- Ética y Educación
Integral - Necesidades básicas de aprendizaje para
vivir juntos ante el desafío de la
mundialización - Respuestas de la educación ante las
necesidades básicas de aprendizaje para vivir juntos
en el siglo XXI - Como
progresar para aprender mejor a vivir juntos: algunas
sugerencias para ampliar el diálogo - Educación y valores
controvertidos. - Educación y valores
controvertidos. - Educación y valores
controvertidos. - Educación y valores
controvertidos. - Los
valores y la familia - La
Educación Ambiental: una estrategia flexible, un
proceso y unos propósitos en permanente
construcción - Documentos de trabajo
- Talleres
Este es un maravillosos lugar para vivir, compartir y
crecer, pero necesitamos aprender cada día a ser mas
humanos, parece fácil, parece inherente a nuestra especie,
pero lo lógico no siempre lógicamente fácil
de encontrar; cada día debemos aprender a vivir y convivir
en un mundo cada vez mas cambiante, divergente, sin fronteras,
con un crisol de razas, credos, lenguas, culturas y
filosofías, y en constante ebullición; para ello
debemos como individuos, como familias, como grupos y sociedades
a sensibilizarnos y autoeducarnos en valores y así con el
ejemplo de vida educar a nuestras actuales y futuras
jóvenes generaciones.
El principio elemental es redescubrir el valor
fundamental de la vida, pero de la vida como concepción
creadora del bien, dadora de amor y bondad, generadora de la
armonía, motor del desarrollo, fuente de convivencia
pacifica, sanadora de las heridas de los odios humanos y amante
de este maravilloso planeta.
La búsqueda de la armonía constituye una
aspiración antigua. En ocasiones esta armonía se
consigue, pero la historia de la humanidad muestra la dificultad
que existe para sostenerla en forma persistente en el tiempo y el
espacio. No se puede concluir que esta dificultad se deba
exclusivamente a insuficiencias inherentes a la educación.
Sin embargo, sí se puede afirmar que la educación
tiene que desempeñar un papel crucial para contribuir a
superarla.
En los albores del 2010, parecería que existiese
un cierto consenso sobre el hecho que vivir juntos significa al
mismo tiempo «querer y saber cómo vivir
juntos».
Querer y saber cómo vivir juntos conlleva
conocimientos, debido a que la intolerancia y el rechazo son
con frecuencia el producto del miedo que se alimenta, por un
lado, de la ignorancia y, por el otro, de las injusticias
intolerables en el acceso a los derechos y al desarrollo
humano.
Por lo tanto, es necesario aprender a descubrir y a
conocer a los demás pueblos, generaciones, sexos, clases
sociales y grupos de personas, sus culturas, necesidades,
aspiraciones, sufrimientos, religiones, tradiciones y
motivaciones. Para conseguirlo también habrá que
aprender a conocerse mejor a sí mismo: a reconocer sus
propias fuerzas y debilidades.
También se debe poseer y ver realizado el derecho
a la información, a los conocimientos y métodos
para aprender durante toda la vida y en el marco de todas las
experiencias. Esto supone una educación básica que
garantice, a la vez, las competencias en relación con el
manejo de los sistemas de códigos, de comunicación
y de investigación, de organización y de
análisis de la información sobre el medio ambiente,
las tecnologías, la sociedad y las manifestaciones
espirituales en todas sus formas.
Pero la dimensión intelectual no es suficiente.
Las posibilidades y las dificultades para aprender a vivir juntos
comprenden también los ámbitos de la afectividad y
de las emociones.
Querer y saber vivir juntos implica la afectividad y
las emociones, que en combinación con los
conocimientos pertinentes, permiten la construcción de
valores, actitudes y comportamientos que no forman parte del
bagaje natural de las personas. Hay que aprender, en
consecuencia, el respeto de sí mismo y la autoestima, que
están en la base de toda posibilidad de aceptación
de los demás, del respeto y de la empatía frente a
ellos para ser capaz de ejercer la solidaridad. El respeto de
sí mismo y la autoestima permitirán recurrir a la
escucha, al diálogo y a la solución de los
conflictos así como a la cooperación, más
que al enfrentamiento.
Aprender a vivir juntos forma parte de la
«construcción del sentido» para la
educación cuya necesidad sienten los niños y los
adolescentes.
Querer y saber vivir juntos es pues un desafío
personal y social, que se debe construir incluyendo la
renovación de la idea del bien común, de las reglas
que rigen la vida en común, los derechos y las
responsabilidades de todos y de cada uno. Querer y saber vivir
juntos significa la capacidad de «hacer juntos»,
de poner en marcha proyectos comunes para mejorar la vida diaria
y edificar un futuro mejor.
Pero el propio concepto de vivir juntos varía a
través del tiempo y de las culturas, así como los
aprendizajes necesarios para ser capaz de ello y las formas
educativas deseables para favorecerlos. Por consiguiente, la
pregunta que se plantea en los comienzos del 2010, ante el
desafío de aprender a vivir juntos, es saber cuáles
son las características específicas que se derivan
del entorno actual, de qué manera la educación de
nuestros días puede responder a tal situación y
cuáles son los rumbos que toman las transformaciones en
marcha y las que se desean en el futuro.
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