Se hace énfasis especial en la necesidad de que
la filosofía supere el paradigma
reduccionista de corte gnoseológico y asuma la realidad a
través de las infinitas formas aprehensivas que posee
el hombre.
Como el
conocimiento y la verdad se construyen en espacios
comunicativos, no es posible continuar reduciendo el saber
filosófico a la epistemología y a la lógica
en el sentido tradicional. Es necesario adoptar una actitud
inclusiva que valore justamente la importancia de los varios
modos que posee el hombre en la
asimilación de la realidad y la construcción de la verdad, particularmente
la metáfora y todas las dimensiones del lenguaje
tropológico, concebidas a veces,erróneamente, como
figuras decorativas y no lógicas.
Introducción
La filosofía es un saber sintético-
integrador[1]sobre el mundo en relación con
el hombre, y la relación hombre – mundo, en tanto
abstracción de máxima generalidad, encuentra
concreción en la actividad, como relación sujeto-
objeto y sujeto- sujeto. En la praxis, en
tanto núcleo fundante de la actividad humana, lo ideal y
lo material se convierten recíprocamente, devienen
idénticos. Por eso, a través de la praxis los
momentos cognoscitivo, valorativo y comunicativo del devenir
humano, en su actividad, emergen, se despliegan y se determinan
en la cultura[2]La cultura es al
mismo tiempo
concreción de la actividad humana y medida cualificadora
de su ascensión.
El elan cultural
del saber filosófico
No es posible reducir el saber filosófico, y la
verdad, su eterno problema, a ninguna de sus formas aprehensivas,
es decir, ni a la epistemología, ni a la ontología, ni a la axiología, ni a la lógica u otra
forma discursiva de reflejar la realidad por el hombre. Es
síntesis integradora de dichos momentos,
tanto en su proceso[3]como en su resultado. Esto
no niega su status de sistema
teóricamente elaborado sobre la realidad en
relación con el hombre. Sí afirma su carácter cultural sistémico y sus
posibilidades infinitas de enriquecimiento, en la medida que se
construye y elabora sus principios,
leyes y
categorías. Construir en el sentido de producción creadora que tiene lugar en la
conversión recíproca de lo ideal y lo material,
mediante la praxis.
Como todo saber, el filosófico, se construye en
espacios comunicativos y no refiere sólo a "esencias
puras". En su proceso
constructivo asciende gradualmente de lo sensorialmente concreto a lo
abstracto, y de éste, a lo concreto.
El saber filosófico comúnmente se ha
concebido como una forma especial de aprehensión de la
realidad por el hombre. Y no es desacertado en mi criterio, dicho
aserto, pues se trata de un saber cosmovisivo que vincula en
estrecho haz los momentos varios de la actividad del hombre y
posee un sentido cultural y complejo. Pero lo que en pleno siglo
XXI, resulta inconsistente, es reducirlo a una forma
específica aprehensiva de la realidad por el hombre. Esto,
por supuesto no niega su cualidad de ser reflexión
teórica de la realidad; pero de ésta en sus
diversas mediaciones, formas y comportamientos. Por eso ya se
mira con sospecha asumir como objeto de la filosofía
sólo el pensamiento a
nivel teórico, en tanto es reduccionismo
lógico.
La filosofía, en tanto saber complejo sobre la
realidad en relación con el hombre, incluye en su objeto
todas las formas concretas de la cultura[4]en su
síntesis, incluyendo el mundo cotidiano del hombre. Es un
saber crítico totalizador en perenne búsqueda, que
plantea más preguntas que respuestas y soluciones,
acorde con la complejidad de la realidad.
En correspondencia con la pluralidad de su objeto,
deviene su discurso
plural. Un discurso incluyente y contextualizado que siguiendo la
"lógica especial del objeto especial", opera con
conceptos, categorías, imágenes,
metáforas, etc. El lenguaje
directo y tropológico como formas aprehensivas de la
realidad por el hombre, son inmanentes al quehacer
filosófico y al discurso que lo encauza y lo expresa. No
es posible continuar haciendo de la tropología un
"terreno" vedado al saber filosófico. La narratividad, la
metaforización son modos culturales de asimilación
de la realidad por el hombre, y con ello, medios
insustituibles de la filosofía. ¿Cuánta
filosofía hay en una novela que
penetre en la naturaleza
humana y sea capaz de pensar su subjetividad y la objetividad
con sentido cultural? ¿Es posible negar numen
filosófico a la poesía
"que ve con la palabras y habla con los colores" para
denotar la humanidad del hombre en su fuerza y
fragilidad? ¿Por qué fragmentar la realidad y
convertir el género
ensayístico en "propiedad
privada" de la literatura, cuando su misma
esencia y propósitos, dan cuenta de su elan
filosófico? Muchos ejemplos pueden ilustrar cómo la
fragmentación que trajo el paradigma de la modernidad con la
racionalización de la razón y el reduccionismo
epistemológico, desvirtuaron la naturaleza de
la filosofía y el discurso que la expresa. Sencillamente,
había que hacer de la filosofía un pensamiento
único, dado en sí, por sí y para sí,
sin contaminación[5]siguiendo el modelo de las
"ciencias
duras", con el único recurso de operar como
epistemología de corte positivista y "jueza" rectificadora
del lenguaje o "metodología universal" del conocimiento y
las ciencias. Su función
crítico- cosmovisiva, inmanente por antonomasia, se
esfumaba como el aire en el
vacío. La crisis y el
descrédito de la filosofía hacían
cátedras. El búho de Minerva dejaba de hacer y de
decir…
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