A modo de introducción, quisiera evocar en este
trabajo, el
pensamiento
del Legislador y Filósofo griego LICURGO (S. IV A de C),
quien define al proceso
educativo y a la educación de la
siguiente manera : " .. la educación, basada en
una concepción exacta de la vida transformaría la
cara del mundo… debemos educar a nuestros hijos,
esclarecer su inteligencia
pero ante todo debemos hablar a su corazón
enseñándoles a despojarse de sus
imperfecciones… Recordemos que la sabiduría, por
excelencia, consiste en volvernos mejores. Se percibe por lo
tanto, que la educación no se constituye en mero
establecimiento de información, pero sí de trabajar las
potencialidades del ser a fin de que florezcan a semejanza de
belleza y perfumada flor"
El verbo Educar: proviene del Latín Educar o
EDUCCERE, que significa extraer de dentro
En pos de meditar la actitud
utilitante y productivista que caracteriza a nuestra época
y que nos pone en constante peligro, pretendo a través de
los aportes de M. HEIDEGGER y
HANS G. GADAMER, esbozar una posible respuesta a mi hipótesis , que es el núcleo central
de mi trabajo de investigación en la tesis de esta
maestría.
La misma hace referencia a: "Cómo construir una
identidad
Política,
Social y Pedagógica de la Educación permanente de
Jóvenes y Adultos, bajo los principios de
Equidad,
Igualdad e
Inclusión Social".
Heidegger, no logra explicarse porqué Occidente,
y por ende los países en vías de desarrollo
como el nuestro, han llegado a desconocer el fin del obrar del
hombre y
acepta todo otro valor que no
remita a la utilidad. Esto se
ve en los intentos de imponer en nuestras instituciones,
el sentido utilitarista, que terminó con el destierro de
otra herencia: el
desconocimiento del ser, y yo agregaría el abandono de la
identidad histórica de nuestros pueblos originarios, es
decir, nos hemos olvidado de nuestras propias
raíces.
Sin ánimo de negar la importancia de la modernidad, en
relación al conocimiento y
a la política, entendida ésta, como el arte de gobernar
( Luís Sánchez Agresta. 1976) , no pueden ignorarse
las consecuencias negativas causadas por la absolutización
de un modelo de
conocimiento y la dogamtización de praxis.
La planetarización de lo técnico como
producción y explotación, lo que hoy
llamamos globalización económica, es una
muestra actual
de estas consideraciones. A nosotros, parte integrante de los
países sujetos a la planificación económica, sumergidos
en el utilitarismo de los países centrales, nos toca hoy
una posibilidad: la de pensar lo propio, dada la crisis de lo
político y el modelo técnico y
productivo.
El giro hermenéutico en términos de
Heidegger, interpreta el lenguaje
como el lugar en que la existencia intersubjetiva descubre y
comprende al mundo, el que está siempre allí, como
"nuestro mundo"; mundo que es la transmisión de una
tradición, fondo y horizonte pre-comprendido desde donde
se habla y se obra la
comunicación como conversación.
En estos momentos, me cabe una duda: ¿Cómo
recuperar desde el giro hermenéutico lo tradicional frente
al cambio?
Según el autor Edmundo HUSSERT, la
relación entre el lenguaje como
función
del hombre en la humanidad y el mundo como horizonte de la
existencia humana, nos dice que somos concientes del mundo como
horizonte que engloba las cosas, nuestra vida, nuestras
preocupaciones y nuestras posibilidades. El autor destaca que
nuestra existencia en tanto humana se mueve en un mundo de
tradiciones y el mundo de la cultura, fruto
de la tradición, que está allí originada por
la obra de la actividad humana a la que él denomina la
"génesis espiritual".
Ante lo expuesto y siguiendo la línea del
pensador, considero que, para construir una identidad
política, social y pedagógica de la
educación en el subsistema educativo destinado a los
jóvenes y adulto, tengo que ver que en el mundo
están nuestros prójimos, los otros, los
extraños, el horizonte de la co-humanidad, base
fundamental de la función educativa.
No podemos desconocer que el ser tiene tiempo
(finitud) y que esto nos condiciona a la hora de comprender e
interpretar la existencia del hombre en el mundo y por ende en la
educación.
Cuando hablo de educación, no solo me refiero a
aquella que actúa como aprendizaje
autónomo, es decir, desde la propia concepción del
ser hasta la finalización de la vida, en cuya línea
de tiempo el hombre
intenta alcanzar su autonomía plena, sino que
también me refiero a la educación como sistema
político, cuya misión es
"SOCIALIZAR AL INDIVIDUO
MEDIANTE EL RECORTE DEL CONOCIMIENTO SOCIAL Y CULTURALMENTE
VÁLIDO". Y que esto le sirva a la
organización política, representada por el
ESTADO,
conformar sujetos sometidos a la norma y que les permita a su vez
ser sujetos de acción.
Si me dispongo en la búsqueda de un mecanismo que
me permita construir ese espacio, organizado desde lo
político, desde lo social y también lo
pedagógico, recurriría, indudablemente, al
lenguaje. Y a interrogarme sobre la esencia del habla, lo que
podemos comprender en términos de Heidegger que, el
"habla, habla": el hablar nos habla, no es una cosa, el habla no
es hecha por el hablante, el hablante habla en el
habla.
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