
una habitante más de esta comunidad.
Me encontraba en Jiguaní como Directora Municipal
de Educación,
cuando me citan para el Partido a informarme que se había
decidido enviarme junto a mi esposo para una comunidad que se
inauguraría próximamente, pues se necesitaba
personal
calificado y con experiencia en la rama, debíamos vivir
allí por un tiempo hasta
organizar todo y después retornaríamos. A mi esposo
lo llevaron para dirigir el Partido, pues se constituyó un
Municipio Especial para atender al territorio.
A los pocos días Santiago Acosta, gordo,
ágil, sonriente y jocoso, quien atiende el plan de arroz,
llega en un jeep marca Willi, y
voceando desde lejos, me dice:
-Oye, cabrona, monta rápido que vas a conocer tu
nueva casa.
Todo fue bien hasta salir de Bayamo, que dejamos el
asfalto y entramos en el terraplén. Eran unos canarreos
tan profundos que creía que el carro se iba a virar.
Estaba la primavera en su apogeo, y por todo el largo camino
aparecían frondosos y verdes árboles, pero ni un bohío. Me
sentí un poco mareada por los tambaleos del carro. Se me
ocurrió preguntar:
-¿Por qué no hicieron la Comunidad
más cerca de Bayamo?
-Porque el terreno bueno para el cultivo de arroz
está allá –me respondió Santiago-;
pero no te preocupes, que por aquí van a construir la
carretera de Las Tunas.
Al llegar al Río Cauto, ancho y profundo como el
mar, doy un grito:
-¡Por ese puente vamos a cruzar!
Estaba hecho de troncos de madera dura
simulando tablas. Al pasar los carros, se tambaleaba. Santiago se
reía y yo apenas respiraba, esperando el final de mi
vida…
Al fin entramos de nuevo al terraplén, y pude
apreciar algunas casas entre malezas y cañaverales, casi
todas de madera con techo de cinc o guano. Al fin se ven unos
edificios.
-¿Esa es la comunidad?
-Si.
Yo no quería llorar porque sabía que era
una nueva tarea que me daba la Revolución, pero no lo pude
evitar. Santiago se quedó mirándome:
– Carajo, a mí me dijeron que tú
venías para acá porque eras una timbalúa,
pero eres una pendeja. Sécate esas lágrimas que
tienes que llegar con otra cara.
Aún no se habían mudado todas las
familias; sólo había 3 ó 4, que organizan
los apartamentos. Me recibió una amiga, que era para
mí como una hermana. Qué alegría ver a
Gladis Vásquez, que se encontraba preparando las
condiciones en la escuela.
Después de un fuerte abrazo, me dijo:
-¿Cuándo vienes?
Le digo que cuando termine el curso escolar y me dice
que debe ser antes, porque se tiene que ir apenas inauguren la
comunidad.
Me llevaron al apartamento donde iba a ser mi futuro
hogar. Todo estaba amueblado, organizado. Había
refrigerador, televisor, radio. Yo no
tenía nada de eso en mi casa, pues era
característica de Jiguaní que las viviendas fueran
de paredes de tierra, techo
de guano y en el patio estuviera la letrina. Ahora, aquí,
tendría todas las comodidades, pero uno siempre
añora su casa; además, estaría sola un
tiempo, pues mi esposo, en La Habana, cursaba la escuela Nacional
del Partido "Ñico López".
Tengo que crecerme, tengo que cumplir, pensé,
esto es de Patria o Muerte. Ah,
pero en esta comunidad no solo fue mi amiga quien me
recibió, sino un enjambre de mosquitos y jejenes que me
acompañaron en los 31 años que permanecí en
ella.idad.
La
inauguración. Mayo 31
El día anterior había llovido
intensamente, el agua y
la tierra se
habían unido para formar un lodo pastoso. Esto me lo
contó Norma Cano, una de las primeras que se mudó
junto a su esposo Baldoquin.
Ya la tribuna estaba preparada, el personal se fue
concentrando, sin importarle fango ni nada; en eso
apareció un helicóptero y todos miraron aquel
artefacto tan bajito y tan grande, que la mayoría nunca
había visto.
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