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Eternos Principios de un Buen Gobierno (página 2)




Enviado por Frank Denke



Partes: 1, 2, 3

Pero la "comunidad" que
formaron las familias para poder vender
sus productos en
nuestro ejemplo, tampoco puede abastecer todas las necesidades de
sus miembros. Para abastecer otras necesidades, como la ayuda
médica, o la educación de sus
hijos, es necesario que las familias de esa comunidad de
trabajadores vayan a una "comunidad" médica (como es un
hospital), o una "comunidad" de maestros (como es una escuela).

Este proceso del
intercambio de talentos puede continuarse, hasta que TODAS las
necesidades naturales de las "células
básicas" (familias) se encuentren un gran conjunto de
diferentes familias y comunidades, incluyendo los recursos
naturales de la tierra que
ocupan. Este conjunto de familias, comunidades y recursos, cuando
puede abastecer TODAS LAS NECESIDADES BÁSICAS de TODOS sus
miembros, ahora forma un cuerpo social que es independiente (no
tiene necesidad) de otros cuerpos sociales.

Esta comunidad se volvió
independiente cuando entre sus familias y comunidades
combinadas se encontraron suficientes doctores, profesores,
carpinteros, dentistas, mecánicos, ingenieros,
policías, soldados, granjeros, tierra y
materia prima,
y cualquier otra cosa necesaria, para abastecer las necesidades
básicas de todos sus miembros. Y cuando los miembros de
este cuerpo social, ya independiente, comparten los mismos
principios
morales (algo espiritual), ahora hay todo lo necesario
para formar "el
Estado".

Cuando un cuerpo social alcance este punto
de autosuficiencia y unidad, el único rasgo que le falta a
esta sociedad, para
convertirse en un Estado, es
establecer su forma de gobierno
independiente, que se convertirá en un receptáculo
de la autoridad de
Dios. Una vez que la autoridad de Dios se haga presente, el
Estado ahora tiene TODO lo necesario para sobrevivir al nivel
natural (los talentos humanos, y materia
prima), Y sobrenatural (la autoridad de Dios para gobernarse);
esta gran sociedad se convierte en lo que se llama una "sociedad
perfecta" – "perfecta", porque ya nada le falta para cumplir con
sus responsabilidades de ayudar a sus miembros.

Esta "sociedad perfecta", que depende de
las familias para la existencia de sus miembros, es tanto una
"criatura" de Dios, como lo es la familia. El
Estado, al igual que la familia, es
simplemente el resultado natural de cómo Dios nos
creó. Desde el principio del mundo, nunca hubo ni
habrá una sola persona, desde
sus primeros momentos, al nacer, totalmente autosuficiente y, por
eso, cada persona necesita la ayuda de alguien – necesita
asociarse con alguien para realizarse a sí mismo, y para
realizar su función
social; maridos con esposas para formar familias; grupos de
familias con otras familias para formar comunidades, hasta formar
de todos, y para todos, una sociedad, que se llama el "Estado",
para conseguir el Bien Común de todos.

El propósito del
Estado

La diferencia entre el Estado, y las
familias que forman el Estado, es que el Estado, usando su propia
autoridad (recibida de Dios), puede proporcionar algunas cosas, a
las familias, que ellas mismas no pueden abastecerse por
sí mismas. Tales cosas incluyen una defensa suficiente,
para proteger a todas las familias del Estado contra invasores
extranjeros.

Otra cosa que el Estado puede proporcionar
a sus familias, que ninguna familia puede tener por sí
misma, es la capacidad de mantener el orden entre todas las
familias que forman el Estado. El orden y la defensa común
son, obviamente, dos cosas que son BUENAS para TODOS los que
viven en el Estado, y por eso se llaman "bienes
comunes".

Bienes Comunes

Podemos entender la idea de lo que es un
"bien común" utilizando un barco. Represéntate un
barco, lleno de gente, navegando a través de un
océano durante el invierno, en agua media
congelada, cuando llega una fuerte tormenta. El mar está
tan picado que incluso los botes salvavidas se llenarían
de agua, si fueran utilizados. El barco parece hundirse, y los
pasajeros desean brincar al agua y aventurase en las aguas
tempestuosas y casi congeladas, y tres de ellos brincan al
mar.

El capitán, sabiendo que la
única posibilidad de salvarse todos es mantener el barco a
flote, ordena a su tripulación ir a sus estaciones de
emergencia, y al hombre de
la radio
enviar un S.O.S. (Save our Ship – Salve nuestro Barco). El
capitán asigna a cada uno de los pasajeros un trabajo que
hacer, y dirige su barco a través de la tormenta. Los tres
pasajeros murieron en el mar, pero felizmente, los esfuerzos
unidos de los que obedecieron al capitán fueron exitosos,
y todos los demás se salvaron.

En esta situación vemos claramente
el uso propio de la autoridad, para unir, dirigir y proteger.
Podemos, también, notar otras dos cosas: (1) la necesidad
de la autoridad de servir al bien de los que lo obedezcan, y (2)
que la voluntad de las personas que no querían obedecer a
su capitán (que querían brincar al mar) les trajo
un destino muy diferente al que era mejor para ellos.

La autoridad sirve el Bien
Común

El capitán utilizó su
autoridad para organizar las acciones de
cada uno a bordo del barco y bajo su autoridad, para el "bien
común" de todos, que, en este ejemplo, era permanecer a
flote. Por este ejemplo, podemos ver el POR QUÉ hay que
tener alguien con autoridad en un barco, es decir, para el "bien
común" de todos los de a bordo. De hecho, la ÚNICA
razón que Dios permite para que su autoridad se use, es
para servir al bien común de la humanidad.

De nuestro ejemplo, vemos que un "bien
común" es algo (como la defensa y orden) que beneficia a
todos. En nuestro barco, el bien común de sus pasajeros
era, ciertamente, su supervivencia.

Obviamente, algunos de los bienes comunes
de la humanidad son más importantes que otros. En una
nación,
el bien común TEMPORAL más importante de sus
ciudadanos, como en la nave de nuestro ejemplo, es su
supervivencia. Además de la supervivencia, los bienes
comunes temporales de los ciudadanos de una nación
incluyen cosas talas como la paz, justicia,
verdad, seguridad contra
los enemigos, y el orden público.

Al mismo tiempo, puesto
que todos los bienes temporales pierden su importancia
para nosotros, cuando viene la muerte, el
MÁS IMPORTANTE de todos nuestros bienes comunes es nuestra
SUPERVIVENCIA ESPIRITUAL, porque solamente este bien común
nos trae una felicidad duradera.

Los bienes y el "Bien
Común"

Cuando capitalicemos las palabras, "Bien
Común", estas significan el "bien" que no solamente
incluye, sino es aún más grande, que la mera suma
de todos los bienes individuales, temporales o espirituales, que
sirven a los miembros de una nación. Como un ser humano
vivo es más que solamente el conjunto de todos sus partes
físicas, porque incluye algo invisible que se llama "la
vida", por la integración e interacción de todas sus partes funcionando
correctamente, así es que el Bien Común de una
nación es más que la mera suma de las partes
naturales y sobrenaturales de que está formada.

Para clarificar este punto, piensa en un
coche. Toma todas sus partes y pónlas en una caja. No
dirías que esta caja de partes es un coche, aunque cada
parte fue hecha bien y ninguna hace falta. Un coche completamente
formado y funcionando correctamente es algo MÁS que
solamente el total de sus partes. Un coche es el total de sus
partes, más el orden y unidad entre las partes,
que le permiten funcionar como debe de funcionar un
coche.

De la misma manera, en un cuerpo humano,
cuando todas sus partes individuales están funcionando
correctamente, cada parte sirve para el Bien Común de
todas las demás partes, ayudando a mantener la vida de
todo el cuerpo, que es el Bien Común de todas sus partes.
Así es que el Bien Común de una nación se
produce por la ordenada unión de todas sus "partes", de
tal manera que todos los bienes individuales funcionen para
alcanzar el Bien Común de todos.

El Bien Común, el Estado, y la
Iglesia

Ambos, el Estado y la Iglesia,
existen para servir al mismo individuo,
pero es imposible separar a un individuo en dos partes, (natural
y sobrenatural). Por eso, decimos que el Estado existe
principalmente para servir al Bien Común
temporal (natural) de la humanidad, y que la Iglesia
existe principalmente para servir al Bien Común
espiritual (sobrenatural) de la humanidad.

Al mismo tiempo, los asuntos morales abren
un área de intereses mutuos entre el Estado y la Iglesia,
porque cada acto inmoral daña la salud natural y
sobrenatural de un ser humano. El aborto mata al
bebé no nacido, daña físicamente y
psicológicamente a la mamá, y es una ofensa mortal
contra la vida espiritual. Mientras podemos reconocer que la
mayor responsabilidad de cuidar lo natural pertenece al
Estado, así como la mayor responsabilidad de
cuidar lo espiritual pertenece a la Iglesia, si no hay
cooperación entre el Estado y la Iglesia, para conseguir
el bienestar del individuo entero, ¿cómo
se pueden evitar conflictos que
resultan en herir a un ser humano? ¿Si el psicólogo
y el médico recetan remedios conflictivos para el mismo
paciente, qué va a pasar con el pobre paciente, si los dos
doctores no llegan a un acuerdo?

Para evitar un daño
innecesario a sus "pacientes", en asuntos morales, es la
cooperación entre los dos "doctores", el Estado y la
Iglesia, lo que mejor consigue el Bien Común de todos. Una
separación extrema entre el Estado y la Iglesia, que
prohíbe esa cooperación cuando se necesita, lo
mismo que el control del uno
por el otro, destruye la debida independencia
del ambos, son dos extremos que hacen daño al Bien
Común de los ciudadanos. El punto medio entre estos dos
extremos, que preserva la independencia de ambos, el Estado y la
Iglesia, es la cooperación.

No puede haber una sociedad más
feliz que la que obedece a las leyes de Dios.
Los que llevan la autoridad de Dios en la Iglesia y en el Estado,
tienen que satisfacer enormes responsabilidades hacia Dios y
hacia sus miembros para fomentar esta felicidad, y la mejor
manera de hacerlo es por la cooperación, cuando se le
necesita.

*******************************

CAPÍTULO
II… La AUTORIDAD del GOBIERNO – Primera Parte

DEFINICIÓN: La autoridad del
gobierno refiere al poder legítimo del Estado, recibido de
Dios, para regir.

PROPÓSITO: El
propósito de la autoridad de un gobierno es unir, proteger
y obligar, por la justicia, (sin olvidar la misericordia), a sus
ciudadanos, de modo que sus acciones se conformen con las leyes
naturales y sobrenaturales de Dios, para lograr el Bien
Común de todos.

FUNDAMENTO: El origen de toda la
autoridad legítima del gobierno es Dios. No la
gente
.

EJEMPLO: Que Dios es el origen de la
autoridad del gobierno está demostrado por la
declaración de Cristo a Pilatos: "No tendrías
ningún poder sobre Mí, si no te hubiera sido dado
desde lo alto". (Juan 19:11)

ABUSO: El proponer que la gente es,
de cualquier manera, el origen de la autoridad legítima de
su gobierno.

DISCUSIÓN

En el capítulo titulado, La
Autoridad
, escribimos que "Dios pone su autoridad en las
manos de los que dirigen a las instituciones
en las cuales vivimos, por ejemplo, la familia, el Estado, y la
Iglesia, para establecer el orden que todos necesitamos, para
estar en paz con Dios y con nuestro prójimo".
También discutimos que el propósito del Estado es
servir a Dios al gobernar, para lograr el Bien
Común
de los ciudadanos, y que nuestro Bien
Común
incluye nuestra felicidad temporal y
eterna.

De esto, podemos ver que la autoridad es
dada a un Estado por Dios, para establecer un orden temporal
dentro del Estado, con lo cual podemos satisfacer, lo mejor
posible, nuestras obligaciones
hacia Dios y hacia nuestro prójimo. El Fundamento de este
orden es la JUSTICIA. El resultado de este orden, cuando incluya
la misericordia, es la PAZ.

Cuando estamos cumpliendo con nuestras
propias obligaciones hacia Dios y hacia nuestro prójimo,
todo anda bien, y sería incorrecto que el Estado
interfiriera con su autoridad para cambiar lo que estamos
haciendo bien. Sin embargo, cuando las acciones de varios
ciudadanos atacan al orden justo que debe de prevalecer entre
todos los ciudadanos, la responsabilidad del Estado es defender este orden
(y así servir al Bien Común) con el uso propio de
su autoridad.

El origen de la autoridad no es una
persona, ni su consentimiento

Algunos creen que "el consentimiento de los
gobernados" es el origen de la autoridad de un gobierno. Vamos a
examinar este concepto, primero
en el contexto de una sola persona, y después en
el contexto de un grupo (una sociedad) de
personas.

Los que piensan que una persona puede
"pasar" la autoridad sobre sí mismo a cualquier otra
persona, proponen que si consientes (convienes) en dejar a la
otra persona el "poder" de mandarte a ti qué hacer, has
dado a la otra persona una cierta "autoridad" sobre ti que, al
principio, no poseyó. Implícita en este argumento
está que tenías una cierta autoridad sobre ti mismo
que podía ofrecerse a otros.

Para comenzar, ¿tenemos lo que se
puede llamar "autoridad" sobre nosotros, y, si es así,
dónde reside? La siguiente pregunta sería,
"¿Podemos ofrecerla a otros?"

Nuestra alma tiene una
variedad de facultades (habilidades), como la habilidad de pensar
o juzgar, pero no se llama "autoridad" la habilidad de una parte
de un ser humano de controlar a otra parte de la misma persona.
Nuestro cuerpo se mueve por las facultades de nuestra alma, como
la facultad de nuestra inteligencia
que puede influir la facultad de nuestra voluntad para motivarnos
a hacer algo, como obedecer, o aceptar lo que alguien
quiera que hagamos.

Del mismo modo que no podemos pasar a otra
persona nuestra habilidad de pensar, esta habilidad (facultad)
del alma que manda a nuestro cuerpo qué hacer, tampoco es
algo que podemos pasar a otros. De hecho, no podemos pasarle a
nadie nuestra habilidad de pensar, o de elegir, o de obedecer, es
decir, el funcionamiento de todo nuestro libre albedrío y
cuerpo, y tampoco podemos pasarle a alguien nuestra
alma.

Podemos someternos a lo que dice
alguna otra persona. Por ejemplo, podemos decirle a un doctor,
"hágame lo que quiera", es decir, decidir someternos a la
sabiduría del que ocupa el cargo de doctor, pero no hemos
creado la "autoridad" de su cargo que existe por su
responsabilidad de curar a los enfermos. Podemos decidir
obedecer a este doctor en particular, por la confianza que
tenemos en él (para ayudarnos a cumplir con nuestra
responsabilidad de cuidarnos), pero ni por reconocer sus
habilidades, ni por decidir tener confianza en lo que nos dice,
hemos creado en el doctor una autoridad nueva, ni hemos quitado
de nosotros nuestra responsabilidad de
cuidarnos.

En contraste con la autoridad, el
consentimiento se origina dentro de nosotros. Aunque no
podemos pasarle a otra persona nuestra habilidad de consentir,
podemos ofrecer a cualquier otra persona nuestro
consentimiento, sin conferirle una autoridad que ninguno de
nosotros tuvimos.

El origen de la autoridad no es una
sociedad, ni su consentimiento

Ahora, vamos a examinar la idea que "la
gente", en el contexto de una sociedad de personas, es el origen
de la autoridad de su gobierno.

La necesidad de una sociedad de tener
alguna manera de gobernarse está arraigada en nuestra
naturaleza
humana (en la manera en que nos hizo Dios) y, por eso, el
reconocimiento y expresión de esta necesidad es totalmente
natural. También, es natural que los miembros de un
país, dentro del marco de las leyes de Dios, decidan entre
sí la forma de su gobierno, los límites de
su poder, los derechos intocables de los
ciudadanos, las leyes que todos los que se encuentran en ese
país tienen que obedecer, etc., y terminan escribiendo sus
conclusiones en un documento ("Constitución", o "Carta
Magna").

Al mismo tiempo, desde el inicio de este
proceso, no toda "la gente", en tal país, va a pensar
igual sobre la forma de su gobierno, ni de quién debe de
gobernar, etc., etc. Esta situación tan normal trae una
buena pregunta: ¿Cuántas personas, en un
país democrático, van a decidir, por
todas, cuáles serán sus leyes,
quién va a gobernar, etc., etc._

Aceptamos que la frase "la gente" significa
la mayoría (el 51%) de todos los ciudadanos.
Aunque todas las escuelas gubernamentales, mas la
Iglesia misma, dicen que todos tenemos la obligación de
votar, la experiencia de países "democráticos" nos
enseña que siempre son menos, y a veces muchos
menos, los ciudadanos que expresan su voluntad votando en
cualquier elección. El resultado es que mucho menos de 51%
de los ciudadanos son los que van a decidir cuáles
serán las leyes del país y quiénes van a
gobernar. Es decir que, casi siempre, son una
minoría los ciudadanos que pueden votar, en
cualquier país, los que deciden por
todos.

Considere que la "voluntad de la gente" es
muy susceptible a la propaganda de
los que tienen acceso a los medios de
comunicación para presentar su "punto de vista". Por
eso, no es imposible que la "voluntad de la gente" sea
manipulada. Recuerden que los que gritaban "hosanna" el domingo,
gritaban "crucifícalo" el siguiente viernes.

Además, son muy pocas las personas
que realmente han tenido el tiempo de estudiar un asunto
importante, mas sus consecuencias, para votar realmente
inteligentemente. Es por eso que, en un país
democrático, hay tantos anuncios políticos, cada
grupo tratando
de influir en la voluntad de los demás; cada candidato
proclamándose como el candidato de "toda la gente" con
argumentos emocionales, para influir hasta aceptar su punto de
vista.

Aunque la mayoría de los ciudadanos
quieren vivir en paz y no van a luchar en contra de su gobierno,
¿cómo podemos decir que en un país
democrático, la minoría activa (usualmente
menos de 30% de todas las personas del país, que pueden
votar) es el "origen de la autoridad" de su gobierno? ¿Y
cómo es que el que gana puede decir que su "victoria"
representa la voluntad de (toda) la gente? La única manera
que el, o los que ganan una elección pueden servir "a toda
la gente" de un país, es por servir al Bien Común
de todos.

¿Son los ciudadanos, de cualquier
manera, el origen de la autoridad?

También podemos ver el tema de la
autoridad de un gobierno usando la regla que "una persona no
puede dar lo que no ha recibido". ¿Puede un hombre (que no
ocupa un cargo de autoridad) poseer la autoridad de gobernar
solamente a una persona, más que a un país entero?
Obviamente que no. Intente tocar ligeramente el hombro de alguien
y decirle, "de ahora en adelante, yo le voy a gobernar a
usted".

Si un solo hombre no puede darse a
sí mismo la autoridad de gobernar a solamente una persona,
¿cómo pueden dos, tres o mas de ellos juntos dar lo
que ninguno de ellos posee (la autoridad de gobernar a otros) a
un rey, a un presidente, o a un gobierno entero? Puede un grupo
de gente, por ser un grupo, crear u ofrecer una autoridad que
ninguno de sus miembros posee? Obviamente que no.

La autoridad, ejercida por ciertas personas
(debido al cargo que ocupan) para gobernar sobre una
nación entera (o la Iglesia entera) viene, no de abajo,
sino de arriba; no de la gente, sino de Dios, el Único que
tiene en sí mismo el derecho de gobernar sobre cualquier
parte de Su Creación (porque la creó). Dios
comparte su autoridad SOLAMENTE con los que ocupen un cargo de Su
autoridad, ya sea el cargo de un papá, una profesora, un
sacerdote, un obispo, un presidente, un rey, etc.

Los miembros de una nación pueden
ponerse de acuerdo en reconocer la necesidad de un cargo de
autoridad sobre ellos mismos; pueden establecer la forma de su
gobierno, y también pueden definir la manera de funcionar
o aplicar la autoridad, que reside en los cargos, dentro del
marco de la Ley Moral de Dios,
pero la necesidad de que existan estos cargos, y la
autoridad que reside en todos estos cargos de su gobierno, vienen
del Creador de todo, y no de ninguna mayoría o
minoría de los ciudadanos.

La Autoridad: Nace de Dios. Puedes
reconocerla, o no. Puedes obedecerla, o no. Puedes respetarla, o
no. Si la tienes, puedes compartirla, o no. Puedes, con otros,
designar a quien va a recibirla, pero, no nace de ti, ni de
otros.

El Consentimiento: Nace de ti. Puedes
ofrecerlo o no. Puedes expresarlo por tu obediencia, o no. Puede
facilitar el funcionamiento de la autoridad que posee alguien por
su cargo de responsabilidad, pero el origen de su autoridad no lo
es, ni la de cualquier otra persona.

*******************************

CAPÍTULO
III … La AUTORIDAD del GOBIERNO – Segunda
Parte

DISCUSIÓN (Continúa)

Como hemos visto, el consentimiento de un
ser humano, o un grupo de seres humanos de obedecer a alguien no
tiene nada que hacer con crear su autoridad. No son los hijos el
origen de la autoridad de sus padres, ni son los ciudadanos el
origen de la autoridad de su gobierno.

La autoridad puede funcionar aún
sin nuestro consentimiento

¿Reciben los papás su
legítima autoridad para regir sobre su familia "del
consentimiento de los gobernados"? Por supuesto que no. Los
niños
que piensan en obedecer a sus papás solamente cuando
quieran, se arriesgan a no poder sentarse por un
ratito.

Otras personas, por el cargo que ocupan,
pueden tener una legítima autoridad sobre nosotros, aunque
no deseemos reconocerla. Si un policía nos dice
"párese" cuando estamos manejando, es mejor reconocer que
tiene alguna autoridad sobre nosotros, aunque sea sin nuestro
amable consentimiento. Si no queremos reconocer su autoridad,
puede ser que pasemos un ratito en la cárcel, para
reconsiderar nuestra posición.

Obediencia y obediencia
ciega

La obediencia no crea la autoridad de un
cargo de responsabilidad, y la desobediencia no quita la
autoridad que reside en un cargo de responsabilidad. Podemos
decidir obedecer (o no obedecer) a cualquier persona, ya sea un
amigo, un doctor, un papá, hasta al presidente del
país, sin darle o quitarle la autoridad que posee por
ocupar un cargo de responsabilidad.

Aunque los ciudadanos tienen la
obligación de obedecer las leyes justas de su
Estado, esto no significa que los ciudadanos les deben una
"obediencia ciega" a los oficiales de su gobierno. Todos sabemos
que cada persona que ocupa un cargo del gobierno sufre de los
mismos efectos del pecado
original que todos llevamos. Dios no dio a los del gobierno una
protección infalible respecto a sus leyes o conducta. Los
ciudadanos tienen el deber de comparar las leyes y acciones del
Estado con lo que enseña Dios por sus Mandamientos y por
su Iglesia.

Cuando haya un conflicto
verdadero entre lo que una persona del gobierno quisiera
que hiciéramos y lo que Dios ha ordenado que hagamos con
sus Diez Mandamientos, o con las enseñanzas morales de Su
Iglesia, tenemos el deber de obedecer a Dios y no al
hombre. Una buena regla a seguir, para vivir en paz con aquellos
alrededor nuestro, es obedecer lo que pide alguien con autoridad
que hagamos, mientras no esté en contra de la Fe o la Ley
Moral de Dios.

El derecho del gobierno de decir
"no".

También sería absurdo para
esas personas en el gobierno obedecer ciegamente (es decir,
solamente) la "voluntad de la gente", porque "la gente"
también lleva los efectos del pecado original. Ten esto en
cuenta cuando oyes que los gobiernos "deben de seguir (solamente)
la voluntad de la gente, porque los gobiernos son instituidos por
la gente". Mientras que "la gente" puede "instituir" a su
gobierno, la autoridad que "respira" ese gobierno viene
sólo de Dios, y ningún gobierno tiene el derecho de
emplearla en contra del Bien Común, aunque lo quiera "la
gente".

Mientras que un gobierno tiene la
responsabilidad de escuchar los agravios de los gobernados, debe
actuar solamente para promover el verdadero Bien Común de
todos, y eso puede significar que diga "no" a lo que quieren
hacer algunos, o posiblemente muchos de los ciudadanos. Un
ejemplo del uso del "no" en estos días, trata con lo que
se llama la "clonación". Muchos gobiernos del mundo han
dicho "no" a este atentado de sus ciudadanos en contra de la Ley
Natural-Moral de Dios.

De hecho, un gobierno puede gobernar
solamente si tiene el poder de decir "no" a sus
ciudadanos. Esto conduce a una pregunta interesante: ¿Si
un gobierno se instituye solamente para "seguir la voluntad de la
gente", cómo puede decir "no" a la gente para su propio
bien? Los ÚNICOS gobiernos, sean cuales sean sus formas,
en que los gobernados pueden confiar que van a servir a su Bien
Común y a la voluntad de Dios, son los que pueden decir
"no" a una inmoral o injusta petición de sus
ciudadanos.

Los ciudadanos que crean que tienen una
"soberanía" que no poseen, hacen daño
al Bien Común, porque piensan que puedan tener "derechos"
y "libertades" (como destruir una vida humana por el aborto) que la
Iglesia y el Estado, usando su justa soberanía, deben de
negarles, para el Bien Común de todos.

El derecho de los ciudadanos a decir
"no"

El "otro lado de esta moneda" es el derecho
de los ciudadanos a decir "no" a los del gobierno que utilicen su
cargo de autoridad para dañar al Bien Común. Las
acciones de un gobierno que disminuyen la práctica de la
Fe o de la moralidad,
dentro de una nación, NUNCA van a servir a su Bien
Común.

El recurso final de los ciudadanos que
sufren bajo un gobierno (o de un oficial del gobierno) que
TOTALMENTE rechaza su responsabilidad de servir al Bien
Común, es unirse, para cambiarlo por otro que los sirva de
verdad.

Soberanía y Consentimiento de la
Gente

La idea de que el conjunto de los
ciudadanos poseía una cierta "soberanía" sobre su
gobierno surgió de la necesidad de la gente de protegerse
de varias injusticias de su gobierno. Aunque la necesidad (y
derecho) de protegerse de la injusticia de su gobierno existe, el
concepto de la "soberanía de los ciudadanos" no es su
fundamento. El derecho de cualquier persona, hasta una sociedad
entera, de protegerse de cualquier mal es de ellos por justicia y
no por una supuesta "soberanía" sobre los
demás.

Si alguien utiliza su posición de
autoridad PARA DESTRUIR el Bien Común, los ciudadanos de
esa nación tienen el derecho de protegerse, para cambiar a
esa persona por otra que va a servir al Bien Común.
Recuerde que es el propósito de la justicia el
proporcionar a cada uno lo que debe ser. El derecho de los
ciudadanos de formar un gobierno que sirva a su Bien Común
es de ellos por JUSTICIA, y no por su supuesta
"soberanía". Es la dignidad (no
la "soberanía") de cada ser humano, por reflejar la
imagen de
Dios, lo que pone un límite a lo que cualquier persona o
gobierno puede hacer en su contra.

Aunque nuestro Consentimiento no es el
origen de ninguna autoridad
, el general "consentimiento de
la gente" puede designar o aceptar la forma de su gobierno, puede
no oponerse al establecimiento de los cargos de responsabilidad y
quiénes los van a ocupar, los límites de la
autoridad (responsabilidad) de cada cargo, etc., pero la
autoridad que ejercita este gobierno, aunque depende de ese
consentimiento para funcionar pacíficamente, le vino de
arriba. De ahí en adelante, el "consentimiento de los
gobernados" trata, principalmente, con su obediencia.

El propósito de la
soberanía del gobierno

Un criado tiene un rango más bajo
que la persona a la que él sirve. Un rey rige. En nuestras
mentes, tenemos el concepto de que los reyes son "soberanos",
porque mandan a otros.

Pero Jesucristo, el Rey de los reyes,
demostró a sus Apóstoles durante la Última
Cena, al lavar los pies de sus Apóstoles, que Él
vino para servir a la humanidad. ¿Hay una conexión
entre gobernar y servir? Para entender mejor el propósito
de la "soberanía", miremos cómo Nuestro
Señor Jesucristo, el Rey de reyes, ejercitó su
divina soberanía mientras estuvo en la tierra.

Por obedecer la voluntad de Su Padre hasta
la cruz, Jesucristo enseñó, con su ejemplo, que los
soberanos deben de OBEDECER a su Dios, Padre. Al lavar los pies
de los Apóstoles, Jesucristo enseñó que la
manera de gobernar es SERVIR. Al reprocharle a Pedro, Jesucristo
enseñó que los soberanos deben de GOBERNAR por la
voluntad de Dios, y no de los hombres. Al morir en la cruz,
Jesucristo enseñó que el último
propósito de la soberanía es ayudar a toda la
humanidad para unirse a Dios.

Siguiendo estos ejemplos, los que gobiernan
deben de: (1) obedecer a Dios, Padre; (2) servir a
aquéllos para quienes son responsables; (3) gobernar para
el Bien Común de todos, y (4) tratar de unir a los
gobernados con Dios.

En Conclusión…

Porque Dios es el Supremo Soberano, un
cargo de autoridad es "soberano" solamente hasta la medida en que
Dios le comparte algo de su autoridad, y SIEMPRE es menos
soberano que Dios.

Nuestro Señor, al morir en la Cruz y
al lavar los pies de sus discípulos, nos dio un ejemplo de
que el "líder"
esta al servicio de
los demás. En este sentido, el propósito del
gobierno, siguiendo el ejemplo de Nuestro Señor, es usar
su "soberanía" para servir a sus ciudadanos. El servirle a
alguien no significa darle autoridad (o "soberanía"), sino
significa el uso correcto de la autoridad
("soberanía").

Autoridad es como el fuego y, como al
fuego, hay que usarla con mucho cuidado. Es un don de Dios que se
encuentra en los cargos de responsabilidad, para ayudar a todos
nosotros a vivir humanamente. Como el fuego, se puede usar para
el bien de la humanidad, pero como el fuego, se puede abusar. El
abuso de cualquier don de Dios nos hace daño, y el abuso
del don de la autoridad puede hacernos mucho daño,
también.

Para satisfacer la responsabilidad de hacer
lo que es posible y necesario para obtener su propio Bien
Común, los miembros del cuerpo social llamado "el Estado"
pueden designar o elegir a quién entre ellos va a
gobernar; pueden decidir entre sí mismos la "forma" de su
gobierno y definirla en una constitución, pero la pasajera
"Voluntad de la gente" (en realidad, la voluntad de solamente una
parte de "la gente") no es y nunca será el origen
de la autoridad, ni de la "soberanía" que gobierna su
país.

Al fin de cuentas, NO es
"la gente", ni su "consentimiento", el ORIGEN de la autoridad que
reside en su gobierno. Es Dios. Sólo Dios es el origen de
toda autoridad, que AMBOS, la gente y sus gobiernos, deben de
servir por su obediencia, para conseguir su propio Bien
Común.

*******************************

CAPÍTULO
IV… GOBIERNOS Y EL ORDEN CORRECTO

DEFINICIÓN: Los asuntos del
Estado están en su "orden correcto" cuando se realizan en
armonía con las leyes naturales y sobrenaturales de
Dios.

PROPÓSITO: Cuando los asuntos
del Estado están en su "orden correcto", facilitan que los
ciudadanos vivan en paz con Dios y con los
demás.

FUNDAMENTO: Las leyes de Dios
(natural, moral y sobrenatural) son el fundamento de todo el
orden correcto.

EJEMPLO: Las leyes de Dios gobiernan
la relación entre todas las partes de Su Creación.
La ley de la gravedad establece un orden entre todos los objetos
físicos del universo. Las
Leyes Morales de Dios, como la de la Justicia, establecen un
orden correcto entre todas las personas de un país. Cuando
nuestras acciones están en armonía con las leyes de
Dios, el orden que resulta siempre nos trae buenas
consecuencias.

ABUSO: El desorden resulta por
cualquier acción
que ignora las leyes naturales y sobrenaturales de Dios. Aparte
de los milagros, estas leyes de Dios nunca dejan de funcionar, y
el ignorarlas siempre nos trae dolorosas
consecuencias.

DISCUSIÓN

El orden físico que vemos en
el universo
resulta por la operación de las leyes físicas de
Dios. La Luna permanece a la distancia correcta de la tierra,
según las leyes de la gravedad y las de la fuerza
centrífuga.

Como existen las leyes físicas de
Dios para mantener cosas físicas "en su pista" a
través del universo, existen las leyes morales de Dios
para mantener cosas humanas "en su pista" dentro del Estado. Un
gobierno que no hace caso de las leyes de Dios trastornará
el orden del Estado, tanto como un planeta, por no hacer caso (si
pudiera) a la ley de la gravedad, trastornaría el orden
dentro del universo.

La ley de Dios y la ley
positiva

Al fin de cuentas, todo se
gobierna por las leyes de Dios, y muchas de estas leyes que
gobiernan Su Creación se aprenden por nuestra inteligencia
y experiencia.

Cuando Dios hizo toda su Creación
física,
creó con ella todas las leyes físicas necesarias
para las estrellas, planetas,
océanos, etc., para que cada cosa física pueda
cumplir con su propósito. Los científicos descubren
estas leyes y las apuntan en ecuaciones
llamadas las "leyes de la física", pero la manera de
funcionar estas leyes es también visible por la
experiencia humana.

Dios también creó las leyes
necesarias a la naturaleza
humana para poder cumplir con su propósito, es decir, para
obtener la felicidad eterna y un reflejo de esta felicidad
aquí en la tierra. Estas leyes se encuentran en los Diez
Mandamientos de Dios y la enseñanza de Jesucristo, que se explican
por la enseñanza de la Iglesia Católica. La manera
de funcionar estas leyes también es visible por la
experiencia humana.

Al redactar las Leyes Naturales de Dios,
les llama la "Ley Positiva". Idealmente, esta Ley debe de ser la
ley del Estado, que influye en las acciones de los ciudadanos,
así que todos puedan lograr su Bien Común. El IDEAL
es que la Ley Moral de Dios se refleje en las leyes de cualquier
nación. La OBLIGACIÓN de los que gobiernan el
Estado es gobernar según este ideal. Lo más cerca a
este ideal que un Estado se gobierne, más completa
será la justicia y paz experimentadas por sus
ciudadanos.

Que unos gobiernos no cumplen con su
obligación de lograr este ideal es evidente, por varias
leyes encontradas entre las naciones. El hecho de que la Suprema
Corte de los EE.UU. legalizó el aborto demuestra la
distancia entre la ley de algunos gobiernos y la Ley de Dios, que
dice, "no matar". Cuando la ley de una nación se opone a
la Ley de Dios, tal ley no obliga a los ciudadanos a conformarse
con ella, de ninguna manera. Al contrario, el mismo gobierno y
los ciudadanos tienen la obligación de hacer todo lo
posible y prudente para corregirla.

Subsidiaridad

Cualquiera que sea la forma de un gobierno,
son seres humanos a quienes gobiernan. Algunos, cuando ocupan un
cargo de autoridad, tienen la tendencia de gobernar demasiado.
Cuanto más un gobierno domina, más grande se
vuelve. Hay un cierto equilibrio
entre el poder del gobierno, por un lado, y la independencia de
la gente y sus instituciones, por el otro. Un gobierno que
gobierna tanto, consigue destruir la libertad de
sus instituciones (como la institución de la familia), en
vez de protegerlas.

La luna permanece a la distancia correcta
de la tierra porque la fuerza de la gravedad (que la jala hacia
la tierra) y la fuerza centrífuga (que la jala por la otra
dirección) están en equilibrio. La
ley de balance que mantiene el poder de un gobierno a su propia
distancia (no tan lejos, ni tan cerca) de lo que gobierna, se
llama "Subsidiaridad".

Para entender este equilibrio recuerde que,
para formar a una nación, varias familias individuales se
unieron en comunidades, para lograr su bien común. Tales
comunidades pueden hacer ciertas cosas INDEPENDIENTEMENTE, para
sí mismos, SIN la necesidad de un gobierno nacional, por
ejemplo, proporcionarse una protección local de bomberos y
de policía.

También, las familias pueden hacer
ciertas cosas INDEPENDIENTEMENTE de la comunidad en que se
encuentren, por ejemplo vestir y enseñarles muchas cosas a
sus hijos. (Recuerde que el ESTADO fue formado para proporcionar,
a esas familias y comunidades, SOLAMENTE las cosas necesarias
que, ni las familias, ni las comunidades podían
proporcionarse a sí mismas). Así es que el orden
dentro del Estado refiere al orden dentro y entre todas las
familias, comunidades y asociaciones que se encuentran en el
Estado. Estas familias, comunidades, asociaciones, etc., se
llaman "elementos".

El gobierno del Estado existe para servir a
todos sus "elementos", y una parte de lo que el gobierno protege,
para lograr el Bien Común de sus ciudadanos es la
INDEPENDENCIA apropiada de cada uno de sus elementos. El gobierno
ideal del Estado es el que deja a cada uno de sus elementos
manejar sus propios deberes lo mas independientemente que sea
posible, y que le presta ayuda a un elemento SOLAMENTE cuando se
necesita, sin quitarle su independencia. Así es que, los
que gobiernan, puedan preservar la propia independencia, y no
destruirla, de cada elemento que forma el Estado.

Subsidiaridad en la
familia

Quizás una "mirada" a la familia
hará más claro el significado del principio de la
"subsidiaridad".

Dentro de una familia, (como dentro del
Estado), hay muchos quehaceres que alguien tiene que
hacer. Alguien tiene que ganar el dinero
necesario para comprar alimentos, para
pagar a los doctores y para comprar un hogar, pagar la electricidad,
etc. Alguien tiene que enseñar, vestir y alimentar a los
niños. Alguien tiene que cocinar y limpiar los hogares y
trastos. Hay tareas que hacer, como tender las camas, lavar las
sábanas, alimentar a los animales
domésticos, y cada uno de estos trabajos necesita a
alguien.

Para el buen funcionamiento de la familia,
hay que repartir (ordenar) todos esos trabajos entre los miembros
de la familia, según sus cargos y sus habilidades, y eso
establecerá un orden, dentro de la familia, que le ayude a
funcionar para el bien de todos. Por ejemplo, decimos que es el
papá el que tiene el cargo de proteger a su familia, y de
ganar el dinero
necesario para poder alimentar y cuidar a todos los miembros de
su familia; que es la mamá la que va a cocinar y vestir a
los niños; que son las hijas las que van a extender las
camas y lavar los trastos, y que son los hijos los que van a
alimentar a los animales.

Cuando cada miembro de la familia haga
el trabajo
asignado, los demás miembros tienen tiempo para cumplir
con los suyos. Cuando un miembro se enferma, es por caridad que
un hermano le ayude a cumplir con su quehacer, durante la
temporada de la enfermedad. Pero, si un miembro, por flojera, no
hace su deber, se introduce en la familia un desorden, que
daña la tranquilidad de la familia.

Por otra parte, si una persona hace lo que
debe y puede hacer algún otro miembro de la familia, se
disminuye la independencia de ese otro miembro. Por ejemplo, si
el papá hace las tareas matemáticas de su hijo y no deja a su hijo
hacerlas por sí mismo, ese hijo, por no tener la
práctica necesaria para aprender las matemáticas,
ha perdido la parte de su futura independencia que depende de su
habilidad matemática.

Este orden correcto dentro de una familia,
que se establece cuando el papá deja a cada persona que
haga su propio trabajo, y ayude a los hijos solamente cuando es
necesario, y de tal manera que no le quite su futura
independencia, beneficia, obviamente, a la familia entera. Este
orden dentro de la familia que hemos descrito, cuando se aplica
al Estado, ejemplifica el principio católico de la
subsidiaridad.

El principio de subsidiaridad preserva el
equilibrio, así que cada elemento del Estado cumple con
sus deberes, mientras los elementos "superiores" protegen la
independencia apropiada de cada elemento inferior. El resultado
es que el Estado, dejando a cada uno de sus elementos cumplir con
sus deberes a su nivel sin una interferencia innecesaria de un
elemento superior, así se protege la independencia de cada
elemento, qúe conduce al desarrollo
personal de todos sus miembros.

El deber de establecer y mantener el orden
de la subsidiaridad dentro de la familia corresponde a los
padres. El deber de establecer y mantener el orden de la
subsidiaridad dentro del Estado corresponde a los que gobiernan
el Estado, así como el deber de establecer y mantener el
orden de la subsidiaridad dentro de la Iglesia corresponde a los
que gobiernan la Iglesia.

Los errores del Totalitarismo y de la
Anarquía

Totalitarismo es un "ismo" que influye a
los gobiernos a controlar virtualmente todo, del nivel de las
familias hacia arriba, incluyendo a los negocios y
asociaciones privadas. Totalitarismo viola el principio de la
subsidiaridad, por gobernar demasiado. Su nombre viene de la
palabra "total".

Este mismo "ismo" se practica cuando los
que ocupan cargos de autoridad, tratan de controlar asuntos fuera
del área de su propia responsabilidad. Por ejemplo, si
autoridades del gobierno se pusieran en control directo de los
sindicatos, o
si miembros de la jerarquía de la Iglesia se pusieran en
control directo de las organizaciones
laicas de su parroquia, sería un acto
"totalitario".

El contrario de totalitarismo es la
anarquía. (An-arquía significa literalmente "sin
regla"). Por ejemplo, anarquía ocurre cuando no hay
aplicación de la justicia. Esta carencia de justicia
resulta en caos, destruyendo el Bien Común.
Anarquía es un ataque terrible en contra del orden propio
del Estado, es decir, del Bien Común de los ciudadanos, y
viola el principio de la subsidiaridad por falta de
gobierno.

Todos los métodos
legítimos de gobernar evitan estos dos
extremos.

Cómo la Autoridad pasa de una
Persona a Otra

Hay dos maneras legítimas para
seleccionar quién va a gobernar: (1) por la
sucesión, (2) por elección o nombramiento (elegir a
alguien es simplemente una manera de nombrarlo).

Usualmente, cuando muere un rey, el nuevo
sube al trono por su consanguinidad con el rey anterior. El
designar así al futuro rey proporcionó una manera
mucho más pacífica de seleccionar al siguiente rey,
que permitir a todos los que querían gobernar la
oportunidad de juntar a sus soldados para decidir, en un campo de
batalla, quién era el "más fuerte", y por la mera
fuerza, decidir quién iba a gobernar.

La sucesión pacífica, basada
sobre herencia,
también ofrecía un conocimiento
de quién podría ser el "siguiente", y por eso, la
oportunidad de proporcionarle un entrenamiento
bien intensivo, y así prepararlo para la responsabilidad
que él va a tener cuando llegue al trono.

Otra forma de sucesión
pacífica se practica en varios países, que es por
elección. Pero si muere el presidente durante su sexenio,
en vez de decidir quién va ser el presidente por
elección o consanguinidad, usualmente la sucesión
inmediata es una decisión política. Si un
presidente no puede servir, el vicepresidente asume el cargo de
presidente. Si el vicepresidente no puede servir, el orden de la
sucesión depende de la Constitución del
país. Esto significa que es posible que alguien que no fue
elegido pueda gobernar a un país "demócrata" por
una temporada, posiblemente años.

Orden correcto y el deber de los
ciudadanos

Los ciudadanos tienen la obligación
de asistir a mantener un orden pacífico en su Estado.
Mucho depende de nosotros. El uso correcto del don de hablar
ayuda mucho a establecer un orden pacífico (en ambos, la
Iglesia y el Estado) para alabar a Dios, expresar gratitud, pedir
perdón, enseñar y decir solamente lo que es verdad,
etc., etc.

Por otra parte, el mal uso de la palabra
(elogiar hechos malvados, mentir, promover la injusticia),
siempre causa un descuerdo entre los ciudadanos, que ataca al
orden pacífico del Estado. Por esta razón,
SOLAMENTE el uso CORRECTO del "discurso
libre" está al servicio de toda la humanidad, al servicio
del orden público y, por eso, digno de defender. Al
contrario, el mal uso del "discurso libre" para proteger la
pornografía no es digno de
defender.

Mientras que los gobiernos toleren algunas
"malezas" en el jardín del Estado para proteger el "trigo"
del "discurso libre", o cualquier otra libertad anhelado por los
hombres, como en cualquier jardín, cuanto más se
toleren las malas hierbas, menos bueno será el
jardín.

En Conclusión…

Hemos hablado de cuatro clases diversas del
"orden", y cómo se relacionan con el Estado. (1) El orden
del balance, llamado "Subsidiaridad"; (2) El orden de
"Sucesión"; (3) El orden de la Justicia que produce la
paz, y (4) el orden producido por las leyes Naturales y
Sobrenaturales de la Creación, que la soberanía
tiene que servir para lograr el Bien Común.

Concluimos mencionando la obligación
que tenemos todos nosotros de utilizar nuestras libertades, tales
como la libertad del "discurso", solamente para promover el Bien
Común de nuestro Estado.

*******************************

CAPÍTULO V
… GÉNEROS de GOBIERNOS

DEFINICIÓN: La forma de un
gobierno, entre otras cosas, se determina por la manera en que un
soberano sucede al otro, por la distribución de autoridad dentro del
gobierno, y por la manera en que se determinan las
leyes.

PROPÓSITO: El
propósito de la "forma" de un gobierno es para servir
mejor al Bien Común.

FUNDAMENTO: Dios permite que la
gente establezca la forma del gobierno que va a recibir Su
autoridad.

EJEMPLO: Ejemplos de varias formas
básicas del gobierno son: (1) Monárquica (la
última responsabilidad de servir el Bien Común es
de un solo hombre o "rey"), (2) Aristocrática (la
última responsabilidad de servir el Bien Común es
de un grupo de individuos que juntamente gobiernan para servir el
Bien Común), (3) Republicana (la idea de que los
ciudadanos participen en varios aspectos de su gobierno por sus
representantes), y (4) Democrática (la idea de que el Bien
Común se logra por la participación directa de
ciudadanos en varios aspectos de su gobierno).

ABUSO: Cualquier forma de gobierno
es abusada cuando se utiliza para lograr un propósito
opuesto al Bien Común de los ciudadanos.

DISCUSIÓN

NINGUNA forma del gobierno permite que CADA
UNO gobierne. Es lógicamente IMPOSIBLE que cada uno, en
una nación, gobierne. (Piénselo… En una
línea de la autoridad, de arriba abajo, empezando con el
presidente, y cada persona gobernando a la persona abajo de
él, a quién va a gobernar la ultima persona en esta
línea de autoridad?). Por eso, en TODAS LAS formas de
gobierno, hay una diferencia entre los que gobiernan y los
gobernados. También, entre los que gobiernan, hay
diferentes niveles de autoridad.

Tres formas básicas del
gobierno

Dejando de lado las formas corruptas de
gobernar, existen tres formas básicas de gobernar: (1) una
monarquía, (2) una aristocracia, (3) una
democracia.

La cosa interesante de estas formas, o de
cualquier combinación de estas formas de gobierno, es que
TODAS tienen el mismo propósito (el servir al Bien
Común); TODAS reciben su autoridad del mismo origen
(Dios); TODAS tienen las mismas obligaciones hacia Dios y
humanidad; TODAS, con su armada y policía, tienen un
monopolio de
poder entre el Estado, y por eso, TODAS pueden ayudar o abusar a
la humanidad. por el buen o mal uso de su poder.

De la corrupción humana, ninguna forma de
gobierno, y ninguna constitución va a proteger a los que
gobiernan, ni a los gobernados. La unión Soviética
tuvo una constitución "democrática" pero los
ciudadanos sufrieron mucho, y no pudieron cambiar su gobierno.
Los ciudadanos de cualquier país sufren con la existencia
de la corrupción
dentro de su gobierno, y entre su pueblo.

El único remedio para proteger las
verdaderas libertades de un país es el deseo de los que
gobiernan, y el deseo de los gobernados, de manejarse
según las leyes de Dios. Si la tendencia de los que
gobiernan es ejercer más poder sobre los gobernados (en
contra de la ley de subsidiaridad), el alcance de ese mal depende
de la habilidad de los gobernados para defenderse.

Esto significa, que para lograr el Bien
Común, ningún rey, presidente o grupo de gente debe
de hacer cualquier cosa que desee, aunque pueda. También
significa que ninguna mayoría de ciudadanos deben de votar
por cualquier cosa que deseen, aunque puedan. Para lograr el Bien
Común, siempre hay que medir lo que queremos
hacer con lo que Dios nos ha mandado.

Formas mezcladas de
gobierno

El hecho de que diversas naciones sean
gobernadas bajo diversas formas de gobierno, es simplemente un
hecho de la vida. Cuando hay diferencias entre las cosas, estamos
siempre interesados en saber "cuál será la mejor"
de las opciones. Aristóteles se dirigió al lado
práctico de esta pregunta,

diciendo que la mejor forma de gobierno era
la que sus ciudadanos aceptarían.

Aristóteles y Santo Tomás de
Aquino, sin embargo, vieron el mejor gobierno posible
(si la gente lo aceptaba) como uno que combina
tres formas: (1) monarquía (una sola persona es
responsable por el Bien Común); (2) aristocracia (un grupo
de los más capaces son responsables por el Bien
Común); y (3) democracia (que permite que los ciudadanos
participen directamente, y por sus representantes, para conseguir
su Bien Común). Las mezclas de
estas tres formas para gobernar son comunes.

Una república bien constituida, por
ejemplo, es una forma mezclada de gobierno. Es
"monarquía", como se relaciona con la presidencia;
aristocrática, como se relaciona con el senado; y
democrática, como se relaciona con el proceso
electoral.

Sin embargo, sea cual sea la forma de un
gobierno, la autoridad siempre se comparte, entre la persona que
ocupa el cargo supremo del país, y los que gobiernan abajo
de él; entre reyes y príncipes; entre presidentes y
gobernadores; entre alcaldes y diputados. Esto es natural, porque
ninguna persona, ni ningún grupo de gente, puede servir a
todas las necesidades que fomenta el Bien Común de una
nación entera. (Imagínese a una persona, o a un
pequeño grupo de gente intentando solucionar,
jurídicamente, todos los conflictos entre todos los
ciudadanos de una nación, mas el resto de los problemas
económicos, del trabajo, del comercio
exterior, del manejo de un ejército y una marina,
etc.).

Al mismo tiempo, si no hay nadie "en la
cima de la autoridad" para tomar decisiones finales, cuando hay
"empates", la capacidad de gobernar para el Bien Común de
una nación sufriría por irresolución e
indecisión. Por esta razón, la forma más
eficaz (de llegar a las decisiones necesarias y ponerlas en
acción), y más común, tomando en cuenta la
manera en que se gobierna una tribu, o una empresa, es
la monárquica. Es interesante que aún en los
EE.UU., con su forma de gobierno republicana-democrática,
cuando hay una emergencia, se convierte en una forma muy
monárquica, dando al presidente poderes de autoridad como
si fuera el rey de su país.

Reinos

Lo primero hay que tomar en cuenta es que
la corrupción de una monarquía se
convierte en una dictadura.
Durante la edad media, la
estructura
MONÁRQUICA incluía varias formas
ARISTOCRÁTICAS y DEMOCRÁTICAS de gobernar. Los que
manejaban el sistema judicial
de un reino podrían ser considerados como una
ARISTOCRACIA, al igual que los príncipes (como
gobernadores) que estaban a cargo de varias partes del
reino.

Los reyes, en esos tiempos, permitieron que
los ciudadanos se organizaran en varias asociaciones
DEMOCRÁTICAS, que sirvieron directamente al Bien
Común. Las organizaciones comerciales, así como
millares de confraternidades y de asociaciones que existieron en
los reinos, durante
la edad media, fueron formadas y manejadas por los ciudadanos,
para servir al Bien Común, dentro del contexto de una
monarquía.

Formas Monárquicas de las
Empresas

En la cima de muchas empresas
está el "presidente", o "CEO" (Chief Executive Officer –
"Supremo Jefe Ejecutivo") – el "rey" responsable de Bien TOTAL de
su compañía. Con menos autoridad, está la
junta directiva (como "nobles") que aconsejan al presidente.
Sirviendo a estos directores están varios encargados (como
"señores") quienes son responsables por una parte del
bienestar de la compañía, y por el bienestar de sus
empleados inmediatos.

Las formas democráticas
también existen dentro de la estructura monárquica
de una empresa. En las
empresas más grandes, como en IBM, los empleados
frecuentemente pertenecen a varias asociaciones
"democráticas" que manejan ciertas funciones
relacionadas con el bien común de sus miembros. Tales
asociaciones logran los bienes comunes de sus miembros, al
solucionar problemas del grupo, sin dañar al Bien
Común de la empresa
entera.

Forma de gobierno de los
EE.UU.

Los EE.UU. son gobernados por una forma
mezclada de gobierno. La Rama Ejecutiva del gobierno tiene una
forma monárquica, gobernada por un presidente, que puede
hacer cumplir con sus "órdenes ejecutivos" en su "campo de
responsabilidad".

La Rama Legislativa, llamada el "congreso",
contiene algunos elementos de una democracia representativa. Sin
embargo, mientras está dada la autoridad para formular las
leyes, no puede hacerlas cumplir, ni decidir su
constitucionalidad.

La Suprema Corte, establecida originalmente
para decidir la "constitucionalidad" de las leyes de ese
país, formuladas por la rama legislativa, se volteó
en una "oligarquía", hace años, cuando
legalizó el aborto, imponiendo una nueva ley como "Ley del
País", no escrita por la rama legislativa, y en contra de
casi 200 años de leyes estatales y Federales en ese
país. (La ley de cada estado de los EE.UU. protegía
la vida humana desde su principio). Esta desgracia prueba que
ninguna forma de gobierno, ni ninguna forma de
constitución, pueden proteger a un país, cuando los
que gobiernan se deslizan de su responsabilidad de gobernar,
según las leyes de Dios, para seguir la voluntad de las
personas.

La forma de gobierno de la
Iglesia

La Iglesia está gobernada por una
forma no-hereditaria, monárquica de gobierno, que incluye,
dentro de ella, otras formas, y en la cual un pobre campesino
sacerdote puede ser elegido Papa. El Papa es protegido por la
promesa de Nuestro Señor Jesucristo, solamente en
decisiones de Fe y Moral, pertenecientes a toda la Iglesia, una
protección que ningún gobierno estatal ha recibido.
(Es por eso que es tan importante que el gobierno de una
nación escuche a la Iglesia, con respecto a las leyes que
afectan a la Fe y la Moral de
sus ciudadanos).

La Iglesia Católica también
tiene la promesa de Dios de existir hasta el fin del mundo,
una promesa no dada a NINGUNA nación, ni a su gobierno, ni
a ninguna otra iglesia.

Mientras que la Iglesia Católica
tiene, sobre todo, una forma monárquica, esta forma abarca
una forma aristocrática (idealmente, el "gobierno de los
más capaces") en su "Colegio de los Cardenales" cuyos
miembros eligen (democráticamente) al Papa, y gobiernan
varias jurisdicciones en el mundo. Cada obispo es responsable por
el bien común espiritual de TODOS, dentro de su
diócesis.

Dentro de cada diócesis hay
asociaciones libres de la parroquia, tales como la "Legión
de María", para hombres y mujeres, la asociación de
los "Santos Nombres de Jesús y María", para
hombres, la "Sociedad del altar" para mujeres, etc. Estas
asociaciones tienen una forma "democrática", porque sus
miembros eligen a su "presidente" y trabajan directamente para
algún bien común en su parroquia.

Que la Iglesia y los EE.UU. se gobiernan a
través de formas mezcladas de gobierno es una realidad. Es
también una realidad que de estos dos, solamente la
Iglesia prohíbe el aborto, mientras que los EE.UU. le dan
una protección legal. Esto demuestra que se necesita
más que una forma de un gobierno, o una
constitución, para asegurar que una nación
satisfará su deber de gobernarse, según las leyes
de Dios.

Formas de gobierno y su relación
con la Iglesia

La forma de gobierno no exime a los que
gobiernan de servir al ÚNICO origen de su autoridad: Dios.
Por esta razón, la Iglesia no condena a una democracia,
mientras que los que gobiernen reconozcan que tienen la
obligación de servir a Dio, al gobernar para el Bien
Común de los ciudadanos.

Las respuestas a cuatro preguntas resumen
la relación de la Iglesia con cualquier gobierno, sea cual
sea su forma: (1) ¿Si reconoce a Dios como el origen de su
autoridad? (2) ¿Si están sus leyes en conformidad
con la Ley Natural y Sobrenatural de Dios? (3) ¿Si protege
los legítimos derechos de la Iglesia? (4) ¿Si sirve
de verdad al Bien Común de sus ciudadanos?

Cualquier gobierno, sea cual sea su forma,
que pueda contestar "sí" a estas cuatro preguntas, desde
la monarquía a la democracia, no estará en contra
de lo que enseña la Iglesia.

La degeneración de las formas de
gobernar

El grado en que un gobierno, CUALQUIERA QUE
SEA su forma, destruye el Bien Común, niega a la Iglesia
su libertad de llenar sus responsabilidades hacia la humanidad,
se rehúsa a reconocer a Dios como el origen de su
autoridad, o hace cumplir leyes opuestas a las leyes de Dios;
tales acciones injustas son evidencia de una
tiranía.

Los que gobiernan pueden corromper
CUALQUIER forma de gobernar. Esto es porque, los que utilizan un
gobierno para servir a sus propios intereses egoístas, en
vez de servir al Bien Común, son corruptos. Esto significa
que, un monarca que intenta utilizar su posición de
autoridad para servir a sus intereses egoístas, en vez de
servir al Bien Común, es corrupto. Esto también
significa que los que gobiernan en una democracia, si usan sus
posiciones de autoridad para servir sus propios intereses
egoístas, en vez de servir al Bien Común,
también son corruptos.

Una monarquía degenerará en
una tiranía cuando el rey intente servir a sus propios
intereses. Una aristocracia degenerará en una
oligarquía (el gobierno de un grupo para intereses
egoístas), y una democracia degenerará en el
dominio de la
turba, cuando los ciudadanos intenten servir a sus propios
intereses, en vez de servir al Bien Común. El dominio de
la turba es llamada, por Aristóteles, "una tiranía
nada menos terrible que la tiranía de los
pocos".

En Conclusión…

De todas las formas de gobernar, la
relación de un rey verdaderamente católico, es
decir, un rey justo y misericordioso con su gente, refleja lo
más posible la relación entre Jesucristo, Dios y
"Rey de los Reyes", con los miembros de su "Cuerpo
Místico", que es la Iglesia. Al mismo tiempo, el lograr el
Bien Común de los ciudadanos depende más de las
virtudes de los que gobiernan y los gobernados, que de la forma
de su gobierno.

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CAPÍTULO
VI … BUENOS y FALSOS PRINCIPIOS PARA GOBERNAR

DEFINICIÓN: Un principio es
una regla que nos guía hacia algún bien.

PROPÓSITO: Los principios
explícitos e implícitos en los Diez Mandamientos y
la enseñaza de Jesucristo, sirven como guías para
unir acciones humanas con la voluntad de Dios, para el bien de
toda la humanidad.

FUNDAMENTO: La realidad de nuestra
naturaleza humana es el fundamento de todos los buenos principios
para gobernar.

EJEMPLO: Una realidad es que todos
nosotros tenemos una naturaleza humana caída. Los
gobiernos toman en cuenta esta realidad cuando hacen leyes justas
y castigos apropiados para frenar las acciones injustas o
inmorales de la humanidad caída.

ABUSO: Los gobiernos que piensan que
la naturaleza humana es naturalmente buena, no aprobarán
leyes y castigos apropiados para refrenar el mal que hace la
gente.

DISCUSIÓN

Este capítulo utilizará lo
que se llama la "igualdad del
hombre", el "Bien Común" y el "orden público", para
explorar el efecto de principios correctos y falsos para
gobernar.

El "QUÉ", el "QUIÉN" y la
igualdad

En el Capitulo III, hablamos del
"qué" y del "quién" somos, con referencia a
nuestros derechos. Ahora vamos a dar un repaso sobre este tema,
con referencia a los principios para gobernar.

Cada persona, hecha a "imagen y semejanza"
de Dios, comparte la misma naturaleza humana. En este sentido, la
"igualdad del hombre", refiere correctamente a la "materia prima"
de la humanidad, el hecho de que todos nosotros tenemos un cuerpo
y un alma, y el don de "pensamiento
racional". Desde el punto de vista de que todos somos seres
humanos, (el "QUÉ" de nuestra existencia), todos somos
iguales.

Qué aptamente fue expresada esta
idea en la ceremonia del entierro usada por la familia real de
los reyes de Habsburgo. Después de la Misa de
Réquiem, el cuerpo real fue llevado a una puerta
bloqueada, que conducía a donde se le iba a enterrar al
rey difunto. Un representante de la familia real entonces
golpeó la puerta, anunciando todos los títulos
reales poseídos durante la vida del rey difunto, y
pidió entrada. Al oír todos estos títulos
reales, una persona dentro de este cuarto le negó la
entrada. Los títulos fueron repetidos otra vez, y la
entrada fue negada otra vez. Entonces el representante de la
familia real demandó, en el nombre del difunto, el
título que todos nosotros compartimos, pidiendo la entrada
en el nombre "de un alma mortal y pecadora", y la puerta se
abrió para su entrada.

Dios también agrega a nuestra
"materia prima" (cuerpo y alma) una variedad de cualidades
únicas que distinguen a un ser humano de todos los
demás. Ni los gemelos tienen la misma personalidad.
En este sentido, cada uno de nosotros es un "QUIÉN". Por
esta razón, podemos decir que, mientras que todos nosotros
somos iguales en "qué" somos, no somos iguales en
"quiénes" somos.

¿Entonces, de qué manera
podemos entender la "igualdad del hombre"? La única
respuesta honesta que podemos dar es que somos iguales en el
"QUÉ" somos, pero no en el "QUIÉN"
somos.

Abusos del "qué" y del
"quién" somos

Algunos sistemas de
pensamiento
atacan directamente al "QUÉ" somos. El comunismo, por
ejemplo, ataca directamente al "QUÉ" somos, porque trata a
los seres humanos como si fueran solamente una máquina de
trabajo. La verdad es que aún un bebé deformado,
todavía no nacido, posee la "materia prima" de la
existencia humana (cuerpo y alma), y es igual en su esencia (lo
que es) a la naturaleza humana del rey más grande del
mundo. Por eso, no solamente el comunismo, sino el aborto, por
tratar a un niño no nacido como si fuera algo deshechable,
ataca al "QUÉ" somos.

Otros sistemas de pensamiento atacan la
DESIGUALDAD del "QUIÉN" somos. El error que enseña
que la Madre de Nuestro Señor Jesucristo – Dios, era
"solamente una mujer", es un
ejemplo de no reconocer suficientemente nuestras
diferencias.

Los sistemas que no toman en cuenta
nuestras diferencias, también atacan la jerarquía
natural, que ordena la relación de una persona con otra,
tanto dentro del Estado como dentro de la Iglesia. Por ejemplo la
relación entre el padre y el niño, el obispo y el
sacerdote, el rey y el vasallo, depende de las diferentes
responsabilidades de cada "quién." Los sistemas que no
hacen caso de esta jerarquía natural, por sobre enfatizar
la igualdad del "QUÉ" somos, tienden a igualar el
ciudadano al presidente y el laico al sacerdote. Estos sistemas
introducen Des-orden en una sociedad, porque no pueden
(en justicia) dar, a los que ocupen un cargo de autoridad, el
respeto y la
obediencia debidos.

La jerarquía normal de prioridades,
que pone los propósitos sobrenaturales por encima de los
propósitos naturales, también es atacada por falsos
sistemas de "la igualdad". Tales sistemas "planos", imponiendo
una "igualdad falsa", sobre cosas que no son iguales, son como
una orquesta sinfónica que permita a los integrantes tocar
solamente una nota.

El "pensamiento plano" se manifiesta por no
poder diferenciar entre la verdad y el error. No puede distinguir
entre las cosas como son y como no son, y, por eso, carece del
juicio sano necesitado para alcanzar el Bien Común. El
"pensamiento plano" describe cosas usando clisés, por
ejemplo, "todas las monarquías son malas", o "todas las
democracias son buenas". La verdad es absolutamente diferente, y
mucho más interesante.

El Bien Común y el Orden
Público

La igualación del "Bien
Común" con el "Orden Público" es muy frecuente
entre los gobiernos de estos días. A algunos, estos dos
términos les parecen ser la misma cosa. Sin embargo, la
diferencia entre estos dos términos efectuará
diferencias importantes entre el Estado y sus
ciudadanos.

El Bien Común se relaciona con
todas las cosas que, tomadas juntas, provean a la
humanidad una felicidad temporal y eterna. En este contexto, el
orden público (paz pública), mientras que es muy
importante, es solamente UNA de las muchas cosas necesarias para
lograr un Bien Común duradero.

Si el Estado iguala al Bien Común
con el "orden público", o pone más importancia al
"orden público" que al Bien Común, el fundamento de
su ley civil no serán las leyes de Dios, con su justicia y
misericordia, sino, solamente, lo que el Estado piensa
simplemente que va a guardar la "paz".

Los ciudadanos de buena voluntad sufren
cuando la prioridad más alta del Estado es mantener el
"orden público", en vez del Bien Común. Por
ejemplo, cuando el Estado legaliza algo, como el aborto, ahora
son los que se OPONEN a esta ley inmoral, los que son culpables
de "estorbar al orden público". El resultado es que, a los
que públicamente protestan al aborto, se les echa a la
cárcel, mientras que, aquéllos que matan a los
niños no nacidos, siguen libremente haciendo sus matanzas,
protegidos por la ley.

El condenar a la gente que no ha violado la
ley de Dios, para proteger a los que sí la violan, es
verdaderamente un abuso de la justicia. ¿Si el Bien
Común excluye la injusta matanza de los inocentes no
nacidos, para que sirve el "orden publico", si no sirve al Bien
Común?

La Deificación del
Hombre

Hay personas que tienen un concepto de la
libertad que es diferente de la que hemos presentado. Su
pensamiento es que cualquier limitación de lo que quieran
hacer, lo que sea, disminuye no solamente su libertad, sino
también su dignidad. Quieren forjar su "mundo", sin
referencia a nadie fuera de sí mismos, ni a Dios. No les
importa que piense Dios. La única cosa que les importa es
lo que ellos mismos piensan.

Su lema político es: "libertad,
igualdad, y fraternidad". Mientras que estas palabras en
sí mismas significan algo bueno, ellos las tuercen, para
darles un significado muy diferente all significado
normal.

La "Libertad" trata con nuestro derecho de
hacer algo justo o bueno. Para ellos, la "Libertad" significa que
tenemos el "derecho" de rechazar los Mandamientos de Dios.
Simplemente dicho, ellos enseñan que la gente tiene un
derecho de hacer no solamente lo justo, sino también lo
injusto. La palabra que ellos deben de usar, en vez de
"libertad", es "libertinaje".

La "Igualdad" significa que cada persona,
en lo que es (un ser humano), tiene las mismas obligaciones y los
mismos derechos ante las leyes de Dios. Para ellos, la "igualdad"
significa que "la gente" tiene el "derecho" de rechazar las leyes
(la voluntad) de Dios, y para ellos, cada persona es un
"soberano". Lógicamente, si todos son soberanos, nadie es
soberano. La palabra que ellos deben de usar, en vez de
"igualdad", es "egoísmo".

La "Fraternidad" significa que toda la
gente, trabajando en armonía con las inescapables leyes de
Dios, pueden unirse para lograr algún bien común.
Para ellos, la palabra "fraternidad" significa la unión,
muchas veces secreta, de los que quieren derrocar a los gobiernos
que reconocen la soberanía de Dios sobre nosotros, incluso
el gobierno de la Iglesia. La palabra que ellos deben de usar, en
vez de "fraternidad", es "conspiración".

Un monarca que gobierna ásperamente,
que piensa que su voluntad es suprema, incluso sobre los
Mandamientos de Dios o sobre la enseñanza moral de la
Iglesia, demuestra esta manera de pensar. Pero también la
idea de que "la voluntad de la gente" es soberana sobre las leyes
de Dios y sobre la enseñanza moral de su Iglesia,
pertenece a este mismo modo de pensar. Esta equivocada manera de
pensar se refleja también en una economía, cuya fundamento es el
egoísmo, o por un proceso de inflación e intereses
injustos que beneficia solamente a una minoría.

Principios para gobernar
bien

En estos capítulos que trataron de
los gobiernos, hemos presentado varios principios. Aquí
están, para recapitular, algunos de los principios
más importantes:

(1). El Estado se establece cuando la
totalidad de las comunidades de familias, y los recursos
naturales que poseen, pueden proveer para el Bien Común de
todos, y se forma un gobierno para lograrlo.

(2). La autoridad de un gobierno viene
solamente de Dios. Esta autoridad se ejercita por los que ocupan
un cargo de responsabilidad dentro del gobierno.

(3). El ÚNICO propósito de un
gobierno es servir a Dios, al servir al Bien Común de los
ciudadanos. Este Bien Común incluye su bien
espiritual.

(4). Ya que los individuos del Estado
pueden instituir la forma de su propio gobierno, varias formas de
gobierno pueden existir entre la "familia de naciones", es decir,
entre todos los Estados.

(5). Ninguna forma política de
gobernar, por su forma, asegura el Bien Común ni la
salvación de los ciudadanos.

(6). La Iglesia no condenará ninguna
forma de gobierno que: (a) sirve al Bien Común de sus
ciudadanos, (b) reconoce a Dios como el origen de su autoridad,
(c) conforma sus leyes con las leyes naturales y sobrenaturales
de Dios, y (d) permite a la Iglesia trabajar para la
salvación eterna de todos los ciudadanos.

(7). El Bien Común de los ciudadanos
se alcanza cuando su gobierno mantiene la paz a través de
la justicia, establece una defensa común contra los
enemigos extranjeros y domésticos, permite la libertad,
pero no el libertinaje para los ciudadanos, y coopera
con la Iglesia Católica para lograr la salvación
eterna de sus ciudadanos.

(8). El Bien Común de una
nación no se alcanza si el gobierno viola el principio de
la subsidiaridad.

(9). Para lograr el Bien Común, las
leyes del Estado deben de estar en armonía con la realidad
de nuestro ser humano, y según las leyes morales de
Dios.

(10). El propósito de la
soberanía que pertenece a cualquier gobierno, es el de
servir a Dios, al lograr el Bien Común de sus
ciudadanos.

Al fin de cuentas, viendo los éxitos
y las fallas de TODAS LAS formas del gobierno, a través de
la historia, podemos
concluir que el feliz destino de un pueblo depende
más de la virtud de su gente y de sus
líderes, que de su forma de gobierno.

*******************************

CAPÍTULO
VII … VOTACIÓN

DEFINICIÓN: La
votación es un medio por el cual la gente expresa su
preferencia u opinión.

PROPÓSITO: La votación
es una manera de llegar a una
decisión.

FUNDAMENTO: La preferencia
(no necesariamente la verdad, la justicia, etc.) es el Fundamento
de la votación.

EJEMPLO: Las personas votan por lo
que, o por quienes prefieren.

ABUSO: El usar la votación
para legalizar una preferencia inmoral o injusta, tal como el
aborto, ofende a la justicia.

DISCUSIÓN

La votación es solamente una, entre
VARIAS maneras posibles, de influenciar directamente (para mejor
o peor) al Bien Común. El Bien Común es, muchas
veces, mejor servido directamente por el uso de nuestros
talentos, y la constante práctica de las virtudes
personales
, que por el voto. La votación es,
simplemente, una manera, entre varias posibles, de conseguir algo
para el bien o mal de la gente, así como se puede usar
nuestro don de hablar para el bien o mal de la gente.

La pregunta fundamental con respecto a la
votación es, "¿cuándo es buena, y
cuándo es mala?" Para contestar a esta pregunta, hay que
juzgar la votación por la manera en que sirve al Bien
Común.

Cuándo la votación es
útil

En 1934, nací en los EE.UU., un
país "democrático". He experimentado la realidad de
esta idea utópica y, lo que sigue, se escribe por mi
experiencia.

En grupos pequeños, como entre un
grupo de artesanos decidiendo dónde sería mejor la
venta de sus
productos, la votación, después de oír toda
la información, puede servir bien. En muchos
países, se usa la votación de un jurado para
determinar la inocencia o culpabilidad
de una persona, después de oír todos los
argumentos en favor y en contra del acusado. Un jurado de seis o
doce personas, después de que todos hayan oído los
mismos argumentos, vota, para determinar si la persona acusada es
o no culpable. Aunque no lo es sin fallas, generalmente trabaja
bien.

El votar de un jurado es muy diferente que
el votar de la gente que se encuentra en una democracia. Por
ejemplo, si el acusado es culpable de un crimen capital, en
los EE.UU., todos los miembros del jurado tienen que
votar UNÁNIME para decidir su culpabilidad. En una
democracia, se deciden muchos asuntos con la aprobación de
solamente una mayoría (la mitad de los que votan
más uno), que es usualmente mucho menos que la simple
mayoría de la gente que puede votar.

Partes: 1, 2, 3
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