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Hum, homo, humus, humanus (página 2)




Enviado por Darío Yancán



Partes: 1, 2

Una forma y un modo de convivencia, una forma de conveniencia.
La manera en que unidades de significación/subjetividad
determinadas hallan la manera de convivir. Los caminos por los
cuales, los individuos pueden tratar de convivir. Es la manera
por medio de la cual hacemos concreto y
extensivo nuestro "quehacer – qué hacer". Eso es el
espacio de la escriturapolítica, el espacio donde habita
la política y el texto.

Escribir y politizar es optar, es tomar y dejar, es dejar
vivir y dar muerte.
Así como así, sucesiva, yuxtapuestamente.

Escribir es politizar, politizar es escribir. Tramar tramas
que contengan y den sentido a unidades que existen, sueltas,
dispersas, concebidas y significativamente definidas.

Puesto en palabras de J. Habermas,

" la posibilidad de poner en marcha la democracia
esta en el abandono del paradigma de
la conciencia para
dar paso al paradigma de la ética del
discurso"[1],

en el actuar en la relación más allá de
mi propio ser, más allá de mi propia conciencia,
para asumir el deber compartido. Una necesaria exterioricidad que
no coerciona a un alejamiento permanente de lo propio.

Lo mismo que sucede con la combinatoria de palabras, sucede
con la estrategia de las
citas o párrafos, con la escritura
citante. Hay de ellos, por su integración, una tal definición
conceptual monolítica con la capacidad de adquirir el
status de unidad. Citas y párrafos que implican
definiciones que trasciende el valor de cada
palabra que la compone para arribar a un sentido
común.

Lo mismo que sucede con el collage y el montage.

Ambos utilizan objetos pre-conformados y
extraídos-extractados, para ser reordenados de una nueva
manera que les permite un discurso diferente al de su lugar de
origen. Encadenados o superpuestos, insertos, estos objetos pasan
a formar parte de un entorno distinto, el cual, a pesar de
conformarse de unidades existentes, las hace hablar otro
discurso:

"…En pintura, un
collage se puede componer enteramente o solo en parte de
fotografías, madera,
piel,
periódicos, revistas, objetos de uso cotidiano, etc. …
en el collage se depuró un principio … del
dadaísta Marcel Duchamp: el "objeto encontrado",
según la cual cualquier cosa que elige un artista es
sacralizada como "arte", desde una
piedra que llama su atención en un camino a una imagen que le
gusta en una revista. De
ahí a la amalgama de "objetos encontrados" o collage hay
sólo un paso…,

Todos los elementos están, existentes, circulan, todo
está comprendido y escrito, como en los anaqueles de la
Biblioteca de
Borges,
sólo hay que reordenarlos y ese será nuestra labor
para evitar el plagio.

Primera
parte

I-

1 Igitur perfecti sunt caeli et terra et
omnis exercitus eorum.

2 Complevitque Deus die septimo opus suum,
quod fecerat, et requievit die septimo ab universo opere,
quod patrarat.

3 Et benedixit Deus diei septimo et
sanctificavit illum, quia in ipso requieverat ab omni opere suo,
quod creavit Deus, ut faceret.

4 Istae sunt generationes caeli et terrae,
quando creata sunt.

In die quo fecit Dominus Deus terram et
caelum ­

5 omne virgultum agri, antequam oriretur in
terra, omnisque herba regionis, priusquam germinaret; non enim
pluerat Dominus Deus super terram, et homo non erat, qui
operaretur humum,

6 sed fons ascendebat e terra irrigans
universam superficiem terrae

7 tunc formavit Dominus Deus hominem
pulverem de humo et inspiravit in nares eius spiraculum vitae, et
factus est homo in animam viventem.

Génesis 2. 1-7

Asistimos hoy, no sin crueldad, a un intento de
depuración de las ficciones
político-democráticas de los últimos tres
siglos. Somos todos "Hombres"?, somos, por ende, "todos
igualmente equiparables"?, y finalmente, somos parte de lo
mismo?.

El voluntarismo de la opinión adecuada, nos dirá
inmediatamente y con vehemencia,:

"Siiiiii, todos somos iguales, todos somos la misma
especie" (Palabras del sentido común),

todos

somos biológicamente iguales.

He de aquí uno de los problemas
fundamentales del estado
bio-político de nuestra realidad: el hecho de pensar
que la dimensión biológica del hombre, la
parte material concreta, la parte sólida, tiene tal
primacía que nos da rasgos de equiparabilidad.

Es el hecho biológico, aleatorio, el que da entidad
de Hombre u homínido?

Es el Hombre
sólo un hecho biológico?, es el Hombre sólo
un ser vivo?.

Veamos los posibles lados de la temática…

II-

Por una vía disponemos de la versión secular que
el pensamiento
nos provee.

"Los griegos no disponían de un término
único para expresar lo que nosotros entendemos con la
palabra vida. Se servían de dos términos semántica y morfológicamente
distintos, aunque reconducibles a un étimo
común:

zoê que expresaba el simple hecho de
vivir, común a todos los seres vivos (animales, hombres
o dioses) y,

bios, que indicaba la forma o manera de
vivir propia de un individuo o un
grupo.

Cuando Platón, en
el Filebo, menciona tres géneros de vida y Aristóteles, en la Ética
Nicomáquea, se distingue la vida contemplativa del
filósofo (bíos theoretikós) de la vida de
placer (bíos apolaustikós) y de la vida política (bíos
politikós), ninguno de los dos habría podido
utilizar nunca el término zoê … por el simple
hecho … que para ellos no se trataba para nada de la simple
vida natural, sino de una vida cualificada, un modo de vida
particular."…[2]

La distinción de esto dos elementos (zoê y
bíos) constituye la diferenciación fundamental del
sistema
jurídico griego. Existían los vivos, que por
pertenecer a la polis y al grupo adquirían la ciudadanía, que es la puerta de acceso a la
distinción. Y existían los que no
pertenecían y por ende carentes de ciudadanía y
ex–ternos y ex–teriores y ajenos a la ciudad,
inexistentes.

Otra construcción del Hombre hecha por
Aristóteles es la de zoom politikón,
zoom + politikón,
donde se verifica la
existencia nuevamente la distinción habitual de:

elemento material + investidura.

Se repite la taxonomización de dos componentes: el
zoom (que representa la parte de vida orgánica, el
animal, el animado) toma dimensión de Hombre a partir de
la investidura del politikón (que representa lo
racio-intelectual del fenómeno político) que le
determina un status de PERSONA.

Recordemos una vez más, que no todos "los seres vivos
con apariencia de humanidad" en la antigüedad eran
considerados del mismo status: niños,
esclavos, extranjeros, condenados (Homo Sacer), tenían
existencia real pero carecían de investidura,
política.

Es paradigmático el caso del HOMO SACER[3]de aquella
vida "a la quien cualquiera puede dar muerte pero es
insacrificable".

El Homo Sacer era …"una oscura figura del Derecho
Público Romano Arcaico, en el que la vida humana se
incluye en el orden jurídico a través de la
exclusión (es decir la posibilidad absoluta de que
cualquiera le mate)…esta acepción, que es quizás
la más antigua del término SACER, nos ofrece el
enigma de una figura de lo sagrado que está mas acá
y más allá de lo religioso y que constituye el
primer paradigma del espacio político de Occidente. La
tesis
foucaultiana debe ser corregida o, cuando menos, completada, en
el sentido de que lo que caracteriza a la política moderna
no es la inclusión de la zoê en la polis, en si
misma antiquísima, ni el simple

hecho de que la vida como tal se convierta en objeto
eminente de los cálculos y de las previsiones del poder estatal:
lo decisivo es, más bien, el hecho de que, en paralelo al
proceso en
virtud del cual la excepción se convierte en regla, el
espacio de la nuda vida, que estaba situada originalmente al
margen del orden jurídico, va coincidiendo de manera
progresiva con el espacio político, de forma que
EXCLUSIÓN e INCLUSIÓN, externo e interno,
bíos y zoê, derecho y hecho, entran en una zona de
irreductible indiferenciación.

El estado de excepción, en el que la nuda vida era,
a la vez, excluida del orden jurídico y apresada en
él, constituía en verdad, en su separación
misma, el fundamento oculto sobre el que reposaba todo el sistema
político." …

Era necesario que el zoom llegue a las puertas de la ciudad
para golpearlas, para acceder a la investidura que
complételo. La vida natural hace su ingreso en la
política como antecedente remoto de nuestros días y
como objeto útil.

Entonces, tanto para ser incluida como para ser excluida, la
nuda vida hace su ingreso en la ciudad como recinto cerrado donde
habita la política (la polis). Ingresa para su
coronación o su excusación. Ingresa para trascender
su lugar de simple sustento o vehículo, para formar parte
de la dimensión de la exceptio, para ser
incorporada a través de la exclusión.

De esta manera la vida pasa del ámbito del salvajismo
natural a una vida cualificada en sentido
aristotélico.

III-

Por la otra vía disponemos de la versión
mitológica que la religión nos
provee.

…"A través de la historia de los pueblos, se
puede rastrear, en cada grupo social, una idea de hombre que
responde a"…
sus concepciones esenciales. "En este
sentido, sólo quiero hacer mención de"…
dos
…"de ellas, en cuanto son aquéllas de las que hemos
recibido mayor influencia ….
Estas … miradas son la
hebrea,"…
y la cristiana.

Es de anotar, antes de continuar, que cada una de estas
culturas aportó significativamente unos referentes
semánticos e instituciones
tan relevantes que configura a todo ser humano, según la
mirada de bio-psico-social-trascendente. Así, … de los
hebreos hemos asumido la religión, la idea de
trascendencia hacia un único Dios, Creador, Salvador y
Santificador; de Roma hemos
heredado el Derecho, por ser ellos solamente quienes hicieron
jurisprudencia, es decir, crearon Derecho. De esta
manera vemos cómo la pregunta por el hombre inserto en el
cosmos, en la fu/sis (Phycis) griega, la encontramos desde la
filosofía; la pregunta por la trascendencia
humana la hallamos en las raíces Abrahámicas y
Mosaicas de la religión cristiana, y lo social lo hayamos
en las regulaciones de los actos interhumanos, sociales,
socializables, en el Derecho Romano.

Con esta justificación pasemos a lo que nos ocupa
centralmente : el concepto de
hombre."

"Para rastrear el concepto de hombre en la cultura
judía, nos tenemos que remitir al libro del
Génesis, donde aparecen las dos formas de ver al hombre,
una en sentido general y otra más particular.

La primera palabra con que se lo define es Adam, es decir,
el nombre genérico de hombre (que incluye hombre-mujer, género
humano); no obstante, esta misma palabra proviene de la
raíz que significa barro, tierra
roja.

Este término hace alusión precisamente al
material del cual, según el mito de la
creación, fue hecho el hombre, acompañado del AxUr,
(rúaj), que indica el aliento divino."…

"… Entonces el Señor Dios modeló al hombre
con

arcilla del suelo y
sopló en su nariz un aliento de vida.

Así el hombre se convirtió en un ser
viviente."

Génesis 2. 7

En esta primera mirada encontramos la reiterada parte del
humano compuesta por el hecho material (tierra, cuerpo) que es
factor común a la totalidad de las miradas. Pero en este
caso, el hecho diferencial entre la estatua de terracota y el
Hombre (como objeto de la creación divina), está
dado por insuflación del HÁLITO DIVINO. Es este
hálito lo que traza la divisoria entre un hombre y la
inmensidad del terreno. Igualmente, es este hálito el cual
le da condición y particularidad.

Cuerpo (TIERRA) + Espíritu ( HÁLITO DIVINO),

…"El otro término que se utiliza para referirse
al hombre es Ish que significa hombre, varón, pero
que originalmente significa fuego. Éste se complementa con
el término hai, (ishah), traducido generalmente como
varona, pero que indica aquélla que enciende el
fuego.

Así, pues, tenemos dos perspectivas para ver al
hombre tal como lo conciben los semitas. Por un lado se nos
presenta definido a partir de su origen, que es doble : proviene
de la tierra y
proviene de Dios. Así llega el hombre a ser un ser
viviente. Ellos emplean el término Nephesh, que, si bien
ha sido traducido por alma,
significa el hombre integral, completo"…

Según las raíces abrahámicas de las
religiones del
Libro, el Hombre es una duplicidad,

Hombre = cuerpo + espíritu,

donde ambos tienen distintas procedencias y donde ambos tienen
diferentes destinos. El cuerpo simplemente tiene asignado el
somero tiempo de vida
orgánica, donde la degradación putrefactiva es
inevitable. El espíritu, si bien para la religión
tiene la posibilidad de eternidad, no le pertenece al hombre,
sino que lo reconoce como vehículo de una
aspiración superior.

De esta manera, nos encontramos frente a los dos planos de
superposición en la construcción teórica del
concepto de Hombre. Y se reedita el una que tiene la
Aspiración sobre el elemento material, en concepto
utilitario que prevalece sobre el cuerpo por parte de la
dimensión abstracta. El simple material que ha sido
recogido del suelo, sólo cobra importancia, sólo
cobra un valor que lo hace diferenciable de cualquier suelo, en
el momento en que recibe el soplo divino y la dimensión
espiritual.

IV-

Ahora bien, esta concepción aristocrática del
Hombre como sedimentación destinaria, se extendió
hasta los años del cambio de
régimen. En palabras de Foucault, la
caída del Anciene Regimen
político-social-jurídico que significo la Revolución
Francesa, marca el ingreso
de lleno en el concepto de biopolítica, aquella donde la
vida misma se transforma en objeto/objetivo del
quehacer.

La citada caída se produce cuando la Asamblea Nacional
de Francia dio su
aprobación a la Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano el 26 de agosto de 1789.

Hasta el final de la Edad Media,
los documentos, que
antes eran verdaderas declaraciones de derechos, contenían
privilegios derivados de la voluntad soberana del poder real a
individuos concretos, gremios, estamentos o ciudades. Privilegios
que se hallaban en concordancia con una dimensión o valor
supra biológico.

La existencia de estamentos, castas y actividades no
ordinarias configuraban una dimensión aristocrática
que determinaba diferencias del piso de consideración.
Dichos estamentos o niveles sociales originariamente
venían atados al poder económico-militar-religioso
fueron el sustrato de dicha estructura
social. Y es dicha estructura o dimensión de
consideración del Hombre, el centro del ataque de la
Revolución Liberal.

Así, el paso de la consideración, desde un valor
supra biológico a otro netamente biológico, se
refleja en el espíritu y en los definiciones de la
Declaración de los derechos del hombre y del
ciudadano,
en los cuales el centro de valor se pone sobre la
figura viva y abandona la consideración estamentaria.

Veamos detenidamente algunos párrafos donde se
evidencia el centro del cambio propuesto:

a- Preámbulo:

"Los representantes del pueblo francés,
constituidos en Asamblea nacional, considerando que la
ignorancia, el olvido o el menosprecio de los derechos del hombre
son las únicas causas de las calamidades públicas y
de la corrupción de los gobiernos, han resuelto
exponer, en una declaración solemne, los derechos
naturales
, inalienables y sagrados del hombre," …

estamos ante la frase

determinante del cambio de la Historia, o como decir siendo
consecuentes con Aristóteles, la ciudad abre la puerta a
la zoê. La nuda vida hace ingreso en la ciudad
(poli-s…política) y desplaza el centro del sistema. El
hecho natural adquiere la centralidad y eternidad de lo
inalienable. No hay otra demanda para
acceder al centro del sistema que el mero hecho de haber
nacido.

b- Articulado:

"Artículo 1.- Los hombres nacen y permanecen libres
e iguales en derechos. Las distinciones sociales sólo
pueden fundarse en la utilidad
común.",

observemos aquí como se introduce una preeminencia
hasta

ahora irrelevante que es el hecho de nacer, su preeminencia
sobre cualquier tipo de estamentación. También es
detonante del cambio, la supeditación de las diferencias
sociales en dos conceptos:

el de utilidad y

el de común/comunidad.

Ambos establecen una inversión del orden de prioridad, pasando
de privilegio (unicidad) al bien común extendido
(ordinariedad).

"Artículo 4.- La libertad
consiste en poder hacer todo aquello que no perjudique a otro:
por eso, el ejercicio de los derechos naturales de cada hombre no
tiene otros límites
que los que garantizan a los demás miembros de la sociedad el
goce de estos mismos derechos."…

aquí se introduce una

combinatoria que también referirá el porvenir
social:

derechos – naturales – ilimitados,

fundamentalmente los dos primeros al ser coincidentes con el
hecho de existir, pone en un nivel de diálogo
entre pares, al existente con la existencia.

"Artículo 6.- … Como todos los ciudadanos son
iguales ante ella
(la ley), todos
son igualmente admisibles en toda dignidad,
cargo o empleo
públicos, según sus capacidades y sin otra
distinción que la de sus virtudes y sus
talentos",

pareciendo en este artículo haber un intento de
recuperación de la lógica
social, al poner en debate los
alcances de la igualdad in
extenso con la calificación y diferenciación que
resulta de las capacidades, de las virtudes y de los talentos.
Pareciérase retomar la senda aristotélica que
diferencia zên – eû zên (vivir de vivir
bien, implicando el "bien", la cualificación de la forma
de vida).

Pero fue necesario el desarrollo de
una conciencia de mantenimiento
y valoración de la vida orgánica para que surjan
consideraciones más allá del tener, del adquirir y
arribar a la simple valoración del ser.

V-

Corre el siglo XIX-XX-XXI, y arden teorías
que en extremo desafían los vínculos sociales
alcanzado luego de dos siglos de liberalismo.

Los postulados democráticos han sido vituperados por
una nueva aristocracia burguesa – capitalista. La
explotación laboral y las
relaciones leoninas del trabajo.
Hannah Arendt desarrolla su teoría
política de la transición del Homo Faber al Homo
Laborans. En dicha transición van cayendo uno tras otros
los postulados de la igualdad a la ves que se van diferenciando
cada ves más pronunciadamente las naciones a partir de las
ciudadanías.

Los extremismos nacionalistas profundizan la brecha entre el
nuestro y el ajeno, entre propios y extraños. La ortodoxia
nacionalista se fundamenta en el ser, el ser aquí y ahora,
donde los circunstanciales de lugar y tiempo actúan
generando una familiaridad exclusiva para los residentes de dicha
circunstancia. Así la pertenencia se pasa a medir como la
condición de ubicuidad justo en tiempo.

Un patrón de pensamiento de las diferencias
existenciales, las cuales validan la pertenencia en tiempo y
lugar pasa a ser la raza. Dicho concepto con antiguo origen,
adopta la representación del par dialéctico pueblo
– extranjero.

Martín Heidegger en
su obra mas famosa "Ser y tiempo", parte del presupuesto de
que la tarea de la filosofía consiste en determinar plena
y completamente el sentido del ser, no de los entes, entendiendo
por «ser» (aunque la definición de este
concepto ocupa toda la obra del autor, y es en cierto sentido
imposible), en general, aquello que instala y mantiene a los
entes concretos en la existencia.

En la comprensión heideggeriana, el hombre es el ente
privilegiado al que interrogar por el ser, pues sólo a
él «le va» su propio ser, es decir, mantiene
una específica relación de reconocimiento con
él.

La forma específica de ser que corresponde al hombre es
el «Ser-ahí» (Dasein), en cuanto se halla en
cada caso abocado al mundo, lo cual define al
«ser-ahí» como «Ser-en-el-mundo».
La distinción de la filosofía moderna, desde
Descartes,
entre un sujeto encerrado en sí mismo que se enfrenta a un
mundo totalmente ajeno es inconsistente para Heidegger: el ser
del hombre se define por su relación con el mundo, que es
además práctica («ser a-la-mano») antes
que teórica («ser ante-los-ojos»).

Estas categorías le sirven para comprender por
dónde pasa la diferencia entre una vida auténtica,
que reconozca el carácter de «caída» que
tiene la existencia, es decir, la imposibilidad de dominar su
fundamento (el ser), y una vida inauténtica o enajenada,
que olvide el ser en nombre de los entes concretos.

La dimensión temporal del ser, en cuanto proyecto del
«ser-ahí» y enfrentamiento a la muerte (el
ser-ahí es también
«ser-para-la-muerte»), sería el otro gran
olvido de la filosofía clásica. El esfuerzo de
Heidegger por pensar el ser como relación de los entes en
el tiempo está en la base del posterior movimiento
hermenéutico. En la segunda etapa de su pensamiento, el
filósofo estudia la historia de la metafísica
como proceso de olvido del ser, desde Platón,
y como caída inevitable en el nihilismo
(cuando se piensa el ente tan sólo, éste termina
por aparecer vacío).

Dice Heidegger: "Debo responder dos preguntas:
-Primeramente debo aclarar la cuestión del Ser.

Creo vislumbrar cierta falta de claridad en la manera en
que plantea usted la pregunta. La

expresión «pregunta por el Ser» es
ambigua. La pregunta por el Ser significa primero la

pregunta por el ente en tanto ente. Y, en esta pregunta,
se define lo que es el ente. La

respuesta a esta pregunta da la definición del
Ser.

La cuestión del Ser puede sin embargo ser
comprendida también en el siguiente sentido:

¿En qué se fundamenta cualquier respuesta a
la pregunta por el ente, es decir en qué se basa en
general el develamiento (unverborgenheit) del Ser? Para tomar un
ejemplo: los griegos definen al Ser como la presentidad
(Anwesenheit) de lo que está presente. La noción de
presentidad recuerda a la actualidad (Gegenwart), la actualidad
es un momento del tiempo, la definición del Ser en tanto
presentidad se refiere entonces al tiempo.

Si intento ahora determinar la presentidad a partir del
tiempo, y si busco, en la historia del pensamiento, lo que fue
dicho sobre el tiempo, encuentro que a partir de
Aristóteles la esencia del tiempo se determina a partir de
un Ser ya determinado.

Entonces: el concepto tradicional del tiempo es
inutilizable. Y por ese motivo es que intenté desarrollar
en «Ser y Tiempo», un nuevo concepto del tiempo y de
la temporalidad en el sentido de la apertura ek-stática
(ekstatische Offenheit).

Y entonces donde la presentidad a partir del tiempo, no
configura la posibilidad del ser en circunstancia en tiempo y
lugar. Dicha investidura al ser vivo que le viene dada desde su
ser ahí, el siglo XX la traduce en condición de
amigo y enemigo en términos de Carl Schmitt .
Nuestro siglo XX desgloso al Ser humano en vida orgánica
investida de una raza, la cual más allá de
diferenciar su característica biológica, adoptaba
la forma de la investidura política.

El racismo se
fundamentada en el prejuicio
según el cual hay razas humanas que presentan diferencias
biológicas que justifican relaciones de dominio entre
ellas, así como comportamientos de rechazo o
agresión y se relaciona frecuentemente con la xenofobia y la
segregación social, que son sus manifestaciones más
evidentes.

La evolución de las culturas muestra que el
fenómeno del racismo encuentra su fundamento en la
concepción que los hombres tienen de la diversidad. En la
Grecia antigua
la afirmación de una identidad
colectiva por oposición a algunas etnias y a ciertos
grupos de
población, se traducía en el hecho
de que los habitantes de las ciudades llamaban "bárbaros"
a todos aquellos que vivían fuera de los limites, donde
por ejemplo, los esclavos no tenían derechos, ni siquiera
la ciudadanía.

Al extenderse el colonialismo, Europa se arrogo
una misión
cultural, adoptando como vocación ideológica la
educación
social y religiosa de los pueblos llamados salvajes, cuya cultura
fue sistemáticamente ignorada y abocada a la
desaparición.

La colonización de América
pone al eurocentrismo
ante el surgimiento del Otro , donde lo indígena aparece
en el horizonte cultural de la modernidad en el
ámbito de lo otro, de lo excluido y de lo diferente
aunque, paradójica y necesariamente, jugará, al
mismo tiempo, un papel fundamental y fundante en la
definición de la propia identidad occidental. Pero lo
indígena representa, también, una ruptura al
interior de la estructura político-institucional de los
Estados-nación,
modelo que es
elaborado en Europa e importado a ultramar como parte central de
la empresa
independentista de las colonias.

Si tomamos en consideración el caso americano, y en
particular el de América Latina, esta estructura, anclada
en la conformación misma de las sociedades
latinoamericanas -donde se mezclan las dimensiones de la nación,
la clase y la
etnia-, nace
con su consecuente definición del universo de la
ciudadanía y su atribución de derechos a partir de
una serie de operaciones
básicas entre las cuales los pueblos indígenas son
incluidos como tales a partir de una exclusión, o, para
decirlo con Giorgio Agamben, de una inclusión excluyente,
de una ex – ceptio, es decir, de una excepción.

El indígena aparece, entre otros, como el
extraño a la comunidad nacional de los países
independizados pero que, de todos modos, es necesario incorporar
a la definición de lo nacional ya sea por
asimilación o por ausencia vía su exterminio.

La modernidad devendrá entonces, rápidamente, en
América
Latina, modernismo y
modernización. La cuestión indígena aparece
así como una de las tantas claves en que puede leerse la
matriz
fundacional de la modernidad: una estructura básica en la
que la vida, en tanto simple hecho de vivir o pura existencia es
incluida en el ámbito de la polis a partir de una
exclusión pero que nunca se presenta como tal, al menos no
en los discursos
político-jurídicos que constituyen sus
declaraciones de principios
(constituciones, declaraciones de derechos y sobre todo, ideario
político que la funda: entre otros, libertad, igualdad,
soberanía, autonomía).

Esta nuda vida o vida desnuda (zoe para los antiguos griegos)
enunciada por Giorgio Agamben, aparece en el ámbito del
estado de excepción que, en los términos de la
visión del filósofo italiano, constituye
paradójicamente el estado
político permanente de la modernidad.

Nuda vida y estado de excepción hacen posible el
surgimiento de un homo sacer u hombre sagrado, una figura con la
que Agamben pretende dar cuenta de aquella vida que puede ser
dispuesta libremente, es decir, muerta o sometida a cualquier
actividad sin que ello acarree ninguna sanción
jurídica.[4]

Agamben se sirve para estos conceptos, de las nociones de
condición humana del homo laborans entendida como la vida
estrictamente biológica elaborada por Hananh
Arendt[5]biopoder, propuesta por Michel Foucault como
poder sobre la vida o como el propio Foucault lo expresa como
"aquello que hace entrar la vida y sus mecanismos en el
ámbito de los cálculos explícitos y hace del
poder-saber un agente de transformación de la vida
humana"[6]; y estado de excepción formulado por Walter
Benjamin[7]y Carl Schmitt[8]

He aquí, en la comprensión agambeniana de la
modernidad, la construcción del sujeto moderno y he
aquí una de las formas en la que, creo, puede ser
comprendido el indígena, esto es, como una de las
manifestaciones específicas del homo sacer y de la nuda
vida. Los genocidios, exterminios, explotaciones, dominaciones,
opresiones, aculturaciones, en una palabra, toda la
política y la cultura coloniales, el colonialismo en
sí, no han sido sino una de las manifestaciones -y de las
principales-, de esta matriz oculta del orden
sociopolítico

moderno cuyo nomos, extendido a categoría universal en
el siglo XX, es el campo de exterminio implementado con
carácter de hito fundacional por el nazismo.[9]

Enzo Traverso, en su iluminadora obra La violencia
nazi. Una genealogía europea (2002)[10],
señala:

"El la segunda parte del libro [Los orígenes del
totalitarismo], llamada precisamente "El imperialismo",
[Arendt] describe la política de dominación
colonial del siglo XIX como una primera síntesis
entre masacre y administración, cuya forma más
acabada fueron los campos nazis. El racismo moderno (justificado
en nombre de la ciencia) y
la burocracia (la
más perfecta encarnación de la racionalidad
occidental) nacieron separados pero tuvieron evoluciones
paralelas. Se encontraron en África: la
conquista de
este continente, llevada a cabo gracias a las armas modernas y
planificada por la burocracia militar y civil, puso de manifiesto
un potencial de violencia hasta entonces desconocido. Arendt
empleaba una fórmula sobrecogedora para aludir a ella:
"masacres administrativas" que prefiguraban los campos de
exterminio nazis."[11]

El propio Traverso explica:

"En la cultura occidental del siglo XIX, "colonialismo",
"misión civilizadora", "derecho de conquista" y
"prácticas de exterminio" eran, a menudo,
sinónimos. La literatura, tanto de origen
científico como popular -obras científicas,
revistas antropológicas, relatos de viajes,
novelas y
cuentos-,
dirigida a los estratos cultivados y a las clases obreras,
divulgaba el principio del derecho occidental a la
dominación mundial, a la colonización del planeta y
a la sumisión, hasta la destrucción, de los pueblos
salvajes".

Esta idea fue la que legitimó los múltiples
exterminios, verdaderos genocidios, que los científicos de
la Inglaterra
victoriana preferían abordar en términos de
"extinción de razas inferiores" en las que quedaban
incluidas los pueblos indígenas.

"Hacia mediados del siglo XIX, esta idea se integró
a la cultura europea como un hecho establecido que el darwinismo
se encargó de probar en el plano científico,
verdadero ethos del capitalismo
triunfante."

Los racistas de fines del siglo XIX rechazaron la
resignación de sus colegas de principios de siglo frente a
la "decadencia" de Occidente y promovieron el empleo de nuevas
terapias como la "selección"
de razas y la exterminación de los pueblos vencidos como
"ley natural" del desarrollo histórico, que
encontrarán en el mundo colonial su principal banco de pruebas.
Traverso ilustra:

"Esta voluntad "regeneradora", esta aspiración a un
nuevo orden mundial y a nuevas relaciones de dominación
entre los hombres [.] permiten [.] la transición del
conservadorismo al fascismo. En ese
entonces, el racismo biológico y el colonialismo
conocieron un desarrollo paralelo en el que ambos discursos
complementarios tenían puntos en común: la
"misión civilizadora" de Europa y la "extinción" de
las "razas inferiores"; es decir, la conquista a través
del exterminio."

No puede completarse esta presentación de ideas sobre
la institución del indígena como homo sacer y como
otro excluido-incluido de la modernidad, sin una referencia
explícita a los aportes de Edward Said quien se
ocupó muy especialmente de estudiar el mundo colonial como
espacio de alteridad inventado y fantaseado por la
civilización occidental y cuya imagen apuntaba a legitimar
sus valores y sus
formas de dominación. Se podría aplicar su
noción de "orientalismo", que elabora muy especialmente
para dar cuenta de la construcción del "oriental" y de lo
oriental, al caso de la construcción del indígena y
de lo indígena y en ellos, de todas las figuras del
colonizado. Por "orientalismo", Said entiende

"un modo de relacionarse con Oriente basado en el lugar
especial que este ocupa

en la experiencia de Europa occidental [.], un estilo
occidental que pretende dominar, reestructurar y tener autoridad
sobre Oriente."

La construcción del otro repercute directamente y
permite la construcción de sí mismo, y en el caso
concreto de la
historia de Occidente de los últimos siglos, la
afirmación de una relación de dominación e
imperialista.

Veamos en la próxima parte un ejemplo
contemporáneo de racismo, de investidura de la nuda vida,
de masacre, de indiferencia, de la raza (indigenismo) como escudo
para las teorías de calificación de "vida
incalificada para ser vivida".

Segunda
parte

En la actualidad, analizando determinados hechos, sucesos, que
atraen nuestra mirada nos plantemos si hay igualdad de
oportunidades, si todos somos igualmente equiparables o si para
algunos hay hombres considerados "seres vivos con apariencia de
humanidad" o es conveniente considerar a sus congéneres de
esta manera.

En América Latina tenemos claros ejemplos, de
conveniencia económica, pero a la vez una clara
convicción de ser seres superiores.

América Latina no es solamente un área
geográfica, mucho menos es una unidad cultural, no es
tampoco la manifestación de una cultura hispánica
implantada, sino que la conceptualización que más
nos aproximaría históricamente a la realidad
latinoamericana seria aquella que lo concibe como un proceso de
marginaciones culturales, proceso dinámico, proceso
sincrético que se halla aun en curso. La sociedad
industrial ha demostrado claramente que el aumento de la producción central no arroja como
consecuencia una irradiación de bienestar hacia la periferia
sino que sucede todo lo contrario. Se nos ha puesto de manifiesto
que es un mecanismo de naturaleza
centrípeta y centrifuga, conforme con lo cual va exigiendo
cada vez mayores sacrificios a las sociedades periféricas,
va sumiendo cada vez en mayor miseria a las sociedades
periféricas y la distancia tecnológica entre centro
y periferia se va agrandando intensamente. (LOS DERECHOS HUMANOS
EN EL OTRO PAIS – EUGENIO ZAFFARONI – PUNTO SUR
EDICIONES – MAYO DE 1987)

Claro ejemplo de resistencia de la
sociedad industrial a la igualdad del hombre es la crisis interna
que vivió recientemente Bolivia, que
esta lejos de ser un problema de coyuntura. El enfrentamiento
entre el gobierno de Evo
Morales y los sediciosos prefectos autonomistas es en realidad la
representación material de una puja de fuerzas
histórica, que involucra a la elite tradicional del
oriente rico y los pueblos originarios que, por primera vez en
dos siglos, mantienen el control del
Estado.

El 18 de diciembre de 2005, en Bolivia, en unas elecciones
generales adelantadas por sobredosis de crisis, inestabilidad y
desencanto, los ciudadanos y ciudadanas acudieron masivamente a
las urnas y, contra toda expectativa y encuestas,
cual si hubiese convenio o conjura, votaron mayoritariamente
azul, el color que
identifica al Movimiento al Socialismo (MAS)
del hoy Presidente constitucional Juan Evo Morales Aima. Los
derechos -no faltaba más- son para ejercerlos.

Algo sustancial había cambiado con esa ritualidad
democrático-liberal estrenada a principios del
ochenta.

Pero, ¿cómo se explica que un sistema
político machaconamente dominado por fuerzas
neoconservadoras haya permitido que, con previo aviso pero sin
concesiones, se les colara en los patios interiores del poder un
campesino-indígena radicalmente declarado
como anti-sistémico?

Asumiendo como dato que la democratización trajo
consigo en Bolivia innegables avances en materia de
participación política, resulta
evidente que la excepcional victoria electoral de Evo Morales se
asienta en (se explica por) un agitado escenario de crisis
terminal con horizonte de cambio.

Crisis del modelo neoliberal que aplicó ortodoxas
políticas de estabilización y de
ajuste estructural en dos generaciones de reformas, pero no supo
dar respuesta a los estructurales problemas de marginalidad,
pobreza y
exclusión; crisis del modelo de democracia pactada que
había producido cinco sucesivos gobiernos de
coalición multipartidista -"de derechas"-, mas
sucumbió por la pérdida de credibilidad de una
partidocracia especialista en usar el poder en beneficio propio;
crisis del modelo de (des)integración social,
también, que reconoció derechos y se asumió
pluri-multi, pero siguió llevando consigo una profunda
huella racial de discriminación y desprecio.

Se requería cambio, en consecuencia, mucho cambio: en
la economía, en la sociedad, en la
política. Revolución en democracia, entonces, con
tres consignas que expresan la demanda social:
nacionalización de los recursos
naturales, en especial de los hidrocarburos
(esto es, apuesta por un Estado fuerte); Asamblea Constituyente,
para hacer un nuevo pacto social que, esta vez, a diferencia de
la creación de la República, incluya a las
mayorías; y lucha por la Segunda Independencia,
por una nación "soberana, digna y productiva", como rezaba
el título del plan de gobierno
del MAS. Refundar Bolivia, en fin. Cambio estructural.
Revolución cultural democrática.

En un país (mal) acostumbrado a la promesa fácil
y la consigna vacía, escuchar a un líder
político con lenguaje
fácil y mensaje directo, más allá de la
viabilidad de sus propuestas, significa sin duda una saludable
señal de renovación. Hay autoridad en sus palabras.
Hay coherencia. Lo demostró ampliamente, aquel inolvidable
22 de enero, en su prolongado discurso de posesión como
Presidente de la
República. Un genuino memorial de agravios (contra la
desigualdad, la humillación y el saqueo) con sed de
justicia.

La crisis política y social por la que atraviesa este
país está fuertemente enraizada con su historia y
su cultura. Es completamente indiscutible que existe una deuda
histórica con varios sectores de Bolivia, especialmente
con los pueblos originarios, como ser los quechuas, guaraníes aimaras etc., quienes han sido
relegados y marginados de la estructura política y
económica de nuestro país, por siglos, y
sentenciados a vivir en condiciones de mendicidad
crónica.

Bolivia, país multiétnico, asentado
antaño sobre una inmensa riqueza natural,
paradójicamente es uno de los países mas pobres del
mundo, y hoy no puede explicarse a si misma, que pasó con
todo ese caudal de recursos naturales.

Los pueblos indígenas, campesinos, quienes se han
convertido en parte del problema y no de la solución,
jamás se beneficiaron de estos, a pesar de ser la gran
mayoría de la población en el país, pues
estas riquezas fueron rematadas por los gobiernos de turno y las
dividendos que estas generaron han sido malversadas, desviadas,
etc., pero jamás llegaron a los sectores mas empobrecidos,
sino a unos pocos. No podríamos abordar este tema si no
hacemos un paréntesis para referirnos a la idiosincrasia
del boliviano. Aunque no podemos hablar del boliviano como uno
solo, consecuencia de la multiplicidad de etnias hay algunos
rasgos en común que identifica al boliviano, como una
persona carente de autoestima,
falto de amor por su
patria, en el contexto de la palabra, con poca cultura,
deshonesto, pobre y rebelde. La crisis social y política
en Bolivia tiene varios factores. Uno de ellos es la carencia de
una política de estado, pues cada partido que ha subido al
poder, desde el retorno a la democracia, ha impuesto sus
políticas en base a sus intereses propios,
olvidándose por completo de Bolivia en su conjunto. Odio,
xenofobia y discriminación étnica, son algunas
de las cuestiones que protagonizan el escenario boliviano.
Condiciones históricas agudizadas en medio del conflicto
separatista de la "Media Luna".

La discriminación racial presente en Bolivia comprende
un proceso histórico que surgió a partir del
rechazo del indígena de la región con la llegada de
los colonizadores europeos a América Latina. Desde ese
entonces y a pesar de que ya pasaron más de cinco siglos
desde la conquista del continente, los indígenas -los
pueblos originarios de las tierras sudamericanas- han sufrido una
constante persecución y destrucción de sus
derechos.

Suena irrisorio pensar que todavía coexisten fuerzas
sociales que nieguen la identidad de los grupos originarios y,
mas aún, que actúen de manera violenta tanto:
verbal, psicológica y físicamente. Es así
como impactan de gran manera las imágenes
que -en los últimos tiempos- recorrieron el mundo
demostrando el inexplicable odio racial existente en Bolivia para
con las personas de origen indígena.

La agudización de los actos de violencia racial en
Bolivia, se vio propiciada por la lucha interna surgida a partir
de los incesantes reclamos de la élite oriental
-aglutinada en la llamada "Media Luna"- por conseguir la
autonomía de la región y sabotear al gobierno del
aymara Evo Morales, primer presidente indígena del
país.

Los constantes enfrentamientos entre indígenas y
"criollos" de clase alta y media forman parte del proceso de
colonialismo iniciado en el siglo XV con la llegada europea al
continente. Este proceso puede analizarse a través de la
teoría del "Complejo Latinoamericano" desarrollada por el
periodista argentino Juan Alfaro quien dice:

"Según el concepto psicológico, complejo es
un conjunto de ideas, emociones y
tendencias generalmente reprimidas y asociadas a experiencias del
sujeto, que perturban su comportamiento; y latinoamericano, porque el gran
sujeto sufriente de esas fisonomías es cada uno de los
habitantes de América Latina".

En este aspecto, los indígenas fueron
históricamente menospreciados, subordinados a la
mentalidad europea y cristiana que no hizo más que
irrumpir en la vida de los pueblos originarios, desarmando sus
identidades e insertando una ideología de inferioridad-superioridad en
desmedro de los oriundos considerados salvajes y primitivos.

En Bolivia no sólo están en pugna dos partidos o
representaciones políticas, ni siquiera dos proyectos
políticos (uno de reconstrucción de un Estado que
sea capaz de retener el excedente y redistribuirlo a la
población, y otro que mantenga la política
económica).

El conflicto actual desnuda el fundamento del Estado en
Bolivia: su colonialismo. Una elite tradicional criolla, hoy
arrinconada en el oriente, que piensa el territorio nacional como
su hacienda, con mano de obra indígena que le debe
sumisión, y al Estado como un patrimonio
privado, ambos legítimos por estirpe.

La elite boliviana que hoy se asienta en el Oriente tiene tres
momentos de conformación: En principio, el auge de la
producción de la goma, a fines del siglo XIX, que atrajo
la migración
europea y que vivió del comercio de
extracción y venta de materias
primas e importación de manufacturas.

Luego el Estado de 1952 y las dictaduras (1964-1983) que
buscaron crear una burguesía agroindustrial en el Oriente
a través de la migración de mano de obra de
indígenas andinos. Finalmente, la consolidación de
esta burguesía agroindustrial en el rubro de la soja, con
producción brasilera y de campesinos bolivianos y acopio y
exportación en manos de capital
transnacional.

Aunque la agroexportación es el rubro más
moderno de esta elite, existe un amplio sector de ganaderos
medianos y grandes que buscan la defensa de la hacienda, y los
indígenas sometidos a ella, para mantener su fuente de
acumulación.

La elite que pierde el control del Estado el 2006, en manos de
Evo Morales, utiliza la demanda autonómica regional para
preservar sus intereses en los gobiernos locales. Se pretende el
control irrestricto de la tierra, las regalías y su
inversión y la eliminación –incluso física, como
demostró la masacre de Pando (que dejó al menos 17
muertos)- del disenso de la población indígena
oriental y de los migrantes andinos que allí viven.

La elite ha mostrado un profundo autoritarismo al interior de
la región, al declarar como traidores a los disidentes,
apedrear, arrojar bombas molotov a
las instituciones críticas a su proyecto (organizaciones
sociales de indígenas y campesinos, ONGs, casas de
dirigentes de la oposición), impedir el ingreso de
personas de tez morena (identificadas como "collas") en la plaza
central de Santa Cruz y el centro, golpear y perseguir a
indígenas y campesinos en sus concentraciones o marchas,
en sus barrios, los mercados en donde
trabajan, e intimidarlos mediante las amenazas y el miedo
cotidiano.

El oponente político se vuelve enemigo y se busca
eliminarlo. La aniquilación selectiva y planificada de
esta masacre muestra que no es un acto irracional, sino una
completa deshumanización del otro, del indígena, a
la que esta élite podría haber llegado
¿Estamos ante un proyecto político que sólo
se ve posible mediante la aniquilación del
indígena, "del invasor colla"?

Los collas, acusados de traidores, de "extraños" en su
propia tierra, deben sortear cotidianamente la violencia que
ejecutan grupos de civiles, al estilo de "ejércitos",
contra ellos, prohibiéndoles la libre circulación
por las calles del país, la libertad de expresión y
pensamiento y, preferentemente, el derecho a vivir en paz.
Según la Defensoría del Pueblo, el actual conflicto
traducido en pugna racial, genera que grandes sectores de la
población sean vistos como "enemigos internos".

Esto se resume en un miedo incesante que se respira en Bolivia
pero, sobre todo, en las zonas separatistas tales como Santa Cruz
de la Sierra o Beni, dónde las ataques a campesinos e
indígenas son cada vez más férreos, crueles
e inhumanos, cobrando la forma de apedreos, insultos, golpes de
puño, disparos, entre muchas otras representaciones que
denotan la violencia presente en el país. El odio frente
al "indio" se resume en la imagen y las nuevas tendencias
políticas populares del presidente boliviano Evo Morales,
quien denunció -ya hace un año- la existencia de
panfletos que adornaban las calles de Sucre y Santa Cruz bajo la
consigna de "Plan para tumbar al indio de mierda" (sic).

Ante la gravedad del problema, la Federación
Internacional de Derechos Humanos (FIDH) recomendó, hace
unos días, la promulgación de una ley en contra de
la discriminación y el racismo en Bolivia, tras la
realización de un trabajo de observación en cuanto a estos males que
afectan a la sociedad toda.

Los ataques descriptos anteriormente no hacen más que
denotar la ausencia de convivencia pacífica entre los
bolivianos, la escasa comprensión de los intereses del
"otro" y la extrema violencia que azota al país. En este
sentido, el presidente Morales debería -sin dejar de lado
sus proyectos indigenistas- captar la atención de
"blancos" "indios" y "mestizos", ya que ello – tal vez –
permitiría conciliar posturas y amedrentar el racismo y el
crimen étnico.[12]

Aceptar y legitimar el multiculturalismo étnico es el gran
desafío que presenta no sólo Bolivia sino
también el resto de América Latina.

Conclusión

Cuando comienzan a poner los fundamentos de la
civilización occidental, de la civilización griega,
en los pueblos existía una casa que era la mejor del
pueblo. Y la casa estaba abierta para dar cobijo al caminante, el
único pago que debía dar era contar sus
experiencias. Esa era la casa, la traducción es la casa del extranjero, el
hombre que venía de la oscuridad y traía información.

Toda la filosofía griega está basada en la
curiosidad y el extranjero es el hombre que nos llena de
curiosidad y que nos despierta la curiosidad.

Sin embargo se ha caminado mucho, desde esta casa del
extranjero hasta los 6 millones de muertos en la segunda guerra
mundial, la xenofobia y el racismo que contemplamos en grandes
periodos de la historia de la humanidad, significa que esto es un
tema bastante complejo.

En conclusión el racismo como fenómeno ha
existido siempre desde que el hombre ha existido en el planeta
tierra. Ha sido inherente en todas las sociedades que han
existido, a todas las culturas. En todas partes ha estado metido,
el racismo, desde los principios… desde las más
atrasadas hasta las más evolucionadas sociedades siempre
el racismo ha estado presente.

El ser humano dentro de sus genes… genéticamente
tiene una predisposición a ser racista. Todos los seres
humanos, en mayor o menor medida somos racistas, negarlo
sería ser hipócrita.

¿Por qué se origina el racismo?. Será
porqué siempre en todas las culturas han habido grupos de
poder que controlan la economía, controlan el poder,
controlan la cultura, controlan el bienestar y someten a las
grandes mayorías que no tienen nada?.

Esto nos llevaría a pensar que la única manera
de acabar con el racismo sería acabando con las
injusticias sociales, económicas y políticas que se
generan en la sociedad.

El racismo en última instancia, cuando hablamos de la
xenofobia, el odio al extranjero, es el producto de la
mediocridad. Nuestra incapacidad de abrir los ojos y hacer un
esfuerzo por entender el punto de vista del que es extraño
a nosotros. Porque el mundo está lleno de puntos de
vistas, lo que hacemos nosotros es decir, únicamente los
puntos de vista que son los que concuerdan con los míos
son los adecuados. El resto son negros, parias, gitanos o
judíos

Mientras que no llegue la hora de poder conciliar que el
BÌOS sea igualado para todos y que las evaluaciones del
ser humano pasen por la zôe, seguiremos viajando a un
próximo campo de concentración. Mientras que el
multiculturalismo, sea una feria de variedades de
artesanías y no una real incorporación de la
totalidad a las opciones de poder, seguiremos en la
ficción democrática.

Y en definitiva mientas que HUMANO tenga la misma raíz
etimológica que HUMUS, seguiremos nuestro peregrinaje a
ser sólo polvo.

 

Partes: 1, 2
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