¿Que tan importantes son las personas y la comunicación en el ambiente empresarial?
En la actualidad las escuelas de administración se encuentran estancadas en
el funcionalismo
administrativo o "racionalidad instrumental" de la que habla
Muñoz, figura que no se ha podido superar; aunque los
enfoques de las varias escuelas de administración sean distintos y en algunos
casos opuestas, si profundizamos en su fin ultimo nos encontramos
con que convergen en el mismo objetivo, la
productividad.
"En el fondo de la ideología dominante en los medios
administrativos públicos y privados, cooperativos y
sindicales, toda cuestión es considerada siempre a partir
de la prioridad determinada por la racionalidad económica.
Lo que prevalece es la eterna búsqueda de la
optimización de los medios. Todo debe ser calculado y
medido según los términos de la rentabilidad,
la eficacia y la
productividad."[1]
A pesar de los avances en los estudios de la empresa acerca
de la importancia de cada uno de los integrantes de esta, no
hemos encontrado la forma de incentivar a los responsables y
dirigentes para que produzcan una conciencia real
del vacío a llenar en este campo, es decir:
El reconocimiento del empleado como un ser humano
complejo y sociable, que se define e identifica a través
de las relaciones con otros utilizando como medio el dialogo, cuya
herramienta principal es la palabra, que tiene ante si
situaciones que la obstaculizan y otras que tienen un ambiente
favorable para ella; lo que debemos hacer es centrar nuestra
atención en dichas clases de situaciones
para evitar las que son obstáculo de la palabra e
incentivar las favorables.
Además de la anterior situación de
negación del ser humano en el entorno empresarial, esta el
uso de herramientas
para dominar, disciplinar y controlar a través de
"practicas que aunque normales y plenamente establecidas, son
inmorales para la ética
ilustrada"[2]; dichas practicas deben ser
eliminadas de la
organización, aunque el camino para lograrlo no es
sencillo ni prometedor, pues, no existe para los responsables de
ejercer la dirección una motivación suficientemente grande para
dejar de utilizarlas, sino por el contrario, ven en estas
herramientas una forma de mantener el control total de
las situaciones y de los empleados, en la empresa, negando
las implicaciones psíquicas y en algunos casos
fisiológicas que estas tienen en los empleados, haciendo
que estos desempeñen su labor con miedo en todo momento,
impidiendo así su desarrollo
personal.
Según Chanlat la principal razón de que
nos enfrentemos a este problema de mentalidad técnica,
funcional o instrumental, aparentemente con un futuro sin
solución, surge de la educación de
nuestros futuros administradores: "el estudiante aprende,
según los cursos, a ponerse en el lugar del responsable de
una función
particular o de una persona ocupando
el puesto de dirección general y a ser capaz de tomar
decisiones que deben contribuir a aumentar la eficacia de su
división o de su empresa, vista desde el punto del aumento
de las ganancias o, en el sector publico, de la reducción
de los costos".[3]
Estudiantes que se ven educados como maquinas tomadoras
de decisiones a las cuales se les introduce el problema mas unos
datos, y estas
como por arte de magia
deciden la solución optima, dicha solución que no
tiene en cuenta la real complejidad del problema.
Este problema que Chanlat ve planteado, se debe a que
dentro del proceso
administrativo nos ha interesado solamente el cumplimiento
del objetivo y los resultados rápidos, a corto plazo,
dejando de lado la importancia del proceso en el
logro del objetivo y el impacto de este proceso en las personas
que lo ejecutan, y a su vez en el malestar que desencadena en la
organización a largo plazo.
La transformación hacia la que apuntamos, se
lograra en la medida en que se cambie, en la cabeza de cada
responsable, la percepción
que tiene del funcionamiento de la organización, lo que
lleva implícito una diferente educación para
nuestros futuros administradores, de su relación con sus
subalternos como lo explica Muñoz: "Una nueva ética
de la de la relación laboral basada en
el reconocimiento pleno del otro como sujeto y actor en la
organización y una revisión del papel de la empresa
desde la perspectiva de especie y planetaria"[4];
también de las garantías y seguridad de
estos en diferentes contextos; ayudándonos para lo
anterior de la herramienta por excelencia de la gestión, la palabra, y dejando de lado las
practicas inmorales de las que habla Carvajal "dirección
despótica, el avergonzamiento como medio de
dominación y disciplinamiento, y la tecnología dura y
blanda de inspiración panóptica como sustituto de
la ética."[5] Practicas que aunque
contribuyen al logro de los objetivos de
productividad de las personas, limitan e impiden su desarrollo
personal, lo
cual se ve reflejado en su actitud del
empleado, y de su percepción de la empresa, lo que se
convierte en un circulo vicioso, pues la dirección al ver
la disposición de animo del empleado crea la necesidad de
aumentar la ejecución de prácticas de
control.
Ahora bien dejando de lado las practicas ocultas de la
gestión, enfoquémonos en lo realmente importante en
el ambiente organizacional, la palabra, la libre
expresión, el dialogo y la
comunicación. Empecemos revisando el proceso
clásico de la comunicación.[6]
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