Monografias.com > Sin categoría
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Análisis teórico de las características de personalidad en personas violentas (página 3)



Partes: 1, 2, 3, 4

FACTORES
NEUROPSICOLOGICOS

Se ha sugerido que en la
personalidad violenta, además de estar comprometida la
estructura de
personalidad,
también están alteradas las funciones
cognitivas, en este sentido la neuropsicología puede
aportar información relevante para la
comprensión de dicho estado o
rasgo, entendida como el estudio de la relación cerebroconducta. Se ha
señalado que existe una relación entre la corteza
frontal y la psicopatía y por ende con toda
manifestación violenta o reacción de este tipo,
así mismo que el hipotálamo sería el
principal encargado de regular las funciones neuroendocrinas
vinculadas con la agresión. También se ha
establecido relación entre la conducta agresiva y la
disminución de ciertos neurotransmisores que participan en
la inhibición de los comportamientos agresivos tales como
la serotonina, dopamina y noradrenalina (Garrido, Stangeland y
Redondo, 2000). Estos mismos autores señalan que la
adquisición de pautas de comportamientos agresivos resulta
de complejas interacciones de factores genéticos y
ambientales. Se ha demostrado que los psicópatas y
personas violentas presentan deficiencias funcionales y
estructurales en las regiones anteriores del cerebro. Padecen de
una disfunción frontotemporal que dificulta el
establecimiento de inhibiciones conductuales o control de
estructuras
subcorticales filogenéticamente más primitivas como
la amígdala; estas disfunciones en el plano comportamental
se traducen en comportamientos irresponsables, arriesgados; en el
plano de personalidad conllevan a impulsividad, inmadurez; en el
plano social se traducen en dificultad para resolver problemas y
para procesar grandes cantidades de información
verbal.

A partir de la evaluación
neuropsicológica observamos la presencia de un pensamiento
concreto y
poco flexible, además escasa capacidad de
generalización y abstracción. Así mismo,
presentan dificultades en la
organización y estructuración de sus conductas,
lo que acompañado de la impulsividad conduce a la
emisión de respuestas erradas. El giro angular izquierdo
también presenta un menor nivel de actividad, actividad
fundamental porque es un área de confluencia de
información proveniente de lóbulo temporal,
parietal y occipital. Esta disfunción disminuye la
capacidad de procesar información verbal, se asocia a
fracaso escolar y laboral e incluso
a incapacidad en el procesamiento de información con
significados emocionales; Uno de los mayores déficit
reportados corresponden al área de razonamiento,
mostrándose una disminución en la capacidad para
valorar correctamente una situación y actuar adecuadamente
ante la misma, así como dificultades en la capacidad de
generalización y abstracción además de una
disminución en la capacidad para evaluar, discernir y
elegir entre varias opciones en una situación dada. Su
dificultad para procesar información emocional les
dificulta establecer vínculos afectivos profundos, de
allí su insensibilidad ante el dolor ajeno y su
deslealtad, si a esto se suma déficit en inhibiciones
estamos frente a un detonante de violencia
conductual.Presentandose una menor actividad del cuerpo calloso
en los asesinos y por ello menor control del hemisferio izquierdo
sobre el derecho que es el productor de emociones
negativas, adicionalmente lesiones de esta zona se asocian con
dificultad en la expresión de emociones e incapacidad para
comprender implicaciones a largo plazo de cualquier evento, el
menor volumen de
sustancia gris prefrontal en contraste con el volumen de
sustancia blanca. Otro hallazgo interesante establece una
relación entre edad e inicio y declinación de la
conducta violenta de los homicidas violentos, se afirma que la
conducta homicida comienza en los jóvenes cercanos a los
20 años y disminuye su peligrosidad con el advenimiento de
la 4ª década de vida del individuo.
Esta descripción induce a inferir que un periodo
de maduración neurohormonal refrenaría a los
sujetos violentos, aunque muchos han exhibido su conducta
más violenta cerca del cumplimiento de sus 40 años
de vida.La adicción a la violencia es otra teoría
que implica la comisión de un hecho que por primera vez se
realizó tal vez por azar, por ensayo y error
o motivado por una fantasía, pero que resultó tan
gratificante para el individuo porque le dispara los niveles de
adrenalina de tal modo que le condiciona fuertemente y le motiva
para repetir su acción. El enorme interés
que ha despertado el estudiar la conducta violenta en el mundo
contemporáneo tiene mucho que ver principalmente con dos
factores. En primer lugar, el desarrollo que
ha tomado el estudio de la personalidad y, dentro de ella, sus
bases neurobiológicas, las cuales, a su vez, están
vinculadas con el creciente conocimiento
que tenemos del cerebro.

El segundo aspecto tiene que ver con la potencial y
actual destructividad que caracteriza la conducta de algunos
individuos. La destructividad humana es un fenómeno actual
y cuya presencia en los grupos
sociales e influencia individual es muy marcada y resolutiva.
Es necesario establecer ciertos puntos en común entre las
grandes manifestaciones de destructividad (guerras,
genocidios, torturas, terrorismo )
algunas de los cuales podrían apoyarse en la Sociología, en la Antropología Filosófica y, tal vez,
en la Historia; y,
por otra parte, las manifestaciones individuales de
destructividad humana, basadas en la Psicopatología, la
Psicología
y las Neurociencias.

La personalidad -y los comportamientos que generalmente
incluyen cognición y percepción– representan la operación
compleja de varios sistemas
funcionales, cuya actividad es mediada por un repertorio
relativamente estable de redes neurales intrincadas.
Se puede estudiar las funciones de la personalidad como
módulos pertenecientes a un sistema mayor,
comprendidos ellos mismos por múltiples subsistemas.
Aunque hasta ahora no hay pruebas claras
del funcionamiento modular de la personalidad, sería
verdaderamente extraño que otros aspectos del
funcionamiento perceptual sean modulares, y la personalidad no.
La supervivencia requiere de un funcionamiento adecuado, y muchas
veces automático e inconsciente, de una cantidad de
sistemas (módulos) que median muchos factores: motivación, exacta percepción del
ambiente,
obtención de lo que se necesita para sobrevivir,
regulación de los impulsos agresivos y sexuales,
formación de las relaciones con otros individuos,
iniciación y completamiento de comportamientos
intencionales, los cuales estarían influenciados
directamente por el efecto que diferentes neurotransmisores
provocan en el comportamiento
teniendo los mas importantes la Serotonina, la Noradrenalina y la
Dopamina los cuales se relacionan con lo diferentes estados de
animo y manejo conductual de la personalidad.

Belloch, Sandín y Ramos (1997) plantean,
adicionalmente, que existen problemas en relación a la
población estudiada en los diferentes
modelos de
investigacion, siendo práctica habitual evaluar
delincuentes con conducta violenta sin comprobar si existe
diagnóstico de
psicopatía.

El análisis del cromosoma Y en relación
a la agresividad y la conducta violenta deriva del hecho de que
la delincuencia,
en especial los delitos que
conllevan una gran carga de agresividad, es en gran
proporción causada por hombres. Para estudiar el papel que
puede cumplir el cromosoma Y en relación a la
agresión se ha estudiado aquellos sujetos que presentan un
doble cromosoma Y (cariotipo 47,XYY). Las conclusiones de
la
investigación, según Hamer y Coperland (1999)
apuntan a que podría haber una vinculación
indirecta entre el síndrome de XYY y criminalidad y por
ende presencia significativa de conducta violenta: el doble Y
incidiría en la inteligencia,
y un bajo coeficiente de inteligencia incidiría en la
tendencia a la criminalidad. Por su parte, Kaiser (1988), afirma
que las últimas investigaciones
muestran que el cromosoma Y no tiene relación causal
alguna con el comportamiento agresivo, e incluso las
últimas investigaciones sobre hombres XYY apoyaría
la hipótesis de que son menos violentos que
los XY. Ayala (2002)

Perspectiva de la
conducta violenta desde lo existencial

No te hice ni celestial ni terrenal,
ni mortal, ni inmortal, con el fin de que –casi libre y
soberano artífice de ti mismo-te plasmaras y te
esculpieras en la forma que te hubieras elegido.Podras degenerar
hacia las cosas inferiores que son los brutos; podrás-de
acuerdo con la decisión de tu voluntad-regenerarte hacia
las cosas superiores que son divinas.

Pico della Mirandola, Oratio de hominitis
dignitate –Erich From, Miedo a la Libertad

Para comprender la visión del existencialismo como teoría explicativa de
la conducta violenta, es necesario explorar los conceptos que se
desprenden de aquellos autores que se atrevieron a plantear
consideraciones, divergentes de la perspectiva
psicoanalítica imperante. Dicen los existencialistas.
"Nuestra existencia precede a nuestra esencia", tal y como dijo
Sartre:

"No sé para que estoy aquí hasta que
haya vivido mi vida. Mi vida, lo que soy, no está
determinado por Dios, por las Fuerzas de la Naturaleza,
por mi genética,
por mi sociedad, ni
incluso por mi familia. Cada uno
de ellos podría proveerme de materiales
básicos para llegar a ser lo que soy, pero es lo que
escojo ser en la vida lo que hace que sea yo. Yo me creo a
mí mismo"

Entre estos autores es menester estudiar el pensamiento
de Erich From, el cual manifiesta, en forma revolucionaria, una
visión del desarrollo de la psiquis desde el desarrollo
del ser humano como ser individual y parte de un colectivo. From
indica que la inseguridad
del individuo aislado genera mecanismos de evasión
teniendo como primera manifestación, "la tendencia a
abandonar la independencia
del yo individual propio, para fundirse con algo, o alguien,
exterior a uno mismo, a fin de adquirir la fuerza de que
el yo individual carece; la tendencia a buscar nuevos <
vínculos secundarios> como sustitutos de los primarios
que se han perdido."
[5]

Las formas más nítidas de este mecanismo,
pueden observarse en la tendencia compulsiva hacia la
sumisión y la dominación es decir, en los impulsos
sádicos y masoquistas. Según From, las formas mas
frecuentes en que se presentan las tendencias masoquistas,
están constituidas por los sentimientos de inferioridad,
impotencia e insignificancia individual; tales personas muestran
una tendencia a disminuirse, a hacerse débiles,
rehusándose a dominar las cosas.Casi siempre exhiben una
dependencia muy marcada con respecto a situaciones que le son
exteriores, tienden a rehuir la autoafirmación, a no hacer
lo que quisieran, y a someterse, en cambio, a las
ordenes de esas fuerzas exteriores, reales o imaginarias; son
incapaces de experimentar el sentimiento"yo soy" o "yo quiero".
La otra tendencia es la que esta caracterizada por el carácter sádico, de la cual ,
podemos observar tres manifestaciones diferentes, la primera se
dirige al sometimiento de los otros, al ejercicio de una forma
ilimitada y absoluta de poder,
reduciendo a los sometidos al nivel de simples instrumentos; otra
constituida por el impulso tendiente no solo de mandar de manera
autoritaria sobre los demás, sino también a
explotarles, a robarles, a tomar su esencia es decir, incorporar
en la propia persona todo lo
que hubiere de asimilable en ella.Este deseo puede referirse
tanto a las cosas materiales , como a las intelectuales
o emocionales del individuo. El tercer tipo de tendencia
sádica lo constituye el deseo de hacer sufrir a los demas
o el de verlos sufrir, tal sufrimiento puede ser físico,
pero mas frecuentemente se trata del dolor psíquico, su
objeto es el de castigar de una manera activa, de humillar, de
colocar a los otros en situaciones incomodas o depresivas, de
hacerles pasar vergüenza.

En este punto, es necesario tener en cuenta el principio
teórico de freud el cual
indica que el masoquismo es producto del
llamado instinto de muerte,
afirmando que este se mezcla con el instinto sexual, apareciendo
de esta fusión
el mismo, (masoquismo), Cuando se dirige hacia la misma persona,
o como sadismo cuando se dirige en contra de los demas. Es de
anotar que siguiendo esta línea de pensamiento como
matriz Adler
idea los conceptos de, sentimiento de inferioridad y voluntad de
poder, esta ultima considerada como una respuesta racional que
tiene como función la
de proteger al individuo contra los peligros de su inseguridad e
inferioridad, en contraste, de la apreciación existencial
que ve la misma como la expresión de un impulso irracional
de dominación sobre los demas.

Por lo anterior se afirma desde esta perspectiva que los
impulsos de sadismo y masoquismo como rasgos de carácter y
manifestaciones de la conducta tanto pasiva como violenta,
tienden a ayudar al individuo a evadirse de su insoportable
sensación de soledad e impotencia. Partiendo de estas
sensaciones en la psiquis del individuo, se desarrollan
tendencias destructivas representadas en manifestaciones hostiles
o violentas, características de sus distintas relaciones
interpersonales, aparte de la sensación de impotencia
y poder, la conducta violenta-destructiva, parte de la
experimentación de la frustración de la vida y la
angustia; el individuo que vivencia estos estados, se considera
asi mismo aislado e impotente, creyendo obstruido el camino de la
realización de sus potencialidades, careciendo de
espontaneidad y seguridad
exterior.

La influencia del pensamiento filosófico de
Kierkegaard y Nietzsche asi
como la interpretación de teóricos como
Ludwig Binswanger, Medard Boss y Rollo May, los cuales consideran
al hombre como un
ser en formación que necesita encontrarse y sobre todo que
debe tener un sentido no como meta sino como principio rector de
su proceder, observamos que conceptos como la intencionalidad,
impotencia y poder están sujetos al ser como
representación máxime de la vida. May en su
último libro El
Lamento para Myth.  Señaló que el gran
problema del siglo veinte era nuestra pérdida de valores
Todos los valores
diferentes, a los nuestros, que se desarrollan alrededor de
nosotros nos llevan dudar de todos los valores. Mayo dice que
nosotros tenemos que crear nuestros propios valores, cada uno de
nosotros individualmente. El no desarrollar adecuadamente la
capacidad de perder el miedo y de comprender la importancia del
ahora no como temporalidad sino como esencia formativa del ser,
provocara estados de inadaptación emocional que pueden
desencadenar comportamientos enmarcados por la agresión,
la conducta agresiva, en su precepto existencial, no es vista
como totalmente negativa, es considerada necesaria para la
evolución del individuo y como pieza
fundamental en la consecución de las metas del ser. La
característica fundamental de aquel que no ha logrado
incorporar eficientemente esta agresión positiva,sera la
de un sujeto presa de estados de animo irascible, haciendo
presencia en él un sentimiento de dominancia ,un
descontrol que enmarcara actos violentos y que degradaran en una
sensación de control como necesidad, estos individuos
querrán imponer su criterio como única manera de
sentirse en equilibrio, la
inadaptación emocional creara en ellos la necesidad de
incrementar continuamente estas conductas siendo presa
fácil de estados depresivos y de pobre control de los
impulsos, la carga de ansiedad se elevara de acuerdo a las
autoexigencias y la progresiva demanda de
equilibrio, siendo probable en este momento el acto violento como
herramienta de descarga.

Perspectiva de la
conducta violenta desde el psicoanálisis

El psicoanálisis tiene una larga
tradición de autores y teorías
asi como, defensores, detractores y un sinnúmero de nuevos
seguidores, para poder comprenderlo desde sus bases es necesario
hacer referencia directa de los conceptos freudianos,
correspondientes al tema de estudio, (personalidad violenta), por
lo tanto mencionaremos apartes de las obras completas de freud
según la versión de James Strachey y colaboracion
de Anna Freud, los cuales mencionan que:

"-[6]El Esquema del
psicoanálisis nos dice que las pulsiones son fuerzas que
suponemos tras las tensiones de necesidad del ello. Son la causa
última de toda actividad. Las pulsiones primordiales son
dos, Eros y pulsión de muerte. Su acción eficaz
conjunta o contraria (Mít und Gegenein-anderwirken)
determina toda la variedad de los fenómenos vitales.
Establece la analogía con atracción y
repulsión, las dos fuerzas básicas de la mecánica clásica, y cita a
Empédocles (GW, 17, págs. 70-1). La mención
del filósofo griego se sigue mejor en otro trabajo,
«Análisis terminable e interminable», de 1937
(GW, 16, págs. 90 y sigs.). Freud ha explicado que la
inclinación al conflicto,
como tal, parece algo particular, algo nuevo que se añade
a la situación psíquica independientemente de la
cantidad de libido; el conflicto se reconduce a la presencia de
agresión libre, y esta, a una pulsión de muerte. Y
se regocija por haber encontrado su teoría de la
pulsión de muerte en uno de los grandes pensadores de la
Antigüedad, Empédocles, quien explicaba las
diferencias entre las cosas del mundo por obra de mezclas entre
cuatro elementos: tierra,
agua, fuego y
aire.

Es cierto que la del griego era una fantasía
cósmica, mientras que la teoría de las pulsiones
pretende validez biológica. Pero esa diferencia -apunta
Freud- pierde gran parte de su valor por la
circunstancia de que Empédocles consideraba animado al
universo
mismo. Había un alma del
mundo. Recuérdese la «psicomitología»
de Freud: en el mito o en la
fantasía cosmológica, es el alma quien se siente
oscuramente a sí misma; de ahí su contenido de
verdad. Pues bien: el universo es
regido por dos principios
opuestos, el amor y la
discordia. Y Freud cita el libro de Capelle Los
presocráticos, clásico en esa disciplina:
«… son fuerzas naturales que operan a modo de pulsiones
{triebhaft}, en modo alguno inteligencias concientes de sus
fines». Vale decir, amor y
discordia son causas eficientes, no causas finales en el sentido
que hemos indicado antes. Por ende, la cosmología de
Empédocles es «mecanicista» en la
acepción ya dicha. El proceso del
cosmos es la alternancia (Abwechslung) de períodos en que
el amor triunfa sobre la discordia, y a la inversa. El amor
quiere aglomerarlo todo (zusammenballen); tenemos así el
sfairos, reunido por él; pero poco a poco se
insinúa la discordia, que lo va desagregando todo; en el
proceso de desagregación nacen las cosas singulares y sus
formas, fruto de la lucha entre ambas fuerzas, hasta que se llega
a la dispersión total; y el ciclo recomienza, por la obra
del amor, en sentido contrario. Nótese bien que la
discordia, poder aniquilador, la muerte
misma, es una nada positiva, activa, no ausencia de ser. Y Freud
cierra sus consideraciones sobre Empédocles diciendo que
si la pulsión de muerte es el esfuerzo por llevar lo vivo
a la condición de inerte, ello no significa que no haya
existido desde antes de la aparición de la vida.
¡Qué dislate sería traducir aquí
«instinto», un instinto de muerte de la materia
inanimada! Claro; podría argüirse que Freud en sus
últimos años se volcó a una
especulación desmesurada, y atribuyó instintos al
cosmos. Pero creemos haber mostrado que, ya en los
artículos conocidos como
«Metapsicología», «pulsión»
se entendía mejor en una referencia al pensamiento
clásico alemán. La exposición
del desarrollo del yo, en «Pulsiones y destinos de
pulsión», presenta analogías con el juego de
posiciones y contraposiciones de la Doctrina de la ciencia, de
Fichte; acaso por el empleo de un
mismo arsenal categorial. Y aun el abordaje económico de
«Introducción del narcisismo» y
«Duelo y melancolía» trae a la memoria la
ya mencionada concepción schellinguiana de sujeto y objeto
como magnitudes cuantitativas; entonces, dentro de esa
tradición, el solo análisis de una situación
psíquica en términos de sujeto y objeto remite a
una consideración «económica»: el yo
del yo se empobrece cuando se enriquecen los objetos del yo, y a
la inversa.

En el pasaje citado de «Análisis
terminable e interminable», Freud menciona una posible
criptomnesia en cuanto a su tesis de la
pulsión de muerte; acaso sus lecturas de joven … Y si en
Esquema del psicoanálisis se nos dice que las pulsiones
son causa productora, constitutiva, de lo psíquico y de lo
vital, y por otro lado Capelle señala que en
Empédocles no son fuerzas concientes, no son causas
finales, sino eficientes, nos vemos remitidos otra vez a la
Antropogenia de Haeckel, publicada, en verdad, durante la
juventud de
Freud:

«No conocemos ninguna materia que no posea
fuerzas, y a la inversa, no conocemos fuerzas que no estén
ligadas a materias.

Cuando las fuerzas se manifiestan como movimientos,
las llamamos fuerzas vivas (activas) o fuerzas en acción;
en cambio, cuando se encuentran en estado de reposo o de
equilibrio, las llamamos fuerzas latentes o fuerzas de
tensión. Esto vale tanto para los cuerpos naturales
orgánicos como para los inorgánicos. El imán
que atrae a la limadura de hierro, la
pólvora que explota, el vapor de agua que impulsa a la
locomotora son anórganos vivientes; actúan por
fuerza viva tanto como la mimosa sensitiva que al tacto repliega
sus hojas, como el venerable amphioxus que se entierra en la
arena marina, como el hombre que
piensa. Sólo que en estos últimos casos las
combinaciones de diversas fuerzas que se manifiestan como
"movimiento"
son mucho más complicadas y más difíciles de
conocer que en los primeros. Nuestra antropogenia nos ha
conducido al resultado de que en toda la historia de la evolución
humana, en la ontogénesis como en la
filogénesis, no operan tampoco otras fuerzas que las
actuantes en el resto de la naturaleza, orgánica e
inorgánica. En definitiva, todas las fuerzas que
actúan aquí las podemos reconducir al acrecimiento,
a esa función fundamental de la evolución por la
cual nacen tanto las formas de los seres inorgánicos como
la de los organismos {…}. Pero si consideramos más a
fondo esta "ley de
acrecimiento", hallamos que en definitiva se puede siempre
reconducir a aquella atracción y repulsión de los
átomos animados que ya Empédocles designaba como
"amor y discordia" de los elementos» (Haeckel,
Antropogenia, págs. 617-8 de la versión italiana de
1895).

En ese pasaje del Esquema del psicoanálisis
Freud decía que más allá del reino de lo
vivo, en lo inorgánico, el par de opuestos
atracción y repulsión era lo análogo a las
dos pulsiones fundamentales. Tomemos ahora dos textos que
constituyen casi puntos temporales extremos en el desarrollo del
pensamiento freudiano. En el «Proyecto de
psicología» (AdA, pág. 406), el estado de
deseo (Wzínsch; a diferencia de «apetito»,
Begierde) determina una atracción hacia cierto objeto o su
huella mnémica; en cambio, la vivencia de dolor provoca
una repulsión a mantener investida la imagen
mnémica hostil. Es el juego de fuerzas de la
represión. Y en «La negación», de 1925,
se lee que la afirmación en el juicio pertenece al Eros,
en tanto la negación pertenece a la pulsión de
destrucción.

Ahora bien, el juicio, como operación, las
supone a ambas, no es posible antes de la creación del
«no», el símbolo de la negación. Y
sí esa contradicción que constituye la base de todo
discurso
humano es retoño de la otra, la que se operó en la
represión, es al mismo tiempo lo que
permite un primer grado de independencia respecto de las
consecuencias de la represión. La repulsión, que
pertenece a la pulsión de muerte, aparece así como
fundadora del pensamiento humano. De una serie a otra, de un
orden del ser a otro, pueden producirse vuelcos en las posiciones
respectivas de atracción y repulsión, de Eros y
pulsión de muerte. Y además, toda atracción
es repulsión y viceversa. Leemos en «La
represión»: «Se comete un error cuando se
destaca con exclusividad la repulsión que se ejerce desde
lo conciente sobre lo que ha de reprimirse. En igual medida debe
tenerse en cuenta la atracción que lo reprimido primordial
ejerce sobre todo aquello con lo cual puede ponerse en
conexión» (GW, 10, págs. 250-1). Pero desde
ahora parece probable que la tradición de Haeckel y de la
filosofía de la naturaleza es el obligado
contexto del texto
freudiano: El esforzar de las pulsiones.

En «Pulsiones y destinos de
pulsión» Freud explica que la pulsión no
actúa como una fuerza (Kraft) de choque momentánea,
sino como una fuerza constante, y, también, que la huida
frente a los -estímulos pulsionales es inútil, pues
conservan su konstant drángenden Charakter, su
carácter de esfuerzo constante. En el mismo texto, la
pulsión se define por su fuente, que es un proceso
somático; por su objeto (Objekt), aquello en o por lo cual
la pulsión puede alcanzar su meta; por esta última,
que es la descarga de satisfacción, canceladora del estado
de tensión en la fuente pulsional; el cuarto
término asociado con el concepto de
pulsión es Drang. Para este, el Vocabulaire de la
psychanalyse consigna, como versión al castellano,
«presión». Strachey traduce pressure,
y a veces urge. López-Ballesteros, « perentoriedad
».

Freud define Drang como la suma de fuerza (Kraft) o
medida de la exigencia de trabajo (Arbeit) que la pulsión
representa. Parece bien, por ello, decir «esfuerzo»
en castellano. Y no es el único trabajo en que ambos
conceptos aparecen asociados. Veamos otro ejemplo, esta vez de
Psicología de las masas y análisis del yo:
«… la indagación psicoanalítica nos ha
enseñado que todas esas aspiraciones son la
expresión de las mismas mociones pulsionales que entre los
sexos esfuerzan en el sentido {hindrángen} de la
unión sexual; en otras constelaciones, es verdad, son
esforzadas a apartarse {abdrángen} de esa meta… »
(GW, 13, pág. 98). Pocas líneas más adelante
habrán de mencionar una Liebeskralt, una fuerza de
amor.

Volvamos ahora a una consideración conceptual:
los términos que Freud explica con respecto a la
pulsión podrían agruparse de a dos. Fuente y
esfuerzo, por un lado, y objeto y meta, por el otro. En
«Pulsiones y destinos de pulsión», Freud dice
que se descompone en dos procesos: una
vuelta de la actividad hacia la pasividad, y el trastorno en
cuanto al contenido.

La primera atañe a la meta de la
pulsión. El segundo, sólo se conoce en un caso, la
trasposición del amor en odio; y páginas más
adelante lo redefine como mudanza de una pulsión en su
contrario material (materiell). Si el primer trastorno tiene que
ver con la meta, este segundo se refiere a la fuente o a la
fuerza portadora del proceso. Ahora bien, siguiendo a Fichte
pudimos ver que la «pulsión» incluía su
«objeto» por intermedio de una actividad ideal del
yo. Así se enlazaba lo real con lo ideal. Y en Freud, la
pulsión es un concepto fronterizo entre lo somático
y lo anímico. Entonces, si el yo es el mediador entre la
pulsión y su satisfacción (su meta), el medio de
que a su vez se vale es el objeto. Ya se vio que
«objeto», en Freud, puede significar «cosa del
mundo» (Ding), pero también una
representación, una síntesis
de lo dado en la percepción. Por tanto, en este
último sentido, el objeto es «forma».
Así, parece que el esquema aristotélico nos ayuda a
entender el difícil desarrollo donde se expone, en ese
mismo trabajo, el tránsito del sadismo al
masoquismo.

La vuelta de la agresión hacia la persona propia
sería un cambio de forma; mejor dicho, la persona
cobraría la forma del objeto, y ello necesariamente
implica un trastorno de la meta (por el nexo particular que une
causa final y causa formal, la casa pensada por el arquitecto y
la forma de una casa en general). Sí el trastorno
amor-odio es material el trastorno de metas sería formal.
Y el paso del sadismo al masoquismo documentaría una
subversión específicamente humana del objeto, del
término medio que era «un medio», y ahora se
sitúa en ambos extremos, «objetifica» al yo-".
Empezó a defender la idea de que cada persona tiene una
necesidad inconsciente de morir. : La vida puede ser un proceso
bastante doloroso y agotador. Para la gran mayoría de las
personas existe más dolor que placer, algo, por cierto,
que nos cuesta trabajo admitir. La muerte promete la
liberación del conflicto"-.

La evidencia cotidiana de la pulsión de
muerte y su principio de nirvana está en nuestro deseo de
paz, de escapar a la estimulación, en nuestra
atracción por el alcohol y los
narcóticos, en nuestra propensión a actividades de
aislamiento, como cuando nos perdemos en un libro o una
película y en nuestra apetencia por el descanso y el
sueño. En ocasiones esta pulsión se representa de
forma más directa como el suicidio y los
deseos de suicidio. Y en otros momentos, tal y como Freud
decía, en la agresión, crueldad, asesinato y
destructividad.

Alfred Adler postula una única "pulsión" o
fuerza motivacional detrás de todos nuestros
comportamientos y experiencias. , con base a la experiencia
clínica y a la madurez terapéutica Adler
reconfiguro sus afirmaciones, llamando a este instinto,
afán de perfeccionismo. Constituye ese deseo de
desarrollar al máximo nuestros potenciales con el fin de
llegar cada vez más a nuestro ideal. La perfección
y los ideales son, por definición, cosas que nunca
alcanzaremos. De hecho, muchas personas viven triste y
dolorosamente tratando de ser perfectas. El afán de
perfección no fue la primera frase que utilizó
Adler para designar a esta fuerza motivacional. Su frase original
fue la pulsión agresiva, la cual surge cuando se frustran
otras pulsiones como la necesidad de comer, de satisfacer
nuestras necesidades sexuales, de hacer cosas o de ser amados.
Sería más apropiado el nombre de pulsión
asertiva, dado que consideramos la agresión como física y negativa.
Pero fue precisamente esta idea de la pulsión agresiva la
que motivó los primeros roces con Freud. A pesar de las
reticencias de Freud, él mismo habló de algo muy
parecido: la pulsión de muerte. Otra palabra que Adler
utilizó para referirse a esta motivación
básica fue la de compensación o afán de
superación. Dado que todos tenemos problemas,
inferioridades de una u otra forma, conflictos,
etc.; sobre todo en sus primeros escritos, Adler creía que
podemos lograr nuestras personalidades en tanto podamos (o no)
compensar o superar estos problemas. Aunque para Adler todas las
neurosis se
pueden considerar como una cuestión de un interés
social insuficiente, sí hizo una distinción,
basándose en los diferentes niveles de energía que
utilizaban.

Uno de estos es el tipo dominante. Desde su infancia,
estas personas desarrollan una tendencia a ser agresivos y
dominantes con los demás. Su energía (la fuerza de
sus impulsos que determina su poder personal) es tan
grande que se llevan lo que haya por delante con el fin de lograr
este dominio. Los
más enérgicos terminan siendo sádicos y
valentones; los menos energéticos hieren a los
demás al herirse a sí mismos, como los
alcohólicos, adictos y suicidas. Teniendo como punto de
encuentro el efecto de los tipos o procesos que influyen en el
desarrollo de las personalidades violentas y sus
características debemos retomar las apreciaciones de
Erikson cuando comenta los conceptos de su quinto estadio de
desarrollo. Esta etapa es la de la adolescencia,
empezando en la pubertad y
finalizando alrededor de los 18-20 años. La tarea
primordial es lograr la identidad del
Yo y evitar la confusión de roles. La identidad yoica
significa saber quiénes somos y cómo encajamos en
el resto de la sociedad. Exige que tomemos todo lo que hemos
aprendido acerca de la vida y de nosotros mismos y lo moldeemos
en una autoimagen unificada, una que nuestra comunidad
estime como significativa.

Hay cosas que hacen más fácil estas
cuestiones. Primero, debemos poseer una corriente cultural adulta
que sea válida para el adolescente, con buenos modelos de
roles adultos y líneas abiertas de comunicación. Además, la sociedad
debe proveer también unos ritos de paso definidos; o lo
que es lo mismo, ciertas tareas y rituales que ayuden a
distinguir al adulto del niño. Tanto los chicos como las
chicas deberán pasar por una serie de pruebas de resistencia, de
ceremonias simbólicas o de eventos
educativos. De una forma o de otra, la diferencia entre ese
periodo de falta de poder, de irresponsabilidad de la infancia y
ese otro de responsabilidad propio del adulto se establece de
forma clara. Sin estos límites,
nos embarcamos en una confusión de roles, lo que significa
que no sabremos cuál es nuestro lugar en la sociedad y en
el mundo.

Erikson dice que cuando un adolescente pasa por una
confusión de roles, está sufriendo una crisis de
identidad. Una de las sugerencias que Erikson plantea para la
adolescencia en nuestra sociedad es la de una moratoria
psicosocial. Anima a los jóvenes a que se tomen un "tiempo
libre". Existe un problema cuando tenemos demasiado "identidad
yoica". Cuando una persona está tan comprometida con un
rol particular de la sociedad o de una subcultura, no queda
espacio suficiente para la tolerancia.
Erikson llama a esta tendencia mal adaptativa fanatismo. Un
fanático cree que su forma es la única que existe.
Por descontado está que los adolescentes
son conocidos por su idealismo y
por su tendencia a ver las cosas en blanco o negro. Éstos
envuelven a otros alrededor de ellos, promocionando sus estilos
de vida y creencias sin importarles el derecho de los
demás a estar en desacuerdo. La falta de identidad es
bastante más problemática, y Erikson se refiere a
esta tendencia maligna como repudio. Estas personas repudian su
membresía en el mundo adulto e incluso repudian su
necesidad de una identidad. Algunos adolescentes se permiten a
sí mismos la "fusión" con un grupo,
especialmente aquel que le pueda dar ciertos rasgos de identidad:
sectas religiosas, organizaciones
militaristas, grupos
amenazadores; en definitiva, grupos que se han separado de las
corrientes dolorosas de la sociedad. Pueden embarcarse en
actividades destructivas como la ingesta de drogas,
alcohol o incluso adentrarse seriamente en sus propias
fantasías psicóticas. Después de todo, ser
"malo" o ser "nadie" es mejor que no saber quién soy. Si
logramos negociar con éxito
esta etapa, tendremos la virtud que Erikson llama fidelidad.
Erikson es un psicólogo del Yo freudiano. Esto significa
que acepta las ideas de Freud como básicamente correctas,
incluyendo aquellas debatibles como el complejo de Edipo,
así como también las ideas con respecto al Yo de
otros freudianos como Heinz Hartmann y por supuesto, Anna Freud.
No obstante, Erikson está bastante más orientado
hacia la sociedad y la cultura que
cualquier otro freudiano, Prácticamente, desplaza en sus
teorías a los instintos y al inconsciente.

Otra idea interesante del análisis psicodinamico
es la posición de Otto Rank en lo relativo a la
competición entre la vida y la muerte. Defiende que
tenemos un "instinto de vida" que nos empuja a lograr la
individualidad, la competencia y la
independencia, así como hay un "instinto de muerte" que
nos empuja a ser parte de una comunidad, de una familia o de la
humanidad. Estos instintos se acompañan de un miedo
particular a cada uno de ellos. El "miedo a la vida" es el miedo
a la separación, a la soledad y al aislamiento; el "miedo
a la muerte" es el miedo a perderse dentro del todo, al
estancamiento o a no ser nadie.

En 1942 Theodor Relk, sitúa el sentimiento de
culpa como causa del acto violento, según su
posición teórica determinadas personas realizan
hechos violentos o delictivos buscando inconscientemente ser
castigados. A. Alchorn afirma que el niño nace como un ser
asocial (reclamando la satisfacción de sus necesidades sin
tener en cuenta el mundo que lo rodea), los procesos educativos
facilitan el paso de lo asocial a lo social, en algunos niños
este proceso educativo se detiene y ellos se rigen por el
principio del placer es decir buscan la satisfacción
inmediata de sus necesidades sin que sirvan de control las
normas
sociales. K. Friedlander (1981) siguiendo las teorias de Alchorn,
manifiesta que en los individuos de conducta violenta se detecta
una imperfecta formación del súper yo, que conlleva
a un fracaso en el proceso de adaptación
social.

Winnicott coincide con J. Bowlby que las tendencias
agresivas que conducen a la conducta violenta y su
manifestación delincuencial, se caracterizan por una
deprivacion decisiva de tipo afectivo, incorporación de la
figura de la madre, en la infancia.

Los conocimientos derivados de los estudios de género han
contribuido a diferenciar la habitual asociación entre
violencia y masculinidad, y a desmitificar las explicaciones de
la violencia masculina en el ámbito doméstico como
secundaria a trastornos psicopatológicos individuales, al
uso de alcohol o drogas, o a factores económicos y
educacionales, aunque estos puedan ser tenidos como factores de
riesgo. Se ha
demostrado que la violencia en los vínculos y su reproducción son el producto de la
internalización de pautas de relación en una
estructura jerárquica entre los géneros, modelo
familiar y social propio del patriarcado que la acepta como
procedimiento
viable para resolver conflictos. [7]

Según Badinter , en nuestra cultura la construcción de la subjetividad masculina
tendría un carácter reactivo y tres serían
sus pilares: "no ser mujer, no ser
niño, no ser homosexual. El modelo de masculinidad
tradicional, asentado en el mito del héroe, pervive entre
nosotros como estereotipo promedio aunque sea cuestionado. Un
verdadero hombre debe ser fuerte, competitivo, exitoso en
el trabajo y
con las mujeres, valiente y arriesgado aunque deba pagar el
costo de sus
excesos, autosuficiente y agresivo". Por lo tanto es necesario
que el cuestionar cuanto de esta mística masculina
está en la base de las dificultades que exhiben los
hombres en el acercamiento afectivo a sus hijos varones y
constituye un obstáculo a lo que entendemos como un buen
desempeño de la función paterna
así como la resistencia a establecer vínculos
reales de identificación con sus hijas tomando
generalmente una actitud de
desplazamiento de responsabilidad hacia la madre. En un trabajo
sobre la violencia en la infancia, S. Morici, la entiende como el
producto de un déficit de la función paterna
consistente en permutar las reglas basadas en lo simbólico
por reglas pulsionales regresivas donde la violencia es una regla
en sí misma. Existirían diferencias entre los
niños que habían podido identificarse con el padre
a nivel simbólico (en función legisladora y
protectora) de los que no y por ende necesitaban identificarse
con el padre violento real.

El pensamiento psicoanalítico actual parece
brindar cada vez mas importancia a la vida pre-edípica y
dentro de ella al padre de la prehistoria
personal como lo llamaba Freud, al padre diádico (Peter
Blos), al padre imaginario arcaico (Julia Kristeva), al padre
como segundo otro (Jessica Benjamin). Todo esto con el fin de
poder entender as motivaciones inconcientes que rigen el que en
algunos individuos hombre o mujer se desarrollen conductas
violentas que determinan sus interrelaciones.

Perspectiva de la
conducta violenta desde lo cognitivo

Como muestra
histórica y prueba de la reconsideración
teórica de los conceptos, comentamos los postulados de
George Nelly el cual define los procesos como nuestras
experiencias, pensamientos, sentimientos, comportamientos. Todas
estas cosas están determinadas, no solamente por la
realidad externa, sino por nuestros esfuerzos de anticiparnos al
mundo, a otras personas, y a nosotros mismos, en todo momento y
siempre, día tras día, año tras año
como manifestación de actos tendientes a estructurar
nuestras conductas. Kelly llama a este acto agresión,
Incluyendo a la agresión propiamente dicha: "si
alguien critica mi corbata, podré mandarle al diablo, en
cuyo caso podré llevar mi corbata en paz".
Pero
también incluye lo que hoy se conoce como asertividad: a
veces las cosas no son como deberían ser, y podemos
cambiarlas de manera que encajen con nuestros ideales. ¡Sin
asertividad no habría progreso social! Una vez más,
cuando nuestros constructos centrales están en el punto de
mira, la agresión se convierte en hostilidad. La
hostilidad es una manera de insistir en que nuestros constructos
son válidos, no importa la evidencia de lo
contrario.

Kelly intenta enmarcar consecuencias dentro de los
procesos cognitivos al dar su concepto de un trastorno
psicológico: "Cualquier construcción personal que
se use de forma repetitiva a pesar de su consistente
invalidación." Los comportamientos y pensamientos sobre la
neurosis, depresión,
paranoia, esquizofrenia,
etc., son todos buenos ejemplos. Igualmente que los patrones de
violencia, fanatismo, criminalidad, avaricia, adicción y
demás. La persona llega a un punto donde no puede
anticipar de buena manera ni tampoco puede conseguir nuevas
vías de relacionarse con el mundo. Está cargada de
ansiedad y hostilidad; es infeliz y también está
provocando la infelicidad a los demás. Está basada
en el MODELO COGNITIVO, cuya hipótesis es que las
emociones y las conductas de las personas están
influenciadas por su percepción de los eventos. No es la
situación en sí misma la que determina lo que las
personas sienten, sino más bien la manera en que
construyen esa situación.

Existen tres niveles de organización del sistema cognitivo: los
pensamientos automáticos, las creencias intermedias
(actitudes
reglas y suposiciones) y las creencias centrales a
saber:[8]

Los pensamientos automáticos son pensamientos
evaluativos rápidos, que no son el resultado de la
deliberación o el razonamiento. Parecen surgir
espontáneamente, y con frecuencia son rápidos y
breves. Es muy posible que la persona apenas sea consciente de
esos pensamientos, es mucho más probable que sea
consciente de la emoción que les sigue.

Las creencias intermedias no se encuentran articuladas y
corresponden a actitudes, reglas y suposiciones que la persona ha
ido construyendo a lo largo de su vida. Pueden ser positivas o
negativas.

Las creencias centrales son las ideas más
centrales sobre el autoconcepto. Algunos autores se refieren a
estas creencias como esquemas.

Beck diferencia los dos conceptos sugiriendo que los
esquemas son estructuras cognitivas dentro de la mente, el
contenido específico de los cuales son creencias
centrales. Además teoriza que las creencias centrales
negativas caen en dos categorías amplias: aquellas
asociadas con la indefensión y aquellas asociadas con la
innamabilidad Los esquemas cognitivos se definen como
construcciones subjetivas de la experiencia personal en forma de
significados o supuestos personales que guían nuestra
conducta y emociones de manera "inconsciente".

Son representaciones mentales de nuestra experiencia en
la vida, pero no meras copias de lo que nos ha sucedido sino
más bien nuestra experiencia organizada con sentido
personal. La forma de pensar con la que se enfoca y experimenta
la vida por cada persona. En el lenguaje
psicológico : "la organización de nuestra
experiencia en forma de significados personales, que guía
nuestra conducta, emociones deseos y metas personales".Estos
esquemas cognitivos están, en cierto modo, localizados en
nuestro cerebro en los circuitos
neuronales de la memoria, son el
resultado del desarrollo biológico y las experiencias de
aprendizaje de
cada persona y están constituidos por los significados que
tiene cada persona respecto del mundo y de si mismo. De hecho,
cuando hablamos de "mente humana" nos referimos al funcionamiento
de estos esquemas en forma de fenómenos como
"conocimiento", "memoria", "deseos", "sentimientos", "conducta",
etc. Desde esta perspectiva se considera que la psicopatologia
(trastornos psicológicos) y todas las manifestaciones
comportamentales asi como las conductas características de
la personalidad son el resultado de alteraciones en la
organización o funcionamiento de los significados
personales.En el desarrollo de una persona los primeros esquemas
cognitivos creados son los esquemas tempranos nucleares ( Algunos
psicólogos le llaman también modelos operativos o
guiones). Se refieren a escenas cargadas de afecto. El
niño ante de desarrollar el lenguaje
(desde el nacimiento hasta los 3-4 años aproximadamente) a
partir de su experiencia de vinculación afectiva con sus
progenitores, por lo general los padres, se construye mentalmente
su experiencia en forma de imágenes o
escenas sobre acontecimientos repetitivos (relaciones con sus
padres, si mismo y entorno). Esa organización mental de
escenas-nucleares o centrales- van a constituir la "base de su
personalidad" en el sentido de que la influencia posterior de
otras experiencias de su vida va a estar matizada por estas
experiencias primarias. Esa experiencias primarias se relacionan
como hemos dicho con la vinculación afectiva con sus
padres, sobretodo con la madre. A esa vinculación afectiva
se le ha denominado apego (Bowlby,1969,1973). El apego no abarca
no solo los primeros años de la vida infantil, sino toda
la vida, pero es en los primeros años de la vida cuando va
a dejar su más marcada influencia.

La teoría del apego defiende que las personas
tienen una disposición innata al vínculo afectivo
con otros seres humanos: buscar la proximidad hacia adultos
específicos que proporcionan protección contra los
peligros. La calidad de esta
experiencia de apego afectivo y sus alteraciones van a ser
"guardadas" por la persona en su memoria de acontecimientos
vividos (llamada memoria episódica) de manera
"inconsciente".Esos acontecimientos vividos personalmente en esas
experiencias formaran los esquemas cognitivos tempranos que van a
influir en la manera en que una persona determine : 1º-La
valoración de las otras personas que vaya conociendo,
2º-El grado de confianza y aceptación de si mismo,
3º-La manera de explicar y atribuir erróneamente o no
los acontecimientos a determinadas causas (p.e. sentir ira y
vivirla como angustia atribuida), 4º-El equilibrio personal
entre la capacidad para explorar nuevas experiencias y el buscar
seguridad en otros. [9]

Desde esta perspectiva las fallas presentes en los
procesos de socialización son la causa primordial del
comportamiento delictivo y por ende de la conducta violenta
(garcia y Sancha, 1985). Para realizar un análisis
concreto de la visión cognitiva, respecto a las
características de personalidad de las personas violentas,
tenemos que consignar los conceptos de Eysenck (1977), el cual
define la personalidad según tres dimensiones a
saber:

a.- Extraversión: Se define por los rasgos de
conducta de sociabilidad, impulsividad y búsqueda de
estimulación; su mecanismo psicológico puede ser la
excitación o la inhibición y tiene como sustrato
biológico la formación reticular.La mayor
extraversión se define por un menor grado de
activación cortical (*arousal*).

b.- Neuroticismo: tiene como rasgo de conducta la
inestabilidad emocional y la ansiedad, como mecanismo
psicológico la emotividad y como sustrato biológico
el sistema nervioso
vegetativo.

c.- Psicoticismo: tiene como rasgos de conducta la
presencia de antisociabilidad, baja emotividad y ausencia de
sentimiento de culpa.

Las manifestaciones comportamentales de violencia y
agresión estarán demarcadas por la relación
entre estas dimensiones teniendo que, la combinación de
una alta extraversión(caracterizada por un bajo nivel de
condicionabilidad) con el neuroticismo(potenciador de la conducta
antisocial de los extrovertidos)daría lugar a un tipo
delictivo del psicópata secundario que se
caracterizaría por una conducta antisocial, pero con un
sentimiento de culpa posterior.El psicoticismo define al
psicópata primario que se caracteriza por una baja
emotividad y una ausencia de culpabilidad
,estando presente episodios de
violencia.(Pérez,1984).

Dentro de este marco de pensamiento de tipo cognitivo
encontramos a garrido Genoves, el cual se involucra en el
paradigma
cognitivo social quien a partir del análisis y
correlación de estudios de Ross, menciona una diversidad
de funciones cognitivas presentes en individuos de conducta
violenta con un proceder delictivo entre otras
tenemos:

  • 1. El individuo tiende a actuar de manera
    impulsiva.

  • 2. Hay una confrontación entre el
    razonamiento abstracto y el concreto, teniendo un pensamiento
    dirigido a la acción.

  • 3. La persona posee una rigidez cognitiva, sus
    ideas son fijas sin que se les pueda hacer variar.

  • 4. Esquemas de control, el sujeto no se
    responsabiliza de sus actos depositando en los demas la
    responsabilidad.

  • 5. Se observan distorsiones cognitivas que lo
    llevan a interpretar agresivamente las
    situaciones.

Valverde (1984) ha señalado que la labilidad
emocional del delincuente juvenil es un mecanismo adaptativo al
entorno hostil en que se desenvuelve su vida. En entornos
barriales deprivados, con distintas formas de violencia es
adaptativo el mantener una extremada alerta y reaccionar ante las
amenazas percibidas con rapidez, de una forma que para el
observador externo puede parecer desproporcionada. De la misma
manera, la realización de actividades delictivas conlleva
aprender a identificar las fuentes de
peligro o riesgo, actuar de forma rápida en situaciones
que suponen mucha tensión y mantener un mínimo
autocontrol emocional y conductual. Como señalan las
teorías de la asociación diferencial y del
aprendizaje social estas habilidades pueden ser aprendidas, al
menos en parte, en el marco de la interacción social con otros delincuentes
de carácter violento,[10] de acuerdo con la
teoría de la asociación diferencial y la del
aprendizaje social (Sutherland y Cressey, 1974, Bandura, 1986,
ambos en Hamilton y Rauma, 1995) la conducta delictiva se aprende
tanto por contacto directo con otros delincuentes
(asociación diferencial) como por observación de las consecuencias que
reciben determinados modelos (aprendizaje social) lo que facilita
la impronta de comportamientos violentos como
característica.

Según Jorge Corsi, se ha comprobado que los
hombres violentos han incorporado en su proceso de
socialización de género un conjunto de creencias,
valores y actitudes que en su configuración más
estereotipada delimitan la denominada "mística masculina":
restricción emocional, homofobia, modelos de control,
poder y competencia, obsesión por los logros y el
éxito.

Modelos
teóricos semejanzas, diferencias en los conceptos sobre
conducta violenta [11]

Contrastar los diferentes Modelos
teóricos que encierran las variadas escuelas
psicológicas cuya materia de estudio es la conducta
violenta, es una labor que se presta para la replica de opiniones
y conceptos, la dicotomía mente, cuerpo, ambiente esta
presente en todos los autores, generándose desde hace
mucho tiempo, (mediados del siglo 19 hasta nuestra fecha), no una
reevaluación conceptual sino un afán de
confirmación de la verdad esgrimida por cada uno de ellos,
por tanto mencionaremos objetivamente variadas teorías,
sustento de modelos teóricos, con el fin de brindar una
perspectiva amplia de cómo es percibida y evaluada la
conducta violenta.

Como referencia histórica es menester mencionar
que Los primeros modelos son de corte biologista los cuales se
desarrollaron bajo la fuerte influencia del positivismo,
que plantea la idea de la conexión de la conducta violenta
con estigmas biológicos; involucran la
antropometría como modelo de investigación y la utilizan como
técnica de identificación de los
delincuentes. Bertillon desarrolla la técnica de
identificación a través de medidas corporales,
clasificó 11 medidas. Otros autores que intentaron
contrastar la información desde este punto de vista fueron
Lombroso y Gorin Otón, los cuáles, aunque no
lograron confirmar de manera total sus conceptos, iniciaron una
nueva etapa en la concepción del criminalidad
dándole un "rostro" a las manifestaciones y
vinculándolas con el individuo y sus
características. La biopatología trata de lograr la
correlación entre las características
físicas y la conducta delictiva, estableciendo algunas
relaciones con los rasgos físicos y de
carácter.

De igual manera la psicopatología de Kretemen
halla una relación antropométrica, describiendo
cinco características relacionadas estructural y
corporalmente con la geometría y el
comportamiento a saber: 1. Leptosomático, define al
individuo de cuerpo delgado, alargado, cabeza pequeña
nariz puntiaguda representación geométrica
corresponde lineal vertical (don Quijote); 2.
El atlético lo describe de gran masa muscular,
tórax ancho representación geométrica
corresponde a un triangulo; 3. El picnico en él predomina
el abdomen, su cadera es redonda y ancha extremidades cortas y su
representación geométrica correspondería a
un círculo; 4. El displástico cuyas
características generales son: a. gigantismos
b. obesos mórbidos c. enanos-infantilismo su
relación geométrica es eunocoide; 5. combina todas
las anteriores.

Clasificación según las
características.

1. El esquizofrénico cuya constitución es leptosomatica y su
temperamento lo describe como introvertido.

a. Hiperesteticos, los indica como personas
nerviosas irritables.

b. Intermedios fríos
enérgicos, su proyección es, individuos
serenos.

c. Anestésicos apáticos, son
personas con tendencia ser solitarias

e. indolentes. Cuya tipo seria el
más grave, su compromiso patológico seria la
esquizofrenia.

2. El ciclotímico de constitución picnica
cuyo temperamento es extrovertido. En esta categoría
describe tres subtipos.

a. Hipomaniaco, euforia continua b.
Sintomáticos, realistas y prácticos c.
Flemático, tranquilo y silencioso. El tipo más
agravado de ciclofrenía (es el maniaco
depresivo)

3. El viscoso de constitución atlética lo
categoriza como los individuos de mayor proclividad a la
violencia presentando los índices más altos de
violencia, describe su comportamiento como el más
enérgico. Y su componente patológico lo ubica de
comportamiento agresivo y violento.

La Escuela
Norteamérica cuyo autor Sheldon realiza una
clasificación categórica relacionando la
constitución somática por capas desde lo más
interno hasta lo externo.

Capas concéntricas, se refiere a la partes
más internas –vísceras, Las intermedias
–esqueleto, Las externas -la epidermis

Según el predominio del individuo se daría
el predominio del perfil:

Endomorfo, predominan las vísceras cuya
estructura es baja, esta persona tendría tendencia a la
obesidad.
Correspondería al picnico de figura geométrica
circular.

M, corresponde al atlético cuyo predomino
es el esqueleto, relación geométrica el
triangulo.

Hectomorfo, predomina la epidermis el sistema
nervioso representa una línea vertical, corresponde al
lectosomático

Por tanto se presentarían una serie de
características biológicas que determinarían
un perfil que los identificaría:

El viserotónico, endomorfo de temperamento
extrovertido.

El somatotónico, mesomorfo de temperamento
enérgico y en este tipo predomina en los grupos
criminales.

El cerebrotónico, correspondería al
hectomorfo, lepsotomatico de temperamento
esquizofrénico.

Concluyendo los autores de esta tendencia que el mayor
índice de delincuentes que muestran conductas violentas se
encuentra en los mesomorfos con comportamiento
somatotónico –el atlético con comportamiento
viscoso.

Todo lo anterior muestra como el interés de los
representantes de este modelo histórico, buscan
afanosamente poder identificar al individuo, que ha cometido
actos violentos o criminales, a trabes de la observación
física, teniendo en cuenta las características
corporales, la similitud que algunos grupos de personas ya sea
por etnia o
afinidad cultural poseen, no brinda suficiente certeza para
enmarcar de manera concreta a un individuo cuyo comportamiento
gire en torno a la
violencia. Los trastornos de personalidad no son exclusivos de
ciertas contexturas físicas y la sintomatología que
impera en los distintos estados emocionales son directamente
proporcionales a las vivencias de cada sujeto en
particular.

Una vez repasado la tendencia histórica
encontramos la posición neurofisiológica que busca
correlacionar los rasgos constitucionales y rasgos
temperamentales. Como primer paso recoge estudios a partir de la
aplicación de la técnica de la
encefalografía la cual mide de forma gráfica la
actividad cerebral y trata de establecer una correlación
entre la actividad cerebral con la disfunción del
comportamiento y cómo estos registros indican
la afectación de la conducta.

Partes: 1, 2, 3, 4
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter