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Panorama de la eclesiología de Monseñor Romero en su segunda carta pastoral "La Iglesia Cuerpo de Cristo en la historia" (página 2)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5

Entre todos eso años se fundaron muchas ciudades,
villas y pueblos, que en la medida que pasara el tiempo se
convertirían en zonas importantes de dominación.
Por mencionar algún ejemplo: el 27 de septiembre de 1546
San Salvador recibe el título de ciudad. En esta
línea Roque Dalton plantea un panorama de la
colonia[3]el cual seguimos como un importante dato
para nuestra investigación. Lo primero que indica Roque
es que la agricultura
siguió siendo la base de la economía salvadoreña,
agradándose nuevos cultivos y técnicas
agrícolas. El segundo punto señalado es que la
estructura
indígena de la tenencia de la tierra se
resquebrajó como forma dominante, con la
implantación de entidades españolas de la propiedad.
Esto quiere decir que la tierra
pasó a ser propiedad de una minoría en el
territorio cuzcatleco, convirtiéndose en una injusta
tenencia de tierra. En medio de su disertación, Roque,
hace una citación de un señor llamado Alejandro
Dagoberto Marroquín:

Surge en esta etapa colonial una nueva unidad
económica-agrícola que en adelante se
llamará "hacienda", institución que va a continuar
desarrollándose en la vida independiente. La hacienda
aparece en el período en que, llevada hasta último
límite la explotación del hombre
indígena, se impone la necesidad económica de
explotar paralelamente la tierra
americana[4]

Las nuevas industrias
aparecieron en la colonia, asimismo la explotación minera
y ganadera. A esto le siguieron múltiples formas de
explotación, como lo es el sometimiento personal a la
esclavitud, a
las deudas por préstamos, al tributo, a los diezmos y
primicias, al impuesto fiscal y al
impuesto comercial. En una palabra: los indígenas estaban
sometidos absolutamente al conquistador.

1.1.2 La época de la independencia.

La independencia de la corona española se
logró de manera definitiva el 15 de septiembre de 1821.
Estamos hablando de trescientos años de colonia
esclavizante de nuestro pueblo, pero haciendo un balance de esta
etapa histórica, se pueden sacarse aspectos positivos y
negativos. De manera general podemos mantener la tesis que
propone Roque Dalton en su monografía
de él Salvador, la cual, sostiene que la independencia es
fruto de la presión
revolucionaria del pueblo cuzcatleco, y que la labor de los
próceres sólo fue por un lado apaciguar la
situación de levantamiento revolucionario de las masa,
pero con una intencionalidad defensiva en pro de sus intereses
minoritarios. Pero surge una pregunta ¿Cuáles
fueron las consecuencias de la independencia? En la respuesta nos
puede ayudar El Señor Alejandro D. Marroquín con su
obra "Apreciación sociológica de la independencia
en El Salvador":
Pues lo primero que dice don Alejandro es que la independencia es
fruto de una verdadera revolución
con efectos profundos en muchos sectores de la
región;

En un segundo punto dice que se logró eliminar el
sistema colonial;
ante esos aspectos surge una grave necesidad: "había
que crear un estado
soberano con todo su aparato institucional";
y de hecho esa
nación
surgió, empapada de la ideología liberal, surge con vigor un
impulso económico, el cual, funda las nuevas relaciones
sociales; también, se puede mencionar que los criollos
empuñan el timón político del Estado. Pero
haciendo ya una apreciación propia, llegamos a la
conclusión que la independencia de la corona
española no resolvió la situación de los
indígenas cuzcatlecos, sino que sólo
benefició a los hacendados y terratenientes de estas
regiones centroamericanas, con los cual, la tenencia de la tierra
y la distribución de la riqueza siguió en
pocas manos, manteniéndose como situación
pecaminosa e injusta.

1.1.3 La época de la federación
centroamericana y del nacionalismo.

La federación centroamericana es la unión
de todas las provincias de Centro América
cómo una sola nación,
independiente de España,
México y
cualquier otra nación, esto ocurrió el 1 de julio
de 1823. En este periodo se abolió la esclavitud,
promovida por José Simeón Cañas, la
aceptación que fue unánime. El 22 de noviembre de
1824 se promulgó la constitución federal de
Centroamérica. Y en abril de 1825 fue electo presidente
federal el salvadoreño José
Arce[5]

Esta unión duro poco tiempo, después de la
mitad del siglo XIX se rompió el pacto federal, las causas
son variadas, en este sentido seguiremos a Don Alejandro
Marroquín[6]en un primer momento
señala que el régimen colonial no intentó
hacer una sola nación de Centroamérica, y por eso
carecía de vías de comunicación internas, además no
había unidad económica en todo el istmo y falta de
un verdadero mercado
común. Sumándole un costumbre de localismo
político. Además había intereses
minoritarios que promovieron a toda costa el separatismo
nacional. Entonces nació el estado de
El Salvador
como nación independiente y soberano, y es cuando a
finales del siglo XIX y principios del XX
el capitalismo
agarró fuerzas en nuestro país, dando paso, sobre
todo al imperialismo
extranjero[7]Muchas potencias mundiales se
interesaron por Centroamérica, pero el que se
abrirá paso será Estados Unidos
de

Norte América, haciendo pactos
estratégicos con la oligarquía del país,
convirtiéndose en los poderes dominantes de estas tierras
salvadoreñas.

  • El Salvador en el contexto mundial y continental
    después del la mitad del siglo XX: "Un cambio de
    época".

La mitad del siglo XX es una coordenada histórica
que marca un
verdadero cambio de
época. Al hablar de El Salvador, en honor a la verdad,
podemos afirmar que no tenía ninguna importancia geopolítica, el mundo estaba entretenido
resolviendo otros problemas de
mayor envergadura, pues, el contexto mundial se caracterizaba por
las recién pasadas guerras
mundiales (con sus genocidios y destrucciones abrumadoras), las
grandes ideologías que dividían al mundo (la
guerra
fría, los dos grandes bloques, uno regido por las
leyes del
libre mercado, por el desarrollo de
los países ricos y el subdesarrollo
de la mayoría de naciones pobres del tercer mundo; otro
regido por el socialismo, el
cual prometía anquilosarse a lo largo de los años),
la proclamación universal de los derechos humanos,
en fin una gran crisis a toda
escala. Era un
replanteamiento total del orden establecido.

El Salvador en el contexto latinoamericano resulta ser
también muy interesante. Ya que éste, en el
ámbito social y político, empezó un proceso
revolucionario en contra de sistemas
opresores de las mayorías del país. Asimismo, en el
plano eclesial, es un referente muy importante, ya que
existió el testimonio martirial, a favor de los oprimidos
y marginados de la nación, además por el avance en
la teología de la liberación de autores residentes
en este país, por ejemplo Jon Sobrino e Ignacio
Ellacuría; y no podemos olvidar al gran pionero de una
Iglesia
encarnada: "Monseñor Oscar Arnulfo Romero", sus
homilías, su vida y su práctica pastoral eran un
ejemplo para todo el continente y para muchas partes del mundo.
Incluso en la abadía de Westminster es considerado uno de
lo mártires más significativos del siglo
XX.

En década de los cincuenta se habló de
desarrollismo[8]el cual pretendía que en
América
Latina tuviera un desarrollo independiente y progresivo, pero
no se logró. Y luego se pasó a la teoría
de la dependencia, la cual sostenía que el desarrollo del
continente dependería del desarrollo de los países
del primer mundo.

América Latina esta evidentemente bajo el signo
de la transformación y desarrollo. Transformación
que, además de producirse con una rapidez extraordinaria,
llega a tocar y conmover todos los niveles del hombre, desde el
económico hasta el religioso (…). Estamos en el
umbral de una nueva época histórica de nuestro
continente, llena de un anhelo de emancipación total, de
liberación de toda servidumbre, de maduración
personal y de integración colectiva. Percibimos
aquí los preanuncios en la dolorosa gestación de
una nueva civilización[9]

Sin embargo, a pesar del optimismo, Latinoamérica estaba sometida al
subdesarrollo, nuestro país compartía la misma
suerte, éste se traducía a situaciones de miseria y
opresión de las grandes mayorías, y podemos hablar,
en el continente, de pobres empobrecidos y oprimidos
históricamente. Una citación de Medellín nos
ilumina sobremanera:

El episcopado latinoamericano no puede quedar
indiferente ante las tremendas injusticias sociales existentes en
América Latina, que mantiene a la mayoría de
nuestros pueblos en una dolorosa pobreza cercana
en muchísimos casos a la inhumana miseria. Un sordo clamor
brota de millones de hombres, pidiendo a sus pastores una
liberación que no les llega de ninguna parte (…).
"La pobreza de
tantos hermanos clama justicia,
solidaridad,
testimonio, compromiso, esfuerzo y superación para el
cumplimiento pleno de la misión
salvífica encomendada por Cristo a la
Iglesia[10]

La idea es clara, que la situación de injusticia,
opresión, miseria y pobreza extrema eran frutos de
personas y estructuras
concretas. Pero algo comenzó a gestarse: "las grandes
mayorías empezaron a ser protagonistas de su misma
historia",
a
priori se puede decir que dos factores tuvieron protagonismo en
dicho fenómeno; en primer lugar el marxismo,
impulsando el camino armado o mejor dicho "el proceso de
revolución en América latina", teniendo como icono
referente la revolución
cubana y el gran bloque comunista del mundo la Unión
Soviética"; en segundo lugar, el compromiso de una Iglesia
rejuvenecida influyó en gran medida también, ya sea
en la iluminación de la situaciones pecaminosas y
el impulso de una liberación integral del pueblo
crucificado, es por decirlo de un modo: el camino
evangélico de la liberación integral de las
victimas, que estaban sufriendo la violencia
institucionalizada por le gobierno y la
oligarquía del país. Todo por defender al gran
capital, al
cual muchos le rendían culto, era un ídolo
sanguinario, que se imponía sobre aquellos que iban en
contra de él. Les ponía ciegos, eran incapaces de
ver al hermano que sufría la pobreza histórica del
pueblo salvadoreño, y se cerraban por completa a la
solidaridad promotora del ser humano, evitando el comunismo en
absoluto.

  • La situación de El Salvador en la
    década de los setenta.

El Salvador en la década de 1970 fue una
época llena de conflictos
sociales efervescentes, que desembocarían en una guerra civil,
debido a un sistema económico, social y político
totalmente injusto, opresor, generador de muerte,
idolatra, malévolo y lo peor del caso cerrado al
cambio
. Se pudo evitar mucha sangre si los
diversos grupos
sociales, la oligarquía, los grupos
organizados y el gobierno, hubiesen cedido en conformidad al bien
común y no a intereses particulares. Ahora bien, pasamos a
describir, de manera general y sintética la
situación económica, político social y
eclesial de El Salvador en la década de los
setenta:

1.3.1 Situación económica:

Analizar la situación económica de El
Salvador es una labor muy compleja, debido a un paradoja: "las
estadísticas mundiales nos decían
que este país en la década de lo setenta era los
más pobres del mundo[11]sin embargo, las
estadísticas económicas locales nos indicaban que
en el periodo de 1950 a 1978 El Salvador junto a
Centroamérica había un aceptable crecimiento
económico, teniendo en cuenta el PIB y el
crecimiento de la población[12]Entonces
surge una pregunta: ¿Cuál es la causa de dicha
paradoja? Y la respuesta es obvia: "la razón por la que no
concuerdan las estadísticas mundiales con las locales es
debido a la mala e injusta distribución de las
riquezas"[13],
la cual necesariamente tiene
una contraparte: "La concretización de la pobreza,
entendida como la carencia de los bienes
mínimos de subsistencia para los seres humanos como lo es
la vivienda, el trabajo
digno, la alimentación, la salud, y la recreación; son miles de familias que
viven bajo condiciones de vida que separan su modo de vida, sus
intereses y sus culturas de otras
clases
[14]

Es por eso que unos dicen que ellos (los pobres) son
"empobrecidos" históricamente, es decir que son fruto de
ese injusto proceso de distribución de los bienes que El
Salvador posee, y lo peor de todo era que esa estructura
económica establecida no permitía un cambio
positivo que beneficiaria a la mayoría de la población, esto se vio claro cuando en 1976
se consolidó de manera más evidente la alianza de
los capitalistas organizados y el gobierno, todo por el rechazo
de la reforma
agraria y el control que
tenía los oligarcas sobre las decisiones estatales con
respecto a la materia
económica[15]Este dato revela claramente un
gobierno al servicio del gran capital. Y el caso es que
los capitalistas tomaron medidas drásticas, con tal de
defender sus intereses minoritarios; y el instrumento perfecto
fue el gobierno en turno, éstos implementaron políticas
que promovieran la "empresa libre" y
por otra parte implemento leyes de seguridad
nacional que se traducían en represión a las
diferentes agrupaciones populares, al desaparecimiento y
asesinato selectivo.

Entonces, pasando a datos más
concretos, a continuación se muestran algunos datos para
que nos formemos una idea de la situación precaria en la
que la gran mayoría de salvadoreños estaba
sometida:

En la década de los setenta la población
rural no bajaba del 60 %[16], y por cierto era la
que más sufría las consecuencias del sistema
económico que imperaba entonces; las personas dedicadas a
la agricultura representaban del 58.8 % , los trabajadores sin
tierra y propietarios de minifundios figuraban el 84.2 % (499,
306), los propietarios de fincas subfamiliares medianas el 7.1 %
(42,103), propietarios de fincas familiares 5.6 % (33,208),
propietarios de fincas multifamiliares medianas 2.3 % (13, 639)
propietarios de fincas multifamiliares grandes 0.2 % (1,186). En
cuento al
desempleo y
subempleo en el sector agrícola 1970 estamos hablando del
58.3 % 346,600). De la educación podemos
decir: 0.2 % eran universitarios, 1.1% educación media,
10.5% primaria, resto 88.2.( sector agrícola, de los
obreros agrícola u-0.2, m-2.7, p 20.5, r. 76.8. En cuanto
a los salarios la hora
equivalía a $ 0.41, el día a $3.28, el mes a $103.2
y el año a $1,180.80, esto quiere decir que tomando como
norma que los trabajadores tenga que mantener a una familia de cinco
personas obtenemos una salario real de
$236.16 para cada uno"[17].

Los datos son abrumadores pero claros, las necesidades
básicas de la mayoría de la población no
estaban satisfechas. Mientras tanto una minoría gozaba de
la concentración de las riquezas que este país
producía. La ciudad es vista como mejor que el campo, en
donde supuestamente las necesidades familiares tienen una mayor
probabilidad
de satisfacerse. Entonces se daba un fenómeno llamado "la
emigración a la ciudad". Pero el ethos del campesino
cambia rotundamente:

Una vez instalados en la periferia el problema es
conseguir trabajo
remunerado. En la economía del dinero de la
ciudad todo tiene dueño y precio. En el
campo la subsistencia, la dignidad
personal y la satisfacción –por precarias que sean
las condiciones – se basan en el trabajo mismo. En ciudad
se basan en el ingreso[18]

A todo esto debemos sumar la insatisfacción
laboral, el
consumismo irracional y por ende el no alcance de las necesidades
primarias casi todos los habitantes de la ciudad.

1.3.2 Situación política y
social:

a) Lo social

La situación social de nuestro país se
caracterizaba por tres aspectos importantes, los cuales nos
ofrecen un panorama de conjunto:

Primero, El salvador era considerado como un
país capitalista y consumista, este sistema, debido a la
situación económica separa a la sociedad en
diferentes clases
sociales; esto implica que en El Salvador por lo menos
había tres clases sociales: Alta, media y baja. La
clase alta en
el país tenia el poder
político, aunque los militares eran los que gobernaban,
éstos estaban al servicio del
gran capital; también tenían el monopolio
económico. Mientras que el resto de la
población tenía que conformarse con las migajas de
los ricos.

Segundo, la situación social de El
Salvador en los años setenta refleja indiscutiblemente la
situación económica de la que hacemos referencia
anteriormente. En esa década sectores de la
población comenzaron a organizarse de manera más
comprometida por el cambio social. Surgieron las famosas organizaciones
populares como: FPL, ERP, FARN;
FECCAS, FAPU, BPR. Entonces la presión social llevó
al gobierno del presidente Molina en el año 1976 a
concretizar la idea de una reforma agraria pero los poderosos
oligarcas de El Salvador obligaron a que la reforma agraria no se
realizara, y por último todo terminaría en una
guerra civil.

Tercero, la reacción del la clase alta
del país ejerció una practica
antidemocrática, la cual consistía en los
obstáculos legales para las organizaciones campesina, la
represión de dichos grupos y en la persecución
sangrienta de los mismos.

b) Lo político

También la apertura política era nula en
los mismos años. Los fraudes electorales de 1972 y 1977 lo
demostraban. Cuando hablamos de política se nos viene a la
mente las palabras democracia y
elecciones, palabras claves que forman parte de lo que constituye
la política de un país, pero no debe reducirse a
ello. Sin embargo podemos decir algo al respecto. En primer lugar
se hablará de la democracia en El Salvador. Debemos
entender bien lo que el término quiere decir y luego hacer
un breve análisis de la situación
democrática en la que se encontraba nuestro país
entonces. En ese contexto hago una situación textual de
Walter Brugger:

La democracia, es la idea
político-filosófica de la soberanía del pueblo, es en ella donde se
efectúa la dirección de todo poder político que
ejerce el pueblo como representante originario; de ello se exige
que todo ciudadano participe con plena razón y de conciencia para
cooperar en las decisiones políticas que les afectan, como
personas libres, permitiéndoles vivir en condiciones de
igualdad[19]

  • Idea político-filosófica de la
    soberanía del pueblo:

La idea de democracia pertenece al elenco de toda una
filosofía de un país soberano. Sin
embargo, El Salvador a pesar que de su independencia del yugo
español
lograda en 1821, su soberanía sólo era virtual, ya
que el gobierno de la republica estaba demasiado influenciado por
el imperio norteamericano y por la clase dominante de este
país, no permitiendo un verdadero desarrollo
humano de todos los salvadoreños, la política
estaba siendo manipulada por unos pequeños grupos de
poder, que se imponían a costa de la mentira, la
injusticia y el fraude.

  • Es en ella donde se efectúa la
    dirección de todo poder político que ejerce el
    pueblo como representante originario:

La democracia tiene por objetivo que
el pueblo pueda dirigir todo el poder político de su
propia nación. Pero el poder político en el
Salvador lo poseía la clase oligárquica del
país y no el pueblo, entonces no era una verdadera
democracia, y de cierta manera se le estaba violando uno de sus
derechos
fundamentales: a decidir su propio destino, como pueblo que tiene
que ser protagonista de su propia historia.

  • De ello se exige que todo ciudadano participe
    con plena razón y de conciencia para cooperar en las
    decisiones políticas que les afectan, como personas
    libres, permitiéndoles vivir en condiciones de
    igualdad:

Lo que menos hacían los Salvadoreños eran
participar con plena razón y conciencia en la democracia,
por un lado porque la esperanza de que hubiera una verdadera
política, dentro de este marco una democracia autentica,
se había acabado, por otro lado la libertad no
existía plenamente en este país, debido a los
fraudes electorales y la represión que el gobierno
ejercía en los grupos sociopolíticos se
incrementaba cada vez más, y todo esto generaba
necesariamente un estado de "desigualdad
social y política". La acentuación principal de
la idea de democracia debe radicar "en el poder que el pueblo
tiene para velar por su propio bienestar
". Si tenemos esto
en cuenta, la democracia no la vamos a reducir a un mero poder, o
a lo que es peor a una mera elección de un candidato
político, ya que esto resulta muchas veces ser una falacia
con la cual se esconden intereses muy particulares de las
minorías, lo que en El Salvador justamente estaba pasando.
Ignacio Ellacuría nos ilumina al respecto al afirmar que
"la democracia se define desde el disfrute de los derechos
humanos fundamentales en lo económico, en lo cultural, en
lo social, en lo político"[20].
Y la
realidad era otra, contraria, los grupos de poder eran totalmente
antidemocráticos, estaban cerrados al cambio positivo en
pro de las mayoría de salvadoreños que
requerían una citación política más
transparente y promotora del bien común en El Salvador.
Pero la injusticia y la opresión estaban presentes para
aquellos que intentaban el cambio subversivo de la
situación del orden establecido. Es entonces, cuando
descubrimos que el conflicto
social de la década de los setenta tuvo una mayor
tonalidad política que meramente económica, ya que
la democracia era un caso perdido y cerrado.

1.3.3 Situación eclesial:

La situación de la Iglesia arquidiocesana de San
Salvador era también de una total transformación.
Recordemos que ya se había realizado el Concilio Vaticano
II, el cual había introducido una cambio radical en la
Iglesia Universal, de la misma manera, a finales de la
década de los sesenta se realiza la segunda conferencia
episcopal de América Latina en Medellín, el cual,
es considerado como la encarnación del Concilio,
anteriormente citado, a la situación concreta de nuestro
continente. Ahora bien nuestra Iglesia no estaba privada de
dichos cambios universales y continentales:

Si este es el magisterio de la Iglesia Universal y
latinoamericana, se nos extrañará los Obispos de
nuestro país hayan hablado repetidamente de los males de
nuestra situación y de las urgentes
reformas[21]

Mons. Chávez y Gonzáles, fue uno de los
principales propulsores que transformaron el rostro de nuestra
Iglesia particular. Él fue introduciendo gradualmente las
ideas y las acciones para
el cambio eclesial con sus 54 cartas pastorales
y con su creatividad
pastoral. Se preocupó por la doctrina en general, por la
doctrina social de la Iglesia, por la moral
familiar, por el tema de la liturgia, la renovación
pastoral, sobre las devociones y dio su opinión sobre los
acontecimientos sociales[22]Pero son dos
acontecimientos eclesiales bajo el patrocinio de Mons.
Chávez, que marcan una nueva opción para la
arquidiócesis de San Salvador, nos referimos a la
primera semana de pastoral de conjunto en junio de 1970,
y la segunda semana de pastoral en 1976.

a) Primera semana de pastoral de
conjunto:

Esta semana fue llevada a cabo, según lo que nos
cuenta Rodolfo Cardenal[23]del 22 al 26 de junio
de 1970. Con esta semana, llena de renovación y
contrariedades, significó en punto de arranque definitivo
hacia el Concilio Vaticano II y
Medellín[24]Según lo que nos relata
este historiador, la semana tuvo como positivo el entusiasmo de
los sacerdotes jóvenes, sobre todo de la
arquidiócesis de San Salvador, asimismo de muchos sectores
de la pastoral diocesana. Un aspecto muy negativo de esta semana
fue la notable ausencia de los obispos de El Salvador, los cual
disminuía el sentido eclesial de este magno
acontecimiento, así un mayor discernimiento y
aceptación de la ideas de esa semana, en el sentido
oficial de la Iglesia, evitando posteriormente, incluso la
intervención de la santa sede, así quizás no
se recordaría como una actitud
intransigente de parte de los obispos
salvadoreños.

La reflexión de esta semana tuvo tres fases
fundamentales. La primera fue coordinada por le Señor
Héctor Dada[25]consintió
fundamentalmente en analizar la realidad salvadoreña
destacándose como hecho fundamental la discriminación instalada como sistema.
En un segundo momento se analizó la situación
eclesial, a cargo del presbítero Edgard Beltrán, y
se llegó a la conclusión que en El Salvador
coexistían dos modelos de
Iglesia, una anquilosada en los esquemas preconciliares, la cual
no buscaba el cambio en ningún momento y lo más
importante para ella era el incremento de los sacramentos;
mientras que el segundo modelo era una
Iglesia renovada, en búsqueda y en constante proceso de
conversión[26]El P. Rodolfo Cardenal no
sigue explicando que la segunda fase de esa semana de pastoral
fue introducida por el mismo P. Beltrán, y fue una
exposición sobre el Concilio Vaticano II y
la necesidad que la teología respondiese a la realidad
pastoral del país, asimismo tuvo su intervención el
p. Ignacio Ellacuría, explicando el carisma y la
misión de la Iglesia en el continente
latinoamericano[27]En la tercera y última
fase de esta semana se trabajó las distintas áreas
y dimensiones de la pastoral urbana y rural, al final de la faena
se recogieron las conclusiones en un documento específico,
que por cierto causó reacciones en contra, por parte de la
CEDES y la Sagrada Congregación para el Clero. Ellos
aducían que las conclusiones eran contrarias a la
ortodoxia, buenas costumbres y al magisterio
universal[28]tanto así que modificaron
sustancialmente las conclusiones, cambiando de manera esencial el
espíritu de todo el trabajo hecho en esos
días.

El documento tenía un carácter profético y
pretendía responder con el magisterio eclesial a la
realidad concreta de El Salvador, según lo que nos cuenta
el P. Cardenal, aunque discutible en muchos de sus puntos, no le
quitaba valor, ni
mucho menos iba en contra de la ortodoxia y del magisterio de la
Iglesia. Las opciones proféticas del documento reflejan
una carga de historicidad salvífica, pues hablaba del
compromiso histórico de la Iglesia del Señor
Jesús hoy y aquí, asimismo un compromiso
histórico con el pueblo. Las conclusiones señalaban
las contradicciones sociales existentes como los es el
subdesarrollo y la dependencia, así como la
dominación extranjera. El documento también
señalaba a Jesús muerto y resucitado como
fundamento del ser cristiano y la respectiva misión de
anunciarlo. En el texto
conclusivo señalaba que la Iglesia no había
trabajado eficazmente por la liberación y promoción del pueblo salvadoreño por
miedo a perder sus privilegios y sufrir la persecución. La
asamblea señaló la absolutización de la
propiedad privada en detrimento del bien común. Los
participantes de la primera semana de pastoral reconocieron la
falta de unidad en la mentalidad, metas y acción
en el área social, al mismo tiempo recomendaron la
co-responsabilidad en la misión eclesial.
Hablaron del compromiso de los seglares, una vez que abandonaran
el dualismo existente e inoperante, con la realidad temporal y
particularmente al compromiso político. En la segunda
parte del documento versaba sobre la reflexión
teológica: "La Iglesia: sacramento de la salvación
para el hombre
entero en su historia concreta", en la cual el documento
conclusivo constata que la Iglesia tiene una fuerza eficaz
para colaborar históricamente con su liberación
integral. Ya en concreto con
las opciones pastorales del documento decía lo
siguiente:

"Nosotros, la Iglesia en El Salvador, seglares,
religiosos y religiosas, sacerdotes y obispos, nos comprometemos
a configurar en el país una Iglesia renovada que sea una
comunidad de
amor,
servidora de la comunidad humana salvadoreña y que
prefigure la comunidad entera"

Entre las cosas concretas que se mencionaron los centros
de promoción campesina y de los equipos itinerantes de
pastoral, verdaderas fuerzas de cambio de la
evangelización rural. También aludieron a la
necesidad de las denuncias de todos los sectores de las
injusticias cometidas o establecidas, así como el cambio
del sistema capitalista, también del cambio total y
radical del sistema económico, social, cultural, religioso
y educativo, y todo aquello que impedía la
liberación de los campesinos. Fueron fuertes en denunciar
a algunos medios de
comunicación en pro de la parte opresora, de la misma
manera se cuestionó radicalmente el sistema
educativo católico, calificándolo como
clasista, recomendando que se cambiaran de manera total o que se
cerraran. En el tema de la liturgia se pedía una
participación de laicos delegados más encarnada en
la realidad del país, con funciones
más eficaces para las comunidades, es decir, que se les
permitiera de manera ordinaria el predicar, bautizar, distribuir
la Eucaristía y presenciar los
matrimonios[29]

b) Primera semana de pastoral
arquidiocesana:

Este es el segundo acontecimiento que marcará de
manera significativa a la arquidiócesis de San Salvador.
El documento conclusivo nos deja ver que situación
tenía en ese año la Iglesia particular de San
Salvador. El evento de llevó a cabo del 5 al 10 de enero
de 1976, en el Seminario San
José de la Montaña. Con un programa muy
apretado: El 5 de enero estuvo a cargo del P. Jesús
García y el Lic. Román Mayorga, tratando los temas
de la metodología para captar la realidad, la
realidad arquidiocesana, la realidad nacional y la interpretación desde nuestro continente; el
segundo día estuvo a cargo del P. Rutilio Grande, llevando
a cabo el tema de la religiosidad popular; el día 7 de
enero estuvo a cargo de Herminio Gil, exponiendo una
reflexión teológica sobre la realidad y
religiosidad, desde la cristología; ya el jueves se
trató la temática de los contenidos de la
evangelización y sus dimensiones sociales y globales, a
cargo del p. Fabián Amaya; el 9 de Enero se afinaron las
conclusiones[30]En este magno evento
arquidiocesano participaron trescientas cinco personas, entre
laicos, religiosos, sacerdotes, junto con dos obispos. Dice el P.
Fabián Amaya que las conclusiones las podría
resumir en cuatro palabras:

La constatación de una urgente
evangelización o reevangelización a todos los
niveles y la opción prioritaria que se tomó, para
una evangelización encarnada, por la formación de
agentes de pastoral y por lo tanto la revisión de algunas
estructuras e instituciones
pastorales: vicarías, parroquias, colegios, a fin que sean
eficaces en la
evangelización[31]

El resumen que el P Amaya nos da una visión de
conjunto de la opción pastoral que la arquidiócesis
tomó de manera más decidida ese año, pero no
queremos ahondar en este documento en todos sus aspectos, baste
el resumen citado anteriormente y un subrayado de la
situación de la arquidiócesis que desarrollaremos a
continuación, ya que lo más importante en nuestro
trabajo investigativo es descubrir las opciones pastorales y la
situación de la Iglesia particular de San Salvador en el
momento que Monseñor Romero se convierte en
arzobispo.

Entonces, el documento expone la situación de la
arquidiócesis de San Salvador de la siguiente manera:
primero, describe la división existente entre las clases
de la sociedad salvadoreña, cuyas consecuencias radican
sobre todo en la creación de una tensión entre los
sectores poderosos del país y los marginados del sistema;
esto engendra también un pecado social
grave, que producen males concretos. El documento afirma que la
situación económica influye poderosamente en el
aspecto religioso,
señalando que la
concentración de dicha actividad en la capital de San
Salvador hace que la estructura eclesial se concentre
también en la ciudad, asimismo la dedicación a la
educación remunerada, dando la impresión que se
atiende mejor a quien tiene y se atiende mal al que no
tiene,
se denuncia fríamente el hecho de acentuar en
el aspecto cultural y sacramental el aspecto arancelario,
más que el compromiso cristiano. De la misma
manera, se subraya la clasificación que la esfera
política hace al interior de la Iglesia, introduciendo
conceptos equívocos en la mentalidad de la sociedad. Las
consecuencias son claras:

Con toda sinceridad tenemos que dolernos de haber dado
la impresión que predicamos una religión acomodada
que tiene cuidado de no ofender a una minoría
privilegiada, olvidándose de los pobres. De ahí que
gran parte de nuestra pastoral ha cultivado como virtudes: las
actitudes de
una obediencia en lo lega; paciencia; conformismo y
providencialismo que no responsabilizan a los hombres frente a
los problemas reales. Lo cual contribuye a: evadir el verdadero
compromiso cristiano, a distorsionar el auténtico valor de
la caridad considerando más bien como beneficencia y
limosna[32]

Pero no todo es malo en el contexto eclesial, resulta
que los participantes en esta semana vieron que la Iglesia estaba
cambiando, el cual respondía a dos realidades: por una
parte la Iglesia quería responder de manera
evangélica a la realidad del pueblo; y por otra parte la
arquidiócesis quería ser fiel al Evangelio y al
Magisterio de la Iglesia, es decir, se tiene que tener en cuenta
las tremendas injusticias que sufren las mayorías del
país, los verdaderos problemas del pueblo, exigiendo de la
parte de la Iglesia verdaderas actitudes proféticas,
compromiso verdadero y un testimonio de vida, coherente con la
Buena Nueva de la libertad de los hijos de Dios. Para todos eso
se deben tener en cuenta los documentos del
Concilio Vaticano II, el documento de Medellín, las cartas
pastorales de Mons. Chávez y Gonzáles, sobre
todo: "la responsabilidad del laico en el orden temporal", "la
mejor y más justa distribución de los bienes": La
inflación en El Salvador ante la conciencia
cristiana",
y sobre todo la Exhortación de Pablo VI
sobre la evangelización, medula de la
semana[33]teniendo conciencia que en el nº 31
afirma que entre promoción humana, desarrollo p
liberación, y la evangelización, existen
vínculos muy fuertes[34]Ahora bien, al
final de la semana se reflejaron las opciones pastorales de la
arquidiócesis de San Salvador, son las
siguientes:

  • La opción primordial por una
    evangelización en todos los niveles, considerase como
    grave, urgente y necesaria.

  • La renovación necesaria de todos los medios
    disponibles en orden a una evangelización adecuada y
    que no admite dilaciones, pero que tampoco admite
    superficialidades.

  • La necesidad urgente de seleccionar y formar
    adecuadamente a los Agentes de pastoral, sobre todo
    seglares.

  • Las comunidades cristianas, como objetivo que
    está en el horizonte, si queremos vitalizar la
    Iglesia.

  • La creación y adecuación de mecanismos
    operativos que vengan a dinamizar y a poner ejecución
    estas opciones.

Ya en una visión de conjunto vemos que la
arquidiócesis que encontró Mons. Romero en febrero
de 1977 era una Iglesia en cambio, conversión,
renovación y encarnación. Ya veremos más
tarde como estas características son constatadas por
él mismo en su carta pastoral,
de la cual tratamos en esta investigación. Y llegamos a la
conclusión que la peculiaridad de esta
arquidiócesis en verdad la dio su misma gente, sus
miembros activos, junto
con sus pastores, así evitamos un craso error: el de
atribuir todo el crédito
a monseñor Romero, cuando en realidad esta Iglesia
particular de San Salvador ya era una Iglesia caminante, sin
menoscabo de los grandes aportes que este obispo mártir
dio al ámbito eclesial.

En este momento es oportuna señalar que todo este
proceso d cambio que la Iglesia había tenido le sobrevino
un fenómeno inevitable: la persecución. Se era
consciente de los autores intelectuales
y materiales,
pero se logró interpretar el sentido teológico
profundo de semejante acoso de parte de los poderosos de este
mundo, de los que están de parte del antireino. Pero la
Iglesia fue fiel al Reino de Dios hasta sus últimas
consecuencias. La sangre de tantos cristianos da un glorioso
testimonio de ello:

Un momento tan fecundo y rico de nuestra vida eclesial
era merecedor de una reflexión teológica más
detenida y profunda y no se ha escatimado la tarea. Así lo
exigía la adultez de nuestra Iglesia, la sangre y el
sufrimiento de tantos miembros escogidos del pueblo de Dios y el
servicio fraterno a las Diócesis hermanas de
América Latina y de la Iglesia Universal. Con ello se ha
querido reparar, ante las futuras generaciones de
salvadoreños, la desconcertante ligereza de algunos que se
han hecho altavoz de la tesis gubernamental, negando la
experiencia martirial de nuestra
Iglesia[35]

Los hechos fundamentales de la persecución en
contra de la Iglesia fueron muy variados:

Hasta hace unos meses no se ha hablado de
persecución de la Iglesia en El Salvador. Lo que ha hecho
que la situación actual de la Iglesia haya pasado a ser
definida como situación de persecución es la serie
ya muy numerosa de ataques –verbales o de hecho- contra
miembros de la jerarquía, contra miembros del clero y
contra laicos explícitamente comprometidos en la tarea de
evangelización. Se han dado además expresiones
concretas de odio a la Iglesia y a sus símbolos tradicionales más
venerados, sobre todo la
Eucaristía[36]

La Iglesia estaba clara quienes eran los autores
intelectuales y materiales de dicha persecución: La empresa
privada y el gobierno. Ellos montaron una campaña de
difamación tremenda a través de lo medios de
comunicación. Acompañado de la difamación
podemos decir que también son lo autores de los asesinatos
de muchos sacerdotes y laicos comprometidos:

Una vez presentada la persecución misma que se
está sufriendo en el Salvador convendría hacer
resaltar quiénes son sus propiciadores. Con sólo
revisar los periódicos de este año se puede uno
percatar que el Capital, representado en una de las
organizaciones más virulentas que ha conocido la historia
de El Salvado, ha estado dirigiendo toda campaña
publicitaria que justifica, en parte, (al menos ante la
opinión
pública) la serie de hechos que realiza el gobierno o
las organizaciones de ultraderecha[37]

Entonces la Iglesia fue perseguida porque fue fiel a sus
opciones pastorales, predico el Evangelio de manera integra, en
coherencia con el Magisterio de la Iglesia, encarnándose
en la realidad del pueblo salvadoreño.

Monseñor
Romero

Vida de Monseñor Oscar Arnulfo
Romero.

La vida de Monseñor Oscar Arnulfo Romero,
evitando en absoluto caer en cualquier mito, es
única en la historia de El Salvador, pues ha dejado una
huella que orienta positivamente a las futuras generaciones hacia
un país más justo, solidario y comprometido. No es
que Monseñor diera directrices técnicas o
políticas en el sentido estricto de la palabra, sino que
su pensamiento,
desde la fe, ilumina de manera admirable nuestra realidad actual
con la palabra de Dios y con el Magisterio de la
Iglesia.

Oscar Arnulfo Romero Nació en Ciudad Barrios,
departamento de San Miguel, el 15 de agosto de 1917. Hijo de
Santos Romero, de oficio telegrafista y de Guadalupe
Galdámez de Romero[38]Los ingresos de
la familia los
recibían de una finca de café,
propiedad de Guadalupe de Romero. Fue bautizado el 11 de mayo de
1919 por el P. Cecilio Morales, en la iglesia de la
plaza[39]Él aprendió el oficio de
carpintero; sin embargo, el joven Romero descubrió su
vocación al sacerdocio y decidió emprender el
camino de formación que exigía tan noble
vocación. Quien contribuyó directamente a su
discernimiento vocacional y la entrada al Seminario fue Don
Alfonso Leiva, alcalde del pueblo[40]Oscar
entró en el Seminario menor en
1931[41]éste era atendido por los Padres
Claretianos[42]En 1937 llega al seminario nacional
en San Salvador, después de siete meses su obispo lo
mandó a estudiar a Roma. Los que lo
conocieron describen al niño Romero como una persona muy
tímida y retraída.

El joven Oscar Romero fue ordenado sacerdote el 4 de
abril de 1942. El 15 de agosto de 1943 sale de la Ciudad Eterna
con rumbo hacia El Salvador. Monseñor Jesús Delgado
cuenta en un escrito que hizo algunos años atrás
sobre Monseñor Romero[43]la experiencia
dura con la que el entonces nuevo padre se topo en Cuba, al
regresar de Roma. La cuestión es que en ese tiempo
acontecía la segunda guerra
mundial; Italia por su
parte, pertenecía al grupo de
países aliados a Hitler( y el
joven Oscar provenía precisamente de esa mencionada
nación, al bajar a la Isla caribeña no lo dejaron
pasar hasta que su identidad y
destino quedaran claros. Según lo que cuenta
Monseñor Delgado, El Padre Oscar estuvo en un "campo de
concentración", haciendo trabajos extenuantes, los cuales
dañaron su salud; pero luego fue auxiliado por unos Padres
redentoristas de la Habana, los cuales lo llevaron a un hospital,
facilitándole después su regreso a El Salvador.
Llegó a su país en diciembre de 1943, y a Ciudad
Barrios el 4 de enero de 1944.

El trabajo pastoral del Padre Oscar como
presbítero sumó un total de veinte años, los
cuales fueron muy fecundos. Por supuesto también
estuvieron plagados de aspectos negativos. Era un sacerdote muy
querido por los migueleños, pero fue, al parecer por su
carácter, un compañero de clero no muy agradable,
tuvo conflictos serios con sus colegas sacerdotes. Mons. Delgado
afirma que Monseñor Graziano( solucionó la
situación consiguiéndole un oficio, por medio de
Monseñor Luis Chávez y González, que le
alejara de la diócesis de San miguel. El mismo Mons.
Graziano gestionó a la Vaticano el título
honorífico de Monseñor, el cual, la Santa Sede
concedió para el vigésimo quinto aniversario
sacerdotal del Padre Oscar; causó alegría en los
fieles laicos de su diócesis. Poco después fue
nombrado secretario de la CEDES, teniendo como residencia el
seminario San José de la Montaña donde su amistad con los
padres jesuitas no
fue buena[44]cargo que asumió con
obediencia, llegó incluso a ser secretario del SEDAC, y
así pasaron algunos
años[45]

El 21 de junio de 1970 fue ordenado obispo en el
gimnasio del Liceo Salvadoreño. La ceremonia fue muy
pomposa, en medio de alegrías y desaprobaciones.
Según algunos testimonios[46]Él
ejerció el cargo de obispo auxiliar, experiencia que
también estuvo llena de contrariedades, todo por la
visión que Monseñor Romero tenía entonces,
que para algunos era "inquisidora". Llega año
1974, y es designado como obispo titular de la diócesis de
Santiago de Maria, experiencia que marcaría grandemente la
vida Monseñor Romero. En 1977 es nombrado Arzobispo de San
Salvador, tomando posesión el 22 de febrero del mismo
año. A partir de esa fecha el ambiente se
volvió muy tenso. Por un lado una buena parte del clero y
distintos grupos de "avanzada" tenían
desconfianza del nuevo arzobispo, ya que él había
ganado la imagen de ser
conservador y que su nombramiento era fruto de la
oligarquía de El Salvador. Por otro lado poco antes de la
toma de posesión habían pasado dos acontecimientos
muy significativos, uno a nivel nacional y otro a nivel eclesial,
se refiere al fraude electoral del 20 de febrero de
1977[47]y a la expulsión de los sacerdotes
católicos Mario Bernal, Guillermo Denaux, y Bernad
Survil[48]respectivamente. Estos
acontecimientos revelan la situación que el país
estaba viviendo entonces
. La expulsión de los
sacerdotes católicos sólo es uno de los
síntomas con los cuales se deja ver claro la
persecución de la Iglesia en El Salvador. Los antecedente
a este acontecimiento es la expulsión de dos estudiantes
Jesuitas el 5 de enero de 1977, hecho que provocó protesta
de parte movimientos como FECCAS y otros, luego sigue el secuestro del
Ing. Roberto Poma el 27 de Enero de 1977 y su posterior
asesinato, esto llevó a pensar de nuevo a la gente
oligárquica que hay curas que predican el odio y la
subversión y que era necesaria una política contra
revolucionaria, entre ellas estaba la expulsión de
sacerdotes tercermundistas como le llamaban ellos. Luego
vendrían los asesinatos de curas y laicos, y la propaganda en
contra de la Iglesia. Con la falta de apertura política y
la persecución en contra de la Iglesia que empezaba a ser
más evidente era muestra clara que
todo ello era fruto de un sistema feudal y oligárquico se
negaba a desaparecer, por el miedo que provocaba la presencia del
comunismo como opción popular.

El 12 de marzo de 1977 fue asesinado el sacerdote
jesuita Rutilio Grande cuando iba de camino hacia el Paisnal.
Quiero remarcar este momento preciso ya que fuertes hipótesis y testimonios nos revelan que
aquí cambió Mons. Romero,
y por ende todo el
clero y la historia. Lo podemos expresar de la siguiente manera:
"ocurrió un milagro". Fue el primer sacerdote de la gran
lista negra que los ricos tenían que eliminar, para
salvaguardar su capital el cual estaba en peligro.
Monseñor Romero recibió una llamada de
pésame de parte del presidente Molina, la cual en un
primer momento le resulto gesto muy fino de parte del presidente
de la Republica; sin embargo, cuando se enteró que fueron
hombres militares quienes asesinaron al P.Grande se tomo medidas
muy drásticas pero necesarias hasta que se esclareciera el
caso de este asesinato[49]Dos son las dos grandes
hipótesis que versan al respecto. La primera es la
versión de Jon Sobrino[50]él habla
de "conversión de Monseñor Romero". El P. Sobrino
escribe su experiencia con Monseñor Romero, comparando su
experiencia y comentarios que sabia de antes que fuera Arzobispo,
mencionando posiciones verdaderamente conservadoras, y en contra
de manera especial inquisidora con respecto a sus escritos
cristológicos pero que él se convirtió con
el asesinato de Rutilio Grande[51]La segunda
versión es la que se le ha oído al
Monseñor Urioste[52]Él dice que
Monseñor Romero no se convirtió realmente sino que
él siempre fue un hombre que habló de su cambio y
que no le llamó conversión sino evolución. Relata Mons. Urioste que Mons.
Romero fue un hombre abierto a la voluntad de Dios y que siempre
respondió a las exigencias de su tiempo. Después de
ver estas dos posturas se puede concluir que en realidad
monseñor Romero ese 12 de marzo de 1977 cambió de
rumbo: inició un verdadero ministerio profético
y se convirtió en la voz de lo que no tienen voz,
respondiendo a lo que Dios le pedía en ese momento
histórico.

En fin, fueron tres años fecundos, todo un
"kairos" que vivió la Iglesia arquidiocesana, en la cual
Monseñor fungió como pastor de la
arquidiócesis de San Salvador de esta pueblo que
peregrina. Fue martirizado el 24 de Marzo de 1980.

CAPÍTULO II

Planteamiento y
análisis de la eclesiología de Monseñor
Oscar Arnulfo Romero en su Carta Pastoral "La Iglesia, Cuerpo de
Cristo en la Historia"

I. Parte: perspectivas preliminares sobre
Monseñor Romero.

Las perspectivas preliminares sobre la
eclesiología de Monseñor Romero son de suma
importancia para el trabajo que estamos realizando, ya que nos
permiten darle contenido conceptual al texto y contexto de su
carta pastoral "la Iglesia, Cuerpo de Cristo en la Historia",
también nos ayudan a comprender la densidad pastoral
que Monseñor plasmó en dicha carta, asimismo nos
preparan el camino para plantear los aportes que el documento da
a la vida pastoral de la Arquidiócesis de San Salvador.
Los párrafos siguientes contienen fundamentalmente un
panorama general sobre la formación teológica del
Obispo Oscar Romero por otro lado está su evolución
eclesiológica para interpretar su mensaje desde la
realidad histórica y eclesial que Monseñor Romero
iluminó con la Palabra de Dios desde su corazón de
Pastor, ya que él a igual que todos los obispos de
América Latina les tocó vivir un cambio de
época de manera drástica.

1. Formación sacerdotal y teológica de
Monseñor Romero.

Los escritos sobre Monseñor Romero y el contexto
de sus estudios en Roma (1937-1942) nos permiten visualizar de
manera general algunas características de su
formación sacerdotal y teológica y así
comprender la manea de pensar del este obispo, ya que sus
escritos hay que leerlos desde sus mismos esquemas mentales,
tratándolos con objetividad.

  • Formación jesuita y
    claretiana:

La formación sacerdotal y teológica de
Romero fue fundamentalmente Jesuita[53]en su forma
ascética y preconciliar, Exceptuando los primeros
años del seminario menor, bajo la vigilancia Mons.
Dueñas, obispo de San Miguel, su formación estuvo a
cargo de los Padres Claretianos[54]La
formación de los primeros años se
caracterizó por ser muy adecuada a su tierna edad,
infundiéndoles una imagen sacerdotal muy noble y peculiar
del tiempo antes del Concilio Vaticano II. En 1937 Oscar Romero
pasó al Seminario Mayor San José de la
Montaña, para proseguir su formación sacerdotal,
sin embargo su estancia allí sólo duró siete
meses, luego lo mandaron a estudiar a Roma[55]La
formación en la Ciudad Eterna, ya dijimos, fue Jesuita en
su forma ascética y preconciliar, pues sus estudios los
realizó en la universidad
Gregoriana y vivió en el colegio Pío Latino
Americano. Todo ello lo marcó para toda su vida, tanto
así que Roma será para siempre una referencia
imprescindible[56]por ejemplo es muy conocida su
especial admiración por la figura del Papa, de manera
particular por Pío XI y Pío XII, esto lo deja
entrever en sus escritos. Agostino Giovagnoli cita al mismo
Romero cuando éste escribe sobre Monseñor
Valladares: "Le toco vivir en Roma el drama de la Iglesia
frente al totalitarismo de Hitler y Mussolini y aprendió
del imperial Pío XI la audacia de enfrentarse sin miedo a
lo poderosos"[57].
También
aprendió de Pío XI "La fidelidad a la enseñanza del magisterio, defensa
intransigente de la libertad religiosa y la protección de
los propios files"[58].
También es
oportuno remarcar que Óscar Romero se movió, como
es lógico pensar, es un ambiente muy clerical.

  • Formación mística y
    ascética:

Testimonios fidedignos nos revelan que Monseñor
Romero se Inclinó siempre por la vida ascética y
mística, es decir, que él no fue un teólogo
riguroso, pero sí hizo vida la
teología[59]La vida espiritual de Romero
tenía unas bases clásicas:

La vida de oración de Monseñor Romero se
alimentaba de la espiritualidad jesuítica española,
de la mística del monje de Marmión y del ejemplo de
los tres modelos de vida espiritual que asumió para su
vida sacerdotal: San Juan de la Cruz, San
Agustín y Santa Teresa de
Ávila[60]

Aquí data la etapa en la que el joven Romero se
caracterizaría por ser ya un hombre de profunda
oración: "Desde los años de formación
sacerdotal, Romero fue un amante de la oración personal,
en la oscuridad de la noche, en el silencio de la capilla, ante
el santísimo sacramento"[61].
Romero
se formaría más que todo bajo un espíritu de
sacrifico y ascesis, marcado por una actitud conservadora muy
rígida Ésta educación será algo que
lo acompañara toda la vida, y sin lugar a equivocaciones:
sin el Romero ascético y místico no
tuviéramos hoy al Romero Pastor y
Mártir.

  • Formación teológica
    preconciliar:

Romero fue educado teológicamente en un ambiente
preconciliar. Por otro lado, Monseñor Romero fue un hombre
con una cultura muy
particular, pero eso lo logro con el tiempo, lo demuestran los
escritos que él dejo a lo largo de su vida y la amplia
biblioteca de su
propiedad[62]Monseñor Jesús Delgado
hace un análisis sobre los escritos de
Monseñor[63]el cual, citaremos
textualmente, ya que hace dos aportes significativos para nuestra
investigación:

  • Panorama de la formación teológica de
    Monseñor Romero:

Delgado hace una apreciación conclusiva de la
formación teológica Monseñor Romero:
"Como estudiante en Roma, Romero ignoró totalmente las
corrientes dialécticas, existenciales y
hermenéuticas de la teología protestante".

Según Delgado a Monseñor Romero lo protegieron de
la cultura protestante tres elementos: "Primero, la Roma
Católica en sus universidades, celosas de impartir un sana
teología (…) Segundo, la poca curiosidad que Romero
tenía por la teología como ciencia. Y
tercero, porque Romero se interesó casi exclusivamente por
la mística y la vida espiritual".
Según
Delgado, Monseñor no goza de una formación
teológica profunda[64]"Para protegerse
de cualquier error teológico y poder sentir siempre con la
Iglesia, Romero confió su pensamiento al magisterio de la
Iglesia e hizo de los documentos del Papa la mejor fuente de su
teología.

1.3.2 Autores que influenciaron en el pensamiento de
Monseñor Romero:

Otro de los aporte que Delgado hace es mostrar cuales
son los autores que más influyeron Monseñor a lo
largo de su vida: "San Juan Crisóstomo, San Irineo, J.
de Guibert y J de La Puente, los documentos del Magisterio y
Monseñor Eduardo Pironio"[65].
El P.
Jesús Delgado concluye con un descubrimiento de los
escritos que Romero hace en su estancia en Roma, el cual resulta
luminoso:

Monseñor Romero buscó siempre cultivar
el amor por
encima de la ciencia;
él educó su alma para
hacer de sí mismo una entrega libre y amorosa de Dios; por
fin, cuando trabajó como cura párroco y luego como
arzobispo, encuadró esta entrega en una dimensión
eclesial, como un morir con Cristo Pastor que cada día
muere por nosotros en el altar[66]

Todo ello lo demostró en su vida cotidiana,
solía tener una actitud sacerdotal en todo momento, quiso
poner siempre en practica lo que creía, eso lo demuestran
los testimonio que dan sobre él muchos autores y personas
que le conocieron, pero la mayor prueba la podemos tener con su
testimonio martirial.

  • Evolución eclesiológica de
    Monseñor Romero.

Escribir sobre la evolución eclesiológica
de Monseñor Romero es una tarea muy enriquecedora, ya que
significa separar a Monseñor Romero del mito en el que se
le ha metido, y verlo en la historia, y así tener una
clave hermenéutica que nos ayude a descifrar de
manera objetiva todos sus escritos. En otras palabras, comprender
cómo Monseñor Romero[67]fue
respondiendo a Dios y su pueblo, las etapas en la que fue
abriéndose a los cambios de la Iglesia, provocados por el
Concilio Vaticano II, Medellín, Puebla y Evangelii
Nuntiandi; también la respuesta de este tímido
arzobispo de San Salvador al clamor de liberación que el
pueblo tenía entonces[68]asimismo la
iluminación que dio desde la palabra de Dios a la realidad
nacional. Con todo ello evitamos caer en el error del
anacronismo, es decir, el no tomar en cuenta el contexto
histórico del arzobispo Romero, sacando así
conclusiones apresuradas, parciales e idiologizadas de su persona
y actuar pastoral, evitando en absoluto llegar al verdadero
rostro de este mártir salvadoreño.

Hablamos sobre la evolución eclesiológica
de Monseñor Romero porque la hubo la hubo. Él
siempre tuvo una idea de lo que es la Iglesia y de cual
tenía que ser su labor pastoral[69]Esa
concepción estaba condicionada por el contexto
histórico que Romero le toco vivir. Lo importante es
subrayar que su idea eclesial no quedó anquilosada al
transcurrir el tiempo. El progreso eclesial en su mentalidad fue
debido a los cambios drásticos que la Iglesia tuvo que dar
en la segunda mitad del siglo XX como respuesta al mundo
postmoderno. De la misma manera por los documentos eclesiales que
en América Latina surgieron como actualización
concreta del Concilio Vaticano II a la realidad del continente,
tal como son Medellín y Puebla; sin embargo esos cambios
le costaron lágrimas y sangre.

2.1 La Iglesia del Joven Romero:

En un principio no podemos negar que Romero creía
en un modelo de Iglesia triunfalista, pues era común creer
en ello debido al tiempo en el que se encontraba, es decir, una
concepción eclesial centrada en la institución,
predicadora de una salvación meramente más
allá de de la historia y confiada en los poderes de la
tierra:

2.1.1 Primero, era una Iglesia vertical y
autoritaria:

La concepción eclesial del joven Romero era
fundamentalmente piramidal y jerárquica. Esta idea de
Iglesia es clásica en esos años antes del concilio,
pero para entender esta concepción, hay que tener en
cuenta el modelo de gobierno eclesial, meramente romano, que
él veneraba, anquilosado en los esquemas de la
época imperial constatiniana, que luego se
convertiría en lo que hoy llamamos cristiandad, que
perduró en la período del medioevo y tuvo su culmen
con el Concilio Vaticano I[70]Había un
ambiente de intolerancia e intransigencia, la Iglesia estaba
cerrada completamente al dialogo y su
actitud siempre a la defensiva. En ese tiempo, el joven Romero,
no compartiría las ideas progresistas que iban saliendo en
el ambiente: al principio las ignoraba, ya después las
creía peligrosas, pues era mejor estar a ritmo de la
Iglesia que aceptar inmediatamente ideas que temerariamente
dañaran la fe.

2.1.2 Segundo, una concepción tradicionalista de
la Iglesia:

En el tiempo del joven Romero era normal pensar en una
Iglesia fundada directamente por el mismo Jesucristo,
institución religiosa bien determinada y equipada
estructuralmente: Con obispos, presbíteros,
diáconos, siete sacramentos y culto litúrgico y el
encargo misionero. Se tenía la idea que la Iglesia era un
tipo de sociedad perfecta, en la cual no cabía los errores
y mucho menos los cambios. Se manejaban en el ambiente eclesial
una connotación celestial y trascendente, con una
misión de salvadora de lo espiritual, alejada de las cosas
del mundo, de la vida de los hombres. Esto se notaba en gran
medida en la práctica litúrgica y en la praxis
eclesial, con el famoso dicho ingles: Reza, paga y
obedece.

2.1.3 Tercero, la centralidad del Papa y del
magisterio:

La figura del Papa y del Magisterio de la Iglesia era
esencial en la primera mitad del siglo XX. Lo notamos en la
medida que nos dedicamos a leer los documentos pontificios
escritos hasta esos años: un lenguaje
eclesiológico centrado en la figura del romano
pontífice. Ese aspecto se consolidó con el Concilio
Vaticano I, en el que se definió la infabilidad del Papa,
y él como principio y fundamento visible de la unidad del
episcopado y de la Iglesia[71]Hay testimonio de
cómo el joven Romero tenia un gran amor y fidelidad a la
figura del Papa[72]y al magisterio, aspecto que no
abandonará, es más, Monseñor Romero, desde
aquí tomará posición en el transcurrir de su
vida con lo que respecta a su práctica pastoral y
sacerdotal.

2.2 El Concilio Vaticano II y Monseñor
Romero.

El Concilio Vaticano II hizo que Monseñor Romero
aceptará, aunque sea en la teoría, los nuevos
cambios de la Iglesia, fue podría decirse una
aceptación inmediata. Esto no tiene nada de sorprendente,
pues notemos que en la década de los setenta,
eclesialmente no sólo Monseñor Romero estaba
cambiando de mente, de lenguaje y de actitudes, sino, todo la
Iglesia Católica. Él sólo forma parte del
conjunto de gente de Iglesia, que en América Latina se
estaban abriendo a la realidad de su pueblo, respondiendo al
clamor de liberación de las mayorías
oprimidas.

Ya no era la Iglesia triunfalista de la que
hablábamos anteriormente, sino que adquirió nuevos
matices. Con el Concilio Vaticano II la Iglesia ya no quiere
vivir de espaldas al mundo y se interesa por los avatares
históricos de la humanidad. El carácter Pastoral
del Concilio hace que la Iglesia reflexione sobre su propia
identidad y sobre su misión en el Mundo:

De Allí la experiencia vital que le hace
sentirse, y ser en realidad, íntimamente solidaria con la
humanidad y su historia (…) Para cumplir esta
misión, es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo
los signos de los
tiempos e interpretarlos a la luz del
Evangelio[73]

Quiere establecer una relación más
horizontal, comunitaria y fraterna, eso lo podemos leer en la
constitución Lumen Gentium, documento que versa sobre la
identidad misma de la Iglesia, asimismo tiene una visión
más intrínseca, teológicamente hablando,
como cuerpo de Cristo, con una misión de salvación
integral del ser humano[74]en el marco de la
historia, sin perder en ningún momento la perspectiva
trascendente, nota que muchos perdieron después de dicho
concilio, considerándose una mala interpretación
del mismo. Ahora bien, no fue lo mismo con el documento emanado
por la segunda conferencia de los obispos latinoamericanos
reunidos en Medellín. A lo largo de muchos años
miró con recelo a los sacerdotes, laicos y comunidades que
profundizaban su vida personal, social y comunitaria a la luz de
éste y trataban de ser coherentes con lo que la Iglesia
les pedía[75]Se podría decir que
mantenía su distancia con dicho documento, hasta que lo
logró comprender un día y se fió de
él para iluminar la realidad
salvadoreña.

En fin, en la práctica a Monseñor Romero
no se le notaban muchos cambios. Seguía siendo un
sacerdote de corte preconciliar, muy recelosos con el magisterio
de la Iglesia y su adhesión ciega a la palabra del Papa, a
estos les daba más importancia que a la voz del clero, del
obispo y del pueblo[76]Pero una nueva perspectiva
había sido sembrada en su corazón, la cual
daría frutos a su tiempo, los cuales nadie
esperaba.

2.3 La Iglesia del arzobispo Romero.

Nosotros queremos exponer en este epígrafe de
manera sintética el tema "la Iglesia del arzobispo
Romero", para ello debemos aludir dos datos significativos: e
primero es el contexto eclesial, el cual hemos desarrollado en el
primer capítulo de este trabajo investigativo; y
también acudimos a las homilías de 1977,
caracterizadas por ser eminentemente eclesiologicas. Sólo
así lograremos descubrir la idea eclesial de este santo
obispo, y poder profundizar el análisis de su segunda
carta pastoral.

2.3.1 La Iglesia que encontró Monseñor
Romero:

El desarrollo que haremos a continuación es
independiente de la visión de Mons. Romero en el
ámbito eclesial reflejado en su segunda carta pastoral y
que nosotros remarcamos en la segunda parte de este
capítulo, ya en el análisis en si de la carta; sin
embargo sólo es una alusión general, ya que el tema
es tratado ampliamente en otras partes de nuestra
investigación.

a) Iglesia en proceso de cambio y
conversión:

La Iglesia estaba asumiendo de manera evangélica
su misión en el mundo. Estaba tomando en serio su
compromiso en la salvación y liberación de los
pueblos. Asimismo como su compromiso grave de evangelizar
integralmente al pueblo salvadoreño. Prueba de todo ello
fueron las semanas de pastoral que se llevaron a cabo en 1970 y
1977, en donde se hicieron opciones pastorales muy encarnadas y
solidarias, las cuales renovaban el rostro de la
Iglesia[77]Esas opciones significaban un cambio y
una conversión seria de aquellas actitudes que
hacían parecer a la Iglesia como una institución
desencarnada y privilegiada, por lo tanto cómplice directa
de la opresión y las injusticias del país. Entonces
la arquidiócesis era ya una Iglesia solidaria con los
pobres, comprometida por la evangelización de este pueblo,
renovada en sus estructuras parroquiales y vicariales, ya era una
comunidad de comunidades. Es de no obviar que nos referimos a la
arquidiócesis de San Salvador, ya que datos concretos de
otras diócesis no tenemos.

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