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Granja Integral Agroecológico (página 2)



Partes: 1, 2, 3

La agroecología parte de un supuesto
epistemológico[2]que supone una
ruptura con los paradigmas convencionales de la ciencia oficial:
frente al enfoque parcelario y atomista que busca la causalidad
lineal de los procesos físicos, la agroecología se
basa en un enfoque holístico y sistémico, que busca
la multicausalidad dinámica y la interrelación
dependiente de los mismos. Concibe el medio ambiente como un
sistema abierto, compuesto de diversos subsistemas
interdependientes que configuran una realidad dinámica de
complejas relaciones naturales, ecológicas, sociales,
económicas y culturales (Jiménez, 1989). Por tanto,
el predio productivo, debe describirse como una "unidad
medioambiental que integra los procesos geológicos,
físico-químicos y biológicos a través
de flujos y ciclos de materia y energía que se establecen
entre organismos vivos y entre ellos y su aporte ambiental"
(Toledo, 1984, citado por González, 1992).

La Agroecología se ha desarrollado desde los
años 70 principalmente en Latinoamérica, ligada a
procesos de transformación social y de recuperación
y validación del manejo tradicional de los recursos
naturales; y como respuesta a las primeras manifestaciones de la
crisis ecológica en el campo (Guzmán et al., 2000).
Dichos procesos han sido emprendidos, principalmente, por
comunidades campesinas e indígenas apoyadas por
técnicos e investigadores en un contexto de
"diálogo de saberes" (Altieri, 1983).

Los enfoques agroecológicos son
económicamente viables porque minimizan los costos de
producción al aumentar la eficiencia del uso de los
recursos localmente disponibles (Altieri, 1997). Por ello, la
agroecología ha surgido como un enfoque nuevo al
desarrollo agrícola, más sensible a las
complejidades de las agriculturas locales, al ampliar los
objetivos y criterios agrícolas, para abarcar propiedades
de sustentabilidad, seguridad alimentaria, estabilidad
biológica, conservación de los recursos y equidad,
junto con el objetivo de una mayor producción (Altieri,
1987).

Las técnicas agrícolas regenerativas y de
bajos insumos y los proyectos propuestos por la
agroecología, son socialmente activadores y requieren un
alto nivel de participación popular. Frente al discurso
científico convencional aplicado a la agricultura, que ha
propiciado el aislamiento de la explotación de los
demás factores circundantes (Barg y Armand, 2007). La
agroecología reivindica la necesaria unidad entre las
distintas ciencias naturales entre sí y con las ciencias
sociales para comprender la interconexión entre procesos
ecológicos, económicos y sociales; reivindica, en
fin, la vinculación esencial que existen entre el suelo,
la planta, el animal y el hombre (Greenpeace, 1991).

Desde su concepción más simple, la
agroecología puede definirse como la aplicación de
principios ecológicos al entendimiento y desarrollo de
agroecosistemas sostenibles (Altieri, 1987 y Gliessman,
1998).

A diferencia de la agricultura convencional, basado en
la difusión de paquetes uniformes de tecnologías,
la agroecología se centra en principios vitales como el
reciclaje de nutrientes, conocimiento tradicional, la
cooperación e interacción entre los diversos
cultivos, animales y suelo, además de la
regeneración y conservación de recursos naturales y
sobre todo la biodiversidad.

  • Agroecología y biodiversidad de
    agroecosistemas

La agroecología provee las bases
ecológicas para la conservación de la
biodiversidad[3]en la agricultura,
además del rol que ella puede jugar en el restablecimiento
del balance ecológico de los
agroecosistemas[4]de manera de alcanzar
una producción sustentable. La biodiversidad promueve una
variedad de procesos de renovación y servicios
ecológicos en los agroecosistemas; cuando estos se
pierden, los costos pueden ser significativos (Altieri y
Nicholls, 2000).

En esencia, el manejo óptimo de los
agroecosistemas depende del nivel de interacciones entre los
varios componentes bióticos y abióticos. A
través del ensamble de una biodiversidad funcional es
posible iniciar sinergismos[5]que
subsidien los procesos del agroecosistema a través de
proveer servicios ecológicos tales como la
activación de la biología del suelo, el reciclado
de nutrientes y el aumento de los artrópodos
benéficos y los antagonistas (Altieri y Nicholls,
1999).

La agroecología provee ambientes balanceados,
rendimientos sustentables, una fertilidad del suelo
biológicamente obtenida y una regulación natural de
las plagas a través del diseño de agroecosistemas
diversificados y el uso de tecnologías de bajos insumos
(Gliessman, 1998). Los agroecólogos están ahora
reconociendo que los policultivos, la agroforestería y
otros métodos de diversificación imitan los
procesos ecológicos naturales y que la sustentabilidad de
los agroecosistemas complejos se basa en los modelos
ecológicos que ellos siguen (Pret, 1994).

Los principios ecológicos de la
agroecología favorecen procesos naturales e interacciones
biológicas que optimizan sinergias de modo tal que la
agrobiodiversidad sea capaz de subsidiar por si misma procesos
claves tales como la acumulación de materia
orgánica, fertilidad del suelo, mecanismos de
regulación biótica de plagas y la productividad de
los cultivos (Gliessman, 1998). No obstante, el manejo
agroecológico debe tratar de optimizar el reciclado de
nutrientes y de materia orgánica, cerrar los flujos de
energía, conservar el agua y el suelo y balancear las
poblaciones de plagas y enemigos naturales que resultan de varias
combinaciones de cultivos, árboles y animales, en arreglos
espaciales y temporales diversos (Altieri, 1994).

La agroecología como una ciencia
interdisciplinaria la convierte en una herramienta ideal del
agroecosistema de bases ecológicas y ambientales. Sin
embargo hasta la fecha este tipo de investigaciones apenas
comienzan y es necesario incrementar los esfuerzos para el
desarrollo de una agricultura sustentable que realmente integre
las realidades sociales y ecológicas.

  • Agroecología y diseño de
    agroecosistemas sustentables

La agroecología provee el conocimiento y la
metodología necesaria para desarrollar una agricultura que
sea, por un lado, ambientalmente adecuada y, por el otro lado,
altamente productiva, socialmente equitativa y
económicamente viable (Altieri, 2001). La
agroecología combina elementos de ambos conocimientos, el
tradicional y el moderno científico. Complementando el uso
de variedades convencionales e insumos comerciales, con
tecnologías ecológicamente correctas se puede
asegurar una producción agrícola más
sustentable (Altieri, 1987).

El desafío básico de la agricultura
sustentable de hacer un mejor uso de los recursos internos puede
ser fácilmente alcanzado, minimizando el uso de insumos
externos y preferentemente generando los recursos internos
más eficientemente, a través de las estrategias de
diversificación que aumenten los sinergismos entre los
componentes clave del agroecosistema (Altieri, 2001).

Los elementos básicos de un agroecosistema
sustentable son la conservación de los recursos
renovables, la adaptación del cultivo al medio ambiente y
el mantenimiento de niveles moderados, pero sustentables de
productividad; de esta manera se enfatiza la sustentabilidad
ecológica de largo plazo en lugar de la productividad de
corto plazo (Altieri y Nicholls, 2000).

Desde el punto de vista de manejo, los componentes
básicos de un agroecosistema sustentable incluyen (Altieri
y Nicholls, 2000):

  • Cubierta vegetal como medida efectiva de
    conservación del suelo y el agua, mediante el uso de
    prácticas de labranza cero, cultivos con
    mulches[6]uso de cultivos de
    cobertura, etc.

  • Suplementación regular de materia
    orgánica mediante la incorporación de abono
    orgánico, composta y desarrollo de la actividad
    biótica del suelo.

  • Mecanismos de reciclado de nutrientes mediante el
    uso de rotaciones de cultivos, sistemas de mezclas
    cultivos/ganado, sistemas agroforestales y de intercultivos
    basados en leguminosas, etc.

  • Regulación de plagas asegurada mediante la
    actividad estimulada de los agentes de control
    biológico, alcanzada mediante la manipulación
    de la biodiversidad y por la introducción y
    conservación de los enemigos naturales.

Esta nueva agricultura exige un mejor conocimiento de
los componentes del agroecosistema y de las interrelaciones que
ocurren entre ellos. Ya no se debería avanzar hacia una
tecnología de insumos, intensiva en capital y en
técnicas relativas a los componentes individuales
(cultivo, maleza, plaga o nutriente), sino hacia una
tecnología que abarque al sistema en general, teniendo en
cuenta las interacciones de todos sus componentes físicos,
biológicos y socioeconómicos y el impacto ambiental
que estos producen (Giaccio, 2002).

Los investigadores están demostrando cada vez
más que es posible obtener este balance entre el medio
ambiente, los rendimientos sostenibles, la fertilidad del suelo
mediada biológicamente y el control natural de plagas, a
través del diseño de agroecosistemas diversificados
y el uso de tecnologías de bajo insumo (Altieri,
1995).

El diseño agroecológico se enfoca en
integrar diversos componentes tendientes a aumentar la eficiencia
biológica general, preservar la biodiversidad y mantener
la capacidad productiva y de autorregulación del
agroecosistema (Iceda, 2005). El objetivo es diseñar un
agroecosistema que imite la estructura y función de los
ecosistemas naturales locales; esto es, un sistema con una alta
diversidad de especies y un suelo biológicamente activo;
un sistema que promueva el control natural de plagas, el
reciclaje de nutrientes y una alta cobertura del suelo que
prevenga las pérdidas de recursos edáficos
(Altieri, 2001).

El término sustentabilidad comprende una
agricultura racional que tiene implicaciones importantes en Cuba,
donde se introduce el trabajo mostrando la importancia de la
dimensión social de la Agroecología, fundamentando
que esta sólo adquiere su naturaleza última al
articular los aspectos técnicos de la ecología al
manejo de los recursos naturales en el desarrollo participativo
social.

Cuba por una
agricultura socialmente comprometida

La crisis económica que se inició en Cuba
en 1990 tuvo un gran impacto sobre la agricultura. Se propusieron
varios sistemas alternativos para lidiar con las dificultades que
enfrentaba la producción agrícola. Sin embargo,
todos ellos tenían una característica en
común: seguían un esquema de sustitución de
insumos según el cual las prácticas industriales de
altos insumos fueron remplazados por insumos orgánicos.
Estos primeros intentos llevaron luego a un enfoque nuevo, basado
en sistemas observados en México y otros lugares:
convertir los sistemas agrícolas especializados
(monocultivos), a menudo manejados centralmente, en sistemas
integrados, diversificados (Funes et al., 2009).

En el caso cubano, la sustitución de insumos
significó reemplazar los productos químicos por
biológicos o de elaboración local: así como
de enemigos naturales, variedades resistentes, rotación de
cultivos, antagonistas microbianos, cultivos de cobertura y la
integración de animales de pastoreo para restaurar la
fertilidad del suelo. Los fertilizantes químicos han sido
sustituidos por fertilizantes biológicos
(productos-microbiales), lombrices y abonos verdes, fertilizantes
orgánicos, roca fosfórica,
zeolita[7]estiércoles, y otros
mejoradores del suelo. Con algunos resultados favorables, los
bueyes y otros animales de tracción han reemplazado a los
tractores inmovilizados por la falta de combustible, llantas y
repuestos (Rosset, 2002).

El desarrollo reciente de la agroecología cubana
ofrece ejemplos concretos de cómo puede cerrarse la
brecha, no simplemente con técnicas distintas, sino con
una transformación de las relaciones metabólicas de
producción de comida. Numerosos expertos han descrito los
logros científicos de la agricultura orgánica
cubana. Sin embargo, su potencial para influir en otros
países de Latinoamérica y el Caribe debe ser
entendido no solo como la aplicación de una nueva
tecnología agrícola, sino más bien como un
ejemplo de transformación de la sociedad en su conjunto
(Funes, 2002).

Al restablecer las relaciones espaciales de los ciclos
nutricionales, la agricultura cubana ha sido alabada por su
aplicación de la ciencia racional al desarrollo de la
agricultura orgánica (Rosset, 2004). Se han recibido
felicitaciones de organizaciones internacionales como las que
votaron para otorgar al Grupo de Agricultura Orgánica
cubano el Premio Nobel Alternativo por su "desarrollo de
métodos agrícolas orgánicos". El
éxito reside en parte en el descubrimiento de nuevos
métodos, pero también en transmitir la nueva
información para su implementación local. Los 280
exitosos Centros de Reproducción de Entomófagos
y Entomopatógenos
[8](CREEs) son un
testimonio del potencial de organización racional de un
programa nacional para el control biológico de plagas
mediante la producción de organismos que atacan a las
plagas de insectos de las cosechas (Funes, 2002).

La agricultura cubana ha trabajado durante los
últimos trece años en restablecer las relaciones de
espacio entre los ciclos de nutrientes y en los intercambios
materiales. Una clave básica en la agroecología
cubana es la "optimización de los recursos locales y la
acentuación de la sinergia en la propia granja a
través de las combinaciones planta-animal" (Rosset, 2004,
citado por Altieri, 2007).

La agroecología promueve una producción
sostenida en el tiempo potenciando la capacidad regenerativa de
la naturaleza, apunta a recuperar la base productiva de los
recursos naturales: suelo, agua, biodiversidad, mejora en
sí la productividad de la granja integral y favorece las
condiciones de trabajo desde una alianza con la
naturaleza.

Granja integral
agroecológica

  • Principios técnicos

Muchos sistemas de cultivos alternativos han sido
probados: rotaciones de cultivos, cultivos de cobertura y
cultivos mixtos; pero lo más importante es que existen
ejemplos de agricultores que demuestran que tales sistemas llevan
a la optimización del reciclaje de nutrientes y a la
restitución de la materia orgánica, promueven
flujos cerrados de energía, conservación de agua y
suelos, y un balance de las poblaciones de plagas y enemigos
naturales (Altieri, 1995).

En consecuencia, surge la necesidad de evolucionar hacia
sistemas agropecuarios sostenibles, tanto en lo ecológico,
como en lo económico y social. A nivel de los
establecimientos, el cambio de una agricultura convencional hacia
una agricultura sostenible implica necesariamente un esfuerzo de
gran magnitud que produzca el cambio hacia una conciencia
más conservacionista, utilizando la tecnología
adecuada para ello. Es necesario también contar con un
marco político que aliente esta nueva filosofía de
producción y una acción amplia y coordinada, tanto
de los organismos oficiales como de las entidades intermedias
vinculadas con el agro (Forján, 2002).

Existen muchas definiciones de agricultura sostenible.
Sin embargo ciertos objetivos son comunes a la mayoría de
las definiciones (Altieri y Nicholls, 2000):

  • Producción estable y eficiente de recursos
    productivos.

  • Seguridad y autosuficiencia alimentaria.

  • Uso de prácticas agroecológicas o
    tradicionales de manejo.

  • Preservación de la cultura local y de la
    pequeña propiedad.

  • Asistencia de los más pobres a través
    de un proceso de autogestión.

  • Un alto nivel de participación de la
    comunidad en decidir la dirección de su propio
    desarrollo agrícola.

  • Conservación y regeneración de los
    recursos naturales.

La construcción y desarrollo de procesos
productivos más integrales y diversos, se ha convertido
hoy en una necesidad y prioridad de la población. La
mayoría de los esfuerzos en la actualidad en lo que
respecta a la producción agrícola están
enfocados a sistemas productivos altamente tecnificados. Sin
embargo, se ha observado que esto sólo puede beneficiar a
un grupo muy reducido de la sociedad. En la búsqueda de
alternativas diferentes de producción se están
creando y desarrollando granjas integrales (Sanginés y
Peraza, 2009).

La granja es un sistema sustentable que integra a
plantas, animales, suelo, agua, clima y gente de manera tal que
se complementen los unos a los otros y tengan los mayores efectos
sinergéticos posibles (Altieri, 2001). Además, las
granjas integrales modernas, constituyen un modelo de
producción agrícola que beneficia a la comunidad
rural, a la economía de la región y al
medioambiente. Una granja integral es un sistema de
producción moderno en expansión que combina el
conocimiento campesino tradicional con la tecnología
agrícola actual (Azofeifa y Chávez,
2005).

Por otra parte, la granja integral es un proyecto de
vida para la familia campesina que, además de asegurar una
alimentación abundante y rica en proteínas,
vitaminas y minerales (provenientes de la leche, carne, huevos,
hortalizas, frutales, cereales, etc.), le enseña a cada
uno de sus integrantes a vivir en armonía con la
naturaleza, preservando y disfrutando el medio que los rodea,
respirando aire puro, evitando la tala de bosques, conservando
los afloramientos o nacimientos de agua y propiciando el
mejoramiento de las tierras y de los cultivos. Adicionalmente
estimula el uso de tecnologías apropiadas a bajo costo,
como el empleo de energía eólica, energía
solar y producción de gas metano que, manejadas de forma
adecuada, contribuyen al bienestar de la familia campesina, lo
cual facilita en el corto tiempo alcanzar los niveles de
autosuficiencia y sostenibilidad deseados (Torres et al.,
2002).

Según el Ministerio de Agricultura y
Ganadería (MAG, 2008), los principios técnicos en
los que se basa el desarrollo de una granja integral,
son:

  • Aumento de la productividad .En los
    sistemas de producción este es un punto fundamental
    para mantener el interés individual de la familia
    productora, para que ella tenga motivación de seguir
    produciendo y conservando sus recursos para así
    satisfacer a sí misma y a la sociedad en sus
    necesidades de productos y de calidad de vida.

  • Aumento de la cobertura vegetal del suelo.
    La conservación y mejoramiento del suelo, así
    como la protección del agua, son elementos muy
    importantes que contribuyen con la productividad agropecuaria
    y los servicios ambientales.

  • Aumento de la infiltración del agua en el
    perfil del suelo y disminución de la
    escorrentía.
    Las prácticas para evitar la
    erosión y pérdida de fertilidad del suelo,
    así como mejorar la producción de beneficios
    ambientales por concepto de agua limpia, contribuyen a que la
    granja tenga mejores condiciones desde el punto de vista de
    la producción y la conservación.

  • El manejo adecuado de la fertilidad del suelo y
    manutención de la materia orgánica.
    Es
    necesario utilizar prácticas que garanticen la
    productividad y conservación en el largo
    plazo.

  • Evitar y reducir la contaminación.
    La producción de las granjas integrales, orientada
    hacia el mercado o el consumo familiar, debe garantizar la
    oferta de productos inocuos y el mejoramiento
    ambiental.

  • El uso eficiente de la energía. Las
    granjas integrales buscan maximizar el uso de las
    energías existentes en el sistema de
    producción.

  • Difundir experiencias para el fomento de la
    producción agropecuaria sostenible.
    Se requiere
    contar con una o varias personas, de la familia que gerencia
    la granja, con facilidades y actitudes positivas para la
    comunicación y la difusión de experiencias y
    resultados en la aplicación de tecnologías y
    prácticas de producción sostenible.

La creación según Lozano (2005), de una
granja agroecológica debe tener en cuenta aspectos
significativos como:

  • Atender prioritariamente las necesidades sociales,
    económicas, culturales y de mejoramiento humano de las
    familias en las comunidades rurales y agricultura
    urbana.

  • Diversidad de especies animales y plantas,
    favoreciendo interrelaciones beneficiosas entre
    ellos.

  • Garantizar el reciclado de nutrientes en el suelo de
    forma estable, mediante el manejo adecuado de los cultivos,
    animales y árboles en el sistema.

  • Incrementar la
    biocenosis[9]en el suelo.

  • Empleo de leguminosas en asociación con
    gramíneas.

  • Uso de animales adaptados a las condiciones
    predominantes del medio ambiente.

  • Integrar los cultivos, árboles y el ganado en
    un mismo sistema dirigido por el hombre.

  • Uso de policultivos e integración con
    animales.

La granja integral agroecológica o microempresa
agropecuaria es un modelo de desarrollo agroindustrial para
minifundio[10]en el cual se combinan
tradiciones y tecnología. Su objetivo principal es el
reciclaje de todos sus elementos, con participación activa
de todos los miembros de la familia. En ella se conjugan
tecnología y experiencia campesina de miles de años
enriquecida con el aporte de asesores técnicos, los cuales
investigan opciones diferentes a las ofrecidas por modelos
foráneos, que resultan costosos e impropios por las
características del clima, suelo y poblaciones de
diferentes regiones latinoamericanas. Mediante el uso racional de
todos los recursos que intervienen en la granja, se consigue
equilibrio entre producción y consumo por parte de
plantas, animales, humanos y medio ambiente involucrados en este
proyecto. De igual manera, el campesino juega un papel importante
en su manejo, ya que debe ser técnico de la agricultura,
consciente de su responsabilidad en la producción de
alimentos y en el equilibrio del medio ecológico que lo
rodea (Ospina, 1998).

Los principios técnicos que rigen el
funcionamiento de los sistemas integrados de la granja
agroecológica, como son: conservación y
mejoramiento de las condiciones del suelo, biodiversidad
funcional de plantas y animales y máxima
interrelación de la producción forestal,
agrícola y pecuaria, generan beneficios de vital
importancia para la autosuficiencia de la granja.

  • Beneficios de la granja integral
    agroecológica

La granja integral agroecológica es una propuesta
holística. Se fundamenta en el diseño de sistemas
diversificados que permiten el equilibrio frente al ataque de
plagas y enfermedades, el reciclaje de nutrientes y el mantener y
potenciar la vida del suelo (Torre, 2007).

Las granjas pueden prosperar debido al valor de trabajo
realizado previamente por el ecosistema salvaje en el desarrollo
del suelo, más un esquema que redunda en los beneficios
siguientes (Suquilanda, 2009):

  • a) Beneficios económicos: Se
    satisfacen los requerimientos alimentarios de la familia y el
    excedente se comercializa. Los ingresos se destina a salud,
    educación, vestido, vivienda, recreación, etc.,
    es decir, a elevar la calidad de vida y el nivel
    socio-económico del agricultor y a fortalecer la
    granja con miras al futuro de la familia.

  • b) Beneficios ecológicos: Con el
    manejo ecológico se mantiene el equilibrio natural del
    suelo, se conserva su fertilidad, se evita la erosión
    y se mantienen las poblaciones biológicas. Las
    cosechas son más sanas y los consumidores más
    saludables.

  • c) Beneficios sociales: Son muchos:
    estabilidad, bienestar y autoestima individual y familiar;
    mayor participación social y comunitaria; menos
    pobreza, resurgen los valores ancestrales. Se fortalecen los
    valores humanos. Finalmente, se promueven la
    capacitación y la creatividad del agricultor, las
    actividades artesanales, el
    agroecoturismo[11]y el consumo de
    productos orgánicos.

Los beneficios que ofrece la granja son reflejo del
manejo integrado que propicia el aprovechamiento adecuado del
espacio, aplicación de tecnologías sencillas y
baratas que permiten hacer más eficientes las labores que
allí se realizan y demuestran que existen alternativas que
pueden hacer más redituable el sistema de
producción.

  • Manejo de la granja integral
    agroecológica

Toda práctica agraria es producto del manejo e
interacción entre el ser humano y la tierra, por tanto no
debe considerarse como una unidad de gestión
económica y manipulación
físico-química, sino como un ecosistema (Toledo,
1984, citado por González, 1992). Un sistema de manejo de
producción que debe (Altieri y Nicholls, 2000):

  • Reducir el uso de energía y recursos y
    regular la inversión total de energía para
    obtener una alta relación de
    producción/inversión.

  • Reducir las pérdidas de nutrientes con la
    contención efectiva de la
    lixiviación[12]escurrimiento,
    erosión y mejorar el reciclado de nutrientes, mediante
    la utilización de leguminosas, abonos
    orgánicos, composta y otros mecanismos efectivos de
    reciclado.

  • Estimular la producción local de cultivos
    adaptados al conjunto natural y
    socioeconómico.

  • Sustentar una producción neta deseada con la
    preservación de los recursos naturales, esto es,
    mediante la minimización de la degradación del
    suelo.

  • Reducir los costos y aumentar la eficiencia y
    viabilidad económica de las granjas de pequeño
    y mediano tamaño, promoviendo así un sistema
    agrícola diverso y flexible.

Según la Secretaria de Agricultura,
Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación
(SAGARPA, 2009), el manejo ecológico integral se resume en
tres principios:

  • La naturaleza debe ser entendida como un todo, es
    decir, que los componentes de la granja (agua, suelo, aire,
    plantas, animales y hombre) se interaccionan entre sí
    y que las modificaciones a uno de ellos repercute directa o
    indirectamente en el resto; por ello, los productores deben
    trabajar a favor de cada uno de los componentes.

  • El productor debe aumentar la diversidad de
    componentes de la unidad de producción: diversidad de
    plantas, animales y condiciones de
    producción.

  • El suelo, el agua y el aire deben conservarse
    limpios y enfatizar su mejoramiento o reciclaje con
    prácticas diversas.

Las ventajas de la aplicación de los principios
del manejo ecológico integral son válidos para
unidades de producción grandes y pequeñas,
tecnificadas o tradicionales, comerciales o de autoconsumo y se
pueden resumir en los siguientes puntos (SAGARPA,
2009):

  • Diversidad de la producción para el
    autoconsumo y el mercado, lo que permite que el productor no
    dependa exclusivamente de un cultivo o especie
    animal.

  • Reduce los riesgos de pérdidas por cambios en
    el ambiente, debido a que la diversidad permite que algunas
    especies soporten dichos cambios.

  • Aprovecha más eficientemente el suelo;
    éste se enriquece con la aplicación de abonos y
    se protege de la erosión.

Es importante conciliar en el manejo las necesidades de
corto plazo que obedecen a la rentabilidad, con las de mediano y
largo plazo que apuntan a la sustentabilidad del sistema de
producción. La base del planteo estaría en generar
y aplicar tecnologías que tiendan a la preservación
de estos recursos para así avanzar hacia una agricultura
sostenible (Giaccio, 2002).

Actualmente las sociedades modernas y en especial Cuba
tienden a buscar caminos que apunten a mejorar la calidad del
ambiente y realizar un uso más racional de los recursos
naturales, buscan un sistema integral agroecológico, un
equilibrio entre producción y conservación que no
deteriore los recursos que van a perjudicar en el futuro,
impidiendo que las generaciones que siguen tengan las mismas
posibilidades de alimentarse que las actuales.

Sistema integral
agroecológico en Cuba

Dentro de esta situación, campesinos
pertenecientes a la Asociación Nacional de Agricultores
Pequeños (ANAP) y profesionales del Instituto de
Investigaciones de Pastos y Forrajes (IIPF) unieron esfuerzos
para demostrar que la integración de la ganadería
con cultivos agrícolas, árboles y otras especies de
animales, empleando métodos agroecológicos y
orgánicos de producción, puede ser una alternativa
para superar las dificultades creadas (Monzote et al.,
2001).

Un estudio y evaluación riguroso de 6 años
realizado por el IIPF, demostró que las granjas integrales
son más productivas, más eficientes desde el punto
de vista energético y muestran un mejor manejo de
nutrientes que las especializadas en productos ganaderos o en
determinados cultivos. Los sistemas integrados
agroecológicos son en la actualidad presentados como un
paso eficaz para la implementación de prácticas
sostenibles en Cuba. Su objetivo es maximizar la diversidad de
los sistemas, hacer énfasis en la conservación y el
manejo de la fertilidad del suelo y optimizar el uso de
energía y de los recursos locales disponibles (Funes et
al., 2009).

Estos resultados demostraron que al comparar los
diferentes sistemas, la cuestión no radica solamente en si
los insumos son altos o bajos, en la especialización o la
diversificación. Es igualmente importante cómo se
interrelacionan y manejan, en especial por los agricultores, las
características específicas de cada sistema
agrícola, los insumos necesarios y su agrobiodiversidad,
las limitaciones del mercado, los contratos de venta con el
estado, así como otros factores socioeconómicos,
fueron importantes al decidir el grado de conversión de
sistemas especializados a sistemas integrados que constituye una
mayor eficiencia en el uso de los recursos disponibles (Funes et
al., 2009).

La conversión de un sistema especializado a un
sistema integral agroecológico con un componente social,
agrícola, pecuario y forestal, conlleva a diversificar la
agrobiodiversidad de la granja para hacer de esta más
productiva, confiable y eficiente, y así proveer no solo
de alimento, sino que a través de la venta de sus
excedentes obtener ingresos y bienestar para sus
asociados.

Componentes de la
granja integral agroecológica

  • Componente social

La granja agroecológica tiene una
dimensión integral en la que las variables sociales ocupan
un papel muy relevante, aunque parta de la dimensión
técnica, y su primer nivel de análisis sea la
granja; desde ella, se pretende entender las múltiples
formas de dependencia que el funcionamiento actual de la
política y de la economía genera sobre los
agricultores. El resto de los niveles de análisis
consideran como central la matriz comunitaria en que se inserta
el agricultor; es decir la matriz sociocultural que dota de una
praxis intelectual y política a su identidad local y a su
red de relaciones sociales de la Agroecología
(Guzmán et al., 2000).

Los procesos de transición en la finca; de
agricultura convencional a agricultura ecológica se
desarrollan en este contexto sociocultural y político.
Para ello, la Agroecología (que por su naturaleza
ecológica pretende evitar el deterioro de los recursos
naturales), ha de rebasar el nivel de la producción para
introducirse en los procesos de circulación, transformando
sus mecanismos de explotación social en desarrollo
sustentable; es decir, la utilización de experiencias
productivas de agricultura ecológica, para elaborar
propuestas de acción social colectivas que
desvelen la lógica depredadora del modelo productivo
agroindustrial hegemónico, para sustituirlo por otro que
apunte hacia una agricultura socialmente más justa,
económicamente viable y, ecológicamente apropiada
(Guzmán et al., 2000).

Desde este punto de vista todas las esferas y niveles de
la organización (lo macro, lo social, lo institucional, lo
grupal y lo individual) ejercen, por tanto, una influencia
directa sobre la vida de las personas en sus diversas
actividades. Estas herramientas permiten y favorecen el
desarrollo, pues proporcionan información,
educación y perfeccionan las actividades indispensables
para que los miembros que integran la granja ejerzan sobre el
medio ambiente con la mirada ecologista y social de que el
hombre, al salvar la naturaleza y el entorno, se salva (Urrutia,
2003).

El manejo de la granja es una actividad social que debe
ser visto como un asunto importante, ya que la productividad y
rentabilidad depende de esta actividad
técnico-práctica, a fin de aprovechar al
máximo los recursos que se tienen para evitar gastos
innecesarios y ser sostenible (Torres et al., 2002).

  • Vivienda ecológica

Establecer una vivienda implica, primeramente, la
observación y el análisis de los recursos
disponibles y, a partir de éstos, realizar un
diseño acorde al medio (Torres et al., 2002). La vivienda
debe ser cómoda e higiénica, construida con
materiales de la región. En caso de que ya exista una
edificación, conviene hacerle las adaptaciones necesarias
aprovechando las áreas existentes. Las zonas de
circulación deben facilitar el desplazamiento dentro de la
casa. El área de servicios debe estar separada del
área social y de los dormitorios. Así mismo, se
requiere un terreno para recreación, patios y jardines
(Ospina, 1998).

En climas medios y cálidos, las puertas y
ventanas deben dotarse de persianas para permitir la
ventilación e iluminación requeridas y, a la vez,
impedir el paso de insectos. Las paredes deben ser gruesas para
conservar el calor. Los techos deben tener una inclinación
media. Al norte deben ubicarse ventanas pequeñas y al sur
las grandes. De preferencia, debe haber una barrera rompevientos
que proteja la vivienda; el piso debe ser aislado contra el
frío del suelo; la casa puede ser construida de tierra
compactada. Para una buena protección y
presentación de las paredes se recomienda instalar
pedestales (Ospina, 1998).

La vivienda ecológica busca integrarse a los
ciclos de la naturaleza. En ella nada se pierde, todo se recicla.
El agua jabonosa se filtra y se utiliza para el riego de
cultivos, el agua negra se trata y los líquidos residuales
se utilizan para el riego de hortalizas y frutales y los lodos
después de procesos aeróbicos y anaeróbicos
se utilizan como fertilizantes. Los desechos orgánicos se
procesan como compostas y se reincorporan al suelo. La basura
inorgánica como vidrio, plástico y aluminio se
recicla para volver a producir materiales útiles. El agua
de lluvia, la luz del sol y el viento se captan y se aprovechan.
Para lograrlo, es necesario aplicar ciertas tecnologías y
conceptos que no son una receta, sino que hay que adecuarles
según las condiciones del medio (SAGARPA,
2009).

Los materiales utilizados en la construcción de
los corrales, y viviendas son totalmente provenientes de la zona.
Así se aprovecha la mano de obra local y se ahorra en
materiales y transporte (López, 2009). Cabe destacar que
en estos sistemas, la compra de insumos es mínima y salen
para el mercado una gran variedad de productos sanos, que generan
un beneficio económico para el productor (Azofeifa y
Chávez, 2005).

En si la conformación de la vivienda
ecológica es parte fundamental del sistema integrado de
producción que alimenta la interacción
armónica entre el hombre, el agroecosistema y el ambiente.
El reto consiste en crear condiciones propicias para el
desarrollo del componente agrícola sustentable, dentro de
cada condición agroecológica. Es decir, un cambio
hacia una agricultura socialmente justa, económicamente
viable y ambientalmente segura.

  • Componente agrícola

Las nuevas formas de ver la agricultura, en lo que se ha
denominado agricultura alternativa, ecológica u
orgánica integran los saberes tradicionales con los
adelantos científicos, conservando los recursos naturales
ampliando la biodiversidad y produciendo alimentos saludables, de
la mejor calidad, en un ambiente laboral sano, y en el que la
agricultura alternativa termina siendo una forma de vida (Altieri
y Nicholls, 2000).

Esta agricultura propone un camino que puede ser
transitado, inicia por entender que el suelo es, como dice
Doménech, el "medio receptivo por excelencia, puesto que
actúa químicamente con la litosfera, la hidrosfera
y la atmosfera y, sobre todo, recibe el impacto de los seres
vivos". En consecuencia se requiere compartir de la
comprensión del suelo como centro de la acción y
como núcleo dinámico del trabajo de
producción agrícola (Torres et al.,
2002).

  • Manejo del suelo

El suelo es la acumulación de partículas,
minerales y de materias orgánicas que suministran apoyo y
substancias nutritivas a las plantas; su conservación es
una tarea permanente que incluye labranza e incorporación
de abonos orgánicos, los cuales se definen como
fertilizantes de origen natural y de los que depende el quehacer
de la agricultura orgánica, tendientes a mantener y
aumentar la producción, además de contribuir
directamente a mejorar la
textura[13]porosidad[14]y
fertilidad del suelo (Ospina, 1998).

Entender el suelo para aprender a manejarlo sin
destrucción, comprender esta aparente simpleza requiere un
factor más: cuanto más diversa sea la
población de seres vivos del suelo, mejor será su
funcionamiento, mayor su fertilidad y más difícil
que ese sistema se degrade y se eche a perder. A la luz de esta
comprensión, toma su verdadera dimensión el manejo
que se le haga a la materia orgánica en el suelo a
través de diferentes tipos de compost y abonos verdes,
material inorgánico, cultivos asociados, activadores
microbianos, entre otros (Torres et al., 2002).

Diversificar el sistema de producción que debe
velar, entre otras cosas, por la conservación y uso
razonable de los recursos naturales implica realizar un manejo
ecológico del suelo que comparta las siguientes
características (Altieri, 2001):

  • Mantener la cubierta vegetativa como una medida
    efectiva de conservar el agua y el suelo, a través del
    uso de prácticas como labranza cero, cultivos con uso
    de "mulch" y el uso de cultivos de cobertura y otros
    métodos apropiados.

  • Proveer un suministro regular de materia
    orgánica a través de la adición de:
    compost, lombrihumus, y promoción de la actividad y
    biología del suelo.

  • Aumentar los mecanismos de reciclaje de nutrientes a
    través del uso de sistemas de rotaciones basados en
    leguminosas, integración de ganado, etc.

  • Promover la regulación de las plagas a
    través de un aumento de la actividad biológica
    de los agentes de control logrado por la introducción
    y/o la conservación de los enemigos naturales y
    antagonistas.

Los principios y procesos en que se basan tales manejos
pueden resumirse en los siguientes puntos (Altieri y Nicholls,
2000):

  • Conservación de la diversidad del suelo para
    la continuidad productiva.

  • Uso óptimo del espacio y de los recursos
    locales.

  • Reciclaje de nutrientes, desechos, agua y
    energía.

  • Aumento de la actividad biológica del
    suelo.

  • Mejora de las propiedades químicas,
    físicas y biológicas del suelo para recuperar y
    aumentar su fertilidad.

  • Aumento del contenido de materia orgánica,
    nutrientes y fauna benéfica en el suelo.

Además, el manejo integral del suelo se
caracteriza por promover una agricultura sana, y no utilizar
costosos fertilizantes para su nutrición. Por el
contrario, un fundamento del sistema es el reciclaje de todos los
elementos de la granja en una cadena de transformación
constante. Estas actividades, realizadas cotidianamente se
transforman en el mejor seguro que el agricultor puede tener,
para que su suelo se desarrolle óptimamente y produzca sin
dificultades plantas y animales sanos (Torres et al.,
2002).

  • Manejo del cultivo

El manejo del cultivo de bajos insumos, diversificados y
eficientes en el uso de la energía, resulta una
preocupación para investigadores y agricultores en el
mundo entero, ya que no es alcanzar un rendimiento máximo
sino una estabilidad a largo plazo (Giaccio, 2002), que eviten o
minimicen a través de prácticas agronómicas
las afectaciones por plagas (Vázquez, 2004).

Existen varias estrategias para restaurar la diversidad
e integralidad del cultivo en el tiempo y el espacio incluyendo
rotaciones de cultivos, cultivos de cobertura, policultivos,
mezclas de cultivo y ganadería y otras estrategias
similares (Altieri, 2001), las que exhiben las siguientes
características ecológicas:

Rotaciones de cultivo. Diversidad
temporal incorporada en los sistemas de cultivo proveyendo
nutrientes para el cultivo e interrumpiendo el ciclo de vida de
varios insectos plaga, de enfermedades y el ciclo de vida de las
malezas (Sumner, 1982).

Policultivos. Sistemas de cultivo
complejos en los cuales 2 o más especies son plantadas con
una suficiente proximidad espacial que resulta en una competencia
o complementación, aumentando, por lo tanto, los
rendimientos (Vandermeer, 1989).

Sistemas agroforestales. Un sistema
agrícola donde los árboles proveen funciones
protectivas y productivas cuando crecen junto con cultivos
anuales y/o animales lo que resulta en un aumento de las
relaciones complementarias entre los componentes incrementando el
uso múltiple del agroecosistema (Nair, 1982).

Cultivos de cobertura. El uso, en forma
pura o en mezcla, de plantas leguminosas u otras especies
anuales, generalmente debajo de especies frutales perennes, con
el fin de mejorar la fertilidad del suelo, aumentar el control
biológico de plagas y modificar el microclima del huerto
(Finch y Sharp, 1976).

Integración animal. En el
agroecosistema ayuda en alcanzar una alta producción de
biomasa[15]y un reciclaje óptimo
(Pearson e Ison, 1987).

La investigación sobre la diversificación
de sistemas de cultivos pone de relieve la gran importancia de la
diversidad en un entorno agrícola (Vandermeer, 1989). La
diversidad es el valor de los sistemas de cultivo por varias
razones (Altieri, 1994 y Gliessman, 1998):

  • A medida que aumenta la diversidad, también
    lo hacen las oportunidades para la coexistencia e
    interacción benéfica entre las especies, que
    pueden mejorar la sustentabilidad del cultivo.

  • Una mayor diversidad siempre permite un mejor uso de
    los recursos en el agroecosistema. Existe una mejor
    adaptación a la heterogeneidad del hábitat,
    llevando a una complementariedad en las necesidades de las
    especies de cultivo, la diversificación de nichos, el
    solapamiento de los nichos de las especies y la
    partición de los recursos.

  • Los ecosistemas en los cuales las especies de
    plantas están entremezcladas, poseen una resistencia
    asociada a herbívoros, ya que en los sistemas diversos
    existe una mayor abundancia y diversidad de enemigos
    naturales de las plagas, manteniendo bajo control las
    poblaciones de especies individuales de
    herbívoros.

  • Un ensamblaje de cultivos diversos puede crear una
    diversidad de microclimas dentro de los sistemas de cultivo
    que pueden ser ocupados por un rango de organismos silvestres
    incluyendo predadores benéficos,
    parasitoides[16]polinizadores, fauna
    del suelo y antagonistas que resultan importantes para la
    totalidad del sistema.

  • La diversidad en el paisaje agrícola puede
    contribuir a la conservación de la biodiversidad en
    los ecosistemas naturales circundantes.

  • La diversidad en el suelo determina una variedad de
    servicios ecológicos tales como el reciclado de
    nutrientes y la
    detoxificación[17]de
    sustancias químicas perjudiciales y la
    regulación del crecimiento de las plantas.

  • La diversidad reduce el riesgo para los productores
    o agricultores, especialmente en áreas marginales con
    condiciones ambientales poco predecibles. Si un cultivo no
    anda bien, el ingreso derivado de otros puede
    compensarlo.

Los sistemas de cultivos múltiples es una
táctica no suficientemente explotada por los agricultores;
sin embargo, está al alcance de todos, consiste en la
siembra de dos o más cultivos en la misma superficie
durante el año (Tabla 1). Es compatible con la
tecnología de la mayoría de los cultivos y aumenta
la productividad y diversidad de la producción. Desde
luego, hay que tener mucho cuidado con la tendencia a
policultivos sin un criterio técnico, porque se puede
favorecer el desarrollo de ciertos organismos causales de plagas
(Vázquez, 2004).

Tabla 1. Clasificación de las asociaciones de
cultivos en base a los factores de crecimiento (Hernández,
1995).

Monografias.com

A todos estos aspectos de manejo se debe incluir las
labores culturales, que son las tareas efectuadas para que el
cultivo se desarrolle adecuadamente, a fin de: mejorar su
presentación final, aprovechar las condiciones del medio
en que crece el vegetal y lograr un desarrollo de la planta de
acuerdo con las necesidades del cultivo o de
comercialización (Torres et al., 2002).

Las labores culturales conllevan a una regulación
de especies de plagas a largo plazo, asumiendo que se dé
un apropiado manejo cultural de los cultivos (descartando
prácticas agrícolas destructivas e incrementando la
diversificación de los sistemas de cultivo), garantizando
así un ambiente apropiado para incrementar la abundancia y
la eficiencia productiva (Flint y Roberts, 1998). Los
propósitos principales de estas labores son
(Vázquez, 2004):

  • Mejorar la nutrición de las
    plantas.

  • Mejorar el vigor de la planta.

  • Mejorar la arquitectura de la planta.

  • Eliminar plantas competidoras.

  • Favorecer el crecimiento de los frutos.

  • Eliminar órganos o plantas improductivas o
    enfermas, entre otros.

El campo cultivado de forma integral es la base para
tener éxitos productivos, siempre que en esa
integración estén consideradas las prácticas
culturales básicas como son (Torres et al.,
2002):

Manejo de arvenses: Las arvenses son plantas a
las cuales siempre se las ha considerado malezas o malas yerbas;
sin embargo, estudios recientes han detectado que, algunas
especies se usan como alimento humano, forraje y como cobertura
del suelo y, otras como cultivo asociado. Por tanto, se puede
hacer un buen manejo y permitir su desarrollo mientras no afecte
considerablemente la productividad del cultivo.

Aporque: Durante el crecimiento de los cultivos
se efectúa el aporque o labor en caballones, que consiste
en colocar la tierra alrededor del cuello o corona de las
plantas, para mantener en el surco una adecuada capacidad de
absorción de agua y suficiente aireación del suelo
durante el crecimiento del cultivo, facilitar la
incorporación de fertilizantes y controladores de plagas o
enfermedades, llevar a cabo el control de arvenses y proporcionar
apoyo para el buen anclaje y desarrollo de las plantas;
condición requerida en cultivos como: papa, maíz,
remolacha, tabaco, algodón, caña de azúcar,
entre otros.

Riego: Para el desarrollo y alimentación
adecuado de las planta es esencial el agua. Su manejo es un
aspecto central en la agricultura, aun más si se tiene en
cuenta que hay zonas en donde de manera natural el recurso
está limitado o, por los cambios climáticos
sufridos en los últimos tiempos en el planeta, es un
recurso escaso y costoso. Desde este punto de vista, se aconseja
analizar la posibilidad de implementar sistemas de riego, con lo
que se mejora el rendimiento y la calidad de las
cosechas.

Tutorado: El tutorado es una práctica
necesaria en algunas especies de plantas para mejorar la
disposición física de éstas, con el objeto
de facilitar su manejo, aumentar la productividad e incrementar
la calidad de los productos cosechados.

Fertilización: En el momento de la
preparación del suelo o inmediatamente después de
ello, el agricultor empieza a fertilizar los campos según
las recomendaciones que se originan del análisis de suelos
y de la planta. Es importante que los fertilizantes se
distribuyan tan uniformemente como sea posible, con el fin de que
cada planta tenga a su disposición la misma cantidad de
nutrientes para su desarrollo. La fertilización puede
incluir material orgánico como estiércol, compost y
abonos orgánicos de origen natural.

  • Manejo integrado de plagas y
    enfermedades

La lucha contra plagas y enfermedades en la agricultura
se realiza mediante el manejo del sistema de producción,
donde se unen, de forma armónica y balanceada, todos los
elementos que inciden sobre las plantas:
sustrato
[18]plantas cultivadas, resto de la
vegetación, tecnología de cultivo, clima, plagas y
enemigos naturales, entre otros. Una planta vigorosa,
desarrollada en un sustrato con un adecuado balance de nutriente
y humedad, cultivada en un ambiente ecológico favorable,
con la aplicación de una esmerada atención
cultural, resiste mejor el ataque de las plagas y enfermedades.
Entre los medios y medidas que se deben utilizar en el manejo
integrado de plagas, se hace énfasis en los no
contaminantes del medio ambiente. Los plaguicidas químicos
se utilizarán en casos extremos, autorizados por
especialistas en sanidad vegetal (Martínez et al.,
2007).

Para mantener el equilibrio del entorno y controlar la
incidencia de plagas y enfermedades en las áreas de
cultivo, se ha desarrollado diferentes estrategias o
métodos de control como:

Control físico: Mediante el uso de
barreras físicas naturales y/o artificiales se elimina o
disminuye la migración de plagas hacia el cultivo. En este
método de control también se encuentran las trampas
que usan algún tipo de atrayente: por ejemplo el uso de
cintas de colores a las cuales se les impregna pegante o trampas
que funcionan como atrayentes de olores
(fitohormonas[19]Otra manera de hacer
control por medios físicos es la implementación de
un plástico sobre el suelo, lo cual induce el aumento de
la temperatura debajo de él; con ello, cualquier plaga
adulta o en estadios intermedios de maduración se controla
(Torres et al., 2002).

Control biológico: La lucha
biológica es un método de protección de las
plantas que se basa, principalmente, en el empleo de predadores,
parásitos, parasitoides, así como microorganismos
entomopatógenos y antagonistas para el control de plagas y
enfermedades en los diferentes agroecosistemas. El empleo de
hongos entomopatógenos y antagonistas en la lucha contra
plagas y enfermedades agrícolas, es otro de los medios de
control biológico de mayor importancia y más
ampliamente utilizados en Cuba y el mundo. Esos productos
(compuestos por bacterias, hongos y
toxinas[20]se dañan con la luz
solar y las altas temperaturas, y pierden así su
actividad. Por esto, sólo se deben aplicar en horas de la
tarde, cuando la actividad solar es mínima
(Martínez et al., 2007).

Control botánico: El uso de las plantas en
el control se practica desde la antigüedad y forma parte de
las tradiciones agrícolas en muchos lugares del mundo,
constituyendo una alternativa más para pasar la etapa de
tránsito de agricultura convencional a sistemas de
producción orgánicos sostenibles, la que se
caracteriza por la sustitución de insumos, entre los
cuales se puede mencionar (Martínez et al.,
2007):

  • Ajo (Allium sativum).
    Insecticida
    [21]y repelente.

  • Cebolla (Allium cepa). Insecticidas y
    fungicidas.

  • Cola de Caballo (Equisetum bogotense).
    Fungicida[22]

  • Manzanilla (Anthemis novilis).
    Bactericida[23]

  • Ortiga (Urtica urens L). Repelente e
    insecticida.

Control químico: Los productos
químicos serán utilizados sólo en casos
extremos, cuando las poblaciones de plagas alcancen densidades
para las cuales los biopreparados[24]no
son efectivos, o en aquellos casos de plagas muy especiales y que
no haya aún algún biopreparado para su control. Las
aplicaciones de medios químicos con alta toxicidad
serán únicamente autorizados y supervisados por un
especialista en sanidad vegetal del territorio (Martínez
et al., 2007).

  • Cosecha

La cosecha es una etapa importante de cualquier cultivo
y desde el punto de vista agronómico se puede ver como la
culminación de todo el proceso o el cumplimiento del
objetivo final (Vázquez, 2004).

Un aspecto clave de la cosecha es realizarla en el
momento oportuno, conocer la madurez fisiológica del
producto, es decir, que el producto al ser cosechado aunque
presente un aspecto de inmadurez, pueda seguir un proceso de
maduración durante el tiempo de almacenamiento, trasporte
y distribución, y alcance el estado ideal de
maduración para ser consumido. En general, la
decisión de cosecha se basa en criterios
organolépticos[25]combinados con
otras dimensiones (Torres et al., 2002):

  • Vista: color, tamaño y forma.

  • Tacto: textura, dulzura o blandura.

  • Olfato: olor o aromas.

  • Gusto: dulzura, acidez, amargo.

  • Resonancia: sonido cuando se golpea con la palma de
    la mano.

  • Tiempo: desde la siembra o desde la
    floración.

  • Medición de las unidades de calor acumuladas
    durante el tiempo de cultivo.

  • Proporción de
    azúcar/ácido.

Durante la etapa de cosecha no se deben realizar
aplicaciones de plaguicidas, porque pueden afectar a los sujetos
que realizan esta labor o fijarse estas substancias y
después al ser consumido, los residuos pueden tener
diversos efectos sobre las personas que lo consuman. Por ello, el
procedimiento de la cosecha debe ser manejado cuidadosamente
(Vázquez, 2004).

  • Pastos y forrajes

Para que un animal sea productivo debe tener salud y
además ser eficiente en la conversión animal de los
alimentos que consume, denominándose voluminosos aquellos
que presentan una baja proporción de elementos nutritivos
(pastos y forrajes) y concentrados aquellos que presentan un alto
porcentaje de nutrientes, como son las harinas de granos de
cereales, leguminosas y girasol (Peña, 2004).

La fuente más económica de
alimentación de los animales de la granja son los pastos y
forrajes que, con un manejo adecuado, pueden proporcionar los
nutrientes para desarrollar las funciones de mantenimiento,
crecimiento, reproducción y producción. En general,
los animales de la granja (bovinos, caprinos, ovinos, equinos,
conejos, cuyes, entre otros) consumen especies forrajeras y
subproductos de cosecha, los cuales pueden aprovecharse
directamente en pastoreo o suministrarse como forraje fresco
(cosechado y picado), conservado, henificado o
ensilado[26](Torres et al.,
2002).

Los pastos y forrajes deben suministrarse de forma
escalonada, de tal manera que al cortar el último tramo de
pasto, el que se cortó primero ya esté listo para
ser utilizado de nuevo, cumpliendo así un ciclo de manejo
(Peña, 2004). El pasto puede encontrarse como pasto de
corte que, se corta y suministra al animal en el sitio de
estabulación, teniendo la oportunidad de ensilar el
sobrante para épocas de escasez. La otra posibilidad la
constituye el de pastoreo, que se le da al animal en el sitio de
siembra. Para este sistema se recomienda la utilización de
cerca eléctrica móvil, que mantiene los animales en
el terreno deseado y garantiza un suministro de pasto fresco,
aumenta la capacidad de carga, permite la recuperación del
mismo y facilita el esparcimiento del estiércol con la
ayuda de un rastrillo de madera. (Ospina, 1998).

La integración de la biodiversidad de plantas y
animales optimizan el funcionamiento del agroecosistema, por
cuanto la actividad pecuaria juega un papel fundamental en los
procesos productivos de la granja integral, que maneja una
cosmovisión holística de la actividad agropecuaria,
pues no se conciben el uno separado del otro, sino tan
sólo en su interrelación
múltiple.

  • Componente pecuario

Las especies de animales (vacas, borregos, cerdos,
gallinas, conejos, abejas, etc.) producen estiércol,
controlan plagas, malezas, polinizan y diversifican el
agroecosistema productivo (SAGARPA, 2009). Además de las
interacciones agroecológicas con los cultivos, los
animales desempeñan otras funciones importantes en la
economía agrícola. Ellos producen ingresos
provenientes de la carne, leche y fibra. El valor del ganado
aumenta a través de los años y se puede vender para
obtener dinero en tiempos de necesidad, o bien, se puede comprar
cuando hay dinero (Canales y Tapia, 1987), generando así
recursos económicos favorables para reinvertir en los
procesos productivos de la granja y en el mejoramiento de la
calidad de vida de la familia en salud, educación,
alimentación, vestido, etc. (Orquera y Tello,
2009).

La producción pecuaria (ganado mayor y menor)
dentro del agroecosistema ecológico está orientada
a entender el sistema como un todo, con énfasis en las
metas múltiples de producción, ganancia,
vulnerabilidad, equidad, protección de la salud de los
trabajadores y consumidores, protección del medio ambiente
y una flexibilidad de los sistemas a largo plazo (SAGARPA,
2009).

  • Ganado mayor

La incorporación del ganado en los sistemas
agrícolas añaden otro nivel
trófico
[27]al sistema. Los animales
pueden alimentarse de los residuos de las plantas, las malezas y
del barbecho[28]esto es útil para
convertir la biomasa inútil en proteína animal,
especialmente en el caso de los rumiantes (Edwards et
al
., 1993). Los bovinos son los animales mejor dotados para
convertir la hierba en alimento, carne y leche. Por otra parte,
el estiércol y la orina de los vacunos son excelentes
fertilizantes. Lo ideal es lograr que tengan una cría cada
año para obtener más días de
producción de leche y más crías en su vida
útil. Los animales se deben seleccionar por
características genéticas de alta
producción, tener buena configuración externa, buen
estado de patas, que no estén flacas o descarnadas, ubres
bien formadas: pezones iguales y bien repartidos, las venas
mamarias gruesas, largas y enroscadas (Ospina, 1998).

Los cerdos generalmente se asignan a un corral especial,
equipado con comederos y bebederos. Su alimentación
considera desechos domésticos, residuos agroindustriales y
alimentos balanceados, en combinación con granos y
forrajes (SAGARPA, 2009).

El ganado mayor manejado en forma racional tienen
impactos positivos, desempeñan una función
importante en la ordenación sostenible de la granja
(Torres et al., 2002), ya que, reciclan el contenido nutritivo de
las plantas, convirtiéndolo en abono y permitiendo una
gama más amplia de alternativas de fertilizantes para el
manejo de nutrientes agrícolas (Edwards et al.,
1993).

Lo más recomendable, en la granja, es criar una
extensa variedad de especies; esta es la mejor manera de
aprovechar los recursos de la tierra y de los medios naturales
por los que se ayudan mutuamente las diversas clases de ganado
(Ospina, 1998).

  • Especies menores

Los animales menores, representan una opción
valiosa de diversificación que satisfacen nichos de
mercados locales ó regionales; se completan perfectamente
a los sistemas de producción agropecuaria a gran y
pequeña escala que integran los sistemas de alta
productividad con múltiples especies de plantas y
animales. Sin embargo, los conocimientos y la intervención
directa del hombre son esenciales para el óptimo manejo de
los varios componentes del sistema de producción de la
granja (Torres et al., 2002).

Las especies menores de animales domésticos y
semidomésticos pueden jugar un papel destacado dentro de
los sistemas de producción debido a sus
características particulares entre las que se destacan las
siguientes (Sánchez, 2000):

  • Bajo nivel relativo de inversión inicial y de
    costos de producción.

  • Independencia de la escala de
    producción.

  • Flexibilidad de instalaciones y manejo.

  • Rápido crecimiento de número de
    animales.

  • Valor y demanda de los productos.

Considerando los requerimientos nutricionales y
alimenticios en relación al tamaño corporal, las
especies menores exigen piensos de mayor valor nutritivo para
obtener la máxima expresión del potencial
genético. A medida que el tamaño del animal
disminuye, la calidad del alimento debe aumentar y en muchos
casos, también el tipo de alimento y la
presentación. Reconocer esta realidad es esencial para el
éxito en la crianza y en la competitividad (SAGARPA,
2009).

Salvo en raras excepciones, las especies menores han
sido menospreciadas por los programas de gobierno y solo aquellas
con posibilidades de explotación tipo industrial han sido
objetivo de las casas comerciales. Sin embargo, tanto en el
pasado, como en el presente y el futuro, las especies menores
tienen mucho que ofrecer a los pequeños productores para
mejorar la alimentación e ingresos familiares por la
amplia variedad de opciones, la flexibilidad en la crianza y la
demanda, actual y potencial, de los productos (Sánchez,
2000).

La necesidad de alimentos para los animales
también amplía la base del cultivo para incluir
especies que son útiles para la conservación del
suelo y del agua. Las leguminosas, por lo general, se siembran
para que proporcionen forraje de calidad y para que mejoren el
contenido de nitrógeno en los suelos (Edwards et al.,
1993).

Es importante destacar que el elemento arbóreo se
acopla perfectamente al sistema de producción integral,
actúa biológicamente mejor en un área con
cultivos y animales que unilateralmente, y esta integralidad
optimiza y diversifica el agroecosistema productivo de la
granja.

  • Componente agroforestal

El reto de los productores hoy consiste en incrementar
la producción de madera, cereales, carne y leche en forma
acelerada y sostenible, de manera que pueda cubrir la demanda de
la creciente población humana y que garantice la
conservación de los recursos naturales y del medio
ambiente. Una alternativa para lograrlo según Giraldo
(1996), es diseñando sistemas de producción que
combinen actividades agrícolas, ganaderas y forestales que
sean productivas y compatibles con el uso racional de los
recursos y estos son los sistemas agroforestales.

La agroforestería es una disciplina reciente que
está orientada hacia la asociación de especies
leñosas con cultivos agrícolas y manejo de
animales, con el propósito de proteger y conservar los
ecosistemas y su biodiversidad, aumentar los rendimientos del
campo, proporcionar una gama de productos útiles,
potenciar la seguridad alimentaria y comercializar productos,
mejorar la diversificación del paisaje, amortiguar el
cambio climático, entre otros (Ospina, 2002). Se
fundamenta en principios y formas de cultivar la tierra basado en
mecanismos variables y flexibles en concordancia con objetivos y
planificaciones propuestos, permitiendo al agricultor
diversificar la producción en sus granjas o terrenos,
obteniendo en forma asociativa madera, leña, frutos,
plantas medicinales, forrajes y otros productos agrícolas
(Ramírez, 2005).

Los modelos agroforestales se orientan a permitir
actividades productivas en condiciones de alta fragilidad, con
recursos naturales degradados, mediante una gestión
económica eficiente, alterando al mínimo la
estabilidad ecológica, lo cual contribuye a alcanzar la
sostenibilidad de los sistemas de producción y, como
consecuencia, mejorar el nivel de vida de la población
rural (Renda et al., 1997).

Lo anterior permite establecer que el objetivo de la
agroforestería es el manejo integrado de especies
forestales como forma de uso del suelo, donde existe la
interacción ecológica y productiva con la
combinación de especies agrícolas y/o animales de
manera simultánea en una misma unidad de terreno, lo cual
trae beneficios como (Torres et al., 2002):

  • Generar biodiversidad en las unidades productivas
    rurales.

  • Diversificar la producción.

  • Disminuir los riesgos de los
    monocultivos.

  • Favorecer el desarrollo de las diferentes especies
    productivas mediante la utilidad de bienes y servicios de
    otras.

  • Aumentar las posibilidades socioeconómicas de
    las poblaciones rurales.

  • Integrar el conocimiento tradicional con las
    técnicas agrícolas desarrolladas.

  • Conservar los suelos.

  • Mitigar parte de los efectos perjudiciales de
    factores climáticos como la radiación solar, la
    lluvia, el viento.

Los tres principales componentes agroforestales, plantas
leñosas perennes (árboles), cultivos
agrícolas y animales (pastizales), definen las siguientes
categorías, las cuales se basan en la naturaleza y la
presencia de estos componentes (Palomeque, 2009):

  • Sistemas agrosilvícolas: Consisten en
    alternar árboles y cultivos de temporadas (anuales o
    perennes).

  • Sistemas silvopastoriles: Consisten en
    alternar árboles y pastizales para sostener la
    producción animal.

  • Sistemas agrosilvopastoriles: Consisten en
    alternar árboles, cultivos de temporada y pastizales
    para sostener la producción animal.

Hart (1985), definió el sistema agropecuario como
la entidad organizada con el propósito de usar recursos
naturales para obtener productos y beneficios agrícolas,
forestales o animales. Los sistemas agropecuarios pueden verse
como una jerarquía de parcelas, granjas y regiones; de tal
manera, que una parcela es un subsistema de una granja y la
granja un subsistema de la región.

De acuerdo a lo anterior un sistema agroforestal puede
definirse como un sistema agropecuario cuyos componentes son
árboles, cultivos o animales que se integran e
interactúan entre sí en un agroecosistema
productivo, consolidando o aumentando la productividad de los
sistemas agropecuarios y forestales.

Conclusiones

  • La agricultura convencional o modelo de "desarrollo"
    agropecuario promueve el monocultivo, uso de
    agrotóxicos, transgénicos y
    extranjerización de la tierra. Estas prácticas
    convencionales han provocado a lo largo de la historia la
    degradación de los suelos, simplificación de la
    biodiversidad, desaparición de especies nativas,
    contaminación del agua y del aire. Todos estos
    impactos negativos no son considerados en el cálculo
    del precio final de los productos, puesto que con ello se
    demostraría claramente que la agricultura moderna no
    es económicamente viable y que además es social
    y ambientalmente perjudicial.

  • La agroecología promueve un manejo dirigido
    del suelo que resalta la conservación y mejoramiento
    de los recursos locales (germoplasma, suelo, fauna
    benéfica, diversidad vegetal, etc.) y la
    integración de la biodiversidad de plantas y animales
    que acrecienta la sinergia y optimiza las funciones y
    procesos del agroecosistema productivo acorde con las
    condiciones ambientales y socioeconómicas efectivas
    del entorno.

  • La granja integral agroecológica conjuga los
    saberes populares con la tecnología
    contemporánea para mejorar los sistemas de
    producción agropecuario, no sólo analiza los
    rendimientos de cosecha y producción animal, sino
    armoniza el funcionamiento integral del agroecosistema a
    través de prácticas sostenibles como la
    producción de abonos orgánicos, la
    regulación biótica de organismos perjudiciales,
    reciclado de nutrientes y la producción y
    acumulación de biomasa, permitiendo así a la
    granja solventar su propio funcionamiento.

Partes: 1, 2, 3
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