- Aspecto
estructural de la obra
Personajes- Acción
Componentes sociales
Después de la lectura
Punto de vista del lector
Aspecto
bibliográfico
1.1 Datos del
autor:
Escritor peruano. Nació en la ciudad de Ica el 16 de
abril de 1888 y murió en Ayacucho el 3 de noviembre de
1919. Abraham Valdelomar fue hijo de Anfiloquio Valdelomar
Fajardo y de Carolina Pinto. Pasó su infancia en el
puerto de Pisco. Las experiencias de su infancia, vinculada al
mar y al campo, influyeron decisivamente en su obra. En 1912
apoyó la candidatura presidencial de Guillermo
Billinghurst quien al ganar lo nombró Dirección del diario El Peruano. En 1913
viajo como diplomático a Roma, donde
escribió su obra más importante, El Caballero
Carmelo. Volvió a ejercer como periodista, trabajando en
La Prensa., donde
usó el seudónimo de "El Conde de Lemos". Asiduo del
Palais Concert, en él fundó la efímera pero
influyente Revista
Literaria Colónida y encabezó el movimiento
intelectual del mismo nombre (movimiento Colónida), de
corte esteticista. Ese mismo año publicó Las
voces
múltiples, libro en el
que se reunían poemas suyos y
de otros autores del movimiento. En él se recogen los
poemas más conocidos de Valdelomar; "Tristitia" y "El
hermano ausente en la cena pascual".En 1919 representó a
Ica en el Congreso Regional del Centro y en una de las reuniones,
en la ciudad de Ayacucho, sufrió una caída que le
provocó heridas mortales. Fue enterrado en el Cementerio
Presbítero Matías Maestro de Lima.
Titulo y datos de la obra y publicación:
El Caballero Carmelo, Editorial RUMI.
1.3 Tipo de texto:
Texto Narrativo.
Aspecto estructural
de la obra
2.1 Tomo de la obra:
Tomo 1.
Argumento:
Los hechos relatados transcurren en Pisco, en torno a la familia del
narrador, quien recuerda en primera persona un
episodio imborrable que vivió en su niñez, a fines
del siglo XIX. Un día, después de un largo viaje,
Roberto, el hermano mayor de la familia,
llegó cabalgando cargado de regalos para sus padres y
hermanos. A cada uno entregó un regalo; pero el que
más impacto causó fue el que entregó a su
padre: un gallo de impresionante color y porte,
que tenía toda la apariencia de ser un gallo fino y de
pelea. Le pusieron por nombre el "Caballero Carmelo" y pronto se
convirtió en un gran peleador, ganador en múltiples
duelos gallísticos. Ya viejo, el gallo fue retirado del
oficio y todos creían que culminaría sus
días de muerte
natural. Pero cierto día el padre, herido en su amor propio
cuando alguien se atrevió a decirle que su "Carmelo" no
era un gallo de raza, para demostrar lo contrario pactó
una pelea con otro gallo de fama, el "Ajiseco", que aunque no se
igualaba en experiencia con el "Carmelo", tenía sin
embargo la ventaja de ser más joven.
Hubo sentimiento de pena en toda la familia, pues
sabían que el "Carmelo" ya no estaba para esas lides. Pero
no hubo marcha atrás, la pelea estaba pactada y se
efectuaría en el día de la Patria, el 28 de julio,
en el vecino pueblo de San Andrés. Llegado el día,
los niños
varones de la familia acudieron a observar el espectáculo.
Encontraron al pueblo engalanado, con sus habitantes vestidos con
sus mejores trajes. Las peleas de gallos se realizaban en una
pequeña cancha adecuada para la ocasión. Luego de
una interesante pelea gallística les tocó el turno
al "Ajiseco" y al "Carmelo". Las apuestas vinieron y como era de
esperar, hasta en las tribunas llevaba la ventaja el "Ajiseco".
El "Carmelo" intentaba poner su filuda cuchilla en el pecho del
contrincante y no picaba jamás al adversario. En cambio, el
"Ajiseco" pretendía imponerse a base de fuerza y
aletazos. Repentinamente, vino una confrontación en el
aire, los dos
contrincantes saltaron. El "Carmelo" salió en desventaja:
un hilillo de sangre
corrió por su pierna. Las apuestas aumentaron a favor del
"Ajiseco". Pero el "Carmelo" no se dio por vencido; herido en
carne propia pareció acordarse de sus viejos tiempos y
arremetió con furia.
La lucha fue cruel e indecisa y llegó un momento en que
pareció que sucumbía el "Carmelo". Los partidarios
del "Ajiseco" creyeron ganada la pelea, pero el juez, quien
estaba atento, se dio cuenta que aún estaba vivo y
entonces gritó. "¡Todavía no ha enterrado el
pico señores!". Y, efectivamente, el "Carmelo" sacó
el coraje que sólo los gallos de alcurnia poseen: cual
soldado herido, arremetió con toda su fuerza y de una sola
estocada hirió mortalmente al "Ajiseco", quien
terminó por "enterrar el pico". El "Carmelo" había
ganado la pelea pero quedó gravemente herido.
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