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La bioética (página 2)




Enviado por Efrain Calderon



Partes: 1, 2

Origen de la
Bioética

El nacimiento de la bioética se le debe a Van
Rensselaer Potter, un bioquímico norteamericano
investigador de cáncer, quien en 1.971 escribió su
libro "Un Puente Hacia el Futuro", como un
intento de integrar las ciencias biológicas con las
ciencias humanas, específicamente con la ética, o
sea con el conocimiento de los valores humanos, para tratar de
contrarrestar el marcado desfase que se ha dado en el desarrollo
del hombre entre su esfera intelectual y espiritual.
Posteriormente, en 1.988, escribió su segunda obra
"Ética Global" y en 1.998 su tercer
libro "Ética Profunda", desencadenando
un movimiento mundial que ha tenido tan profundas repercusiones
entre los filósofos y demás expertos que hoy
día se considera a la bioética como la ética
del siglo XXI. Más aún, numerosos expertos
coinciden en que si la bioética fracasa en su
propósito simplemente no habrá futuro para la
humanidad.

Por lo tanto a la bioética se le podría
definir como una reflexión ética sobre la vida,
considerando ésta no solamente en el hombre sino en la
totalidad de la Creación, así como también
sobre el entorno que la sustenta, o sea el medio
ambiente.

En sus primeros años predominó una
orientación hacia la problemática inherente a la
práctica médica, dado que los avances
científicos hacían surgir interrogantes cada vez
más inquietantes que no se sabía cómo
resolverlos como, por ejemplo, los siguientes:

¿Es moralmente aceptable la eutanasia? ¿Se
debería permitir la reproducción in
vitro?

¿Debería aceptarse la manipulación
genética? ¿Debería permitirse que un
paciente muera si no tiene ninguna posibilidad de llevar una vida
productiva, y ni siquiera autónoma, teniendo recursos
técnicos para prolongarle la vida? ¿Es moralmente
admisible la experimentación médica en seres
humanos?

Y fue precisamente para darle respuesta a este
último interrogante que el Congreso norteamericano
nombró en 1.974 una Comisión encargada de su
estudio, la conocida Comisión Belmont, la cual en 1.978
rindió su informe considerando que se puede permitir la
experimentación en humanos con fines médicos
siempre y cuando se siga un riguroso protocolo diseñado
para mantener un marco de referencia moral adecuado y evitar
posibles abusos o maltratos con los sujetos de
experimentación. En su documento consigna los siguientes
principios éticos básicos:

  • a) Autonomía.

Es el respeto a las personas e implica reconocer el
derecho que cada cual tiene para decidir por sí mismo,
así como la protección para aquellas personas cuya
autonomía esté disminuida por alguna causa y no
sean capaces de decidir por sí mismas.

  • b) Beneficencia.

Es el compromiso de no causar daño a los
pacientes y, a la vez, procurarles el máximo bienestar
posible.

Posteriormente la bioética amplió su campo
de reflexión hacia la salud en un contexto más
universal como, por ejemplo, cómo afecta la salud de la
humanidad y especialmente de los habitantes del tercer mundo el
desaforado desarrollo económico de los países
industrializados; la consideración de la calidad de vida
en relación con la salud; el impacto del deterioro
ambiental sobre la salud y más recientemente las
implicaciones éticas y morales de los distintos cursos de
acción que puedan seguir los desarrollos
biotecnológicos.

Los expertos señalan como factores precipitantes
para el nacimiento de la bioética los
siguientes:

  • a) Los espectaculares avances de las ciencias
    biológicas.

  • b) Los cambios surgidos en la práctica
    de la medicina, especialmente con la aplicación de
    nuevas tecnologías para prolongar la vida y para
    permitir la supervivencia de recién nacidos con
    deformidades evidentes.

  • c) El abandono de la moral religiosa por
    amplios sectores sociales.

  • d) La destrucción del medio
    ambiente.

Desarrollo de la
Bioética

Dado su inmenso campo de acción, la
Creación entera, ha sido necesario dividirla en
microbioética y macrobioética. La primera estudia
un amplio número de tópicos relacionados con la
salud y el hombre, pero fundamentalmente dentro de la
práctica médica, aunque también incluye los
problemas relacionados con la ingeniería genética,
la sexualidad y la población. La macrobioética, por
su parte, dirige su atención hacia la reflexión de
los problemas éticos de toda la vida en un sentido mucho
más amplio, entre los cuales están los derechos
humanos, los derechos de los animales, la superpoblación,
la destrucción del medio ambiente y los derechos de la
naturaleza.

Y es que una de las mayores preocupaciones de la
bioética es no solamente la reflexión sobre los
problemas que afectan actualmente al hombre sino,
fundamentalmente, cómo pueden afectar nuestros actos a las
generaciones futuras y a la vida en la tierra. Por esta
razón ya son muchas las organizaciones mundiales que
trabajan activamente en este campo de estudio, aparte de los
grupos ecologistas.

Uno de estos problemas es que nadie sabe cuál es
la capacidad de la tierra para sustentar a la población.
Algunos hablan que el límite máximo son 14 mil
millones de habitantes, pero otros sitúan este
límite en 10 mil millones, pasado el cual
sobrevendría el hambre por la imposibilidad de adecuar
nuevas tierras para cultivos. Y si a esto le agregamos la
continua deforestación y la destrucción del medio
ambiente que se observa actualmente, entonces tendremos un
panorama no solamente desesperanzador sino literalmente aterrador
por el acelerado crecimiento de la población
mundial.

Esto ha llevado a muchos expertos a considerar que se
debe pensar en un modelo económico nuevo que permita
"un desarrollo sostenible", lo cual presenta
serias implicaciones porque para lograrlo habría que
frenar drásticamente el crecimiento demográfico, lo
cual es difícil por razones culturales y religiosas,
así como también frenar en seco el modelo
económico de desarrollo ilimitado a expensas de la
destrucción de la naturaleza propio de los países
industrializados, los cuales difícilmente estarán
dispuestos a ceder en este punto. Un solo ejemplo basta: el mayor
contaminador del planeta, los Estados Unidos de América,
reiteradamente se ha negado a firmar los distintos convenios
internacionales que más de un centenar de países,
tanto del norte como del sur, han elaborado para trabajar en la
protección del medio ambiente. Por eso Norteamérica
es una de las pocas naciones que sigue produciendo minas
terrestres antipersonales y fabricando anualmente millones de
toneladas de aerosoles fluorocarbonados que están
destruyendo la capa de ozono de la atmósfera y causando
millones de casos de cáncer de piel.

Este estado de cosas motivó a la ONU a establecer
"Los Derechos Ecológicos" en su
Conferencia de Estocolmo, en 1.972, cuyo primer principio
dice:

"El hombre tiene derecho fundamental a la libertad,
a la igualdad y a condiciones adecuadas de vida en su medio
ambiente de una calidad tal que permita una vida de dignidad y
bienestar".

Y la misma organización mundial creó en el
año 1.983 la Comisión Mundial del Medio Ambiente, a
la cual se le recomendó preparar una Declaración
Universal sobre la protección del medio ambiente y el
desarrollo sostenible, la cual recomendó un nuevo
"derecho fundamental" que es el
siguiente:

"Todos los seres humanos tienen el derecho
fundamental a un medio ambiente adecuado para su salud y
bienestar".

Y como la voracidad de los industriales promotores de la
sociedad de consumo no tiene límites y siempre
están al acecho de cualquier oportunidad para aumentar sus
ganancias, se han presentado intentos por parte de varias
empresas farmacéuticas norteamericanas para
"patentar" el genoma humano y especialmente la
gran riqueza genética de los países del tercer
mundo, incluyendo por supuesto a Colombia. Esto ha motivado una
reacción por parte de varios organismos internacionales
que ven un gran peligro en este tipo de maniobras, por lo cual el
7 de noviembre de 1.997 en la 29 Ava Conferencia General de la
UNESCO, en París, 81 Estados firmaron la
"Declaración Universal sobre el Genoma Humano y
los Derechos del Hombre", la cual se considera como una
prolongación de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos.

Esta declaración designa al Genoma Humano como
"Patrimonio de la Humanidad" y por lo tanto no
patentable por nadie, a la vez que condena la clonación
genética con miras a la reproducción de seres
humanos.

La Salud en la
Bioética

En el año 1.946 la Organización Mundial de
la Salud, OMS, estableció la siguiente definición:
"Salud es un estado de perfecto bienestar físico,
mental y social, y no solo la ausencia de enfermedad", y
se fijó como meta "Salud para todos en el
año 2.000".

Esta definición fue cuestionada por muchos
estudiosos, quienes consideraron utópica esta meta debido
a la imposibilidad de solucionar los agudos problemas sociales
que afectan a la mayor parte del mundo, sin hablar de la
física imposibilidad de brindarles a grandes sectores de
la población ni siquiera la atención básica
primaria en salud. Y como bien sabemos, llegó el
año 2.000 y esta meta no se cumplió.

En los países desarrollados, especialmente en
Norteamérica, el concepto de salud equivale a
"bienestar", y este viene a ser su
máximo referente ético, de tal modo que todo cuanto
lo produzca es bueno mientras que es malo lo contrario. Es la
ética utilitarista clásica.

Para Diego Gracia, uno de los mayores exponentes de la
bioética en España, "La salud es la
capacidad de posesión y apropiación por parte del
hombre de su propio cuerpo. La sanidad es la ciencia del cultivo
de la salud o cultura del cuerpo".

Mientras en la bioética para muchos expertos la
salud es equivalente a calidad de vida sin necesidad de acabar
con el medio ambiente, en el concepto norteamericano el mismo
concepto lleva implícito lo contrario debido a que para
lograrlo son lícitos todos los procedimientos que la
sociedad de consumo pone al alcance de la
población.

Esto lo podemos ver mejor en la siguiente
gráfica:

Monografias.com

Aquí vemos que la sociedad de consumo obtiene
precisamente lo contrario a lo que desea, a la vez que le
ocasiona un daño irreparable a la vida en la tierra, y que
la salud definitivamente está ligada a la calidad de vida.
Y resulta obvio que una mayor calidad de vida viene de un medio
ambiente sano, sostenido con una utilización racional de
los recursos hecha por el hombre con una profunda conciencia
ecológica, que comprenda el valor de la vida en todas sus
manifestaciones y pueda interactuar en forma armónica con
la naturaleza, para mantener un perfecto equilibrio con el
planeta que nos alberga a todos. Esta es la esencia de la
bioética.

Por otra parte hay entre los estudiosos de la
bioética diferencias de criterio para definir lo que
significan la salud y la calidad de vida y no es el
propósito de esta obra señalar todas las opiniones
al respecto. Sin embargo, el autor considera que para comprender
de una manera sencilla estos términos deberíamos
partir del hecho que el hombre es mucho más que un cuerpo
físico y que, por lo tanto, es indispensable tener en
cuenta su estructura integral como ser humano. Esto significa que
el hombre es un conjunto de tres elementos: cuerpo físico,
estructura psicológica o mental y parte emocional o
espiritual, como se explicará en mayor detalle en el
próximo capítulo. A partir de esta
consideración podríamos definir estos
términos así:

  • a) La salud es una óptima calidad de
    vida, obtenida a través del respeto y cuidado
    responsable de todo su ser y de su medio ambiente.

  • b) Calidad de vida es la capacidad de un ser
    vivo para existir cumpliendo su función natural dentro
    de su medio ambiente.

Para sustentar estas definiciones tendríamos que
analizar los siguientes puntos:

  • Si el hombre respeta y cuida su propio cuerpo,
    procurará consumir alimentos sanos y evitar aquellos
    elementos dañinos para su salud como el alcohol, el
    tabaco, las medicinas innecesarias, etc. Igualmente
    procurará cuidar el medio ambiente para disfrutar de
    aire puro, agua limpia y productos agrícolas sin
    contaminantes perjudiciales para su salud.

  • Si respeta su esfera mental procurará no
    albergar pensamientos negativos como son el pesimismo, la
    envidia, los celos, el temor, el orgullo, la codicia, la
    crítica a sus semejantes, etc., así como la
    hipocresía, la agresividad, la intolerancia y otros
    muchos defectos de carácter, porque son condiciones
    que se ha comprobado que causan múltiples trastornos
    en la vida de quienes los mantienen en sus mentes.

  • Y si el hombre respeta a su Ser Espiritual
    evitará mantener emociones destructivas como el odio,
    los resentimientos, los deseos de venganza, la ira, la
    violencia y otras igualmente negativas, porque si las
    mantiene dentro de su Ser estará siempre expuesto a
    sufrir múltiples enfermedades psicosomáticas y
    diferentes tipos de cáncer, por lo tanto su calidad de
    vida será muy pobre.

Esto se explica porque la medicina y la
psicología han comprobado hasta la saciedad que existe una
compleja interrelación entre el cuerpo físico, la
mente y el Ser Espiritual, de tal modo que un trastorno en alguna
de estas estructuras necesariamente afecta a las
demás.

  • Si un ser vivo no cumple la función que la
    naturaleza le ha asignado siempre estará
    "fuera de base" y no podrá nunca sentirse
    feliz. Este es el caso de los animales salvajes encarcelados
    en estrechas jaulas. Si esto le ocurriera al hombre
    podríamos comprender lo que el autor quiere expresar
    en este párrafo.

Pero, por otra parte, el hombre también tiene una
función dentro de la sociedad, solo que por tener la
capacidad de razonar y un libre albedrío para tomar sus
propias decisiones muchas veces no es capaz de identificar su
vocación profesional y termina realizando labores o
trabajos que le resultan tediosos, desagradables en extremo
aunque reciba un gran salario, lo cual le causa gran infelicidad
porque su trabajo no está de acuerdo con sus talentos y
capacidades que pugnan por manifestarse en el mundo desde su
propio Ser Interno.

Esto nos prueba que sin importar cuánto dinero y
fama pueda obtener un hombre con su profesión, él
nunca será feliz ni se sentirá bien ni un solo
día de su vida si su trabajo no está de acuerdo con
la vivencia de su Ser Espiritual.

Y si esta situación se mantiene en el tiempo
él nunca podrá ser feliz. Y si nunca puede sentirse
feliz su calidad de vida será muy pobre, siempre se
sentirá agotado al final del día, con altos niveles
de estrés, lo cual repercutirá tarde o temprano
sobre su salud, tanto física como mental.

Ocurre lo contrario con una persona que trabaja
desempeñando una labor que está totalmente en
consonancia con sus talentos y anhelos de su Ser Interno. Sin
importar si se trata de un trabajo humilde o altamente
calificado, esta persona siempre se sentirá completamente
feliz realizándolo, sin sentir apenas algún
cansancio y nunca estará pendiente del reloj para ver
cuándo termina su jornada laboral. A esta clase de
personas lo que menos les interesa es el tiempo, porque sienten
tanto placer con sus trabajos que usualmente laboran muchas horas
más de lo acostumbrado, solo por sentir el enorme placer
que sus trabajos les dan.

Por esto siempre están sonriendo, porque se
sienten felices, plenamente realizados como seres humanos y no se
cambiarían por nadie aunque les ofrecieran mucho
más dinero del que ganan con sus actividades. Es
indudable, por lo tanto, que esta clase de personas disfrutan de
una alta calidad de vida.

Y ahora pensemos que tan satisfactoria podrá ser
la vida de una persona cuadripléjica inmovilizada en una
silla de ruedas por causa de algún accidente, estando por
lo tanto imposibilitada para cumplir su misión en la vida
y teniendo que depender totalmente de otros para satisfacer hasta
sus necesidades más básicas como ser
humano.

Sin duda alguna la calidad de vida de esta persona tiene
que ser muy pobre, no solamente por su condición
física tan limitada sino por la imposibilidad de sentirse
útil y no poder ni siquiera movilizarse a
voluntad.

Esta es una visión general de la bioética,
de la ética del nuevo siglo. A nosotros nos corresponde
adoptarla si queremos tener una alta calidad de vida o, lo que es
más preocupante, si queremos dejarles a las futuras
generaciones por lo menos algunos pocos de los abundantes
recursos con que nos ha bendecido la naturaleza para que el
hombre tenga alguna oportunidad de sobrevivir como especie, o si
vamos a ser tan insensatos como para suicidarnos como especie
acabando precisamente con las fuentes de nuestro sustento. La
decisión es nuestra… porque puede que las
próximas generaciones no tengan oportunidad de
elegir.

Fuente: fragmento tomado del libro
"Ética y Valores para Reconstruir a Colombia", del mismo
autor.

Cordialmente

Efraín Calderón
Ramírez  MD
Conferencista en Desarrollo
Humano

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Colombia"

E-mail:ecr1975@yahoo.com

 

 

Autor:

Efraín Calderón
Ramírez MD

Partes: 1, 2
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