- La
interculturalidad como medio en el proceso docente educativo
del idioma - Enfoque
en competencias y la interculturalidad - Conclusión
- Bibliografía
El proceso de
enseñanza – aprendizaje
constituye la vía mediatizadora esencial para la
apropiación de conocimientos, habilidades, hábitos,
normas de
relaciones, de comportamiento
y valores
legados por la
humanidad, que se expresan en el contenido de la
enseñanza, en estrecho vínculo con el resto de las
actividades docentes y
extra docentes que realizan los estudiantes.
La enseñanza de la historia a nivel general,
desarrolla en los estudiantes la identidad
nacional; y les permite comprender el desarrollo de
diversas culturas y lo que es común a ellas; conocer la
interrelación entre el cambio y la
continuidad; desarrollar la empatía histórica, es
decir ver los hechos y temas del pasado como fueron vividos por
las personas de entonces; para reconocer la diferencia entre un
hecho y una hipótesis, entre la realidad y la
ficción, entre la evidencia y la afirmación, con
objeto de desarrollar el pensamiento
crítico en los ciudadanos del mañana.
Es importante que la Historia no sea para los
estudiantes una verdad acabada, o una serie de datos y
valoraciones que deben aprenderse de memoria. Es
imprescindible que la Historia se trabaje en clase
incorporando toda su coherencia interna y ofreciendo las claves
para acercarse a su estructura
como conocimiento
científico del pasado. Es más interesante que
los alumnos comprendan cómo se puede conseguir saber lo
que pasó y cómo lo explicamos que la propia
explicación de un hecho o periodo concreto del
pasado.
Podría afirmarse que, los métodos y
técnicas del proceso de enseñanza de
la Historia tan sólo deben aparecer ligadas a las investigaciones
científicas y no se han de utilizar los del ámbito
didáctico, pues no se trata de formar investigadores sino
ciudadanos cultos. Sin embargo, cuando estas técnicas de
análisis y descubrimiento se aplican a la
física,
química,
botánica, geología,
o zoología, nadie suele plantear que "no estamos formando
a científicos".
¿Por qué tales diferencias? Hay varias
razones: la primera y más importante es la
concepción implícita que de la Historia contiene
este planteamiento. Si, desde el punto de vista didáctico,
de la Historia no interesa su proceso de elaboración; si
no interesa conocer cómo saben los arqueólogos la
fecha de las cosas; si no parece necesario que los escolares
sepan sobre la base de qué razonamientos
hipotéticos construyen los historiadores su visión
del pasado; si tampoco interesa cómo analizan
críticamente la sociedad; si
no interesa cómo se elaboran juicios críticos de
los textos y fuentes, etc.,
es que se considera la Historia como un ámbito literario o
meramente cultural, y no como una ciencia
social, probablemente una de las más antiguas y
desarrolladas.
La visión que niega a los estudiantes conocer los
elementos y los métodos de historiar, responde,
generalmente, a una visión doctrinaria y dogmática
de la materia. En
esta posición no se esconde un concepto
determinado de la enseñanza de la Historia, sino de la
Historia misma. Un tipo de Historia que esconda cómo se
adquiere el
conocimiento histórico, conduce a introducir
simplemente un corpus de mitos
más o menos históricos; ello no responde a las
necesidades formativas de los jóvenes.
En Física, por ejemplo, la presión
sobre los fluidos no se practica simplemente para aprender a
presionar un fluido, cuestión que puede resultar
ilógica, sino que se trabaja en función de
la observación de cómo se comportan los
fluidos ante la presión ejercida en un punto; y de
ahí dimana el principio de Pascal.
Exactamente igual ocurre en Historia: el uso de la cartografía histórica, por ejemplo,
no tiene como objetivo
enseñar a mirar mapas sin
más; su objetivo se enmarca en el aprendizaje de
conceptos tales como cambios espaciales, causas y consecuencias
de los hechos etc. No se trata de hacer cosas por practicar una
manualidad o por tener distraído al alumnado en
actividades. Se trata de "hacer cosas" en un contexto general de
acciones
fundamentadas y coherentes en relación con la materia que
se aprende.
Para conocer la Historia hay que conocer el método de
trabajo del
historiador, y ello conduce a emplear en clase unas estrategias muy
concretas, que no pueden derivarse de las habilidades manuales; no se
trata de aprender a hacer posters, o aprender a dibujar gráficas, o a aprender a llenar mapas,
aún cuando estas actividades puedan formar parte de los
determinados procedimientos de
trabajo del historiador.
Cuando se estudian disciplinas de tipo experimental este
planteamiento está muy claro. Si los métodos y
técnicas de trabajo de las ciencias
naturales se derivan fundamentalmente del propio
método de análisis de las ciencias,
debería parecer lógico que en Historia ocurriese lo
mismo.
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