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Corrientes literarias




Enviado por Maikol Chocho



Partes: 1, 2, 3

  1. Introducción
  2. Renacimiento
  3. Manierismo
  4. Barroco
  5. Siglo
    XVIII
  6. Romanticismo
  7. Realismo
  8. Naturalismo
  9. Conclusión
  10. Anexo
  11. Bibliografía

Introducción

Para lograr aumentar nuestros conocimientos acerca de un
determinado autor u obra, es importante también
adentrarnos a conocer su época, tanto histórica
como literaria: conocer (aunque sea brevemente) sus
características y como afectaron al artista. Es con este
fin que realizamos el presente trabajo, en donde recorreremos las
principales corrientes literarias que se han sucedido en el
tiempo desde el renacimiento hasta comienzos del siglo
XX.

Guiados e iluminados por críticos y estudiosos de
la historia y la literatura ingresaremos primeramente al
análisis histórico para luego esbozar lo mas
ordenadamente posible las características y principales
exponentes que han ido desarrollando sus obras, tratando de
relacionar la época literaria con su forma de
escribir.

Por razones de tiempo y espacio no ingresaremos en
discusiones concernientes a la periodización literaria,
sino que partiremos de las épocas tal como las han
delimitado los principales y abordaremos su
comentario.

He centrado mi foco de estudio en la época
renacentista, ya que la considero fundamental para entrar en el
estudio y aprendizaje de las siguientes.

Nos situaremos geográficamente en diversos
países Europa, centrándonos mayormente en
España.

En el anexo presentaremos un breve estudio del escritor
español Benito Pérez Galdós relacionando la
época literaria en la que vivió (el realismo) con
las principales características que demuestra su
historia.

Desarrollo:

Corrientes literarias

Renacimiento

Con la venida del Renacimiento se realiza un cambio
sólo en el sentido de que el simbolismo metafísico
se debilita y el propósito del artista se reduce de manera
cada vez más resuelta y consciente a la
representación del mundo sensible. A medida que la
sociedad y la economía se liberan de las cadenas de la
doctrina de la Iglesia, el arte se vuelve también con
rapidez progresiva hacia la realidad. Pero el naturalismo no es
una novedad del Renacimiento, como no lo es tampoco la
economía de lucro.

El individualismo del Renacimiento fue nuevo solamente
como programa consciente, como instrumento de lucha y como grito
de guerra, pero no como fenómeno.

El rasgo más característico del arte del
"Quattrocento" es la libertad y la ligereza de la técnica
expresiva, tan original respecto a la Edad Media como al norte de
Europa, y con ellas la gracia y la elegancia, el relieve
estatuario y la línea amplia e impetuosa de sus formas.
Todo en este arte es claro y sereno, rítmico y melodioso.
La rígida y mesurada solemnidad del arte medieval
desaparece y cede el lugar a un lenguaje formal, alegre, claro y
bien articulado, en comparación con el cual incluso el
arte franco-borgoñón contemporáneo parece
tener un tono fundamentalmente hosco, un lujo bárbaro y
una forma caprichosa y recargada.

El "Quattrocento" anticipa, a pesar de la existencia de
durezas ocasionales y de una dispersión frecuentemente no
superada, los principios estilísticos del Renacimiento
pleno. Es precisamente esta inmanencia de la "clásico" en
lo preclásico la que distingue del modo más claro
las creaciones de los primeros tiempos del Renacimiento italiano,
frente al arte de la Baja Edad Media y el arte
contemporáneo del norte de Europa. Lo esencial en esta
concepción artística es el principio de la unidad y
la fuerza del efecto total, o, al menos, la tendencia a la unidad
y la aspiración a despertar una impresión unitaria,
aun con toda la plenitud de detalles y colores. Al lado de las
creaciones artísticas de la Baja Edad Media, una obra de
arte del Renacimiento da siempre la impresión de enteriza.
En ella existe un rasgo de continuidad en todo el conjunto, y la
representación, por rico que sea su contenido, parece
fundamentalmente simple y homogénea.

El arte del Renacimiento no detiene al espectador ante
ningún detalle, no le consiente separar del conjunto de la
representación ninguno de los elementos, sino que le
obliga más bien a abarcar simultáneamente todas las
partes.

La Edad Media, que concebía el espacio como algo
compuesto y que se podía descomponer en sus elementos
integrantes, no sólo colocaba las diversas escenas de un
drama una a continuación de otra, sino que permitía
a los actores permanecer en escena durante toda la
representación escénica, esto es, incluso cuando no
participaban en la acción. Semejante división de la
atención es imposible para el Renacimiento. Para la nueva
estética la obra de arte constituye una unidad
indivisible.

Partes: 1, 2, 3

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