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Formación en valores (página 2)




Enviado por Irina González



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A partir de estos criterios y al analizar las dificultades
detectadas en las distintas visitas de asesoramiento y control
realizadas a los profesores del IPU "Armando Valle López",
específicamente del 10mo grado, se pudieron determinar las
siguientes regularidades:

Insuficiente dominio
teórico metodológico de los docentes,
sobre cómo fortalecer los valores
desde los turnos de Debate y
Reflexión.

Los profesores no desarrollan una adecuada y consciente
caracterización de sus estudiantes que permita conocer las
motivaciones, intereses, necesidades y otros aspectos necesarios
para lograr formar los valores
deseados.

Las actividades que se desarrollan no conllevan a la
reflexión, análisis o valoración de elementos,
situaciones, que se relacionen con lo que el estudiante conoce y
es de su interés,
permitiendo que este asuma un papel protagónico en las
mismas.

No se garantiza en la preparación metodológica
la determinación de aquellos contenidos, métodos,
procedimientos
con potencialidades para el fortalecimiento en valores.

El personal docente,
en su mayoría, son estudiantes en formación sin la
preparación adecuada para desempeñar tales funciones.

Estos aspectos patentizan que aún es insuficiente la
preparación teórico metodológica de los
profesores, que les permita emplear libremente las
potencialidades que brinda el proceso
docente educativo en la educación
preuniversitaria para fortalecer los valores, pues en su
mayoría, no dominan los fundamentos básicos que
sustentan este proceso y su didáctica, o conociéndolos no lo
aplican con efectividad. Además las acciones
educativas que desarrollan no parten de un diagnóstico profundo e íntegro que
permita estimular, mediante las actividades que se desarrollan en
cualquier espacio, el conocimiento,
la reflexión, la valoración, la toma de posiciones
ante determinada situación, los sentimientos y emociones, en los
estudiantes.

De lo anterior se pudo determinar que existen insuficiencias
en el trabajo
metodológico de los profesores de Español
Literatura de
décimo grado del IPU "Armando Valle", lo que limita el
fortalecimiento del valor responsabilidad en los estudiantes.

Por ello se propone un sistema de
actividades que favorezcan la preparación de los
profesores de décimo grado para contribuir al
fortalecimiento del valor responsabilidad en los estudiantes, a
través de los turnos de Debate y Reflexión.

Para el desarrollo de
la investigación se utilizaron métodos
de nivel empírico y teórico que permitieron
constatar la existencia del problema, procesándose la
información obtenida mediante el método
matemático – estadístico.

Desarrollo

La formación del estudiante medio superior es el
resultado de un grupo de
actividades organizadas de modo consecuente y coherente que
garantizan la preparación de este para su
vinculación, como sujeto activo de su aprendizaje y
desarrollo en la sociedad, y en
el que intervienen como máximos protagonistas el profesor y el
estudiante, a los cuales se vinculan además las diferentes
organizaciones
e instituciones,
los medios de
comunicación masiva, etc. que cumplen
funciones educativas muy relacionadas a éste.

Es un proceso continuo y de gran complejidad donde es
indispensable tener bien claros los objetivos
educativos a lograr, las características particulares e
individuales de los estudiantes con que se trabaja y las
cualidades que se desean forman en ellos.

La capacidad de transformar los acontecimientos cotidianos en
experiencia es otro elemento importante, pues es a través
de la interacción con el medio que el adolescente
logra la asimilación e interiorización de los
aspectos esenciales que incidirán en su conciencia,
conducta y
personalidad
en general.

El desarrollo de sus conocimientos, actitudes y
valores dependen en gran medida de su conformidad con la realidad
en que viven, por lo que esta formación debe estar
dirigida hacia la preparación del adolescente para
afrontar los cambios en el presente y el futuro, de una forma
optimista, inteligente, responsable; manifestando tanto sus
conocimientos como su mundo interior.

Como vínculos estrechos tiene a la educación y
formación en valores que, según Chacón
(2002), son dos términos íntimamente vinculados que
señalan dos planos del proceso de formación de la
personalidad; el primero, con un enfoque sociológico,
comprende la educación como un proceso a escala de toda la
sociedad en el marco del sistema de influencias y de la
interacción del individuo con
estos, en aras de su socialización como sujeto activo y
transformador, en el que los valores histórico –
culturales resultan esenciales. El segundo se refiere al enfoque
pedagógico; proceso cuyo objeto es la formación
integral y armónica de la
personalidad. En esta integralidad se considera el lugar y
papel de los valores en este proceso formativo al que por su
complejidad se le debe prestar un tratamiento especial e
intencional con la precisión de los métodos,
procedimientos y medios, entre otros.

En este trabajo se
hace referencia a la formación de valores, como proceso
esencialmente educativo, dinámico, complejo y
multifactorial, en el que los diferentes componentes del sistema
de influencias educativas que inciden en el desarrollo y
formación de la personalidad del sujeto, tienen gran
importancia.

No es un proceso espontáneo ni inmutable, sino que se
efectúa de forma constante, sistemática y creadora,
bajo la influencia de un conjunto de elementos y factores que
contribuyen en gran medida a la adquisición y
configuración de valores a lo largo de toda la vida y en
cada etapa de esta, permitiendo que estos fluyan en el proceso
mismo de formación del individuo.

El desarrollo y la experiencia histórico social e
individual del estudiante, así como la influencia del
medio familiar; la ideología que impera en la sociedad; la
preparación que recibe en el preuniversitario; la comunidad,
son, entre otros, los factores que van condicionando este
proceso.

Así lo reafirma Chacón (2000) quien profundiza
un poco más y declara entre ellos: las condiciones del
contexto macrosocial y del micromedio en que se forma y se
desenvuelve el individuo, su pertenencia de clase, las
condiciones socioeconómicas de su seno familiar, sus
condiciones de vida, las características de la comunidad
en la que se desenvuelve, la comunicación y las normas de
convivencia familiar, el nivel cultural y los hábitos de
educación, entre otros.

Dada la complejidad del proceso, estos factores deben estar
estrechamente relacionados para, a partir de las influencias de
lo cognitivo, lo afectivo – volutivo, lo ideológico
y las vivencias y experiencias morales, contribuir acertadamente
al enriquecimiento de la personalidad.

La formación de valores abarca las cualidades, puntos
de vista, ideales y modos de actuación en correspondencia
con el proyecto de la
sociedad, que se expresan de forma concreta en los sentimientos,
ante la vida, la sociedad, el trabajo, el medio ambiente
y las relaciones con sus semejantes.

La implicación activa del sujeto es un elemento
esencial pues, si se quiere lograr la conscientización de
los valores deseados, primero debe lograrse que estos cobren
sentido para él, luego los interiorice y a partir de sus
necesidades, intereses y motivaciones, los vaya estructurando y
conformando como suyos.

Su participación consciente, así como una
adecuada comunicación y relación con sus
compañeros y demás personas que lo rodean, son
elementos indispensables que favorecen la participación
activa del individuo en las situaciones que se le plantean.

Es por ello que el adolescente debe tener una
intervención activa y protagónica que le permita
lograr la interiorización de valores, en dependencia del
sentido particular que poseen para él y a partir de sus
necesidades, intereses y motivaciones, lo que le permitirá
aprender a dirigir su conducta y desarrollar sus conocimientos y
actitudes.

Esther Báxter (2000) plantea que la apropiación
de estos valores siempre está unida a una actividad
cognoscitiva y de valoración, donde se analizan los
fenómenos objetivos en correspondencia con el
interés social y se aprecia la significación de
este interés para el sujeto.

Este es un aspecto fundamental: el trabajo conjunto del
componente cognoscitivo con el afectivo. Su importancia
está dada en que el adolescente, para poder llegar a
la valoración y análisis crítico y reflexivo
de las cosas, debe, primeramente, tener conocimiento de
ellas.

Lo anterior se manifiesta en el principio de la unidad entre
lo instructivo y lo educativo, donde este último tiene que
encontrar su salida en los conocimientos que adquiere el
estudiante a través de las diferentes vías.

Un papel decisivo en este proceso lo desempeña el
profesor al ser quien lo dirige de forma consciente, planificada,
con fines, metas y objetivos definidos; influyendo de forma
orientadora sobre los diversos factores que inciden en la
formación del estudiante.

Para ello es necesario que el profesor cuente con las
habilidades necesarias para poder entender el comportamiento
social de sus estudiantes e interpretar los aspectos funcionales
propios de la estructura de
la personalidad de estos.

Lo anteriormente planteado, unido a una profesionalidad y
ética
pedagógica, así como ejemplaridad en su vida,
permitirán establecer el clima
idóneo con los adolescentes
que conlleve a una comunicación franca, abierta, y
así poder lograr la autovaloración y la
valoración que permitirán que los estudiantes
conformen, reafirmen y reajusten los rasgos positivos que los
irán
caracterizando.

Se deben aprovechar al máximo los espacios que, dentro
del proceso docente educativo, se establecen como momentos
idóneos par la reflexión, el debate, el diálogo;
donde deben ser tratados temas de
interés para el estudiante así como elementos
importantes de su vida y la cotidianidad.

Las actividades que se desarrollen en función de
la formación en valores deben tener como particularidad la
diferenciación de los métodos y las vías en
correspondencia con las características de los
adolescentes, despertando en este la necesidad de su
valoración y su esfuerzo personal.

Por tal razón, el profesor debe, en cada actividad que
realice, penetrar en la esfera emocional de sus estudiantes,
dejando huellas y provocando vivencias perdurables que
estén estrechamente vinculadas a sus intereses,
necesidades y expectativas.

Resulta esencial que toda acción
que se ejecute tenga una marcada intencionalidad y que presente
actividades que estimulen el debate, el intercambio de opiniones
y experiencias, el pensamiento
crítico y autocrítico, el diálogo y la
precisión de conclusiones a partir de las posiciones
asumidas.

Para lograr lo anteriormente planteado, debe partirse de los
conocimientos que poseen los estudiantes; para ello el profesor
debe orientar su trabajo y estimular sus opiniones,
valoración y búsqueda de conocimientos nuevos,
desde una actitud
reflexiva, aprovechando el contenido de las asignaturas, los
distintos medios con los que cuenta el centro (videoclases,
software
educativos, programa libertad) y
las potencialidades educativas que estos poseen.

La formación de valores supone además un
análisis profundo de las características del
individuo sobre el cual se quiere influir, pues las motivaciones,
intereses, aspiraciones y necesidades de cada personalidad
varían en dependencia de la etapa del desarrollo de la
vida en que se encuentran.

El estudiante de preuniversitario está enmarcado en el
período de tránsito de la adolescencia
hacia la juventud,
período que muchos autores denominan primera juventud y la
Organización Mundial de la Salud asume como
adolescencia tardía. (La autora de este trabajo teniendo
en cuenta que los modos de actuación, formas de pensar,
etc. del estudiante de décimo grado concuerdan más
con las características propias de la adolescencia, lo
asume como adolescencia tardía).

La formación básica esencial que trae el
estudiante alcanza su ampliación y profundización,
conjuntamente con el perfeccionamiento de las capacidades
mentales generales ya formadas.

La asimilación de operaciones
intelectuales
complejas y el enriquecimiento del aparato conceptual hacen que
la actividad mental del estudiante del nivel medio superior sea
más estable y eficiente, capacitándolos para
realizar tareas que requieran una alta dosis de trabajo mental,
razonamiento, iniciativa, creatividad e
independencia
cognoscitiva, manifestadas, además, en la actividad de
aprendizaje en el aula.

Culmina entonces la maduración y formación de la
personalidad, caracterizada por una mayor estabilidad de puntos
de vista, intereses, motivaciones; una mayor conciencia de las
experiencias vividas y de la de los que lo rodean, dando lugar
así a la formación de convicciones morales que
entran a formar parte de su concepción moral del
mundo.

Estas convicciones y puntos de vista comienzan a influir
determinantemente en la conducta y actividad del adolescente, en
el medio social donde se desenvuelve; ampliando su horizonte
intelectual y grado de madurez, lo cual le permite ser capaz de
enjuiciar críticamente, llegar a la autovaloración
y el autoanálisis, la autorreflexión, a la
consolidación de normas, convicciones, valores morales y
concepción del mundo.

El adolescente llega a definir mejor las ideas sobre el
sentido de la vida, lo que se va conformando en los ideales que
elabora conscientemente acerca de lo que desea ser en el futuro y
posibilita que este asuma una actitud más independiente,
reflexiva y protagónica.

A pesar del desarrollo alcanzado, continúan existiendo
contradicciones, indecisiones y conflictos
motivacionales que pueden provocar estados de
insatisfacción personal. En este sentido la influencia del
profesor tiene gran importancia y para ello debe mantener un buen
nivel de comunicación, basado en el intercambio de ideas,
criterios, opiniones, de forma tal que se logre orientarlos y
encausarlos sin llegar a la imposición, censura o crítica, que conlleve a un alejamiento del
estudiante respecto al profesor.

Debe tomar en cuenta además la diversidad de rasgos que
se manifiestan en un mismo grupo, pues en el estudiante de
décimo grado los períodos evolutivos están
sujetos a cambios de carácter individual; de ahí que unos
tengan más madurez y desarrollo que otros.

El tratamiento de la individualidad debe ser uno de los
elementos al que mayor atención debe prestársele a la hora
de penetrar en el mundo interno del adolescente y, en
correspondencia con las características particulares y la
psicología
de las edades, emplear los mecanismos requeridos que contribuyan
a que el estudiante llegue a autoconocerse y conforme, reajuste y
reafirme los rasgos que lo irán caracterizando.

Actualmente, por lo general, en este grado (décimo
grado) todavía aspiran y exigen considerarse adultos,
volviéndose más independientes, rebeldes,
susceptibles; llegando a tomar posiciones totalmente contrarias
respecto a padres y profesores.

La posición y nivel de aceptación en la nueva
escuela y grupo
pasan a ser prioridades de gran importancia, por lo que hacen
hasta lo indecible para llamar la atención y destacarse
dentro de estos, sea con una acción buena o mala.

El interés por el estudio, la elección de una
profesión futura, son cualidades que solo van apareciendo
en unos pocos y que necesitan ser tratadas con el mayor tacto
pedagógico por parte de los profesores y demás
personas que interactúan con el estudiante, posibilitando
una participación más activa y consciente de
éste.

La adquisición de conocimientos y habilidades,
garantizará la formación general de estos a partir
de las herramientas,
vías, métodos que posibiliten la interpretación crítica de lo que lo
rodea; el establecimiento de relaciones, la consolidación
de su concepción del mundo y la formación o
reafirmación de determinados valores.

En la instrumentación del proceso docente
educativo, los turnos de Debate y Reflexión constituyen
una vía idónea para el desarrollo de la labor
educativa, la cual tiene como premisas necesarias, las
características del sujeto con el cual se trabaja, las
exigencias sociales y las condiciones históricas
concretas.

Brinda al profesor el espacio suficiente para establecer un
eficiente nivel de comunicación donde prevalezca el
diálogo interactivo, la comprensión y
análisis de las opiniones de los demás; donde se
exprese la ideología y los valores de los estudiantes y se
logre una participación consciente y comprometida de estos
en las actividades que realice, propiciando su protagonismo y
desarrollando sentimientos, emociones y vivencias a partir de lo
aprendido.

Conclusiones

La implementación dinámica y flexible de métodos y
procedimientos educativos, así como un sistema de
actividades que contemplen los intereses y motivaciones de los
adolescentes contribuyen en gran medida a la formación de
los valores que hoy día exige la sociedad cubana en la
nueva generación.

El diagnóstico realizado en el IPU "Armando Valle
López" del municipio Calixto García, corrobora que
para un adecuado desarrollo de este proceso se requiere
además de una preparación teórica y
metodológica de los profesores, aspecto que tiene sus
insuficiencias en muchos claustros.

Los resultados de la aplicación de estas actividades en
el centro demostraron su utilidad,
viabilidad y eficacia para
elevar la preparación de docentes y contribuir al
fortalecimiento del valor responsabilidad en sus estudiantes.

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