- Una temprana
confusión - La
revolución - Adiestramiento
- Sujetos
de la gran política - Espíritu
libre - Filósofo
artista - El
Superhombre - Bibliografía
Una temprana
confusión
En sus textos Nietzsche nos
habla, algunas veces, de la "política", y otras,
de la "Gran Política", e incluso suele referirse
también a la "pequeña política". Son sus
modos de decir de lo que se desprenden, para sus lectores,
confusiones y desorientaciones. Confusión comprensible,
del momento que el filósofo se ha demostrado despreocupado
por fijar los límites
entre una categoría y otra, lo que ha derivado a que el
tema en sí no haya sido abordado lo suficientemente por
sus múltiples hermeneutas.
Por cierto, un tema complejo de abordar, puesto que,
respecto del mismo, más que ningún otro, Nietzsche
pareciera haber querido confundirnos dejándolos
entrampados en medio de una red de pistas falsas.
Así y todo, no debemos desesperar pues, armándonos
de un poco de paciencia, lograremos descubrir que el problema en
sí encuentra su explicación en el hecho que cuando
el filósofo piensa la política, no la piensa
estrictamente dentro de una perspectiva partidaria o
ideológica, sino aprehendiéndola dentro de una
visión mucho más amplia, enraizada en lo más
profundo del hondón de su ser. Una política que
transforma en Gran Política, entendida
ésta dentro de un ámbito inconmensurablemente mucho
más amplio, y plantea otras exigencias que la de la
política moderna al uso, acostumbrada a una visión
inmediatista y trivial.
Para abreviar, convengamos que cuando se refiere a la
pequeña política lo hace para referirse a los modos
de la política al uso en la moderna sociedad
objeto de su crítica. De otra parte, recordemos que
los valores
culturales que se encuentran entronizados en la sociedad moderna
a Nietzsche le incomodan y no se aviene bien con ellos. Por eso,
las formas políticas
al uso de su época (liberalismo,
socialismo,
socialdemocracia, democracia,
nacionalismos, etc.), Nietzsche pretenderá también
transvalorarlos, al igual que los valores que
sustentan a la filosofía y la cultura en
general. De allí que, si la pequeña política
es referencia hecha respecto de los temas que nosotros
acostumbramos a entender como políticos, el punto de
arranque para la aprehensión de la Gran
Política lo encontramos en unos apuntes tempranos
(Guerra), en
donde leemos lo siguiente:
"Anhelo la curación de la política.
Tiene que haber círculos, como en su día hubo
órdenes monacales, sólo que con un más
amplio contenido"
Concluimos entonces que, al igual como lo hace en la
filosofía, Nietzsche se esforzará por derivarnos a
un pensamiento
mucho más elevado, orientado en la perspectiva de
transvalorar los valores políticos existentes. Así,
si en la filosofía la transvaloración a la que
apunta, es en contra de los valores implantados por la metafísica
y la moral, el
meollo de la transvaloración política lo
abordará a partir de una crítica y cerrada
oposición en contra del igualitarismo promovido,
fundamentalmente, a partir de los denominados movimientos
democráticos modernos.
Y en lo que es más importante, el meollo central
a lo cual apunta su intento de llevar adelante una
transvaloración en las categorías políticas
al uso, es restituir la desigualdad, aquella condición que
siéndole propia a la naturaleza de
cada individuo, la
política moderna ha terminado por aplastar,
transformándola en uniformidad a ultranza. De esto se
explica el uso recurrente, por parte de él, de
términos, tales como: espíritu de rebaño,
masa, populacho, moral del
esclavo, etc., referencias hechas respecto de las formas
gregarias de convivencia promovidas por el igualitarismo
democrático en todas sus modalidades políticas al
uso (liberalismo, socialismo, socialdemocracia, nacionalismos,
etc.)
Ahora bien, si la transvaloración política
se orienta a restituirle al hombre su
intrínseca desigualdad, también significará
restituir al pueblo a sus condiciones naturales, vale decir,
despojándolo de su condición de hombre masa, de
espíritu de rebaño, formas gregarias que,
justamente, le han hecho perder su condición de tal. Para
uno y otro caso, el filósofo impone previamente la
necesidad de un gran acto de liberación, requisito
indispensable para rescatar al hombre y al pueblo de aquel
estado
borreguil a que lo han conducido las prácticas gregarias
propias de la política moderna. Sólo mediante un
acto liberador, tanto individuo como comunidad
podrán recuperar su voluntad perdida, puesto que sin la
recuperación de la voluntad perdida no podrá haber
síntesis práctica, y sin
síntesis práctica no podrá haber organización, ni conducción, ni
tampoco, individuo ni política, requisitos que Nietzsche
impone para la existencia de una auténtica
comunidad.
Página siguiente |