Los medios de
comunicación ejercen un gran poder en la
toma de
decisiones publicas sobre los temas mas diversos fijando los
acontecimientos noticiables, focalizando la atención del publico, favoreciendo
distintos climas de opinión publica, etc. De modo que es
frecuente ver como se alían los medios de
comunicación y los poderes ideológicos en la
consecución de objetivos
políticos.
En un análisis de la información periodística sobre las
protestas de Seattle, Salomón (2000) advierte que los
"principales medios de
información de Estados Unidos se
han ido deshechizando durante alas dos ultimas décadas, a
medida que sus propietarios corporativos les imponen una
conformidad ideológica cada vez mas estrecha",
Salomón concluye su análisis de contenido del New
York Times y Los Ángeles
Times resaltando que cuando una cuestión es importante
para el Estado y el
sector corporativo, estos modelan su tratamiento en los
principales medios informativos de Estados Unidos.
Para realizar un aproximación al papel social que
desempeñan en la actualidad los medios de comunicación es preciso analizar al menos
tres dimensiones complementarias. La económica, la
política y
la cultural (Giordano, 2000).
Dimensión económica. El sistema
de medios de comunicación se afirma en una estructura
económica semejante a la de otros sectores de la gran
industria y las finanzas. En las dos ultimas décadas
se ha establecido a nivel mundial una estructura
oligopolítica excluyente, inmersa en un veloz proceso
de concentración del poder comunicacional.Dimensión política. El
tamaño nacional e internacional de los grupos
industriales de comunicación constituye el mayor
escollo para el ejercicio de las libertades y derechos
democráticos. No solo porque los distintos grupos se
articulan en la defensa de opciones políticas bien
diferenciadas, sino porque principalmente constituyen
compañías transnacionales con unos intereses
básicos compartidos con todo el establishment
característico de su habitad económico y su
referente político en el país de origen del
capital que conforma el grupo.Dimensión cultural. La calidad del
producto cultural e informativo se resiente con el
crecimiento de los grupos de comunicación. E los
medios audiovisuales, la dinámica compulsiva de
maximizar la audiencia a cualquier precio se refleja en una
abundante producción comercial de contenidos mediocre
y poco informativos se desvirtúan sometiéndolos
a un esquema diseñado para cumplir una función
de propaganda, comercial o política.
La consideración sobre la influencia de los
medios de comunicación de masas en la sociedad da
lugar a dos posiciones que se han denominado apocalípticas
e integradas. Mientras los integrados subrayan el potencial
transformador de los nuevos medios y tecnologías y
defienden el carácter positivo de esas transformaciones,
los apocalípticos consideran que la naturaleza
misma de estos medios (dependientes del mercado,
centrados en la imagen para la
construcción de sus mensajes…)
determinan un tipo de contenidos degradados que constituyen una
amenaza para los valores
centrales de nuestras sociedades
democráticas.
En España,
Echevarria (1194,1995) ha reflexionado de forma
sistemática, desde el optimismo tecnológico, sobre
el cambio que la
generalización de los nuevos medios esta induciendo en
nuestras formas de vida. Transformación que estaría
cambiando, a su juicio, la estructura
misma de nuestras ciudades, desterritorializandolas y dando lugar
a una nueva Telépolis, habitada por telepolitas que
practican una nueva forma de cosmopolitismo sin necesidad de
abandonar sus casas.
Frente a este optimismo, las mas recientes denuncias
apocalípticas han tomado especialmente como blanco a
la
televisión (Bourdieu, 1997; Popper y Condry,
1998).
Todas ellas, aunque con argumentos diversos, coinciden
en señalar la amenaza que implica para la democracia el
papel preponderante que la
comunicación audiovisual ha adquirido en nuestras
sociedades. Argumentos que ya habían sido formulados
anteriormente por el especialista estadounidense por excelencia
en el estudio de los medios. Neil Postman (1991, 1994), alertando
sobre la concentración entre la cultura
humanista tradicional, en la que se ha venido fundamentando
nuestra civilización., y la nueva cultura de la
imagen.
Según este autor la discontinuidad y
fragmentación, el predominio de la persuasión
emocional sobre la fundamentación racional y el
sometimiento de cualquier contenido a la lógica
del espectáculo y el entretenimiento,
características propias de la comunicación
audiovisual, imponen una epistemología absurda que contradice la
esencia misma de la construida en torno a la
cultura de la palabra y el libro
impreso.
En relación a la televisión, son numerosas las obras que
apuntan las consecuencias de la misma sobre los niños,
así como sugieren criterios para educar en el medio
(Pérez Tornero, 1994; Ferrés, 1994; Alonso, Matilla
y Vázquez, 1995, Ferrés, 1996, Grupo Spectis,
1996; Aguaded, 1999; Cabero, 2000). En el cuadro 1 presentamos un
resumen de los mismos.
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