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¿En qué consiste la aceptación?



Partes: 1, 2

  1. El
    padre del hijo pródigo
  2. La
    culpa y el arrepentimiento
  3. Las
    "conciencias morales"
  4. Deber
    y debería
  5. Ética del límite: respeto por
    nuestros límites
  6. Referencias

El cambio consiste en aceptar lo que
somos.

Ricardo Peter

El perfeccionismo repudia la gratuidad
del amor.

Antes de abordar directamente en qué consiste la
aceptación real, tal vez habría que considerar
primero que cosa no es la aceptación.

En ocasiones cuando alguien escucha que es necesario
aceptar nuestra condición falible, nuestros errores,
nuestra impotencia, nuestro límite, o aceptar los
límites de otros, las fallas, los errores, el alcoholismo
del marido, la drogodependencia de un familiar, la infidelidad
del cónyuge, etc., cosas que no nos agradan, viene la
tentación de entender que aceptar significa contemplar
aquello como "aceptable", es decir, como si fuera algo con lo que
debo estar satisfecho o incluso sentirme contento, y
evidentemente eso sería insensato. Por eso en la
aceptación:

«no se trata de un pasivo y débil
padecer todo, sino que se trata de ver la verdad y de disponerse
a considerarla, resueltos naturalmente a la fatiga y, si es
necesario, a la lucha por ella
» (Guardini,
2001)

Aceptar no significa mediocridad o cinismo. Aceptar no
significa tolerar el mal. Aceptar no significa que una mujer deba
sentirse satisfecha porque su marido la golpea, o por que su hijo
consume drogas, aunque le convenga aceptarlo. Aceptar no
significa conformarse con ello, no significa actuar como si
aquello no existiera o no tuviese importancia. No es someterse
como esclavo.

«La acción de aceptación es una
actitud que arranca desde lo más profundo del hombre y que
no implica sumisión, resignación, complacencia,
dependencia o algún tipo de capitulación o derrota.
La aceptación no tiene carácter de vasallaje. La
aceptación no doblega a quien la practica como sucede con
la conformidad, la sumisión o la obediencia.»

(Peter, 2002).

La aceptación no es indiferencia. De hecho hacer
como que algo no existe, o "resignarse" (entendido como
claudicar), en el sentido de cruzarse de brazos, no es aceptar.
Porque puedo adoptar una actitud pasiva ante aquello que se me
presenta a causa de una negación, y en esta
negación va implícito el rechazo.

Aceptar implica el acto contrario de coraje. Aceptar
implica un acto más profundo que el simple hecho de
constatar con los ojos o con el pensamiento "esto es así".
Este acto es necesario y le precede, pero no es suficiente para
decir que hemos aceptado.

Pues de hecho muchas veces decimos "esto es así"
y no hemos aceptado de manera verdadera. Aceptar significa
"comprender". Y comprender significa abrazar aquella realidad,
significa tomarla en nuestras manos para dar una respuesta a
aquello que hemos contemplado como "esto es". Entonces para
aceptar en verdad es necesario un acto más profundo que el
simple discurrir lógico que dice "esto es"…

«ya que no es de ninguna manera obvio que
nosotros aceptamos intimamente con prontitud de corazón
aquello que es…»
(Guardini, 2001).

Abrazar la realidad tiene un tinte afectivo, no
sólo cognitivo. Se acepta con el corazón, no con un
silogismo, con una idea o con un discurso racional. Es un acto de
conciencia afectiva que acoge este aspecto o trozo de lo real que
se me presenta como un objeto ante lo cual he de
responder.

La aceptación genuina supone el hecho de aceptar
aquello que es, y "aquello que es" pasa por el hecho de aceptar,
en primera instancia, "aquello que es en mí". Y aquello
que es en mí conlleva también la aceptación
de la experiencia afectiva que en mi se suscita ante la
constatación de aquello que es.

Decíamos que aceptar implica una respuesta, sin
embargo no implica cualquier tipo de respuesta, sino sólo
cierto tipo de respuesta.

Por que no puedo no responder. Mi pasividad o mi
conformismo ante aquello que se me presenta es ya un tipo de
respuesta, una elección frente a ello. No "hacer nada" es
ya hacer algo. Pero este no hacer nada implica que he elegido
tratar aquello que existe como no existente. Por que mi postura
de fondo es "querer no ver".

En la acogida de lo real como es, la aceptación
capacita al hombre para mirar con otros ojos. Nos faculta para un
movimiento de libertad que conlleva el adueñamiento de
aquello que verdaderamente estamos acogiendo como lo real. Este
acto permite que seamos un poco más libres para decidir
como responder ante aquel aspecto de lo real. Por eso la
«aceptación es más bien una forma de
superación… la aceptación enaltece»

(Peter, 2002).

En un sentido más profundo, la aceptación
de lo otro y del otro, supone la aceptación de sí
mismo. En la aceptación de sí mismo se encuentra ya
un acto ético que dispone a otros.

«El principio de cualquier propósito y
conquista moral esta en el reconocer aquello que es; incluyendo
los errores y los defectos. Solamente si decido lealmente llevar
el peso de mis defectos, alcanzo la seriedad y sólo en un
segundo tiempo puedo entonces comenzar el trabajo para la
superación»
(Guardini, 2001).

Partes: 1, 2

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