Resumen
Se realizó un estudio de los principales factores
que inciden en el miedo al estomatólogo en niños
de edad escolar
del municipio Fomento, provincia Sancti Spíritus, Cuba y que son
atendidos en la Clínica Estomatológica "Oreste
García Saroza" de dicho municipio. Se aplicaron entrevistas y
observación a 30 niños de edad
escolar con conductas de miedo al estomatólogo. Se
diseñaron acciones
dirigidas a prevenir comportamientos de miedo al
estomatólogo que se emplean por los estomatólogos
del este centro de salud.
Desarrollo
El miedo al estomatólogo ha sido recogido en la
bibliografía desde
años remotos. El ser humano, por instinto de
conservación, muestra conductas
defensivas y de rechazo ante cualquier intento de acceder a su
espacio interior por cualquiera de sus cavidades. Estas conductas
pueden ir desde una actitud de
evitación hasta una manifestación de temor o
fobia.
El concepto
tradicional del dentista como atormentador tiene su origen en el
dolor intenso que produce cualquier lesión en los dientes
y su tratamiento, de ahí que a pesar de tantos años
de evolución y desarrollo de
la ciencia
estomatológica, el tratamiento dental se continúa
percibiendo como una experiencia agónica.
El temor al sillón del dentista lo recoge la
literatura, la
cinematografía, y hasta los chistes de
múltiples culturas.
Según el diccionario de
la Real Academia Española (DRAE) el miedo es la
"perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño
real o imaginario". El vocablo procede del latín
metus, que tiene significado análogo. Como todas
las emociones admite
graduación, y así el diccionario ideológico
de Julio Casares establece algunos términos asociados,
como temor, recelo, aprensión, pánico,
espanto, pavor, terror, horror, fobia, susto, alarma, peligro o
pánico.
Es una emoción caracterizada por un intenso
sentimiento habitualmente desagradable, provocado por la percepción
de un peligro, real o supuesto, presente o futuro. Es una
emoción primaria que se deriva de la aversión
natural al riesgo o la amenaza, y se manifiesta tanto en los
animales como
en el ser humano.
En el contexto dental, resulta difícil distinguir
el miedo de la ansiedad. En la literatura aparece reflejada de
diversos modos aunque el término más frecuente es
el de ansiedad dental.
En su grado máximo, la fobia dental se considera
un miedo extremo e intensificado al dentista y al tratamiento
odontológico. En muchas personas ese temor es tan intenso
que les impide llegar a la consulta. Lo más habitual no es
un pánico incontrolado, sino un temor que lleva a retrasar
o eludir las citas con el estomatólogo
convirtiéndose esto en uno de los problemas
más difíciles que tiene que afrontar la
práctica estomatológica. Los síntomas son
observables desde la sala de espera y varían de leves como
manos frías, contracciones musculares, hasta
síntomas más marcados como cefaleas, dolor y saltos
en el estómago.
En los países industrializados un significativo
número de la población tiene miedo al dentista. Por lo
que este fenómeno no es exclusivo de nuestra cultura y
nivel de desarrollo sino que se extiende también a otros
países cultural y geográficamente más
alejados. Estudios reflejan que el 31,5% de los japoneses
reconocen que en ocasiones eligen retrasar las citas con el
dentista debido al miedo que le provoca el tratamiento dental. El
48% de la población presenta un significativo nivel de
ansiedad en Indonesia, Taiwán, Singapur y Japón.
De modo general se estima que entre el 5 y 20% de la
población a nivel mundial manifiesta algún tipo de
miedo odontológico.
En cuanto a la presencia de la conducta de
temor, aparecen aspectos distintivos en los diferentes periodos
etáreos. En este sentido para los adultos pueden ser una
barrera las experiencias pasadas, el costo financiero
de la consulta en el caso de muchos países y antecedentes
psico-sociales del paciente, que combinados reducen su capacidad
para visitar al estomatólogo. La causa de la ansiedad se
postula como multifactorial, siendo el motivo más
universalmente referido una experiencia traumática previa,
seguido por otros como la actitud aprendida de su entorno, los
relatos de parientes y amigos cercanos respecto a tratamientos
dentales recibidos entre otros determinantes.
Algunos profesionales indican que los
adultos entre los 40 y 50 años muestran más temor
que los de otros grupos de edades
y a medida que aumenta la edad los pacientes se vuelven
más temerosos ya que pueden haber vivenciado mayor
número de tratamientos
estomatológicos.
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