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La cultura colombiana (página 2)



Partes: 1, 2

La cultura como resultado del proceso histórico
del trabajo lleva a considerar que el hombre al producir su vida
a través del desarrollo del trabajo ha logrado superar las
determinaciones o limitaciones de carácter natural y
avanzar hacia formas de existencia diferentes como lo son su
existencia social, histórica y racional. Así pues,
el hombre no es solo un ser natural, es además un "ser
cultural", un "ser humano". el hombre a diferencia del animal va
asegurando su intercambio con la naturaleza a través de su
propia actividad; deja de ser pasivo en la dinámica del
desarrollo de la naturaleza y se constituye, por medio del
desarrollo del trabajo, en activo, ya que "asegura" su existencia
mediante su propia actividad vital.

Según Bartra (s.f:50), "como resultado del
proceso histórico del trabajo la cultura puede ser
entendida como: El conjunto articulado y acumulado de partes de
la naturaleza que rodea al hombre y que éste como ser
social ha transformado a lo largo de su desarrollo
histórico".

Evidentemente, la cultura no puede ser entendida sin la
comprensión de la estructura socioeconómica; ambas
forman una unidad. La cultura es el resultado de la
interacción entre los hombres y la naturaleza exterior;
interacción que produce la constelación cultural de
una sociedad dada y cuyo contenido no es otra cosa que la
estructura social y económica. La dialéctica de los
conceptos de cultura y sociedad expresa una relación entre
forma y contenido de los fenómenos humanos. La cultura es
el conjunto de los productos de la actividad social del hombre
(desde alimentos e instrumentos, hasta piezas de arte y obras
filosóficas) que demuestran la especificidad de un grupo
humano; la estructura social y económica es la base y el
modo como se produce la cultura.

La cultura, por tanto, no es un sinónimo de
superestructura, pues abarca también las peculiaridades de
los medios de producción; es claro que si la estructura
social es la transformación de la naturaleza humana y la
cultura la transformación del ambiente realizada por el
hombre, entonces ambos conceptos resultan inseparables pues no se
podrá entender cómo el hombre se modifica a
sí mismo sin analizar cómo modifica al medio que le
rodea. Por esto no tiene sentido separar a las ciencias de la
cultura (antropología) de las ciencias de la sociedad
(sociología, economía).

La cultura como hecho social no aparece en el
vacío ni es creada por individuos aislados. La cultura es
el resultado de la interacción que se produce entre los
miembros de los diversos grupos sociales. Los seres humanos
aprenden formas de comportamiento y modos de pensar de sus padres
y de los restantes miembros de la sociedad en la que viven, lo
que hace posibles que puedan participar de la vida social de
acuerdo con pautas compartidas por el conjunto del
grupo.

Los seres humanos son animales sociales. Desde los
primeros momentos de la evolución humana, la supervivencia
de la especie ha sido una empresa colectiva. Incluso los hombres
que han elegido vivir en aislamiento no escapan a este rasgo
determinante ya que sus modos de pensar, sus conocimientos o sus
creencias están condicionados por otros hombres. La
cultura es un esfuerzo colectivo y se comparte
socialmente.

Se entiende que son miembros de una sociedad aquellos
que comparten las mismas percepciones culturales y similares
modos de comportamiento. En este sentido, el concepto de sociedad
hace referencia a modos de comportamiento específicos de
los miembros de un determinado grupo humano. Los seres humanos
desarrollan atributos culturales comunes mediante las
experiencias compartidas con los restantes miembros de su
sociedad.

Sin la existencia de la sociedad resultaría
imposible la aparición de la cultura dado que no
tendría lugar la interacción que hace posible que
las personas compartan conocimientos, valores y creencias. Por
otra parte, las sociedades humanas dependen de la cultura y
resulta imposible concebir una sin la otra. La ausencia de la
cultura haría prácticamente imposible que los seres
humanos comprendieran los comportamientos de sus
congéneres. Además, es a través de su
dimensión cultural que las sociedades humanas han
alcanzado los niveles de complejidad y flexibilidad que las
caracterizan.

Por ello la producción cultural es un aspecto
fundamental de la interacción entre los seres humanos, la
cual no se produce por un interés particular en la
creación de culturas. La principal razón para el
surgimiento de los grupos humanos y sus formas de
organización es la creación de las condiciones
materiales que hagan posible la vida. En su dimensión
más elemental, se trata de la obtención de
alimentos y refugio necesarios para garantizar la existencia
biológica. Más allá de este nivel elemental,
existe el deseo de crear o producir objetos que hacen posible que
la vida abandone sus niveles más rudimentarios.

La mayoría de las sociedades humanas dedican una
gran atención a la producción, sea esta la
construcción de arcos y flechas en los pueblos cazadores,
la fabricación de arados en los pueblos agricultores o la
producción y mantenimiento de los más diversos
elementos en las sociedades industriales. En gran medida, se
puede decir que la estrategia y la capacidad productiva de una
determinada sociedad refleja tanto su nivel de
organización social como los sistemas de creencias y
valores de los individuos que la componen. Hoy por ejemplo
asistimos a una sociedad del conocimiento en permanente
producción de tecnología con una visión
materialista de la vista y centrada en la obtención de
ganancias económicas.

Una de las principales características de la
evolución de la sociedad humana es el permanente aumento
de su capacidad productiva. En líneas generales, se
observa que en pocos siglos la sociedad humana ha pasado de una
situación en la que dependía en buena medida de la
recolección de alimentos silvestres a una etapa
caracterizada por sistemas agrícolas de gran complejidad
organizativa, estrechamente vinculados a la producción
industrial.

Esta transformación está directamente
relacionada con el crecimiento demográfico y el aumento de
la escala social. Las sociedades humanas han evolucionado desde
pequeñas bandas con escasa capacidad productiva a
sociedades integradas por millones de personas, con una capacidad
de producción que abarca a la totalidad del planeta. No
obstante, sería erróneo pensar que las sociedades
humanas solamente se preocupan por el incremento de la
producción material.

En efecto, la producción material no es un valor
absoluto ni debe considerarse como un imperativo evolutivo: el
aumento de la capacidad productiva no es inevitable y,
además, no resulta necesariamente beneficioso en
términos sociales. De todos modos, la producción es
una dimensión fundamental de la vida humana y la necesidad
de aumentar la capacidad productiva se encuentra presente en
todos los pueblos y es un aspecto importante de la
evolución de las sociedades humanas.

De otra parte, el aprendizaje de la cultura considera
que la mayor parte de los elementos constitutivos de una cultura
son el resultado de un proceso de aprendizaje, consistente en la
modificación de la conducta en respuesta a las
experiencias que se desarrollan dentro de un determinado entorno
físico. Si bien encontramos modos de aprendizaje en la
mayoría de los organismos vivos, ninguno de ellos posee la
enorme capacidad de aprendizaje de los seres humanos, cuya
supervivencia depende en gran medida de esta capacidad. La
mayoría de los organismos vivos depende de sus instintos,
en tanto los seres humanos dependen de la cultura para su
supervivencia.

Los hombres deben aprender cómo sobrevivir en los
más variados entornos físicos y sociales, en los
que los factores biológicos juegan un papel poco
relevante. Desde esta perspectiva, la cultura consiste en las
estrategias de supervivencia compartidas por un grupo humano que
son transmitidas de una generación a la siguiente. Las
ideas y formas de comportamiento que configuran una cultura se
transmiten mediante un complejo sistema de símbolos,
proceso en el que el lenguaje cumple una función
determinante. En contraste con otros seres vivos, que son capaces
de comunicarse mediante mecanismos rudimentarios, los seres
humanos han desarrollado un complejo sistema de
comunicación que distingue a la especie y que
resultaría imposible de concebir sin la existencia de la
cultura humana tal como la conocemos.

Si lo humano solo es posible en el ámbito de la
cultura y ésta no puede darse sin el lenguaje, es
válido señalar que la educación es un acto
de comunicación mediado por el lenguaje. En éste
sentido, la educación debe superar la tradicional
instrumentación, que privilegió la
memorización y el aprendizaje mecánico para asumir
su verdadera misión como generadora de cultura.

El vertiginoso avance técnico-científico,
acelerado a partir de la segunda mitad del siglo XX, exige una
nueva concepción y práctica de la educación,
donde el papel de la escuela se oriente a la producción
del conocimiento, la promoción de valores y el desarrollo
de las habilidades y destrezas que lleven al mejoramiento de la
calidad de vida. El mundo actual vive un complejo proceso de
cambio que afecta el orden económico (implantación
del modelo neoliberal y la globalización), político
(consolidación del dominio unipolar de los Estados Unidos)
y social (agudización de la brecha entre ricos y
pobres).

Antes de pasar al tema de la educación digamos
que Con respecto al proceso de Aculturación el Diccionario
ORBIS (1986:8), señala que éste es un:
"Fenómeno social que se produce cuando un pueblo adopta y
asimila una cultura (material o espiritual) distinta de la suya,
procedente de otro pueblo. La Aculturación tiene
diversos grados, desde la mera adaptación formal de
esquemas culturales ajenos (generalmente sólo materiales)
a las concepciones y fines propios.

La Aculturación, entra dentro del cuadro general
de las transformaciones sociales y se produce generalmente al
ponerse en contacto una cultura inferior con otra superior. El
proceso suele ser lento y en algunos casos llega al extremo de
que la cultura inferior acabe por desaparecer. En ocasiones la
Aculturación conduce a un conflicto cultural en los casos
en que las culturas que entran en contacto son antagónicas
en sus normas y valores. Con frecuencia tales conflictos se
centran más en el nivel personal que en el social,
reduciéndose a veces a antagonismos entre pocas personas
concretas socialmente influyentes cuyas actitudes personales ante
una transformación social son radicalmente divergentes
(actitud conservadora contra actitud innovadora).

Así pues, esta palabra se emplea en dos sentidos
diferentes. Por una parte, los psicólogos y
sociólogos entienden con esta denominación los
procesos por los cuales el individuo se adapta al medio cultural
y se encuentra formado por él. Por otra parte, para los
antropólogos, la Aculturación es el conjunto de
transformaciones que sufre un grupo social en contacto con otro.
En este segundo sentido, los estudios sobre la
Aculturación se han multiplicado recientemente a
propósito de los cambios profundos que se producen en las
sociedades arcaicas, primitivas o tradicionales bajo la
influencia de la civilización de los países
modernos industrializados.

Finalmente es necesario asumir una postura ante el
problema Hombre-Cultura. Para algunos el hombre es modelado por
la cultura, en tanto que para otros la Cultura es gestada, creada
y producida por el Hombre. La primera opción insiste en la
transmisión cultural y el ajuste del individuo a las
normas; en la segunda se privilegia la creatividad, la
producción y la autonomía.

Todo hombre nace en un determinado sistema social que le
precede. Los valores, conocimientos y destrezas culturales
patrimonio humano en cuyo interior el individuo permanece
inmerso – no han sido construcción suya,
están dados antes de él. Para los
antropólogos culturalistas la precedencia del aparato
social el sujeto deriva conclusiones importantes: El proceso de
humanización no es válido entenderlo como un
desarrollo guiado biológicamente. Solo la cultura y el
aprendizaje de ella permiten la génesis humana. Por ello,
debido a que la gestación de lo humano solo es posible al
interior de un grupo cultural el hombre es modelado por la
cultura.

En oposición a lo interior, otra corriente de
antropólogos, plantea que resulta imposible pensar en la
evolución cultural al margen de individuos creativos e
innovadores. La cultura es creada y desarrollada por los
individuos quienes son, para los antropólogos
subjetivistas, el motor del desarrollo cultural.

Tenemos pues, dos alternativas antropológicas
contradictorias en relación a la dinámica
Hombre-Cultura. Una que al subrayar la naturaleza refleja el
hombre conduce en el campo de la pedagogía a un ideal
antropo-pedagógico que pretende una escuela "transmisora"
donde los educandos incorporan el patrimonio cultural; otra. Que
al privilegiar la intrínseca cualidad creativa del hombre,
conduce a una escuela libre y creativa.

Ante el subjetivismo y el culturalismo surge una tercera
alternativa cualitativamente dispar, que parte por criticar el
descuido que ambas han tenido al prescindir de la historia. En
efecto, en los diversos períodos históricos, bajo
diferentes circunstancias sociales, la dominancia en los lazos
que someten al hombre a la cultura, y/o cultura a los hombres,
resultan desiguales.

Para el funcionalismo a medida que el sistema social
penetra en la personalidad individual, o mejor, a medida que se
avanza en el proceso de socialización de las personas, los
componentes de la cultura, lenguaje, creencias religiosas y
pautas de comportamiento afines, valores, etc. Son aprehendidos
por los individuos. En el proceso de socialización, lo que
se realiza en efecto, es el proceso de asimilación de lo
social por lo individual de modo que la tensión entre
estos dos niveles disminuya, aunque no desaparezca por
completo.

A pesar de que la Cultura solo puede mantenerse en la
medida en que es compartida, es decir, asimilada, comprendida y
utilizada en la interacción social, ella es independiente
de la personalidad y del sistema social, dado que sus contenidos
no están enteramente determinados por ellos. Así,
por ejemplo, la ciencia como componente de la cultura es
universal, a pesar de diferentes sistemas sociales, lo mismo
podría decirse de ideologías religiosas y
políticas (la democracia, por ejemplo se vivencia de
diversas maneras en diferentes sociedades). Se dice que
determinados valores, normas o preceptos han sido
Institucionalizados cuando forman parte de las expectativas de
las gentes y están sometidos a sanciones.

El materialismo dialéctico – en relación a
la cultura – plantea que toda elaboración
intelectual que el hombre realiza del mundo que lo rodea, procede
del medio material (recordemos su base materialista) y subyace a
su acción sobre el medio material y social. Esta
definición amerita varias precisiones: Reiterar, que la
Cultura, como elaboración intelectual se interpreta
como producto – que no como simple reflejo- de las
condiciones materiales de la sociedad de que se trate; El
carácter dialéctico del materialismo del que
hablamos implica que si bien es cierto que la cultura se explica
a partir de las condiciones materiales, ella no es simple
reflejo, ni constituye nivel pasivo, sino antes bien, por el
contrario, ella puede convertirse en determinados momentos del
desarrollo histórico en aspecto determinante, que influye
sobre lo material, sobre lo económico y lo
político, hasta convertirse en motor del cambio
social.

A este respecto el Materialismo Histórico define
la cultura como: "Conjunto de valores materiales y espirituales,
así como de los procedimientos para crearlos, aplicarlos y
transmitirlos, obtenidos por el hombre en el proceso de la
práctica histórico-social. En un sentido más
estricto de la palabra, suele hablarse de cultura material
(técnica, experiencia de producción y otros valores
materiales) y de cultura espiritual (resultados en el campo de la
ciencia, del arte y la literatura, de la filosofía, de la
moral, de la instrucción, etc.). La cultura es un
fenómeno histórico que se desarrolla en dependencia
del cambio de las formaciones económico-sociales. Frente a
las teorías idealistas de la cultura, que la separan de su
base material y la explican como un producto espiritual de la
"élite", el marxismo-leninismo ve el proceso de
producción de bienes materiales como la base y la fuente
del progreso de la cultura espiritual. (Rosental e Iudin:
98).

Definir la cultura como toda elaboración
intelectual nos obliga a considerar como sus componentes a la
ciencia caracterizada por la racionalidad en su
elaboración, la filosofía como concepción
del mundo, el sistema de valores difundidos y legitimados en una
sociedad, el sistema jurídico y del derecho, las
ideologías religiosas o políticas, los presaberes
de las gentes o saberes cotidianos. De igual modo, toda forma de
expresión artística, música, pintura,
escultura, etc., y, las expresiones de cultura autóctonas
conocidas como folklore, etc.

Descripción de la cultura
colombiana

No cabe duda que lo que llamamos cultura colombiana son
una serie de manifestaciones que forman parte del estilo
común de vida que caracteriza a los habitantes del
país y donde se evidencia claramente la influencia de los
elementos indígena, europeo y africano, tras un largo
proceso de mestizaje que da origen al hombre colombiano de hoy,
que tiene como sello de su identidad la diversidad hoy valorada
en todo el mundo.

Ya desde la época precolombina se encuentran las
primeras manifestaciones de la cultura colombiana de la cual se
conservan restos de las culturas Muisca (cerámica, vasos,
estatuillas), Quimbaya (orfebrería), creadora de un
auténtico tesoro de carácter funerario que se
conserva en el Museo del Oro de Bogotá, y Tairona con sus
grandes poblados, terrazas de cultivo, escalinatas, etc.,
localizados en la Sierra Nevada de Santa Marta.

Al arte de la época colonial pertenecen el
conjunto monumental de las murallas Cartagena, construidas para
defender al virreinato de los ataques de piratas, corsarios y
bucaneros rivales de los españoles en las aguas del
Caribe; varias iglesias de Bogotá, en las que se conservan
valiosas pinturas verdaderos joyas del arte colonial como los
cuadros pintados por el español Gregorio Vásquez de
Arce y Ceballos.

Los comienzos de la arquitectura data de las numerosas
casonas coloniales construidas en la ciudad de Tunja residencia
de los antiguos encomenderos españoles que sometieron a la
población nativa; y, los templos barrocos de
Popayán, dañados por un terremoto en 1983, en una
ciudad que aun celebra una semana santa al estilo español;
La arquitectura moderna, influida por Le Corbusier, dio figuras
notables que son trabajo han dado la configuración a las
ciudades colombianos con sus avenidas, puentes, edificios,
teatros, y de época reciente coliseos, centros comerciales
y conjuntos residenciales.

"Los comienzos de la arquitectura moderna en Colombia
coinciden con los inicios del arte moderno, es decir, los
años treinta… Por esos años las grandes ciudades
empiezan a crecer rápidamente por la inmigración
campesina, el avance de la industrialización y los
conflictos políticos y sociales que llevaran a la
violencia de mediados de siglo. Mientras el austriaco Karl
Brunner se puede considerar el pionero del urbanismo moderno en
Bogotá –realizo el trazado de la avenida Caracas
– el alemán Leopoldo Rother es su equivalente en el
diseño arquitectónico al proyectar algunos de los
primeros edificios de la Ciudad Universitaria" (Germán
Rubiano Caballero, 1996:435). Esta obra fue continuada por otros
extranjeros y por los primeros arquitectos egresados de la
recién fundada facultad de arquitectura de la Universidad
Nacional.

Como señala el citado autor "mucha arquitectura
moderna se hizo demoliendo importantes ejemplos del pasado e
incluso de construcciones mas recientes, aun de los primeros
decenios del siglo XX. Aunque la piqueta del progreso subsiste,
es indudable que uno de los hechos mas destacados de la
arquitectura reciente, es la que tiene que ver con la
recuperación y absorción de edificios antiguos"
(Rubiano Caballero, 1996:436). Casonas coloniales, templos,
conventos y teatros han sido objeto de importantes reparaciones y
hoy se constituyen en pruebas de nuestro patrimonio
material.

Con más influencia que en las artes
plásticas, el factor económico hace gran presencia
en el campo de la arquitectura. Las ciudades colombianas crecen y
los edificios y las viviendas se construyen condicionados por el
dinero, en los últimos tiempos de procedencia llicta, en
virtud al auge del narcotráfico, que ha favorecido la
construcción de grandes obras muy hermosas, pero
también de trabajos suntuarios de pésimo gusto y
poca funcionalidad; Las obras públicas también han
dado impulso a la arquitectura colombiana en todo el país,
lo mismo que los esfuerzos del sector privado y las familias que
tienen como su gran sueño poseer casa propia.

La escultura alcanzó cierta notoriedad en el
último tercio del siglo XVII, con García de
Ascucha, autor de los relieves del presbiterio de la iglesia de
San Francisco, en Bogotá. Ya en el siglo XX, cabe destacar
a Edgar Negret, Eduardo Ramírez Villamizar, Fernando
Botero, entre otros, que con sus obras muestran al mundo la
idiosincrasia de un pueblo que se ha ido adaptando a los patrones
culturales."Desde sus primeras esculturas en yeso de mediados de
los cuarenta la obra de Edgar Negret divide en dos el panorama
escultórico nacional. Pero lo mas importante es que en
pocos años , su trabajo no solo puso al día la
escultura colombiana, es decir, la relacionó con los
problemas propios de la escultura contemporánea , sino que
sus propias construcciones en láminas de aluminio pintado
pasaron a figurar en excelentes escenarios del arte
internacional" (Rubiano Caballero, 1996:423-424).

Los escultores colombianos son básicamente
abstractos, siendo uno de los más representativos el
pamplonés Eduardo Ramírez Villamizar cuya primera
obra data de 1963 y desarrolló excelentes trabajos que lo
colocaron en un lugar destacado en el ámbito internacional
de las artes. Se caracterizó sobre todo por su exigencia y
rigor espiritual, características que le definieron como
una persona audaz pero tímida en lo personal. Sus trabajos
constituyen un testimonio de asimilación y reacción
al entorno que lo rodeaba, para posteriormente traducirlo en
juicios de valor llevándolos a una solución
utópica en un esfuerzo de ordenamiento estético.
Fue uno de los protagonistas del constructivismo
artístico, su abstracción conceptual basada en la
anarquía intelectual, es afectada de un modo
histórico, por la agitada vida política de su
país.

La pintura creó escuela en la época
virreinal, con pintores que desarrollaron un arte religioso de
marcada influencia europea. El siglo XX produjo figuras
relevantes: Alejandro Obregón, Enrique Grau y Omar Rayo.
Bajo la influencia de la crítica ejercida por la
española Marta Traba surgieron las Bienales de Cali y
Medellín. El máximo representante actual de la
pintura colombiana es Fernando Botero, reconocido a nivel mundial
con un estilo y temática muy particular fiel reflejo del
estilo común de vida de los colombianos.

En efecto, "entre los últimos, el nombre mas
prominente es el de Fernando Botero, quien ha practicado hasta
hoy una pintura, dibujo y una escultura de personajes y objetos
caracterizados por su rotundez, en los que pueden rastrearse
influencias, no solo del mejor arte de los grandes maestros, sino
también de la pintura del periodo colonial y de las
cerámicas y pinturas precolombinas" (Rubiano Caballero:
1996, 423)

En cuanto a la literatura durante la época
colonial sobresalieron, en la poesía, Juan de Castellanos
y la mística madre Inés del Castillo, y en la
narrativa, Juan Rodríguez Freyle. En el Siglo XIX se
destacaron los poetas Gregorio Gutiérrez González,
Luis Vargas Tejada, José Eusebio Caro y Rafael Pombo.
Entre los modernistas se distinguieron José
Asunción Silva (Nocturno) y, posteriormente, Guillermo
Valencia (Ritos), Julio Flórez y Porfirio Barba Jacob. La
prosa costumbrista tuvo notables representantes en Eugenio
Díaz y José Manuel Marroquín.

Las grandes construcciones novelísticas
aparecieron con Jorge Isaacs y Tomas Carrasquilla. En el primer
tercio del siglo XX se impuso la obra de un novelista que
alcanzó gran éxito de público, aunque no de
crítica, en América y España: José
Manuel Vargas Vila (Ibis, Flor de fango). José Eustacio
Rivera, con La vorágine (1928), fue el fundador de lo que
podría llamarse la novela política e imaginativa
colombiana. Dentro de la novela contemporánea descuellan
Eduardo Caballero Calderón (El buen salvaje), Manuel
Mejía Vallejo (El día señalado),
Álvaro Mutis (La nieve del almirante), Gustavo
Álvarez Gardeazábal (Cóndores no entierran
todos los días) y, sobre todo, Gabriel García
Márquez (El coronel no tiene quien le escriba, Cien
años de soledad, El general en su laberinto, etc.), que
obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1982. En los
últimos tiempos se destaca la obra de Laura Restrepo,
William Ospina y Jorge Franco, además de una densa obra
sobre narcotráfico, secuestro y violencia, tema recurrente
de la realidad colombiana.

Entre los poetas contemporáneos más
representativos se cuentan Jorge Zalamea, León de Greiff,
Luis Carlos López, Rafael Maya y Luis Vidales. A la
generación de «Piedra y Cielo» pertenece
Eduardo Carranza, que marcan la transición hacia una
vanguardia posterior, en la que figuran Jorge Gaitán
Durán y Eduardo Cote Lamus. Al mismo tiempo surge el
movimiento nadaísta, iconoclasta, con Gonzalo Arango y
Jotamario Arbeláez.

El campo de la música apenas existen datos sobre
la música precolombina, y son pocos los instrumentos
conservados (sonajas, cascabeles, flautas, ocarinas, fotutos,
etc.). El primer músico conocido fue el jesuita J. Dadey
(1574-1660), considerado el precursor de la música
colombiana. Durante la época del virreinato sobresalieron
diferentes músicos con clara influencia española.
La música popular combina las influencias
indígenas, hispánicas y negras. Del rico folclor
colombiano sobresale el bambuco como el baile más
característico, también se destaca la cumbia, el
porro y el mapalé.

En los últimos tiempos la música
colombiana se ha dado a conocer a través de figuras de
gran aceptación mundial como Carlos Vives quien dio a
conocer al mundo entero la obra de los grandes juglares
vallenatos entre ellos a Rafael Escalona, un notable compositor
mencionado en la obra de García Márquez "Cien
Años de Soledad", Shakira quien con sus canciones y baile
lleva por los escenarios mundiales un mensaje lleno del realismo
mágico propio del Caribe colombiano y Juanes quien ofrece
un mensaje musical urbano que invita a la paz mundial y se
compromete con las causas sociales.

Bibliografía

BARTRA, Roger. Diccionario Marxista de
Sociología. Bogotá: Ediciones
Nacionales.

COLCULTURA. Manual de Historia de Colombia.
Bogotá: Procultura, 1986

EL TIEMPO. Colombia Viva. Santafé de
Bogotá, 2001

INSTITUTO GEOGRAFICO AGUSTIN CODAZZI –IGAC-
Diccionario Geográfico de Colombia. Bogotá:
1996

_________ Diccionario Geográfico de Colombia,
Bogotá: IGAC, 2002

RUBIANO CABALLERO, Germán. Arte moderno en
Colombia. EN; Colombia Hoy. Santafé de Bogotá:
Biblioteca familiar de la Presidencia de la República,
1996

VARIOS. Un mundo Jamás imaginado. Bogotá:
Santillana, 1992

 

 

Autor:

Javier Pena

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