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Inmigración y literatura (página 2)



Partes: 1, 2, 3, 4

En este trabajo
reúno reseñas publicadas en diarios, revistas y
sitios de la Argentina, Uruguay y
España
entre 1999 y 2009. Las mismas se refieren a obras relacionadas
con la inmigración y el exilio en la Argentina
durante los siglos XIX y XX.

 

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Un dandy en la
corte del Rey Alfonso, por María Esther de Miguel. Buenos
Aires, Planeta, 1999.

María Esther de Miguel nació en Larroque, Entre
Ríos. Ha trabajado en la docencia y el
periodismo.
Fue autora de numerosos libros y se la
distinguió con importantes premios, entre los que se
cuentan la Palma de Plata del Pen Club, el Konex de Platino para
cuento y el
Premio Dupuytren, Fue directora del Fondo Nacional de las Artes,
integró el Consejo de Administración de la Fundación El
Libro y fue
crítica
literaria del diario La Nación.

Una de sus novelas, titulada
Un dandy en la corte del Rey Alfonso (1), tiene como protagonista
a Fabián Gómez y Anchorena, un hombre que
conoció las más altas cumbres de la dicha, y
también las desgracias más terribles. A partir de
numerosas obras que consultó, y de la frecuentación
de lugares y personas, la escritora pudo lograr un ser de
ficción creíble y querible, que nos hace sufrir con
él con tanta intensidad como nos regocijó con sus
andanzas de joven adinerado. Es muy interesante en esta obra la
distancia que el joven recorre desde el poder y la
riqueza hasta la indigencia y el anonimato. En una y otra
circunstancia, María Esther de Miguel lo muestra
vívido, transitando por una época que ella sabe
retratar con sentido del humor y visión crítica.

Tratándose de una novela que
transcurre a fines del siglo XIX, no podían faltar en ella
las referencias a la inmigración, que con tanta fuerza
irrumpió en la sociedad
argentina.

La abuela materna del protagonista, Estanislada Arana de
Anchorena, recuerda la historia de su familia, y hace
una descripción de los primeros extranjeros que
llegaron a nuestra tierra: "No me
vengan a hablar de aristocracia argentina. Las mejores familias,
entre las que incluyo a la nuestra, por cierto, provienen de
comerciantes y aventureros españoles y alguno que otro
francés o inglés.
Descendemos de abuelos y bisabuelos que vinieron a trabajar, y
como les fue bien, aunque no siempre se hicieron la América, según se acostumbra decir,
compraron campos y haciendas y construyeron grandes casas y
tuvieron muchos hijos. Por eso se quedaron y defendieron estas
tierras. Por eso todos tienen olor a bosta. Después fueron
generales en los ejércitos de la patria y después
ministros en los gobiernos de la Nación:
Uno de los Anchorena fue Ministro de Rosas, y
otro…"

Fabián Gómez se propone revertir la
situación de sus mayores, por eso dice a su amigo: "si
muchos de mi familia tuvieron un protagonismo fundante en la
historia de mi país (sobre todo en la económica),
¿por qué no podré yo alcanzar notoriedad en
estos lugares? Sería como devolver a Europa lo que
Europa dio a la Argentina. No te olvidés que nuestros
antepasados viajaron de España a América. Y
España es Europa, ¿no? Aunque a veces no lo
parezca". En otro párrafo
afirma: "Mi padre, en un momento de su vida, se vino para
acá. A mí me gustaría irme para allá.
Como quien dice, me gustaría devolverme".

Buenos Aires aparece en la obra como "esa ciudad
contradictoria", que "Por un lado mostraba el pobrerío de
los barrios bajos, y las antiguas casonas donde comenzaban a
amontonarse los inmigrantes que, en ese fin de siglo, estaban
llegando de todos los lados del mundo. Por otro, las
esplendideces de la clase cada vez
más atrincherada cerca de la Plaza San
Martín, en ese círculo áulico casi
formado íntegramente por los Anchorena, sus parientes y
sus amigos".

De la generación del 80 dice que "era una tanda de
hombres intelectuales
y bien pensantes que pasarían a la historia, según
decían, porque se dedicaban a ser diplomáticos,
escribir libros interesantes y sacar adelante el país,
sobre todo por el esfuerzo de los inmigrantes que habían
llegado para "laburar", como decían ellos. Aunque los
habían confinado en fábricas, saladeros y
conventillos, los pobres se manejaban bien y sacrificadamente, y
no pasaría mucho tiempo sin que
la mayoría de ellos tuvieran, de acuerdo a los
sueños que los habían transportado a
América, "m"hijo el dotor" ".

Esa dicotomía se reitera en otro pasaje de la novela, en el
que leemos: "El mayor cambio
Fabián lo veía en las clases que se iban perfilando
tan netamente. Por un lado, la oligarquía, la alta
burguesía, los ricos, los que tenían capitales que
habían crecido poderosamente. Por el otro, la gran
avalancha de inmigrantes, obreros y empleados cuyos sueldos se
cobraban en papeles que cada vez valían menos, porque el
precio del
oro
subía, mientras la carestía de la vida aumentaba.
Papeles ñanga pichanga, decía la gente. En el
aire flotaba un
tufillo de disconformidad que él ya había olido en
Madrid: era el
de los necesitados".

La obra transmite la posición de la novelista acerca de
este fenómeno social, una opinión que ha sido
formada a partir de lecturas y documentación, pero también a partir
de un factor que tuvo gran incidencia en la gestación de
la novela, y no debe olvidarse: en la carta que ella
escribe al protagonista, con la que abre el libro, habla de otro
inmigrante, uno que es especialmente caro a la autora. Dice en
esa página que un español
llegó con unas monedas que le sirvieron a la escritora
para reconstruir la vida de Fabián Gómez y
Anchorena: "Todas tenían el escudo del Reino de
España con sus coronas y sus torres y sus leones, todas
eran de cinco pesetas, todas habían pertenecido a mi
papá, quien vino de España por no hacer la
conscripción en Marruecos. Llegó con una mano
atrás y otra adelante, en su maleta un mantón de mi
abuela y… Y nada más. ¡Ah, sí: las
monedas!".

 

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Agatha Galiffi La
Flor de la Mafia, por Esther Goris.
Buenos Aires, Sudamericana,
1999. 415 pp.

Tres voces
femeninas para narrar esta historia: la de Esther Goris, la
autora; la de la hermana Sofía, quien escucha las
confidencias de la delincuente confinada en el Asilo del Buen
Pastor -un hospital psiquiátrico, a falta de cárcel
para mujeres-, y la de la propia Agata, que en la década
del cuarenta evoca su agitada existencia.

Varios hombres aparecen ligados a esa vida en la que hubo
malas influencias, idealismo y
audacia, entre ellos, el padre -Chicho Grande, que
descubrió en la hija condiciones singulares-, Giacchino
-el amigo y empleado de Juan Galiffi, que la protegió y le
enseñó a disparar-, el marido -un abogado que se
dejó llevar por las ilusiones de Agata-, Pláceres
-el amante español que andaba por mal camino-, Morano -el
compañero del Pibe Cabeza que muere para que ella se
salve-…

Con estos personajes, construye Goris una historia
apasionante: la de la joven heredera de un imperio, que, a su
manera, hace justicia
social; ejemplo de esta aseveración son los episodios de
la contratación de los indios bolivianos y el asalto al
almacenero que oculta el dinero en
la bolsa de yerba. Afirma la autora: "no me abandona la
sensación de haber vagado entre las sombras de una vida
menos vasta que su anhelo".

Rodean a la protagonista multitud de criollos e inmigrantes,
ricos y pobres, personajes de un relato que no sólo nos
ofrece una visión de la "Flor de la Mafia" sino que,
además, nos permite conocer una época, tan
documentada está y tan bien reflejada esta
documentación en un relato que atrapa al lector y no le
permite abandonar el libro hasta llegar al final.

"Tal vez no haya mejor biografía que la que
nunca se escribe -manifiesta Goris- pero me gustaría creer
que a un alma como la
de Agata no la puede silenciar la muerte.
Quizás yo también, como Sofía, no haya
nacido más que para escucharla. Quién sabe… Es un
intento, entre tantos otros, de justificar una existencia".

La novela fue elegida por el Jurado de la Feria del Libro,
como una de las destacadas del año 2000; fue la más
vendida de ese año.

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Nuestra
Argentina, por Ignacio Gutiérrez Zaldívar. Buenos
Aires, Zurbarán Ediciones, 1999

Recientemente se presentó en el Roof Garden del
Hotel Alvear Nuestra Argentina, el
último libro de Ignacio Gutierrez Zaldivar, editado por
Zurbaran con el auspicio de Laboratorios Bagó.

Se trata de una magnifica obra, que consta de 336 paginas, 165
de ellas con ilustraciones a 5 colores. las que
comprenden mas de 550 fotografias, pinturas, esculturas y
mapas.
El trabajo se
completa con el indice de artistas y sus respectivos
currículos, la bibliografia consultada y Ia
nómina
de quienes ayudaron a reunir información y material grafico para Ia
edición. Acompaña al volumen un
CD que
reúne las veinticuatro canciones características de
las provincias y de la ciudad de Buenos Aires,
interpretadas por Carlos Gardel, Mariano Mores, las Voces
Blancas, Los Fronterizos, Ramona Galarza y Los Tucu-Tucu, entre
otras figuras destacadas.

El volumen está compuesto por veinticuatro
capítulos, "referidos a cada una de las veintitres
provincias argentinas y Capital
Federal, donde se cuenta el origen de su nombre, su historia, sus
principales poetas, musicos, artistas, sus características
gastronómicas, geograficas y hasta las leyendas
más populares". Dice el autor que "lo mas difícil
de este libro ha sido condensar en tan sólo doce paginas
Ia riqueza de cada una de nuestras provincias".

A lo largo de la obra, el autor resalta la diversidad de las
provincias evocadas, y ciertos rasgos comunes que las
aúnan, formando nuestra nación: "No es lo mismo
quien vive en la belleza de una zona andina, con los límites
que ponen las montañas, que quien tranquea Ia pampa con el
ilimitado horizonte a su frente. Lo mismo que los hombres del
Atlántico que no tienen mas confín allende el
horizonte donde el mar y el cielo se juntan. Cada región
con su folklore: los
cuyanos con sus tonadas, los sureños con las milongas, los
porteños con el tango. Por eso
entre los argentinos están los alegres y los pensativos,
los nostalgicos y los que cantan alto, los que recitan bajo y los
silenciosos".

Recuerda luego las "pasiones compartidas": el mate ("Solitario
o en ronda que, de mano en mano, viene y va sin frontera
alguna"), las empanadas ("con carne cortada a cuchillo o picada,
siempre serán las mejores en el lugar que se las coma"),
el asado ("es el país en el que casi todos dicen que
"nadie sabe hacer el asado mejor que yo' "), el fútbol
(hasta en los confines del país, las radios a transistores
encendidas, porque en Buenos Aires se enfrentan Boca y River,
pasión que nos separa sin hablar de porcentajes y, que
sólo es capaz de unir el Seleccionado Nacional").

La ingente tarea de recolección de material Ilevada a
cabo por Gutierrez Zaldivar no ha dado como resultado un muestreo frio y
estadístico de cada region a presentar. Por el contrario,
en sus textos se evidencia la sirnpatía y el interés
que experimenta ante los seres humanos y los paisajes que va
describiendo. Todo es para éll motivo de
celebración; cuanto va relatando se sucede ante los ojos
del lector como una totalidad que conforma una nación
diversa, pero unida en sus diferencias.

Habla del general San Martín, Ias Invasiones lnglesas,
la Guerra Gaucha
y otros hitos de nuestra historia. La imnigración es un
tema recurrente en este libro. Gutierrez Zaldivar Ia menciona
especialmente cuando habla del Chubut, Misiones y el Chaco, al
que define como "tierra de todos", ilustrando su
aseveración con la composición titulada "Gringa
chaqueña".

Recoge asimismo Ias creencias populares -Ia Salamanca, los
duendes catamarqueños, los payés correntinos- y las
expresiones del culto católico, que venera Ia Cruz
milagrosa y el cura gaucho.

El volumen se ilustra con material fotográfico y
plastico, como
dijimos. Entre estos últimos creadores, nombramos a
Femando Fader, Luis Cordiviola, Italo Botti, Juan Lascano, MoIina
Campos, Leonie Matthis, Rikelme y Marcos Borio.

Para completar un panorama tan vasto, el autor recurre
asimismo a creaciones musicales que permiten formar una idea mas
cabal de la idiosincrasia del habitante de cada punto del
país. Reúne, entre otras, composiciones de Gardel y
Le Pera, Catulo Castillo y José Razzano, Polo Gimenez,
Ricardo Arrieta, Rafael Rossi, Leguizamón y Castilla,
Felix Luna y Ariel Ramirez. Coronando estas manifestaciones se
encuentra el Himno Nacional Argentino.

Sobre el asunto tratado, comentan los doctores Sebastian y
Juan Carlos Bagó en una pagina liminar: "Año tras
año, tenemos el desafio de elegir, para la edición
de nuestro tradicional libro, una temática relacionada con
la identidad y
los valores de
nuestro querido país. La proximidad del inicio del
año 2000, y el hecho de haber cumplido, nuestra empresa, el 11 de
abril de 1999, su 65° aniversario, nos alentó a
encarar este valioso y esclarecedor libro sobre "nuestra
Argentina", el cual "expresa la fuerza espiritual de nuestra
tierra, convirtiendose en un verdadero catálogo de nuestro
valioso patrimonio
cultural y de las riquezas y recursos que nos
brinda su extenso territorio".

Acerca del tema de la
investigación, dice el autor que es "Nuestra
Argentina, pasional, dividida y a menudo encontrada. La que
encierra 23 provincias que a veces parecieran ser una sola,
porque en este suelo
mandó la tierra, la
que no sabe de límites y ofrece generosa. La que nos sigue
dando, a cambio solamente de que Ia sigamos cuidando. Es lo mejor
que tenemos, la mas grande, Ia más rica, nuestra
Argentina".

Para la realización de esta obra contó con la
valiosa colaboración del doctor René Favaloro, el
comodoro Juan Jose Güiraldes, Ramón Gutierrez, Luis
Landriscina, Felix Luna, el maestro Ariel Ramírez,
Germán Sopeña y Rafael Squirru. Además de-
este comité, colaboraron con el autor Fernando Vidal
Buzzi, "quien investiga y compila todas Ias particularidades que
tiene el mejor deporte que practican los
argentinos: comer"; Alberto Suarez Anzorena, quien
"señaló las sutiles diferencias que existen en la
producción de los vinos en las distintas
provincias", y Roberto Ruiz y Ia gente de EMI, en lo atinente a
la creación del CD.

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Moira Sullivan,
por Juan José Delaney. Buenos Aires, Corregidor,
1999

Juan José Delaney se desempeña como Profesor
Adjunto de la Cátedra de Literatura
Argentina en la Universidad del
Salvador, de la que egresó. Dirigió la revista El
gato negro y publicó varios volúmenes de cuentos, entre
ellos, Tréboles del Sur, obra que mereció elogiosos
comentarios de Enrique Anderson Imbert y Rodolfo Modern.

En Moira Sullivan se advierte un minucioso y paciente trabajo
de investigación, impulsado por el amor que
siempre sintió por la cultura de sus
ancestros irlandeses. La historia de esta mujer -que se
inicia con su nacimiento en los primeros años del siglo XX
o al finalizar el anterior- es una historia en sí,
desarrollada hábilmente, pero permite también al
novelista explayarse acerca de las circunstancias en que esta
historia se desenvuelve. Al hablar de los primeros años de
la anciana, nos ilustra acerca de la vida en Estados Unidos,
no sólo de los irlandeses, sino también de
emigrantes de otras nacionalidades que se dirigieron allí
en busca de la fuente laboral que
significaban las minas carboníferas.

En esta obra, el lenguaje,
tan importante como factor sociabilizador, encarna una actitud de la
protagonista. Ella nunca se interesó por aprender a
comunicarse en castellano y esa
negativa suya determina su relación con quienes la rodean.
La anciana vive en su mundo y no quiere tener contacto con quien
no pertenezca a él. Rechaza evidentemente toda forma de
integración, y se repudio se patentiza en
el aislamiento en el que se refugia: "Lo importante era el
silencio. Todas las noches lo buscaba, especialmente los domingos
cuando las otras recibían visitas y ella más
sentía el acoso de la soledad. En rigor, a nadie
tenía pese a haber estado en la
vida de muchos y a que, por esa acción
secreta y persistente del arte, continuaba
gravitando sobre gentes extrañas y lejanas. El silencio de
ese anochecer dominical le permitiría entregarse
serenamente al ensueño en el que resucitarían
vivencias y pensamientos provenientes de zonas postergadas por su
memoria, y
también secretas conexiones que su visión de la
vida, del mundo y de los hombres concertaba con cierta independencia". Aun cuando quisieran integrarse,
el idioma era un serio problema para colectividades como la
irlandesa; Delaney presenta dos paliativos para la
incomunicación de los extranjeros: el cine mudo y el
tango, por los que sienten gran afición.

Escribe Delaney asimismo acerca de la rígida educación religiosa
que se impartía a niños y
jóvenes. Muestra luego a la protagonista como una mujer
decidida a trabajar en o que eligió, a no cejar ante los
mandatos de la vocación, la que, empero, flaquea cuando
las circunstancias se vuelven adversas, y llega a abandonar
aquello que alguna vez le dio sentido a su existir. Abandona el
cine, sí, pero el recuerdo de los años vinculados a
él la acompaña y también la agobia, y los
filmes que vio o aquellos en los que participó son
evocados con la precisión con la que se dice que las
personas mayores recuerdan hechos de sus años de juventud.

Tiempo y espacio tienen gran importancia en la novela y son
descriptos minuciosamente. El tiempo de la narración
abarca alrededor de ochenta años, y permite al escritor
deslizar críticas acerca de la realidad argentina. El
espacio abarca desde la primera visión que el inmigrante
tiene de la nueva tierra, hasta lugares precisos como el Barrio
Norte, Villa Urquiza, Arrecifes, Areco, General Pinto y
Junín. Distinta será la forma de vivir la
inmigración en cada lugar, y distinta, también, la
añoranza que los extranjeros sienten por su lejana
Irlanda. Delaney se adentra en la vida de esta anciana luchadora,
ya vencida, que encuentra en un niño de siete años
una última razón para existir. Junto a ella,
presenta a otros inmigrantes, algunos de los cuales resaltan como
paradigmas de
un modo de entender el destino; Cornelius Geraghty y Abraham
Mullins son personajes que permiten al novelista mostrar otras
opciones en el vasto mundo que se abre ante los recién
llegados. Ellos se destacan en el panorama de la obra, que
presenta no sólo a irlandeses, sino también a
hombres y mujeres de diversas nacionalidades que llegaron a
nuestra tierra en busca de un futuro mejor.

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Cuando el tiempo
era otro Una historia de
infancia en la pampa gringa, por Gladys
Onega. Buenos Aires, Grijalbo Mondadori, 1999

Gladys Onega "es profesora de Filosofìa y Letras de la
Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de
Rosario. Fue maestra primaria, profesora secundaria, profesora
universitaria de literatura argentina y
dictò seminarios de crìtica en la facultad donde se
graduò. En 1976 se fue del paìs y desde entonces
hasta su retorno, en 1989, trabajò como editora en las
ciudades de Washington y Mèxico. Mientras fue profesora en
la Universidad escribiò numerosos artìculos de
crìtica literaria y en 1960 un libro de ensayo llamado
La inmigraciòn en la literatura argentina, siempre citado
en los anàlisis de las ideas que subyacen en la literatura
del perìodo inmigratorio argentino" (1).

En esa obra escribe: "El propòsito de este trabajo es
analizar el reflejo del fenòmeno inmigratorio en la
literatura. Para ello hemos seleccionado los textos de acuerdo
con un criterio eclèctico: valor
estètico, significaciòn del contenido, importancia
de sus autores en su momento y repercusiòn posterior de su
obra, y, en general, textos y autores importantes y en
nùmero suficiente para presentar una panorama completo
–aunque no exhaustivo- de las variantes con que la
òptica intelectual observò el problema" (2).

El tema de la inmigraciòn es abordado en Cuando el
tiempo era otro. Una historia de infancia en la
pampa gringa (3) desde otra perspectiva. Onega escribiò
este libro convencida de que "todos tenemos derecho a escribir
nuestra historia", como ella expresó en un reportaje (4).
Su historia se inicia en Acebal, provincia de Santa Fe, donde
nace en 1930, y continúa en Rosario, ciudad a la que se
mudan en 1939. Sus primeros años transcurren en el seno de
una familia integrada por un gallego tan esforzado y ahorrativo
como autoritario; una criolla apasionada por la hija mayor,
la lectura y
la costura; y dos hermanos, que acaparan la atención que la pequeña
reclamará para sí. Junto a ellos encontramos
la familia de
la casa da pena –los gallegos que quedaron en su tierra-,
los parientes gallegos que emigraron y los parientes criollos de
la madre, y los inmigrantes –en su mayoría
italianos- que viven en el pueblo.

"Todo parte de un hecho real –dijo en ese reportaje-,
pero hay ficción en cuanto hay una creación
lingüística muy grande. Nunca
junté papeles ni documentos, pero
en mi casa todo el tiempo se estaban contando cosas. No
había otra manera de conectarse con la gente de
España; no los conocíamos. Sì hablè
mucho con mi hermana y con mis primas, quienes me ayudaron a
reconstruir todo. Todas estas cosas, igualmente, siempre
estuvieron presentes en mì. Incluso digo, con muy poca
caridad, que en la familia de mi madre eran "faltos", porque no
era que repetìan historias interesantes, sino que
repetìan siempre las mismas. Y èstas, de cualquier
modo, aunque no eran interesantes, se fueron fijando. Y del lado
de los gallegos siempre contaban historias diferentes y muy
amenas, y completamente extrañas sobre el viento, el
frío, la nieve, y las contaban en todo el pueblo".

El padre de Gladys Onega "Llegó solito, y cuando fue a
la casa de su tío Agapito Vega, hermano menor de mi
terrible abuela Carmen, esa noche lo pusieron a dormir en la
cochera y no en la cama más blanda, como aquella que le
reservaban siempre al tío Agapito en la casa da pena de
Galicia". La escritora se pregunta: "¿El tío que lo
encandiló en Galicia con la ilusión de
América fue el primero que empezó la
destrucción de la ilusión?".

Acerca de la abuela gallega de Gladys Onega, "contaban que
cuando servía el caldo, los cachelos y las coles, al
levantar el brazo en ademán inminente de servir la segunda
vuelta, las más de las veces se detenía arrepentida
y devolvía ese segundo cucharón intacto al pote;
ella sabía que cada bocado de más que hartaba a su
prole era un día que restaba para comprar o muiño
velho e o prado d"arriba y escriturar la tierra que faltaba para
unir los pequeños retazos del minifundio en una propiedad
mayor".

El inmigrante echaba de menos a su familia: "Ignoraba y lo
ignoré por mucho tiempo cuánto había llorado
desde aquel día en que se fue de junto al señor
Manuel y la señora Carmen, sus padres, mis abuelos. (…)
mi padre choraba por él y por sus padres que sí
eran de Galicia, se habían quedado allí sin
moverse, clavados en un cruceiro, secándose las
lágrimas con un desmesurado pañuelo a cuadros
orlado de negro quién sabe por qué luto de una
muerte ya
ocurrida o por el duelo de ellos mismos que morían viendo
la partenza de sus hijos, debajo de un enorme paraguas
también negro que los protegía de la chuvia que
nunca había escampado desde el día en que mi padre
dejó de ser de allá y se convirtió en
extranjero aquí, en un mundo que no había
visto".

Una promesa hace viajar a su aldea al gallego Onega. Cuenta
Gladys, su hija: "Cuando mi hermana tenía dos años
mi padre decidió ir a Galicia en un viaje que él
había prometido a sus padres en aquel día de la
partenza y que ahora cumplía, para mostrarles que
había hecho la América, en la medida en que
América se lo había permitido y él la
había podido. Mi madre no lo acompañó porque
tenía miedo de enterrarse en una aldea que para ella
estaba tan llena de peligros y de misterios como
para mis abuelos aldeanos el lugar remoto donde ella había
nacido y adonde había ido a parar su hijo. Y más
miedo le daba vivir en la casa de su suegra, mi terrible abuela
Carmen. Ya conocía historias de la señora da pena
que, con justicia, no la alentaban a emprender ese viaje.
Allá se fue papá a hacer las mejoras en su casa
natal y allá se quedó dos años que mi madre
aprovechó para pasar a su hija de la cuna a la cama
matrimonial. Cuando volvió, José era un desconocido
que sacó a la hijita de cuatro años de esa cama
para acostarse él y para engendrar otra hija. A los nueve
meses nací yo".

Ya adulta, la escritora viaja a la tierra de sus mayores, y
advierte que la Galicia de la añoranza de su padre era muy
distinta de la real: "Cuando finalmente llegué a Galicia
–escribe Gladys Onega- sólo reconocí y
sólo recuerdo el olor ácido a estiércol y la
moscas ennegreciendo los cuencos, de lo que nunca me había
hablado. Los trabajos eran más aliviados, las penurias
menos pesadas, y las nieblas tan vagorosas y pobladas de brujas
temibles como las inventadas por los hermanos Grimm, que
allí se llamaban as meigas".

Los días de la infancia son descriptos con nostalgia y
visión crítica. Las peleas entre los padres, los
accesos de tos convulsa, las comidas inmigrantes y nativas,
el aprendizaje
de las primeras letras, los internados católicos para
varones y mujeres, la tolerancia ante
la conducta infantil
y los castigos que imponía cada uno de los progenitores,
son recordados por esta hija dècadas despuès.

Haberse casado con alguien con una historia distinta, puede
volver difícil la convivencia: "otro dolor eran las peleas
entre mis padres, y que además los chicos
magnificábamos. Estaba el choque de culturas entre un
gallego y una criolla que nunca pudo entender la cultura
gallega". No entendìa la cultura, pero la obligaron a
cocinar comidas tìpicas: "Mi madre no sabía nada de
la cocina gallega pero, ante nuestra insistencia, había
aprendido a hacer fillohas, delgadísimos discos de harina
y huevo cocinados en la sartén con una cucharadita de
manteca, que comíamos espolvoreados con azúcar".

Muchos inmigrantes no sabìan castellano, o
querìan perfeccionarlo. Casi todos aprendían el
idioma por las suyas, ayudándose algunos con el diccionario,
el cual "También es parte de la cultura inmigrante. El
diccionario les solucionaba las crisis que
podían tener con su segunda lengua.
Está muy conectado con los autodidactas" (5).

De uno de sus tíos dice Gladys Onega: "Claro es que
Eliseo poca escuela
tenía, era un autodidacta de aldea y de pueblo como todos
los gallegos de mi familia, siempre tratando de pulirse con la
lectura del
diccionario y de los buenos diarios que a sus manos llegaban, sin
desdeñar los más sensacionalistas, por eso de su
afición a la grandilocuencia. (…) El Quijote y el
diccionario educaron a ese autodidacta, quien los citaba con
exactitud pero con exceso pues no había adquirido los
moldes que impone la educación formal,
por eso no calibraba el uso y abuso de los epítetos ni
percibía la risa que provocaban en oyentes que no los
habían leído o que ni siquiera tenían
referencia de su existencia".

Los avatares de la vida en la Argentina son el marco de la
evocaciòn de esta familia integrante de la comunidad
acebalense. El fraude
político en Santa Fe es un episodio evocado con
detenimiento, asì como la reacciòn de los
inmigrantes italianos ante el fascismo, y la
poca fortuna de quienes no habìan cumplido su sueño
de "hacer la Amèrica".

La finalización de los contratos
ocasionaba que familias enteras se trasladaran en busca de otro
campo para trabajar. En un viaje por Santa Fe, Gladys Onega y su
padre ven a "los expulsados de la tierra": "vimos un carrito del
que tiraban una mujer y un hombre, cada uno de su vara; en ese
carrito pequeño y angosto llevaban su casa. Allí
habían cargado los muebles, los hierros de labranza, un
baúl, atados de ropa y todavía cabía una
cama donde unos chicos y la nona se amontonaban y se tapaban del
sol con la colcha blanca de algodón
ahora ennegrecido, que había formado parte del ajuar
europeo y que tantas veces había visto en las casa de
chacareros, atada por sus cuatro puntas al respaldo y a la
piesera de hierro de la
cama. Debajo de ese toldo trataban de salvarse del terrible
castigo del sol y del bochorno de la tarde con el aire que
debía soplar por los costados libres. Detrás del
carrito venían unos muchachos que empujaban aliviando el
esfuerzo de sus padres".

Un conflicto
bèlico es recordado en estas pàginas, relacionado
con la vida cotidiana de los inmigrantes y sus hijos: "nunca he
dudado de que la Guerra Civil también se libró en
mi casa. El día del cumpleaños de mi hermana
Chichita, el 17 de julio de 1936, Franco declaró el estado de
guerra en las Canarias y ésa fue la señal para que
el 18 se extendiera a toda España. El 1° de abril de
1939, a los veinte días de mudarnos a Rosario,
terminó. En esos tres años, mientras yo estaba viva
en Acebal, la mitad de España moría, muerta por la
otra mitad. No sabíamos que había comenzado la
matanza y ese día, como siempre, mis hermanos, mis primos
y los chicos tomamos chocolate. Cuando hubo pasado tres
años, Bebo, Chichita y yo supimos el día final
porque entró Justo Vega y llorando lo dijo, ya no en mi
casa natal sino en el departamento alquilado de Rosario donde
vivíamos y yo, la niña que era entonces y hoy
evoco, sé que sentí dolor por las lágrimas
de Justo, por el silencio de mi padre y porque no pude aliviarlo
con juegos en las
calles del pueblo, que ya no estaban, y todavía yo no
tenía con quién jugar".

Desde la Argentina, durante la Guerra Civil, se enviaban
encomiendas. Los Onega, como tantos otros inmigrantes
"respondían con la acción: armaban,
envolvían en lienzo, rotulaban con grueso tinta espesa,
ataban con cuerdas, lacraban con sellos y aseguraban con sunchos
los paquetes de ropas de abrigo y de alimentos que
cruzaban el mar y quién sabe cuándo
llegarían y si llegarían hasta a pena. La familia
esperaba, y para protegerla acudían a Dios y al diablo".
Los niños participaban en los envíos: "Los chicos
también éramos leales y creíamos que
ayudábamos juntando papel plateado de cigarrillos,
chocolate y chocolatines, que despegábamos del papel
blanco que lleva adherido y con el que íbamos haciendo
bolas de papel de plomo que mandábamos a Negrín
para que hiciera las balas para la
República".

Hasta en los hechos mìnimos estaba presente el
sufrimiento de los españoles en su tierra: "Después
de haberme ofrecido el néctar, la leche y la
miel, mi padre me alzaba y tomaba la posta en la
continuación del rito nutricio; con él las acciones eran
lentas y alentadoras, él no estaba agotado de cocinas y de
chicos, venía de estar horas con hombres resolviendo
problemas de
hombres y con su hija menor le cundía la paciencia, que
con el correr de las horas a mi madre se le había ido al
diablo. Inflexible era sin embargo en darme de comer una
cucharadita de sopa por los abuelos de España, otra por
los abuelos de Melincué, otra por los huérfanos de
la Guerra Civil, otra por el ángel de la guarda dulce
compañía y por todos los personajes queridos y
sagrados que se le ocurrían".

Asì ha contribuido Gladys Onega a la vertiente de la
autobiografìa en la Argentina, con este libro creado con
la emoción de lo vivido, y la pluma de los escritores
talentosos.

Tardes de
Lorraine, por Sebastián Jorgi. Buenos Aires, el autor,
2000. 63 páginas

Sebastián Jorgi nació en Lanús Este,
provincia de Buenos Aires, en 1942. En 1962 egresó, como
Licenciado, de la Escuela Argentina de Periodismo; en 1965, del
curso de Guión Cinematográfico LYF, y en 1974, como
Profesor de Castellano, Literatura y Latín de la Escuela
Normal de Profesores N° 2 Mariano Acosta.

Pese a pertenecer a la generación del 60,
publicó mucho después: Habrá que avisarle a
Indalecio Valle (Accesit al Premio Villajoyosa de Cuentos,
Alicante, España, 1985), Eliot Ness,
Pérez and Company (Premio Pen Club 1986), Margo junto al
río inmóvil (Faja Nacional ADEA, Mendoza, 1992), El
recurso contra el supremo patriarca (novela, 1993), Fuga y
vigilia (antología de cuentos, 1996), Trenes a Bolívar
(cuentos, 2000) y Rock nena linda
(cuentos, 2000).

La adaptación para televisión de su cuento "Quasimodo",
escrita por el actor Jesús Berenguer, fue premiada por el
Fondo Nacional de las Artes en 1988. Esta institución le
confirió la Beca en la disciplina
Investigación-Letras 1999. Ha incursionado en teatro con dos
obras: Afuera hay un desconocido (1976) y La bicicleta (1983),
ambas en colaboración con Miguel Angel Páez. Como
ensayista publicó La noche del cazador (1995) y Siete
contra Tebas (ensayos sobre
poesía
argentina, 1997).

Tardes de Lorraine obtuvo el Tercer Premio Municipal "Eduardo
Mallea" bienio 1991-1993. Reúne siete cuentos escritos
entre 1980 y 1989, algunos de los cuales ya fueron publicados en
la antología Fuga y Vigilia. Acerca de estos textos,
expresó Angel Mazzei, en 1995: "Tienen sus cuentos, dentro
de la visión clara de la realidad, un dinamismo que le
permite dar a cada personaje una nítida presencia y se
fija siempre el retrato de los seres con la firme
precisión de sus actos. No los describe solamente sino que
los hace vivir y esta auténtica sensación vital
sostiene el interés de las páginas tanto en las
escenas porteñas de ayer y de hoy como en el casi
legendario ambiente de
las inolvidables tardes del cine Lorraine o en el diálogo
ingenioso de Verne –otra vez el recuerdo del cine- con su
personaje Strogoff y el acorazado Potemkin".

Jorgi es un escritor de raza, elogiado por Germán
Arciniegas, Héctor Tizón y Juan José
Arreola. Los cuentos reunidos en este volumen son, quizás,
lo mejor de su producción; en ellos se presentan conflictos
protagonizados por seres absolutamente disímiles –un
amante del cine, un guapo, una gringa, un niño capaz de
derrotar a una maestro del ajedrez, una
camarera, un artista plástico
asesinado y el homónimo de un personaje literario- a los
que hermana, sin embargo, una misma voluntad estética y un idéntico amor por la
palabra escrita.

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Alberto
Gerchunoff, judío y argentino, antología.
Selección y prologo de Ricardo
Feierstein

Buenos Aires, Editorial Mila, 2000. 321 paginas

EI volumen, que lleva por subtitulo «Viaje
temático desde 'Los gauchos judíos'
(1910) hasta sus últimos textos (1950) y visión
critica», se abre con el estudio "Judaismo y
argentinidad en Gerchunoff", escrito por Ricardo Feierstein, en
el que el antólogo afirma que «La imagen de
Gerchunoff domina tanto el origen como el desarrollo de
la literatura judia en la Argentina. Fue el primer y mas
importante escritor en castellano -el idioma de estas latitudes,
donde los primeros inmigrantes borroneaban sus cuartillas en
idish- y, por si no alcanzara su extensa labor bibliografica. se
convirtió en influencia perdurable y aceptada sobre toda
una primera generación de escritores».

A continuación se incluye el cuadro biobibliografico
elaborado por Miryam Gover de Nasatsky, quien ya habia escrito en
1976 una obra al respecto (Bibliografia de Alberto Gerchunoff,
Fondo Nacional de las Artes y Sociedad Hebraica Argentina).

La antología de las obras se inicia con Los gauchos
judios, segun la versión corregida por el autor para la
edición de 1936. Le siguen la Autobiografia,
«escrita en Paris y publicada por primera vez en
1952»; Entre Rios, mi
país, «libro póstumo que reune articulos de
diversas epocas»; varios trabajos incluidos en Argentina,
pais de advenimiento, dos artículos publicados en el
periódico Antinazi en mayo de 1945, y una conferencia
pronunciada ese mismo año en la Asociación Mutual
lsraelita.

Seguidamente se presentan los textos sobre el escritor. El
primero de ellos es el poema «A Alberto Gerchunoff»,
en el que Carlos Grünberg expresa: «Tu has sido
nuestro sumo sacerdote/ y has mantenido tu almenar celote/
siempre encendido en turbión opaco». Se incluye
asimismo una pagina de su nieto, Jorge F. Payró
Gerchunoff; una carta enviada
desde Bruselas en 1910, en la que Roberto J. Payró opina
sobre Los gauchos judíos; «El estilo de su
fama», por Jorge Luis
Borges; «Su memoria es nuestra herencia»,
por Samuel Eichelbaum; «Gerchunoff o el Vellocino de la
literatura», por Bernardo Ezequiel Koremblit;
«Gerchunoff judio», por Lázaro Liacho;
«Los gauchos judios: una lectura desde Israel»,
por Leonardo Senkman; «Aquellos gauchos judios: muerte y
resurrección del discurso», por Edna Aizenberg; y «La
autobiografla de Alberto Gerchunoff: ideología e identidad», por Silvia
Berger.

Completan el volumen el retrato y semblanza firmados por
Manuel Kantor y numerosas fotografias, cedidas algunas por Jorge
Payró Gerchunoff y provenientes otras de los archivos del
diario La Nacion y el
Centro Mark Turkow.

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No es la mariposa
negra, por Marcelo Birmajer

Buenos Aires, Sudamericana, 2000. (Sudamericana joven)

El volumen incluye siete relatos que tienen en común el
período en que transcurren: la niñez. El primero de
ellos es –para mí- el más conmovedor. Narra
la misteriosa vinculación que existe
-¿casualmente?- entre una mariposa negra y la muerte de un
ser querido. Un hombre mayor recuerda lo sucedido muchos
años antes, en su infancia, y esta remembranza está
teñida de la nostalgia de la tercera edad. El relato
brinda a Birmajer oportunidad para evocar la figura de la madre
–que contenía a los hijos y a su amigo, al tiempo
que les enseñaba pautas valiosas para la vida- y para
describir a los chicos, solidarios con el drama del
pequeño invitado.

El paso del tiempo se advierte en el cuento referido a
"Carlitos", un personaje al que el escritor vuelve a ver veinte
años después; en el relato que evoca al tío
Efraín, reencontrado quince años más tarde;
en el recuerdo del extraño suceso protagonizado por
Ezequiel, y en las páginas referidas a la infancia en la
escuela Herzl y a las vacaciones en Mar del Plata.

Uno de los textos nos plantea las circunstancias en las que
surge la creación literaria, su inexistente
relación con la escritura y la
reacción del ambiente literario ante una serie de
descubrimientos. Tanto este cuento como los anteriores muestran a
un autor talentoso que cautiva cada día a un
público más vasto.

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El desafio, por
Diego Bigongiari, Ana María Tussié, Graciela
Clivaggio, Esteban Valentino, Rodolfo Romanutti y Elena Guimil.
Ilustraciones: Saúlor

Buenos Aires, Sudamericana. (Pan flauta)

Destinado a jóvenes lectores, este volumen reúne
los seis cuentos distinguidos con el Premio La Nación 1999
de Literatura
infantil. El jurado, compuesto por Ema Wolf, Oche Califa y
Canela (Gigliola Zecchin de Duhalde), debió discernir
entre mil doscientos sesenta y siete cuentos enviados por autores
de habla española, argentinos y de otros países.
"El éxito
de la convocatoria puso en evidencia la gran cantidad y variedad
de voces talentosas que se asoman hoy a la literatura para
chicos".

Aunque parejos en su cuidada redacción, los textos galardonados son muy
diferentes entre sí. Su yuxtaposición en un volumen
da como resultado un libro de sorprendente calidad,
fundamentalmente por su novedosa concepción del
público lector.

Diego Bigongiari evoca la vida de un marino en un lugar
mítico; su experiencia, narrada poéticamente, deja
una valiosa enseñanza. Ana María Tussié
ha profundizado en "la naturaleza,
las leyendas y el lenguaje de la
Puna" para crear un texto de
inusitada belleza. Graciela Clivaggio escribe sobre la ternura
que puede demostrarse aún en las situaciones más
inverosímiles. Esa misma ternura es, quizás, la que
lleva al protagonista de Valentino a una situación no del
todo merecida. Romanutti nos ofrece un cuento de aparente humor,
en el que subyace la idea del aislamiento en el que se encuentra
todo ser atípico. Elena Guimil, por último, evoca
con visión mágica un suceso entrañable de su
infancia.

Los temas abordados serán de indudable interés
para la lectura en los momentos libres, pero puede utilizarse
esta colección también en los últimos
años de la EGB, ya que permite estudiar la lengua y su
empleo
literario, al mismo tiempo que suscita el debate y llama
a la reflexión. Servirá asimismo, a nuestro
criterio, como disparador de vocaciones dormidas, pues demuestra
que la literatura está en la vida cotidiana y todos, con
mayor o menor fortuna, podemos cultivarla.

Merece destacarse la labor de Saúlor, quien ha logrado
reflejar en sus libros el espíritu, tan distinto, que
subyace en cada una de las narraciones.

Ausencias,
presencias y sueños, por Raúl G. Fernández
Otero

Buenos Aires, Ediciones Tu Llave, 2000.

Raúl G. Fernández Otero escribió
Ausencias, presencias y sueños (14), autobiografía
en la que evoca su infancia en un barrio porteño,
allá por el 30. El rememorar sucesos de su vida personal lo
obliga a describir la época en que transcurren y el modo
de vida de esos tiempos que -en la pluma de Fernández
Otero- parece mucho más humano que el agitado vivir del
presente. Los padres y el hermano españoles, los vecinos,
los carnavales,
las anécdotas que pueblan toda historia a lo largo de una
dilatada existencia, son la materia de la
primera parte del libro.

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La noche que me
quieras, por Jorge Torres Zavaleta

Buenos Aires, Emece, 2000.

En la Librería Clasica y Moderna de Buenos Aires fue
presentado hace unos dias el nuevo libro de Jorge Torres
Zavaleta. EI escritor nacio en esta ciudad, en 1951. Dirige
talleres literarios y desde 1974 es colaborador de La
Nación, donde ha publicado cuentos y criticas de libros.
Escribio guiones de cine y dicto seminarios sobre literatura en
diversas instituciones.
Ha sido Jurado en el Premio Fortabat y en el concurso literario
de La Nacion. Publico EI hombre del sexto dia (1977, cuentos), EI
primer viaje (Emece, 1985, novela), EI palacio de verano (I989,
cuentos) y. La casa de la Ilanura (I983, novela). Ha recibido,
entre otros premios, el Primer y Segundo Premio Municipal de la
Ciudad de Buenos Aires, el Premio Fortabat al mejor libro de
cuentos por El Palacio de Verano, Antorchas -ex beca Fullbright-,
Carmen Gandara, Inca y Revista Plural, de Mexico.

Es esta su tercera novela. Sobre el genero en
cuestion nos dijo, en un reportaje que Ie hicimos con motivo de
la aparición de EI primer viaje: «La novela tiene
todo el encanto de lo que no está admitido en el cuento:
podés dar ecos, repeticiones, leitmotiv, podes ir
completando las cosas, agotandolas lentamente y dandoles vuelta
atacandolas de distintos angulos. Esa complejidad de la novela
meresulta muy grata, tanto que creo que, poco a poco, me voy
acercando a ella».

La noche que me quieras muestra la culminacion de esa
aproximacion de la que hablaba en 1987. En esta obra un
protagonista de avanzada edad recuerda su juventud, cuando,
después de matar en un duelo al marido de una amante,
decidio viajar a Paris. El presente de ese anciano que recuerda
transcurre en 1988 y se altema con su rememoracion, que se inicia
con episodios sucedidos a partir de 1928; lo narrado acerca de
una y otra etapa permite al lector conocer exhaustivamente al
protagonista, un octogenario que analiza desde su personal
perspectiva tanto su propia vida cuanto las circunstancias por
las que atravesaban la Argentina y el mundo.

Lajuventud de ese hombre, tan lejana ya, está unida
indisolublemente a una figura mitica, Carlos Gardel, quien lo
trata afectuosamente. Las paginas en que el protagonista se
entrevista con
El Zorzal para ofrecerIe las letras de tango que compuso brindan
al lector una imagen vivida del cantor. Un personaje lo describe
asi, recordando lo comentado por uno de los peones: «Gardel
Ie hablaba en lunfardo, y como este muchacho era del interior y
recien habia llegado a Buenos Aires, no Ie entendia ni medio.
Dijo que siempre le hacía preguntas sobre su trabajo: si
losyobacas dormian bien, como habian trabajado, Carlitos se
interesaba por lagente, por eso lo adoraban».

Otra presencia recorre con su magnetismo toda
la novela, y es tan fundamental como Gardel para el anciano,
aunque por motivos bien diferentes. Se trata de Mora, la mujer a quien
amó durante decadas, aquella que buscaba un matrimonio por
dinero y al
mismo tiempo se sintio atraida por este joven con pocas
posibilidades economicas. La evocación de los primeros
dias de esta fugaz relación es -a nuestro criterio- uno de
los mayores logros de la novela. La figura de Mora se engrandece
a medida que avanza la narracion, y la vemos como una estrella
que guia a este erratico protagonista.

El novelista describe, ademas, a los personajes con los que
Arturo se relaciona: son los jóvenes que disfrutan de la
vida ociosa en Paris, del juego y las
mujeres, mientras el mundo se aproxima hacia una terrible
tragedia. Un anciano amigo recuerda aquella epoca: «Me
parece -dijo Eduardo- que entonces la gente andaba mucho mas
mezclada. Ibamos a cada bailongo. Yo creo que la noche era como
una zona franca. Despues el pais cambió». Con
respecto a la Argentina, los vaticinios permiten vislumbrar la
crisis del 30. A pesar de todo ellos siguen dilapidando, sin
creer que algo aciago sucederá.

La vision del escritor es indudablemente critica. No calla su
opinion acerca de personalidades o de aquellos que no lo son:
seres a veces terribles, a veces grotescos, pertenecientes a
distintos grupos
sociales. Insiste en que los franceses estaban cansados de
los papelones de los argentinos en la Ciudad Luz, y en mas de
una oportunidad hace gala de su sentido del humor al recordar
situaciones realmente absurdas. Ya anciano, es la politica el
tema de sus reflexiones, en la soledad de su habitación o
en dialogo con sus
antiguos compañeros de andanzas.

La inmigracion; tan importante en el 30, se encuentra evocada
en la obra, por ejemplo, cuando el autor habla del gallego, del
vasco, de los gringos a quienes no les gusta el dulce de leche,
«una verdadera falta de educación».

Llama la atencion la ingente documentación consultada,
los libros que sin duda habra leido para poder pintar una epoca
como el lo hace. En lo referido al turf y al tango se muestra
erudito, pero su conocimiento
no vuelve fatigosa la lectura; por el contrario, la
enriquece.

Jorge Torres Zavaleta ha escrito una novela excepcional, en la
que confluyen la indolencia de la juventud y la nostalgia de la
vejez, un fin
de siglo XX anodino y el esplendor de un tiempo que no
volverá.

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Masacre en las
pampas. La matanza de inmigrantes en Tandil, 1872, por John
Lynch

Buenos Aires, Emecé, 2001, 315 páginas.

El autor fue por largos años director del Instituto de
Estudios Latinoamericanos y profesor de la Universidad de
Londres. Es autor de Los Austrias, El Siglo XVIIII, Las
Revoluciones hispanoamericanas 1808, 1826 y Juan Manuel de Rosas
(Emecé, 1984), "biografía que se ha convertido en
un clásico".

La obra que nos ocupa fue publicada originalmente por The
University of Oklahoma Press en 1998. Investiga la matanza de
treinta y seis personas, en su mayoría inmigrantes, que
tuvo lugar en la madrugada del primero de enero del año
mencionado. Se culpó de la misma a Gerónimo
Solané, "Tata Dios", un personaje que se suponía
nacido en Bolivia,
Chile, o el interior de la Argentina y que "hasta poco tiempo
atrás había vivido en Tapalquén y antes de
establecerse en Tandil había pasado una temporada en Azul
donde sus actividades obtuvieron el apoyo popular pero el
desdén del gobierno". Este
individuo fue
muerto de tres tiros en su celda cuatro días
después de la degollina.

Lynch está convencido de que "más allá de
su aspecto externo, Solané no era una figura descollante,
capaz de provocar una rebelión. Carecía de
distinción de carácter y personalidad".
Admite, sin embargo, que "si bien no ofrecía principios de
acción, contribuyó a generar un clima de terror y
liberó una fiera que no pudo controlar". Más
terrible le resulta el asistente principal, Jacinto Pérez,
"hombre más violento que su patrón, un gaucho que
se autodenominaba San Francisco y San Jacinto el Adivino".

El investigador contó con testimonios procedentes de
tres fuentes: las
actas del juicio y la investigación oficial, la
correspondencia de los funcionarios y los documentos
británicos al respecto, los cuales le permitieron
adentrarse en un hecho que no fue aislado, sino que –como
él mismo señala- tuvo muchos antecedentes: un
criador de ovejas británico fue asesinado por tres
argentinos cerca de Rosario, en 1865; otro británico fue
asesinado en una estancia dos años después, y en
1869 "Según The Standard de Buenos Aires, un periódico
inglés, un súbdito británico que cuidaba el
rebaño de un amigo en la región de Azul fue
asesinado por ladrones; las autoridades atribuyeron la matanza a
los indios pero el crimen llevaba la marca de la
violencia
gaucha".

Los crímenes –de los que sólo mencionamos
unos pocos- motivaron que en 1870, los agentes de
emigración de Londres alertaran a los posibles emigrantes
sobre la peligrosidad de estas tierras. En la advertencia
publicada el 22 de febrero afirmaban: "Varios emigrantes
británicos y otros extranjeros fueron asesinados en
época reciente….El gobierno local no ha tomado medidas
efectivas…En este momento, no parece haber suficiente seguridad para
vivir en ese país".

Afirma el autor que "la masacre de Tandil, ocurrida
después de una serie de atentados menores, resultó
excepcional solamente por su ferocidad, crueldad concentrada y el
grado de organización por parte de una banda de
forajidos. La muerte en la pampa no era una atrocidad individual,
formaba parte de una serie de atrocidades".

Lynch recoge varias opiniones acerca de la
motivación de estos hombres –alrededor de
cincuenta- que arrancaron a un bebé de cinco meses de los
brazos de su madre y lo mataron delante de ella, quien ya
había visto morir a sus hijas de cuatro y cinco
años (la muerte que le dieron se sumó a las de sus
seres queridos). Cita al diario La Nación, quién
"sostenía que no había que buscar los
orígenes en la violencia rural en el fanatismo religioso,
como sostenían algunos propagandistas, sino en causas
profundamente arraigadas dentro de la sociedad rural". Juan Fugl,
el prestigioso inmigrante danés"llegó a la
conclusión de que la causa que había impulsado el
atentado no era meramente la furia y la xenofobia de
gauchos ignorantes; consideraba que surgía del prejuicio
invencible de la elite local". El autor opina acerca de esta
última aseveración:"Como sucede con muchas teorías
sobre conspiraciones, la de Fugl contenía algunos atisbos
de verdad mezclados con afirmaciones sin fundamento" y sostiene
"que los criminales veían a liberales, funcionarios y
propietarios, opresores todos, encarnados en sus rivales
inmediatos, los inmigrantes. En este sentido, la venganza fue una
especie de justicia salvaje".

Aunque centrado en un hecho, el estudio de Lynch arroja luz
asimismo sobre los indígenas y sus malones, las penurias
de la vida gaucha, el resentimiento de los ganaderos, la
incidencia del rosismo, la religión y el
curanderismo, el hostigamiento mutuo entre Gran Bretaña y
la Argentina a raíz del luctuoso suceso, y los
crímenes que tuvieron lugar inmediatamente después
de 1872, confirmando la advertencia británica.

Destinado –a nuestro criterio- a lectores con
formación universitaria, interesará también
al público en general, especialmente a aquellos que
–como esta cronista- descienden de inmigrantes afincados en
Tandil en el siglo XIX.

El volumen incluye la bibliografía consultada
–en la que se citan tres obras de Hugo Nario, participante
del congreso sobre inmigración que se llevó a cabo
en Azul en 1994 – y numerosos cuadros sobre población, inmigración y
crímenes violentos. Tradujo María Teresa La
Valle.

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Doloratas, por
Marcos Silber y Carlos Levy

Ediciones del Canto Rodado. Editorial Mila, 2001. 63 pags.

Este libro esta integrado por dos partes, escritas por sendos
autores, de las que comentaremos algunos fragmentos.

Marcos Silber -cuya participacion en las Jornadas de Poesia de
la Biblioteca Ronco
anuncia El Tiempo, en su edicion del 16 de septiembre-, ha
recibido numerosas distinciones, entre las que se cuentan el
Primer Premio en Mérida (España) y el Primer Premio
Casa de la Amistad
Argentino-Cubana. Es miembro de la Sociedad de los Poetas Vivos y
miembro Honorable de la SADE.

Carlos Levy, por su parte, es autor de varios libros, fue
Director de la Biblioteca Publica General San Martin y
actualmente investiga el ladino y la cultura sefardi. En 1997
recibio el Premio Reconocimiento a su Labor otorgado por el
Gobierno de Mendoza.

El tema central del volumen ha sido destacado por Alicia
Steimberg: "Esta hermosa muestra de la obra de Marcos Silber y
Carlos Levy no es en absoluto una indagacion sobre que es ser un
judio argentino, o un argentino judio, uno de los cuales es
asquenazi y el otro sefardí Pero ellos, como poetas, como
escritores de ficcion, tal vez se acerquen mas a una buena
respuesta que los que abordan el tema desde un punto de vista
racional".

"Los ojos de la noche", de Marcos Silber, es una "cantata para
relator, mezzo-soprano y coro de niños", en la que el
escritor evoca la realidad de la década del 40 vista a
traves de los ojos de un narrador de corta edad. Dedica estas
paginas " A Federico, en memoria de los desvastados, desconocidos
abuelos de su abuelo". El adjetivo que usa para calificar a sus
antepasados es de suyo ilustrativo. "Desvastados"; esa es la
palabra que resume el sentimiento de este hombre ante su pueblo,
agobiado por un genocidio que desde la Argentina observan
impotentes quienes emigraron. La angustia y la desolacion son
presentadas por medio de imagenes de los adultos, a los que el
niño comprende desde su infinita sabiduria: " Mama
llorándole toda la cabeza al pequeño.
Regándole/ el sueño, todo el juego. Mama que
regresa con papeles./ Cartas, papeles
de adios y tormento. Avisos de nuevos/ silencios. 1940".

Cinco años mas tarde, en "Candelabros", el hijo percibe
una situacion distinta, resultante de la anterior: "Mama ya no
llora./ Pero una nube de pesar/ se acostó en su frente
para siempre,/ y una campana de silencio para siempre/ descendio
a los fondos de su boca".

Uno de los poemas mas
tristes es "Preguntas a la hora de la siesta o el Kadish que no
cesa", que dedica a su abuela que quedo en Kiev cuando ellos
emigraron. Allí, el escritor se pregunta: "tejia la
abuela?/ Me l1evo a su vigilia?/ En su recuerdo de futuro me vio?
/ Me puso a jugar en su cuento?/ Entre que lanas me protegio? /
Cuando se desprendio de mi mano?".

"EI Judío que soñaba España" es el titulo
de la obra que Carlos Levy dedica a sus abuelos. En el poema
homónimo, el horror es evocado en el "brazo numerado en la
cifra de Dachau", bajo el cual "lleva / dos libros el viejo
judio. Un atlas, / viejo de la antigua patria / y una casi tan
vieja/ antologia de poemas ignotos".

En "18 dejulio de 1998", poema escrito a cuatro años
del atentado de la AMIA, expresa el dolor que lo hermana con
otros oprimidos: " Se ha transformado de nuevo nuevamente mi
pacifico/ cafe en un
corrillo del terror,/ y veo como mi nombre, los viejos nombres de
la vieja Biblia/ se arriman para abrazarse en muerte con
Hernandez,/ Fernandez,/ Abdala/ Marinetti Buttini Di Taranto Da
Souza Van der Heussen/ y creo que ya olvido a Homero con sus
hombres / pajarosy barcos,/ porque de nuevo nuevamente ya
recuerdo Treblinka/ Dacha/ Auschwitz/ Bosnia Viet-Nam Corea,
Ruanda, los humillados/ apartados y victimas de siempre/ los
parias menesterosos y olvidados/ los niños de la
calle en Rio esperando el escuadron de la muerte/ mientras
flota la pregunta inutil del por qué/ cada vez que
comienza un nuevo día".

La esperanza aparece en el poema titulado "Lejaim", en el que
recuerda a los inmigrantes y su duro destino: "Bebere el trago
mas largo y dire lejaim por aquellos que estan lejos de su
pueblo/ y derraman una lagrima por ello,/ porque canten ellos su
canción de amor esta noche/ y no se sientan extranjeros en
mi mesa / lejaim, lejaim por el corazón
del hombre/ y los hombres que hablan el idioma de ese
corazon".

"Dolores y alegrias, recuerdos que no se sabe si son
autenticos (¿que es, de todos modos, un recuerdo
autentico?), la amargura del chivoemisario secular, la alegria
por el reconocimiento y la participacion en estos esforzados
menesteres literarios, bien justifican el brindis del final",
considera Alicia Steimberg; el brindis que todos -judios o no-
hacemos, especialmente en este momento, por la paz de la
tierra.

(EL TIEMPO, Azul, 21 de octubre de 2001)

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La logia del
umbral, por Ricardo Feierstein

Buenos Aires, Galerna. 2001.

Los datos
biobibliográficos incluidos en el libro nos permiten saber
que "Ricardo Feierstein nació en Buenos Aires en 1942. Ha
ejercido una variedad de oficios (escritor, arquitecto,
periodista, editor, crítico de espectáculos). Lleva
publicados una veintena de libros, entre ellos: cuatro novelas
(la trilogía SINFONIA INOCENTE, 1984, y MESTIZO, 1988 y
1994 en castellano y 2000 en inglés) que conforman una
saga sobre la condición judía latinoamericana y de
la que esta narración, LA LOGIA DEL UMBRAL, es su
culminación; siete colecciones de relatos (entre otros
BAILATE UN TANGO, RICARDO, 1973; LA VIDA NO ES SUEÑO, 1987
y HOMICIDIOS
TIMIDOS, 1996); cuatro volúmenes de poesía y tres
libros de ensayos (JUDAISMO 2000, 1998; CONTRAEXILIO Y MESTIZAJE.
SER JUDIO EN LA ARGENTINA, 1996 y su ya clásica HISTORIA
DE LOS JUDIOS ARGENTINOS, 1993 y 1999). Su labor literaria
mereció diversos premios (Municipal, Coca-Cola,
Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores, Premio
Internacional Fernando Jeno de México,
entre otros) y "a pesar de ello escribe bien", según
bromean sus amigos. Ha sido parcialmente traducido al
inglés, alemán, francés y hebreo".

Esta novela cuenta el proyecto de
cuatro generaciones de una familia, que se propone llegar a
caballo desde Moisesville, Santa Fe, mediante postas de dos
jinetes por vez, con una caja de madera de
cerezo que contiene tierra de la primera colonia judía en
la Argentina y "una mezuzá, estuche de hueso con un trozo
de papel escrito con letras hebreas", hasta la Plaza de Mayo,
donde la enterrarán bajo la Pirámide. Uno de los
personajes reflexiona, eufórico: "cuando se corra la voz,
italianos y españoles y franceses y todos los otros
harán lo mismo. Y tendremos, allí en esa Plaza del
centro de Buenos Aires, la ceremonia simbólica del crisol
de razas o del mosaico de identidades".

Mariano Schvel, cuarta generación de judíos
argentinos, es quien debe ingresar a la ciudad de Buenos Aires
con el preciado tesoro. El se dice: "Mi plan es integral,
mestizo, creativo. No renuncio a nada: no debo elegir entre
querer más a mi papá o a mi mamá. Quiero
todo, lo argentino y lo judío, el mate y el samovar, el
poncho y el talit, el Martín
Fierro y el Talmud, porque soy todo, la mezcla y la
superación de la mezcla, el andamio y la casa
construída gracias a estos andamios que, ahora, debo
retirar, para habitar la vivienda-identidad que he
construiído".

Cuando el miembro más joven de este grupo
está por concretar la iniciativa de su familia y de
él mismo, al pasar frente a la AMIA, una terrible
explosión lo "revolea por el aire. Todo se vuelve negro
–rememora-, el rugido ensordecedor parece indicar que, con
la oscuridad de un eclipse gigante, ha llegado el fin del mundo.
En ese instante, cien años de vida familiar y comunitaria
se atropellan para desfilar ante los ojos desorbitados de mi
conciencia en
fuga".

Quien esto dice no da la espalda a las víctimas de tan
horrendo atentado, que se suma al de la Embajada de Israel,
perpetrado sólo un par de años antes:
"Debería correr –agrega-, pero me he impuesto no
desviar la mirada". Así –el joven Mariano
Moisés Schvel –quinta generación de aquellos
judíos que llegaron en el vapor "Weser" en l899 en busca
de paz y prosperidad-, a caballo y vestido de gaucho, presencia
un espectáculo atroz.

El relato se inicia el 18 de julio de 1994, con el gaucho
judío avanzando hacia la calle Tucumán, y se
retrotrae hasta el día en que los inmigrantes arriban
desde el Hotel de Inmigrantes a la colonia santafesina y
comprueban que no tienen alimento ni dónde guarecerse:
"Nada hay donde todo debiera estar: ni carpas, ni elementos de
labranza, ni semillas. Ni siquiera un hombre del lugar, en
representación del propietario, para entregar esas tierras
tan laboriosamente adquiridas a través del cónsul
comercial argentino en París, que actuaba en nombre del
terrateniente". Unos gauchos les ayudan: "Tiraron unas galletas
duras hacia nosotros, les daba lástima. Y los chicos las
mordían y no podían romperlas, (…) Bajaron de las
carretas, rompieron las galletas contra las ruedas y las mojaron
en agua.
Así, ablandadas, se transformaron en el maná
argentino que nos salvó de perecer de hambre".

Allí mismo tiene lugar un hecho de sangre –la
muerte del primer Schvel que pisó este suelo, asesinado
por un gaucho matrero al intentar defender a su mujer embarazada.
A partir de este momento, el escritor evoca una centuria
relacionando las vidas de los judeoargentinos con los sucesos
relevantes del país durante ese período, sucesos en
los que se reitera la discriminación y violencia, ya sea en la
Semana Trágica, la actuación de la Liga
Patriótica, el Proceso o los
atentados que mencionamos.

La novela, narrada alternadamente por muchos de los miembros
de la familia, aborda temas fundamentales como la
religión, la educación y la condición del
judío argentino. También se ocupa de aspectos menos
importantes, cotidianos –los platos típicos, las
rencillas familiares, el barrio en el que viven en armonía
los Schvel y muchos otros inmigrantes de diversas nacionalidades.
Se configura así un relato que se lee con interés y
que hace vibrar tanto con la descripción de episodios
felices –el nacimiento de un hijo el mismo día en
que surge el Estado de Israel, por ejemplo-, como con la
narración de aquellos trances que nunca tendrían
que haber formado parte de la historia de nuestra nación.
Un relato estremecedor que nos habla del pasado y el presente de
una comunidad y de la lucha que no tiene fin.

Completan el volumen un glosario,
ilustraciones, fotografías y "El juego de la
integración", creado por el autor a partir de las
diferentes posibilidades entre las que tiene que optar un
inmigrante en nuestro país.

Monografias.com

Estamos
aquí, por Enrique Novick. Colección
Poesía

Editorial Mila. Buenos Aires, 2001. 92 paginas.

El autor es poeta, cuentista, dramaturgo y ensayista. Obtuvo
uno de los primeros premios en un Certamen Teatral, organizado
por la Red Nacional
de Radiodifusión conjuntamente con Radio Nacional.
Uno de sus cuentos fue distinguido por Radio Nacional y
posteriormente leido en un Congreso por la paz organizado por la
UNESCO, que tuvo lugar en Tokio, Japon. Estrenó ocho
piezas teatrales, y repuso dos, por Radio Nacional y en el Centro
Cultural General San Martin, Recoleta, El Vitral y Sociedad
Hebraica Argentina. Una de ellas con el auspicio de la Secretaria
de Cultura de la Nacion. Es colaborador del diario La Prensa y del
semanario Mundo lsraelita, ambos porteños, del Semanario
Hebreo de Montevideo, Uruguay, y del semanario Aurora de Tel
Aviv, Israel.

Este poemario reune muchos textos ya publicados y otros
ineditos, permitiendo asi a quienes no tienen acceso a los
medios
mencionados, conocer la obra de un escritor que se destaca en el
ambito de la creación literaria actual.

Novick trata temas desgarradores que, en muchas oportunidades,
tienen que ver con el destino aciago que ha tocado en suerte a su
colectividad. Las humillaciones que describe en estas paginas van
desde las mas atroces, como los campos de exterminio, hasta las
cotidianas, como la actitud de un medico que se muestra
despectivo o la de un cantante de rock que considera que los
judios no pueden entonar el Himno argentino. Esas situaciones de
desamparo, de indefension, son denunciadas acusando tanto a
quienes las infringen cuanto a quienes las permiten con su
silencio.

Los poemas surgen de noticias
leidas en los diarios, o de citas de salmos y literarias. Entre
los primeros, encontramos «Auschwitz Music Hall», en
el que se remite a una noticia que anuncia que en dicho lugar
podrian construir un salon de baile; al respecto, canta el poeta:
«En Auschwitz/ se pretende/ como antaño,/ asesinar/
la memoria./
Volverlo a hacer/ con nuestros muertos./ Robarles otra vez/ lo
que les resta:/ su porcion de historia».

De los que tienen como punto de partida una cita literaria,
preferimos «Apostilla sobre un informe»,
referido a Ernesto Sabato, en el que narra que el escritor le
envia: «un sobre en blanco/ luciendo/ cual descarnado/
hueso; vacio/ de toda vaciedad/ en manos/ de un cartero
ciego», y el tristisimo canto al hijo muerto, en el que se
lamenta: «En mi pecho/ su herida/ sangra todavia/ y se
yergue/ sobre él como una flor/ insomne/ cada
aurora».

Estos son sólo algunos de los versos en los que -al
decir de Antonio Requeni- hay "una secreta alianza de sobriedad y
ternura; de desnudez y fervor…".

Peregrinación entre patrias, de Hilel
Resnizky

Editorial Mila. Coleccion Imaginaria. Buenos Aires, 2001.

Hilel Resnizky nació en 1932. Vivió su primera
infancia en Galarza, al sur de Entre Ríos. La familia se
trasladó luego a Santa Fe y en 1946 a la Capital Federal.
En su adolescencia
se integra a lo que se transformo despues en el movimiento
pionero Hejalutz Lamerjav. En 1956 viajo a Israel y se integra al
kibutz Neot Mordejai, en la Galilea superior, donde hasta hoy
reside. Estudió en el seminario de
Maestros y en la Universidad de Haifa. Se doctoró en
Filosofla en la Universidad de Bar Ilán. La tesis
consistio en

un estudio comparativo de las obras metarrealistas de Agnon,
Yehoshua y Borges.

La mayor parte de su vida activa enseñó, en los
niveles primario, secundario y universitario.

De esta importante formación profesional, y de la
experiencia vital que supo canalizar, surgen los cuentos que
comentamos, escritos con talento y sentida emoción, en los
que se advierten -al decir del prologuista, Moshe Korin- visos
autobiograficos: «acaso, si se me perdona la hiperbole,
todo relato no pueda sino ser autobiográfico, si
entendemos como autobiográfica esa dimension de la
narrativa que se imprime y se conforma, inevitablemente, con la
experiencia vital de un autor».

El libro – dedicado a la memoria de sus padres y su hermano,
«como homenaje a la juderia argentina, que supo unir
valores»- se divide en tres partes. Cada una
de ellas muestra «caracteristicas distintas que van de un
realismo
sentimental a un surrealismo -o
metarrealismo- de mirada alerta».

«Argentino y Judio a mucha honra pretende presentar
esbozos, aunque sean aislados, de la epopeya de la
colonización judia en Argentina». Aparecen. entonces
los gauchos judios, los conservadores y radicales, la discriminación, el tesón, la
victoria y la desazón que caracterizaron a toda una
epoca.

«Vieja Patria y Hombres Nuevos es tambien realista, pero
por ser mas cercana en el tiempo y el lugar a los hechos que
describe es tal vez menos piadosa, como una fotografía
tomada de cerca, que no escatima el detalle de las
arrugas».

Algunos descendientes de los colonos, perseguidos y torturados
por motivos racistas o ideológicos, viajan a Israel, y
encuentran allí salvacion, aunque la convivencia no es del
todo sencilla.

«Un Poco mas Aca del Mas Allá es abiertamente
surrealista» y trata cuestiones inherentes al ser humano en
general, ubicadas en escenarios muy distintos de aquellos en los
que transcurria la acción de las narraciones anteriores, y
utilizando recursos relacionados con lo onirico y lo
fantastico.

La llegada a la Argentina, huyendo de una tierra inhospita; la
partida a Israel, en amargas condiciones, y algunos relatos en
los que se indaga otra realidad, son la esencia de este volumen,
interesante tanto para judios como para gentiles.

La ultima
profecía y otros textos Del «Sholem Aleijem»
argentino al Premio Presidente de Israel por su obra en hebreo,
por Samuel Pecar. Seleccion y prologo de Ricardo
Feierstein

Buenos Aires, Mila, 2001.

«Si Jevel Katz fue el 'Gardel judio', segun coinciden
los cultores de la musica popular, Samuel Pecar es el 'Sholem
Aleijem argentino'» afirma Feierstein en el prologo, que
lleva por titulo «Samuel Pecar: ejemplo de sintesis
literaria, humana y judeoargentina».

Acerca de la obra del entrerriano nacido en 1922, dice el
editor: «El humor piadoso y a la vez vitriolico que se
desprende de sus volumenes sobre el transcurrir de la vida en su
colectividad constituye la descripción más
hilarante y enternecedora que se haya escrito sobre los avatares
de nuestro ischuv. Allí pueden rastrearse formas de ser,
comportamientos, tics, manias y, grandezas de esa generacion de
inmigrantes e hijos de inmigrantes que desarrollaron el momento
de mayor esplendor (red educativa e institucional) de la historia
comunitaria reciente, cuyas perdidas no terminamos de
lamentar» .

La trayectoria, que se inicia con su nacimiento en Colonia
López y que culmina en el "Premio del Presidente de Israel
a la Literatura Traducida" y el «Premio Gerchunoff»
de la Asociación de Amistad Argentina-Israel -recibidos
por su viuda pocos meses después del fallecimiento del
escritor- es detallada minuciosamente por Miryam Gover de
Nasatsky, autora del cuadro bio-bibliográfico incluido en
el volumen, que puede ser ampliado con la lectura de Escritores
Judeo-Argentinos. Bibliografía 1900-1987 (Milá,
1994), escrito por la biógrafa en colaboración con
Ana Weinstein. En este cuadro se menciona, entre otras funciones, a
Pecar como presidente de la Asociación Israelí de
Escritores en Lengua Castellana (AIELC), desde que la fundara, en
1985, hasta el 2000.

Adela Pecar participó en el libro con una semblanza de
su marido, en la que señala que dicha asociación
«agrupa a escritores que como él, no pueden ni
podrán nunca usar el hebreo como lengua literaria, y
exigen el derecho de poder ser escritores israelíes, decir
lo que sienten, en su lengua
materna, el castellano».

Leonardo Senkman destaca este aspecto del legado de Pecar:
«Samuel nos dejó para siempre cuando pudo cumplir
uno de sus más fervientes deseos: que el idioma
español fuese reconocido como legitima lengua de
creación de los escritores iberoamericanos en Israel.
Ningun escritor inmigrante trabajó tan incansablemente
para fundar, y luego desarrollar con pasión, la
Asociación Israeli de Escritores en Lengua Castellana
(AIELC),que presidió hasta el ultimo momento de su vida,
logrando el respeto y
reconocimiento de la Federación de Asociaciones de
Escritores Israelies en todas las otras lenguas».

En su sagaz descripcion del alma humana, Pecar trata, entre
otros, un tema que hasta ahora no habíamos encontrado: la
posibilidad de emigrar a Israel y los primeros tiempos de los
argentinos que allí se establecen, con la urgencia de
aprender un idioma y, al mismo tiempo, adaptarse a una forma
diferente de entender la vida, evidenciada, por ejemplo, en la
falta de rodeos al hablar.

En «Hamlet en el
gueto» evoca los años que pasan mientras el padre de
familia medita acerca del traslado. El narrador expone la
situacion del protagonista:«Máximo Jirik no se
dirige a Israel para hacer negocios.
Maximo Jirik es un idealista, señor. Si él ha
resuelto dejar la Argentina, donde siempre vivió bien,
¡más que bien!, no será el por el sucio afan
de apilar dinero en otro pais, enclavado, para colmo, en la
barriga de Asia, y cercado
de enemigos con el alfanje, entre los dientes. No; a Maximo Jirik
no le interesan los business. Israel lo atrae con la magia de sus
multiples lazos historicos, sentimentales, teluricos…».
Al finalizar el cuento, el protagonista aún sigue
evaluando las ventajas y desventajas, mientras su familia sufre
las consecuencias.

La edad distinta, volumen publicado en 1979, incluye las
cartas que Shaul le envia a Arón, en las que le relata sus
peripecias en el pais que ha elegido para establecerse. Estas
peripecias tienen que ver, sobre todo, con el idioma, como
aquella vez en que el autor de la carta le pide al hijo:
«Dani, coloca los cadaveres sobre la cama, uno encima del
otro, por favor», confundiendo «camisetas» con
«cadaveres», palabras que en hebreo se diferencian
sólo por una letra. Los que sí se adaptaron
rapidamente fueron los hijos. Shaul reflexiona: «Viven en
Israel hace apenas dos años, y ya se comportan como si
hubieran nacido en este pais. ¡Con cuanta rapidez se han
adueñado del pasado! ¡Con qué fuerza se han
plegado a cada uno de los rasgos del pais! ¿Cuando
aprendieron todo esto?» Viéndolos, el padre hace una
apreciación sobre la nueva tierra: «¡Que
extraño es este pais! Es aspero y duro, pero al mismo
tiempo se acurruca dentro de uno, pidiendo que lo amen. ¡Y
qué delicioso es sentir ese amor por él! Es
curioso. No lo quiero como a la tierra en la que uno vive o en
cuyo seno se nace. No; quiero a este paisito como a un hijo, y a
veces percibo que despierta en mí la misma ternura
dolorosa que sólo conoce un padre».

La decisión de emigrar o no de la Argentina, la
opción entre el kibutz y la ciudad, con todo lo que estos
dilemas conllevan, es ya literatura, como lo fueron anteriormente
los avatares de quienes llegaron a nuestro pais hace mas de un
siglo, en busca de un futuro mejor.

Monografias.com

Refranes y
expresiones sefaradíes de la tradición judeo
española de Esmirna, por Luis Leon

Editorial Milá. Coleccion Escrituras. BuenosAires,
2001. 95 páginas.

Luis Norberto Leon nació en Buenos Aires. Es arquitecto
por la Universidad Nacional de esta ciudad, donde actualmente es
profesor de Morfologia.
«Desarrolla la actividad profesional en su estudio
particular. Hace algunos anos, encaró por primera vez la
aventura de escribir. A poco de terminar sus primeros cuentos Ie
asaltó la idea de recopilar las experiencias familiares
atesoradas desde su infancia en idioma sefaradi. Decidió
entonces formar un taller de investigación donde recopila
toda clase de material sobre el tema. Objetos, musica,
fotografías, cartas, son parte de los documentos que Ie
ayudaron a completar el presente libro. Actualmente esta
escribiendo una novela, donde incorpora eI tema de la inmigracion
sefaradi en la trama de la ciudad y sus barrios». Es autor
de la novela EI profesor de Arqueometro, que recibio una mencion
en el concurso de Acervo Editores en 1999.

El autor dedica este libro a su madre, de quien recibió
el mayor aporte para escribirlo. En la Introducción comenta: «El orlgen
sefaradi de ambas ramas de mi familia hizo que en mi infancia
escuchara a los abuelos dirigirse a mis padres hablando en
djudesmo. (…) Por eso creo a veces que al rememorar parte de mi
infancia lo hago en ladino». En la contra tapa del libro se
explica: «El djudesmo o judeo-español es la lengua
que hablaban los judios espanoles expulsados en 1492 de la
peninsula iberica. (…) A traves de las migraciones sufridas
luego de la expulsión, el idioma recibió el aporte
de otras lenguas como e! francés, el italiano y el
turco». Estos conceptos son ampliados por León en
las interesantes páginas que preceden a los refranes.

Acerca del contenido del volumen, leemos: «En este
trabajo se compiIan una serie de refranes y expresiones
cotidianas que la comunidad sefaradi de Esmima trajo consigo al
Rio de la Plata. Cada refran !leva su traduccion al
español y una explicacion del sentido de uso, haciendo de
este libro un material interesante y ameno aun para el lector no
especializado».

El volumen incluye muchos refranes que usamos habitualmente.
Por ejemplo, «Aqueas aguas, truyeron estos lodos»,
«Cria cuervos para que te quiten los oyos», «EI
comer y el arrascar, todo es ampezar», y la
narración que, con algunas variantes, repetia mi abuela
gallega – la del niño que fabricaba un cuenco para cuando
encerrara a su padre en el altillo, como el padre hacia con su
abuelo-, la que da origen al refrán «Cuando el padre
da … rie el padre y rie el hiyo. Mas cuando el hiyo da, iora el
padre e iora el hiyo".

Monografias.com

Stefano, por
María Teresa Andruetto. Ilustraciones: Daniel
Roldán

Buenos Aires, Sudamericana, 2004. (La pluma del gato).

En varios de sus libros aparece el tema de la
inmigración, que ella conoce bien de cerca, ya que algunos
de sus familiares son inmigrantes: "Soy hija de un partisano que
llegó desde el norte de Italia a la
Argentina, en 1948, y por una sucesión de circunstancias
más o menos azarosas, se instaló en un pueblo de la
pampa húmeda, donde nací, y ahí vivió
toda su vida. También mi mamá es hija de
inmigrantes italianos que llegaron al país hacia finales
del mil ochocientos. El agradecimiento a la tierra de llegada que
le había permitido trabajar y formar una familia, fue la
otra cara de la tristeza que le causaba a mi padre el desarraigo.
A poco de venir, murió su madre y luego otros y otros,
hasta que cada vez se hizo más fuerte la idea de ya no
regresar".

En Stéfano, novela juvenil que dedica a su padre,
relata la vida de un inmigrante italiano que llega a nuestro
país con su bagaje de ilusiones y recuerdos. "Aunque
Stéfano no relata la vida de mi padre, hay muchas cosas de
él en el libro, cosas desperdigadas aquí y
allá, sobre todo pequeñas anécdotas y rasgos
familiares, como el mandolín que toca el viejo Moretti, o
el hambre cuyo fantasma acosó a los inmigrantes para
siempre, o las comidas que se comían en casa, o las
canciones que cantaban en el puerto, o el nombre de ciertos
pueblos por donde sé que él pasó, o el
título mismo del libro que replica su nombre".

En tiempos de guerra, en Italia, la pobreza llega
a extremos patéticos. Stéfano se despide de su
madre, viuda y sin más hijos, quien no quiso
acompañarlo en la aventura en el nuevo mundo. La partida
es desgarradora para ambos, no obstante haber sido anunciada con
años de anticipación por el muchacho. Luego
vendría la travesía en el Syrio, el naufragio.
Llegan los sobrevivientes. Stéfano se hospeda en el Hotel
de Inmigrantes, desde donde el muchacho y su amigo se trasladan
al campo del tío de este último. En ese campo,
Stéfano comprende que, por mucho que se esfuerce, nunca
tendrá un puesto similar al de su compañero de
viaje. Se inicia en la música y se integra a
un circo, hasta que finalmente se establece, forma pareja, y la
vida le regala la felicidad de un hijo.

Este es –muy resumido- el argumento de la historia que
está destinada a lectores adolescentes,
pero que puede ser leída con sumo interés por los
adultos. Tanto unos como otros encontrarán en ella ecos de
lo que les han relatado sus mayores, atisbos de la misma
esperanza y el mismo dolor, narrados con maestría por una
escritora que sabe hacernos vibrar con su pluma y que presenta
interesantes recursos estilísticos, como el manejo del
tiempo y el cambio de registro en la
narración.

La novela –que obtuvo numerosas distinciones y fue
traducida al alemán y al gallego- es ideal para que los
jóvenes de hoy, bisnietos de quienes vinieron a "hacer la
América" sepan cuánto debieron abandonar sus
mayores y cuánto encontraron aquí. "Si un libro es
un modo de conocer –afirma Andruetto-, una manera de
penetrar en el mundo y buscar el sitio que nos corresponde en
él, Stéfano me permitió recuperar la
sensación de hambre, desarraigo, extrañamiento, de
hombre y mujeres que, tal como los que hoy se marchan, ayer
llegaban buscando una vida mejor".

Monografias.com

Un
bandoneón vivo, por Oche Califa. Ilustraciones:
O"Kif

Buenos Aires, Sudamericana. 2002.

El volumen que nos ocupa está destinado a lectores a
partir de los once años. En él se incluyen dos
relatos que tienen como escenario la Argentina de los años
40. Afirma Califa: "tanto los sucesos como los protagonistas han
sido inventados. Sin embargo, hay una parte de verdad en ellas,
debido a que el ambiente, las costumbres y las formas de pensar,
hablar y actuar de los personajes se ajustan a la realidad de
esos años. Doy fe de ello porque el pasado inmediato
sobrevive en el presente, y yo siempre le he prestado
atención".

El primero de los relatos, "Historia con tango y misterio",
surgió a partir de una inquietud del ilustrador, que un
día se encontró dibujando el patio de la casa de su
abuela, en Rosario: eso le trajo "bellísimos recuerdos y
cierta nostalgia". Entonces le dijo a su amigo Oche Califa que
escribiera un cuento con tango, y así fue creado "Un
bandoneón vivo", la historia de un chico que escucha a un
hombre tocar ese instrumento en el fondo de su casa, y comienza a
imitarlo utilizando un cajón de manzanas. El vecino, al
irse de viaje, le facilita el bandoneón por unos
días, y el niño advierte, estupefacto, que del
bandoneón brotan viejas historias que se habían
olvidado o se deseaba ocultar.

Partes: 1, 2, 3, 4
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