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Patrimonio arquitectónico de los Jesuitas (página 2)



Partes: 1, 2, 3

"El barroco se
opuso, sin embargo, al ideal clasicista mantenido por aquel al
tratar de traducir la sensación de lo ilimitado y lo
infinito, recurriendo a un dinamismo mas exagerado, a un sentido
de la forma abierta y de la visión en profundidad y al
cultivo de efectos dramáticos mediante movimientos de masa
y fuertes contrastes de luz y
sombra"
([2]).

En la Arquitectura se
dan las superficies onduladas, las plantas
elípticas, las trabazones (unión de dos o mas de
tres cosas entre sí) interrumpidas, acompañadas de
una exageración de la monumentalidad.

Este estilo se constituye en Italia durante el
último tercio del siglo XVI. En el, la figura humana se
alza como objeto decisivo del arte, pero no en
su forma idealizada, sino en cualquier aspecto, ya sea este bello
o feo, sublime o cotidiano.

I.2 Características generales

  • Frente a la armonía, equilibrio y sentido
    estático que había predominado en la
    arquitectura renacentista, se impone ahora el gusto por los
    contrastes, tanto cromáticos (utilizando diferentes
    materiales) como lumínicos (alternando zonas de luz y
    zonas de sombras). Igualmente se impone un interés por
    el movimiento tanto en las plantas y alzados como en los
    propios elementos aislados.

  • Las plantas de los edificios pierden sus formas
    tradicionales y ahora son ovales y mixtilíneas. Siguen
    utilizándose la planta basilical y central pero con
    predominio ahora de la línea curva: plantas
    elípticas, circulares y mixtas

  • Respecto al alzado, los muros se quiebran y se
    ondulan, se rompen los frontones y entablamentos; hay un
    apogeo de lo curvo, de los constantes entrantes y salientes y
    de la columna salomónica.

  • Respecto a la decoración juega ahora un papel
    destacado, multiplicándose progresivamente hasta no
    dejar un hueco libre de decoración.

  • El material más utilizado es la piedra; sin
    embargo, para determinados edificios y en especial para los
    interiores, se usa el mármol de varios
    colores.

  • Aparece un repertorio de infinitas curvas: elipses,
    parábolas, hélices… que sustituyen a la obra
    equilibrada y racional del Renacimiento; ahora las columnas
    se retuercen en hélices salomónicas, los
    frontones son curvos y mixtilíneos. Los muros se
    curvan a la búsqueda de nuevas perspectivas y efectos
    luminosos.

  • La escultura y la pintura se aliarán con la
    arquitectura creando un todo, en el que la percepción
    visual no sabrá distinguir donde empieza lo uno y
    dónde termina lo otro.

  • El arco utilizado es el de medio punto y las
    bóvedas de cañón y de arista, pero
    también se experimenta también con
    bóvedas estrelladas y se multiplican las
    cúpulas exteriores.

  • La cúpula, uno de los máximos logros
    del Renacimiento, seguirá usándose en su
    apariencia externa, pero en su interior quedará oculta
    su superficie semiesférica pura, por la
    profusión de figuras que parecen ascender al
    infinito.

  • La arquitectura ocultará las estructuras
    fundamentales mediante enlucidos, relieves, quebrando las
    cubiertas con fingidos cielos.

  • Las fachadas de las iglesias se van haciendo
    más movidas y ricas en claroscuro, fachadas
    cóncavas y convexas, que se relacionan con el espacio
    urbano y que se edifican teniendo en cuenta el ángulo
    bajo el que van a ser vistas, buscando efectos de
    perspectivas fugadas y de ejes diagonales; las fachadas se
    llenan de esculturas; las columnas se desprenden del muro y
    el efecto en general es de mayor riqueza y
    movimiento.

  • Hay un gusto por la escenografía y el
    ilusionismo, generado por perspectivas atrevidas y por la
    decoración.

  • Desarrollo del espacio urbano capaz de producir
    placer al caminante.

  • Ampliación del campo arquitectónico a
    nuevos edificios.

I.3 En Europa

A – ITALIA

En este período se estaban dando una gran serie
de conflictos
religiosos, en donde este estilo arquitectónico jugo un
papel fundamental. Se desarrollo una
tendencia protestante a construir los edificios para el culto de
manera sobria y sin decoración, pero la iglesia
católica utilizó para sus fines litúrgicos
la monumentalidad y la complejidad barroca.

El Papado reaccionó contra esta división
que provocó la reforma iniciada por Lutero generando el
movimiento que
se conoció como la Contrarreforma. De hecho, el arte Barroco
es conocido como el arte de la Contrarreforma.

Aquí vemos como la como la Iglesia
Católica alentada por el Papado se valió del
barroco para generar en los creyentes una impresión de
asombro característica del estilo, y de esta manera
contrarrestar el avance del protestantismo y poder
continuar con su misión
evangelizadora en Europa.

Cabe destacar que fue esta la época en la que
apareció la Compañía de Jesús como
una institución y podemos apreciar claramente que fue
influenciada con la tendencia al estilo barroco de la Iglesia
Católica para llevar a cabo sus obras
Arquitectónicas, ya que el Papa que aprobó la
formación de la misma radicaba en Roma en donde
comenzaron a asomar los primeros indicios de la arquitectura
barroca.

No sólo utilizó el Barroco para
neutralizar los efectos del protestantismo. Sino que
también alentó a los arquitectos para que se
alejaran de los temas paganos que tanta aceptación
tuvieron durante el Renacimiento y
alejarse de las tendencias perfeccionistas de tal
estilo.

De acuerdo con las órdenes del Papado sé
promulgó la obra de numerosos arquitectos y urbanistas:
junto a las edificaciones de los tres grandes nombres del periodo
de mayor florecimiento barroco se encuentran: Pietro de Cortona,
Bernini, San Carlo Alle quattro fontane, realizadas por Borromini
y Santa Maria Delia Pace, obra de Cortona, y en el ámbito
cortesano el palacio Barberini de Maderno y Berninni. En todos
ellos, los elementos arquitectónicos más diversos
se combinan para la creación de efectos lumínicos y
formales que rompieran la monotonía y frontalidad de
fachadas, cornisas y frontispicios acentuando los
volúmenes espaciales.

Entre las obras arquitectónicas que más se
destacaron en Italia se encuentran: Plaza Navona, San Ivo de
Roma, San Carlos de las Cuatro Fuentes y La
iglesia de Santa Inés.

A.1 Análisis arquitectónico de la obra:
"Plaza de San Pedro (1660)"

IDENTIFICACIÓN:

Nombre: Columnata de la plaza de San Pedro del
Vaticano

Arquitecto: Bernini, Gian Lorenzo (Nápoles
1598-Roma 1680).

Cronología: 1656-1667

Localización: Roma (Ciudad del
Vaticano)

Estilo: Barroco

Materiales: piedra, mármol.

Dimensiones: 15 metros (altura de Las columnas) y 340 x
240 metros (superficie de la Plaza)

Tipo de edificio: Arquitectura urbana con simbolismo
religioso.

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Plaza de San Pedro del
Vaticano.

ESTRUCTURA:

La Plaza de San Pedro en Roma presenta una forma
elíptica y con gran columnata.

Las columnas nacen de la fachada de la basílica
como dos grandes brazos que acogen a la Humanidad. Bernini toma
como punto de partida un eje central y sobre él
diseña una de las plazas más impresionantes de
occidente. Traza dos brazos rectos desde los extremos de la
fachada y que convergen hacia el eje, produciendo así, un
engaño óptico que da mayor dimensión a la
fachada principal. Estos dos brazos rectos están
constituidos por una magnífica columnata dórico
romana que remata en un entablamento coronado por estatuas. Esta
columnata se curva describiendo una elipse, y sitúa dos
fuentes en sus extremos. La columnata curva consta de cuatro
hileras de columnas de cuatro órdenes distintos y
proporcionan un total de 296 columnas que, sobre el entablamento,
sostienen 140 estatuas de santos. No puede decirse que haya un
punto único de observación, el bosque de columnas parece
no acabarse nunca sea cual fuere el punto de vista elegido; La
visión de la fachada de la basílica desde el eje
central queda truncada por el gran obelisco situado en el centro
de la elipse, un obelisco egipcio de 40 metros de altura,
obligando a desplazar el punto de vista hacia los
lados.

Bernini se preocupa especialmente de los juegos de
perspectiva y de intensificar el efecto de profundidad. En la
plaza procura que el templo nos produzca la impresión de
encontrarse lo más al fondo posible.

SIMBOLISMO:

La plaza ovalada significa el mundo reunido en torno al Papal La
disposición en planta de la columnata acentuaba la
perspectiva de la fachada, la hacía más alta y
además le daba un significado de "brazos abiertos" a la
iglesia más representativa de la cristiandad.
Además se necesitaban recintos cubiertos para las
procesiones y una forma simbólica que envolviera a los
peregrinos que allí acudían. Eligió la forma
oval de la plaza para no ocultar la cúpula de Miguel
Ángel.

B – ESPAÑA

En España la tendencia católica a
construir se extiende hacia el Norte por la costa
mediterránea hacia Cataluña. En Vinaroz la portada
de la iglesia, construida al parecer también por
Viñez sorprende por su llamativa cornisa apoyada sobre
ménsulas y por los estípites que figuran en el
segundo piso.

A través de nuestra investigación vemos que el autentico aporte
del Barroco Romano, Borrominesco y Bernniniano (principales
expositores del barroco), será la ruptura del plano en las
fachadas, su composición mediante superficies
cóncavas y convexas. Ello sucede por primera vez en
España en la fachada principal de la catedral de
Valencia.

Otro gran centro de creación
arquitectónica barroca fue Zaragoza, la construcción del Templo del Pilar, que en
su creación fueron introducidos grandes cambios
completamente Barrocos – y no precisamente borroministas, como se
dijo anteriormente.

Menos español es
(por el autor de su proyecto, un
italiano: Carlos Fontana) el Santuario de Loyola. En su entorno
exterior se muestra un
ejemplar avanzado del barroco español.

Pero, en términos generales, la gran "gesta" de
la arquitectura barroco española consistiría en el
revestimiento de otro antiguo centro de devoción, la
transformación de la basílica de Santiago de
Compostela.

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Catedral de la ciudad de Santiago de
Compostela.

C – FRANCIA

En Francia, la
época del Barroco coincidió con los reinados de
Luis XV Y Luis XVI .Pudimos apreciar que El primero de ellos
impuso un tipo de edificio, fundamentalmente civiles en los que
el poder absolutista se realzaba con un énfasis monumental
y el mantenimiento
de la formas geométricas. Un ejemplo del estilo fue el
Palacio de Versalles obra de Louis Le Vau y Jules
Hardouin-Mansart. Durante el gobierno de Luis
XV este estilo varió hacia una mayor ligereza y
frivolidad, sobre todo en la decoración de
interiores.

Aquí vemos como también en Francia
influyó la iniciativa del Papa a aplicar el Estilo Barroco
en las obras arquitectónicas, en las que fundamentalmente
se destacan los edificios religiosos, los cuales eran utilzazos
como instrumento para sus misiones.

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Palacio de Versalles, Paris,
Francia.

D – PAISES BAJOS

Una peculiar elaboración de los conceptos
básicos del barroco se desarrolló en los
Países Bajos. Se han construído iglesias tales como
la de San Carlos Borromeo en Amberes o la de Cristo Flagelado en
la localidad de Wies las cuales conservan elementos estilizados y
lineales aunque sin embargo, guardan una deslumbrante riqueza
estética.

El Barroco germánico halló su
expresión culminante en las dos grandes capitales
imperiales Viena y Praga. En ellas se destacaron las obras del
bohemio Cristoph Dietzehofer y los austriacos Johann Fischer Von
Erlach y Johann von Hilderbran, quienes sus iglesias y palacios-
como por ejemplo: el de Schonbrunn o el palacio de Belvedere-
plasmaron brillantemente el ideal artístico que desde los
principios de
la contrarreforma había desembocado en un gran
esplendor.

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Palacio de Belvedere

I.4 En América

El arte americano presenta características
originales a causa de las influencias de los modelos
peninsulares y del arte precolombino. En América, el Barroco se desarrolló
desde mediados del siglo XVII hasta los comienzos del siglo XIX.
(
[3]

El Barroco llegó al continente Americano por
medio de los españoles; por lo que hizo que éste
alcanzara su mayor expresión durante el siglo XVIII. La
iglesia constituyó un elemento de extraordinaria
influencia en el medio americano, en lo cual estuvo totalmente
involucrada la Compañía de Jesús. La cual
trajo hasta este lado del Atlántico sus estilos
arquitectónicos para la construcción de obras y
reducciones que promulguen y contribuyan a la inserción de
éstos hacia la población indígena. Y de esta manera
poder llevar a cabo su misión evangelizadora.

A – Características

Las primeras construcciones que se originaron en
América, fueron las que recogían formas
renacentistas, pero se mezclaron con los gustos indígenas
y dieron origen a una arquitectura característica del
lugar. Así mismo fueron entrando al continente americano
diversos estilos artísticos viéndose cada uno de
ellos influenciado, ya que se desarrollaron de una manera muy
distinta que en Europa.

Es en el estilo Barroco donde se da el mayor apogeo de
la arquitectura hispanoamericana. Durante esta época ya
los españoles eran aceptados y los pueblos
indígenas eran más pacíficos, lo que hace
que la influencia europea se haya asumido de mejor manera, pero
repercutiendo siempre en las costumbres y formas, en todas las
obras artísticas; produciéndose así el
llamado Ultrabarroco, por la exageración de las formas de
dicho arte y de manera muy especial en las
decoraciones.

México se caracteriza por conservar
construcciones alargadas en cuanto a sus fachadas las cuales a su
vez se encuentra delimitada por dos grandes torres. En estas
construcciones son características las cúpulas
sobre tambores octogonales y decorados con cerámicas
vidriadas.

Los colores son otro
elemento importante del barroco colonial Mexicano,
mostrándose a través de la piedra, el ladrillo
revocado en blanco, la tintura de almagre con un tono de oxido
rojo, el yeso policromado y los azulejos. Como ejemplo más
característico se encuentra la fachada de San Francisco de
Acatepec, donde se observa claramente el interior con ladrillos
rojizos alternados con azulejos.

Otras obras resaltantes de la arquitectura Mexicana
realizada en el siglo XVIII de ese estilo son: la Catedral de
México, La
Capilla Pocito ubicada en Guadalajara, Iglesia de Santa
María Tonantzintla entre otras.

Por otro lado, en Perú las fachadas son de menor
tamaño al igual que las torres que la enmarcan.
Aquí se emplea muy rara vez la bóveda. Por el
contrario son muy usadas las columnas salomónicas
inclusive en sus fachadas. Entre las construcciones más
resaltantes se encuentran los conventos con claustros de dos
pisos, donde, en el piso más alto se dobla el
número de arcos.

Por otro lado en las viviendas particulares se destacan
las viviendas con volados recubiertos con celosías. Las
construcciones peruanas y ecuatorianas poseen perfiles mas bajos
debido a los continuos terremotos que
se producían en el sector, es por esta razón
también que se emplean muy rara vez las cúpulas, la
cual se sustituye por una armadura de madera
conocida como mudéjar.

Entre las obras más resaltantes se encuentra la
iglesia de San Francisco de Quito, en
Ecuador, donde
se trata de repetir la exuberancia de su interior en el exterior,
así como los Conventos de la Merced Santo Domingo en Lima,
y los de San
Agustín o San Francisco y iglesia San Ignacio en
Quito.

B – Centros artísticos más
destacados

Aquí enumeramos algunos centros
artísticos:

  • En el Virreinato de Nueva España, la
    arquitectura colonial se destaca por el empleo de diferentes
    materiales de colores intensos, usados de diverso modo en las
    diferentes partes de México. Las torres de los
    edificios religiosos suelen presentar una gran
    decoración en sus columnas, comisas y tallas en la
    parte superior. En el interior de estos templos suele
    desarrollarse una exuberante ornamentación, realizada
    con yeserías y estucos y pintada con vibrantes
    colores. Los retablos, las imágenes talladas y de
    vestir y las pinturas transforman a la iglesia en un lugar
    maravilloso, donde el fiel ora y medita.

  • El Virreinato del Perú se caracterizó
    por las diferentes soluciones que cada región dio a
    los problemas arquitectónicos. Mientras que en Lima,
    la capital, se realizo una arquitectura más sobria, en
    ciertas zonas (Cajamarca, Arequipa, El Callao) se
    desarrollaron más los elementos decorativos. Una
    característica general de la arquitectura del
    Virreinato del Perú es su escaso colorido, a
    diferencia de la del Virreinato de Nueva
    España.

  • En el Río de la Plata existieron diferentes
    regiones estilísticas: Buenos Aires y la región
    pampeana; la Mesopotamia, donde se hallaban las misiones
    guaraníes; Córdoba y el centro del territorio
    de la actual Argentina; el noroeste de la actual Argentina,
    estrechamente vinculado con el Alto Perú (actual
    Bolivia). En la actual provincia de Córdoba, los
    jesuitas fundaron estancias para cultivos y cría de
    ganado con el objeto de mantener el Colegio que habían
    establecido en la ciudad de Córdoba. Las estancias
    eran centros de producción, a diferencia de las
    misiones que eran lugares de
    evangelización.

  • En Brasil, fuera de la influencia española,
    se destacan las esculturas realizadas por El Aleijadinho, un
    artista brasileño de origen mestizo. Recibió
    lecciones de su padre, que era tallista y arquitecto, y de
    otros escultores residentes en Ouro Preto. Las mutilaciones y
    deformaciones producidas por una enfermedad —su apodo
    quiere decir "El lisiadito"— no le impidieron cumplir
    una importante obra como arquitecto, retablista y
    escultor.

I.5 Motivos de la elección de este estilo por
los jesuitas

Pudimos ver que el motivo de los jesuitas hacia
la elección del estilo arquitectónico barroco se
basó principalmente en la razón de que este estilo
se caracterizaba por la construcción de grandes ambientes
y esto fue lo que necesitaron los sacerdotes para albergar en las
misiones innumerables cantidades de aborígenes.

Otras de las razones fue que al ser una
compañía dependiente de la iglesia católica
en una época en la que recientemente habían
ocurrido sucesos de gran índole en lo que se refiere a
aquella reforma de Martín Lutero. En una época que
la iglesia católica comenzaba a adoptar un estilo
identificativos que resultó ser el Barroco, recientemente
desarrollado en ese contexto histórico, para crear un
contraste con el creciente protestantismo, para de esta manera
identificarse promoviendo el rechazo hacia esta nueva corriente.
Esta inclinación de la Iglesia influyó totalmente
en la adopción
de los jesuitas de este estilo Barroco para llevar a cabo sus
proyectos y
reducciones.

A pesar de que los jesuitas, en su elección,
apuntaron al estilo barroco. No lo aplicaron de la misma manera
que se podía apreciar en Europa. Efectivamente, en el
viejo continente, el estilo llegó a su esplendor,
principalmente gracias a los grandes arquitectos que fueron
partícipes, como los nombrados anteriormente. Los
jesuitas, por su parte, tomaron como ejemplo las
características de la arquitectura barroca para construir
sus reducciones. Pero no lograron hacerlo con la misma
magnificencia que en Europa. Sino que adoptaron una
imitación al estilo que fue aplicada en América, la
cual será detallada en el siguiente
capítulo.

Capítulo II

Comienzos y
reducciones jesuíticas

II.1 Comienzos jesuíticos

Lo que podemos apreciar es que San Ignacio (Ver Anexo,
Pág. 60) no fundó una orden religiosa dirigida tan
sólo a luchar contra el protestantismo en Europa; sino que
él la plasmó también para eliminar los
errores del paganismo en las tierras de los infieles. San Ignacio
logro darle a la compañía de Jesús una
amplitud mundial asombrosa, de modo que ningún trabajo fuera
inadecuado para los Jesuitas. "Todo lo que fuera a mayor
gloria de Dios, debería ser campo para la
Compañía de Jesús"
(
[4]), por lo cual las misiones entre
infieles fueron siempre una de las preocupaciones máximas
de la misma.

También hemos descubierto que antes de que los
Jesuitas comenzaran su evangelización mundial ya
había iniciado misiones y reducciones entre los
indígenas, los Padres Franciscanos, Dominicos, Capuchinos,
Agustinos, Mercenarios y Carmelitas. Sin embargo ninguna
misión ni reducción llegó a ser tan
célebre como la fundada por los Jesuitas, y también
es cierto que ninguna orden religiosa extendió tanto su
acción
a un campo tan extenso.

Los Jesuitas no fueron sólo grandes misioneros
sino que al propio tiempo
maestros en las aulas universitarias, científicos y
exploradores, escritores y colonizadores, historiadores y
filósofos, pintores y escultores a la par
que teólogos y jurisconsultos. Y han sido y serán
históricamente misioneros.

A – Llegada a América

Por el año 1586 los jesuitas llegaron a
América, instalándose primero en el Río de
la Plata y luego en el Paraguay, donde
se hallaba reunida la mayor concentración de guaraníes.

Construyeron escuelas e iglesias, primero para los hijos
de los colonos y luego para los indígenas, que
asistían con un gran entusiasmo. Con el pasar de los
años los sacerdotes se convirtieron en sus defensores,
reclamando públicamente el fin de la esclavitud y
abusos. Los jesuitas fueron entonces poco a poco rechazados por
la sociedad
hispana pero lograron tener el apoyo del rey Felipe III, quien
acordó la libertad de
los indios con la condición de que la
Compañía se hiciera cargo. Es decir, "por
primera vez en la historia se contrató
a una institución privada (la Compañía de
Jesús) para que gobernara a un sector de la
población; pero confinada a vivir alejada de los centros
urbanos
" ([5]).

Hemos observado que los Jesuitas partieron de la nada
material; como lo afirma Luna: "partieron sólo con sus
cruces y sus Biblias, pero con saber práctico
acumulado
" ([6]). Y pueblo por pueblo fueron
convenciendo a los guaraníes de sumarse a ellos y aceptar
su protección (avalada por el rey) frente a los colonos
españoles y portugueses. De esta manera, en muy poco
tiempo habían logrado fundar varios pueblos, con plazas,
calles cuadriculadas, autoridades.

Por su parte, los españoles, tuvieron que aceptar
de mala gana el poder alcanzado por los jesuitas en las zonas
interiores; tanto era este dominio sobre los
indios que a la Corona le convenía tal asociación
con tal de evitar futuros enfrentamientos.

II.2 Reducciones

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Reducción Jesuítica de
San Ignacio Miní

A – Reseña histórica. Ubicación
geográfica.

Debido a la larga historia que éstas poseen,
hemos decidido dividir la historia de las misiones
jesuíticas en dos grandes épocas, con el objetivo de
facilitar su estudio y lograr una mayor
comprensión.

La primera época de las Misiones, caracterizada
por traslados y guerras,
comenzó en el año 1609 y terminó en el 1635
con un gran éxodo, el cual explicaremos más
adelante.

Geográficamente esta primera época
comprendió tres grandes zonas: el Guayrá,
localizada en la actual provincia brasileña de
Paraná, limitada al oeste por el alto Paraná, al
sur por el Río Iguazú, al norte por un afluente del
Paraná llamado Paraná-Panamá
y al este por las sierras próximas a la costa del
Océano Atlántico.

La segunda región, denominada región del
Tape, comprendió otro sector del territorio brasilero, la
actual provincia de Río Grande del Sur, y la provincia de
Misiones en la Argentina; este se extendía por las
márgenes del Iyuí (afluente del Río
Paraguay) hasta las sierras costeras.

La tercera fue llamada región del Itatín y
estaba situada al norte de Paraguay, mas precisamente al norte de
la actual localidad de Concepción.

La fundación de las reducciones tuvo su comienzo
desde Asunción del Paraguay, en la región del Tape.
Los Padres Marcial de Lorenzana y Roque Gonzáles partieron
en 1609 hacia esta zona y en 20 años lograron establecerse
en cinco importantes asentamientos: San Ignacio Guazú,
Concepción, San Javier, Yapeyú y San
Nicolás.

En 1610 los Padres Cataldino y Simon Maceta se
dirigieron al Guayrá. Tal como pudimos apreciar, "las
obras de estos dos jesuitas fueron muy importantes, ya que
lograron establecerse en zonas malsanas y castigadas por pestes y
enfermedades"
([7]). Sin
embargo el que le dio finalización a esta región
fue el Padre Montoya, fundador de once pueblos.

Paralela a la formación del Guayrá es la
del Itatín. Al norte del actual Paraguay, se fundaron una
serie de establecimientos que debieron trasladarse de un lugar a
otro por los ataques de los indios.

No fueron las pestes, ni lo selvático de la
región, ni la enorme superioridad de los aborígenes
los mayores problemas de
las misiones; lo fue la rapacidad del blanco, al que el nuevo
mundo ya le era reducido. Por el año 1626 llegaron a la
zona las primeras bandas cazadoras de hombres en busca de
esclavos. Por tal motivo los Padres debieron realizar un
éxodo, trasladándose al sur en busca de seguridad.

Fue en el año 1631 que el Padre Montoya emprende
este éxodo a través de la selva con 4.000
indios.

En este contexto ingresamos a la segunda época de
las misiones (de 1632 a 1767), en donde los jesuitas se
instalaron principalmente en la provincia de Misiones al
resguardo de los Ríos Paraná y Uruguay. Una
vez asentados se fundaron pueblos, construyeron Templos, se
organizo la vida comunal, se establecieron estancias y se
cultivaron tierras explotándolas
económicamente.

Es en este segundo período que las reducciones
logran su esplendor, llegando a un total de treinta pueblos muy
importantes. (Ver anexo, Pág. 60)

B – Organización y
métodos de evangelización

El régimen vigente era el de patronazgo real,
ejercido por el gobernador en nombre del rey, el cual
tenía facultades para conferir beneficios
eclesiásticos y designar sacerdotes. El mecanismo
utilizado para la designación establecía que el
obispo debía presentar una terna de nombres entre los
cuales el gobernador elegía.

Los curas tenían el gobierno de las reducciones,
siendo los únicos administradores de los bienes de los
pobladores, con facultades de intervención directa no
sólo en las actividades espirituales, sino también
temporal, económica, cultural, social y
militar.

En el orden estrictamente espiritual, los misioneros se
preocuparon especialmente de la enseñanza del catecismo. Los jóvenes
que habían superado la edad escolar y
se encontraban trabajando en cualquier actividad, por las tardes,
al escuchar el sonido de la
campana, debían dirigirse a la iglesia. El acto religioso
más importante era la misa, al que los fieles
concurrían acompañados de toda la
familia.

Las iglesias fueron el corazón de
los pueblos. Eran construcciones imponentes frente a la plaza.
Todas las calles del trazado urbano terminaban en
ella.

La Provincia Jesuítica del Paraguay tenía
un Padre Provincial residente en la ciudad de Córdoba,
designado por el General de la Compañía de
Jesús, con sede en Roma. Al general de la orden, los
sacerdotes jesuitas le debían total obediencia,
después del papa. El provincial redactaba anualmente las
Cartas Anuas
de la Provincia que remitía a Roma con los principales
sucesos ocurridos ese año. El Provincial tenía bajo
su dependencia directa a los procuradores de Buenos Aires,
Santa Fe y Asunción, además de un secretario y de
los consultores. Cada grupo de
misiones tenía un padre superior subordinado al
provincial, las misiones del Paraná y del Uruguay tuvieron
cada una un superior hasta principios del siglo XVIII, desde
entonces las treinta reducciones quedaron bajo un sólo
superior residente en Nuestra Señora de la Candelaria,
estableciéndose un padre Vice-Superior para las
reducciones del Paraná y otro para las del Uruguay, que
además regían su propia reducción, contando
cada uno con un consultor ordinario y otro extraordinario
además de un admonitor.

En cada reducción había dos sacerdotes (en
las más pobladas había tres), uno a cargo de lo
espiritual y religioso (el cura del pueblo) y otro (el
Compañero) que estaba a cargo de las cosas temporales como
el trabajo y
la instrucción.

Los reyes de España, como parte del proceso de
evangelización, ordenaron que "hubiese escuelas de
doctrina y de leer y escribir en todos los lugares de
indios"([8]).
Este decreto real fue cumplido
con rigor por los misioneros jesuitas, dedicándole la
atención necesaria que permitió
fundaciones de escuelas y centros de formación de
distintos niveles.

En todas las reducciones funcionaron escuelas de primera
enseñanza, donde los varones de seis a doce años
aprendían a leer, escribir y hacer operaciones
matemáticas elementales. Las niñas
de la misma edad tenían escuelas separadas donde
aprendían a leer, escribir, hilar y cocinar.

El castellano se
enseñaba para lograr la unidad lingüística en todas las posiciones
españolas. Los jesuitas hablaban correctamente el guaraní, utilizando la lengua como el
mejor medio para llegar a los naturales. Los hijos de los
caciques incluso llegaron a aprender algo de
latín.

Se publicaron libros en
guaraní sobre gramática, catecismo, manuales de
oraciones y hasta un diccionario.
La música
y el canto ocuparon un lugar destacado en el proceso de aprendizaje. Cada
pueblo contó con un coro y orquesta musical. Desde la
misma escuela se
promovió la participación de los niños y
los jóvenes, mientras que los adultos se organizaron, en
la mayoría de los casos, desde la iglesia.

Los guaraníes, además, le dedicaron tiempo
y esfuerzo a la danza. Los
danzarines ensayaban desde los 6 años, incorporando
incluso melodramas los días domingos y feriados. En las
festividades las principales diversiones justamente
consistían en representaciones, música, canto y
danza.

Las reducciones contaron con la primera imprenta
fundada por los padres Neumann y Serrano, quienes armaron una
prensa y
publicaron los primeros libros.

Con la producción de lecturas, y la
aplicación de música, estudios, arte y danzas; los
jesuitas lograron evangelizar y transmitir la palabra de Dios de
una manera didáctica y espontánea, sin dejar de
lado la cultura e
identidad de
los aborígenes, pero imponiendo benignamente sus nuevas
ideas europeas en el territorio americano.

C – Arquitectura

Al igual que a la historia misionera, vamos a dividir a
la arquitectura de las reducciones en tres etapas sucesivas, de
forma que se facilite el estudio y aprendizaje de las mismas,
además de fomentar una rápida lectura.

La primera etapa, que corresponde a las primeras
fundaciones, se sucedió de 1609 a 1635. La arquitectura
fue totalmente provisoria. Entre las principales
características vale destacar que los pueblos se asentaban
en superficies inmensas; las edificaciones eran simples, con
troncos y techos de paja; el Templo, la casa de los Padres y las
viviendas se erguían con paredes de adobe y paja.
Afortunadamente son innumerables los documentos que
podemos encontrar de esta etapa.

En la segunda etapa (después del éxodo)
los pueblos se consolidan. Se inicia el reemplazo de las
construcciones precarias y primitivas por obras más
estables. Se inicio la fabricación de tejas y los Templos
toman formas enormes asemejándose bastante a los templos
romanos. Además nace el deseo de enriquecer a los
edificios más importantes con apliques decorativos,
pinturas y esculturas, rasgo típico del
Barroco.

La tercera y última etapa corresponde a la
época de finalización de las misiones, antes de la
expulsión. Es aquí en donde las edificaciones
adoptan las características similares a las de Europa. Es
la arquitectura de esta etapa a la que se debe ligar directamente
con la época de esplendor de los jesuitas en
América.

D – Trazado urbano

Para establecer una reducción los jesuitas
seguían tres puntos básicos: la topografía del terreno, disponibilidad de
afluentes de agua y
capacidad de cultivos. Es notorio que todos los Padres
seguían esta guía, ya que se puede ver una gran
similitud entre las misiones.

El trazado de estos era sencillo. Una gran plaza en
forma de centro cívico, que cumplía el papel de
centro misional. En ella se llevaban a cabo actos religiosos,
desfiles militares, conciertos etc. Las dimensiones de las plazas
variaban en los distintos pueblos.

Las plazas y las calles se ubicaban en dirección a los puntos cardinales para
facilitar la ubicación de los
aborígenes.

Sobre uno de los lados de la plaza se desarrollaba el
centro de la misión; en él se agrupaban el Templo,
el Colegio de los Padres, el cementerio y los
talleres.

Había un cierto gobierno municipal, pues los
padres les daban cierta autoridad a
los aborígenes, por lo cual formaban un Ayuntamiento que
ocupaba un lugar limítrofe a la plaza. Por lo general, a
un costado del Ayuntamiento, se encontraba el Cotiguazú
que cumplía la función de
asilo para niños y ancianos.

En los otros tres lados se ubicaban las casas de los
indígenas en forma de pabellones; cada pabellón
constaba de cinco a diez cuartos, separados entre sí, con
techos a dos aguas y formando galerías. Estas
galerías solucionaban un gran problema de la zona: las
tormentas y lluvias tropicales, otorgándole a los
indígenas importantes techos. Estos techos fueron la mejor
solución que los jesuitas encontraron para los climas
subtropicales.

Las casas se ubicaban perpendicularmente, habiendo la
cantidad que sea necesaria para satisfacer a toda la
población.

También había en los cuatro ángulos
de la plaza cuatro cruces o estatuas de Santos sobre pedestales
de piedra. Se podía encontrar también un hospital,
un albergue para viajeros y una cárcel. Sin embargo estas
últimas se ubicaban generalmente en las afueras del
pueblo.

El pueblo misionero fue el centro de una
explotación rural y ganadera y estaba ubicado dentro de
una zona agraria. Para los jesuitas este era un eje de las
misiones. Es que era fundamental en su evangelización
entrenar a los aborígenes tanto en la óptima
obtención de recursos para la
subsistencia, como para la comercialización de estos, recordando que
los aborígenes eran explotados y abusados por los
comerciantes blancos.

Los frutos del trabajo tenían dos destinos: el
Tupambaé, o cosa de Dios. Eran los bienes de la comunidad,
campos donde todos trabajaban, grandes cantidades de ganado y
cultivos; con estos bienes se edificaban y ornaban los Templos,
se beneficiaba la comunidad y se sostenía a pobres,
enfermos y viudas.

Los bienes del Abambaé eran los bienes que el
indio poseía para su cultivo, aunque no se trataba
realmente de una propiedad: el
indio trabajaba y cultivaba esas tierras bajo la vigilancia de
los Padres.

Los Aborígenes que demostraban algunas aptitudes
se dedicaban a las industrias; estas
eran carpintería, herrería, imprenta, tejidos. De entre
estos artesanos salieron ayudantes magníficos de los
Padres en las obras verdaderamente artísticas; hay tallas
en madera, esculturas y pinturas hechas por indígenas de
incalculable valor.
Igualmente en la arquitectura, la mano guaraní se revela
en la decoración de los Templos, en la talla de la piedra
y la madera.

Sin embargo, más allá de toda esta "mano"
guaraní, es necesario dejar bien en claro que fue la
exhaustiva labor de los Padres Jesuitas la que entrenó a
los aborígenes para que lograsen sus habilidades
artísticas.

E – El Templo

Las misiones giraban en torno al templo. Luego de
nuestro estudio pudimos dividir a los templos en dos tipos
básicos: el primitivo y típico por excelencia y el
tipo de construcción a la europea.

El primero era un Templo con una estructura
integra de madera. El techo estaba soportado por vigas de madera
horizontales que a su vez se apoyaban sobre columnas de madera
dura. Las paredes eran simples láminas que no soportaban
el peso de la estructura. Este tipo de construcción, a
falta se ciertos materiales,
fue, durante un largo tiempo, el tipo de construcción
típica de las misiones.

Constaban generalmente de tres naves, con dimensiones
muy variables.
Generalmente la planta es un rectángulo grande, que se
prolonga hacia el lado del altar en un presbítero
cuadrado. Este presbítero tiene el ancho de la nave
central.

A los costados de la nave central se podían
visualizar las columnas de madera que sostendrían al
techo. Éste, por lo general a dos aguas, formaba grandes
galerías en el exterior.

En cuanto a la decoración, los jesuitas optaron
por colores chillones que fueron aceptados rápidamente por
los indígenas.

El frente del Templo tenía dos o tres hileras de
columnas y estatuas talladas en madera.

Una curiosidad de las iglesias de las misiones eran los
campanarios. Estos se construían separados a la misma y,
por desgracia, no se ha encontrado la razón de
esto.

El segundo tipo de Templo, de características
europeas, corresponde a los últimos años
jesuíticos. Se comienzan a dejar de lado las formas
primitivas y las estructuras de
madera y se comienzan a emplear técnicas
europeas, de modo que se empieza a imitar a los templos europeos.
Los Jesuitas se convirtieron en este momento en los mejores
artífices y no solamente atendían las obras de la
Compañía, sino que también, a pedido de las
autoridades civiles, intervenían en la mayoría de
las obras públicas de la época.

Las iglesias pasarían a tener una nave central y
dos naves laterales pequeñas, acompañadas por una
gran cúpula. En la fachada, la proyección
corresponde a la nave central, se une a la de las naves
laterales, por medio de largas volutas.

En estos Templos se prescinde de estructuras de madera:
los muros asumen esa función portante.

Desgraciadamente, luego de la expulsión, todos
estos templos fueron destruidos y queda poco patrimonio de
estos.

No es casualidad que el Templo sea la obra
arquitectónica jesuita mas nombrada; para ellos era tan
fundamental que, tal como lo dice Busaniche "sin templo no
había reducción" ([9]).
En
él se realizaban todas las actividades evangelizadoras y
era el lugar cumbre a la hora de hablar tanto de Dios como de
temas cotidianos.

II.3 Misión San Ignacio
Miní

Este fue el pueblo jesuita más importante y el
que logro el mayor esplendor. Tiene ciertas
características que la diferencian del resto: su iglesia
es uno de los exponentes más típicos de la
arquitectura misionera con un profundo sentido barroco; sus
largas hileras de viviendas fueron construidas con muros de
piedras y puertas bajas y ventanas.

Su enorme plaza formaba el centro de la
reducción. Sobre los lados norte este y oeste de la misma
se ubicaban las viviendas indígenas; sobre el sur se
encontraba la manzana central de la misión.

La iglesia se encontraba centrada en el eje de la plaza.
Poseía enormes paredes de laja asentadas en arcilla;
estaba divida en 3 naves y poseía imponentes columnas,
características del estilo barroco proveniente de
España.

Algo muy importante que tenían estas reducciones
era su fachada principal. Esta constaba de tres puertas: la
central de gran tamaño y dos más pequeñas a
sus costados.

También cabe destacar que esta llegó a
albergar a 4500 aborígenes, una cifra record en cuento se
refiere a misiones jesuíticas.

Estos edificios arquitectónicos, cumplieron un
papel fundamental en el desarrollo de la misión
jesuítica, ya que servían como centros de
contención a los aborígenes, y su majestuosidad los
cautivaba.

Capítulo III

Arquitectura
contemporánea y su relación con la
misión

III.1 En Argentina

Fue en el año 1612 cuando los jesuitas pisaron
tierra
argentina y se dirigieron a la provincia de Córdoba. Un
año después fundaron la universidad y
otras obras que tenían como únicos objetivos la
enseñanza de diferentes oficios a lo aborígenes y
la formación académica de los jóvenes
cordobeses.

En la actualidad cada una de sus obras se conserva como
un gran tesoro y cada día miles de turistas ingresan a los
silenciosos edificios para respirar el ambiente
cargado de historias, de vivencias, de esfuerzo y de todo el peso
de la cultura que supieron compartir y difundir.

A- Manzana Jesuítica

El 20 de marzo de 1599, las autoridades del
Cabildo le donaron a la Orden Jesuita la manzana destinada
originalmente a las monjas, para levantar allí su
casa.Años antes, en los mismos terrenos, los franciscanos
habían erigido, con el esfuerzo de todos los pobladores,
una ermita.

Por entonces, y según algunos relatos de la
época, Córdoba albergaba a unos trescientos vecinos
y alrededor de diez mil indígenas.

Así, el padre Rector Juan Romero tomó
posesión de la actual Manzana Jesuítica, situada
entre las calles Obispo Trejo, Duarte y Quirós, Caseros y
la avenida Vélez Sársfield, en la que se emplazaba
sólo la ermita que figuraba en la escritura de
donación.

A partir de allí, los jesuitas iniciaron una
rápida y prolífica labor, estableciendo en el lugar
la Iglesia de la Compañía (junto a la Capilla
Doméstica), el Colegio Montserrat y la Universidad (con su
Museo y Biblioteca
Jesuítica).

La Iglesia de la Compañía de Jesús,
es el templo más antiguo de la Argentina, ya que su
construcción data de 1640. Y es el primer patrimonio
arquitectónico jesuita registrado en la
Argentina.

Desde la plazoleta de enfrente se puede observar los
detalles de su fachada, que emerge como una fortaleza
pétrea. La carencia en la región de maderos con
dimensiones suficientes, impuso una original manera constructiva
para su bóveda: la nave posee forma de casco o quilla de
barco invertido.

En el interior destacaremos las cincuenta "empresas sacras".
Estos emblemas rectangulares ubicados a diez metros de altura
expresan una síntesis
de la Compañía de Jesús. En la puerta de la
izquierda era la entrada principal hacia la Universidad, la
puerta central era la entrada para los españoles, mientras
que la de la derecha era la entrada hacia la capilla de los
indígenas – ahora Capilla Ntra. Señora de
Lourdes. (Ver anexo, Pág. 61)

B- Estancias Jesuíticas

Pasado el siglo XVI y la primera mita del XVII,
comenzó el periodo verdaderamente constructivo,
especialmente en Córdoba, que se cubrió de templos
e iglesias. Floreció así una arquitectura regional
que, si bien en comparación con la de otros países
americanos no alcanzo características brillantes, fue la
más significativa dentro de nuestra pobreza
artística colonial.

En general, puede decirse que predominó la
arquitectura religiosa sobre la civil, o por lo menos, es la que
ha llegado en mayor cantidad hasta nosotros. Franciscanos,
dominicanos y mercedarios levantaron sus edificios desde los
primeros tiempos de la colonización, pero a los jesuitas
se debe la mayor y mas vasta obra, tanto en la ciudad como en la
provincia, que llenaron con sus templos y civilizaron con sus
magnificas estancias. Es error suponer que estas últimas
tenían la misma finalidad que las famosas fundaciones del
paraguay, es decir, el adoctrinamiento de los indios. En realidad
las estancias de Córdoba están destinadas a
mantener con sus productos a
las fundaciones jesuíticas de la ciudad, para lo que se
utilizaban esclavos negros, de tal modo que la
catequización de indígenas tenía carácter accesorio en la vida y organización de las estancias.

En 1586, trece años después que don
Jerónimo Luis de Cabrera fundara la ciudad de
Córdoba de la Nueva Andalucía, arribó a ella
la Compañía de Jesús. La cual tuvo asignada
un lugar en el primer reparto de solares, aunque se ignora si el
sitio que le correspondió fue el mismo que ocupó
luego.

La concurrencia cada vez mayor de alumnos en el
Noviciado que crearon los jesuitas puso en graves aprietos
económicos a la Compañía, que, carente de
recursos, vivía de la limosna y caridad pública,
como otras instituciones
religiosas coloniales. Para subvenir en parte a las necesidades,
se pensó hacia 1610 en adquirir una "estancia", cuyos
productos ayudarían al mantenimiento del seminario y
colegio. Documentos de dicho año hablan de esa estancia,
fundada "en tierras muy buenas", con unas 1000 cabezas de ganado
que se reunieron por diversas donaciones vecinales, pero
debió detener escasa vida y poco rendimiento, puesto que
se ha perdido hasta rastro de su ubicación. No obstante,
se hallaba cerca de la ciudad. En consecuencia, se
determinó para los jesuitas formar estas "estancias" que
puedan sustentar la situación. Por sucesivas donaciones de
ganado y tierra, se fueron formando, en 1618, las estancias de
Caroya y Jesús María, en 1622 la de Santa Catalina,
en 1644 las de Candonga, Santa Ana y Calera, y finalmente, dos
años más tarde, la de Alta Gracia (Ver anexo
Pág. 63).

B.1 Estancia de Santa Catalina

(Ver anexo Pag. 62)

Autorizado por merced real del 10 de diciembre de 1584,
el capitán Juan de Burgos hizo entrega a Miguel de Ardiles
las tierras que pertenecieran antes a los indios de Inchinsacate.
Las cuales heredó luego su hijo, Miguel de Ardiles,
quién reservándose las primeras de dichas
fracciones, transfirió el resto a Luis Frasson.

Partes: 1, 2, 3
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