Las teorías feministas y sus aportes en el campo de
la teoría política – Monografias.com
La distinción bipartita macho – hembra, y
la primacía "natural" del primero por sobre el segundo, no
es un invento moderno sino que tal separación es propia de
la antigüedad Griega. Varón, libre y ateniense: estas
eran las características que debían tenerse para
ser considerado un ciudadano de la polis. Dentro del esquema
teórico aristotélico, se consideraba que el "ser"
que no pertenecía a la polis, y que por lo tanto no era
ciudadano, no era considerado "hombre", sino, "un dios o una
bestia".
Como podemos ver los términos fragmentarios
están aglutinados por una tradición que no es
exclusivamente propia de la modernidad, sino que se remontan,
incluso, hasta la antigua Grecia, que es en donde se encubo la
génesis de la teoría política; una
teoría política imbuida en una concepción
patriarcal de la política, reduciendo a la mujer a un
segundo plano. Durante varios siglos, la teoría
política dio origen a nuevos núcleos
teóricos, y expandió sus horizontes bajo
múltiples directrices, pero nunca centro su óptica
en el estudio de relaciones de poder relacionadas con el
género. Tal vertiente no se gestaría sino hasta el
siglo XVIII en donde las precursoras de esta nueva corriente,
denominada "feminismo" emprenden su lucha a partir de la
Revolución francesa (1789), atadas a la ideología
igualitaria y racionalista del Iluminismo y a las
nuevas condiciones de trabajo surgidas de la Revolución
Industrial. En ese contexto se proclama la Declaración de
los Derechos de la Mujer y la Ciudadanía, el cual afirma
que "los derechos naturales de la mujer están
limitados por la tiranía del hombre, situación que
debe ser reformada según las leyes de la naturaleza
y la razón" (Olimpia de Gouges,
1791).
El primer feminismo, surgido de la modernidad,
fue modelado por el pensamiento de la Ilustración, el cual
tenía en sus bases una idea esencial de la humanidad. De
esta manera postula la igualación de la mujer en
relación al hombre, basado en una idea universal de
igualdad. Para que se hiciera efectiva la idea de la modernidad,
era necesario contar con estándares de racionalidad y
justicia, que fuesen externos a las comunidades particulares.
Así surgieron las sufragistas, que propugnaban por la
reivindicación de la mujer en términos del derecho
al sufragio, a partir del cual esperaban lograr otras conquistas.
Esto no sucedería sino mucho tiempo
después.
Con el nuevo proceso de reordenamiento
socioeconómico mundial, tanto en las sociedades centrales
como periféricas se percibe una suerte de
tribalización general; se van conformando identidades por
la pertenencia a grupos de iguales. El separatismo prevalece como
praxis política frente al retiro de las grandes
narrativas aglutinadoras de emancipación, propia de la
modernidad.
En el epicentro de esto contexto surge una especie de
"nuevo feminismo", que centra su lucha en la discusión
acerca de las anteriores ideas de igualdad, que hasta el momento
la reflexión política percibía como un
concepto necesario y universal. De esta manera se enriquece el
debate entre universalismo y particularismo que, a partir de las
teorías feministas postmodernas, expanden el circuito de
reflexión científica de la Ciencia Política.
Esta nueva mutación del movimiento feminista, empapado de
ideas Posmodernas, enfatizo la diferencia sexual y la
heterogeneidad, en contrapartida con las anteriores ideas
modernas de equiparación de los géneros desde una
perspectiva ontológica. Esta corriente opina, por ejemplo,
que conceptos los de "derechos del ciudadano", "derechos del
trabajador", "derechos del hombre", eliminan y ocultan la
diferencia de género. Es decir que encubren en si mismos
arbitrariedad y violencia. Además de ser términos
masculinizantes, andreocéntricos y patriarcales, son
expresiones abstractas que niegan aspectos particulares para
ajustarse a una norma unitaria. "Toda abstracción de
género termina siendo sospechosamente masculina" (Michelle
Barrett y Anne Phillips, 1992:37)
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