Monografias.com > Sin categoría
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

La autovaloración en hombres jóvenes homosexuales con VIH (página 2)



Partes: 1, 2

En cuanto al sistema de comunicación, la
relación con los adultos en la juventud se basa en la
valoración crítica de sus cualidades
psicológicas y morales, con mayor nivel de
argumentación que en la adolescencia y mucho más
flexible. Con respecto a los maestros, el joven toma en
consideración para la valoración de este no solo
las cualidades personales y el estilo de comunicación,
sino también su competencia profesional. En
relación con los padres, se logra mayor independencia de
estos que en etapas anteriores, posibilitándose un
intercambio comunicativo basado en el respeto mutuo y una actitud
crítica pero reflexiva.

La comunicación con los coetáneos es
fundamentalmente a través de las relaciones grupales, con
mayor selectividad de las amistades que en el período
precedente, permitiéndole al joven en estos espacios la
expresión y conformación de sus puntos de vista,
donde asume criterios personales independientes de los del grupo,
siendo capaz de defenderlos ante criterios contrarios. Como
tendencia en esta etapa aparece la búsqueda de mayor
estabilidad en las relaciones de pareja. Se elabora el proyecto
de creación de la familia propia, la preparación
para el matrimonio y la llegada del primer hijo.

Entre las neoformaciones propias de la juventud
está la aparición de las intenciones profesionales
a partir de la consolidación de los intereses
profesionales, los que surgen como expresión de una
tendencia orientadora de la personalidad hacia esta esfera. A
partir de la consolidación del pensamiento conceptual
teórico en la juventud, el joven manifiesta especial
interés por la solución de problemas cognoscitivos
generales y por todo lo relacionado con los valores morales e
ideológicos, respondiendo a la necesidad de
autodeterminación y a la elaboración de una
concepción del mundo propia. Esta última es
considerada la neoformación típica de la edad
juvenil y representa el nivel superior de la integración
de lo cognitivo y lo afectivo en la personalidad.

La concepción del mundo en tanto
resultado de las necesidades de independencia y
autoafirmación iniciadas en el período precedente,
permite al joven la elaboración del sentido de la vida y,
con ello, las aspiraciones, objetivos y metas conformados por el
sujeto. En investigaciones realizadas en nuestro país (L.
Domínguez y L. Ibarra 2003, cit. en L. Domínguez
2007) se obtuvieron como resultados que las aspiraciones,
objetivos y metas que integran los principales proyectos futuros
del joven cubano se asocian a esferas tales como: la
profesión, el estudio, el trabajo, la familia, la
realización personal, el empleo

empleo del tiempo libre y la búsqueda de caminos
que les permitan satisfacer sus necesidades materiales. El
carácter activo del sujeto en la proyección de su
futuro se evidencia en las diversas estrategias que asume para
enfrentar las dificultades o potenciar las posibilidades del
entorno en el logro de sus objetivos, metas y deseos.Las
regularidades en el desarrollo de la esfera afectivo motivacional
están dadas por la existencia de una mayor
estructuración y flexibilidad de la autovaloración
que en periodos

anteriores. Esta formación manifiesta niveles
superiores de objetividad y estabilidad propiciando al joven
mantener relativa coherencia entre sus contenidos autovalorativos
y su conducta externa. En este periodo se produce la
búsqueda consciente del ideal, apareciendo los ideales
generalizados, los cuales se forman a partir de
características diversas (sin la existencia de un modelo
concreto o de una persona en particular), que el individuo asume
teniendo como base una valoración moral y crítica
de las mismas, convirtiéndose en patrón de
evaluación del comportamiento propio y ajeno.

El desarrollo moral presenta una estructuración
más consciente para el joven, actuando desde lo interno,
expresado en una mayor flexibilidad, argumentación de sus
valoraciones personales y responsabilidad personal ante sus
acciones basado en principios morales. La regulación moral
es más estable, en lo cual es determinante el surgimiento
de la concepción del mundo como neoformación
típica de la juventud.

Si se tiene en cuenta la influencia de los
condicionantes externos del joven, el entorno donde
interactúa, donde desarrolla sus actividades y relaciones
interpersonales, se pone de manifiesto la presencia de exigencias
nuevas relacionadas con las diferentes áreas vitales
(familiar, laboral, personal, de relaciones interpersonales,
sexual) y que demandan una responsabilidad y ajuste a las normas
sociales mayor que en etapas anteriores. Este hecho va a
propiciar la potenciación de las formaciones
psicológicas que integran la personalidad del sujeto y a
su vez mediatiza la activación de otras neoformaciones que
caracterizan la edad juvenil (concepción del mundo,
sentido de la vida, intenciones profesionales). Debido a esto
ocurren importantes variaciones en la esfera motivacional como
núcleo de la personalidad.La necesidad de
autodeterminación que posibilita la plena
participación del joven en su entorno social, no
sólo va a movilizar su conducta en función de una
tarea determinada, sino que moldea su concepción del mundo
situándolo en la perspectiva que definirá su
sentido de la vida, concretado en las tendencias orientadoras de
su personalidad.

Los niveles cualitativos que alcanzan los procesos
psíquicos son los más altos en toda la
periodización del desarrollo. Esto se debe a que es
aquí donde se consolidan las formaciones motivacionales
complejas, tales como la autovaloración y los ideales.
Existe una elaboración consciente de la estructura
jerárquica de motivos suficientemente estable, gracias al
desarrollo intelectual alcanzado y, por tanto, tiene lugar una
regulación efectiva del comportamiento en las diferentes
esferas de significación de la personalidad cuya
formación culmina en esta etapa.

Por lo anteriormente expuesto la situación social
del desarrollo en la juventud se considera como un período
de plenitud de las potencialidades psicológicas, cuyo
desarrollo y crecimiento individual requiere de la conquista de
la autodeterminación, como capacidad del sujeto de actuar
con relativa independencia de las influencias externas y de
conducirse de forma consciente, intencional y estable, en
consonancia con su entorno social.

Homosexualismo
versus masculinidad

Se le llama homosexual a la persona que siente
atracción erótica hacia las personas de su mismo
sexo, pero que se sabe miembro de su sexo; a diferencia del
transexual que se siente atraído hacia las personas de su
sexo, pero que se cree miembro del sexo complementario y que, por
lo tanto, también cree que está erróneamente
en ese cuerpo. La práctica de la homosexualidad ha
ocurrido en varias épocas de la historia del mundo y ha
sido condenada como un tabú social y moral en todos los
casos, excepto en unos pocos. Los antropólogos declaran
que solamente durante un período del Japón antiguo
y en unos pocos casos de grupos especiales de tribus primitivas,
es que la práctica de la homosexualidad ha sido
aprobada.

En el siglo XIX, el neuropsicólogo alemán
Richard Von Krafft-Ebing consideró la homosexualidad como
una "degeneración neuropática hereditaria", la cual
se agravaba con la excesiva masturbación. Luego Sigmund
Freud destacó la influencia de las experiencias vividas en
la infancia (ausencia del padre o la madre) y la frecuencia de
prácticas homosexuales durante la adolescencia.
Investigaciones posteriores realizadas por el biólogo
estadounidense A. Charles Kinsey refutaron los postulados
anteriores, probando que dichas prácticas no eran
perjudiciales a la salud. La Asociación Americana de
Psiquiatría proclamó en 1973 que la homosexualidad
no ocasionaba ningún impedimento en la estabilidad,
confiabilidad, capacidades sociales y vocacionales de las
personas. Sin embargo, no fue hasta el 17 de Mayo de 1990 que la
Organización Mundial de la Salud (OMS) dejó de
considerar la homosexualidad como una enfermedad
(4).

Durante años se ha estimado que el 10% o
más de la población es homosexual, porcentaje
basado en los estudios del Dr. Alfred C. Kinsey., Esta tasa se ha
mencionado rutinariamente en trabajos académicos,
materiales sobre educación sexual, informes
gubernamentales y medios noticiosos. Pero desde hace tiempo han
existido muchas evidencias de que el índice del 10% es un
porcentaje demasiado alto. . El consenso al respecto indica que
el porciento de hombres y mujeres homosexuales constituyen una
minoría que no rebasa el 4% de la población
mundial, las cuales poseen cualidades personales, sentimientos,
valores, formas de pensar y de actuar que son los que los hacen
mejores o peores personas, más allá de su
orientación sexual.

Los conocidos terapeutas, Masters y Johnson, afirmaron
en su libro Human Sexuality (pp. 319-320), que "la teoría
genética de la homosexualidad ha sido en general
descartada hoy en día" y que "a pesar del interés
en posibles mecanismos hormonales en el origen de la
homosexualidad, ningún científico serio hoy sugiere
que pueda existir una simple relación de causa y efecto".
La evidencia científica no ha demostrado que la
homosexualidad sea el resultado directo de causas
biológicas, genéticas o neurohormonales. Lo
más que se puede decir es que pudiera existir alguna base
genética, hormonal, neurológica o cerebral que
predispone a la homosexualidad. Esta pudiera inclinar a unas
personas más que a otras al homosexualismo, pero no
obligarlas a practicarlo.

Existen tendencias que han ponderado la educación
y el entorno social como posibles condicionantes para la
aparición y desarrollo del comportamiento homosexual. Sin
embargo, en relación a la elección del
homosexualismo como preferencia, existen causas mucho más
complejas que inciden en ello, hay factores internos (tales como
homofobia interiorizada, baja autoestima, dificultades para
establecer intimidad) y factores externos (impuesta por ambientes
de prostitución, prisiones o donde no existen
mujeres).

Finalmente, en la búsqueda de la identidad
personal, es el sujeto activo y consciente el que conforma su
identidad sexual de manera única e irrepetible. El ser
humano integra a su subjetividad a través de la identidad
de género, los atributos y funciones diseñados para
su sexo, entendidas social y culturalmente como coherentes para
la sexualidad femenina y masculina.

El concepto de masculinidad prescribe el conjunto de
actitudes y comportamientos que la sociedad ha asignado a los
hombres. La masculinidad, integrada al interno del sujeto a
partir de la representación social de este concepto, es
fundada desde la niñez, y continúa durante el
proceso de socialización del varón. Su contenido
cobra forma en la constitución de la subjetividad
masculina a través del "impacto cultural" de los agentes
socializadores.

No existe una única forma de asumir la
masculinidad, cada individuo construye su masculinidad de forma
activa y diferente, en consonancia con la autenticidad e
irrepetibilidad de la personalidad. Aunque los términos
masculinidad y machismo son asociados, sus definiciones son
diferentes. Este último constituye la
hiperbolización de la masculinidad que ubica al hombre
como centro del universo.

La construcción de la identidad sexual para el
varón está particularmente influenciada por el
machismo y los estereotipos asociados a este concepto. La cultura
del machismo se aplica al concepto típico de la
masculinidad en América Latina y el Caribe que representa
al hombre como: proveedor, sexualmente activo, independiente,
fuerte, dispuesto a encarar el peligro y dominante (5).
Según este concepto se considera socialmente aceptable la
sexualidad del hombre heterosexual, viril hasta el punto de la
promiscuidad, sabio, agresivo y en control de su ambiente, el
cual abarca las mujeres que rodean al varón.

Una de las consecuencias más negativas que sufren
los hombres con respecto a este fenómeno sociocultural es
su contribución al entorpecimiento de una personalidad
integral, madura y armónica. Ellos no son educados para
expresar sus sentimientos, lo que afecta el desarrollo de su
capacidad emocional, temen los modelos masculinos desfavorables
sobre todo si están relacionados con la diversidad sexual
y el feminismo, se cuidan de manifestar puntos débiles, no
confiesan sus frustraciones, en lo económico se ven
presionados a mantener a la familia, y se les mide por su
capacidad de obtener bienes materiales.

Esta presión social es aplicable también
desde lo sexual, donde ellos perciben una expectativa de
rendimiento en cuanto al número de parejas sexuales,
calidad de la relación sexual, por solo mencionar algunas,
que implica en determinados momentos condicionantes que rivalizan
con la voluntad del sujeto. En el orden social la norma
relacionada con el comportamiento sexual deseado es la
heterosexualidad y lo diferente se considera una
desviación, marcando la práctica homosexual con el
estigma de enfermedad, inmoral e incorrecto.

En los hombres que tienen sexo con hombres el proceso de
construcción de la identidad sexual está cargado,
en mayor o menor medida, de conflictos que abarcan los niveles
social, grupal e individual. Socialmente la representación
de la orientación homosexual ha provocado el aislamiento,
la censura y otras actitudes prejuiciadas. La homofobia es una
actitud asumida por una parte considerable de la población
en todo el mundo, lo que ha tenido como contrapartida el
surgimiento de grupos defensores de los derechos legales y
sociales de la comunidad homosexual, denominados gay.

En el orden grupal el rechazo de los diferentes grupos
sociales hacia la persona con esta preferencia sexual es
vivenciado frecuentemente desde todas las esferas de la sociedad.
El rechazo familiar, por ser este grupo el más cercano al
individuo, es considerado una de las experiencias más
desestructurantes para la personalidad y la salud mental, hecho
que trae vivencias de soledad, inseguridad, pérdida del
sentido de pertenencia al grupo y la consiguiente
afectación de la esfera afectivo motivacional.

Desde lo individual el conflicto psicológico del
sujeto con orientación homosexual es percibido en todos
sus matices y sopesado una y otra vez, aún cuando la
persona es consciente de su elección y la ha "aceptado".
Muchas son las situaciones desafiantes por las que debe
transitar, aparte de los ya mencionados están: la carencia
de espacios públicos y la necesidad de ocultar los
comportamientos homosexuales para evitar la censura social, lo
que genera cambios frecuentes de pareja; relaciones sexuales con
desconocidos, el mantenimiento de dichas relaciones en lugares
inadecuados, oscuros y con posibilidades de agresión. La
esfera sexual, si bien es motivo de preocupaciones, constituye en
estas personas la fuente de satisfacción emocional
hiperbolizada, quizás, por los costos de asumir una vida
sexual diferente a la de la mayoría.

Según los autores Ryan y Futterman (1997), Isay
(1996), Cáceres, Pecheny y Terto(2002) (cit. por
Chacón A., L. 2004), en la medida que una persona que
posee orientación sexual no hetrerosexual se siente
satisfecho consigo mismo, se respete y crea que los demás
deban respetarlo sin importar su identidad sexual y
además, no crea que sea necesario ocultar o disimular la
misma, será una persona más plena y con
posibilidades de enfrentar los retos que la vida pueda
presentarle que aquella con una identidad sexual no asumida. Esta
perspectiva parte del criterio de que una persona que no acepta
su orientación sexual o cree que es necesario aparentar
ser heterosexual para ser aceptada socialmente, es un individuo
vulnerable psicológicamente, con dificultades para
alcanzar estabilidad emocional y manejar retos y dificultades en
la vida.

El papel de la aceptación de la
orientación sexual en el individuo es decisivo para el
desenvolvimiento positivo de la personalidad y constituye un
elemento que repercute en su autovaloración, por lo que en
la profundización en los contenidos de esa
formación motivacional es necesario tomar en cuenta este
aspecto.

El VIH y su
repercusión psicológica: desafíos para el
hombre homosexual con VIH

En la persona con VIH influye de modo particular la
representación social que existe sobre la
infección, en la cual se concibe al sida como enfermedad
mortal e incurable y la idea estereotipada de la
depauperación física de las personas infectadas. Se
produce una repercusión psicológica importante ante
esta situación de salud para la persona, que tiene
diversas manifestaciones psíquicas en dependencia de la
estructuración de la personalidad del sujeto, el grado de
autoestima, la concepción del mundo y la existencia o no
de proyectos de vida.

El impacto psicológico inicial ocurre cuando la
persona recibe el diagnóstico positivo al VIH. El mismo
abarca no solo las emociones generadas por la pérdida del
estado óptimo de salud, sino además, por las
pérdidas colaterales asociadas a la representación
del VIH en la subjetividad del individuo, tales como:
pérdida del cariño de las personas significativas,
del respeto de los familiares y amigos, de la autonomía,
del puesto de trabajo, por solo citar algunas.

Este momento es descrito muy detalladamente por
Elizabeth Kluber-Ross mediante una serie de etapas. No es
exclusivo del VIH sino que se presenta en las personas con
diagnóstico por enfermedades crónicas, sobre todo
oncológicas. Las etapas que conforman este proceso son:
negación, agresividad, negociación,
depresión y aceptación. No tienen un orden
inmutable ni son unidireccionales, pues la persona puede haber
superado una etapa y regresar a la misma. El paso por estas
etapas es una necesidad de adaptación psicológica
al estrés que genera este tipo de situaciones, por lo que
su duración es limitada pero no necesariamente corta.
(6)

La evolución de este proceso estará
influenciada en mayor o menor medida por varios
factores:

  • 1- La evolución de la infección:
    teniendo en cuenta que el desarrollo cronológico de
    una enfermedad puede ser descrito en forma de ciclos
    (inicial, intermedio y final), en la infección por VIH
    la estabilización durante mucho tiempo en la fase
    asintomática (inicial) suele filtrarse en un aparente
    olvido de la condición de portador de VIH, donde
    pueden llegar a eliminarse las etapas descritas con
    anterioridad, pero dicha actitud puede suponer un riesgo,
    porque suprimirá el comportamiento de
    prevención ante sí mismo y ante los
    demás, así como el autocuidado general que
    implica una nutrición saludable, chequeo
    médico, entre otras medidas.

  • 2-  El apoyo social percibido: se ha demostrado
    que este factor posee una influencia importante en la
    adaptación a la nueva situación y al equilibrio
    emocional del sujeto. La respuesta del contexto familiar, los
    amigos y el círculo de relaciones sociales en
    función del nivel de seguridad emocional que ofrezca
    la persona con VIH influirá en que sea más o
    menos traumática dicha adaptación. Este apoyo
    se traduce en la comprensión y ayuda de las personas
    significativas afectivamente al individuo.

  • 3- El grupo de riesgo a que pertenece la
    persona: se estima que en los casos de infección por
    vía sexual es relativamente posible el mantenimiento
    de una conducta de precaución, mientras que en otros
    grupos (como los infectados por vía parenteral) cabe
    esperar que la reacción ante el diagnóstico no
    suponga la modificación de los hábitos de vida,
    o que estos duren poco tiempo.

  • 4- Las características personales
    previas: referente al tipo de personalidad, rasgos del
    carácter y temperamento estrechamente relacionados con
    el contexto educativo y el desarrollo personal del
    individuo.

La repercusión del VIH en la esfera afectiva de
la persona se expresa en diversas áreas. Se hizo
referencia a la trascendencia del apoyo de los grupos
significativos del sujeto (área familiar y de las
relaciones interpersonales). Otra área donde ocurre un
importante impacto es la sexual, lo que trae en primer lugar, la
vivencia de ansiedad ante la comunicación del
diagnóstico a la pareja, que puede ocasionar infidelidad,
sentimientos de culpa y en el peor de los casos ruptura de la
relación. Luego, la necesidad de modificar comportamientos
sexuales, lo que implica el uso sistemático de
preservativos para no infectar a la(s) pareja(s) seronegativa o
para protegerse de la reinfección en caso de tener pareja
seropositiva Esta situación requiere de la
ejecución de prácticas sexuales con menos riesgo y
de responsabilidad ante la sexualidad, lo cual es más
difícil de alcanzar en la relación homosexual en
comparación con la relación
heterosexual.

La subjetividad del individuo con VIH se encuentra
asediada por la activación de conflictos tales como: la
comunicación de su diagnóstico a familiares, los
amigos, la pareja, los profesionales de salud; el enfrentamiento
y la adaptación a otros entornos sociales como:
sanatorios, consultas especializadas y equipos de ayuda mutua
(EAM).

El ingreso sanatorial y la participación en los
equipos de ayuda mutua son espacios donde la persona
diagnosticada debe interactuar y convivir con otras personas con
VIH, que pueden ser muy diferentes y con quienes puede sentirse
extremadamente incómodo, puesto que se añade a esta
situación la separación de los familiares o un
distanciamiento del entorno laboral (7).

La atención de salud donde la persona con VIH
debe interactuar con frecuencia para la recogida o
aplicación de medicamentos u otros servicios, es otro de
los entornos en los que la persona con VIH se va a encontrar con
frecuencia, y para ella puede llegar a ser muy estresante
informar de su diagnóstico al personal de salud cuando le
solicita ayuda, especialmente en situaciones que requieren mayor
bioseguridad, tales como: extracciones de sangre,
manipulación de muestras, atención
estomatológica, entre otras. El personal de salud tiene el
deber de atender estas situaciones con un elevado profesionalismo
y una alta sensibilidad humana, para lo cual deberá estar
previamente capacitado en estos casos (8)

En el sistema de actividad de la persona con VIH ocurren
cambios significativos para el sujeto como parte del proceso
adaptativo. Unos tienen relación con el trabajo (cambio de
perfil laboral, cambio de puesto de trabajo); otras con el
autocuidado y atención médica (chequeo de los
linfocitos T, uso de medicamentos para evitar el avance del VIH)
y otras relacionadas con el estilo de vida de la persona con VIH
(sexualidad: uso sistemático de preservativos para evitar
la reinfección, evitación de la
maternidad-paternidad, nutrición: modificación de
hábitos alimenticios, restricción para la
ingestión de bebidas alcohólicas)
(9).

Estas limitaciones, unido a la representación
social del VIH, pueden producir vivencias negativas como
sentimientos de culpa, aislamiento, autocompasión,
incertidumbre, inseguridad, ideación suicida,
pérdida de motivación hacia las expectativas de
futuro previas al diagnóstico, con el consecuente
estancamiento en diversas áreas del desarrollo personal,
de la esfera motivacional y particularmente, de la
autovaloración.

La mayor preocupación de la persona con VIH es
vivir pensando acerca de cuándo va a empezar a sufrir
enfermedades y cuánto tiempo le queda de vida. Esta
situación provoca la activación de los mecanismos
de defensa en la persona y una disminución de la actividad
del sistema inmunitario sobre el virus. La
Psiconeuroinmunología (ciencia que estudia la
relación directa del aparato inmune y la actividad
psíquica) asevera que el control de la ansiedad y la
depresión es piedra angular en la modificación de
la susceptibilidad al sida.

En el hombre homosexual con VIH, el componente
autovalorativo esta particularmente influenciado por la
repercusión psicológica de la infección por
VIH ya expuesto. A esto se añade la aceptación del
sujeto de su identidad sexual. Igualmente la relación
problemática que se establece con el entorno debido al
doble estigma, conduce a las personas a una situación de
aislamiento y soledad producto al miedo al rechazo, la censura y
la discriminación. De modo que el desafío al que se
enfrenta esta persona es más estresante y conflictivo que
aquellos con orientación heterosexual y VIH.

Desde el impacto propio del diagnóstico inicial
de seropositividad no pueden obviarse cuestiones como: las etapas
del proceso de adaptación a la situación de salud,
el sentimiento de preocupación ante la amenaza de
aparición del sida clínico y el temor al rechazo
social por la doble marginación que representa ser
homosexual portador de VIH. Por tanto, la repercusión
psicológica, vista de manera general, suele rozar la
superficie del problema, pero más adentro, la vivencia
personal esconde la profundidad del impacto subjetivo del VIH en
los sujetos con estas características.

Cuando se logra desentrañar e identificar los
contenidos autovalorativos que se encuentran en la base de las
diferentes formaciones psicológicas, es posible intervenir
con mayor eficacia para dotar de empoderamiento al individuo que
atraviesa por esta situación. Esto significa la toma del
control de su propia vida, sentirse satisfecho tal cual es, hacer
frente con responsabilidad a todos los aspectos de esta,
reorganizar sus metas y lograr un equilibrio emocional, madurez
psicológica y pleno desarrollo de la
personalidad.

La
autovaloración: evolución del
concepto

La ciencia psicológica ha abordado el problema
del estudio de la autovaloración a partir de diversos
enfoques, en correspondencia con las diferentes escuelas
psicológicas desde las clásicas hasta las
actuales.

En la concepción defendida por S. Freud y sus
seguidores ( K. Horney, E. From, H. Sullivan y otros), comprenden
la autovaloración como un mecanismo que garantiza la
concordancia entre las exigencias del individuo hacia sí
mismo y las condiciones exteriores, entendido el mundo exterior
como algo adverso al individuo y la autovaloración como
una simple función adaptativa. Esta concepción fue
criticada por su carácter reduccionista, al considerar la
función de la autovaloración como algo unilateral e
incompleto, que solo equilibra al sujeto con el medio
circundante, además de desestimar el carácter
activo de la personalidad en su interacción con el
medio.

Desde la concepción dialéctico
materialista, asumida por el autor, el análisis de la
categoría autovaloración no se limita a la simple
función adaptativa, ni a regular las tendencias innatas
del individuo como afirman los neofreudianos, sin embargo, los
seguidores de esta tendencia aportaron una interpretación
de la valoración personal del individuo como una
función de la personalidad relacionada con la esfera de
los afectos y necesidades del individuo.

En los experimentos de K. Lewin se pusieron de
manifiesto toda una serie de hechos experimentales e
interdependientes que permitieron ciertas tendencias
dinámicas de la esfera afectiva, muy importantes para
entender la función de la autovaloración. Dichos
aportes sirvieron de base a investigaciones sobre el estudio de
la personalidad. Dentro de este contexto resulta de
interés la teoría de C. Rogers, que ofrece
importantes aportes sobre el desarrollo de la personalidad y la
influencia de la autovaloración en su formación
(10)

Este autor plantea que la flexibilidad en la
valoración personal es decir, el saber regular el
comportamiento bajo la influencia de las vivencias es una
condición indispensable para la adaptación sin
dolor a las condiciones de vida; establece que la
autovaloración es producto de la interacción del
niño y el medio circundante, y surge como resultado de la
interacción valorativa con los demás individuos.
También señala que para lograr un equilibrio
psíquico en el individuo es sumamente importante saber
autovalorarse adecuadamente y tener una idea correcta de las
propias posibilidades, dicho aspecto es esencial para la
formación de la personalidad.

A este autor se le critica que básicamente se
enmarca en su estudio sobre la autovaloración en el
aspecto subjetivo valorativo de esta, siendo su aporte
práctico más importante la elaboración de un
tratamiento psicoterapéutico con el fin de librar al
individuo de su tensión interior y eliminar el conflicto
que se produce entre la autovaloración y la experiencia
real.

La autovaloración en la psicología
soviética ha sido estudiada desde varias aristas: en
estrecha relación con el problema del desarrollo y
formación de la autoconciencia( B.G. Ananiev, S.L.
Rubinstein y otros); desde el punto de vista del papel y las
funciones que desempeña en la estructura íntegral
de la personalidad (L.S. Vigotski, L.I. Bozhovich, V.S. Merlin y
V.N. Miasitshev) y las investigaciones experimentales que se han
centrado en el nivel de aspiraciones y las características
de la autovaloración de los niños(M.S.Neymark,
E.A.Serebriakova y L.S. Slavina).

Entre los autores cubanos que han abordado el tema de la
autovaloración desde la ciencia psicológica
están González Rey, González Serra, Roloff
Gómez, entre otros. Desde la concepción
materialista dialéctica estos autores reconocen que a
partir de la capacidad del hombre de autorregular su conducta se
origina la motivación superior como sistema, y coinciden
con L.I. Bozhovich, en que esto indica que el individuo ha
devenido personalidad.

También plantean la relación cognitivo
afectiva en la autovaloración, la cual se sustenta en la
jerarquización de los motivos, ordenados en concordancia
con lo más significativo para el individuo, el que analiza
cuáles son sus posibilidades para alcanzar estos objetivos
conscientes y cuáles son los aspectos de su personalidad
que debe desarrollar para lograrlos. Estos constituyen los
contenidos de su autovaloración, por su relación
directa con el éxito o fracaso del individuo en
actividades significativas de su personalidad, determinadas por
sus motivos esenciales.

Debido a ello, la autovaloración complementa la
elaboración de los planes y objetivos futuros de la
personalidad, los cuales se establecen basados en sus motivos y
necesidades centrales, orientando el comportamiento consciente
del sujeto acorde con estas motivaciones, lo que garantiza su
interrelación y efectividad.

En el análisis de la formación de la
autovaloración estos autores resaltan importantes aspectos
que se integran durante el desarrollo ontogenético con sus
respectivas particularidades en cada período y que se
exponen a continuación para enriquecer la
comprensión de esta formación
psicológica.

Enfoque
culturalista de la formación y desarrollo de la
autovaloración

La escuela de orientación marxista concibe la
autovaloración como formación psicológica
compleja, explicando su formación y desarrollo en el
entramado proceso del desarrollo histórico de la
personalidad. Los autores contemporáneos que responden a
ese enfoque concuerdan en que el proceso de formación de
esta categoría mediatiza el desenvolvimiento del individuo
y su relación con el entorno social, con
características y particularidades en cada etapa del
desarrollo.

Según Roloff Gómez, la génesis de
la autovaloración debe buscarse en los orígenes de
la autoconciencia y las primeras experiencias que pasan a formar
parte de esta última ya poseen un matiz valorativo,
incorporándose como experiencia interna valorada. Durante
los dos primeros años, niños y niñas
construyen la conciencia de la existencia individual como sujetos
independientes de los otros, para en la etapa preescolar
enriquecer esa imagen inicial con características y
atributos que sirvan para definirse como persona con identidad y
rasgos propios diferenciados de los demás.

En los años preescolares existe la tendencia a
describirse en base de atributos personales externos, tales como:
en términos de la apariencia física, de las
habilidades y los logros. Todo ello en caracteres globales, sin
especificaciones, unido a una estructuración del
autoconcepto fundamentado en evidencias externas y arbitrarias,
construidas sobre la base de lo expresado por los adultos
significativos al niño, de manera especial por los padres(
Rosengberg 1986 cit. en Tomás, L.C. 2003: 346). Las
actitudes y prácticas de educación y crianza que
son aportadas por los padres u otros significativos en la vida de
los niños tienen gran importancia en la
autovaloración de estos.

Con el advenimiento de la edad escolar se acentúa
la delimitación del yo del escolar con respecto a los
demás. Las descripciones de los niños en esta etapa
se realizan más en términos internos y
psicológicos que en base a atributos externos y
físicos. Con mayor frecuencia se utilizan términos
más abstractos que concretos, y la fundamentación y
elaboración del autoconcepto se basará cada vez
más en los propios juicios y en la evaluación de la
evidencia. Estos avances en el desarrollo del conocimiento de
sí mismo están relacionados con las crecientes
capacidades cognitivas del escolar, y la apertura a un mundo
diferente, y con ello a la ampliación de sus relaciones
sociales.

Si bien las relaciones de los padres van a seguir
teniendo gran significación a lo largo de toda la
infancia, las relaciones que el niño establece con sus
iguales es esencial en el desarrollo de su autovaloración,
teniendo la oportunidad de enriquecer esa primera imagen,
confirmarla o modificarla.La mayoría de los estudios
coinciden en señalar que existe cierta estabilidad en la
autovaloración durante estos períodos y la
ocurrencia de un descenso de esta hacia el inicio de la
pubertad.

Ya en la adolescencia, el desarrollo de la
autovaloración va a estar condicionada por las
transformaciones puberales y su repercusión
psicológica, especialmente la imagen de sí mismo,
en particular la imagen corporal, que unido a las cualidades
vinculadas a las relaciones interpersonales poseen un marcado
peso en la autovaloración. Otros factores influyentes en
la modificación de esta formación
psicológica compleja son las nuevas exigencias propias de
los sistemas de actividad y comunicación y el desarrollo
intelectual, asociado a las necesidades de independencia,
autoafirmación y comunicación, pese a la tendencia
del adolescente a la soledad y la autorreflexión en
espacios propicios al aislamiento.

Este período es considerado, por consenso entre
los psicólogos de orientación marxista, como
trascendente en el alcance de un nivel cualitativamente superior
de desarrollo de la autoconciencia, como sostén y
desarrollo de la autovaloración. Esta etapa se distingue
por la aparición del pensamiento conceptual
teórico, la intensa formación de la identidad
personal y el surgimiento de normas morales, ideales abstractos e
intereses profesionales, estos tres últimos aspectos
aún inestables e inexactos, mediatizados por la
autovaloración, que depende en determinada medida de las
valoraciones externas.

Por ello los adolescentes tienden a una
valoración estereotipada, tanto personal como de los
otros, marcada por la cambiante inmediatez -en elevación o
disminución exagerada de la autovaloración- ante el
éxito o el fracaso en determinado contexto. Igualmente sus
juicios y opiniones de carácter moral, aunque presentan
relativa estabilidad e independencia de las influencias externas,
aún no se han convertido en convicciones, y los ideales se
convierten en criterio de valoración de las conductas
propia y de los otros.

Los avances en el desarrollo de la personalidad en la
juventud se producen en consonancia con la principal tarea de esa
etapa: la de autodeterminarse en las diversas esferas de la vida,
que se apoya en la estructuración del sentido de la vida y
de la concepción del mundo, que constituyen neoformaciones
psicológicas complejas de la personalidad en la
juventud.

En esta etapa la autovaloración resulta
más flexible y estructurada que en la adolescencia,
ganando en estabilidad y objetividad, lo cual sirve de apoyo a la
elaboración del proyecto de vida. El ideal de la juventud
presenta un carácter generalizado y con alto nivel de
elaboración, se asume críticamente y coincide con
la proyección futura.

Estudios referentes al desarrollo de los proyectos
futuros en jóvenes cubanos (L. Domínguez y L.
Ibarra. 2003) revelaron que los objetivos, aspiraciones y metas
que integran las principales proyecciones futuras de estos se
asocian a esferas tales como: la profesión, el estudio, el
trabajo, la familia, la realización personal, el empleo
del tiempo libre, y la búsqueda de alternativas que
permitan la satisfacción de necesidades
materiales.

La existencia de coherencia entre los contenidos
autovalorativos y su expresión comportamental, así
como la relativa estabilidad de esta formación
psicológica, va a permitir que en la realización de
evaluaciones acerca de la autovaloración del individuo,
haya mayor certeza y claridad en los resultados, a la vez, que
sea posible modificarla, producto de la flexibilidad que
manifiesta esta categoría, cuya evolución
está matizada además por la elaboración de
la concepción del mundo, los ideales y el sentido de la
vida.

La concepción del mundo es definida como la
representación generalizada y sistematizada de la realidad
en su conjunto, de las leyes que rigen su devenir y de las
exigencias que plantea el medio social a la actuación del
joven (Domínguez, L. 2007: 128). En el joven homosexual
con VIH, la concepción del mundo está permeada
particularmente por la representación social del
homosexualismo y del sida, lo que este interioriza e integra a su
propia concepción del mundo, convirtiéndose en
elemento regulador y orientador de los motivos significativos
para el sujeto. De igual manera, la construcción del ideal
en este joven está sustentada por su concepción del
mundo.

Según González Rey (González Rey y
cols, 1982: 44) la autovaloración y los ideales se
expresan en aquellos motivos que tienen mayor peso en la
orientación de la personalidad, de modo que definen la
orientación consciente del sujeto hacia la realidad. Las
direcciones principales hacia las cuales se orienta la
personalidad de los jóvenes homosexuales con VIH quedan
expresadas en las tendencias orientadoras, las cuales van a
conformar su sentido de la vida.

La elaboración del sentido de la vida en ellos
posee toda una serie de desafíos que pueden frustrar el
desempeño de determinadas aspiraciones y que sin embargo,
pueden alentarlo a encontrar nuevas vías que garanticen la
satisfacción de sus necesidades de manera creativa, tal es
el caso de la incorporación a actividades relacionadas con
la prevención del VIH y contra la homofobia. Otros motivos
ponderados son el fortalecimiento de las relaciones familiares,
del círculo de amistades y la superación
profesional.

Todo ello girando en torno a la búsqueda del
sentido de la propia existencia y la elección del futuro
lugar a ocupar en el entramado social. Por tal razón se
precisa determinar los aspectos fundamentales para el estudio y
comprensión de la autovaloración.

Aspectos
esenciales para el estudio y comprensión de la
autovaloración

El desarrollo de la personalidad es dinámico, en
creciente complejidad, como compleja es la realidad interactiva
en la cual el sujeto se inserta. Con el surgimiento de la
concepción científica y moral del mundo, a partir
de la edad juvenil la personalidad del individuo suele tomar el
protagonismo de la autorregulación comportamental,
dependiendo cada vez menos del criterio exterior en la
determinación de la conducta.

Esta regulación consciente, como criterio de
madurez de la personalidad, representa un nivel funcional
superior de su desarrollo, teniendo como base la
autovaloración, debido a lo cual, en dependencia de la
valoración que se tenga sobre las posibilidades y
características personológicas, el sujeto se
establecerá objetivos y aspiraciones en correspondencia
con sus ideales y necesidades principales para dirigir de manera
consciente su conducta y actividad.

La categoría autovaloración ha sido
catalogada como la dimensión valorativa dinámica de
la autoconciencia, entendida esta última como la
función general exclusiva del ser humano de reflejar
conscientemente no solo el mundo exterior, sino también
sus estados y vivencias internas, propiedades psíquicas y
cualidades personales.

González Rey conceptualiza la
autovaloración como "subsistema de la personalidad que
incluye un conjunto de necesidades y motivos, junto con sus
diversas formas de manifestación consciente,
expresándose en un concepto preciso y generalizado del
sujeto sobre sí mismo que integra un conjunto de
cualidades, capacidades, intereses"(11)

Este concepto considera la autovaloración como
una formación de la personalidad, en la que se expresan
otras formaciones de menor nivel integrativo implicados en los
procesos de regulación y autorregulación del
comportamiento a partir de la forma en que el individuo se
autovalora.

Este autor considera que la autovaloración del
sujeto, además de ser un componente esencial de la
regulación motivacional del hombre que le permite ajustar
sus aspiraciones a sus posibilidades reales, va a matizar siempre
la expresión de uno y otro estado psíquico en el
transcurso de una actividad. Aquí se realiza una
valoración del individuo, de sus cualidades, intereses,
capacidades, valores físicos, etc; no es una simple
valoración intelectual de la auto-observación sino
una compleja elaboración en que se expresan de forma
activa los principales intereses y motivos de la personalidad. La
autovaloración posee un carácter actual y su
análisis no debe realizarse de forma lineal, por tanto se
trata de una configuración compleja.

El carácter dinámico de la
autovaloración se manifiesta de manera concreta cuando el
sujeto se plantea determinados objetivos conscientes, a lo que
compromete sus motivos más significativos, analiza
cuáles son sus posibilidades para alcanzar estos objetivos
y cuáles son los aspectos de su personalidad que debe
formar o desarrollar para este fin. Estos son precisamente los
contenidos de su autovaloración, los que están
comprometidos con las motivaciones de autoafirmación y
autoestimación, por su relación directa con el
éxito o fracaso del sujeto en actividades muy
significativas para su personalidad, determinadas por los motivos
esenciales de este.

Con relación a los indicadores para su estudio,
el autor propone valorar: la riqueza de contenidos (esferas de
significación para el sujeto), flexibilidad
(asimilación de elementos disonantes y análisis de
resultados no acordes al esquema autovalorativo) e integridad
(tendencia a mantener la estabilidad de la autovaloración)
(12).

La autovaloración puede ser adecuada e inadecuada
(por exceso o por defecto) y tener distintos niveles de
estabilidad y madurez (con diferentes tipos de relación
entre sí). Estos aspectos pueden facilitar o entorpecer,
en el sujeto, la atención a su mundo interno, y lograr un
mejor conocimiento y valoración de sí mismo.
González Rey señala que la autovaloración
adecuada refleja riqueza de contenidos, flexibilidad e
integridad.

Cuando este autor se refiere a la riqueza de contenidos,
declara que está relacionado con la variedad de motivos
jerarquizados por el sujeto y que orientan su personalidad. La
autovaloración flexible denota la posibilidad del
individuo de aceptar fracasos y de ser receptivo ante juicios que
se contrapongan con sus criterios valorativos. La integridad se
refiere al carácter estable de la autovaloración
del sujeto, a pesar de no obtener los resultados que esperaba en
su vida y no cumplir con sus expectativas. Para definir la
adecuación o no de la autovaloración es necesario
tener en cuenta el ajuste de los elementos cognoscitivos con la
realidad, así como los elementos afectivos y valorativos
que explican el contenido de la autovaloración.

La autovaloración inadecuada por defecto
caracteriza a individuos con poca tolerancia al error, anticipan
el fracaso y muestran rasgos de inseguridad en su conducta,
pudiendo presentar fuerte tendencia al aislamiento y dificultades
en las relaciones sociales. Mientras que la autovaloración
inadecuada por exceso se centra en una constante elevación
de las capacidades del individuo, valoración poco
crítica, lo que conduce generalmente a la autosuficiencia
y la agresividad. Ambos tipos de autovaloración se
consideran distorsiones del autoconocimiento y autoestima del
sujeto. Como sistema regulador constante de la actividad del
hombre y eje central de todo proceso de autorregulación, a
la autovaloración se le atribuyen tres funciones:
subjetivo-valorativa, autorreguladora y autoeducativa.

La función subjetivo-valorativa de la
autovaloración radica en que las características de
la vida psíquica que forman parte de la autoconciencia, se
convierten en experiencia interna valorada, adquiriendo sentido
positivo o negativo, sirviendo de base a la otra función,
la de regulación interna de la conducta y la actividad.
Esta función se orienta en la intervención de la
autovaloración como regulador, en tanto actúa como
motivo de la conducta ante las diferentes situaciones que se
presentan en la vida. Han sido tomados como criterios
autovalorativos de esta función la relación entre:
el éxito y el fracaso, en la toma de decisiones en
situaciones de conflicto, el enjuiciamiento de la conducta ajena,
la atribución causal de los errores cometidos, entre otros
(13).

La función autoeducativa constituye el momento
superior de la función reguladora, implicando la
posibilidad del sujeto de orientarse hacia objetivos
conscientemente establecidos, por lo que se comprueba si existe
una autovaloración adecuada y estructurada, para entonces
valorar las propias acciones y a sí mismo.

En la medida en que el individuo se desarrolla como
personalidad, se manifiestan estas acciones de forma conjunta. En
la etapa juvenil, el sujeto es capaz de lograr coherencia entre
sus cualidades y la regulación de su comportamiento, y en
la medida en que este sea capaz de plantearse objetivos
conscientes, acordes a sus posibilidades reales,
manifestará mayor autovaloración y se
expresarán las tres funciones de esta.

Referencias
bibliográficas

1- Colectivo de autores: Aspectos metodológicos
para la prevención de las ITS y el VIH, p 10, editorial
Lazo Adentro, Ciudad de La Habana, 2007

2- Colectivo de autores: Consejería en ITS y
VIH/SIDA. Información básica pp 30-33.

3- Colectivo de autores: Manual Práctico
Metodológico. Trabajo Multisectorial en VIH/SIDA p
64.

4- Revista Juventud Técnica no. 347. Marzo-Abril
2009. "¿Sano o insano?". p 18-19

5- Colectivo de autores: Aspectos metodológicos
para la prevención de las ITS y el VIH, p 10.

6- Colectivo de autores: Consejería en ITS y
VIH/sida. Información básica, pp 21-24.

7- Colectivo de autores. Consejería en ITS y
VIH/sida. Información básica p. 62

8- Colectivo de autores (2006) Información
básica sobre la atención integral a personas
viviendo con VIH/sida, p 163

9- Guerrero Borrego, N y García Moreira, O (2004)
SIDA desde los afectos. Una invitación a la
reflexión, p 35

10- Bozhovich, L.I. Estudio de las motivaciones de la
conducta de los niños y adolescentes, p 12

11- González Rey, F. cit. en Fernández
Rius, L. Pensando en la personalidad, p 389

12- Idem

13- Colectivo de autores: Algunas cuestiones
teóricas y metodológicas sobre el estudio de la
personalidad, p 87

Bibliografía:

  • 1- Albear de la Torre, O y Lugo Guerra, I:
    Conviviendo con VIH, Centro Nacional de Prevención
    ITS/VIH/SIDA, La Habana, 2004.

  • 2- Alonso Álvarez, A (compilador):
    Estudio de Casa. Selección de Lecturas, Editorial
    Félix Varela, La Habana, 2006.

  • 3- Bozhovich, L.I: La personalidad y su
    formación en la edad infantil., Editorial Pueblo y
    Educación, La Habana, 1987.

  • 4- Bozhovich, L.I: Estudio de las motivaciones
    de la conducta de los niños y adolescentes, Editorial
    Pueblo y Educación, La Habana, 1971.

  • 5- Colectivo de autores: Algunas cuestiones
    teóricas y metodológicas sobre el estudio de la
    personalidad, Editorial Pueblo y Educación, La Habana,
    1982.

  • 6- Colectivo de autores: Aspectos
    metodológicos para la prevención de las ITS y
    el VIH, Editorial Lazo Adentro, Ciudad de La Habana,
    2007.

  • 7- Colectivo de autores: Consejería en
    ITS y VIH/SIDA. Información Básica. Ministerio
    de Salud Pública, La Habana 2004.

  • 8- Colectivo de autores: Equipos de Ayuda Mutua
    para las PVVIH. Manual para el facilitador, Centro Nacional
    de Prevención de ITS/VIH/SIDA, La Habana,
    2006.

  • 9- Colectivo de autores: Información
    Básica sobre la Atención Integral a PVVIH/SIDA,
    Centro Nacional de Prevención de ITS/VIH/SIDA, La
    Habana, 2006.

  • 10- Colectivo de autores: Manual
    Práctico Metodológico para el Trabajo
    Multisectorial en VIH/SIDA, Ministerio de Salud
    Pública, La Habana, 2006.

  • 11-  Colectivo de autores: Metodología
    de la investigación cualitativa, Editorial
    Félix Varela, La Habana, 2004.

  • 12-  Colectivo de autores: Pensando en la
    personalidad, Editorial Félix Varela, La Habana,
    2003.

  • 13-  Colectivo de autores:
    Psicodiagnóstico. Selección de lecturas,
    Editorial Félix Varela, La Habana, 2003.

  • 14-  Colectivo de autores: Psicología
    del desarrollo del Escolar. Selección de lecturas,
    Tomo I, Editorial Félix Varela, La Habana,
    2006.

  • 15-  Colectivo de autores: Viviendo con VIH.
    Manual para laS PVVIH/SIDA en Cuba, Centro Nacional de
    Prevención ITS/VIH/SIDA, La Habana, 2004.

  • 16-  Domínguez García, L.:
    Psicología del desarrollo. Problemas, principios y
    categorías, Editorial Félix Varela, La Habana,
    2007.

  • 17- González Rey, F.:
    Epistemología cualitativa y subjetividad, Editorial
    Pueblo y Educación, La Habana, 1987.

  • 18-  González Rey, F y Mitjans
    Martínez, A.: La personalidad, su educación y
    desarrollo, Editorial Pueblo y Educación, La Habana,
    1989.

  • 19-  González Rey, F: Personalidad, modo
    de vida y salud, Editorial Félix Varela, La Habana,
    1994.

  • 20-  Guerrero Borrego, N. y García
    Moreira, O.C: SIDA desde los afectos. Una invitación a
    la reflexión, Molinos Trade, 2004.

  • 21- http.//ie.
    search.msn.com/es/srchasst/srchasst.html

  • 22- http.//www.insp.mx/salud/index.html

  • 23- Leontiev,A.N..La actividad en la
    psicología, Editorial de Libros para la
    Educacion,1979.

  • 24- Olovarría, J y Valdés, T: Los
    estudios sobre masculinidad en América Latina.
    Cuestiones en torno a la agenda internacional, FLASCO, Chile,
    presentación 2002.

  • 25-  Pérez, F. y Pérez, S.:
    Actualización comunicacional relacionada con el VIH,
    Centro Nacional de Prevención de las ITS-VIH/SIDA, La
    Habana 2008.

  • 26-  Revista Juventud Técnica no. 347,
    Casa Editora Abril, Marzo-Abril, 2009, 16-23.

  • 27-  Revista Lazo Adentro no.1, año 2,
    Ciudad de La Habana, 2009

  • 28- Revista Mujeres no.4, Ciudad de La Habana,
    2004, 82-83

  • 29-  Revista Somos Jóvenes no. 290, Casa
    Editora Abril, Mayo 2009, 34-37.

  • 30-  Roca Perrara, M. A.: Psicología
    Clínica. Una visión general, Editorial
    Félix Varela, La Habana, 2002.

  • 31-  Vigotski,L.S.: Selección de
    lecturas de Psicología del Desarrollo, Editorial
    Félix Varela, La Habana, 2001.

  • 32-  Williams, V.A.: Autovaloración y
    estilos de afrontamiento en pacientes con cáncer de
    mama. Estudio de caso a profundidad. Trabajo de Diploma para
    optar por el título de Licenciado en
    psicología, Universidad de Oriente, Santiago de Cuba,
    2006.

 

 

Autor:

Liannes Martínez
Hau

Licenciado en Psicología (2009,
Universidad de Granma)

Profesor (Universidad de Granma)

Leonel Céspedes
Tamayo

Licenciado en Psicología (2005,
Universidad de Oriente)

Lugar de nacimiento: Bayamo, Granma. Cuba.
(1981)

Profesor (Universidad de Granma). 5
años de experiencia.

Categoría docente: Profesor
asistente.

Cuba, ciudad Bayamo. 31 de mayo de
2010.

Partes: 1, 2
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter