Breve reflexión sobre la vida y la muerte –
Monografias.com
"No hay más cera que la que
arde"
(Refrán popular)
La primera reflexión que se me
ocurre sobre la vida y la muerte, y que me parece desconcertante,
es que sabemos ciertamente cuándo morimos, pero no desde
cuándo vivimos, pues es evidente que vivimos en potencia
desde el origen mismo de la vida. Nuestro vivir en particular es
una circunstancia temporal, una oportunidad de participar de la
vida como individualidad, pero la vida nos viene dada ya desde su
comienzo. Y no sólo eso sino que la vida en realidad no es
algo que transcurra en el tiempo, es decir, no se "es vivo", sino
que se "está vivo". De manera que la vida carece de
movimiento y es todo lo que está vivo. Lo mismo podemos
decir de la muerte, pues tampoco se "es muerto", sino que se
"está muerto", de manera que también la muerte es
todo lo que está muerto y también carece de
movimiento.
Por otro lado sabemos que lo
antagónico de morir es vivir, pero en tanto que ambas
ideas carecen de acción, para estar en la vida es
necesario nacer, de la misma manera que para estar en la muerte
es necesario fallecer, pero todavía nuestro origen
individual no proviene del nacimiento, sino de la
gestación, y la muerte no finaliza con el fallecimiento
sino con la expiración, pues ambos sucesos transcurren en
un instante: la gestación y la expiración, pero la
vida no comienza con la gestación, ni la muerte con la
expiración. De hecho podríamos decir que la vida
está constantemente renaciendo, y que la muerte
está constantemente desfalleciendo.
De manera que es el nacer y el fallecer lo
que nos pone en la vida o en la muerte, pero ambas son
situaciones de estado, o estados mismos: el estar vivo y el estar
muerto.
Lo común de estos dos estados es que
ambos no transcurren en el tiempo, sino que el tiempo transcurre
en las cosas que están vivas, o necesariamente en las que
están muertas. Por tanto lo que transcurre en el tiempo
son las cosas, vivas o muertas, pero no la vida o la muerte en
sí mismas.
Si nos atenemos a la teoría
física generalmente aceptada, la vida es la consecuencia
de la interacción de ciertas sustancias químicas,
genoma mínimo, en el momento en que las condiciones
ambientales son favorables, probablemente con la
condensación del vapor de agua.
No es necesario exponer aquí todas
las teorías e hipótesis sobre el origen de la vida
y sus experimentos actuales para establecer ciertas
peculiaridades de la materia orgánica que pueden darnos
una pista sobre su origen y su posterior desarrollo.
La peculiaridad fundamental de las cosas
vivas es su capacidad para mantener su unidad espacio-temporal,
individualidad, mientras que las cosas muertas no tienen esta
capacidad y se desintegran. Un árbol vivo mantiene su
forma como una unidad espacio-temporal individual que le
distinguen de los demás árboles, pero una vez que
se seca y muere, pierde esa capacidad y termina desintegrando su
forma de ser para carecer de forma propia o individual. Un simple
mosquito es también una unidad espacio-temporal
perfectamente individual, pero una vez muerto pierde esa cualidad
y su masa se transforma, integrándose en el resto de la
materia inerte, cuya forma ya no es individual, sino general. Por
tanto la vida tiene algo que "une" las cosas en sí mismas
con esta cualidad, en tanto que la muerte carece de ese "algo", y
las cosas muertas tienden a perder su forma individual para
adquirir la forma general del medio donde se
transforman.
Esto quiere decir que una primera pista
sobre el origen de la vida la tendríamos si descubrimos la
identidad de ese "algo", que fue capaz de obrar el prodigio de
que una primera molécula orgánica fuera capaz de
mantener su individualidad, adquiriendo, además, la
capacidad de alimentarse y reproducirse; "algo" que no puede
estar en las cosas muertas. Este descubrimiento nos
permitiría, a su vez, encontrar la diferencia fundamental
entre las cosas vivas y las muertas para saber qué hay en
las vivas qué deja de haber en las muertas.
En cuanto a la estructura atómica de
la materia es similar en ambos casos, la viva y la muerta, y
contienen una cierta cantidad de energía en reposo capaz
de mantener su consistencia. Por tanto, esta energía
"presa" en la materia, tanto orgánica como
inorgánica, no tiene relación directa con la vida,
pero constituye el soporte mismo de las cosas vivas y
muertas.
Lo que buscamos es aquello que mantenga
unida la materia de un compuesto orgánico, permitiendo que
se "fusione" con elementos extraños, pero de acuerdo a un
cierto plan establecido para mantener su unidad en el espacio y
en el tiempo. Esta cualidad en realidad no es ningún
misterio, pues ya sabemos que en un momento dado de la historia
de nuestro planeta, la evolución de ciertos compuestos
químicos llegó a crear la "partes vitales de un
mecanismo", los aminoácidos, pero le faltaba lo
fundamental, la energía para ponerlo en marcha, y esa
energía estaba allí mismo, en una densa
atmósfera cargada de electricidad y en forma de
radiaciones electromagnéticas transmitidas por
fotones.
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