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Globalización de la cultura, equidad y justicia social (página 2)




Enviado por Rigoberto Pupo



Partes: 1, 2

Esta tesis, en
función
de la identidad
latinoamericana, es común en cuanto a su esencia a toda
identidad particular. Además resulta impensable e
imposible concebir lo latinoamericano al margen de las naciones
que lo integran y concretan. Sencillamente lo específico y
propio de lo cubano y lo latinoamericano, determinan y encarnan
la dialéctica de lo singular y lo particular, en un
proceso de
síntesis hacia lo universal y concreto. Es
precisamente en esta dinámica donde se despliega y toma cuerpo
la cultura cubana
y latinoamericana con vocación de universalidad.
Sencillamente "lo universal está contenido en lo
particular; éste es denso precipitado de la universalidad.
La búsqueda de nuestra particularidad como latinoamericano
es condición de la búsqueda de nuestra
universalidad como seres humanos; ser latinoamericano es el
principio que nos aproxima al
ser…"[7].

La comprensión de este proceso dimana de la misma
realidad histórica en que se ha ido gestando la identidad.
"Identidad hecha, como todas las identidades, en la historia, combinando las
razas y culturas propias de las razas que se han dado cita en
esta región"[8].

La identidad no se forja en la imitación de lo
extraño, ni con la copia mimética de las
influencias extranjeras ni con patrones homogéneos
impuestos. No
es posible homogeneizar la cultura[9]Es un proceso
dialéctico de afirmación, negación y
creación que encarna una realidad histórica
concreta por sujetos reales y actuantes. Es su propia obra
objetivada en lo esencial en la cultura nacional o regional,
condensada en una fuerza
material y una conciencia
histórica que afirma el ser del pueblo y condiciona su
desarrollo.

La cultura, en tanto ser esencial y medida del
desarrollo alcanzado por el hombre en
su quehacer práctico-espiritual, representa una
categoría clave para revelar la esencia de la identidad
nacional y sus mecanismos de desarrollo. Su valor
teórico-metodológico es evidente, pues con su ayuda
"se pueden determinar las peculiaridades cualitativas de las
formas histórico-concretas de la vida social de la
actividad de los diferentes grupos
sociales, el grado de perfeccionamiento que ha tenido su
producción material y espiritual, de los
aspectos originales y propios de ese conglomerado
social…"[10] así como sus dominios
universal y específico en que se expresa.

La cultura como proceso y resultado de la actividad
humana, deviene así grado cualitativo de
universalización del hombre y de su
obra, a tal punto que lo reproduce en calidad de sujeto
humanizando la naturaleza y
haciendo historia.[11] Todo enmarcado en un
proceso continuo de producción, reproducción, creación e intercambio
de la obra humana en sus múltiples manifestaciones. Es un
proceso donde el hombre encarna su ser esencial y con ello mira
el pasado, afianza el presente y proyecta el futuro, a partir,
del reconocimiento de las posibilidades y los límites en
que se despliega su energía creadora en un marco
histórico concreto.

Al margen de la cultura es imposible revelar la
dialéctica de lo general y lo particular, lo
autóctono y lo foráneo, lo auténtico y lo
inauténtico de un país o sociedad
concreta. Su función integradora dimana del hecho de que
"la producción social, siendo la producción de las
condiciones materiales de
vida de los hombres, de sus relaciones y su conciencia es, al
mismo tiempo, la
producción por ellos de sí mismos, su
autoproducción, lo que existe no como rama independiente y
aislada de la actividad humana, sino como forma de la propia
producción material y espiritual"[12].Cada
cultura, en su proceso dinámico de desarrollo y en la
encarnación real de sus resultados, concreta en
síntesis múltiples determinaciones y mediaciones en
que tiene lugar su existencia como tal. La cultura nacional que
sirve de núcleo integrador a la identidad de un
país, resulta de la conjunción dinámica de
muchos aspectos y productos
sociales, humanos, de índole universal, particular y
singular, engendrados en la historia como proceso de
asimilación y creación, donde cada país, en
función de sus condiciones histórico-concretas y
los hombres que participan en calidad de sujetos
históricos, obtiene un determinado resultado que avala su
existencia, y la razón de su ser esencial. Un producto
nacional, que en la medida que expresa y compendia una historia
real concreta, resulta original y auténtico, a tal punto
que se objetiva y traduce en una base o fundamento de
sustentación de la existencia, y en una fuerza generadora
de sentimientos y conciencia históricas.

Sin embargo, la cultura no constituye una entidad
abstracta fuera de las clases. Si la cultura es producción
del hombre sociohistóricamente determinado, es
lógico que las sociedades o
naciones divididas en clases trasciendan sus ideologías a
la cultura[13]La globalización neoliberal de la cultura, en
su intento hegemónico, trata por todos los medios de
convertir a la humanidad en sierva de sus designios. Hace de ella
fácil presa para que asuma acríticamente sus
costumbres, hábitos y gustos. Para ello lo primero que
hacen es desarraigar a los pueblos, "matar" su sentido de
identidad, negar el valor de las tradiciones y las culturas
propias. Sencillamente, arrancar las raíces para que el
árbol caiga, y así imponer la cultura dominante que
enajena y envilece, sin resistencia y
lucha.

La lógica
cultural neoliberal globalizadora es inhumana por excelencia y es
necesario desarrollar una cultura humanista de resistencia, capaz
de subvertirla y plantear nuevas alternativas.

Se requiere de una cultura de la comprensión,
fundada en la educación
comprensiva de la tolerancia para
asumir con eficacia los
obstáculos de la incomprensión y la
comprensión misma, los autoritarismos infecundos, la
ignorancia de los retos que presenta la trama de la vida, tanto a
nivel de conocimiento
como a nivel de los valores,
fundados en ideas, argumentos, visiones diferentes, de carácter egocéntrico,
etnocéntrico, sociocéntrico, en detrimento de la
individualidad, la socialidad o la cultura de grupos. Es
necesario, entonces, en función de la comprensión
productiva con todos y para todos, asumir una conciencia de la
complejidad humana que presida las acciones con
apertura subjetiva incluyente, para comprender las incertidumbres
de lo real, del conocimiento, de los valores, en
fin, la incertidumbre de la ecología y de la
acción,
en pos de la humanidad planetaria que requiere el futuro de la
supervivencia de nuestro planeta: La humanidad como destino
planetario, es decir, la sensibilidad de la comprensión
para ponerse en el lugar del otro, sin dejar de ser, y sin
atomización ni homogeneidad estériles, por ser
ineficaces e inviables, humana y culturalmente.

La ética de
género
humano, compendia en síntesis concreta toda la
cosmovisión humanista de la obra de Edgar Morin,
particularmente el contenido de "Los Siete saberes necesarios
para la Educación de futuro".
Su idea pedagógica rectora se generaliza
teóricamente en: Una Cultura del ser existencial para la
convivencia humana, sin autoritarismo e intolerancias
estériles, como prerrequisito para el advenimiento de una
humanidad como ciudadanía planetaria, donde la
relación individuo
– sociedad – especie, se aborde en toda su
complejidad de mediaciones, determinaciones y condicionamientos
contextuales planetarios. Una ética que propicie la
democracia
participativa y se construya en espacio comunicativos, sobre la
base de la razón y la sensibilidad
dialógicas[14]

Ante la realidad dramática que impone la
globalización cultural neoliberal no podemos cruzarnos
de brazo. La razón utópica, consciente que es
posible un mundo mejor, capaz de globalizar la solidaridad hace
"camino al andar". "Hoy se impone crear una nueva ética
civilizatoria y responsabilidad
social mundial para oponer a la injusticia,
frustración y desesperanza que ha generado los odios y el
terrorismo de
los excluidos. Un nuevo orden político mundial sin
exclusión y de respeto a la
diversidad social, espiritual, cultural y filosófica, un
nuevo orden mundial con equidad y
tolerancia y donde los Estados nacionales redimensionen y
reinventen su papel y su soberanía; en suma, un nuevo orden mundial
enfocado a partir de un bien común planetario en donde la
participación activa y crítica
de la sociedad civil
mundial sea uno de los principales protagonistas. Otro mundo es
posible, necesario y urgente"[15]. Pero hay que
construirlo…

 

 

 

 

 

 

 

Autor:

Dr. Sc. Rigoberto Pupo

[1] Resulta interesante analizar algunas
definiciones sobre globalización, los desaciertos, las
manipulaciones ideológicas, las confusiones, las
concepciones apologéticas, así como las actitudes de
sospechas ante dicho fenómeno.:"Globalización,
concepto que
pretende describir la realidad inmediata como una sociedad
planetaria, más allá de fronteras, barreras
arancelarias (véase Aranceles),
diferencias étnicas, credos religiosos,
ideologías políticas y condiciones
socio-económicas o culturales. Surge como consecuencia
de la internacionalización cada vez más acentuada
de los procesos
económicos, los conflictos
sociales y los fenómenos político-culturales. En
sus inicios, el concepto de globalización se ha venido
utilizando para describir los cambios en las economías
nacionales, cada vez más integradas en sistemas
sociales abiertos e interdependientes, sujetas a los efectos de
la libertad de
los mercados,
las fluctuaciones monetarias y los movimientos especulativos de
capital. Los
ámbitos de la realidad en los que mejor se refleja la
globalización son la economía, la innovación tecnológica y el ocio.
La caída del Muro de
Berlín y la desaparición del bloque comunista
ha impuesto una
acusada mundialización de nuevas ideologías,
planteamientos políticos de "tercera vía",
apuestas por la superación de los antagonismos
tradicionales, como "izquierda-derecha", e incluso un claro
deseo de internacionalización de la justicia. En
todos los países crece un movimiento
en favor de la creación de un tribunal internacional,
validado para juzgar los delitos
contra los derechos
humanos, como el genocidio, el terrorismo y la
persecución política,
religiosa, étnica o social.(Biblioteca
de Consulta Microsoft
® Encarta ® 2005. © 1993-2004 Microsoft
Corporation. Reservados todos los derechos). "La
globalización también es identificada como la era
de la información ya que implica "La
transformación histórica multidimensional
definida por la transformación del sistema
productivo, del sistema organizativo, del sistema cultural y
del sistema institucional sobre la base de una revolución tecnológica que no es
la causa pero si el soporte indispensable." (Castells en
Calderón, 2004: 19). Hacernos preguntas sobre lo que
queremos conocer es una manera de construir el
conocimiento, "¿Qué es la
globalización?, ¿qué elementos nos
permiten definirla, reconocerla, aprehenderla?, Néstor
García Canclini (2000) califica a la
Globalización como un objeto cultural no identificado y
esta adjetivación nos permite introducirnos en un
fenómeno complejo que puede ser abordado desde
diferentes perspectivas y sobre las cuales el mismo
investigador señala: "No es cierto mucho de lo que se
dice sobre la globalización. Por ejemplo, que uniforma a
todo el mundo. Ni siquiera ha conseguido que exista una sola
definición de lo que significa globalizarse, ni que nos
pongamos de acuerdo sobre el momento histórico en que
comenzó, ni sobre su capacidad de reorganizar o
descomponer el orden social." (Ob. Cit.: 45), por otra parte,
Maffesoli (2004) dice que quienes hablan de la
globalización ignoran una realidad que es
sincrética y mestiza, lo cual nos remite a lo que Morin
(1999) llama unidualidad. ( Cornejo, Hugo. Internet y
preeminencia del sujeto…( Tesis
doctoral)

[2] Sólo que las afirmaciones de
Fukuyama resultan completamente contrastantes con las
relaciones sociales, económicas y políticas que
se producen en todos los confines del mundo y en especial con
las complejas realidades que se viven en los países de
nuestra América
Latina. En efecto, las suposiciones del autor mencionado
dan por hecho que en el mundo occidental mismo habría
una especie de continuum en donde todo es libre competencia,
acceso igualitario al consumo y
formas de pensamiento
y de cultura material homogéneas, cuando todos sabemos
que, por el contrario en los propios países occidentales
existen fuertes disparidades sociales, fuertes contrastes
económicos entre los grupos sociales que constituyen sus
poblaciones y hasta profundas diferencias étnicas y
culturales no sólo porque cada uno de ellos ha sido
integrado conformado por grupos humanos sumamente diferentes
entre sí, sino porque además se han visto
obligados a integrar a grandes contingentes humanos
provenientes de los lugares más distantes del continente
europeo, del territorio de los Estados Unidos
o del de Canadá o de Australia. Los migrantes son parte
de sus paisajes sociales. Como todo el mundo sabe, la tan
ponderada mundialización de la economía no es
sino la expansión de las empresas
trasnacionales más poderosas. Las beneficiarias de la
amplia circulación de mercancías producidas en
una importante cantidad de países asiáticos,
europeos y del norte de América son principalmente corporaciones
sin rostros definidos, sin nacionalidades, sin orígenes
claros; entidades financieras que cambian sus capitales de un
país a otro creando supuestos booms económicos y
quiebras de economías nacionales en unos cuantos
días. En nuestra América Latina los casos de
México, Argentina y Venezuela
ilustran muy bien el comportamiento de esos organismos difusos a
veces ligados a intereses oscuros que ponen en jaque a los
gobiernos del área y a la soberanía de las
naciones" (Edgar Samuel Morales. La cultura Latinoamericana en
la aldea global. Cuadernos Americanos No. 60. Nov- Dic.
Año X. Vol. 6. 1996, p.37.)

[3] Edgar Samuel Morales. La cultura
Latinoamericana en la aldea global. Cuadernos Americanos No.
60. Nov- Dic. Año X. Vol. 6. 1996, p.37.

[4] No obstante eso, "Parece algo normal
hablar de globalización y, quizás evidente lo que
se entiende por el término, pero no es así, ya
que encontramos diversas conceptualizaciones para hablar de
ella a partir del concepto de aldea global desarrollado por
McLuhan, o también Manuel Castells habla de la sociedad
red; otros
autores hablan de la sociedad de la información y de la
sociedad de la
comunicación (Tedesco, Galindo), Pensamiento
Único (Estefanía), en su caso Armand Mattelart la
llama comunicación mundo. Todas estas
acepciones nos permiten ver que hay una amplia gama de
consideraciones para nombrar a este fenómeno de acuerdo
a la ideología de quienes lo manipulan ( Ver
de Hugo Cornejo Internet y preeminencia sel
sujeto…(Tesis doctoral) . Sin embargo, "debe precisarse
el significado de la globalización. La
globalización representa un dato, un contexto, que
incide en el significado de la acción social, pero que
está convirtiéndose en lugar común. No
todo está globalizado, pero todo está influido
por la globalización (Garreton, 1994), y es un hecho que
este fenómeno ha sido secuestrado por el capital
financiero internacional. Hace falta la construcción de un pensamiento
crítico en torno a la
globalización que considere el conjunto de dimensiones
incluidas en este problema: sociales, culturales,
políticas, comunicativas, etc., y no sólo
económicas o financieras." (Ramírez Saíz
en Reguillo y Fuentes,
1999: 150), lo cual muestra la
complejidad del fenómeno y que no es posible
aprehenderlo desde sólo una perspectiva, como la
económica, que ha sido privilegiada desde la matriz de
mercado en
que se desarrolla el pensamiento neoliberal.

[5] La obra de Martí, en esencia, síntesis de
pensamiento y acción postula un ideario
ético-político de raíz humanista que en
calidad de paradigma
media y trasciende el presente y sirve de base proyectual del
futuro. Precisamente por esto, devino modelo para
transitar de la nación en sí frustrada por la
intervención norteamericana (nación fuera de sí) hacia la
nación para sí.

[6] Alejandro Serrano C. Prolegómenos
a una teoría del ser latinoamericano. En
Anuario de Estudios Latinoamericanos, No. 17 UNAM.
México, 1985, pág. 20.

[7] Ibídem, pág. 18.

[8] Leopoldo Zea. "La Revolución Cubana en la dialéctica
de la historia". Cuadernos Americanos No. 7 UNAM,
México, 1988, pág. 78.

[9] "El hombre americano -escribe Zea- se
pregunta sobre la posibilidad de participar en la cultura
occidental en otros términos que no sean los puramente
imitativos. No quiere seguir viviendo, como decía
Hegel, a la
sombra de la cultura occidental, sino participar en ella. Es
esta su participación la que debe ser original …), la
del hombre que, a partir de unas determinadas circunstancias
que le han tocado en suerte, interviene en la
elaboración de la cultura (…), aportando a la misma
las experiencias que ha originado su situación concreta.
Es la preocupación del hombre que quiere ser algo
más que el reflejo o eco de una cultura; la del hombre
que quiere ser parte activa de la misma". (Leopoldo Zea.
"América en la historia". Fondo de Cultura
Económica), (México, 1957, pág. 12).

[10] Pablo Guadarrama, Nicolai P. Lo
universal y lo específico en la cultura. Edit. C.
Sociales, La Habana, 1990, pág. 65.

[11] Sobre esto ver C. Marx y F.
Engels. La Ideología Alemana, primer capítulo.
Aquí aparece un análisis profundo del devenir
histórico del hombre y su cultura.

[12] V. Mezhviev. La cultura y la historia.
Edit. Progreso, Moscú, 1980, pág. 116.

[13] Esto no significa en modo alguno
ideologizar en grado extremo la concepción de la cultura
y mucho menos negar los valores culturales universales.

[14] En mi criterio, si somos consecuentes
con la concepción de Morin, no se debe separar nunca la
sensibilidad de la razón como hizo el paradigma de la
Modernidad y
lo repite la globalización neoliberal de la cultura.

[15] Samuel Sosa Fuentes. El reto del nuevo
siglo: la cultura global de la violencia y
el terror o una nueva ética mundial social y humana.
Cuadernos Americanos No. 95. Sep- oct. Año XVI Vo. 5.
2002, p. 32.

Partes: 1, 2
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