La Identidad Cultural Cubana para la nueva universidad en el contexto histórico actual
Palabras claves: Cultura, Identidad,
Identidad
Nacional, Nación,
Valores.
La necesidad de potenciar la consolidación del conocimiento
sobre la Historia de Cuba para
saber quiénes somos, de dónde vinimos, a
dónde vamos, es la base para desarrollar el proceso
revolucionario y llevarlo adelante en el contexto
histórico actual.
El enfoque que exige el mismo para la Nueva Universidad
Cubana como guía y educadora de las nuevas generaciones
basadas en las concepciones martianas marxistas leninistas nos
obligan a reflexionar en un tema polémico como el que
proponemos.
Armando Hart, Ministro de Cultura,
planteó al respecto ".la defensa de la verdadera cultura
de nuestro pueblo, la que nació en lo barracones de
esclavos, en la manigua redentora y en las luchas políticas
y sociales contra el coloniaje español y
por la abolición de la esclavitud, es la
cultura antimperialista de José Martí,
de Julio Antonio Mella y de Fidel, una cultura de profunda
raíz popular y de una enorme riqueza universal,
desprovista de la estrechez nacionalista y volcada hacia el
socialismo"
(1).
La esencia de la cultura no puede ser explicada sin tener en
cuenta la esencia de lo humano. El ser humano, encuentra el
fundamento de su ser allí donde comienza la fuente de su
vida: la producción social, comprendida como la
acumulación de la producción material y la
producción espiritual, actividad en la cual el hombre
reproduce todas sus gradaciones y manifestaciones.
De ahí, que la cultura de la humanidad es única,
como manifestación concreta de una época,
país o región. Las raíces de la cultura de
cada pueblo, se encuentran profundamente arraigadas en su
historia, tradiciones, idiosincrasia, en su forma sui
géneris de percibir y de transformar la sociedad en
que vive. Esa manera distintiva de cada sociedad de hacer, de
expresarse, de sentir y de pensar, es lo que aporta su sello, su
originalidad a cada pueblo: su identidad cultural.En principio,
todos creemos saber lo que es la cultura y lo que es la
identidad. Pero si nos ponemos a pensar en el asunto, no tardamos
en darnos cuenta de que ambos conceptos tienen definiciones
distintas, una estrecha y otra ancha. Asociamos la idea de
cultura a ciertas expresiones humanísticas que expresan el
nivel alcanzado por la sociedad en el campo de las
manifestaciones artísticas y literarias. Una persona "culta"
sería entonces aquella que, además de tener
"instrucción" -es decir, nociones generales de varias
disciplinas- tiene un conocimiento amplio del desarrollo de
la literatura y
el arte. Del
especialista en cuestiones científicas o técnicas
suele decirse simplemente que es eso, un especialista -el que
sabe cada vez más sobre cada vez menos- y, sin embargo,
del especialista en el desarrollo de las disciplinas
humanísticas se dice que es "culto", entendiéndose
por ello que abarca amplias zonas del conocimiento humano, aunque
de ciencia y
técnica no sepa nada.Es evidente entonces que estamos
hablando del concepto
estrecho de cultura. El concepto amplio se pone
de manifiesto en la famosa paradoja de Chesterton alusiva a los
campesinos que conoció en un viaje a España: "!
Qué cultos son estos analfabetos!", exclamó, al
darse cuenta de la cantidad de cosas que sabía aquella
gente por experiencia propia o gracias a la tradición oral
(2). Esa visión que pudiéramos llamar
antropológica de la cultura nos parece mucho
más adecuada y moderna que aquella que reduce la cultura
al conocimiento libresco o especializado. Para decirlo con una
fórmula clásica: cultura es todo lo que no es
naturaleza,
todo lo que ha sido elaborado por la acción,
la inteligencia o
la imaginación del ser humano. Un árbol no es
cultura –aunque puede ser una de sus formas primigenias, la
agricultura—pero el ídolo o la mesa o
el cucharón en que se ha convertido su madera
sí lo es y al decir de Marx "(.) es la
naturaleza humanizada o segunda naturaleza" (3).
La cosa resulta ser un poco más complicada cuando
pasamos de la cultura a la identidad. Entre ambas solemos
establecer una relación casi automática porque la
cultura espiritual y material de la sociedad en que nacemos y nos
formamos es el primero de los factores que determina o, por lo
menos, condiciona nuestra identidad individual y social. Somos,
en gran medida, lo que la comunidad hace
de nosotros a través de sus instrumentos de socialización, la familia y
la escuela en primer
lugar. Si exceptuamos los factores genéticos, podemos
decir que el núcleo original de nuestra identidad se forma
con las canciones que escuchamos, la comida que comemos, las
fiestas en que participamos y, por supuesto, los valores y
creencias que nos inculcan nuestros padres y maestros. Por eso
resulta tan fácil trazar un signo de igualdad entre
identidad e idiosincrasia.
La identidad del cubano se describe en la psicología, los
gustos y las normas de
conducta que
nos atribuye la tradición: somos extrovertidos,
desenfadados, guaracheros, etc. etc.
Pero además, cuando hablamos de identidad solemos
pensar en un bloque homogéneo -dado casi siempre por la
nacionalidad:
"todos somos cubanos"- olvidando que hay otros rasgos
identitarios condicionados no tanto por lo que nos asemeja como
por lo que nos distingue, diferencias que tienen que ver con el
origen social, el sexo, el
color de la
piel, la
región en que se nace, todas vistas desde una perspectiva
antropológica.
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