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Gobierno del ingeniero agrónomo Hipólito Mejía Domínguez (2000-2004) (página 2)




Enviado por JOSE MANUEL ACOSTA



Partes: 1, 2

El gobierno del presidente Mejía se caracterizo
por ser un gobierno que actuó con responsabilidad ante la
población, haciéndose freten a todas las crisis
nacionales e internacionales tales como la crisis mundial
económica que mantuvo estable la moneda por dos
años y medio hasta que se descubrió el fraude
bancario mas grande en proporción de la historia
Iberoamérica, fraude este que había comenzado en el
gobierno anterior de Leonel Fernández y que crecía
diariamente sin que las autoridades pudieran desenmascararlo, y
fue en su gobierno que se tomaron las determinaciones
responsables de someter a la justicia a los dueños de esos
bancos, hecho este que le trajo grandes enemigos ya que estos
banqueros pertenecían a una parte del poder
económico nacional acostumbrado a recibir del gobierno
impunidad absoluta antes sus hechos corruptos, y al no ser
complacidos por el presidente Mejía se asociaron a sus
adversarios políticos que en ese momentos lo representaba
principalmente el hoy presidente Leonel Fernández, quien
nunca reconoció que el caso de BANINTER era un fraude,
sino que con apoyo de una gran inversión económica
y con el ofrecimiento de impunidad para los acusados del fraude,
elaboraron un plan de campaña electoral que hoy ha quedado
esclarecido en la justicia con la condena a los 10 años de
prisión de los acusados del fraude BANINTER y otros bancos
como BANCRÉDITO.

El presidente Mejía se preocupó por la
seguridad ciudadana para que cada dominicano pueda caminar en su
país sin temor, se preocupó para que la
economía puede traer beneficios a los pequeños
empresarios, se preocupó por la educación
dándole al mayor por ciento del PBI de la historia, se
reocupó por la agricultura tratando que siendo un
país agrícola podamos ser autosuficientes en
términos alimentarios, en su gobierno se hicieron mas de
300 mil soluciones habitacionales, se aprobaron leyes que
tenían mas de 10 años estancadas en el senado que
hoy son el sostén del estado en los principales temas
nacionales, se preocupó por la inversión
extranjera, por la juventud permitiéndole obtener
innumerables logros con la Secretaria de la Juventud. A la par
con estas situaciones, Hipólito Mejía
intentó mantener una postura humanitaria que se vio
reflejada durante sus cuatro años de gobierno. Esto se
evidenció en la aprobación de varios proyectos de
ley que se concibieron para el beneficio de las clases
necesitadas. Entre los más notables están: la ley
de seguridad social, el código monetario y financiero, la
ley de lavado de activos, entre otros.

Mejía ayudó a los pequeños
productores agrícolas, pequeños empresarios,
subsidios a la tarifa eléctrica, subsidio a familias
pobres cuyos hijos asistían a la escuela, activas
políticas de reparación de viviendas,
construcción de calles, cañadas, aceras, caminos
vecinales, instalaciones y celebraciones de los Juegos
Panamericanos.

Su gobierno estuvo marcado por grandes reformas
económicas y sociales, aparte de una
descentralización del presupuesto nacional. Entre las
leyes creadas en este periodo se destacan la de Seguridad Social,
el Código Monetario y Financiero, Mercado de Valores,
Electricidad, Comercio Electrónico, Ley de Policía,
Medio Ambiente, Salud, Cámara de Cuentas, Ley de Seguros,
Independencia Administrativa y Presupuestario del Poder Ejecutivo
y Judicial; además, creación de la Provincia Santo
Domingo y sus municipios, mayor partida presupuestaria parea los
ayuntamientos, así como otras leyes. Esto le
significó en las elecciones del año 2002, obtener
una mayoría congresional y municipal. En este periodo se
levantaron grandes estructuras deportivas para los Juegos
Panamericanos de 2003.

Al gobierno del presidente Mejía le tocó
negociar el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos,
principal socio comercial. También promovió
diversas medidas comerciales, ("Paquetazo Económico").
Este "Paquetazo" estuvo acompañado de una serie de medidas
sociales, como ayudas a productores agrícolas, subsidios a
la tarifa eléctrica, construcción de calles,
aceras, caminos vecinales, etc., así como subsidios a
familias pobres cuyos hijos asistían a las escuelas,
así como creación de nuevos impuestos y aumentos de
los ya existentes.

Nota. 2

La
Economía Dominicana del año 2000 al
2002

Al economía dominicana presentó una tasa
de crecimiento estable de un 202% anual durante el periodo
2000-2002, para luego entrar en marcado descenso durante de dos
últimos años de su mandato, hecho que se suelo
atribuir a la crisis bancaria mencionada
anteriormente.

En el 2000 se registró un crecimiento
económico bastante impresionante, el 7.8%. pero en 2001,
la contracción de los intercambios en el comercio
regional, la recesión en Estados Unidos y el efecto
negativo de los atentados terroristas del 11 de Septiembre
pasaron factura a los exportaciones efectuadas desde las zonas
francas y al turismo, con el resultado de la perdida de miles de
puestos de trabajo y un descenso general de la actividad. El
año cerró con una taza de crecimiento del PIB del
3% y un repunte inflacionario, rozando el índice el
9%.

Los sectores productivos experimentaron una
recuperación, alimentando la precepción de que el
contratiempo había sido superado. Por lo demás, el
comportamiento de los precios, gracias a que estaban subsidiados,
era clemente y el Gobierno siguió proyectando una imagen
de dinamismo y preocupación social, aunque empañada
por la lentitud o la paralización de varios proyectos
emblemáticos. Mejía llegó al ecuador de su
mandato con una erosión evidente pero conservando una
importante cuota de credibilidad. Todo esto tuvo su reflejo en
las elecciones legislativas del 16 de mayo de 2002, en las que el
Partido del Presidente retrocedió a los 73 diputados y
perdió al mayoría absoluta en la Cámara
baja, si bien incrementó sus senadores de 24 a 29. El gran
beneficiario de la jornada fue el PRSC, que más que
duplicó sus diputados.

La
Economía Dominicana del año
2003-2004

Durante el periodo comprendido entre el 2003 y el 2004,
la economía se vio negativamente afectada debido, en gran
medida, al estallido de la crisis bancaria. Este fraude y las
medidas de urgencia que se tomaron para salva mentar a los
ahorrantes. Esas medidas evitaron que el país entrara en
un corralito y permitió que aunque con inflación la
economía se mantuviera en posición de
recuperación permanente.

La indignación fue mayúscula al saberse,
de boca de propio Mejía, que desde septiembre del
año anterior el Estado había estado aportando al
Baninter fondos del erario público para tratare de impedir
su colapso financiero, resultó que el Banco Central le
había inyectando 41,000 millones para cubrí los
depósitos de los clientes, los cuales se lanzaron en masa
a retirar sus ahorros. Los analistas encontraron una
relación directa entre el gigantesco desembolso y la
devaluación del 40% sufrida por el peso en el mismo
periodo. El Gobierno redujo al punto el gasto público y
las subvenciones al consumo.

El directos del Baninter, Ramón Báez
Figueroa, amigo intimo de Mejía y padrino de una red de
financiación a cambio de favores corporativos en la que
estaban metidos todos los partidos, fue arrestado y encarcelado
por orden del 7º juzgado de instrucción de Santo
Domingo a petición de la Fiscalía del Distrito
Nacional, que le formuló acusaciones por los presuntos
delitos de lavado de activos, estafa, abuso de confianza y
emisión de cheques sin fondos. Igual suerte corrieron los
dos vicepresidentes de la entidad.

El súbito encarecimiento de la electricidad por
la supresión de los subsidios generó otra ola de
descontento popular en febrero de 2003. Ese mismo mes, el
gobierno, confrontando con el descenso de los ingresos del
turismo y de las franquicias industriales y de servicios, el
descontrol de inflación, la imparable devaluación
de la moneda nacional y la escalada de los tipos de
interés, anuncio un paquete de medidas de austeridad,
principalmente un impuesto adicional del 10% a los bienes
importados no indispensables y la retirada de circulación
por el Banco Central de 300 millones de pesos (12.5 millones de
dólares). A continuación, el presidente
presentó en el Congreso varios proyectos de ley orientados
a prevenir la corrupción y la opacidad en el ejercicio de
la función pública.

Nota. 3

Estallido de la
crisis

Durante el periodo ya mencionado, presidio por el ex
presidente Hipólito Mejía, La economía
presento una tasa de crecimiento estable de un 2.2% anual, pero a
mediado del año 2003 el país sufrió una
fuerte recesión económica debido a una crisis
financiera, producto del descubrimiento del fraude ya mencionado
catalogado como el mas grande en la historia de
Latinoamérica, que superaba el presupuesto nacional de ese
entonces.

Este hecho y las medidas que se tomaron par salva mentar
a los ahorrantes provocaron un descrecimiento económico,
que afecto a pequeños y medianos empresarios, los cuales
se vieron obligados a cerrar o al menos ver reducir sus ingresos
en más de un 50%. La deuda externa creció a niveles
nunca antes vistos en la nación, y hubo un descontento
general con las medidas tomadas en el ámbito
económico.

En cuanto al manejo de la crisis el presidente fue muy
criticado por sus opositores ya que decidió ir en auxilio
de los depositantes.

El 16 de agosto de 2000 Mejía tomó la
banda presidencial y comenzó su mandato de cuatro
años en presencia de nueve gobernantes, de los
países mas vinculados a la República Dominicana. El
primer jefe del Estado del PRD desde hacía 14 años
anunció un paquete de medidas para los primeros 100
días de Gobierno cuyo epitome era el "mantenimiento del
equilibrio macroeconómico con un resto humano". El plan,
muy ambicioso, contenía actuaciones urgentes para corregir
importantes deficiencias en los campos de la educación, la
sanidad, la nutrición, el medio ambiente, la
producción agrícola, la vivienda. La fusión
pública y la seguridad ciudadana, e iba a requerir una
inversión total de 5,000 millones de pesos, unos 312
millones de dólares al cambio de entonces. Según el
flamante presidente, ese dinero iba a obtenerse con cargo al
presupuesto del Estado y de los fondos de depósito de las
instituciones locales.

Todo esto era, naturalmente, bienvenido por la
población. Pero Mejía anunció y
aplicó también una impopular subida media del 25%
en el precio de los combustibles, para compensar el
encarecimiento del petróleo y evitar hinchar mas la deuda
pública interna, rayana en los 1.000 millones de
dólares. Antes de abandonar el poder, Fernández
Reyna había amagado con aplicar esa medida. Precisamente,
en la precampaña, Mejía advirtió al
peledeísta que la subida de las gasolinas, además
de castigar a la población, generaría una
inflación incontrolada. Ahora, no parecía temer
tanto el segundo escenario, así que el Gobierno
decretó unas alzas de precios que no afectaban al propano
y la electricidad.

La muerte de Peña Gómez el 11 de mayo de
1998, pocos días antes de celebrarse los comicios
legislativos y municipales, generó un efecto de
simpatía que magnificó las ya excelentes
perspectivas electorales del PRD; los pronósticos se
cumplieron y el partido conquistó la mayoría
absoluta en el Congreso y buena parte de las 115 alcaldías
sujetas a renovación. La desaparición de su mentor
político también determinó los planes
personales de Mejía, que hizo público su
precandidatura presidencial, aunque contrincantes internos no le
faltaban. De hecho, la unidad del PRD había quedado
rota.

El 20 de junio de 1999 el PRD, bajo la presidencia
orgánica de Emmanuel Esquea Guerrero, celebró una
elección primaria de la que Mejía salió
proclamado candidato con mas del 80% de los votos. El perito
agrícola fue declarado vencedor sobre cuatro
contendientes, entre ellos la senadora Milagros Ortiz Bosch,
sobrina de Juan Bosch (quien iba a falleceré en noviembre
2001 a la venerable edad de 92 años) y el ex secretario de
Estado de Turismo Rafael Suberví Bonilla, que acusó
al comité organizador del partido de haberle perjudicado
deliberadamente en la fase previa al no incluir en el
padrón electoral a miles de afiliados próximos a su
precandidatura. La impugnación de Suberví no
duró mucho y Mejía elevó un llamamiento a la
unidad del partido para encarar con optimismo las elecciones
presidenciales de 2000. Dicho y hecho, ya que Milagros Ortiz
accedió a ser su compañera en la papeleta
presidencial y el propio Suberví fueron complacidos con la
reserva para él, de la importante Secretaria de Turismo,
su antigua oficina.

Utilizando un estilo popular y directo, alardeando de no
tener pelos en la lengua y de ser sincero en toda circunstancia,
y sacando partido de su exhaustivo conocimiento de las diversas
realidades del país, que era fruto de sus numerosos viajes
por motivos profesionales o para hacer proselitismo
político, Mejía se presentaba como un granjero
jovial y avezado, que estaba perfectamente al tanto de las
penurias de los desfavorecidos (no menos del 25% de la
población vivía bajo el umbral de la pobreza) y que
sabía cómo confrontar las problemáticas del
campesinado (el 17% de la fuerza laboral, en un sector, el
agropecuario, que ya solo aportaba el 11% del PIB).

La nueva dirigencia del PRD estaba resulta a seguir
capitalizando el enorme predicamento que Peña Gómez
había tenido entre las masas pobres, y Mejía, sin
forzarse demasiado, porque la espontaneidad era una de sus
señas de identidad, se desenvolvió con
campechanía e incluso irreverencia a la hora de poner en
solfa determinados modos y políticas del establishment
conformado por los prebostes del PLD y el PRSC. Mejía se
enfrentaba, por el PLD a Danilo Medina Sánchez, Secretario
de Estado de la Presidencia en el cuatrienio, y por el PRSC al
mismísimo Balaguer, convertido en leyenda viva: con 93
años, el sempiterno caudillo dominicano, presidente de la
República durante 24 años repartidos en tres
periodos, optaba por novena vez a la suprema magistratura, a
pesar de su ceguera total, sus serias limitaciones auditivas y
verbales, y su incapacidad para mantenerse en pie.

Puesto que no podía sacar votos a costa de los
aspectos puramente macroeconómicos del legado de
Fernández Reyna, como eran el crecimiento del PIB a un
ritmo en torno al 8% anual (la tasa mas alta del continente), la
multiplicación de las inversiones foráneas, la
estabilidad monetaria del peso y el mantenimiento de la
inflación bajo control, Mejía centró sus
propuestas de campaña en un terreno, el social al que el
poder había prestado mucho menos atención que las
transformaciones modernizadoras y la liberación acelerada
de las estructuras.

Así, Mejía prometió reducir la
brecha entre ricos y pobres haciendo llegar a todos los
dominicanos los beneficios del boom económico de los
últimos años, que descansaba en el turismo de hotel
y playa, el sector de la construcción, los servicios de
telecomunicaciones y los negocios de exportación de
maquila en las zonas francas. Su gobierno seria de "rostro
humano" y dedicaría al gasto social hasta el 50% del
presupuesto. También, adelantó que iba a revisar,
en descartar la renacionalización, algunas de las
privatizaciones ejecutadas por el Gabinete peledeísta,
empezando por la de la Corporación Dominicana de
Electricidad (CDE), ahora llamada Corporación Dominicano
de Empresas Eléctricas Estatales (CDEEE).

La segmentación de la CDE en cinco empresas de
titularidad privada, dos de generación y tres de
distribución estaba revelándose como un enorme
fiasco, ya que las nuevas compañías
energéticas, no solo no habían mejorado el
servicio, sino que venían sometido a los sufridos
abanados, que eran tanto particulares como industrias enteras, a
continuos e interminables cortes en el suministro. El Gobierno
del PLD no se decidía a tomar cartas en un asunto que
presentaba las características de una estafa al Estado. A
mayor abundamiento, las tarifas eran caras, todo lo cual
concitaba contra las compañías un sinfín de
quejas por negligencia, abuso y desfachatez. El problema era muy
serio y no tenia una solución fácil, aunque
cabía esperar de las autoridades surgidas de las
lecciones, mas firmeza con quienes no estaban cumpliendo con sus
obligaciones. Sobre el particular, Mejía prefirió
pasar de puntillas, no asumió compromisos concretos y
señaló que ya se encargaría de que el
servicio eléctrico fuera eficiente.

Por otro lado, Mejía era consciente de que los
mensajes de contenido social y las sugerencias de
intervencionismo del Estado causaban aprensión en el
empresariado, así que dio las oportunas seguridades de que
respetaría y prolongaría las reformas pro mercado
impulsadas por el presidente saliente. Es mas, concedería,
aseguró, nuevas facilidades a la inversión
extranjera, citando en particular la de Estados Unidos, aunque
sino la misma a unos resultados en las materias de
creación de empleo y de elevación de las rentas de
la población, esto era, a las actividades productivas de
gran repercusión social. Asimismo, afirmó que
buscaría gobernar por consenso y desde el mas absoluto
respeto a las instituciones, y que combatiría la
corrupción.

La campaña de las presidenciales, como venia
siendo por costumbre en la democracia dominicana, estuvo plagada
de zancadillas y palabras broncas. Mejía, objeto oratoria
vulgar y sin nociones claras sobre cómo conducir el
país, se quejó de que le estaban destinando una
propaganda "sucia" que nacía de una cultura instalada en
el "canibalismo político" y el "irrespeto a la
institucionalidad".

Por ejemplo, los medios gubernamentales se encargaron de
aventar, y de ridiculizar, las expresiones locales utilizadas por
Mejía en un encuentro con inversionistas en Miami. En esa
ocasión, el aspirante presidencial, con su pintoresquismo
inveterado presentó como atractivos turísticos de
la República Dominicana a "las mulatas, morenitas y
banquitas", frase que fue calificada por los peledeístas
de ofensiva y denigrante para la mujer dominicana, y que
pasó a engrosar su lista de "vainas", u ocurrencias, como
él mismo llamaba. A medida que se acercaba el día
de las elecciones, el 16 de mayo, la campaña fue subiendo
de tono. No por casualidad, los de nuestro contra el
socialdemócrata arreciaron a medida que las encuestas le
otorgaron la proclamación presidencial, incluso son
necesidad de acudir a la segunda vuelta.

El 9 de mayo estalló el escándalo la
Policía acusó formalmente a tres miembros del
servicio de seguridad particular de Mejía de haber matado
a balazos a dos activistas progubernamentales durante un acto de
campaña del candidato en la norteña cuidad de Moca
el 29 de abril. Dos de los guardaespaldas fueron puestos bajo
arresto y el tercero se dio a la fuga. La Policía
fundó su imputación en una grabación de
video en la que se mostraba a uno de los tres presuntos homicidas
disparando a quemarropa a un manifestante del PRSC, que
resultó herido de gravedad.

La reacción de Mejía fue denunciar la
videocinta como una "montaje bochornoso" para incriminarle en
unos asesinatos en lo que su gente, recalcó, no
había tenido nada que ver. Los portavoces dl partido
opositor explicaron que los escoltas, en efecto, habían
llegado a desenfundar sus armas, pero porque existía un
amago de agresión contra su jefe. Simultáneamente,
el Gobierno no tuvo ambages en reconocer que los servicios de
inteligencia del Estado venían sometiendo a Mejía a
un seguimiento exhaustivo, haciendo poner el grito en el cielo al
PRD, que vio justificadas sus denuncias de espionaje
político.

De todas maneras, en el electorado prevalecieron al
malhumor por las políticas liberales de Fernández
Reyna y por el desbarajuste del servicio eléctrico, y, en
consecuencia, el deseo de un cambio de rumbo, así que
Mejía se adjudicó la victoria con un rotundo 49.84%
de los sufragios. En puridad, al no alcanzar el preceptivo 50%,
Mejía debía verse las caras en una segunda vuelta
el 30 de junio con su inmediato rival, Medina, al que sacó
nada menos que 25 puntos de diferencia, pero el candidato del
Gobierno arrojó la toalla tras constatar que no iba a
recibir el apoyo del PRSC, es decir, a repetirse el escenario de
1996. Balaguer, al que la parca concedió aun dos
años mas de vida, quedó en un meritorio tercer
lugar y a punto estuvo de desbancar a Medina. Inopinadamente,
Mejía y Balaguer se disponían a establecer una
relación efectiva y afectiva, con piropos constantes del
primero al segundo y un respaldo parlamentario de este a aquel,
hasta que se produjo el desenlace biológico del antiguo
servidor de Trujillo.

Nada mas al ser proclamado presidente, Mejía
brindó su triunfo al difunto Peña Gómez y
planteó la formación de un Gobierno de unidad
nacional abierto a "los mejores", sin importar la
filiación partidista. Pero gozar de la mayoría
absoluta en el Legislativo era una ventaja demasiado seductora
como para desaprovecharla con gestos de nobleza, sobre todo si se
entraba en el Palacio Nacional con una agenda rica en proyectos,
así que la oferta no llegó a
materializarse.

En los meses siguientes, el equipo de Mejía
acometió planes de expansión agropecuaria,
hidroeléctrica y de las comunicaciones terrestres. La
cosecha del banano con tratamiento ecológico (del que la
República Dominicana es el primer productor mundial) tuvo
unos resultados muy satisfactorios. En cuanto a la red viaria
nacional, fue sometida a obras intensivas de reparación y
construcción, mayormente vinculadas a los intereses
turísticos.

Finalmente, la pretensión de reducir la pobreza y
el generoso subsidio a los alimentos básicos y el consumo
energético requirieron de un subida de impuestos que
pasó e escrutinio de la Cámara de los Diputados en
diciembre de 2000 y que el presidente queso orientar a los
contribuyentes jurídicos. También, con el argumento
de la austeridad, el nuevo poder despidió a decenas de
miles de funcionarios que en su gran mayoría, lo cual no
debía tomarse por casual, habían sido nombrados por
la Administración anterior. Cuando emperezaron las
suplencias, saltó a la vista que muchos de los que
entrenaban puesto eran personas ligadas al PRD, lo que
alentó las denuncias de perpetuación de los usos
patrimoniales del Estado.

Mejía aseguró por activa que esta reforma
no se hacia pensando en si mismo, y que él n iba a ser
candidato en 2004. Pero eso era precisamente lo que pedían
los miembros de una llamado Proyecto Presidencial Hipólito
(PPH), que presentaba todo la traza de unan plataforma organizada
por el perredeísmo mas fiel a Mejía para impulsar
la que seria la ambición secreta del
presidente.

Mejía transigió ante la contundente medida
de presión de la compañías
eléctricas, algo que venia conociéndose como
"apagones financieros", y dispuso el abono inmediato del 90 de
los 320 millones de dólares de la deuda reclamada. Las
siete generadoras se reconectaron de la red, pero el caos
energético siguió campando por sus respetos, con
nuevos cortes que exasperaban a los clientes y el aumento de los
impagos y de los robos de suministro.

El 11 de Junio Mejía hizo alzar muchas cejas
cuando pidió "orar a Dios por el bien de la
República Dominicana, el momento en que la fe es necesaria
para superar los problemas". Impetraciones a la divinidad aparte,
existía la opinión mayoritaria de que el presidente
había contribuido a la confusión y el nerviosismo
reinantes con su anuncio del 22 de Abril, cuando arreciaba el
escándalo Baninter, de que "autorizaban" al PPH a
inscribir su precandidatura presidencial para las elecciones del
2004. La retracción de Mejía después de
haberse pasado mas de un año diciendo que no aspiraba a la
reelección cayó como una bomba en el PRD, donde
cobró nitidez la fractura entre el sector ortodoxo, ligada
a la sigla y la tradición del partido y la facción
oficialista leal a Mejía por encima de todo. Hatuey
Decamps, precandidato in pectore, reacciono negativamente, y la
propia presidenta de la República, Milagro Ortiz,
acusó a los promotores de la postulación de
Mejía de violar un principio fundamental dl PRD como era
el rechazo al continuismo en la jefatura del Estado.

El verano del 2003 trajo nuevas algaradas sociales por
la carestía de la vida, la penuria de la energía
eléctrica y la incertidumbre financiera. El clima
político se calentó extraordinariamente. El 6 de
agosto. El ejecutivo estableció por decreto un impuesto a
la exportaciones del 5 %. Esta era una demanda clave del FMI, que
se avino a cerrar el acuerdo de contingencia a dos años el
29 del mismo ms. La República Dominicana recibió un
primer desembolso de 120 millones de dólares, pro un
Septiembre, la decisión unilateral del Gobierno de la
compra por la CDEEE a unió Fenosa de su 50% de
participación de capital en la EDE Norte y Sur, fue
considerado por el organizador multilateral de crédito un
incumplimiento de la carta de intenciones sobre la
contención del gasto publico, así que declaro en
suspenso el stand-by.

En la primera mitad de octubre Mejía se
topó con el doble bofetón de la corte Suprema de
Justicia, que con escasos días de diferencia declaro en
senda sentencia la inconstitucionalidad de lo decretos de Febrero
y Agosto sobre el gravamen de las importaciones y la
exportaciones, respetivamente. El congreso, que ya no era fiable
para Mejía, suspendió la aplicación de
impuesto del 5% a las ventas al exterior, que tanto perjudicaba
las empresas comerciales pero que era urgido desde el
FMI.

El 11 de noviembre el país quedo paralizado por
una huelga general de 24 horas contra la política
económica del gobierno. Los pagos fueron convocados por la
llamada coordinadora nacional de unidad y lucha (CNUL), colectivo
formado en Diciembre del 2002 por diversas organizaciones
populares sindicales, y sus principales exigencias a Mejía
era la concesión de incremento salariales del 100 %, la
desgravación de las gasolinas, una solución
definitiva para la crisis de la electricidad y la
suspensión de la negociaciones con la FMI. Los choques con
las fuerzas antidisturbios de la policía fueron muy
violentos y a su termino se contaron 8 muertos, 40 heridos y
medio millar de detenidos.

El barullo se instalo de tal manera en el PRD que
tuvieron lugar, no una, sino dos elecciones primarias. En la
primera, celebrada el 7 de diciembre participaron Decamps, el
senador Ramón Alburquerque Ramírez y José
Rafael Avinader Wasaf, llevándose la victoria el primero.
En la segunda prevista inicialmente para 14 de diciembre y luego
postergada al día 21 antes de sufrir un nuevo
retrasó, Mejía debía medirse con Ortiz,
suberví y el ex presidente del partido Enmanuel Esquea,
pero los tres decidieron retirarse alegando que lo "Pepeachistas"
habían alterado el patrón a su contra y que el
proceso estaba viciado de raíz.

Así las cosas, cuando el 18 de enero de 2004 pudo
celebrarse esta singular primaria, Mejía sólo tuvo
que enfrentarse con una persona, Frank Joseph Thomén, que
no era sino un partidario y amigo personal. Su candidatura fue
registrada a toda prisa para dar una imagen de competición
interna y únicamente cosechó un 5% de votos. El
tortuoso camino de las presidenciales de mayo estuvo
completamente despejado para Mejía desde el momento en que
la Junta Central Electoral (JCE) dictaminó que la primaria
ganada por Decamps no había sido valida por no reunir el
quórum de participación necesario que establecen
los estatutos generales del PRD.

En enero de 2004 el Gobierno, presionado por el FMI,
dispuso toda una batería de medidas de austeridad, tanto
impositiva como relacionada con el gasto. El primer grupo
abarcaba una serie de aumentos significativos en los precios de
los combustibles y la electricidad, y de las tasas al consumo de
alcohol, tabaco y otros productos, así como la
eliminación de las exenciones del impuesto sobre la renta
a los intereses devengados a las empresas por los certificados
del Banco Central.

Al mismo tiempo, el Congreso recibió y
aprobó un presupuesto general del año que
regularizaba la gabela del 5% a las exportaciones de bienes y
servicios durante seis meses, un recargo del 2% a las
importaciones y la duplicación, de 10 a 20 dólares,
del cobro de salida del país en los aeropuertos. Por su
parte, el Banco Central trasladó el tipo de cambio oficial
con el dólar, que el mercado había dejado
ridículamente obsoleto, desde los 16.5 pesos a los 44,
aunque en algunas operaciones cambiarias la divisa estadounidense
se pagaba ya a 60 pesos.

Ahora mismo, la inflación interanual marcaba el
43% – la tasa mas elevada del continente-, el paro era del 17% y
la deuda externa alcanzaba los 7.6000 millones de dólares,
el doble que en 2000. En estas circunstancias, no dejó de
causar sorpresa, y de invitar a la esperanza, conocer que en 2003
la economía había experimentado un crecimiento
negativo del 1.3% cuando un semestre atrás se había
vaticinado el -3%. Sin duda, el turismo, los servicios de
comunicaciones y la minería del níquel
habían salvado al país de lo peor. De hecho, ya
estaba en marcha una tímida
recuperación.

El encarecimiento de la gasolina repercutió
automáticamente en el coste del transporte del
autobús, gota que desbordo la paciencia de la
Coordinación Nacional de Organizaciones Populares,
Sindicales y Choferiles y que precipitó el llamamiento a
otra huelga general, de 48 horas. Las reivindicaciones eran las
mismas que en noviembre, pero ahora exigía además
la moratoria en el pago de la deuda externa, la
prohibición de importar artículos de lujo durante
dos años, y la fijación de nuevos impuestos a los
bienes suntuarios e inmobiliarios, a las rentas de capital y a
los beneficios empresariales. El Gobierno replicó que no
tenia nada que negociar. Los paros nacionales de enero fueron
considerado un "éxito rotundo" por sus convocantes, pero
incrementó la cuenta de víctimas de la revuelta
social: otras ochos personas fueron muertas por los disparos de
las fuerzas del orden, los heridos ascendieron al centenar y hubo
600 detenidos.

Todo esto llenaba de pesadumbre a la opinión
pública. Pero, marginadas del candelero informativo, otras
tragedias se abatían sobre el país, y éstas
eran cotidianas. Por un lado estaba el éxodo de balseros
que intentaban llegar por mar a las costas de Puerto Rico, cuyo
número crecía de manera exponencial, con el
consiguiente aumento de los náufragos por la precariedad
de los embarcaciones. En 2003 los guardacostas de la Marina de
los Estados Unidos apresaron a casi 2,000 inmigrantes
indocumentados de origen dominicano, el doble del año
anterior, y en las primeras semanas de 2004 se estaba produciendo
un alud sin precedentes. Por otra parte, el drama silencioso de
las redadas y expulsiones masivas de haitianos ilegales,
desarrolladas con regularidad desde hacía mucho
años independientemente de quien gobernase en Santo
Domingo, y que tantísimas veces habían ocultado
deportaciones forzosas de ciudadanos dominicanos por el mero
hecho de ser de raza negra.

El 31 de enero, en plena resaca de la huelga general,
Mejía acepto la nominación presidencial de su
partido para la elecciones del 16 de mayo que, según
decían las encuestas, se le presentaban muy cuesta arriba
al presidente Fernández Reyna. En el caso de que
ganará, Mejía yo no podría postularse nunca
más al más mismo cargo o la vicepresidencia,
según rezaba el remozado artículo 49 e la
Constitución.

Arropado por miles de seguidores y por el ex presidente
Salvador Jorge Blanco, Mejía aseguró que no iba a
aceptar "chantajes" de los organizadores de la huelga, "y mucho
menos de estos izquierdistas", acuñó las promesas
de crear medio millón de empleos y de invertir al
país en unos de los principales destinos turísticos
del continente en su segundo mandato, y, con tono porfiado,
sentenció que vislumbraba "un futuro de paz, trabajo,
armonía y prosperidad para tordos los dominicanos, si
somos capaces de vencer a los enemigos que hoy nos amenazan: el
abuso, la voracidad y el egoísmo de los
poderosos".

Antes de las elecciones, el 21 de abril, Mejía
tomó una decisión transcendente de política
exterior, la orden de retirada inmediata de los 300 soldados que
servían en el Irak ocupado dentro de la brigada Plus
Ultra, integrada por contingentes hispanos de cinco
nacionalidades y componente de llamada División
Multinacional Centro-Sur (MND-CS), con campo de operaciones en
las provincias sureñas de Najaf y Qadisiyah.

El 16 de mayo de 2004 el pueblo dominicano acudió
a votar y, son sorpresas, Fernández Reyna se
proclamó presidente sin necesidad de disputar la segunda
vuelta del 27 de junio. El peledeístas obtuvo el 57.1% de
los sufragios y el perredeísta mereció la confianza
del 33.6% de los votantes.

Mejía aceptó sin rechistar, con gesto de
buen perder, el veredicto de las urnas y felicitó a
Fernández Reyna por su triunfo. Hasta la transferencia del
poder, el 16 de agosto, el antiguo ingeniero agrónoma tuvo
que hacer frente, a finales d mayo, al desastre provocado por la
brutal crecida del río Silié en la zona fronteriza
con Haití. La tromba de agua arrasó la localidad de
Jimaní, en la provincia sureña de Independencia,
donde se contabilizaron más de 800 muertos y unos 320
desaparecidos.

En víspera de su despedida de la presidencia,
Mejía explicó que a partir de ahora iba a emplearse
en actividades mayormente privadas, aunque sin retirarse del todo
del plano público y de la política, citando en
particular la organización de un "club de amigos" en la
provincia de San Cristóbal y la inauguración de una
oficina de análisis de asuntos políticos. Con su
franqueza y desparpajo característicos, el aún
presidente se calificó de "gobernante ¨atípico"
y añadió que pretendía adelgazar los 10
kilos que había adquirido durante su paso por el
Ejecutivo, -"aunque después dirán que tengo el
SIDA", comentó-, e iniciarse en la artesanía de la
madera.

 

 

 

 

Autor:

José Manuel Acosta Rubio

Partes: 1, 2
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