Entre la sociedad que
existía antes de la revolución
en Cuba y la
socialista que se está construyendo hoy, media un largo
periodo de transformación revolucionaria de la primera en
la segunda, que por fuerza tiene
que ser un periodo de lucha revolucionaria entre el capitalismo
dependiente derrotado, pero no aniquilado y el socialismo
naciente, pero todavía débil. (Parafraseando a
Marx)
Finalizando los años 90 se produce una discusión
acerca del periodo de transición del capitalismo al
socialismo que hoy renace con más fuerza e interés
que otrora a partir de la complejidad teórica y practica
de la realidad social que asume el siglo
XXI.[1]
En aquellos tiempos hablar (incluso comentar) de un socialismo
del siglo XXI era impensable por la herejía que
contenía el solo hecho de pensar en la posibilidad remota
de un socialismo diferente a lo imaginado (mas preciso seria
acordado) en las conferencias de los partidos comunistas y
obreros y en sus respectivos congresos.[2]
Una pequeña digresión. Las razones de este
pensamiento
anquilosado son obvias si tenemos en cuenta que no solo la
censura, la incapacidad epistémica, sino, la influencia
que ejercía en la comunidad
científica, en particular la académica, los
referentes de autoridad
científica. Valdría la pena dedicarle, en otro
momento, un debate en
torno a estos
tiempos.
Un dato en mi opinión importante (no el único)
lo verifica el hecho de que una gran mayoría de los que
integran la comunidad científica de las ciencias
sociales en cuba o son egresados de universidades que
reproducían esta forma de especulación o eran
egresados de los egresados que recibían la autoridad de
sus profesores y programas de
estudios, aunque existen excepciones.
Un paso relevante ha sido la confección de nuevos
programas y estilos docentes en
nuestras Universidades interesados en superar esta forma de
asumir la academia. Sin embargo, esto no es suficiente si se
reproducen en las ciencias
sociales y en su magisterio, la dogmatizacion y el escolasticismo
que prevalece respectivamente en estas esferas que no asumen la
complejidad de esta actividad.
"Teóricamente no cabe duda de que entre el capitalismo
y el comunismo existe
cierto periodo de transición"[3] avizoraba
Lenin, reproduciendo a Marx. Y mas adelante señalaba que
éste seria uno de los problemas
más complejos a solucionar de forma concreta por los
revolucionarios de los pueblos que emprendieran tan largo y
difícil camino. Así puede interpretarse la validez
del postulado marxista (1875)[4] y el de Lenin
(1917)[5] cuando ambos se referían a la
construcción de la nueva sociedad,
después de un "largo y doloroso alumbramiento".
Este postulado sigue siendo vigente y es avalado por las
nuevas experiencias que se proponen la instauración de una
sociedad mas justa, solidaria, democrática y
antiimperialista como paradigma
opuesto al pensamiento único que pretende globalizar el
capital por un
lado y, por otro, como un paradigma que emerge de las
particularidades concretas de la realidad social que se
transforma y no por legislaciones generales que ponderan la
totalidad por encima de lo especifico.
No tomar en consideración de manera clara y precisa el
momento histórico en que se encuentra la sociedad en su
desarrollo
puede conducir a saltar etapas objetivamente necesarias que
obligan a los agentes del cambio a un
retorno al punto de partida para rectificar los errores de
voluntarismo conducentes al estancamiento.
"En Cuba fuimos demasiados ambiciosos y quisimos saltar
etapas. Quisimos saltar la etapa de la construcción del
socialismo, y aspirábamos, como dijo Marx, a conquistar el
cielo por asalto. Casi queríamos construir el de inmediato
una sociedad comunista, cuando hacia falta un desarrollo de las
fuerzas productivas (…) Nosotros pasamos por alto una
poquita esa etapa. Creo que empezando de nuevo, nos
ahorraríamos esos errores".[6]
Los socialistas utópicos S. Simon, Fourier, Owen,
se dan cuenta del antagonismo de las clases, así como de
la acción
de los elementos destructores dentro de la misma sociedad
dominante aunque el condicionamiento socio-histórico les
impide "…no advertir ninguna iniciativa histórica,
ningún movimiento
político propio.[7]
A ellos les corresponde el merito de haber desarrollado de
manera incipiente las ideas en torno a la necesidad de un periodo
de transito del capitalismo al socialismo a pesar de no conseguir
una argumentación rigurosa y convincente de sus puntos de
vistas.
Con la doctrina de Marx emerge una concepción que
argumenta de forma general las principales etapas de la futura
sociedad que, el mismo reconoce, no se trata de anticipar
dogmáticamente el futuro, sino de hallar un mundo nuevo
mediante la critica del viejo mundo, que se produce como
resultado de la revolución socialista.
En carta a Sombart
(1895) Engels insiste (una vez más) que…"la
concepción de Marx no es una doctrina, sino un método. No
ofrece dogmas hechos, sino puntos de partida para la ulterior
investigación y el
método"[8] ha transcurrido más de un
siglo y aun no hemos superado a Sombart cuando leemos a
Marx.
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