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Breves reflexiones para la aplicación de la Actividad Física en el Adulto Mayor




Enviado por Yerandy Barbosa



Partes: 1, 2

  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Actividad física para el adulto
    mayor
  4. Entrenamiento de fuerza muscular y masa
    ósea
  5. Efectos benéficos de la actividad
    física en la tercera edad
  6. Osteoporosis y actividad
    física
  7. Estrategias contra el sedentarismo del adulto
    mayor
  8. Conclusiones
  9. Referencias
    bibliográficas

ACTIVIDAD FÍSICA Y SALUD PARA
EL ADULTO MAYOR  

Resumen
 

        La
práctica de actividad física regular es una de las
prioridades en salud pública como forma de
prevención de enfermedades crónico-degenerativas
especialmente en la Tercera Edad. Los principales beneficios
evidenciados científicamente son: control del peso
corporal,

disminución de la grasa corporal, aumento de la
masa muscular, fuerza muscular, flexibilidad

y densidad ósea, aumento del volumen
sistólico, ventilación pulmonar, consumo
máximo de oxigeno, disminución de la frecuencia
cardíaca y de la presión arterial y mejora del
perfil de lípidos; existe también mejora del
auto-concepto, auto-estima, imagen corporal y
disminución

del stress, ansiedad, insomnio, consumo de medicamentos
y mejora de las funciones cognitivas y de la
socialización. En esta etapa de la vida están
indicadas de preferencia las actividades aeróbicas de bajo
impacto, como caminar, nadar, bailar, la hidrogimnasia o
bicicleta. El entrenamiento de fuerza es fundamental y puede ser
prescrito con algunos cuidados inclusive en individuos
hipertensos o con problemas cardiovasculares. El en entrenamiento
contribuye para mejorar la fuerza muscular, para la
manutención de la independencia funcional, mejora la
velocidad de andar y el equilibrio, disminuye la
depresión,

Aumenta la densidad ósea y evita las
caídas. Existen algunas situaciones clínicas
específicas

en que el entrenamiento de fuerza muscular debe ser
prioritario al entrenamiento aeróbico como en
los      casos de artritis severa,
limitación de la movilidad articular, amputación y
pacientes con problemas de locomoción. Para mantener la
independencia funcional la prioridad de variables que deben ser
trabajadas son: entrenamiento de la fuerza muscular, equilibrio,
entrenamiento aeróbico, movimientos corporales totales y
cambios  en el estilo de vida.

Además de los protocolos específicos lo
más importante es estimular el cambio o la
manutención de un estilo de vida activo en que el anciano
suba escaleras, permanezca mas tiempo de pie, haga contracciones
de la musculatura abdominal y perineal cuando está
sentado, cuide del jardín, cuide de la casa y evite usar
el control remoto.  

Introducción  

        Una de las
principales preocupaciones de los científicos es con el
envejecimiento de nuestras poblaciones. Sabemos que tanto en los
países desarrollados como en los que
están

en vía de desarrollo existe una tendencia a
aumentar la expectativa de vida al nacer y a que tengamos cada
vez más personas mayores de 60 años de edad. Uno de
los factores determinantes de los efectos de deterioro del
envejecimiento es la disminución del nivel de actividad
física. A medida que envejecemos nos volvemos más
sedentarios y este menor nivel de actividad hace con que perdamos
capacidades y habilidades físicas. La principal estrategia
para disminuir los efectos del envejecimiento esta por tanto en
evitar la pérdida de

actividad física que ocurre con la
edad.

        Sabemos
también que el envejecimiento está
acompañado por una serie de alteraciones en todos los
sistemas del organismo que afectan de forma importante la aptitud
física. Informaciones recientes de nuestro Centro de
Investigaciones (ANDRADE et al. 1994)

en mujeres practicantes de actividad física de 30
a 73 años de edad evidenciaron que existe un
declínio del desempeño neuromotor con los
años, siendo que está perdida es mayor en las
variables de agilidad y fuerza de los miembros inferiores de lo
que para la fuerza de los miembros superiores. Considerando los
datos citados por los autores la perdida para estas variables de
los 30 a los 73 años es de : 67 % para la agilidad; 58%
para la fuerza de los miembros inferiores y 28% para la fuerza de
los miembros superiores. Analizando el desempeño
neuromotor en relación al índice de masa corporal
(ANDRADE et al. 1996) fue observado que de acuerdo al grado de
obesidad los resultados de los testes neuromotores, especialmente
para agilidad y fuerza de los miembros inferiores, eran peores en
las mujeres obesas. Las investigaciones científicas
muestran también que la pérdida de fuerza muscular
es de aproximadamente 30% y del área muscular de 40% de la
2a a 7a décadas de la vida. Esta pérdida ocurre
básicamente por la disminución en el número
y tamaño de las fibras musculares tipo I y tipo II, siendo
que existe una perdida diferenciada dependiendo del tipo de fibra
muscular. Con el envejecimiento son perdidas mas fibras de tipo
II que de tipo I y son perdidas mas del tipo II b que del tipo
II. Estas alteraciones comprometen significativamente la
capacidad funcional del anciano principalmente todos los aspectos
relacionados a velocidad, agilidad y tiempo de reacción.
 

Partes: 1, 2

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