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Aborto y pensamiento progresista (página 3)



Partes: 1, 2, 3

La denuncia del Nobel de Economía y filósofo indio Amartya
Sen sobre la gran cantidad de mujeres que en contra de su
libertad han
sido objeto de este tipo de actuaciones, levantó la voz de
alarma ante las políticas
demográficas que impone los países ricos a los
países en desarrollo, y
por tanto los Estados de estos países empobrecidos a sus
ciudadanos. Se llega a hechos tan dramáticos como el
infanticidio y
el aborto
selectivo en función
del sexo,
así como el abandono de niñas recién
nacidas. Amnistía Internacional denunciaba que las penas
infringidas a los ciudadanos chinos que incumplen los planes de
control
demográfico incluyen la tortura física: golpear,
colgar cabeza abajo a los detenidos, darles descargas
eléctricas en la lengua, abusos
sexuales, etc. llegando hasta el punto de forzar a mujeres a
tomar drogas
abortivas, incluso en el octavo o noveno mes de embarazo.

Es más que evidente que el desarrollo
social, la educación de
la mujer,
así como su participación en la sociedad
influye en la reducción de la natalidad en los
países empobrecidos. Como indica Amartya Sen, promover la
educación
y la participación social de la mujer en estos
países puede ser el mejor medio de reducción
responsable de la natalidad.

Una verdadera ayuda a los países en desarrollo
supondría la inversión en educación, industria y
reducción de las barreras arancelarias de los
países ricos para que puedan entrar en el mercado los
productos de
los países pobres, con las consiguientes subidas del nivel
de vida y la capacidad adquisitiva de estos países. Este
sería el camino de la dignidad en la
ayuda.

En este apartado se ha reflejado parte del texto " El
aborto como
método de
explotación capitalista". Miguel Argaya Roca.

Pensamiento
progresista y aborto

Posicionarse hoy contra el aborto desde una mentalidad
progresista requiere mucha madurez y valentía, porque se
considera una postura reaccionaria y por tanto criticada
duramente en estos ambientes.

Las personas progresistas, en una amplia mayoría,
tienen una importantísima sensibilidad y una profunda
conciencia social
que les lleva a trabajar en defensa de los intereses de los
más desfavorecidos. Por eso resulta muy difícil
entender que desde esta sensibilidad no se levanten más
voces
críticas sobre el aborto y que éste se plantee
simplemente como un derecho de la mujer sobre su propio cuerpo,
sin considerar en ningún momento la muerte
injusta de quien la está habitando.

Sin ninguna duda el aborto no es progresista, como nunca
será progresista suprimir a los más débiles.
Progresista es aspirar a una sociedad solidaria donde las cargas
de los más vulnerables se asuman entre todos, y el Estado
favorezca su integración. Decir que cada mujer haga lo
que quiera con el hijo que lleva a dentro, no tiene nada que ver
con ser progresista, o ser tolerante, como tampoco lo
sería decirlo referido a un niño ya nacido y que
dependa de un adulto.

La tolerancia es
maravillosa, el relativismo profundo no. Desde una sensibilidad
progresista no se nos ocurre afirmar que cualquier persona o
mandatario puede hacer lo que le quiera contra una persona o un
pueblo y que hemos de permanecer indiferentes aunque, por
desgracia, esto ocurra con frecuencia. De la misma manera no
podemos quedarnos en silencio ante la muerte de
millones de seres humanos no nacidos, simplemente porque
aún están en el útero materno y no tienen ni
voz ni voto.

En el siglo XIX la concepción liberal
impulsó las ideas de la dignidad humana, e hizo suya la
idea de la inviolabilidad de la vida del niño como ser
esencialmente necesitado de máxima protección,
rechazando junto al infanticidio, el aborto. Con esto la
conciencia humanista liberal entroncó con la
tradición cristiana, así como con el principio
deontológico médico vigente hasta no hace mucho de
"No daré a nadie ningún remedio mortal, ni un
consejo que le induzca a su muerte. Tampoco facilitaré a
una mujer un aparato abortivo" (Hipócrates, siglo V
aC,)

El lento avance del abolicionismo de la pena de
muerte, nos llevaría a pensar que la conciencia
universal va aceptando el valor supremo
de la vida humana. Lo progresista es favorecer y respetar la
vida, pero lo paradójico es que no está siendo
así. Se retrocede a pasos agigantados en el aprecio de la
vida del pre-nacido, aumentando sin cesar las legalizaciones del
aborto. La mayor contradicción es que esto está
ocurriendo cuando los avances de la ciencia y
la genética
apuntan en la dirección de que la vida humana comienza en
el momento de la concepción.

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Los que defienden el aborto lo hacen en nombre de los
derechos y
libertades de las mujeres, pero por muy extremas que sean las
razones, nunca pueden justificar otra vida a cambio.

Justificar el aborto porque siempre ha existido es tan
absurdo como pretender justificar por el mismo motivo la
explotación, el asesinato, la tortura, la discriminación o los genocidios. El que
siempre hayan existido atentados contra las personas y
continúen existiendo no los legitima, ni nos legitima a
nosotros para ignorarlos o legalizarlos.

Otra argumentación que no se sostiene es
justificar el aborto porque es una realidad social y que, por
tanto, ha de ser aceptada. Existen otras muchas realidades
sociales como son los malos tratos a las mujeres, la
explotación infantil o sexual en determinados
países y a nadie se le ocurre que este argumento sea una
justificación para aceptarlo o legalizarlo. Un hecho no se
justifica porque sea socialmente aceptado, sino porque sea justo,
y el aborto no es justo ni con el niño ni con la madre. No
es lo mismo legal que legítimo y no es lo mismo justo que
legal.

Cualquier civilización ha de preservar la vida de
todos los individuos que luchan por vivir, y el no nacido es todo
un proyecto lleno de
vida que se resiste a morir. Cuando principios tan
elementales como la defensa de los más débiles y el
respeto a la vida
humana son relativizados, hemos de pensar que la
civilización está seriamente tocada.

El aborto se plantea exclusivamente como un derecho de
la mujer. Esta premisa va a incidir en el hecho de que un
importante número de personas progresistas se identifiquen
con políticas que defienden legislaciones abortistas. A
pesar de ello muchas de estas personas, gracias a su capacidad
crítica
y de apertura, pueden llegar a replantearse la legitimidad
humana, moral y social
del aborto, aunque el ambiente no
les va a ser favorable.

Ante la información que actualmente nos proporciona
la ciencia, no es
posible que ni la persona más convencida sobre la
legitimidad de los abortos, pueda evitar al menos la duda sobre
si el ser que se elimina es o no humano. Las preguntas son:
¿Es legítimo eliminar al no nacido a pesar de que
existan dudas sobre su humanidad?, ¿En qué otra
situación en donde la vida de una persona pueda
encontrarse en riesgo se
actuaría sin tomar las precauciones necesarias para
preservarla? ¿En que otros casos en los que se puede estar
agrediendo gravemente a alguien nos encogemos de hombros diciendo
simplemente: "yo no lo haría, pero que cada cual haga lo
que quiera?"

Es difícil comprender por qué personas
comprometidas, que trabajan por la justicia y
prestan su voz a los que no tienen voz, ante estos hechos no se
pronuncian o incluso pueden llegar a reivindicarlos.

Desde la antigüedad, la civilización ha
estado anclada
en la muerte. Los conflictos se
resolvían con muerte, aniquilando al que estorbaba. Seguir
legislando para la muerte es una opción totalmente
regresiva y reaccionaria, no progresista. Una sociedad que se
aferra a los viejos esquemas de resolver los problemas
matando a quienes nos incomoda, o recurriendo al esquema de que
en los conflictos de derechos e intereses es natural que se
imponga el más fuerte, no es una sociedad progresista ni
humana.

Otro argumento que se alega en los sectores progresistas
para defender políticas abortistas, es tomar como
referencia legislaciones similares que se desarrollan en
países considerados más avanzados. Pero esta
premisa es falsa, porque muchos países muy desarrollados y
progresistas en unos temas pueden ser atrasados en otros. Sirva
de ejemplo los EEUU, que en algunos asuntos se encuentra a la
cabeza y en otros como la tortura y la pena de muerte son
totalmente reaccionarios.

También Atenas en el siglo V a C. era el imperio
más avanzado por su filosofía, literatura, organización, y convivía con la
esclavitud. El
nazismo
presentó como un avance el genocidio judío para
depurar la raza aria, en función de unos intereses
totalmente obscenos.

El aborto se contempla como el techo del derecho de
propiedad de los padres sobre el hijo, e incluso se utiliza
por los Estados contra los pueblos empobrecidos. La legalidad de
una norma no significa su legitimidad y no es legítima una
ley que
despoja de culpa la destrucción de la vida humana o
pretende normalizar esa destrucción.

Por otro lado, tampoco es progresista desplazar toda la
responsabilidad a la mujer. Los hombres
generalmente se sienten aliviados por el aborto, pero en muchos
casos no quieren asumir ninguna responsabilidad por él. No
son conscientes del alcance que esta intervención tiene
para la mujer, o quieren olvidar el asunto lo más
rápido posible. Si la mujer se siente acompañada en
el embarazo la probabilidad
de que decida abortar es mucho menor.

Es necesaria una reconsideración de la postura de
defensa del aborto por las izquierdas y los sectores
progresistas, porque no está en consonancia con la
ideología que promueve la defensa de los
más vulnerables. Por el contrario, más allá
de la "pantalla" en la que se presenta como una defensa de los
derechos de las mujeres, se encuentran otros intereses oscuros
sustentados por perversas y poderosas estructuras
que no respetan al ser humano.

Encuadrar el aborto dentro de una política de
liberación de la mujer es un disparate. La
liberación de la mujer pasa entre otras muchas cosas por
el respeto, la igualdad y la
dignidad, por favorecer unas jornadas de trabajo
conciliable con su vida familiar y personal, por dar
la oportunidad económica y social a la mujer embarazada
para llevar a término su embarazo y poder hacerse
cargo de su hijo.

Los cristianos,
la
Iglesia y el aborto

El mensaje de Jesús es siempre una opción
por los más pequeños, los más pobres y los
más débiles. Jesús se posiciona siempre al
lado de los excluidos, de los marginados, de los que no cuentan,
de los que no tienen voz.

Jesús fue la voz de las prostitutas, de los
publicanos, de los enfermos, de las mujeres, de los niños y
esto le costó la vida. Que los cristianos seamos la voz de
los sin voz, es una consecuencia lógica
de ser seguidores de Jesús. Nuestra voz siempre debe
alzarse para defender la vida y la dignidad humana. Lo que no
sería lógico es que nuestra voz coincidiera con la
de los poderosos y los que oprimen a los pueblos, o que miremos
para otro lado ante las injusticias y las guerras.

La Iglesia, fiel
al mensaje evangélico, está jugando un papel
importantísimo en el mundo en defensa de los Derechos Humanos
y de la vida, conforme al mandamiento "no matarás" y "
amarás a tu prójimo como a ti mismo". El cristiano
no tiene excusa para no posicionarse radicalmente siempre en
contra de todo lo que es una amenaza para la vida: muerte,
tortura, hambre, explotación…

En el tema del aborto, los cristianos y la Iglesia,
hemos de pronunciarnos lo más fuerte y firmemente posible,
porque está en juego la vida
de unos seres humanos pequeños e indefensos, que no tienen
voz, y a los que una parte de la sociedad considera
nada.

La Iglesia, aún con sus errores y a pesar de
ellos, siempre ha sido pionera en la defensa de los más
débiles y los más pobres, cuando nadie, ni Estados,
ni gobernantes se ocupaban de su protección. Siglos de
historia nos
avalan con personas que dieron su vida por los más
desfavorecidos a cambio de nada.

Sin embargo también en ocasiones los cristianos y
los católicos hemos sido y a veces somos motivo de
escándalo para el mundo, por nuestras actuaciones o
silencios cómplices en temas tan importantes para la
defensa de la vida y la dignidad humana como éste que nos
ocupa: guerras, genocidios, torturas, hambres, inmigración, condenas injustas, pena de
muerte, abusos de poder, expoliación y explotación
de personas… Si los cristianos y la Iglesia no asumimos con
valor nuestra misión
profética en el mundo, seremos como "la sal que no sala o
la luz que no
alumbra". Mucho se nos exige, porque mucho se nos ha dado, y
hemos de ser fieles a esta vocación.

En relación con el aborto, la Iglesia siempre se
ha pronunciado con fuerza y
claridad pero a veces, le ha faltado acompañar a estos
pronunciamientos la misericordia de Jesús, a la que
también estamos llamados.

Es cierto que la Iglesia ha sido avanzadilla en
organizar movimientos que protejan y acompañen a las
madres con embarazos no deseados, pero también en algunos
ámbitos se han producido actitudes muy
negativas hacia las mujeres embarazadas en determinadas
circunstancias, como son los embarazos fuera del matrimonio,
olvidando el ejemplo de permanente acogida y acercamiento de
Jesús de Nazaret.

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Hay otro aspecto importante a tener en cuenta y que en
estos momentos ha de ser considerado. La moral
tradicional católica siempre ha distinguido entre lo que
denominaba faltas y
pecados leves o graves. Sin embargo últimamente los
pronunciamientos que se vienen realizando en la opinión
pública desde algunos sectores de la Iglesia en
relación a la sexualidad,
presentan la moral católica como una tabla rasa, sin
graduación alguna. Es decir, se condena con la misma
contundencia cualquier tema referido a relaciones
sexuales fuera del matrimonio o anticonceptivos que un aborto. Esto es al menos lo
que llega a la gente de la calle, que ante este tipo de
argumentación nos juzgan como poco creíbles o
fanáticos.

En el momento actual, el reto que se nos plantea con el
aborto es grande. Por una parte hemos de mantenernos fieles, como
no puede ser de otra manera, a la defensa de la vida. Por otro
lado la mujer que aborta precisa de una inmensa misericordia,
ternura y del acompañamiento del que Jesús nos da
ejemplo en todas sus actuaciones. Sólo así la
persona puede sentirse acogida y ver otras
posibilidades.

Necesitamos en primer lugar a la Iglesia madre, y luego
a la Iglesia maestra. La madre que acoge y desde sus
entrañas de ternura, enseña. Así era como lo
hacía el Maestro: primero se acercaba, a la samaritana en
el pozo, a Zaqueo, a Mateo… y cuando ellos sentían su
acogida, su presencia, su ternura y su amor sin
condiciones, cambiaban su conducta y se
volvían a Él.

Por mandato de Jesús, debemos ser luz y sal. La
luz no se impone, simplemente está y con estar alumbra a
todo su alrededor. La sal se mezcla con los alimentos y, sin
estos saber cómo, cambian su sabor. No somos
creíbles, ni ejemplo de nada cuando condenamos sin amor,
cuando aprovechamos nuestros argumentos para hundir al que nos
resulta contrario ideológicamente, o enfrentado a
nosotros.

Como dice San Pablo: "Hemos de tener los mismos
sentimientos de Cristo"

Efectos que
produce en la sociedad las legislaciones sobre el
aborto

Cualquier legislación tiene efectos sociales y el
aborto no es una excepción. Como consecuencia de la
cultura social
y de la aceptación de este hecho, se produce un incremento
importantísimo del número de los mismos. Este hecho
se retroalimenta con un dato positivo ya que una
legislación que favorece los abortos, suprime notablemente
las intervenciones clandestinas y sus perversas consecuencias. El
problema surge cuando queda sin ninguna protección legal
una de las partes implicadas: el no nacido, que también
debe tener todos los derechos a que su vida sea
protegida.

En cualquier sociedad democrática, una gran
mayoría se manifestaría en contra de una
legislación que protegiera solo a unos individuos y dejara
en total desprotección a otros más vulnerable. Se
consideraría un disparate jurídico. Sin embargo las
legislaciones a favor del aborto hace esto mismo: se alega
proteger los derechos de la
mujer, hecho que tampoco es cierto, y se obvian completamente
los derechos del hijo que queda en total
indefensión.

Los políticos utilizan eufemismos como
"despenalizar" el aborto. Pero si mañana se planteara
despenalizar otros hechos que puedan suponer un atentado contra
algunos individuos, por ejemplo determinados supuestos de
asesinatos, la sociedad se enfrentaría al legislador
principalmente porque cualquiera podría ser víctima
de esa legislación. Por el contrario en el caso del aborto
se legisla con un gran apoyo social. En esto incide entre otros
aspectos que las personas no sienten amenazada su integridad
física por las consecuencias de esta legislación, y
también el hecho de que los no nacidos nunca podrán
decir nada y no votarán.

Legislar alegando proteger a una de las partes no puede
llevar jamás a dejar sin protección a la otra. La
libertad de un individuo
termina donde tropieza con la de otro ser humano, y no hay
libertad más primaria que el derecho a vivir.

En efecto, la ley penal no tiene sólo como fin la
persecución del delito, sino
también ayudar a conformar la conciencia social sobre
los valores
básicos de la convivencia. Por eso cuando una conducta se
despenaliza se hace más frecuente y se configura como
buena, en la equivocada creencia de que todo lo legal es bueno y
lo ilegal malo. La legislación a favor del aborto favorece
en la sociedad pensamientos y conductas entre los que pueden
figurar:

  • Una actitud pasiva ante tragedias
    humanas.

  • El endurecimiento emocional.

  • Una "esquizofrenia" social entre lo que se cree y lo
    que se hace.

  • La relatividad de la vida frente a otros
    intereses.

  • La manipulación de la información y de
    la verdad en función de los intereses
    políticamente correctos.

  • La confrontación entre la ley y la
    conciencia.

  • La desprotección de los
    débiles,

  • El negocio y especulación con la vida y la
    muerte.

  • Un cambio de mentalidad sobre la dignidad humana de
    consecuencias muy graves.

  • Un poder absoluto de los padres sobre la vida y la
    muerte del hijo.

  • Políticas reproductivas que quedan en manos
    de los Estados y multinacionales, cuyo alcance aún es
    inimaginable.

Si la Ley no sirve para proteger a los más
indefensos, ¿para que sirve la Ley?

Consideraciones
al aborto

Actualmente, nuestra sociedad ante un embarazo no
deseado oferta a la
mujer más facilidades para que pueda realizar un aborto
que para llevar a término su embarazo. Con mucha
frecuencia, se va a encontrar que desde el personal
técnico a amigos y familiares, le van a plantear la
decisión de abortar como la más sensata y con menos
complicaciones para continuar con su vida, añadiendo la
consideración de que es una decisión "reversible",
ya que cuando llegue el momento idóneo, podrá
volver a quedarse embarazada.

Esta situación enormemente generalizada, es muy
preocupante y muy grave, ya que la mujer en esas circunstancias
se encuentra como hemos dicho en una situación de extremo
estrés y
con sus capacidades de discernimiento y decisión muy
alteradas.

Por otro lado la perversa manipulación del
lenguaje
añade, si es posible, aún más
confusión a la decisión de la mujer en estos
momentos. A la madre no se le pregunta: "¿Quiere usted
que, con el permiso de la ley, mate a su hijo?", sino,
"¿Quiere usted que le "interrumpa legalmente" el
embarazo?". La palabra aborto se va a evitar todo lo posible, y
en un alarde de eufemismo se llega a encuadrar dentro del
apartado "promoción de la salud" o "salud reproductiva
de las madres" (Conferencia de El
Cairo)

Los motivos que llevan a una mujer a rechazar al hijo
engendrado son siempre muy fuertes y muy graves. Detrás de
un aborto está una mujer que se ha debatido, que ha
sufrido, que seguirá sufriendo y que no ha encontrado otra
salida más que el aborto. En ningún caso nuestra
condena al aborto puede ser una condena al sufrimiento de estas
mujeres, pero esto no puede suponer la justificación o la
pasividad ante el aborto. El aborto es siempre, en sí el
mal mayor, y la peor de las salidas.

Para que la mujer que se encuentra ante un embarazo no
deseado afronte con mayor facilidad todas las dificultades que se
le plantean, es necesario un esfuerzo en la mentalidad social de
todos los sectores traducidos en acogida y en alternativas
reales.

Por otro lado los gobiernos y Estados han de asumir de
verdad, que ser progresistas pasa por realizar políticas
de apoyo, tanto estructurales como económicas a las
mujeres y familias en situación de especial dificultad, y
no por políticas abortistas que son siempre
devastadoras.

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Otros aspectos a mejorar entre otros muchos
son:

– Fomentar una formación sexual más amplia
y más extensa, que no se centre exclusivamente en la
información sobre el uso de anticonceptivos.

– Desarrollar una política de adopción
más humana y más ágil que tienda más
a buscar el bien de los niños.

– Potenciar las investigaciones
destinadas a suprimir las anomalías, sin que el coste sea
otra vida humana.

Conviene insistir en que las políticas abortistas
no las hacen solo los que legislan, sino todos los que con sus
actitudes e ideologías propician que sea más
fácil abortar que llevar a término un embarazo. Un
tema a considerar con especial incidencia es el referido al mundo
laboral
¿Cuantas personas que se manifiestan contra el aborto le
darían trabajo a una mujer embarazada?
¿Cuántas mujeres son despedidas de sus trabajos por
encontrarse en esta situación?

Conclusión

El aborto no es un problema de la conciencia individual
de la madre ni del padre, pues afecta a alguien distinto de
ellos: "EL HIJO". Los poderes públicos tienen su
razón de existir para defender la vida y la dignidad de
toda persona en cualquier periodo de su existencia.

El aborto no es algo individual, sino que incide
directamente en la solidaridad
natural de la especie humana. Carece de sentido argumentar que es
la mujer quien puede decidir sobre su hijo, y que el Estado no
tiene nada que defender. Con las mismas premisas se
sostendría que cuando alguien decida torturar a alguien o
asesinarlo porque confronta sus intereses, puede realizarlo y
nadie debe intervenir.

El Estado no puede inhibirse de la defensa de la vida
humana o su integridad, argumentando la libertar del individuo.
Ninguna libertad es legítima para actuar contra otro.
Dicho de otra forma, la libertad de cada persona acaba donde
empieza la libertad del otro. Si seguimos negando que existe
"otro" en el caso del aborto es porque están en juego
muchos intereses. El hecho de que ese "otro", aún no tenga
voz y no pueda tener nunca voto, no le despoja de su
dignidad.

El aborto es un atentado contra la vida de un ser humano
y merece la máxima protección jurídica, lo
mismo que el homicidio, la
violación, la tortura o cualquier otra agresión a
la persona. El Estado debe proteger la "dignidad de la vida
humana" como el valor fundamental sobre el que la sociedad se
encuentra constituida, y debe perseguir y proteger todo aquello
que la amenaza, aunque sea consciente de que no puede erradicarlo
totalmente. Renunciar a esto es renunciar a la razón de
ser de la sociedad y del mismo Estado. Si la legislación
no está de acuerdo con los principios básicos de
proteger la vida, ni la sociedad ni el Estado tiene
justificación.

Los valores
básicos y esenciales, como el de la vida humana y su
dignidad, son previos, independientes y superiores a las
determinaciones legales o de las mayorías. Las cosas no
son verdaderas o falsas, bellas o feas, buenas o malas,
según una mayoría legisle o así se
decida.

Los legisladores no pueden ni tienen derecho de
determinar quién es humano o no, a efecto de
protección jurídica. Es un dato de la realidad de
la persona que no pueden cambiar. Toda norma jurídica que
atente contra este principio es esencialmente injusta, aunque se
apruebe con todos los formalismos legales; igual que es
ilegítimo basar el derecho a la vida de cualquier ser
humano en función de sus capacidades físicas o
psíquicas.

Oponerse hoy al aborto provocado, como en otras
épocas hubo oposición a la esclavitud, no es
fanatismo ni tiene que ver con convicciones religiosas, sino que
es una obligación para todos los que no queremos
avergonzarnos de ser humanos, y sobre los que la Historia
algún día se pronunciará.

El aborto es una enorme tragedia en la historia del ser
humano. Un holocausto de
dimensiones inimaginables. No oír el grito del que no
tiene voz, significa pérdida de humanidad y esto tiene
unas consecuencias muy graves para nuestro futuro como
sociedad.

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Es preciso potenciar las condiciones para que las
personas puedan desarrollar una conciencia abierta y
crítica, que les permita sacar sus propias conclusiones y
desde ella posicionarse en la sociedad. Solo así
legislaciones como las que nos ocupa pueden ser cuestionadas y
rechazadas.

El aborto no es algo que afecta sólo a la mujer
que aborta. Como decía el poeta: "La muerte de cualquier
ser humano afecta a toda la humanidad".

Algunas
referencias bibliográficas

"El aborto. 100 cuestiones y respuestas". Edit.
Conferencia Episcopal Española.

"Si a la Vida". Marina Araus. Edit. Voz de los sin
voz.

"¿Es progresista el aborto?" Edit.
Movimiento
Cultural Cristiano

"El aborto como método de explotación
capitalista". Miguel Argaya Roca.

Documento
Anexo

DECLARACIÓN DE MADRID. 17 DE
MARZO DE 2009

Los abajo firmantes, Profesores de universidad,
investigadores, Académicos, e intelectuales
de diferentes Profesiones, ante la iniciativa del Grupo
Socialista en el Congreso, por medio de la Subcomisión del
aborto, de promover una ley de plazos, suscribimos el presente
Manifiesto en defensa de la vida humana en su etapa inicial,
embrionaria y fetal y rechazamos su instrumentalización al
servicio de
lucrativos intereses económicos ó
ideológicos.

En primer lugar, reclamamos una correcta interpretación de los datos de la
ciencia en relación con la vida humana en todas sus etapas
y a este respecto deseamos se tengan en consideración los
siguientes hechos:

a) Existe sobrada evidencia científica de que la
vida empieza en el momento de la fecundación. Los conocimientos más
actuales así lo demuestran: la Genética
señala que la fecundación es el momento en que se
constituye la identidad
Genética singular; la Biología Celular
explica que los seres pluricelulares se constituyen a partir de
una única célula
inicial, el cigoto, en cuyo núcleo se encuentra la
información Genética que se conserva en todas las
células
y es la que determina la diferenciación Celular; la
Embriología describe el desarrollo y revela
cómo se desenvuelve sin solución de
continuidad.

b) El cigoto es la primera realidad corporal del ser
humano. Tras la constitución del material genético
del zigoto, procedente de los núcleos gaméticos
materno y paterno, el núcleo resultante es el centro
coordinador del desarrollo, que reside en las moléculas de
ADN, resultado
de la adición de los genes paternos y maternos en una
combinación nueva y singular.

c) El embrión (desde la fecundación hasta
la octava semana) y el feto (a partir
de la octava semana) son las primeras fases del desarrollo de un
nuevo ser humano y en el claustro materno no forman parte de la
sustantividad ni de ningún órgano de la madre,
aunque dependa de ésta para su propio
desarrollo.

d) La naturaleza
biológica del embrión y del feto humano es
independiente del modo en que se haya originado, bien sea
proveniente de una reproducción natural o producto de
reproducción asistida.

e) Un aborto no es sólo la
«interrupción voluntaria del embarazo» sino un
acto simple y cruel de «interrupción de una vida
humana».

f) Es preciso que la mujer a quien se proponga abortar
adopte libremente su decisión, tras un conocimiento
informado y preciso del procedimiento y
las consecuencias.

g) El aborto es un drama con dos víctimas: una
muere y la otra sobrevive y sufre a diario las consecuencias de
una decisión dramática e irreparable. Quien aborta
es siempre la madre y quien sufre las consecuencias
también, aunque sea el resultado de una relación
compartida y voluntaria.

h) Es por tanto preciso que las mujeres que decidan
abortar conozcan las secuelas psicológicas de tal acto y
en particular del cuadro psicopatológico conocido como el
«Síndrome Post aborto» (cuadro depresivo,
sentimiento de culpa, pesadillas recurrentes, alteraciones de
conducta, pérdida de autoestima,
etc.).

i) Dada la trascendencia del acto para el se reclama la
intervención de personal médico es preciso respetar
la libertad de objeción de conciencia en esta materia,
puesto que no se puede obligar a nadie a actuar en contra de
ella.

j) El aborto es además una tragedia para la
sociedad. Una sociedad indiferente a la matanza de cerca de
120.000 bebés al año es una sociedad fracasada y
enferma.

k) Lejos de suponer la conquista de
un derecho para la mujer, una Ley del aborto sin limitaciones
fijaría a la mujer como la única responsable de un
acto violento contra la vida de su propio hijo.

l) El aborto es especialmente duro para una joven de
16-17 años, a quien se pretende privar de la presencia,
del consejo y del apoyo de sus padres para tomar la
decisión de seguir con el embarazo o abortar. Obligar a
una joven a decidir sola a tan temprana edad es una
irresponsabilidad y una forma clara de violencia
contra la mujer.

En definitiva, consideramos que las conclusiones que el
Grupo Socialista en el Congreso, por medio de la
Subcomisión del aborto, ha trasladado al Gobierno para que
se ponga en marcha una ley de plazos, agravan la situación
actual y desoyen a una sociedad que, lejos de desear una nueva
Ley para legitimar un acto violento para el no nacido y para su
madre, reclama una regulación para detener los abusos y el
fraude de Ley de
los centros donde se practican los abortos».

 

 

 

 

 

 

Autor:

Milagrosa Fernandez Bey

Miembro de la Comisión Diocesana de Justicia y
Paz de Cádiz y Ceuta.

Partes: 1, 2, 3
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