Y creía que iba a civilizarme; pero era duro
vivir dentro de la casa todo el tiempo, considerando lo aburrida,
normal y decente que era la viuda en todas sus costumbres, y
así, cuando yo no podía aguantarlo más, me
escapé. Me metí otra vez en mis trapos viejos y
volví a dormir en mi barril de caña, y estuve libre
y satisfecho.
Con estas reflexiones comienza Huckleberry Finn su
aventura por la libertad.
Si preguntamos, qué tienen en común
Huckleberry Finn y la "Fundamentación de la
metafísica de las costumbres" de Kant. Tendríamos
que iniciar respondiendo que no sabemos. Este no saber es el
intento de poder hacer la travesía a través del
viejo y turbio Missisipi, y así mirar hacia los campos de
Missouri para ver si allí la voluntad del viejo
Huckleberry Finn se ha manifestado como una voluntad
ética, si ésta se ha visto a sí misma como
agente de su propia libertad.
Tenemos que observar si el estado de libertad que
Huckleberry Finn reclama para sí es una libertad asocial,
que quiere estar al margen, fuera del compromiso con el resto de
los hombres; ésta es una libertad holgazana, sin
responsabilidad para con los otros.
Aunque este estado de libertad necesita del común
intercambio para que se pueda manifestar. La libertad sin ley
necesita de la libertad que posee la ley, para que ambas puedan
mostrarse como manifestaciones del hombre social. La libertad
impulsiva, sensible, extraña el compromiso social, se
margina asimismo al ponerse apartada con indiferencia ante y para
con el mundo que la rodea.
Huck Finn, personaje que encarna lo pedestre, cercano al
instinto natural e incapaz de estar preparado para los sucesos
que en él ocurren, mira al mundo de forma desnuda. Para
él mundo no posee oropeles, sólo es la inmediatez,
el diario vivir; la ausencia de conceptos elaborados por la
razón pura. Él nace en el amanecer y perece al
anochecer, no propone conceptos éticos ni religiosos,
está sólo ante la vida, los acontecimientos; es una
formal moral práctica, que camina huérfano a
través de la existencia. La moral de Huck sólo es
determinada por el hacer, por lo que le gusta hacer, por lo que
puede obtener al hacer algo.
Poco después tuve ganas de fumar y pedí a
la viuda que me dejara hacerlo. Pero me lo negó. Dijo que
era una costumbre baja y que no era limpia, y que yo debía
tratar de no hacerlo más. Ya ves como son algunas
personas. Se ponen en contra de una cosa cuando no saben nada de
ella. Aquí tenías a la viuda, preocupándose
de Moisés, que ni era pariente suyo, ni servía para
nada a nadie, porque estaba muerto, entiendes; mientras ella me
estaba echando a mí una culpa enorme por hacer una cosa de
la que yo sacaba mucho de bueno.
Lo inmediato, el satisfacer el aquí y el ahora,
el goce presente, una ausencia de preocupación por el
mundo determina la vida Huckleberry Finn. La felicidad de Huck es
una felicidad sensual. Por lo que sólo reconoce para su
vida aquello es bueno o malo para su placer inmediato. De
allí que la educación le resulta un estado
calamitoso, de preocupaciones ajenas que no tienen ninguna
incumbencia con su hacer; son vanas alegrías y pesadumbres
ajenas. Es algo que puede asirse con las manos, saborear o mirar.
El mundo Huck Finn es el mundo que roza su piel, no el de las
convenciones, de las costumbres adheridas a los procederes
sociales de convivencia humana.
"Y luego, en vez de irme al bosque cuando me escapara,
navegaría como cincuenta millas río abajo y
acamparía por fin en un solo lugar, y de esa manera no lo
pasaría tan mal cruzando el campo a pie". Esta libertad
asocial es sólo un momento del espíritu. El que el
espíritu no necesita ponerse como objeto para verse a
sí mismo y mirar a los demás.
De esta forma el espíritu reclama para sí
la distinción. No obstante, todavía no es la
determinación que da inicio a la aventura de encontrarse a
sí mismo, sólo es un momento de negación.
Que reclama la pura libertad para sí. Los dones del
espíritu, su talento, temperamento y su felicidad son un
momento negativo. Ya que busca una libertad que se manifiesta
como negadora de lo otro. Esta manifestación hacia la
libertad conduce por un camino empedrado, que el espíritu
ha elegido seguir, camino oculto por la abruma de los
acontecimientos.
La voluntad, el poder decir sí o no a las
circunstancias que nos rodean y con las cuales convivimos en
nuestra cotidianidad, señala sin explicación
racional que esto es bueno, cuando me encuentro con las
determinaciones que imprimen en mi conciencia una forma de ser
que me place. Sin embargo, ante este modo de ser siempre estamos
ante la disyuntiva de aceptarlo o no.
La voluntad de Huck Finn se mueve por el querer que
quiere ser. Este modo natural de vagabundear, en el cual no tiene
ataduras, refleja una manera indeterminada de comportamiento.
Modo de proceder que quiere anular el mundo, la negación
de las determinaciones. No obstante, esto sólo es un
deseo, porque el mundo sigue estando ahí.
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