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Tres características del matrimonio en la obra de la escritora colombiana Elisa Mújica (página 2)



Partes: 1, 2

La inscripción de los signos
patriarcales no se borran en la cultura, y
conservan en el fondo del espíritu femenino, las
condiciones básicas para realizarse sexual, social y
legalmente; signos, que son cuestionados en la vida de estos
personajes.

De esta manera, el primer aspecto a analizar es la
legitimidad del matrimonio, la
cual brinda la posibilidad a la mujer de
reconocimiento económico y social. Valor que se
reafirma a través de la tradición y, marca los trazos
de la mujer desde el
nexo materno, conservando la idealización de este
requisito.

Desde esta perspectiva legal, los bienes
adquiridos antes o durante el matrimonio, son un vínculo
socio-afectivo que benefician tanto al hombre como a
la mujer. Además, el apellido obedece al significado de
las necesidades reproductivas, la prolongación del hombre
(no necesariamente de la mujer) se extiende a los hijos como un
recurso legal. Los hijos adquiridos por fuera del matrimonio son
discriminados y sólo pueden ser restituidos por medio de
testamentos, tal y como acontece para María Amalia en
"Catalina".

Si bien la modalidad hermética de este imaginario no lo
vivencian las demás protagonistas como Celina y Mirza, la
legalidad si
mantiene el mismo significado social:

Por nuestro lado asimilamos la consigna secular recibida
de nuestros mayores, que establecía: "Cuando llegue tarde
tu marido no le preguntes de dónde viene porque, sino te
dice la verdad, te miente, y si te la dice, te irrespeta". En
manos femeninas no quedaba sino una pequeña venganza: la
que los hombres se vieran forzados a reconocer como
legítimo a todo hijo nacido dentro del matrimonio. En este
sentido la sociedad civil
nunca pudo inventar una fórmula distinta a la instaurada
por Napoleón en su código.(pág. 55) Bogotá de
las nubes.

La adecuación de la norma se da por aceptación
intrínseca y no se discuten los logros alcanzados frente a
un matrimonio, ya sea para bien o mal de la mujer. Por
consiguiente, el coronel Samuel Figueroa pide la mano de Catalina
a su madre, quien consiente a la petición asume la
responsabilidad de decisión
informándole a su hija

Fue en la mañana en que se decidió mi
matrimonio. Mi madre me llamó para hablarme a solas y me
dijo:

  • tu matrimonio se llevará a cabo…
    (pág. 25)

La relación legal es evidente en el momento en que
Samuel se ocupa más de la tierra y su
amante, que de su esposa, interés
causado por la pérdida del hijo esperado. Un motivo que
sustenta la relación pero que se pierde rápidamente
en la historia, por
la desconfianza generada de dos extraños unidos porque
sí:

Ya sabía que la desconfianza que inspiraba a mi
marido había desaparecido desde el momento en que le
confesé que estaba encinta. (pág. 41)

Desde entonces, la legitimidad del contrato
matrimonial se mantiene por conveniencia, desconociendo todos los
significados del cuerpo sexual femenino, ya que, la carne pasiva
de la mujer es víctima de mil corrientes que pretenden
combinarse con el mundo y los deseos fatuos. Las historias de
casadas son una memoria
imborrable en los antepasados que sólo pretenden marcar la
tradición amorosa de una sociedad
patrilineal[3]más no la sexual.

Se evade el tema de los niños
sino hay presencia de ellos, aspecto que se da en las tres
novelas y se
sustituye por un discurso
cuestionador de la identidad
ser-mujer. El manejo del erotismo queda reducido a la presencia
de una madre en el hogar, sin este vínculo los
acontecimientos propios de la femina no son válidos en el
ámbito social. Por el contrario, son símbolo de
señalamiento y rechazo en algunas conversaciones,
sólo se mantiene el oficio de la costura como el refugio
apropiado entre carencia y suplemento.

Mis deberes de mujer casada, que olvidaba en los largos
discursos que
me dirigía mientras bordaba, se me representaban entonces
uno a uno. Yo no era libre. (pág 59)

…me dije que debía ser para mi marido como una
madre. (pág. 60) "Catalina"

La redención de la mujer por el hecho de ser madre y,
en contraste el significado opuesto al "deber ser" y "ser" feliz,
son imaginarios femeninos que incluso continúan
manteniendo el sentimiento de autosufrimiento. Pulsión que
se da entre el deseo y la prohibición, el constante
círculo vicioso[4]que en el lazo
matrimonial se acepta como norma.

En segundo lugar, la lealtad del vinculo matrimonial
lleva consigo la fidelidad, confianza y mutua colaboración
de la pareja; ya que, desde el mito de
Adán y Eva se considera la unión como la
conjugación de un solo ser. Imaginario mencionado dentro
de la dinámica de poder que
ejerce un cuerpo sobre el otro.

Las consideraciones del discurso falogocentrista busca
resaltar más la infidelidad de la mujer que la del hombre,
resarcir el error masculino, mientras el femenino debe ser
tachado y señalado. Frente a esas dinámicas
familiares que vive cada protagonista, Catalina mantiene
su matrimonio por apariencia, ya que, ella sabe que
Samuel le es infiel con Emilia. Un aspecto
generalizado desde su madre, quien es la posible autora
intelectual de la muerte de
su padre, en compañía de su amante el doctor
Bullón, y que a su vez tiene un segundo
matrimonio.

El personaje de Catalina a su vez es infiel con
Giorgio Volta, relación que disfruta y de la cual
termina embarazada, siendo su segunda infidelidad, porque antes
había padecido la relación con Ricardo, su
primer amante. Aunque, disfruta en alguna medida su
relación con Volta, no desconoce que él es quien ha
despertado sus pasiones sexuales y la ha revivido como mujer.

Sólo cuando me avisaron que Giorgio Volta me
buscaba, corría al espejo a ponerme los polvos, lo mismo
que si despertara una antigua costumbre que tenía
olvidada. Mientras me arreglaba pensé que representaba una
suerte la ausencia de Troncoso. (pág 1368)

Por otra parte, la lealtad que demuestra Catalina no
cumple necesariamente con su otra mitad (Samuel). Es una lealtad
femenina que guarda un recuerdo del pasado. El símbolo que
reaviva una relación íntima con su modelo
femenino Catalina Torres, conserva el distanciamiento de
la lealtad para con su cuerpo y su ser. Desde que conoce que su
marido le es infiel trata de obviar sus necesidades para
dedicarse a ella y al cultivo intelectual que le brindan las
tertulias.

Una evaluación
hacía sí misma resulta extraña frente a los
proyectos
educativos que tenía. Fomenta una ruptura del modelo
femenino al organizar las tertulias, las cuales, hasta entonces
no eran encabezadas por una mujer, mucho menos prestar la casa
para que asistieran otros hombres, diferentes a su marido. Aunque
su amiga de tertulia asistía al comienzo con un
interés académico, luego dejo ver su
atracción por Ricardo.

Consideraba que su lealtad no era ese vinculo filial que
pregonaba la iglesia "hasta
que la muerte nos
separe". Había construido un ideal con su propio ser y
existir, así como sucedió cuando quiso mantener con
vida a su hijo y continuar con las indagaciones previas a la
divagación del pasado; el cual, la circundaba por el hecho
de haber tenido a su abuela María Corazón
(una hija natural que había cargado su maldición
hasta las generaciones de Catalina).

Ahora sólo le interesaba aliviar su propio dolo y vivir
como mujer íntegra sin necesidad de mantener el
vínculo de matrimonio.

Era la segunda vez que me llegaba el nombre de Dios como
un mensaje. Mi instinto había recobrado su capacidad
primitiva de aferrarse a lo que necesitaba, sin dejarse
engañar. Dios. Allí mismo, sin esperar más
podía hacer lo que María me suplicaba. Reconocer
que no estaba sola, rezar. Mi tía Esperanza también
rezaba, pero para mí sería distinto. Ganaría
ese derecho como una conquista.
(Pág. 160.)

Además, en las otras obras Celina y Mirza mantienen un
vínculo leal que a la vez no se ve con buenos ojos ante la
sociedad, porque ellas quieren mantener un lazo afectivo con
hombres que le son ajenos. Son leales incluso si sus parejas
masculinas tienen defectos; igual están esperando volverse
más agraciadas, asi podrían tener el privilegio de
ser mujeres perfectas frente a un hombre que jamás les
pertenece.

Revierten ese símbolo de lealtad marital tratando de
obviar los fenómenos diferenciadores que las circundan con
su campo laboral. Por
ejemplo, Mirza mantiene en "Los dos tiempos" las claves del
amante ideal y, aunque lucha por quitarse las marcas
diferenciadoras todavía no logra crear una
revelación entre cuerpo y espíritu femenino

Las primeras enfáticas alusiones de César a
su divorcio,
frecuentes los primeros meses se tornan poco a poco espaciadas y
vagas. Por fin se pierden en el vacío como si los dos -no
solo el hombre sino
especialmente ella- se persuadieran de que exponerlas representa
un esfuerzo agotador y además baldío. (pág.
141)

Dentro de los muchos temas y motivos que se circunscriben a la
lealtad desde el punto de vista del matrimonio, las conexiones
existentes entre las protagonistas colapsan en el mismo momento
en que deciden hacer por sí solas consideraciones a su
ideal político o movimiento
ideológico.

En "Los dos tiempos", el cambio de
narrador cede la voz del relato a un omnisciente, quien devela
los sentimientos de Esteban Figueres con respecto a lo que
significa Celina para él, de tal modo que se considera el
surgimiento de la mujer moderna dentro de la obra. En esta
novela los
lazos de lealtad tampoco se dan a partir del matrimonio como en
las otras dos novelas, sino que por el contrario contrastan con
el significado sustancial de la imagen femenina
de mediados del siglo XX. Por ejemplo,

Aunque Esteban jamás se lo haya dicho, sabe que se
forja una brillante imagen. Pretende convertirla en una mujer
capaz de despertar el dominio del
entusiasmo de las masas, dirigir y orientar. Lo atrae el tipo de
líder
femenina.(pág. 202)

El compromiso adquirido con los grupos campesinos
la lleva al refugio de una lealtad que surge en medio del
debate, la
solidaridad con
las revoluciones y la vergüenza de incumplir con los pactos
prometidos, en donde ella era la líder y protagonista de
algunos encuentros. El hecho de tapar las faltas a su
amante no era suficiente lazo leal. Además, deriva de un
interés propio con el ser-social, la construcción en comunidad
dentro de un espacio amplio y ambiguo que empieza a abrirse
camino para las figuras femeninas:

Quizás se acerca el sueño de tener en las
manos el timón del poder para esos marineros con ojos de
capitán. Entre las comisiones que se confieren,
corresponde una a Celina. La consideran unidad responsable por
primera vez. (Pág. 207)"Los dos tiempos".

Entonces, las novelas proponen un lazo leal que se sale de
todo concepto
tradicional y ortodoxo, proponen una nueva lectura al
análisis del crecimiento social en el
ámbito femenino. Sus lazos afectivos no sólo se
pueden ubicar en lo religioso o marital, sino que por el
contrario constituyen una nueva lectura de las relaciones de
poder que se dan en la estructura
patriarcal.

Por lo tanto, no todos los deseos surgen para satisfacer
construcciones de un nuevo paradigma
social, el cual continúa simulando la realidad de cambio.
Los lazos de poder se troncan y permutan lazos afectivos, por
lazos intelectuales
y sexuales, que no necesariamente obedecen al vínculo
matrimonial.

Sin embargo, la lealtad de la mente femenina en estas obras
lleva consigo un compromiso más allá del cuerpo, es
un motivo ideológico y sugestivo que permite presentar en
estas novelas un debilitamiento del poder masculino. El esfuerzo
potencial por transgredir las "leyes" naturales
son una estructura atemporal que aún se puede vivir en
determinados contextos. Tal vez, la relación más
intrínseca que llevan los personajes sea un nuevo
paradigma materno al cómo obtener y llevar otro tipo de
lealtades diferenciadoras a las del matrimonio.

Por consiguiente, el valor moral de
lealtad se convierte en una virtud frente a cada figura femenina
en las obras de Elisa Mújica, lo cual posibilita que las
ideologías de castidad no se respeten necesariamente para
cumplir con todo tipo de placer.

Finalmente, la estabilidad social que representa el
matrimonio es un aspecto que no desconocen las protagonistas, ya
que, dentro del contexto ideológico de poder, las
dinámicas originadas por el cuerpo no remiten al
matrimonio sólo por el campo sexual, sino que
además, trasciende en lo económico y
político.

Este imaginario hacia los mitos
religiosos[5]ha sido interpretado desde el
génesis bajo notables marcas de inconsciencia y
semi-virilidad, metáfora cuestionada por las obras, ya
que, no deja ver del todo la inconsciencia de la unión a
otro ser. Aunque, las protagonistas son objeto de
adquisición o status social
no dejan de lado el cuestionamiento acerca de una
condición incómoda, ya sea casada o sin
compañero oficial que le brinde dicha estabilidad.

Las distinciones sexuales a partir del género
continúan como un valor axiológico entre los sexos.
Por ejemplo, para Mirza el lunar de su rostro es un
signo diferenciador para alcanzar la "estabilidad" marital, las
indicaciones que ha trazado el destino sobre su cuerpo, son
símbolos discursivos que anulan su campo
social de la feminidad. Un nivel pre-verbal que representa un
estigma anti femenino

De pronto se levanta. Conversa con la mujer que se asoma
al espejo. (pág 133) Bogotá de las nubes

El reconocimiento como cuerpo-objeto de deseo, desde las
memorias del
colegio y lo que sucedió con la monja, frente a los
comentarios que le asignaban a su lunar, casi como una curiosidad
o algo exótico; el hecho de mencionarlo como "agraciado"
no es un calificativo suficiente para interpretarse desde
niña con un modelo femenino diferente a las
demás.

Los límites
del cuerpo y deseo son preceptos que se enmarcan dentro de la
belleza, es decir, si tienes esa "belleza" física,
tendrás la posibilidad de cumplir con el deseo de casarte
y poder realizarte como "mujer completa"; sin embargo, de las
protagonistas sólo Catalina cumple con este paradigma, las
demás conservan el calificativo de
inteligentes.

Paradójicamente en el mismo núcleo familiar, las
mujeres son las que determinan qué tan exitosa puede ser
la familia, si
logran casar bien a sus hijas son objeto de status y poder. Por
ello, en estas novelas cada protagonista cumple con un oficio,
plantear desde el punto de vista femenino los cuestionamientos a
los imaginarios globales de la historia.

El reconocimiento del sujeto y su identidad son problemas
axiológicos que se contrastan continuamente en cada obra,
es el caso de Catalina

Ahora, cuando me miraba en un espejo, sentía
remordimiento como si hubiera cometido un robo al hombre que
amaba. Pág. 75

Por lo tanto, los pecados hacen parte de la auto
identificación, como mujer y esposa; la estabilidad social
que brinda el matrimonio se encuentra devaluada y contaminada por
el mismo sujeto femenino. La proyección masculina hacia la
mujer es una ruptura al equilibrio
erótico, emocional y biológico[6]del
ser humano.

Celina desde este horizonte presenta no sólo la
condición de sí misma sino de las demás
mujeres, que la rodean en su pensamiento
político. Para Sylvia, Olga, Magda y Victoria la
posición ideológica en la cual se encuentran
conserva siempre la tendencia a marginalizarlas de su propio
territorio, la procreación.

Demasiado orgullosa para quejarse, se recogió en su
mundo literario y artístico. Allí saboreaba
placeres que los demás ignoraban. En los instantes
más suyos, componía canciones de cuna para el hijo
cada día más remoto. pág. 155 Los dos
tiempos.

Estas historias ponen en evidencia la reflexión
heterogénea de la situación mujer, el aspecto
cualitativo concerniente a la estabilidad social y su
realización como madre. La intención de mantener un
orden establecido pesa sobre cada familia como una
cruz impuesta desde la visión católica, en este
caso la figura de sacrificio no sólo sería para
Jesús sino a la vez para la mujer, quien se ve afectada
por el aislamiento riguroso de la sociedad
patriarcal[7]

Los políticos de su partido la admiraban, pero se
resistían a que participara en los comités
directivos. El hecho de que tuviera un hijo y una historia sobre
un matrimonio roto, ondulaban sobre su espalda como banderas
.pág. 168. Los dos tiempos.

El símbolo de dominio de una clase a otra
no son precisamente adjetivos atribuibles a las condiciones de
estabilidad social, sólo el marido supone lo dicho. Dentro
de este contexto el hombre es un signo de poder, estabilidad,
creación, armonía; significados desplazados a las
nuevas acciones que
realiza la mujer en otros ámbitos, como en lo
político, intelectual y cultural.

Es decir, Celina convertida en líder política, Mirza
intelectual y profesional, Catalina precursora al invocar los
círculos académicos y, aunque nunca dejaban
totalmente de lado el ideal católico, como se observa en
la siguiente cita

En primer lugar estaba lo que se llamaba odio o conciencia de
clase. Inesperadamente Celina empezó a padecer sus
efectos. En la calle, en la oficina, la
anegaban oleadas de rencor. Quería amar y la
rechazaban.

Siempre había experimentado ternura por los
niños. Sin embargo, al encontrarlos ahora en las casas
ricas adquirían para Celina un carácter que la repelía. Pág.
187 Los dos tiempos.

Continuaban con su proceso de
vida, así no cumplieran con sus ideales, dados por el
vínculo matrimonial. Romper con la imaginación
cristiana bajo la cual habían sido criadas, probablemente
convertidas en un estigma familiar. Mirza, presa por sospecha de
muerte y enferma de cáncer; Catalina, infiel y causante de
la muerte de su marido y amante; y Celina, destituida de su cargo
y fracaso de sus ideales revolucionarios.

Por consiguiente, el valor dado por la moral no se
inserta en la virtud de las protagonistas, la propiedad
material con respecto al sexo y placer
construyen en ellas una verdadera visión de mujer.
Entonces, la formación femenina sin afecto es legado de
las premisas anteriores a los presupuestos
católicos.

De este modo, las condiciones de estabilidad, lealtad y
legitimidad que permitía el matrimonio no permiten que se
cumpla en las protagonistas, ya que, ellas son el reflejo de la
conciencia e identidad femenina. Los relatos establecen nuevas
visiones para dar a conocer los estamentos de significado
presentes en un momento determinado de la historia.

Así la visión crítica
femenina en estas novelas enriquecen sin lugar a duda el
ámbito feminista, los paradigmas
establecidos por mujeres como Catalina, Celina y Mirza, son
estigmas de vida que producen una ruptura en los cánones
tradicionales del rol madre, mujer, esposa e hija ejemplar.

Este paso de rotación frente al poder de sexos
comprende una serie de prácticas que cumplen las novelas.
Por ejemplo, desde Foucault la
sujeción comprende diferentes categorías en cuanto
a los actos sociales que asume el ser humano, ya sea hombre o
mujer, frente a su contexto. Los símbolos de poder
mantienen un significado importante para los imaginarios sociales
desde los cultos religiosos y, son un utensilio que se observa de
manera intrínseca en cada familia; ejemplo de ello son los
matrimonios.

Por lo tanto, a partir de este enfoque el lazo conyugal
ensimismado desde la subordinación del sujeto no
corresponde a la mentalidad femenina que mantienen los
personajes, objeto de análisis, sin embargo, el objeto de
deseo no se borra sino que se construye desde otras
prácticas sociales y sexuales[8]

Finalmente, creo que desde este punto de vista religioso, es
importante rescatar un acto de insurrección de los tres
personajes. Quienes sin desconocer su situación
histórica y cultural presentan diferentes posiciones a las
determinaciones de sexo y género, las cuales son un
argumento válido a la contraposición del discurso
hegemónico masculino. En este sentido, la formación
del sujeto es una reformulación de las conciencias
individuales en cada historia, en donde se muestran las
diferentes alianzas femeninas frente al poder.

Considerando la importancia de cada mentalidad individualizada
frente al poder quiero terminar con las siguientes citas:

Mi instinto había recobrado su capacidad primitiva
de aferrarse a lo que necesitaba, sin dejarse engañar.
pág. 160. Catalina.

Y al fondo se perfilaban las casonas de la villa de los
guerreros incas, de los
encomenderos y señores, de la Marquesa de Solanda y
Manuelita Sáenz, de las nuevas concepciones que pugnaban
por reemplazar las consagradas. Todo se mezclaba en un mensaje
impregnado de voces diversas
que al fin se fundirían en una sola. pág. 244. Los
dos tiempos.

Por lo pronto, el malestar de la garganta parecía
estancado. Se contentaba con producir ronquera y nada más,
portándose con cierta consideración y elegancia,
como para que la lunareja disfrutara de calma y valorara la
libertad
reconquistada, después de haber sufrido su
momentánea sustracción en los días del
encierro forzado. pág. 153. Bogotá de las
nubes.

Bibliografía

BUTLER, Judith. Lenguaje,
poder e identidad. Ed. Síntesis.
Madrid.
2004

GUERRA, Lucía. La mujer fragmentada. Ed. Cuarto Propio.
Chile. 1995

BUTLER, Judith. El género en disputa. Ed.
Paidós. Buenos Aires.
2001

MUJICA, Elisa. Bogotá de las nubes

Catalina. . Ministerio de Cultura. Colombia.
1998

Los dos tiempos. Ed. Iqueima. Bogotá. 1949

 

 

Autora:

Adriana Sánchez
Gutiérrez

Directora: María Betty Osorio
Garcés

Bogotá, 2009

PONTIFICIA UNIVERSIDAD
JAVERIANA

FACULTAD DE CIENCIAS
SOCIALES

DEPARTAMENTO DE LITERATURA

MAESTRÍA EN LITERATURA

SEMINARIO: ESCRITORAS COLOMBIANAS. Cuerpo y
deseo.

[1]
www.lafamilia.info/Matrimonio/derechodefamilia.htm

[2] "Los dos tiempos" Ed Iquema.
Bogotá 1949, "Bogotá de las nubes" Ed. Tercer
Mundo. Bogotá 1984 y, "Catalina" Ministerio de Cultura.
Bogotá. 1998.

[3] Concepto usado por Judith Butler, su
significado se extiende a las diversas sociedades
que sólo conciben las estructuras
basadas en el hombre y no rompen con dicho modelo sutentado por
y para el hombre.

[4] Paul Ricoeur toma este abatimiento del
ser humano como el circuito psíquico del infierno: un
círculo vicioso de deseo y prohibición.

[5] "entre las numerosas interpretaciones del
Génesis bíblico se destaca aquélla de
Thomas de Vio en su Commentarii in quinqué Mosaicos
libros
(1539) que postula la creación de Eva durante el
sueño de Adán como una metáfora que se
explica la imperfección de la mujer, pues ésta
fue creada bajo un estado de
inconsciencia y "semi-virilidad". Pág. 58. GUERRA.
Lucía. La mujer fragmentada. Ed. Cuarto Propio. Chile.
1995

[6] Llama la atención, sin embargo, que en el estrecho
esquema de Sábato, lo biológico se reduzca
exclusivamente a los órganos sexuales los cuales, en sus
planteamientos, resultan ser la directriz fundamental tanto en
lo ontológico como de la praxis
cultural. Pág. 86. GUERRA, Lucía. La mujer
fragmentada. Ed. Cuarto Propio. Chile. 1995

[7] Por otra parte, resulta significativo el
hecho de que el Bien y el Mal, en la tradición
cristiana, reitere esta asociación de la derecha como
sinónimo del Bien y de la izquierda como su opuesto;
así, por ejemplo, en la crucifixión, será
el ladrón a la diestra de Jesucristo quien se
redimirá mientras aquél a su lado izquierdo, lo
increpa y no se arrepiente de sus pecados. Dentro de este
contexto, podría parecer superficial la costumbre
aún vigente de coser los botones en el borde derecho de
la ropa de los hombres y en el borde izquierdo, en la ropa de
las mujeres.pág. 12. La mujer fragmentada. Ed. Cuarto
Propio. Chile. 1995

[8] Este paso del sujeto del poder a un
conjunto de prácticas en el que el poder se actualiza en
sus efectos señala, para Foucault, un
alejamiento del modelo conceptual de soberanía que, según él,
domina el pensamiento sobre la política, la ley y la
cuestión del derecho. Entre las prácticas que
Foucault contrapone a las de sujeto están las que
aspiran a explicar la formación del sujeto mismo.
pág 137. BUTLER, Judith. Lenguaje, poder e identidad.
Ed. Síntesis. Madrid. 2004.

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