Constructivismo y ciencia – Monografias.com
El cambio en la forma de producción de la ciencia
experimentado desde la segunda mitad del siglo pasado -cambio que
ha sido percibido en la física, la biología y con
especial nitidez, en las ciencias cognitivas- implica nuevos
modos de coordinación de la ciencia con la sociedad en
tanto los códigos que definían su
reproducción han sido opuestos a si mismos, lo que ha
ubicado a las ciencias en una situación paradójica
que traspasa sus horizontes epistémicos, pero al mismo
tiempo cuestiona los fundamentos de ese traspaso (Prigogine y
Stengers, 1979). El asunto que demarca el cambio es la
autonomía de las ciencias en tanto formas estructurantes
del espacio público por medio de su definición y
explicación de los acontecimientos, en tanto
éste forma parte de una cadena de causalidades que son
expuestas desde determinados axiomas validados en
paradigmas.
El proceso de producción de conocimiento
considera las teorías -con pretensión de verdad y
capaces de ser sometidas a experimentación y viceversa-
basadas en paradigmas o programas de investigación como la
forma de comunicación con la realidad, la expresión
de lo real bajo los parámetros de la verdad impuesta por
un determinado programa de decisión. En este sentido se
puede decir que mientras en la teoría se tiende a
condensar lo factual al unificarlo bajo la noción de
naturaleza y verdad para poder elucidar el objeto, en la
práctica investigativa se descompone la naturaleza de los
hechos que se estructuran de acuerdo a una determinada
gestalt, una configuración lógica que es
divisible en elementos inter-actuantes, reflejados por la
lógica científica en variables progresivamente
descomponibles y reductibles: la naturaleza como unidad queda ya
cuestionada desde la práctica científica y pasa a
ser parte del formato de difusión de la ciencia que de sus
premisas prácticas funcionales. Esto no tiene
relación con la imposibilidad de la objetividad, sino
más bien con el proceso de producción de la ciencia
como operación de traducción de acontecimientos de
acuerdo a un meta-orden ideal y pragmático, que nace de un
escenario temporal particular y que intenta ajustar el proceso de
división potencialmente interminable que conlleva la
descripción hacia un sistema de explicación que
oriente las posibles combinaciones significativas.
Más allá de la relación entre
teoría y praxis, la pregunta es si podemos establecer una
sintaxis independiente de la experiencia en la
desagregación de los factores de causalidad que se definen
en el proceso de elucidación científica, si este
acontecimiento existe más allá de la
construcción de sentido que se le asigna de acuerdo a la
cadena de significados. El acontecimiento-verdad se define
justamente como el quiebre de la red de significaciones que
impone un procesamiento no siempre asimilable al arkhe
reductor de complejidad. Este acontecimiento presenta
una verdad que no necesariamente se relaciona con un orden de
significación del acontecimiento mismo, sino que asocia la
verdad a un continuo vaivén entre la escenificación
experimental y la correspondencia teórica.
El resultado de esta ambigüedad no está,
como podría creerse, en el producto comunicativo de la
traducción –que finalmente se expresa en un
enunciado teórico-, sino que en la definición de
los antecedentes de este enunciado que se ha denominado la brecha
de "incompletitud realizable" conformada alrededor de todo
proceso de elucidación cognitiva. La divisibilidad y
capacidad de reconstrucción constante del carácter
significativo del acontecimiento constituye un cuestionamiento al
carácter conjuntivo del concepto de naturaleza que
necesariamente lleva a preguntarse si la validez de los niveles
de probabilidad es constitutiva en la definición de los
acontecimientos o si estos se gobiernan en la alternancia
computacional de agregación sin estructuras de
agregación.
Estas dudas determinan una "ontología de la
posibilidad", en que la orientación que ha asumido el
análisis de la ciencia se ha volcado hacía sus
comunicaciones, desechando de diversas formas tanto la
naturalización empiricista y su evolución
reduccionista, como la valoración exclusiva de los
esquemas de aprehensión y representación como
traducción de los objetos.
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