- El
hombre un ser social - El
hombre de nuestro tiempo - Identidad y la
comunidad - La
concepción liberal y comunitaria de nuestros modos de
vida - La
comunidad en la diversidad cultural - Conclusiones
- Bibliografía
Ensayo de antropología
Filosófica
Introducción
Durante los últimos años he venido
reflexionando sobre la importancia que tiene el valor de la
comunidad en el proceso de
formación de nuestra identidad y
realización personal.
Considero que la identidad humana es uno de los aspectos
esenciales de nuestra condición de personas con capacidad
moral y que
ésta se configura comunitariamente. La identidad
humana[1]se construye en relación a lo que
es significativo para nosotros, es decir nuestras vidas adquieres
sentido en relación a algún bien supremo vivido en
comunidad.
Carecer de identidad es como no saber quiénes somos,
dónde estamos, ni a dónde vamos. Los seres humanos
vamos construyendo nuestra identidad a través de los
procesos de
desarrollo
personal-social en un contexto determinado. Tener identidad
nos permite saber quiénes somos y dar cierta
direccionalidad a nuestras vidas. Saber responder a la pregunta
¿quién soy?, es fundamental, pues se trata de la
pregunta acerca de la constitución de nuestra identidad. Los
hombres de nuestra sociedad
actual globalizada, capitalizada, preocupados por su bienestar
material y su realización personal, pierden interés
por el sentido de sus vidas y la constitución de su
identidad.
Desde esta perspectiva nuestra obra tiene por objeto
analizar críticamente los presupuestos
teóricos que posee nuestra identidad constituida de manera
comunitaria. La razón fundamental que motiva nuestra obra
es reflexionar críticamente acerca del fuerte
individualismo que ronda nuestras comunidades, que nos
lleva a aislarnos y a vivir de manera egoísta (motivados
por el deseo del poder y
dinero).
Individualismo que destruye nuestras valiosas formas de vida
comunitaria.
Ésta es una obra filosófica que pretender
hacernos tomar conciencia del
verdadero valor de la comunidad y rescatar su sentido
fuerte como espacio común de nuestra
realización personal-social. Pretendemos probar la
relevancia del valor de la comunidad en la configuración
de nuestra identidad humana. Señalamos que nuestra obra
tiene un fin práctico: hacernos tomar conciencia de la
riqueza de la comunidad y a comprometernos con su desarrollo y
progreso. Siguiendo una metodología fenomenológica y
hermenéutica presentamos una
concepción del ser humano al modo aristotélico es
decir como un ser social, ser de significados y expresivo que se
autointerpreta dialógicamente en un lenguaje e
inserto en unos marcos contextuales. Una hermenéutica que
intenta comprender la realidad humana y social desvelando el
significado de las acciones,
adoptando una perspectiva contextual que incluye los elementos
lingüísticos portadores de sentido que se construyen
comunitariamente.
La vertiente fenomenológica que seguimos nos
descubre que el sujeto moderno debe reconciliarse con su propia
naturaleza y
buscar su esencia como ser humano a la vez que explora los
vínculos que le unen a su comunidad. Sostenemos la
tesis de que
el hombre
sólo puede alcanzar su dimensión plena y
propiamente humana en el marco social y en la exploración
conjunta de bienes que
sólo pueden descubrirse en comunidad. De esta
afirmación se deduce la obligación moral de
contribuir al bienestar de la comunidad en la que nos encontramos
y a la que pertenecemos. Por consiguiente, los vínculos
que unen a los individuos con sus comunidades no pueden reducirse
a meros intercambios instrumentales de intereses egoístas
y mezquinos sino existe la necesidad de efectuar una
exploración conjunta y comunitaria de los bienes que dan
sentido a nuestras vidas.
Esta indagación y propuesta común descubre
que los nexos entre los miembros de una comunidad son mucho
más profundos, responsables y solidarios, que los que
emergen de aquellas teorías
que presentan imágenes
atomistas de la sociedad. Situamos así el ámbito de
la libertad humana en el contexto cultural y social,
haciendo ver que los bienes que el hombre
persigue sólo pueden lograrse haciéndolo consciente
de nuestra complementariedad con los otros.
En el ámbito de la ética y la
filosofía política destacamos
los planteamientos aristotélicos-hegelianos acerca de la
dimensión social del hombre, la apertura al otro, el
reconocimiento como necesidad humana vital. Consideramos
relevante presentar el balance entre las fuerzas
sociales y la persona, entre la
comunidad y la autonomía, entre el bien común y la
libertad
humana, entre los derechos individuales y las
responsabilidades sociales. Creemos que ni la existencia humana
ni la libertad individual pueden mantenerse fuera de la comunidad
a la que todos pertenecemos y que ninguna comunidad puede
sobrevivir al menos que sus miembros dediquen alguna atención, energía y recursos a
proyectos
compartidos. La preservación de la libertad humana depende
del activo sustento de las instituciones
de la sociedad civil,
donde las personas aprenden a respetarse mutuamente. La
condición básica es un justo equilibrio entre individuos y grupos, derechos
y responsabilidades, entre las instituciones del Estado, la
sociedad civil y el mercado.
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