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La formación cultural en el contexto médico. Principales concepciones teóricas. (página 2)




Enviado por Maria Antonieta



Partes: 1, 2

La autora considera oportuno traer a colación
opiniones trascendentes de grandes clínicos de principios
del siglo XX que ejemplifican el sentido humano de la medicina.
Se sabe que el prestigiado médico de gran fama en
Alemania, Ernst von Leyden, hacía a sus alumnos esta aguda
advertencia: «El primer acto terapéutico es dar la
mano al enfermo». Con ello subrayaba el papel
benéfico de la relación médico-paciente, la
que ya para entonces empezaba a deteriorarse. Un poco
después el gran clínico William Osler afirmaba que
el acercamiento al humano sufriente es el puntal para que la
buena práctica médica, imbuida de ciencia y usando
cuanta tecnología esté a su alcance, siga siendo
buena y humanista. (Cruess, Richard L. 2007). Por otra parte, se
ha señalado cómo por ese lugar entre las ciencias y
las humanidades la medicina vendría a poner ese humanismo
que el mundo requiere urgentemente para que la tecnología
permanezca al servicio de los fines humanos. "…La
medicina es la más científica de las artes y la
más artística de las humanidades, la más
humanista de las ciencias, la medicina es donde el humanismo
adquiere su mayor significado
…" (Pellegrino, E.
1990).

El humanismo, dentro del ámbito médico,
nutre y se nutre de principios y normas que constituyen el
dominio de la ética médica. En los últimos
tiempos, la ética médica ha adquirido gran
interés, (Oseguera Rodríguez, J.F. 2006), debido
entre otras razones, "…como respuesta a la
preocupación, cada vez mayor, que ocasionan los cambios
debidos al auge de la medicina institucional y a la creciente
aplicación de innovaciones tecnológicas en el campo
de la salud, situaciones ambas que tienden a despersonalizar la
práctica médica y que constituyen lo que se ha dado
a denominar la deshumanización de la medicina (Oseguera
Rodríguez, J.F. 2006)

Tales consideraciones reflejan que la ciencia y la
técnica no son antagónicas al sentimiento humano,
por el contrario, son complementarias, de manera que, la medicina
moderna tiene la tarea de relacionarlas en forma equilibrada en
beneficio de su paciente, lo que fundamenta la necesidad de su
inserción en el proceso de formación de estos
profesionales.

Algunos investigadores en el ámbito internacional
entienden por humanismo médico, a todo el conjunto de
valores, actitudes y prácticas que promueven una
auténtica valoración de servicio y dan lugar a
considerar al paciente como un semejante que sufre y solicita
alivio. (Viniegra, 2000). Sin embargo, para este autor los
aspectos más significativos que promueven el humanismo
médico son: el afecto, el apoyo, el respeto y la
solidaridad, valores que pueden ser favorecidos mediante una
formación cultural que amplíe el espectro formativo
desde una dimensión humana que le permita un mejor
desempeño.

Una dimensión humanista, amplia e integradora en
cuanto a las cualidades que sebe lograr en la formación
del profesional médico está evidenciada en las
categorías establecidas por Rogers, J; Coutts, L. (2000),
dentro de ellas destaca que el futuro médico posea vasta
cultura general, por lo que resulta importante pensar en aquellas
alternativas que, desde el proceso de enseñanza
aprendizaje de las diferentes materias del curriculum de la
carrera de Medicina, pueden implementarse para cumplir con tales
objetivos.

Se coincide plenamente con A. Vera Delgado (2004), quien
llama la atención acerca de lo importante que es para la
medicina del siglo XXI "…contar nuevamente con una
pléyade de diletantes médicos ocupados en
transmitir ciencia y arte, humanismo y medicina, en vigorosa
simbiosis que le permita al paciente disfrutar del más
riguroso cientificismo pero también de la generosa
disposición anímica del humanista intelectualmente
enriquecido…". Este autor reconoce el papel que juega la
formación cultural referida propiamente al arte en el
enriquecimiento de la personalidad del médico pero desde
la mirada estrecha de un estado de ánimo positivo, la
autora considera que la cultura, propiamente relacionada al arte,
trasciende el temperamento y el estado de ánimo de la
persona y se expresa en valores, cualidades y formas de pensar y
actuar más humanas e integrales.

Así mismo Chávez Rivera, I. (1997) planea
que"… no hay peor forma de mutilación espiritual en
un médico, que la falta de cultura humanista. Quien
carezca de ella podrá ser un gran técnico en su
oficio; pero en lo demás, no pasará de ser un
bárbaro ilustrado, ayuno de lo que da la
comprensión humana y de lo que fijan los valores del mundo
moral…". Este autor reconoce la necesidad global de
potenciar los valores morales desde una cultura humanista para un
mejor desempeño y aunque no explicita el papel de la
formación cultural de los mismos hace referencia a la
necesidad de compresión humana la cual posee en su esencia
la filigrana cultural de la humanidad.

La formación humanista, ha sido enunciada de
forma más general como "… toda la carga de
racionalidad, de civilización y cultura, de historia o
religión que cada uno quiera depositar en el
concepto…" (Oseguera, J.F 2006) y de igual manera, en el
mundo contemporáneo, se han expresado algunas
características para lograr esta formación, tales
como la integralidad, empatía, autenticidad, respeto, la
espiritualidad, la ética, la estética y la cultura
en general. Tratando de diferenciarse de un proceso puramente
profesionalista, en donde autores como Markakis, K et al (2000),
han agrupado otras características como son: la
responsabilidad, el altruismo, el compromiso con la excelencia,
el deber, el honor y el respeto a los otros.

Elocuente resulta el hecho de la diversidad de criterios
relacionados al concepto de humanismo médico, sin embargo,
a criterio de la autora, todos versan en la importancia de la
sensibilidad como cualidad rectora del mismo, la cual es
entendida como la capacidad para captar valores estéticos
y morales, así como, la tendencia natural del hombre a
sentir emociones, sentimientos. (Diccionario de la lengua
española, 2005)

Los estudios antes mencionados reflejan que la
formación cultural de los profesionales de la salud no
puede ser un elemento aislado, que no esté incluido como
parte fundamental del proceso pues como dijera María
Moliner (2007),"…este médico, con una cultura
humanista, además de tener una  comprensión
más amplia, del complejo fenómeno salud-enfermedad,
esta posiblemente mejor inclinado a ejercer una medicina
humanitaria.", sin embargo, notable diferencia existe entre la
identificación del humanismo con el humanitarismo,
entendido éste como la capacidad de hacer el bien por
sensibilidad, o por compasión, enfoque que acentúa
el lado filantrópico del humanismo, (Rodríguez
Méndez , V. 2006); pero es evidente que el humanismo es un
concepto mucho más amplio y abarcador tal y como se
expresó con anterioridad.

Resulta interesante apuntar que en Bolivia y
Perú, las facultades de Medicina han profundizado en la
incorporación de unidades temáticas que difundan,
de manera transversal en los planes de estudio, enfoques de
género, ética, cultura, interacción social y
humanidades. Algunas instituciones han creado incluso
cátedras itinerantes sobre estos componentes. (Lazo de la
Vega, B 2007).

En este empeño, se ha valorado las insuficiencias
en el desarrollo del proceso formativo del estudiante de Medicina
en el orden global, y dentro de ellas las carencias relacionadas
con el arte como elemento cardinal en la formación
cultural, así es reconocido por A. Vera Delgado (2004)
quien expresa que "…la práctica médica
combina necesariamente, las ciencias de la vida con el humanismo;
es ciencia y es arte. Y hemos sido inferiores en la
responsabilidad de entregarle a los jóvenes médicos
instrumentos válidos para su correcta formación
académica con una dimensión
humanística…".

Cuba no ha estado al margen de estas ideas, en el orden
cronológico, resulta fundamental la historia de la
formación humanista en el pensamiento cubano conducente a
la educación en sentido general, la cual está de
manifiesto desde lo expresado por un grupo de figuras del siglo
XVIII y XIX como fueron Félix Varela, José de la
Luz y Caballero, Enrique José Varona y José
Martí, este último de gran importancia debido a que
en él se sintetizan todas las ideas que le
antecedieron.

Cintio Vitier calificó a José Martí
como «profeta del mejoramiento humano (Vitier, C. 1997).
Martí valoró la sociedad no sólo por la
riqueza material sino por el factor humano: su cultura, lo
espiritual. El conocimiento del arte siempre estuvo agnado como
parte esencial de la formación humanista cuando
expresó: "El arte no es una manifestación exclusiva
sino una condición especial(…) ,(…)La madre
del decoro, la savia de la libertad, el mantenimiento de la
República y el remedio de sus vicios, es, sobre todo lo
demás, la propagación de la cultura…" J.
Martí (XIII. 301); "…se necesita abrir una
campaña de ternura y de ciencia…" J. Martí
(VIII.292)

El legado humanista martiano, se pronuncia con el anhelo
de perfeccionar al ser humano y la posibilidad de mejorarse a
sí mismo abordando la ética de las profesiones
"…Un pueblo instruido ama al trabajo y sabe sacar provecho
de él. Un pueblo virtuoso vivirá más feliz y
más rico que otro lleno de vicios…." J. Martí
(XIX.375).

Resulta trascendente además, que Martí
consideró la relación armónica
hombre-naturaleza, además de que exige conocer la
realidad: "que desde la enseñanza primaria hasta la final
y titular, la educación pública vaya
desenvolviendo, sin merma de los elementos espirituales, todos
aquellos que se requieren para la aplicación inmediata de
las fuerzas del hombre a las de la naturaleza…" J. Martí
(VIII.272) .Considera que la escuela debe incluir y lograr, a
través de la formación humanista, el manejo,
dominio y encausamiento de las fuerzas sociales que contribuyen a
precisar y transformar el contorno del mundo que se construyen
los hombres. José Martí señala la necesidad
de …"una escuela de la razón y el corazón,
una escuela para el despliegue de la personalidad y al servicio
de la comunidad, una escuela para la libertad, la belleza y la
justicia, una escuela de ciencia, de amor desde la primaria hasta
la universidad…" (Vitier, C. 1997)

En la cita anterior se resume en pocas y muy precisas
palabras, el desenvolvimiento espiritual en conjunción con
lo utilitario, y precisamente hoy se reafirma que el conocimiento
científico-tecnológico no es la única
premisa: "…No basta con plantear metas cognitivas sino de
enlazarlas con otras de carácter social y humano…".
(Núñez, J. 1999).

La educación como fenómeno social se
patentiza en el ideario pedagógico cubano de pedagogos
predecesores y contemporáneos. Lo fundamental en su
concepción es educar en la vida, por la vida y para la
vida. Por tanto, la esencia social de la escuela cubana ha de
manifestarse en los vínculos que cotidianamente establece
con el entorno mediante los objetivos planteados en el modelo del
egresado y en las formas y métodos desarrollados para
cumplir tal encargo social. Con razón Esquivel, (2202,
p.7) plantea que "…si uno de los objetivos fundamentales
de la universidad es resguardar, promover y ejercer el humanismo,
como formación integral, entonces su función
trasciende la formación profesional y adquiere una
dimensión de servicio social…" Esta trascendencia
de su formación profesional puede verse materializada
desde la misma formación académica, al imbricar
aspectos de la cultura universal, del patrimonio de la humanidad,
con las asignaturas del plan de estudio, en función de la
necesidad social de egresar un profesional de salud con
sólida dimensión humana.

La declaración de la Habana del Proyecto Regional
de Educación para América Latina y el Caribe
concibe las prácticas educativas determinadas por la
cultura de la escuela, por lo que mejorar la calidad y equidad de
la educación pasa necesariamente por transformar la
cultura y funcionamiento de las mismas y promover cambios desde
las propias instituciones.

Así mismo se comparte las pautas acerca de
cómo pudieran ser decodificados estos retos, fundamentados
esencialmente en la demanda apremiante actual acerca de potenciar
personalidades autónomas, con capacidad de juicio y con la
responsabilidad personal necesaria para contribuir a la
realización del destino colectivo de los hombres.(Colunga,
S. 2005)

Según lo expresado por Portuondo, R (2005), para
lograr la excelencia en la educación con un enfoque
humanista, esta deberá tener como vigía el
desarrollo humano. Solamente cuando la educación
contribuya al desarrollo humano, podremos estar seguros de la
continuidad de la especie. Y solamente a ello, podremos denominar
educación de excelencia.

La formación cultural en la educación se
irradia a todos los centros docentes sin tener en cuenta los
diferentes ministerios al que pertenezcan, por lo que la
educación médica cubana no está exenta de
todas las características que juegan un papel importante y
activo en el orden social. Un mejor acercamiento y empatía
entre el médico y los miembros de la comunidad donde este
se desarrolle estará favorecido por la formación
cultural que el galeno posea, que permita establecer un
vínculo y una retroalimentación positiva entre los
individuos.

Diversos son los conceptos que aluden a lograr una
formación cultural en la educación los cuales,
según Torroella, G (2005:11), "…tienen como
común denominador propender a la realización plena
de las potencialidades humanas que se logra a través de
una serie de aprendizajes básicos para una vida de mejor
calidad que es la que trasciende a la persona y se orienta hacia
los valores humanos superiores, que constituyen el sentido de el
desarrollo humano y el objetivo final de la
educación…".

La idea anterior es conducente a tomar en cuenta el
contexto social en que los individuos se insertan, matizado por
las necesidades, intereses y motivaciones personales, donde se
propicie un proceso docente integrado fundamentalmente, por
espacios de interpretación, de expresión, de
reflexión crítica sobre diversas temáticas
de la vida social, así como también por espacios
estético-artísticos donde se realicen dentro del
acto docente , actividades didácticas permeadas de
mensajes contentivos de valores socioculturales, con una
intencionalidad educativa que propenda a la orientación
axiológico-humanista del futuro profesional.

Tal reflexión permite entender que en el proceso
de formación de los profesionales de la salud, es
imprescindible enseñar los conocimientos
científicos, relevantes para la comprensión del
proceso salud-enfermedad, sin desestimar la oportunidad de
expresar una visión que enriquezca estos conocimientos con
una visión integral, sin desaprovechar la excelente
oportunidad de aumentar a la vez, el acervo cultural referido al
quehacer artístico de la humanidad como herencia universal
capaz de transformar mediante cualidades y valores humanos a
estos profesionales.

En correspondencia con la elevación de la cultura
general integral como uno de los objetivos esenciales del
proyecto social cubano, Molina, N (2005), considera que le
corresponde, por tanto, a estas universidades la responsabilidad
de ofrecer una formación a los estudiantes, que les
permita asumir su rol; pero para lograr tales aspiraciones, la
formación cultural que se pretenda desarrollar debe
sustentarse científicamente en fundamentos
filosóficos sociológicos, psicológicos,
pedagógicos y culturales del problema, coherentemente
interrelacionados.

El desempeño y el bienestar de las necesidades
humanas a través del proceso de formación cultural,
hace que la persona propase el horizonte biológico y la
elemental característica reproductiva, acrítica e
improductiva, se forje y escale al nivel humano superior del
desarrollo humano, de un conocimiento sensible, creativo, humano,
crítico y reflexivo que promueva una conducta
transformadora, y trascienda, así, desde el individuo como
ente social a la comunidad y su entorno social para logar de esta
forma su autorrealización y el desarrollo pleno de sus
potencialidades, que sea portador de las cualidades humanas
necesarias para convertir y transformar su entorno de manera
positiva y propiciar una mejor calidad de vida.

Ello ha tenido su expresión concreta en el caso
de Cuba, donde se ha reconocido que : "Los centros docentes deben
enrumbar orgánicamente su labor pedagógica en
relación con una visión científica y el
estudio y empleo de los métodos de ese carácter,
con rigor y seriedad, y hacia el fortalecimiento de la cultura
humanista en el sentido que se entiende en nuestra
América" (Hart, 1995, p.21-22), lo cual se materializa en
el desarrollo de una formación cultural integral y de
valores en los profesionales universitarios que tengan como base
dicha formación humanista, potenciando la educación
desde la instrucción misma, a través de las propias
materias profesionales, y priorizando el objetivo de "proyectar
una formación humanista desde estas asignaturas y
disciplinas". (Ministerio de Educación Superior, 2001,
p.24)

Todo lo anterior enfatiza la necesidad de analizar el
papel de la cultura en la formación humanista de cualquier
profesional, la cual ha sido abordada desde la Filosofía,
la Antropología, la Sociología, la
Psicología o la Semiótica, entre otras ciencias, en
los que se ha abordado esta noción en correspondencia con
el desarrollo científico y social desde las perspectivas
en que la asumen. Sin embargo, de una forma u otra, en todas
ellas se considera la cultura como resultado del desarrollo
social del hombre. (Atiénzar, O; 2009)

Tal observación conlleva a tomar como punto de
partida, que la misma debe ser abordada y sistematizada en el
proceso educativo, la cual tendrá una dimensión
desarrolladora al incidir de manera positiva en el plano objetivo
y subjetivo del individuo. Se coincide plenamente con A. Hart,
(2001:112) al reconocer la dimensión activa y
transformadora de la cultura, que "…no puede ser limitada
al adorno de la vida, no puede ser entendida como accesorio,
divorciada de los espacios concretos de la realización de
los individuos, grupos o sociedades…"

Desde otras perspectivas, diferentes modelos han tratado
de revelar el complejo fenómeno que es la cultura, entre
ellos, Stanislav Lem, la considera como un sistema
cibernético que permite introducir la racionalidad humana
en el entorno natural y establecer sistemas en la naturaleza,
Álvarez L(2005). El antropólogo Claude Lévi-
Strauss (1970) le concede singular relevancia al papel de la
cultura en el desarrollo humano; los semiólogos I.
Savranski (1980) y E. Sokolov (1988), ofrecen profundos
análisis sobre el carácter multifuncional de la
cultura y Iuri Lotman (1979), apunta al análisis
sistémico como base metodológica para su estudio.
Guadarrama (1990: 67) y Torroella, G. (2004) le ofrecen un
sentido holístico, general, integral; este último
autor insiste en que la formación cultural posee un alto
nivel de síntesis y generalización sobre
áreas fundamentales de la realidad. La formación
cultural "consiste en tener una idea sobre el universo, la
naturaleza, de la vida, del hombre, su obra y la sociedad humana
y finalmente de sí mismo, de la propia vida." (Torroella,
G. 2004:25).

Dentro del amplio espectro de definiciones relacionadas
con la cultura que aparecen en la bibliografía consultada,
desde el punto de vista funcional para esta investigación,
se asume el concepto de cultura general integral explicitado en
el proyecto de escuelas secundarias básicas,
versión 07 / 28 de abril del 2003, la cual significa entre
otras características, expresar en los modos de sentir,
pensar y actuar, conocimientos y valores sobre las diferentes
manifestaciones artísticas que le permiten su
apreciación, disfrute y manifestación en algunas de
sus modalidades.

La reflexión anterior adquiere singular
relevancia para la presente investigación, la
formación cultural del estudiante en las universidades,
debe dar continuidad a este proyecto y tener como premisa,
además del aspecto instructivo, el aspecto educativo de
cultivar, configurar y desarrollar las funciones de
apropiación de la información, para ayudar al
educando a una mejor formación cultural
integral.

Torroella propone una ¨Pedagogía de la
formación cultural¨, la cual plantea que la
formación cultural requiere la selección y
asimilación consciente, activa, crítica de la
formación que se recibe, en vez de basarse en la
adquisición pasiva, memorista y formalista de los
conocimientos.(Torroella, G. 2004:6).

Se retoman en esta investigación las ideas de
Torroella, G. (2005) en relación a los aspectos que se
corresponden con la categoría de lo culto, entre los que
se destacan:

  • Ser culto requiere tener espíritu abierto,
    indagador, exploratorio hacia todo lo que existe, lo conocido
    y lo desconocido, lo viejo y lo nuevo.

  • Ser culto es también estar abierto y ser
    receptivo a todas las dimensiones y perspectivas, apreciar lo
    bueno y positivo, tanto en lo viejo como en lo nuevo. No
    rinde culto exclusivo y absoluto a tiempo alguno.

  • La cultura genuina es universal, ecuménica,
    abierta a todos los valores de todos los pueblos y opuesta al
    etnocentrismo o chovinismo que considera que la razón
    y lo mejor residen en un solo pueblo.

  • Ser culto requiere la elaboración de una
    concepción del mundo y de la vida que oriente a la
    personalidad y su conducta en las situaciones de la vida
    cotidiana, como culminación del micro mundo que es la
    cultura.

  • Enfrentar los conocimientos de la vida y resolver
    los problemas que ella nos plantea con acierto y
    sabiduría.

Partiendo de estas consideraciones, el contacto entre
arte y pedagogía, imprime un sello de autenticidad al
proceso formativo con un carácter integral. Con toda
razón E, Morales Nieves. (s.a.) plantea que "La
educación requiere del arte como uno de los elementos
formativos de la personalidad; el arte a su vez necesita de la
educación para pulirse y para buscar nuevas expresiones".
Idea que corrobora que la función del profesor
universitario es instruir, pero también educar en los
sentimientos, en la cultura y el arte en el marco de una
profesión y que el proceso docente puede favorecer desde
su concepción al desarrollo de actividades que, sin perder
la esencia académica, favorezcan la apropiación de
elementos artísticos como potencial de cualidades y
valores para lograr un profesional más culto y sensible en
todas las esferas de su actuación social y
ciudadana.

Autores como Ramos Serpa (2005); Placeres
Hernández JF, et al. (2008), entre otros, conciben los
elementos artísticos como parte de la formación
estética, la cual es concebida como una de las funciones
de la formación humanista , que esclarece una
concepción científicamente argumentada acerca de lo
bello y de sus parámetros, participando en la
conformación de capacidades para la creación y la
percepción estética de la realidad. A tono con
ello, queda claro que las exigencia de calidad en la
producción de bienes y servicios supone cada vez
más un componente estético en los mismos que
representa tanto una ventaja competitiva como un indicador del
grado de satisfacción de las necesidades crecientes de la
humanidad. Por eso, estar al nivel de tales exigencias implica
encontrarse preparado para diseñar, producir y promover un
producto estéticamente apto.

En un estudio llevado a cabo por la Universidad
Médica de Matanzas, relacionado con la formación
cultural en estos centros de enseñanza superior, se
contempla como elemento fundamental dentro del mismo a la
dimensión estética, la cual propicia el fomento del
gusto y la sensibilidad por la actividad profesional. La belleza
como valor destaca el desarrollo de la preocupación
estética por los resultados de la profesión
así como la satisfacción por la obra a realizar.
"Todo médico debe ser un creador y como tal en él
estará presente la sensibilidad del artista". (Placeres
Hernández JF, et al.2008) Esta cualidad es aplicable no
solo en el sentido médico de la profesión , a
saber, la labor quirúrgica, a la educación y
promoción de salud, la rehabilitación, la
investigación, etc. sino que como expresa G, Ramos Serpa
(2005),"Tal dimensión de la formación
también se expresa en el plano individual del profesional,
quien tanto con arreglo a su persona como a su entorno,
será apreciado integralmente, y no sólo por ser el
más actualizado conocedor de los últimos avances de
su campo profesional".

Lo anterior sugiere la pertinencia de introducir
elementos artísticos en el proceso de formación del
individuo, lo cual ha sido también abordado desde el punto
de vista psicológico por Vigotsky en su obra
Psicología del Arte, el cual muestra la función del
arte en la vida de la sociedad y en la vida del hombre como ser
socio-histórico,demostrando precisamente la influencia de
los aspectos culturales en la esfera cognitiva y motivacional de
los individuos así como el carácter transformador
de las obras artísticas en el ser humano, Vigotsky,
considera que al igual que un procedimiento artístico
provoca la metamorfosis del material de la obra, puede provocar
asimismo la metamorfosis de los sentimientos… (Vigotsky,
1987:9). El significado de esta metamorfosis de los sentimientos
consiste, según Vigotsky, en que éstos se elevan
sobre los sentimientos individuales, se generalizan y se forman
transformadores de la sociedad. De manera que los elementos
artísticos como parte esencial de la cultura general
enriquecen la formación humanista expresada en un modo de
comportamiento integral.

Vigotsky parte de reconocer que la forma
artística supera el material contentivo de ella es decir,
reconoce el arte como técnica social que propicia
emociones, sentimientos, cualidades y valores y que
incidirán puntualmente en la conducta del
individuo. Considera la obra artística como un
"conjunto de signos estéticos, dirigidos a provocar
emociones en la gente" (Vigotsky, 1987).

De igual manera, Kandinsky considera que…"cuando
se alcanza un alto grado de sensibilidad los objetos y los seres
adquieren un valor interior, y finalmente un sentido
interior…. (Kandinsky, W. 1995). Es así como el
crecimiento de la sensibilidad estética,
íntimamente relacionado con la calidad de las experiencias
del entorno, aumenta y desarrolla la identidad en la persona y,
por lo tanto, el enriquecimiento cultural; así se
convierte su cotidianidad en un permanente impulso poético
de amor a la vida y de compromiso en el cuidado y las
transformaciones de los contextos natural y social… "
Kandinsky, W (1995)

La sensibilidad estética constituye entonces una
forma superior de la sensibilidad humana, al expresar toda la
riqueza y plenitud de la relación del hombre con la
realidad. En esa relación cualitativamente distinta, el
objeto, por encima de su condición concreto –
sensible, expresa también, como ya se ha dicho, un
determinado contenido humano. Se trata de percibir la realidad
desde una perspectiva determinada; de una singular manera de ver
y apropiarse individualmente de su entorno material y espiritual.
"Es además una manera de vivir; a través de esta el
ser humano traza la forma cultural, la imagen de su cuerpo, su
vestimenta, etc.; modifica posturas, actitudes, gestos y lo que
le rodea… enriquece nuestra vida, nos proporciona la
posibilidad de un disfrute más allá de las acciones
necesarias para la supervivencia, no es un medio, es un fin en si
misma" (Del Campo, 2002: 28 – 29).

"…El hombre por medio del objeto de arte
satisface sus necesidades estéticas de conocimiento,
manifiesta su ideología, su subjetividad, su visión
de la realidad. El objeto de arte le permite objetivar el
vínculo existente entre su personalidad, la estructura
cultural de la época y el medio social al que pertenece
que de alguna manera lo condiciona, pero al que puede llegar a
modificar…"Stokoe, P.(1990)

Sin lugar a dudas, una obra pictórica constituye
un medio efectivo para potenciar la sensibilidaden los
individuos, al ser considerada como una realidad
polisémica fruto, a su vez, de múltiples
confluencias, incardinada en un momento histórico preciso
y resultado del trabajo de un creador concreto, de manera que
puede transmitir un mensaje intelectual, sensorial,
simbólico, historicista, social y espiritual, despertando
sensaciones, aumentando el acervo cultural del individuo y
enriqueciendo su personalidad.

En lo que concierne propiamente a la introducción
de los elementos artísticos en el proceso formativo de los
estudiantes universitarios, autores como G. Ramos (1998);
Fandiño, J.M (2004), Vallés Villanueva, J (2005),
entre otros, hacen un llamado a las instituciones para comprender
el sentido que tiene el arte en favorecer la formación
integral y humanista de los estudiantes y futuros profesionales,
sin embargo a criterio de la autora, los elementos
artísticos pueden ser tratados didácticamente desde
las diferentes disciplinas de un plan de estudio de nivel
superior y no necesariamente favorecidos desde un proceso
extensionista en las universidades, para que a través del
proceso docente, en una realidad que concibe una diversidad
cultural manifiesta en estudiantes de diferentes contextos y
latitudes, propicie un proceso mas interesante, motivador,
auténtico y conservador de las propias identidades
culturales desde la convicción del verdadero
enriquecimiento cultural.

Desde estos fundamentos, se asume la cultura y la
asimilación de los elementos artísticos como
complementos de la cualidad esencial del médico humanista
que se necesita egresar de todas las universidades, de manera que
como expresa Chávez Rivera, I. (1997) "El humanismo no es
un lujo ni un refinamiento de estudiosos que tienen tiempo para
gastarlo en frivolidades disfrazadas de satisfacciones
espirituales. Humanismo quiere decir cultura, comprensión
del hombre en sus aspiraciones y miserias, valoración de
lo que es bueno, lo que es bello y lo que es justo en la vida,
fijación de las normas que rigen nuestro mundo interior,
afán de superación que nos lleva, como en la frase
del filósofo, a «igualar con la vida el
pensamiento". Esa es la acción del humanismo al hacernos
cultos. La ciencia es otra cosa: nos hace fuertes pero no
mejores. Por eso, el médico mientras más sabio debe
ser más culto.

Conclusiones

  • La formación cultural es potenciadora de la
    relación cultura- educación –identidad-
    valores

  • representa la elaboración y
    apropiación por parte del sujeto de una
    concepción integral acerca de la naturaleza del hombre
    y la sociedad.

  • se reconoce como necesidad en la tradición
    del pensamiento filosófico cubano y constituyó
    una exigencia martiana.

  • integra la formación estética y esta a
    su vez está compuesta por varios componentes
    artísticos entre los que se encuentra los elementos
    pictóricos.

  • La formación humanístico cultural
    comprende, además de conocimientos, un cultivo de la
    sensibilidad, una actuación, un modo de comportamiento
    de acuerdo a los imperativos de los tiempos en que en que el
    sujeto se encuentra.

  • Los elementos artísticos relacionado con las
    manifestaciones culturales pueden ser concebidos en el orden
    didáctico a través de la sistematización
    de la cultura como componente desarrollador dentro del
    proceso docente; de ahí que el la cultura
    artística se manifieste de manera científica en
    la transposición didáctica de la misma en la
    disciplina Inglés.

Bibliografía

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Autor:

MSc. María Antonieta Alfonso
Ballesteros

Universidad Médica de
Camagüey

Cuba

Partes: 1, 2
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