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Cuba: Primeros años de evolución cultural (1510-1762) (página 4)




Enviado por Ramón Guerra Díaz



Partes: 1, 2, 3, 4

Al término del siglo XVII había en
Cuba 225
sacerdotes, 204 frailes y alrededor de 100 monjas en su
mayoría criollos [87]16). En 1757
había en la Isla 57 parroquias, 25 ermitas y 22 conventos
atendidos por 572 curas, 484 monjes y 154 monjas, con predominio
de nacidos en el país.[88]

Este florecimiento de la Iglesia
Católica en Cuba alcanza su momento más
álgido durante el obispado de Pedro Agustín Morell
de Santa Cruz (1753-1768), época en que "coincidieron
en armonía una economía hacendataria y una Iglesia de
tradición feudal"
[89]

Desde el punto de vista ideológico, la Iglesia
que llega a Cuba a principios del
siglo XVI es la institución más conservadora y
cerrada de Europa,
convertida en aliada de los reyes de España,
devenidos en poderosos señores a raíz de la
conquista de
la tierras americanas.

En razón de ello la alianza de la monarquía española y la Iglesia
Católica fue la base de la Contrarreforma
ideológica que predomina en buena parte de Europa en los
siglos XVI, XVII y XVIII. Su ideología fue la escolástica como
doctrina que contrapone la fe a la razón. Basada en las
teorías
de Tomás de Aquino, que acepta la existencia de una doble
verdad: las reveladas por Dios y las razonadas por el hombre, con
prioridad para las verdades divinas en casos de
contraposición.

La Escolástica devino en base ideológica
de la Monarquía y los grupos de
poder en
España, legitimando el orden feudal y el origen divino de
sus privilegios, base de la unidad del imperio español en
América, en alianza con la Iglesia. Estas
coordenadas ideológicas y culturales dominaron el siglo
XVIII en la Isla acentuadas por la condición colonial de
la Isla.[90]

Generaciones de criollos, muchos de ellos destacados
intelectuales,
se educaron "bajo estas coordenadas teórica". El criollo
fue también el "sujeto principal" en el sostenimiento de
estas doctrinas dado a que predominaban en las instituciones
religiosas de la isla.[91]

A pesar de ser la Escolástica un sistema
filosófico ya en decadencia a principios del siglo XVIII,
en Cuba, para la clase
dominante de los criollos fue el sostén y estímulo
de su desarrollo social
y cultural, que sin las instituciones eclesiásticas no se
hubiera podido desarrollar, "el nacido en la Isla
necesitó de ella, como de la Iglesia y del propio poder
colonial, para legitimar su orden
social"
[92]

El despegue de la enseñanza

Desde finales del siglo XVII y con la
consolidación de la Iglesia en la Isla, en alianza con la
clase criolla predominante se hacen varios intentos por crear una
universidad en
Cuba, anhelo acorde con las inquietudes de las clases pudientes,
necesitadas de tener en propio suelo una
institución de este tipo para la educación de sus
hijos.

En 1717 el padre maestro de la Orden de los Dominicos,
Fray Bernardo de Membrive, elevó un memorial al rey,
atendiendo a las solicitudes de estos habaneros, suplicando
autorización para crear una universidad en La
Habana.

Felipe V encargo al cardenal Aquaviva interceder ante el
Papa Inocencio XIII quien finalmente expide un breve el 12 de
septiembre de 1721, autorizando la creación de la
Universidad en el convento de San Juan de Letrán de los
dominicos habaneros.

Aprobada la apertura de la universidad en el convento de
San Juan de Letrán de los dominicos, tardarán casi
siete años para que tal obra se llevara a vía de
hecho y el motivo fue el litigio y hostilidad del obispo
Jerónimo Valdés quien pretendía que dicha
institución tuviera como sede la Iglesia y edificaciones
contiguas del barrio de San Isidro, que dicho prelado
había donado a los dominicos para abrir colegio en 1720
donde se enseñara Gramática, Teología y Filosofía de forma gratuita.

En el momento de hacerse pública la
aprobación de la universidad para el convento dominico,
funcionaba el colegio según la cláusula del
donativo, pero el obispo exigió que la universidad fuera
para este sitio, alejado del centro de La Habana de la
época. Era una maniobra dilatoria de alguien que no
veía con buenos ojos la influencia de esta "orden criolla"
y que estaba en trámite de que los jesuitas se
volvieran a establecer en la ciudad.

Finalmente el obispo Valdés reclamó a los
dominicos la devolución de la donación, se
cerró el colegio de San Isidro y la Orden pudo al fin
abrir la Universidad.

El 5 de enero de 1728 se establece oficialmente la
Universidad de San Jerónimo de La Habana, autorizada a
entregar grados menores (bachiller) y mayores (licenciados,
doctores y maestros). La institución tenía
inicialmente cinco facultades: Teología, Cánones
(Derecho Canónico), Leyes (Derecho Civil),
Medicina y
Artes (Filosofía), organizadas en veinte cátedras,
las más importantes en la mañana (cátedras
de prima) y el resto en la tarde (cátedras de
vísperas).

Los dominicos se adjudicaron el derecho de impartir las
cátedras de Filosofía y Teología, estudios
eminentemente ideológicos que ceñían la
enseñanza la escolástica como
doctrina de la Iglesia de acuerdo con el Concilio de Trento, que
definió la línea ideológica y política de la
Iglesia Católica.

Las teoría
de Tomás de Aquino era la que definía la base de
esta enseñanza, los textos eran dogmáticos y con un
gran atraso científico, pero que en la realidad de la
colonia de la primera mitad del siglo XVIII, servía a los
intereses de la clase dominante en su afán de formar a los
continuadores del status creado.

En 1722 el obispo Jerónimo Valdés crea el
Seminario de
Basilio el Magno en Santiago de Cuba, con el fin de formar
"servidores de
la Iglesia". En este nuevo centro el curriculum
incluía: Teología, Gramática y Canto Llano,
cerrado en 1739 y reabierto en 1754 a pedido de los vecinos
notables de la jurisdicción de Cuba.

El obispo Pedro Morell de Santa Cruz impulsó al
Seminario santiaguero con la creación de las
cátedras de Filosofía, Teología, Escritura y
Cánones. Otro obispo criollo Santiago Hechavarría y
Elguesúa crea en 1777 el reglamento del colegio más
flexible en cuanto a la escolástica pero manteniendo el
requisito de admitir en sus aulas a alumnos de origen
español y cristianos. El obispo Hechavarría que
había estudiado en el Seminario de San Basilio
fortaleció las cátedras del mismo y le
destinó el 3 % de las restas de la
Iglesia.[93]

El centro concedía doce becas de gracias para
estudiantes pobres y completaba el alumnado con jóvenes de
familias acaudaladas que costeaban sus estudios y a fines del
siglo XVIII se solicitó para el Seminario de San basilio
la condición de Universidad, pedido que nunca fue
atendido.[94]

Desde esta época se hacen esfuerzos para que la
orden de los jesuitas instale colegio en La Habana, era una
aspiración apoyada por la Iglesia pero que encontraba la
resistencia sorda
de las órdenes ya establecidas en Cuba. Finalmente en 1727
los jesuitas regresan a La Habana levantan el convento de San
Ignacio y fundan el Colegio San José con el apoyo de las
familias habaneras influyentes que aportaron treinta mil pesos
para la obra. Este centro se une al Colegio San Ambrosio fundado
por Compostela en 1692. A las doce becas que ya tenía este
colegio se le agregan otras seis, todas para estudiar sacerdocio.
Junto con estos estudiantes se admitían numerosos
jóvenes de familias criollas ricas que recibían
asignaturas de humanidades y filosofía, hasta el grado de
bachiller.

En cuanto a la enseñanza elemental, la
situación en esta primera mitad del siglo XVIII,
continúa casi igual que en el siglo
anterior.    La Iglesia tenía como
obligación la función
docente y desde el siglo XVI une la enseñanza de la
catequesis con la alfabetización, esta era la forma de
instrucción básica para los niños y
jóvenes.

Las órdenes religiosas estaban clara que el
fundamento de la instrucción elemental sería la
enseñanza religiosa y trataron de hacer su función
lo mejor que podían.

Los belemitas fundan en La Habana una escuela elemental
a inicios del siglo XVIII, sufragada por Juan Francisco Caraballo
y con capacidad para doscientos niños que aprendían
a leer, escribir y cantar.

En Remedios se funda una escuela elemental gratuita
dirigida por Juan Cayedo; otra en la ermita del Carmen en 1757 y
una tercera en 1759. Todas muy modestas y de efímera
existencia por falta de recursos. El
presbítero Silvestre Alonso de Sancti Spíritus
entregó a los monjes franciscano para fundar un
convento(1716) dentro del cual crearan un colegio en el que se
enseñara gramática y lectura
religiosa y en Santiago de Cuba se reanuda en 1754 la
enseñanza elemental gracias Diego
Álvarez

"Para la mayor parte de la población lo más común era no
ir a la escuela. Los deberes, los comportamientos y los saberes
propios del estrato y del sexo al cual
se pertenecía se aprendían informalmente, en la
vida diaria, a través de procesos de
socialización dentro del grupo
familiar, comunal y
étnico.
[95]   

Inquietudes científicas

Los primeros médicos criollos se graduaron en la
Universidad de Nueva España a mediados del siglo XVII, la
mayoría de ellos hizo carrera en esa próspera
colonia española y algunos regresaron a Cuba, donde en
esto tiempo
escaseaban los médicos y el peligro de las epidemias era
una constante agravada por el deprimente estado de la
salubridad.

En abril de 1711 se restableció el tribunal de
Protomedicato de La Habana, cuya primera licencia fue expedida a
Francisco Teneza Rubiera, quien ejercía desde hacía
varios años en la ciudad, a pesar de no ser graduado y
presidió el Protomedicato.

Después de aprobado el Tribunal de Protomedicato
en La Habana, los monjes de la orden de los hospitalario
comenzaron a impartir lecciones de cirugía teórico
practica en el hospital de San Juan de Díos para aquellos
cirujanos romacistas que debían examinarse en el tribunal
de protomedicato, cursos que mantuvieron aún
después de inaugurada la Cátedra de Medicina en San
Juan de Letrán.

Francisco González del Álamo, se
había graduado de médico en México y
fue el primer profesor de
medicina en la Universidad de La Habana en 1726, cuando
aún los dominicos no había podido abrir
oficialmente la institución, cuando se oficializó
continuó impartiendo la Cátedra de Prima de
Medicina, es autor de "Tratado sobre la carne de cerdo y su
calidad en las
islas de Barlovento"
(1707). Otros profesores fundadores de
la cátedra de medicina fueron Martín
Hernández Catategui y Ambrosio de Medrano y Herrera,
graduados también en México; este último
sustituye a González del Álamo en la dirección de la cátedra, hasta su
muerte en
1755.

Entre los médicos criollos establecidos en
México sobresalieron en esta época, Luis Baeza y
Saavedra, con prominente labor médica en La Habana; Marcos
Antonio Riaño Gamboa, quien se destaca en México,
no solo como médico, sino como químico y
matemático.

Otro médico habanero de conocimientos
enciclopédicos de este período lo fue José
Escobar Morales, abogado, cosmógrafo, teólogo y
helenista, quien dejó escrito un "Estudio del tifus en
México
" (1736) y es considerado el criollo de aportes
más prominente en el México de esta
época.

Se menciona a los habanero Francisco Ignacio Cigala,
aficionado a la física y las matemáticas y al ya mencionado Riaño
Gamboa quien entre 1715 y 1725 realizó observaciones y
mediciones sobre los eclipses y la posición de los astros
en la latitud de Cuba, datos que
permitieron que el astrónomo francés J. Cassini,
calculara la posición de las ciudades de La Habana, Puerto
Príncipe, Trinidad y Sancti Spíritu, publicadas en
1729.

Por orden real en junio de 1713 se funda el Arsenal de
La Habana, astillero estatal que permitió consolidar y
desarrollar la industria
naval en esta ciudad. Para estos fines fueron traídos de
España especialistas que junto a los que ya
construían embarcaciones en la Isla, llegaron a fomentar
la más importante industria naval del reino. Los
astilleros del Arsenal fueron trasladados en 1748 hacia el fondo
de la bahía, en la ensenada de Atarés,
emplazamiento que ocupó hasta su cierre definitivo a
finales del siglo XIX.

Será este siglo XVIII el período de mayor
prestigio del Arsenal, al construir los mayores, mejores y
más rentables navíos de la Marina española,
tanto de carga como de guerra, siendo
por su producción una de las mayores fuentes de
ingresos de la
colonia, financiados por el dinero
situado de México.

Inicios de la Imprenta en la
colonia

Cuba no fue de las primeras colonias americanas en el
uso de la imprenta, el atraso cultural más las
rígidas prohibiciones reales y eclesiásticas
mantuvieron alejadas de la isla a la letra impresa. La imprenta
se introdujo en América, primero en Nueva España y
Perú en el siglo XVI y luego en el siglo XVIII en otros
territorios americanos, entre ellos Cuba.

Desde los primeros tiempos de la conquista hubo una
restringida circulación de libros en
América, de hecho solo podían circular libros
relativos a la religión
católica, prohibiéndose los referidos a romances,
historias banales, profanas, novelas de
caballería, etc.; en cambio los
conquistadores y contrabandistas burlaba estas
prohibiciones.

"La reiteración de las medidas de
prohibición demuestra que ellas eran frecuentemente
burladas, hecho comprobable a través de las listas de
libros anexas a los registros de las
naves indianas, de los expurgos realizados en bibliotecas
privadas y librerías, de los catálogos de
bibliotecas y universidades de la época, de los inventarios, de
los procesos iniciados por la Inquisición, de las
testamentarías y
subastas."[96]

La Iglesia también, participó, en forma
contradictoria en la introducción de la imprenta en
América, mientras prohibía a través de la
Inquisición la circulación de determinada obras
peligrosas para la Iglesia; obispos y misioneros promovieron la
introducción de la imprenta en el Nuevo Mundo y la
edición
de libros para difundir la religión y una vasta
producción literaria.

Tras muchos años de prohibiciones y de poco
estímulo para la cultura,
aparece en Cuba la imprenta, cuya introducción data de los
principios del siglo XVIII. Mucho se especula sobre el verdadero
momento en que se introduce la imprenta en la isla, algunos
autores la remontan a 1707 y dan algunas noticias no
confirmada con la aparición de algún material
impreso.

El impreso más antiguo encontrado en la isla data
de 1720, "La Carta de
esclavitud a
la Virgen Santísima del Rosario
", donde no aparece el
nombre del editor. En 1723 se imprime, "Tarifa General de
Precio de
Medicina",
folleto de 26 páginas que contiene en
orden alfabético las medicinas que debían venderse
y su precio. El impresor era el belga Juan Carlos Habré,
de cuyo taller se conocen otras dos obras, "Mérito que
ha justificado y probado el Lcdo. Antonio de Sossa" (
1724) y
"Rubricas Generales del Brevario Romano"
(
1727)

Carlos Habré introdujo la imprenta en el
país probablemente a principio de la década del
veinte del siglo XVIII. Era ya una imprenta de uso con "tipos de
imprenta" en francés, probablemente de las más
pequeñas.

Por el análisis del impreso más antiguo que
se conserva en Cuba se puede conocer que estaba elaborado en
formato de 23 x 24 cms., que no aparecen en el mismo la letra
"ñ" que era sustituida por una "u" con acentuación
francesa(û,ù,) o ü,ú; algunas
palabras del español tiene acento que nunca
llevaron(lá, ventá, islá, arancél),
lo que hace suponer no solo el poco conocimiento
del español del editor, sino también la escasez de tipos
de imprenta. Probablemente a esta razón se deba que la
"Tarifa General de Precios de
Medicina", fuera impreso por hojas y no por pliegos, como era ya
costumbre en la época. En la portada del folleto aparece
además del título un escudo de España que se
convierte en el primer grabado hecho en
Cuba.[97]

El folleto es ordenado por el "examinador Protomedicato
de La Habana", con el fin de dar a conocer a los boticarios la
lista de medicina y sus precios oficiales. Tenía 26
páginas y ordenados los remedios alfabéticamente y
en la última página aparece la siguiente
inscripción: "En la Habana en Once de Henero, de Mill
Sietezientos veinte y tres
Aùos".
[98]

Hacia 1750 aparecen noticias de la segunda imprenta en
La Habana, esta perteneciente al sevillano Blas de Olivo. De su
imprenta salió el primer libro impreso
en Cuba, con 248 páginas y dos tomos (1761 y 1763),
encargado por las autoridades españolas:"Ordenanzas de
S.M. para el régimen, disciplina,
subordinación y servicio de
sus Exercitos"

En la imprenta de Blas Olivo se editó en 1762
el acta de Capitulación de La Habana, firmada por
el gobernador español de la plaza, pero también se
reeditó en un Almanaque de Nueva España en el que
se ratificaba a Carlos III como soberano reinante en La Habana,
lo que fue interpretado como una rebeldía por las
autoridades de la ciudad impuesta por los ingleses, por lo que
fue detenido.

Desde 1762 existe la imprenta del Computo
Eclesiástico que imprime los materiales de
la Iglesia. En ella se publicó la "Relación y
diario de la prisión y destierro"
(1763) del obispo
de La Habana, Pedro Agustín Morell de Santa
Cruz.

La literatura como reflejo de
la conciencia
criolla

La literatura histórica será cultivada
desde los primeros años del siglo XVIII, en ella aparecen
reflejadas las preocupaciones identitaria del criollo que resalta
en lo que escribe aquellas cosas que lo diferencian y distinguen
aunque todavía no remarque la diferencia con el
peninsular.

La primera obra de carácter histórico es la
"Historia de la aparición milagrosa de Nuestra
Señora del Cobre
"(1703), relato breve escrito por el
cura Onofre de Fonseca(1648-1710), revisado y publicado en 1782,
y que cuenta los mitos y
leyenda alrededor de la aparición de la Virgen de la
Caridad del Cobre, patrona
de Cuba y versión criolla del "mito mariano"
que aparece en América y a través del cual la
Iglesia penetró y dejó su impronta en las
poblaciones indígenas y mestizas, en el caso de Cuba la
virgen
María aparece como una virgen mestiza rescatada por un
negro, un blanco y un aborigen.

En 1725 aparece, "Carta y
relación de la Isla de Cuba y sus particularidades, con
tres historias de los Gobernadores de La Habana desde 1549 hasta
1725; de los obispos hasta 1705 y de los virreyes de
México"
de Ambrosio Zayas Bazán(1666-1748), un
primer intento por historiar el desarrollo
colonial en la isla.

Con el avance del siglo, la consolidación
paulatina de la economía azucarera en Cuba y del
Despotismo Ilustrado en España, van aparecer dos ensayos que
abordan lo histórico y las posibilidades económicas
de la Isla, con un sentido programático para la
oligarquía criolla, interesada en consolidar sus intereses
en la Isla. Los autores serán dos cultos hombres,
conocedores de la problemática criolla, y vinculados a
esta clase: Nicolás Joseph Ribera y Martín
Félix de Arrate.

Nicolás Joseph de Ribera(1724-1767) escribe en
1756, "Descripción de la Isla de Cuba" que
constituye un proyecto
ilustrado en cuanto a la manera de desarrollar la isla y las
reformar a implementar para que se pudiera hacer semejante
cambio. Hombre muy
vinculado a las familias de la oligarquía criolla de la
parte oriental del país, trató de llamar la
atención de los ministros ilustrados de la
monarquía española, sobre las posibilidades que
tenía la isla, no solo la parte oriental, de desarrollarse
y dejar dividendos para el gobierno y sus
súbditos en la isla.

Un año después el habanero Martín
Félix de Arrate(1701-1765) escribe, "Llave del Nuevo
Mundo antemural de Las Indias Occidentales. La Habana
Descriptiva: noticias de su fundación, aumento y
estado
", en la que hay una apasionada defensa de los
méritos del criollo, sus aptitudes y espíritu
emprendedor.

La obra tiene un trasfondo político evidente en
los momentos en que la oligarquía criolla pugna por
encontrar un lugar en los destinos de la Isla, aunque centrando
en La Habana, demostrando su capacidad para participar en el
gobierno o para desarrollar la colonia.

La obra de Arrate es un proyecto de desarrollo para
Cuba, que incluye demandas reformistas al monarca por lo que
puede ser considerada como "(…) la cima del siglo XVIII, el
resumen de una evolución que se inicia a mediados del
siglo XVI así como un despertar hacia la realidad insular
para encontrar la fórmula que traiga la solución en
cada momento al grupo social"
[99]

El obispo Pedro Agustín Morell de Santa Cruz
(1694-1788) es autor de la "Historia de la Isla y Catedrales
de Cuba
"(1761), el primer intento serio por recoger el
proceso
histórico de la Isla desde la conquista.

De estos primeros tiempos se citan otros trabajos de las
que solo queda la mención del título y su autor:
"Historia de
los principales edificios y un Proemio Geográfico
Mercantil"
de Bernardo Urrutia: "La Habana exaltada y la
sabiduría aprendida" y la "Historia de la Universidad
Literaria de San Jerónimo de la Isla de Cuba
", ambas
de José Manuel Mayorga y también, "Origen,
fundación, progreso, gobierno, cátedra y estudios
de la Insigne, Pontificia y Real Universidad Literaria de San
Jerónimo"
de González Alfonseca.

  En estos primeros tiempos del siglo XVIII se
escribe la pieza de teatro, "El
Príncipe Jardinero y fingido Cloridano
"(1730) de
Santiago Pita(1693-1755), la primera de las que se conservan en
Cuba, e inspirada en la ópera escénica "Il
principe giardinero
" del italiano Giacinto Andrea, autor del
siglo XVII.

Santiago Pita la convierte en una comedia bastante
representada y conocida en su época tanto en Cuba como en
España. Los personajes principales son, el
príncipe Fadrique de Atenas y la princesa Aurora de
Tracia. El príncipe se enamora de ella a través de
un retrato y decide conocerla para lo cual se disfraza de
jardinero, ella en cuanto lo conoce se enamora perdidamente,
"(…)el argumento se desenvuelve de manera muy
agradable,(…)desde los comienzos en el jardín hasta la
armonía y en contento de todos por las bodas y las
promesas que cierran el desenvolvimiento de la
trama"
[100]

Aparecen en la obra personajes populares, propios de la
sociedad
colonial de su época, dos de los más sobresalientes
son Lamparón y Flora, antecedente de figuras que el bufo
cubano desarrollará más adelante.

Lamparón con su carácter alegre, su
picardía y gracia al hablar, es ya un retrato del
pícaro criollo, en contraste con el convencionalismo que
quieren imponer la Iglesia y las clases dominantes. Sus
razonamientos llegan a ser tan penetrante y directos que provocan
la censura de las autoridades a algunos parlamentos al final de
la Primera Jornada.[101]

Este hecho demuestra que la obra es algo más que
una simple comedia inocente, que la censura no fue solo por
"pacatería", sino por principios éticos propios de
la sociedad colonial del momento.[102]

El personaje de Flora, aunque más asimilada a la
abra, expresa su inconformidad con la ética y
costumbres oficiales del momento. Al igual que Lamparón
explota la gracia de los personajes populares ya existentes en la
isla y su "patrón ético" se acerca a la gente
común criolla, llena de gracia y picardía, pero
siempre dispuesta a llamar a las cosas por su
nombre.[103]

No por gusto algunos estudiosos cubanos del teatro en el
país (31), consideran que ya en esta comedia hay elementos
que anticipan el género del
"bufo cubano" y "el choteo criollo".

Santiago Pita aporta singularidad al desarrollo de la
pieza, agilizando la trama y mostrando originalidad, pese a las
influencias. El "Príncipe jardinero y fingido Cloridano",
no solo es importante por ser la primera en la historia del
teatro y la literatura
cubana, sino por el gusto y el refinamiento con que
está escrita, muestra de la
cultura de su autor, elementos que aprovecha para expresar con
claridad su identidad
criolla, "(…) como muestra elocuente de la
asimilación del autor a su circunstancia, en la que
vivió inmerso de manera
creadora
[104]

La popularidad que gozó la obra en su tiempo,
demuestra el reconocimiento que en ella encontraba el
público que iba a la representación, aunque siempre
hubo desaprobación por parte de las autoridades coloniales
y la Iglesia.

De la poesía
ya se tienen nombres a principios del siglo XVIII donde el
espíritu criollo se manifiesta en un reconocimiento de
la tierra
presente en un grupo de poetas villaclareños, entre los
que sobresalen: José Surí(1646-1762), cultivador de
temas tradicionales de la época y elogiado como un buen
repentista. De una obra, que se sabe fue extensa, se conservan
seis textos de beática ingenuidad, sin grandes
pretensiones temáticas, ni literarias.

Lorenzo Martínez de Avilera(1722-1782) y
José de Alva Monteagudo (1761-1800), fueron también
vates de esta tradición villaclareña, en los que se
nota una transición hacia temas más cotidianos y
terrenales en sus décimas.

De la poesía habanera de estos primeros tiempos
se conservan las décimas del doctor Castro Palomino,
apegadas a las tradiciones morales de su época en versos
muy personales sin grandes pretensiones estéticas; el
doctor González Sotolongo que escribía
"mordaces epigramas en latín"[105]
y por último Fray José Rodríguez
Ucres(1715-) , que respondía al seudónimo de Padre
Capacho, muy cercano al pulso popular, nada convencional y
transgresor de los cánones de su época a tal punto
que "(…)extraña que sean escritas por un
sacerdote
"[106]

Las obras del Padre Capacho son las más extensas
de la poesía
cubana del siglo XVIII, entre ellas, "Décimas de
borracho", "El apasionado al número siete" y "Exordio
universal dado por el padre maestro José Rodríguez
Ucres(a) El Capacho, a la formación de la Universidad y
sus nuevos doctores".

Desde el punto de vista de elaboración estética su poesía es pobre, pero
sus temáticas son del mayor interés
para el
conocimiento de la literatura de su época por ser un
retrato de costumbres de la sociedad criolla de su momento.
Utilizando un tono bromista, siempre lista a la burla y el
juego, que da
un retrato distinto de esta época, el de los trasgresores,
condenados por las "buenas costumbres"

La oratoria
sagrada es tal vez el género más difundido entre
las clases intelectuales de la isla, conformada en su
mayoría por hombres de la Iglesia, formados para el uso de
la palabra en el púlpito, desde donde adoctrinaban,
opinaban e influían en la población, no solo en
asuntos religiosos sino en todo aquellos que tuviera que ver con
sus intereses. Fue el género que dio a los más
conocidos intelectuales criollos del siglo XVIII, reconocidos en
el ámbito europeo por el arte y la
calidad, la maestría de exposición
de los temas y el esplendor de las piezas oratorias.

La formación de estos oradores sagrados
está muy vinculada a las escuelas religiosas de Nueva
España (México), donde se graduaron y se
desempeñaron en su mayoría, aunque la isla
siguió siendo un referente temático y
sentimental.

Muchos de estos oradores sagrados alternaron sus
carreras en Cuba, México, España y hasta el
Vaticano, en el que se ganaron un espacio por su facilidad
retórica, su cultura y su probada fe cristiana. Sus
sermones son consecuentes con el contenido ideológico
trasmitido con gran calidad.

Ellos jugaron un papel determinante en la
formación y defensa de la ideología y el sistema
religioso y político en la Isla y de la conciencia de
clase de los grupos oligárquicos criollos, de los cuales
fueron sólidos
representantes.[107]

El más alto representante de estos oradores
sagrados en el siglo XVIII lo fue José Julián
Parreño (1728-1785), jesuita, estudió en
México y allí desarrolló su carrera
magisterial en centros de altos estudios religiosos, reconocido
como el "primer predicador a la moderna" , al darle a la oratoria
sagrada un sentido moralista basada en la razón ;y con una
extensa y celebrada obra.

Entre sus piezas oratorias se citan, "Certamen
poético para la Noche de Navidad de
1754, proponiendo al niño Jesús bajo la
alegoría de cometa
", "Funerales de la Ciudad de
México a la Señora Reina Doña María
Amalia
" (1761) y "Panegírico de Nuestra
Señora de Guadalupe de México, en la primera fiesta
que le celebraron los abogados, como a su especial patrona"

(1762).[108]

La literatura criolla ya existe en la primera mitad del
siglo XVIII, representada en gran medida por esa prosa oratoria
que servirá de base a la ensayística del
reconocimiento de los méritos naturales de la tierra propia
y de los esfuerzos de los naturales por elevarla del olvido y el
atraso en el que la dejaron los gobiernos monárquicos
durante dos siglos y la maduración de un costumbrismo que
ya viene de siglos anteriores y que ahora encuentra
vehículos para expresarse con más o menos calidad y
que contrapone una manera más desenfada de ser que
constituye ya la base de lo popular, en el habla de personajes,
modos de pensar y filosofía de vida.

Las artes plásticas en la isla

Las artes plásticas en la isla durante este
período es más obra de artesanos que de artistas,
la necesidad de tener representaciones de los santos
católicos tanto pintados como esculpidos hace que sea la
gente de oficios la que se ocupe de llenar esta insuficiencia,
con más o menos aciertos, en una época de
inseguridades para la
comunicación y de pocos caudales para encargar obras
de pintura y
escultura de mejor factura en
España.

Algo similar ocurre con las necesidades decorativas de
los habitantes de la colonia que por igual motivo suplen sus
demandas estéticas con lo que pueden hacer los artesanos
de la isla.

Era una manera de arte popular donde el imaginero del
artista artesano suple habilidades con ingenio e ingenuidad que
fue dando un matiz característico a las primeras
manifestaciones del arte en la isla.

Las artes plásticas no tenían aún
categoría de arte, la ejercían artesanos, en su
mayoría negros y mulatos, quienes hacían muchas de
las imágenes
religiosas de las iglesias así como estatuaria de los
santos en madera
policromada, que a decir de sus contemporáneos estaban
hechas más de fe que de buen gusto. De estas tallas en
madera lo más sobresaliente a lo largo de este siglo XVIII
son los altares barroco
tallados en madera preciosa laminados en oro de los
cuales hoy se conservan muy poco y las cruces de madera
policromadas y de diversos tamaños.

En el siglo XVIII la pintura está presente en las
principales ciudades de la isla: en Santiago de Cuba quedan
pintura de la época, un ejemplo de ellas es "La Virgen
de la Luz
" del Tadeo Chirino; en Puerto Príncipe se
habla del retratista Felipe Fuentes y en Bayamo se han encontrado
pinturas de esta época.

Los temas más recorrido por los artistas del
período son los asunto religiosos, con influencia de la
pintura española, especialmente de la escuela sevillana
del siglo XVII. En cuanto al retrato personal la
pintura colonial criolla de esta época representa a los
gobernadores, obispos o personajes de la oligarquía
criolla, en las que el retratado se presenta en una
esquemática "pose oficial"; en los retratos elaborado en
las villas del interior se usa el laminado en oro, no presente en
los retratos habaneros.[109]

El auge constructivo del siglo XVIII

El siglo XVIII es el siglo barroco en Cuba tanto en las
artes como en la construcción, será este estilo el
que defina las normas e ideas
que llegan un poco tardíos pero que influyen grandemente
en la sociedad criolla que adapta lo barroco a sus condiciones
insulares, tanto en lo material como en lo espiritual.

En la arquitectura el
barroco cubano tiene características muy propias dadas por
los materiales de construcción de que se dispone,
principalmente piedras que por su fragilidad no podrían
ser trabajada con la exhuberancia propia del barroco en otras
latitudes, y además el clima y las
condiciones geográficas en general que hacen necesario
adaptaciones que en el orden práctico eran muy sui
géneris.

En La Habana la caliza conchífera de los
arrecifes costeros de Cuba, conocidas como "piedra de Jaimanita",
es el material principal para las construcciones civiles y
militares. Cortada en grandes bloques, esta piedra permite solo
un sobrio tallado y con el tiempo se torna de un color oscuro
musgoso que va muy bien con el carácter del estilo
barroco.

Predomina en el barroco habanero las líneas
curvas e interrumpidas, el contraste de luz y sombra
determinado por la sinuosidad de las concavidades de las fachadas
y completando el conjunto con los variados arcos, con predominio
del medio punto adornado con lucetas de colores, que hace
de la luz una fiesta en estos sobrios edificios.

La Habana vive un auge constructivo en la medida que se
acentúa el auge económico de la colonia y en
especial de su capital.
Dentro del recinto amurallado que define a la ciudad contrastan
las opulentas y sólidas construcciones de los pudientes,
con las huertas, terrenos baldíos y casa más
humildes de su mayoritaria y heterogénea
población.

La casa residencial del criollo adinerado define su
planta en este período. Evolucionando desde el siglo
anterior a partir del mudejar español y las necesidades de
la isla, la casa colonial criolla, agrega en su exterior el
corredor de su fachada sostenido por grandes columnas de
piedra.

Casa señorial de dos plantas y con un
piso intermedio (entresuelo), grandes balcones en la planta alta
a lo largo de la fachada y otros breves en el
entresuelo.

Los balaustres de balcones y escaleras son de madera
torneada, al igual que el enrejado de las grandes ventanas. Las
puertas claveteadas y fuertes completan la carpintería de
una casa que sigue teniendo el recogimiento e intimidad del siglo
XVII.

El patio central define esta casa, a él se abre
las habitaciones y las galerías interiores centrando la
vida doméstica de la vivienda.

A lo largo del siglo se construyen nuevas iglesias y
conventos sobresaliendo la iglesia de San Ignacio que los
jesuitas construyen en la plazuela de la Cienaga, iniciada en
1742 y que en 1793 fue proclamada Catedral de La
Habana.

Esta iglesia catedralicia, por su belleza y originalidad
constituye el principal exponente del barroco habanero y criollo.
Su fachada central se debe al arquitecto Pedro de Medina, oriundo
de La Habana, tiene una altura de dieciocho metros y está
formada por una pared con cierta concavidad, muy sencilla, con
predominio de las curvas, distorsiones e irregularidades que
permiten el juego de claro oscuro de la luz al incidir sobre
ella. Completan el conjunto, dos torres campanarios de
tamaño diferentes, rectangulares y con estrechas ventanas
en el primer piso y otras en los pisos superiores con barandas
sencillas.

El teatro en Cuba en el siglo XVIII

En Santiago de Cuba en la primera mitad del siglo XVIII
se desarrolla una forma de teatro que tiene su antecedente en las
representaciones religiosas durante las procesiones y
festividades de origen español. Este es el teatro de
relaciones, que consistía en montar obras de temas
sacramentales originales o de otros autores en escenarios
improvisados que se montaban en plazas, calles o casa
particulares. En la actuación y el montaje de la obra
participan actores que reflejan la mutiracialidad de la
población y su ideosincracia autóctona que va
delimitando su ser criollo.

La tradición y las crónicas recogen
información sobre funciones
realizadas en Santiago de Cuba allá por 1765 en un
almacén
preparado al efecto.[110] En La Habana
había representaciones alrededor de 1773 en el
callejón de Jústiz, en la llamada Casa de las
Comedias, donde se asegura que actores negros escenificaban, no
con mucha profesionalidad obras de Lope de Vega y Calderón
de la Barca.[111]

El Capitán General Marqués de la Torre
dentro de las grandes remodelaciones que lleva a cabo en La
Habana, apoya la idea de construir un teatro provisional para
recaudar dinero que
contribuyera a construir un teatro con todas las de la ley.

La obra se le encomienda al arquitecto Antonio
Fernández Trevijo y Zaldivar y se inaugura el 20 de enero
de 1775, al final de la Alameda de Paula. Se le llamó
"Coliseo" y era una edificación de madera. Sus funciones
eran los domingos con un programa
desarrollado por compañías españolas y
extranjeras de paso por la ciudad, así como por un grupo
músicos y actores del país.

Según las crónicas de la villa su mayor
auge fue entre 1880 y 1883, con la presencia en la ciudad de los
militares franceses, aliados de España en su guerra con
Inglaterra, que a
falta de mejor entretenimiento acudían al
teatro.

Su decadencia fue rápida cerrado sus puertas en
1788 por su estado ruinoso, trasladándose las actividades
teatrales para un local improvisado en la calle Jesús
María y a casas de familia en las
que grupos de aficionados representaban obras del repertorio
español.

Esteban de Salas: el barroco musical
cubano

El movimiento
musical en Cuba durante el siglo XVIII continuó su lento
pero sostenido desarrollo de un sonido
autóctono a partir de las mezclas e
influencias que se producían en la isla producto de
esa transculturación señalada por
Fernando Ortiz y que no es solo producto de las interinfluencia
del complejo cultural africano y europeo, principalmente
ibérico, en Cuba, sino de la maduración de
anteriores mestizajes culturales que ya se habían
producido en la península. Era en la música popular donde
estas células
vivas de la música sonaban en tabernas y barracones,
mirada de modo sospechosa por las autoridades civiles y de la
iglesia, pero toleradas e incluso utilizadas para ocasiones de
los ritos católicos a falta de músicos y de
música que pudieran hacer esa música sacra. Es a
sí como se testimonia la existencia de música
pícara y movida, antecedente de sones, tonadas y guarachas
posteriores, unas, música de tierra adentro y otras,
producto del contacto cosmopolita y marinero de los
puertos.

Hay un apreciable movimiento musical en la isla en el
siglo XVIII, se habla de composiciones que pasan de boca en boca
en la región oriental y de estudiantinas (conjunto de
guitarra y bandola) en Santa Clara en
1722.[112]

Las noticias musicales en Santiago de Cuba son muestra
del desarrollo de esta en la villa, se habla de una familia de
músicos: Bernarda Rodríguez de Rojas, arpista; su
esposo Leonardo González, compositor de seguidillas; la
hija Juana González, cantante y violinista, casada con
Lucas Pérez Rodríguez, hijo del cantor de la
catedral.[113]

En cuanto a la música religiosa, se crea una
cátedra de Canto Llano en el Seminario de San Basilio el
Magno de Santiago de Cuba (1722), aunque esto no mejoró la
situación precaria de la música en los oficios
religiosos de la Catedral santiaguera que acude con frecuencia a
los servicios de
un vecino de la villa, Leonardo González para componer
villancicos para las liturgias, aunque estos estuvieran muy
influenciado con la música popular que se ejecuta en la
ciudad.

Dada la consolidación de una oligarquía y
un clero criollo, no era de extrañar que la tenencia de
una música apropiada para la Iglesia fuera una
preocupación de sus autoridades, que siempre chocaba con
la falta de información y recursos para hacerse con un
adecuado repertorio y músicos preparados para
ejecutarlas.

A ese efecto la animación musical de la
Parroquial Mayor de San Cristóbal de La Habana superaba
con mucho a la Catedral de la isla radicada en Santiago de Cuba,
dada la opulencia de la ya capital de la colonia.

El 25 de diciembre de 1725 nace en La Habana, Esteban
Salas y Castro joven de aptitudes musicales, que desarrolla en
contacto con los músicos de las iglesias habaneras,
principalmente en la Parroquial Mayor, donde aprende
órgano, canto llano y composición, completando sus
estudios en la Universidad de San Jerónimo donde estudia
filosofía, teología y derecho
canónico[114]Era ya un músico
reconocido en la villa cuando en 1761 el obispo Morell de Santa
Cruz lo recomienda al Cabildo Eclesiástico de la
Diócesis de Cuba para presidir la ya inminente a crear
Capilla de Música de la Catedral de Santiago de Cuba,
labor a la que dedicó el resto de su vida hasta su muerte
en 1803.

Llegado a Santiago en febrero de 1764 reorganiza la
Capilla de Música, pide sueldos fijos para sus
músicos y creo la plantilla compuesta por tres tiples, dos
altos, dos tenores; dos violines, un violón, dos bajones,
un arpa y el órgano, en total catorce
músicos[115]en años posteriores el
conjunto creció con otros instrumentos que le permitieron
a su director interpretar no solo su música, sino
también sinfonías y música religiosa
europea.

Esteban Salas de Castro es el primer gran maestro de la
historia musical cubana, su amplio repertorio autoral, muchas de
ellas dispersas y desconocidas lo sitúan en la vanguardia del
barroco americano, casi toda compuesta desde su modesta plaza de
Maestro de Música de la Catedral de Santiago de Cuba, con
la pasión de los que aman su vocación y su fe
cristiana. Su obra está compuesta de villancicos, con
textos en castellano y
latín, himnos, salmos y otras formas de música
sacra en los que es posible reconocer las influencias de la
música napolitana y del clasicismo vienés, junto a
la música española en general,
estilísticamente su música pertenece a las
postrimería del barroco.[116]

Durante sus fructíferos años al frente de
la Capilla de Música de la Catedral, Esteban Salas se
convierte en animador del movimiento musical más
importante de la colonia, no solo por su presencia sino por la
formación de un considerable número de
músicos que apoyaron y continuaron su labor: Diego
Hierrezuelo, organista; Francisco Hierrezuelo, Francisco del
Río, Ramón Martínez y Zenón Boudet,
violinistas y los cantores José Antonio y Agustín
Portuondo, Manuel y José María Caminero; Francisco
y Tomás Creahg, entre
otros.[117]

En la Parroquial Mayor de La Habana también se
hace música religiosa, aunque sin la brillantez de la
Catedral de Santiago, la Capilla de Música está a
cargo de Manuel Lazo de la Vega, quien sigue igualmente las
influencias barrocas predominantes.

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Autor:

Ramón Guerra
Díaz

Museólogo Especialista

Museo Casa Natal de José
Martí

http://blogs.monografias.com/marti-otra-vision/

[1] Sopa o caldo con diversas viandas y
carnes, en sentido figurado mezcolanza. Fue el eminente
etnólogo cubano Fernando Ortiz quien comparó a la
cultura cubana con un ajiaco de culturas y raza que se funden
en una sola, la cubana.

[2] Ramiro Guerra Sánchez (1880-
1970), historiador y pedagogo cubano escribió en 1938
"Manual de
Historia de Cuba", un exhaustivo y sintético
análisis de la Historia de Cuba hasta el siglo XIX.

[3] El cobo es un caracol de gran
tamaño, muy extendido por el Caribe, del cual los
aborígenes consumieron su carne y lo utilizaron como
materia
prima para la fabricación de instrumentos de su vida
cotidiana, en la actualidad es una especie rara dado su
continua utilización comercial.

[4] Especie de bandeja para tostar el casabe,
principal alimento de los grupos agrícolas de origen
Arauco, consistente en una torta de harina de yuca.

[5] El reporte de asentamiento humano
más antiguo en Cuba, habían sido registrado en
Levisa, provincia de Holguín en el Oriente de Cuba y
fueron la base del desarrollo endógeno del grupo
más singular de aborígenes de la isla, conocidos
hoy como Cultura Mayarí, pero hallazgos más
recientes de investigadores cubanos y mexicanos han encontrado
grupos d aborígenes de unos siete mil años de
antigüedad en la zona de Canimar Abajo,
Matanzas, unos mil año más antiguo que los
residuarios de Levisa. (Ver el trabajo
de Orfilio Pelaez, "Aborígenes poblaban Cuba hace siete
mil años", en periódico Granma, pág. 5, 30 de
julio de 2008).

[6] Eduard Alexandrenkov. Taino, macori y
quateao:35 en Revista
América
Latina, Moscú, 1984

[7] "El Arte taíno de las Antillas" en
www.artehistoria.jcyl.es/arte/contextos/ 3580.html

[8] Cristóbal Colón: Diario de
Navegación. La Habana, 1961: 5

[9] Ídem, 6 de noviembre de 1492.

[10] El nombre Baracoa de origen arauco,
alude a su característica de asentamiento marino, pues
en esa lengua este
toponímico, bara significa mar, y coa es un sufijo que
denota existencia.

[11] Real Orden del 8 de marzo de 1513

[12] Real Orden de 1514.

[13] Citado por Estrella Rey en Algunos
aspectos socioeconómicos de Cuba colonial temprana
(1512-1555) en Rev. Catauro Nº 8, 2003: 76

[14] Citado por Salvador Morales en Conquista
y Colonización de Cuba. Siglo XVI, 1984:15

[15] Citado por Jorge Ibarra en "Las grandes
sublevaciones Indias desde 1520 hasta 1540, y la
abolición de la Encomienda" en Aproximaciones a
Clío. 1979: 9

[16] Ídem: 12

[17] Ignacio de Urrutia y Montoya, "Teatro
histórico, jurídico y político-militar de
la isla de Fernandina de Cuba, y principalmente de su capital
La Habana", 1963: 283

[18] César García del
Pino:"Toma de La Habana por los ingleses y sus antecedentes",
2002: 3

[19] Carta de los Oficiales Reales Pedro de
Paz, Hernando de Castro y Lope Hurtado a Carlos V, mayo 6 de
1532, citada por César García del Pino, Ob.
Cit.:6

[20] Fernando Ortiz. Los Negros Curros

[21] Salvador Morales. Obr. Cit.:74)

[22] Salvador Morales, Ob. Cit.:3

[23] Salvador Morales. Ob.Cit.:37

[24] Salvador Morales. Ob.Cit.:38

[25] Hortensia Pichardo: Facetas de Nuestra
Historia. 1989:65

[26] Rigoberto Segreo,"De Compostela a
Espada". 200:21

[27] Íbidem.:25

[28] Marqués de Varenas, citado por
Segreo: 16

[29] Ídem

[30] José Antonio Portuondo:
"Introducción a Cuba Literaria" en Panorama de la
Cultura Cubana, 1990

[31] Luis Suardiaz:"La Florida ¿un
poema cubano del siglo XVI?" en Rev. De la Bibl. Nac.
José Martí, No1-2, 2005:87)

[32] Alejo
Carpentier, La Música en Cuba, 1988: 18

[33] Instrumento musical en forma de pera y
fondo chato, con cuatro cuerdas dobles que se hacen sonar con
un plectro.

[34] Instrumento musical de viento, de
madera, a modo de clarinete, de unos 70 cms. de largo, con diez
agujeros y boquilla con lengüeta de
caña

[35] Cabildo habanero, 10 de abril de 1573,
tomado de "Fidelísima Habana" de Gustavo Eguren.

[36] Este es el nombre que daban en esta
época al Corpus Christi en España, por las
representaciones de escenas bíblicas que iban en
carretas adornadas

[37] Rine Leal, " Breve Historia del teatro
Cubano".1980: 14

[38] Fidalgo de Elvas citado por Alicia
García Santana, "Cuba:despegue constructivo en el siglo
XVI". Documento Digital 2004

[39] Carlos Vanegas, "La Habana Vieja: plaza
y centralidad", en Rev. Temas, Nº 8. La Habana 1986

[40] Ídem

[41] Cabeza de una viga del techo interior,
que carga en el muro y sobresale al exterior, sosteniendo la
corona de la cornisa.

[42] Manuel Lucena, citado por Wikipedia en
su artículo Flota de Indias. www.wikipedia.es, 2006

[43] Manuel de la Pezuela. Tomo II:154)

[44] Carmen Gavira, "La configuración
del espacio colonial en Cuba" en Revista de la Biblioteca
Nacional José Martí. 1982:68

[45] Luis Brito: Señores del Caribe,
2006: 452

[46] Francisco López Segrera, "Cuba:
capitalismo
dependiente y subdesarrollo". La Habana,

[47] Chaunu, Huguette, citado por Carmen
Gavira en Obr. Cit.(3):64

[48] Rigoberto Segreo, "De Compostela a
Espada". La Habana, 2000: 21

[49] Ídem: 22

[50] Ídem: 32

[51] Ídem: 33

[52] Alejo Carpentier,"La música en
Cuba". La Habana, 1988:51

[53] Pablo Hernández Balaguer, "El
más antiguo documento de la música cubana y otros
ensayos":62-66

[54] Rafael Brea y José Millet,
"Acerca de la presencia africana en los carnavales
de Santiago de Cuba" en Revista de la Biblioteca Nacional
José Martí , 1987:101

[55] Citado por Diana Iznaga en
Prólogo a los "Negros Curros" de Fernando Ortiz. La
Habana. Pág.XXVII

[56] Acriollado. Con rasgos de la gente de la
tierra.

[57] Arnaldo Tauler, "Entorno al Espejo de
Paciencia" en Revista Bohemia, Nº 12, 1971

[58] Antonio Hernández , El Viejo, de
Canarias; Bartolomé Sánchez, alcalde ordinario de
Puerto Príncipe; Juan Rodríguez Sifuentes,
regidor de Bayamo; alférez Cristóbal de la Coba
Machicao, regidor de Bayamo; Lorenzo de la Vega y Cerda y el
capitán Pedro de la Torre Sifuentes.

[59] Mary Cruz,"La pléyade
principeña del siglo XVII", en Per. Granma, 3/sep./1988:
4

[60] Rafael Duarte Jiménez, "Nacionalidad
e Historia". La Habana, 1991: 9-10

[61] Manuel Moreno Fraginal, "Clave de una
cultura de servicio" en La Gaceta de Cuba , julio, 1990:2-5

[62] Ídem

[63] Ídem

[64] Citado en "Influencia mexicana en la
medicina cubana del siglo XVII y primer tercio del XVIII" en
Cuaderno de Historia No. 84, 1998

[65] Carlos Vanegas, "La Habana Vieja: plaza
y centralidad" en Rev. Temas, Nº 8. La Habana, 1986

[66] Joaquín Weiss, "Arquitectura
Colonial Cubana". 1979:85

[67] Francisco D. Morilla y Marlene
Marjorie,"Los árabes en La Habana. Influencia morisca en
la arquitectura habanera" en Rev. Jiribilla Digital, 27 de
agosto 2006.

[68] Joaquín E. Weis, "Techos
coloniales cubanos". La Habana, 1978

[69] Olga López, "Notas sobre un
estudio de la pintura y escultura en Cuba. Siglos XVI, XVII y
XVIII".1987: 1

[70] El título completo era, "Arte de
Navegar. Navegación Astronómica,Theórica y
Práctica. En la cual se contienen Tablas nuevas de las
declinaciones de el Sol,
computadas al Meridiano de la Havana.Traense nuevas
declinaciones de Estrellas, y instrumentos nuevos. En los datos
de la fuente se lee a continuación: Compuesta por el
Doct. D. Lázaro de Flores, vezino de la Ciudad de la
Havana en la Isla de Cuba. Y lo consagra al Excmo. Señor
Conde de Medellín, Presidente del Consejo Supremo de
Indias, &c. Año 1673. Con privilegio. En Madrid: Por
Julián de Paredes, imprecilor de Libros, en la Placuela
de Ángel"

[71] Martínez Acuña y otros,
"El desarrollo de la medicina en Cuba entre los siglos XVI y
XVII" en Humanidades Médicas Vol.4 Nº 12 Sep.-Dic.,
2004, 3

[72] Lázaro Flores citado por
José Antonio López Espinosa," El doctor
Lázaro de Flores Navarro y el primer libro
científico que se redactó en Cuba". Material
Digital, Sep, 2005

[73] "Guerra de la oreja de Jenkins".
Así nombrada por el incidente que desató la
guerra, el corte de la oreja de un comerciante inglés por las autoridades
españolas.

[74] Marbán y Leiva: Curso de Historia
de Cuba. Cuaderno 4: 126

[75] Lugardo García Fuentes: "La
economía indiana", en Historia de las Américas
III: 164-165

[76] Ídem: 164

[77] Fernando Muro Romero: "El gobierno de
Indias, 1700-1763", en Historia de las Américas III:
67

[78] Obra Citada en 72 : 164

[79] Ídem: 165

[80] Obra Citada en 74: 68

[81] Ídem

[82] Embarcación de guerra, y se
destinaba en las escuadras para llevar avisos, reconocer las
costas y guardar las entradas de los puertos.

[83] Obra Citada en 72: 174

[84] Eduardo Torres Cuevas, "Cuba, el
sueño de lo posible" en Universidad para todos, 2005:
7

[85] Rigoberto Segreo, "De Compostela a
Espada". La Habana, 2000: 36

[86] Levi Marrero citado por Segreo : 36

[87] Segreo:39

[88] Morell de Santa Cruz citado por
Segreo:41

[89] Segreo:41

[90] Segreo 122-123

[91] Segreo: 125

[92] Segreo: 126

[93] Olga Portuondo Zuñiga, "Santiago
de Cuba, desde su fundación hasta la guerra de los diez
años", Santiago de Cuba, 1996: 96-97

[94] Ídem: 97

[95] Pilar Gonzalbo citada por Mª
Guadalupe García en "La Distinción entre educación pública y privada" en
Revista la Tarea, México. Documento Digital:
2007:2).

[96] Stella Maris Fernández,
"Hispanoamérica; su registro
cultural a través de la imprenta", Conferencia. 65
Congresos y Conferencia General de IFLA, Agosto, 1999: 4

[97] José G. Ricardo, "La imprenta en
Cuba", La Habana, 1989:11-12

[98] Ídem

[99] Enrique Saíz, "Lo cubano en la
literatura de 1700-1790. La Habana, 1983: 53

[100] Ídem:102

[101] Ídem: 111

[102] Ídem

[103] Ídem:112

[104] Rine Leal: "La Selva Oscura"T. I

[105] Enrique Saíz: Obra
citada:117

[106] Aurelio Mitjans, "Estudio sobre el
movimiento científico y literario en Cuba": 23, La
Habana,1965

[107] José Lezama Lima citado por
Enrique Saíz: Obra Citada:133

[108] Enrique Saíz: Obras Citada:
184

[109] Ídem:168

[110] Olga López, "Notas sobre un
estudio de la pintura y escultura en Cuba. Siglos XVI, XVII y
XVIII" en "Documento. Grupo de Información. Esferas de
las Artes Visuales. Museo Nacional de Bellas
Artes. 1987": 3

[111] Rine Leal: "La Selva Oscura" Tomo I

[112] Ídem

[113] Alejo Carpentier, Obra Citada:65.

[114] Ídem

[115] Ídem: 67

[116] José Ardevol:
Introducción a Cuba: La Música: 16.

[117] Pablo Hernández Balaguer: Breve
historia de la
música cubana: 32

Partes: 1, 2, 3, 4
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